12 de marzo de 21

Viviendo En Tiendas

ƒxodo 25:1-40

 

Los que visitan a las ciudades grandes de este pa’s, como Los çngeles, Nuevo York, San Francisco, Seattle, o hasta las ciudades grandes de Texas, van a ver que hay cada vez mas gente, viviendo en tiendas.

 

Y es ahora un gran l’o, porque hay basura y suciedad en todos lados.  Y a veces se prendan fuegos que pueden quemar hasta los edificios que est‡n ya muy cerca de ellos.  Esto ya ha pasado hace rato en la playa de Venice, cerca de Los çngeles.

 

La gente que vivan cerca de estas tiendas, se quejan de robos, robos de cualquier cosa, porque muchos de los que vivan en las tiendas tienen problemas con drogas.  Y hacen cualquier cosa necesaria para obtener sus estupefacientes.

 

As’ que, la gente viviendo en las tiendas, est‡n produciendo un gran caos, que est‡ costando millones y millones de d—lares a las ciudades, y sufrimientos para los negocios.

 

La tragedia es de que casi todos miran al estado, su ’dolo, su dios, para producir una soluci—n.  Pero en el plan de Dios, el estado no es un Mes’as, un salvador, sino un ministerio de justicia.

 

Tales problemas se resuelvan mejor por familias, iglesias o caridades privadas.  Pero cuando estos est‡n escondiŽndose, retirando se, el estado se crezca cada vez mas grande.

 

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En el mensaje de hoy, veremos otro grupo de personas viviendo en tiendas, pero ser‡ muy diferente.  Ese pueblo tiene orden, tiene organizaci—n, y tiene un futuro, y sobre todo, tiene un Dios, que tambiŽn estaba comprometido a vivir en una tienda.

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En la entrada de nuestra iglesia, hay un dibujo, grande de lo que se llama el tabern‡culo con un texto arriba que habla de ƒxodo 25, nuestro capitulo de hoy.

 

Tome unos momentos de examinar lo entrando y saliendo, y ver‡s mucho de los detalles que vamos a estudiar hoy.  Pero hay algo que no vas a ver all’.

No vas a ver un caos, no vas a ver basura en todos lados.  No vas a ver ninguna suciedad, ni jeringas, sino que con Dios hay orden, hay limpieza, hay disciplina, hay organizaci—n, hay estructura, y sobre todo, hay un futuro, brillante.

 

1-2) Jehov‡ habl— a MoisŽs, diciendo: Di a los hijos de Israel que tomen para m’ ofrenda; de todo var—n que la diere de su voluntad, de coraz—n, tomarŽis mi ofrenda.

 

Para construir esa gran tienda de Dios, nada estaba forzada.  No hab’a obligaci—n alguna de contribuir.  A lo mejor San Pablo estaba pensando en esto cuando dijo enÉ

 

2 Corintios 9:7 Cada uno dŽ como propuso en su coraz—n:

no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.

 

3-7) Esta es la ofrenda que tomarŽis de ellos: oro, plata, cobre, azul, pœrpura, carmes’, lino fino, pelo de cabras,

pieles de carneros te–idas de rojo, pieles de tejones, madera de acacia,  aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unci—n y para el incienso arom‡tico, piedras de —nice, y piedras de engaste para el efod y para el pectoral.

 

ÀPero en donde iban a encontrar todo esto, viviendo lejos de todo en el desierto? pausa

 

Tenemos que recordar que antes de salir de Egipto, Dios inclinaba los corazones de los egipcios a regalar toda forma de cosa valiosa a los hebreos, porque estaban temiendo por sus vidas, habiendo experimentado tantas plagas.

 

Proverbios 13:22     El bueno dejar‡ herederos a los hijos de

sus hijos; Pero la riqueza del pecador est‡ guardada para el justo.

 

8) Y har‡n un santuario para m’, y habitarŽ en medio de ellos.

 

Aqu’ est‡ la prueba de que iban a construir una gran tienda para Dios, y Dios promet’a morar con ellos, en su propia tienda.

 

9) Conforme a todo lo que yo te muestre, el dise–o del tabern‡culo, y el dise–o de todos sus utensilios, as’ lo harŽis.

 

Esto es un punto sumamente importante.  Esto fue la raz—n de que MoisŽs estaba tantos d’as con Dios en el monte, tenia que asimilar el dise–o, y los detalles.

 

Cada cosa en el tabern‡culo, otro nombre por la tienda, pero cada objeto iba a ense–ar realidades espirituales, con objetos f’sicos.

 

9) Conforme a todo lo que yo te muestre, el dise–o del tabern‡culo, y el dise–o de todos sus utensilios, as’ lo harŽis.

