5 de marzo de 21

ÀPor QuŽ Tanta Sangre?

ƒxodo 24:1-18

 

Ya hemos pasado por los diez mandamientos en el capitulo veinte, para ver la recepci—n de la ley.

 

DespuŽs tuvimos tres cap’tulos de detalles sobre c—mo aplicar los diez mandamientos, para resolver los asuntos de justicia.

 

Y hoy, finalmente, el pueblo va a sellar su pacto con Dios.

 

1)  Dijo Jehov‡ a MoisŽs: Sube ante Jehov‡, tœ, y Aar—n, Nadab, y Abiœ, y setenta de los ancianos de Israel; y os inclinarŽis desde lejos.

 

Era muy importante en estos asuntos, seguir los preceptos de Dios, al pie de la letra.

 

2) Pero MoisŽs solo se acercar‡ a Jehov‡; y ellos no se acerquen, ni suba el pueblo con Žl.

 

MoisŽs estaba funcionando aqu’ como un mediador, un tipo de Cristo, antes de Cristo.  Porque en nuestros tiempos, solamente hay un mediador.

 

1 Timoteo 2:5  Porque hay un solo Dios, y un solo mediador

entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.

 

Pero en el testamento antiguo, otros estaban levantados para ense–ar nos a quŽ esperar, al fin de los siglos de la Žpoca jud’a.

 

3) Y MoisŽs vino y cont— al pueblo todas las palabras de Jehov‡, y todas las leyes; y todo el pueblo respondi— a una voz, y dijo: Haremos todas las palabras que Jehov‡ ha dicho.

 

En este pacto, no hab’a lugar para las negociaciones.  Dios, como su creador, y mas como su redentor, tenia todo el derecho de establecer los tŽrminos.

 

Y se habla de todo el pueblo respondiendo, pero esto pasaba por medio de sus ancianos.  Los ancianos, como sus representantes, ten’an la autoridad de comprometer todo el pueblo.

 

Cuando se respondieron, era como entrar en una forma de voto sagrado.

 

Era algo como hemos visto todos, en los votos matrimoniales.  Primeramente, se escuchan la descripci—n de los tŽrminos, y despuŽs los novios afirman si est‡n dispuestos a comprometer se formalmente, delante de muchos testigos.

 

ÀPrometes delante de Dios y estos testigos, as’ como lo has prometido ante las autoridades civiles, tomar a esta mujer , por tu leg’tima esposa para vivir con ella conforme a lo ordenado por Dios en el santo estado del matrimonio? ÀPrometes amarla, honrarla, consolarla, y conservarla en tiempo de salud y enfermedad, en prosperidad y sus sufrimientos, y conservarte exclusivamente mente para ella, mientras los dos vivieren?

 

Y como los novios se aman, es muy f‡cil decir, ÒÁs’!Ó

 

Esta es la manera de sellar un pacto.

 

4) Y MoisŽs escribi— todas las palabras de Jehov‡, y levant‡ndose de ma–ana edific— un altar al pie del monte, y doce columnas, segœn las doce tribus de Israel.

 

Para el ser humano, sujetado a toda forma de pecado, no es nada practico, venir a Dios, para comulgar con Žl, sin una manera de resolver el problema del pecado.

 

5) Y envi— j—venes de los hijos de Israel, los cuales ofrecieron holocaustos y becerros como sacrificios de paz a Jehov‡.

 

Lo que vamos a ver aqu’, es sangre, mucha sangre.  Y para muchos modernos, puede surgir en sus mentes, la pregunta, ÒÀPor quŽ tanta sangre?Ó

 

DespuŽs del primer pecado con Ad‡n y Eva, dice que ellos entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.

Se sent’an vergŸenza por su desnudez.  Pero estas hojas no eran adecuadas y Dios tenia que dar les algo mejor.

 

GŽnesis 3:21   Y Jehov‡ Dios hizo al hombre y a su mujer

tœnicas de pieles, y los visti—.

 

Y la implicaci—n es, que, para darles pieles, Dios tenia que matar por lo menos a un animal inocente, el principio de la sangre derramada.

 

Y despuŽs del gran diluvio, Dios entraba en un pacto con NoŽ, pero esto tambiŽn pasaba con sangre derramada.

 

GŽnesis 8:20-22 Y edific— NoŽ un altar a Jehov‡, y tom—

de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreci— holocausto en el altar.

 

Y percibi— Jehov‡ olor grato; y dijo Jehov‡ en su coraz—n: No volverŽ m‡s a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del coraz—n del hombre es malo desde su juventud; ni volverŽ m‡s a destruir todo ser viviente, como he hecho.

 

Mientras la tierra permanezca, no cesar‡n la sementera y la siega, el fr’o y el calor, el verano y el invierno, y el d’a y la noche.

 

Los animales siempre son preciosos, y valiosos, pero despuŽs del gran diluvio, eran muy pero muy limitados.  Pero era necesario, derramar la sangre de un animal inocente, para entrar en este pacto con Dios.