 

Dios estaba muy particular con esto.  No hab’a lugar de estar cambiando cosas con tu propia imaginaci—n.

 

10) Har‡n tambiŽn un arca de madera de acacia, cuya longitud ser‡ de dos codos y medio, su anchura de codo y medio, y su altura de codo y medio.

 

Esta ser‡ una caja muy sagrada, que aparecer‡ en muchas partes de la Biblia.  Hasta est‡ mencionada en el libro de Apocalipsis.

 

11) Y la cubrir‡s de oro puro por dentro y por fuera, y har‡s sobre ella una cornisa de oro alrededor.

 

Estos objetos de la tienda de Dios, ser‡n sumamente bellos, y valiosos.  El oro puro, con su manera de brillar la luz era un s’mbolo de la gloria de Dios.

 

12-14) Fundir‡s para ella cuatro anillos de oro, que pondr‡s en sus cuatro esquinas; dos anillos a un lado de ella, y dos anillos al otro lado.  Har‡s unas varas de madera de acacia, las cuales cubrir‡s de oro.  Y meter‡s las varas por los anillos a los lados del arca, para llevar el arca con ellas.

 

Dios dijo bien claramente, que para llevar el arca, se ten’an que usar la varas.  Pero pasando los a–os, y entrando en otra Žpoca, en el tiempo de David, decidieron mover el arca no con las varas, como Dios mandaba, sino con un caro nuevo.  ÁMuy imaginativo!  pausa ÀPero que fue el resultado?.

 

2 Samuel 6:1-8 David volvi— a reunir a todos los escogidos de

Israel, treinta mil. Y se levant— David y

parti— de Baala de Jud‡ con todo el pueblo que

ten’a consigo,

 

para hacer pasar de all’ el

arca de Dios, sobre la cual era invocado el

nombre de Jehov‡ de los ejŽrcitos, que mora

entre los querubines.

 

Pusieron el arca de Dios sobre un carro nuevo, y la llevaron de la casa de Abinadab, que estaba en el collado; y Uza y Ah’o, hijos de Abinadab, guiaban el carro nuevo.

 

Y cuando lo llevaban de la casa de Abinadab, que estaba en el collado, con el arca de Dios, Ah’o iba delante del arca.

 

Y David y toda la casa de Israel danzaban delante de Jehov‡ con toda clase de instrumentos de madera de haya; con arpas, salterios, panderos, flautas y c’mbalos.

 

Cuando llegaron a la era de Nac—n, Uza extendi— su mano al arca de Dios, y la sostuvo; porque los bueyes tropezaban.

 

Y el furor de Jehov‡ se encendi— contra Uza, y lo hiri— all’ Dios por aquella temeridad, y cay— all’ muerto junto al arca de Dios.

 

Y se entristeci— David por haber herido Jehov‡ a Uza, y fue llamado aquel lugar PŽrez-uza, hasta hoy.

 

Hab’a tristeza por lo que pasaba con Uza, como que hay tristeza por los millones de personas viviendo en tiendas, en las calles de los estados unidos.  pausa

 

Es que esto es lo que pasa, cuando te ignoras, o olvides o simplemente desaf’as, lo que dice, la Santa Ley de Dios.

 

15) Las varas quedar‡n en los anillos del arca; no se quitar‡n de ella.

 

A lo mejor en los tiempos de David se pensaron que las varas ni eran necesarias, con los caros bonitos que estaban disponibles.  Pero era un error, literalmente fatal.

 

16) Y pondr‡s en el arca el testimonio que yo te darŽ.

 

Las tablas de los diez mandamiento eran entre las cosas que se guardaban en el arca.

 

17) Y har‡s un propiciatorio de oro fino, cuya longitud ser‡ de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio.

 

ÀQue es un propiciatorio?  Tiene que ver con el perd—n del pecado.   Tenemos la palabra en el nuevo testamento.

 

Hablando de Cristo dice Juan enÉ

 

1 Juan 2:2 Y Žl es la propiciaci—n por nuestros pecados;

y no solamente por los nuestros, sino tambiŽn por los de todo el mundo.

 

Que quiere decir que el evangelio tiene que tener su gran impacto en cada pa’s del mundo.

 

Pero en la tienda, con el arca, la ley nos daba el conocimiento del pecado y el propiciatorio, anunciaba el remedio por el pecado.

 

18-20) Har‡s tambiŽn dos querubines de oro; labrados a martillo los har‡s en los dos extremos del propiciatorio.

Har‡s, pues, un querub’n en un extremo, y un querub’n en el otro extremo; de una pieza con el propiciatorio har‡s los querubines en sus dos extremos.  Y los querubines extender‡n por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los querubines.

 

Los ‡ngeles siempre estaban cuidando de Cristo, quien est‡ representado aqu’, muchos siglos antes de su venida.   Y ellos ten’an gran interŽs en el evangelio.

 

1 Pedro 1:12   A Žstos se les revel— que no para s’ mismos,

sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Esp’ritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ‡ngeles.

 

El evangelio es algo curioso para los ‡ngeles.  Los santos ‡ngeles no necesitan una redenci—n, porque no han pecado.

 

La redenci—n no tiene sentido a los ‡ngeles ca’dos, porque ellos ni est‡n ofrecidos la menor misericordia.

21-22) Y pondr‡s el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondr‡s el testimonio que yo te darŽ.  Y de all’ me declararŽ a ti, y hablarŽ contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que est‡n sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel.

 

Iba a ser un lugar sumamente sagrado, esta casa de Dios en el desierto.  La justicia de la ley estaba presente, y tambiŽn la oferta de misericordia, para los que estaban dispuestos a abandonar a sus rebeliones.

 

Proverbios 28:13     El que encubre sus pecados no prosperar‡;

Mas el que los confiesa y se aparta alcanzar‡ misericordia.

 

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Bueno esto fue el primer objeto importante en la gran tienda de Dios, y ahora viene otro.

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23) Har‡s asimismo una mesa de madera de acacia; su longitud ser‡ de dos codos, y de un codo su anchura, y su altura de codo y medio.

 

La madera de acacia, era muy fuerte, casi indestructible, y no era muy pesada para llevar por distancias largas.

 

24-28) Y la cubrir‡s de oro puro, y le har‡s una cornisa de oro alrededor.  Le har‡s tambiŽn una moldura alrededor, de un palmo menor de anchura, y har‡s a la moldura una cornisa de oro alrededor.  Y le har‡s cuatro anillos de oro, los cuales pondr‡s en las cuatro esquinas que corresponden a sus cuatro patas.  Los anillos estar‡n debajo de la moldura, para lugares de las varas para llevar la mesa.  Har‡s las varas de madera de acacia, y las cubrir‡s de oro, y con ellas ser‡ llevada la mesa.

 

Como los otros objetos, esto estaba muy ornato, sumamente valioso, y lleno de simbolismo espiritual.

 

29-30) Har‡s tambiŽn sus platos, sus cucharas, sus cubiertas y sus tazones, con que se libar‡; de oro fino los har‡s.   Y pondr‡s sobre la mesa el pan de la proposici—n delante de m’ continuamente.

 

El pan estaba siempre presente en la tienda de Dios.

Se comunica la provisi—n de Dios.  Aun en medio del desierto, siempre ten’an su pan.  Y Cristo nos ense–aba a orar en el Padre NuestroÉ

 

Mateo 6:11 El pan nuestro de cada d’a, d‡noslo hoy.

 

Y Cristo fue presentado como el pan de vida, como hemos estudiado en el libro de Juan.

 

No voy a entrar en mucho mas detalla ahora.  Se pudiera dedicar varios mensaje a cada objeto, pero te vas a recibir estas aplicaciones en el resto de la Biblia.

 

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Ahora vamos a llegar al ultimo objeto de este capitulo.  Pero habr‡ mucho mas sobre este tabern‡culo en las semanas que vienen.

 

Y en serio, te quiero invitar a mirar al gran dibujo del tabern‡culo, a la entrada de la iglesia, gracias al hermano Dagoberto.

 

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31) Har‡s adem‡s un candelero de oro puro; labrado a martillo se har‡ el candelero; su pie, su ca–a, sus copas, sus manzanas y sus flores, ser‡n de lo mismo.

 

Otros objetos ten’an el oro por afuera, pero este era oro puro, el s’mbolo de la luz de Dios.

 

32-33) Y saldr‡n seis brazos de sus lados; tres brazos del candelero a un lado, y tres brazos al otro lado.  Tres copas en forma de flor de almendro en un brazo, una manzana y una flor; y tres copas en forma de flor de almendro en otro brazo, una manzana y una flor; as’ en los seis brazos que salen del candelero; y en la ca–a central del candelero cuatro copas en forma de flor de almendro, sus manzanas y sus flores.

 

Otro objeto muy ornato, sumamente costoso, y bello.  Pero era correcto, que el mejor sea para Dios.  ÀAmen?

 

35) Habr‡ una manzana debajo de dos brazos del mismo, otra manzana debajo de otros dos brazos del mismo, y otra manzana debajo de los otros dos brazos del mismo, as’ para los seis brazos que salen del candelero.