 

Y uno mas, hablando de la sangre, porque hab’a bastante sangre en el pacto extra–o de Abraham.

 

GŽnesis 15:8-20 Se–or Jehov‡, Àen quŽ conocerŽ que la he

de heredar?

 

Y le dijo: Tr‡eme una becerra de tres a–os, y una cabra de tres a–os, y un carnero de tres a–os, una t—rtola tambiŽn, y un palomino.

 

Y tom— Žl todo esto, y los parti— por la mitad, y puso cada mitad una enfrente de la otra; mas no parti— las aves.

 

Y descend’an aves de rapi–a sobre los cuerpos muertos, y Abram las ahuyentaba.

 

Mas a la ca’da del sol sobrecogi— el sue–o a Abram, y he aqu’ que el temor de una grande oscuridad cay— sobre Žl.

 

Entonces Jehov‡ dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morar‡ en tierra ajena, y ser‡ esclava all’, y ser‡ oprimida cuatrocientos a–os.

 

Mas tambiŽn a la naci—n a la cual servir‡n, juzgarŽ yo; y despuŽs de esto saldr‡n con gran riqueza.

 

Y tœ vendr‡s a tus padres en paz, y ser‡s sepultado en buena vejez.

 

Y en la cuarta generaci—n volver‡n ac‡; porque aœn no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aqu’.

 

Y sucedi— que puesto el sol, y ya oscurecido, se ve’a un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos.

 

En aquel d’a hizo Jehov‡ un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia darŽ esta tierra, desde el r’o de Egipto hasta el r’o grande, el r’o Eufrates.

 

Esta vez tambiŽn, hab’a much’sima sangre, y muchos animales inocentes ten’an que perder sus vidas.  ÀPero por quŽ?

ÀPor QuŽ Tanta Sangre?

 

Bueno, regresando ya al pacto con MoisŽs, y c—mo fue sellado.

 

5-6) Y envi— j—venes de los hijos de Israel, los cuales ofrecieron holocaustos y becerros como sacrificios de paz a Jehov‡.  Y MoisŽs tom— la mitad de la sangre, y la puso en tazones, y esparci— la otra mitad de la sangre sobre el altar.

 

Bueno, dice que fue un sacrificio de paz.  Es que el hombre, sujeto a todo pecado, tiene dificultad viniendo a un Dios tan santo, tan peligroso, tan inflexible en su justicia.  Hay que tener una manera de apaciguar su ira y su furia por el pecado.

7) Y tom— el libro del pacto y lo ley— a o’dos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Jehov‡ ha dicho, y obedeceremos.

 

Esto era la confirmaci—n, como hacen los novios de un matrimonio.  Pero entrando en pacto con Dios, hay que tener sangre, mucha sangre.

 

8) Entonces MoisŽs tom— la sangre y roci— sobre el pueblo, y dijo: He aqu’ la sangre del pacto que Jehov‡ ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas.

 

Se puede pensar, y decir, que es un poco asqueroso, rociar al pueblo con toda esa sangre.  Y puede ser la verdad.  Pero el pecado es miles y miles de veces mas asqueroso.

 

Y tal vez por esto muchos modernos tienen dificultad entendiendo todo esto.  Para muchos, el pecado es poca cosa, una pecadilla, una mentira piadosa, una aventura.

 

Pero la realidad es que el pecado es digno de una eternidad en el infierno.

 

Lucas 12:4-5   Mas os digo, amigos m’os: No tem‡is a los que

matan el cuerpo, y despuŽs nada m‡s pueden hacer.

 

Pero os ense–arŽ a quiŽn debŽis temer: Temed a aquel que despuŽs de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; s’, os digo, a Žste temed.

 

El pecado es miles y miles de veces mas asqueroso, que unos ritos de sangre, aunque sea de mucha sangre.

 

9-10) Y subieron MoisŽs y Aar—n, Nadab y Abiœ, y setenta de los ancianos de Israel; y vieron al Dios de Israel; y hab’a debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando est‡ sereno.

 

Esto es muy extra–o.  En muchas partes de la Biblia dice que el hombre no puede mirar a Dios y vivir.  Y en muchas partes se espantaban pensando que han visto a Dios, y por esto iban a morir se.  Por ejemplo en el libro de Jueces, los padres de Sans—n, vieron el ‡ngel del Se–orÉ

 

 

Jueces 13:17-23 Entonces dijo Manoa al ‡ngel de Jehov‡:

ÀCu‡l es tu nombre, para que cuando se cumpla tu palabra te honremos?

 

Y el ‡ngel de Jehov‡ respondi—: ÀPor quŽ preguntas por mi nombre, que es admirable?

 

Y Manoa tom— un cabrito y una ofrenda, y los ofreci— sobre una pe–a a Jehov‡; y el ‡ngel hizo milagro ante los ojos de Manoa y de su mujer.