Ten’an un total de siete lamparillas, el numero de la perfecci—n, como en el libro de Apocalipsis, y las cartas a las siete iglesias.

 

36-39) Sus manzanas y sus brazos ser‡n de una pieza, todo ello una pieza labrada a martillo, de oro puro.  Y le har‡s siete lamparillas, las cuales encender‡s para que alumbren hacia adelante.  TambiŽn sus despabiladeras y sus platillos, de oro puro.  De un talento de oro fino lo har‡s, con todos estos utensilios.

 

Ese candelero produc’a su luz, quemando el aceite.  Y el aceite fue s’mbolo del Esp’ritu Santo.  Esto vimos tambiŽn el libro de Zacar’as.  Era despuŽs del gran cautiverio de Babilonia cuando ten’an que reconstruir la casa de Dios.

 

Zacar’as 4:1-7 Volvi— el ‡ngel que hablaba conmigo, y me

despert—, como un hombre que es despertado de su sue–o.

 

2 Y me dijo: ÀQuŽ ves? Y respond’: He mirado, y he aqu’ un candelabro todo de oro, con un dep—sito encima, y sus siete l‡mparas encima del candelabro, y siete tubos para las l‡mparas que est‡n encima de Žl;

 

Lo de nuestro capitulo, aparecer‡ de muchas maneras en el resto de la Biblia.  Es la luz, saliendo por el poder del Esp’ritu Santo.

 

3 Y junto a Žl dos olivos, el uno a la derecha del dep—sito, y el otro a su izquierda.

 

4 Prosegu’ y hablŽ, diciendo a aquel ‡ngel que hablaba conmigo: ÀQuŽ es esto, se–or m’o?

 

5 Y el ‡ngel que hablaba conmigo respondi— y me dijo: ÀNo sabes quŽ es esto? Y dije: No, se–or m’o.

 

6 Entonces respondi— y me habl— diciendo: Esta es palabra de Jehov‡ a Zorobabel, que dice: No con ejŽrcito, ni con fuerza, sino con mi Esp’ritu, ha dicho Jehov‡ de los ejŽrcitos.

 

 

 

7 ÀQuiŽn eres tœ, oh gran monte? Delante de Zorobabel ser‡s reducido a llanura; Žl sacar‡ la primera piedra con aclamaciones de: Gracia, gracia a ella.

 

Esto nos ense–a que podemos experimentar un gran Žxito, avanzando el reino de Dios en el mundo.  Pero esto no es por nuestras propias fuerzas, ni por nuestras propias ideas, sino por la palabra de Dios, y el poder del Esp’ritu de Dios.

 

Ahora el ultimo verso de nuestro capituloÉ

 

40) Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte.

 

MoisŽs tenia que seguir el modelo, las instrucciones, al pie de la letra en los asuntos de la alabanza.  Ya hemos visto lo que pasaba con Uza, que pensaba equivocadamente, que seria peor para el arca caer en el la tierra sucia, que tocar una mano humana, infinitamente mas sucia.

 

========================= Conclusi—n ======================

 

El tabern‡culo est‡ lleno de simbolismo.  ÀPero que quiere decir para nosotros?  Quiero terminar con el primer cap’tulo del libro de Apocalipsis.

 

Apocalipsis 1:12-20  Y me volv’ para ver la voz que hablaba

conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ce–ido por el pecho con un cinto de oro.

 

Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bru–ido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.

 

Ten’a en su diestra siete estrellas; de su boca sal’a una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.

 

Cuando le vi, ca’ como muerto a sus pies. Y Žl puso su diestra sobre m’, diciŽndome: No temas; yo soy el primero y el œltimo; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aqu’ que vivo por los siglos de los siglos, amŽn. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.

 

Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser despuŽs de estas.

 

El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ‡ngeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.

 

Como Cristo dijo en mateo, nosotros somos la luz del mundo.

 

Las iglesias son los candeleros.

 

Mateo 5:14-15  Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad

asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que est‡n en casa.

 

En todo nuestro alrededor, hay mas y mas personas, hasta familias, viviendo en tiendas, sucias, peligrosas en un desorden y en la pura desesperanza.

 

Toca a nosotros a brillar la luz del orden, de la organizaci—n divina, de una estructura divina, que tiene un futuro, porque Cristo estar‡ con nosotros hasta el fin del mundo.

 

Por mas oscuro que se pone el mundo de afuera, mas brillante aparecer‡ lo que nosotros tenemos en Cristo.

 

2 Pedro 1:19 Tenemos tambiŽn la palabra profŽtica m‡s segura, a la cual hacŽis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el d’a esclarezca y el lucero de la ma–ana salga en vuestros corazones.

 

Vamos a Orar