 

Porque aconteci— que cuando la llama sub’a del altar hacia el cielo, el ‡ngel de Jehov‡ subi— en la llama del altar ante los ojos de Manoa y de su mujer, los cuales se postraron en tierra.

 

Y el ‡ngel de Jehov‡ no volvi— a aparecer a Manoa ni a su mujer. Entonces conoci— Manoa que era el ‡ngel de Jehov‡.

 

Y dijo Manoa a su mujer: Ciertamente moriremos, porque a Dios hemos visto.

 

Y su mujer le respondi—: Si Jehov‡ nos quisiera matar, no aceptar’a de nuestras manos el holocausto y la ofrenda, ni nos hubiera mostrado todas estas cosas, ni ahora nos habr’a anunciado esto.

 

Se sent’an como que iban a morir se, por mirar al ‡ngel de Dios.  Pero esto no pasaba, porque se ofrec’an la sangre.

 

Dios es como un fuego consumidor, pero la sangre puede ser nuestra protecci—n.

 

Regresando a nuestro texto de hoyÉ

 

11) Mas no extendi— su mano sobre los pr’ncipes de los hijos de Israel; y vieron a Dios, y comieron y bebieron.

 

Esto era como una santa cena.  Ten’an una cena para sellar al pacto, despuŽs de toda la sangre.  Y dice que Dios no extendi— su mando sobre ellos en su furia, porque la sangre apaciguaba la justicia de su santidad.

12) Entonces Jehov‡ dijo a MoisŽs: Sube a m’ al monte, y espera all‡, y te darŽ tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para ense–arles.

 

MoisŽs iba a estar otra vez, solo con el Se–or, para recibir mas instrucciones sobre los principios de la justicia y la equidad.

 

13) Y se levant— MoisŽs con JosuŽ su servidor, y MoisŽs subi— al monte de Dios.

 

Solamente estos dos pudieron acercar se aun mas.

 

14) Y dijo a los ancianos: Esperadnos aqu’ hasta que volvamos a vosotros; y he aqu’ Aar—n y Hur est‡n con vosotros; el que tuviere asuntos, acuda a ellos.

 

ÀCuales fueron los asuntos?  Es que los del pueblo en su carnalidad aun estaban entrando en sus contiendas, y ten’an que emplear los preceptos de Dios para mantener la paz y ajustar cuentas con justicia.

 

15-16) Entonces MoisŽs subi— al monte, y una nube cubri— el monte.  Y la gloria de Jehov‡ repos— sobre el monte Sina’, y la nube lo cubri— por seis d’as; y al sŽptimo d’a llam— a MoisŽs de en medio de la nube.

 

MoisŽs tenia que tener mucha paciencia.  Es que Dios no tenia prisa, Dios puede cumplir todos sus planes en el tiempo que Žl ha decretado.

 

17) Y la apariencia de la gloria de Jehov‡ era como un fuego abrasador en la cumbre del monte, a los ojos de los hijos de Israel.

 

Por esto dice en muchas partes, aun del nuevo testamento que nuestro Dios es un fuego consumidor.  Cuando uno que es culpable de pecado, desea acercar se a Dios, tiene que observar las condiciones que Dios ha establecido.

 

18) Y entr— MoisŽs en medio de la nube, y subi— al monte; y estuvo MoisŽs en el monte cuarenta d’as y cuarenta noches.

 

Se pasaba mucho tiempo con Dios.  Es que toma tiempo entender los preceptos de sabidur’a, la manera de levantar una cultura que Dios va a bendecir, y no destruir en su ira.

 

========================= Conclusi—n ======================

 

Uno puede preguntar, supongo, ÒÀQue tiene que ver todo esto con nosotros que estamos viviendo tantos siglos mas tarde, como Cristianos del nuevo pacto?Ó  pausa

 

Aun ahora, Dios es el mismo, y para acercar nos a Žl, para comer con Žl y tener uni—n y comuni—n con Žl, pausa, la sangre es necesaria.

 

Pero no como antes.  Sino que en el nuevo testamento, la sangre ya ha sido derramada.  En la noche antes de la muerte de Cristo, se hablaban de la sangre.

 

Mateo 26:26-28 Y mientras com’an, tom— Jesœs el pan, y

bendijo, y lo parti—, y dio a sus disc’pulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.

 

Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;  porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisi—n de los pecados.

 

Por esto Cristo pudo decir en el libro de JuanÉ

 

Juan 14:6      Yo soy el camino, y la verdad, y la vida;

nadie viene al Padre, sino por m’.

 

Es que no hay otra manera de venir a Dios, y escapar de su justo juicio, aparte de la sangre pur’sima de Cristo Jesœs.

 

Sin esto, simplemente no hay esperanza.

 

Y si tu aun no has venido a Cristo, es mi obligaci—n como ministro del evangelio, decir te, que est‡s en gran peligro.

 

Ahora es tu momento, de buscar la reconciliaci—n.

 

Vamos a Orar