28 de febrero de 21

Viajes De Conquista

Hechos 13:1-52

 

El Salmos 2, est‡ citado mucho en el nuevo testamento, aplicando lo a la obra de Cristo.  Ya lo vimos en este libro de Hechos, una vez, ser‡ citado en el capitulo de hoy.

 

En una parte del Salmo 2, el Padre Hace una gran promesa al hijo.

Salmos 2:7-12  Yo publicarŽ el decreto;

Jehov‡ me ha dicho: Mi hijo eres tœ;

Yo te engendrŽ hoy.

 

P’deme, y te darŽ por herencia las naciones,

Y como posesi—n tuya los confines de la tierra.

 

Los quebrantar‡s con vara de hierro;

Como vasija de alfarero los desmenuzar‡s.

 

Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes;

Admitid amonestaci—n, jueces de la tierra.

 

Servid a Jehov‡ con temor,

Y alegraos con temblor.

 

Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezc‡is en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en Žl conf’an.

 

Dijo el Padre al hijo, solamente tienes que pedir y las naciones ser‡n tuyas.

 

En el resto del libro de Hechos, vamos a ver que Cristo ha pedido, y podemos ver la historia de c—mo se han sido dados.

 

1) Hab’a entonces en la iglesia que estaba en Antioqu’a, profetas y maestros: BernabŽ, Sim—n el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, ManaŽn el que se hab’a criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo.

 

Hab’a uno que estaba muy cerca del Rey Herodes, pero ya en Cristo, se ha abandonado su preferencia en la corte, como MoisŽs que abandonaba la familia de Fara—n, cuando estaba adoptado por su hija.

Hebreos 11:24-26     Por la fe MoisŽs, hecho ya grande, rehus—

llamarse hijo de la hija de Fara—n,  escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque ten’a puesta la mirada en el galard—n.

 

A veces es mejor, arriesgar estar maltratado, cuando haya razones poderosas de hacer lo, en el servicio de Dios, y no  solamente disfrutar los lujos de esta vida.

 

2) Ministrando Žstos al Se–or, y ayunando, dijo el Esp’ritu Santo: Apartadme a BernabŽ y a Saulo para la obra a que los he llamado.

 

Esa obra ser‡ un viaje de conquista.  Cumpliendo la promesa que el Padre ha dado al hijo en el Salmo dos, se van a empezar a tomar territorio, naciones, para Cristo.

 

Y no fue idea de los ap—stoles, sino que el orden vino directamente del Esp’ritu Santo.

 

3) Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.

 

Se empezaron su viaje, y ser‡ un viaje de conquista, la primera entre muchos.  Y si tienes una biblia de alta calidad, tal vez tiene unos mapas de estos viejas en las ultimas paginas.

 

4-5) Ellos, entonces, enviados por el Esp’ritu Santo, descendieron a Seleucia, y de all’ navegaron a Chipre.

Y llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los jud’os. Ten’an tambiŽn a Juan de ayudante.

 

Aunque su misi—n era a los gentiles, siempre se empezaban con los jud’os, si la ciudad tenia una sinagoga, que era como la iglesia de ellos.

 

Ten’an a Juan, que era uno de los primeros ap—stoles, muy cerca de Cristo, para ayudar, y tambiŽn observar c—mo se hicieron su obra.

 

6-7) Y habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron a cierto mago, falso profeta, jud’o, llamado Barjesœs,

 

que estaba con el proc—nsul Sergio Paulo, var—n prudente. Este, llamando a BernabŽ y a Saulo, deseaba o’r la palabra de Dios.

 

Ya por la segunda vez, se tropezaron con un hechicero, que deseaba estorbar el progreso del evangelio.

 

El Esp’ritu Santo de Dios empezaba esa obra, y ahora el diablo quiere ofrecer su oposici—n.

 

Pero tenemos que recordar, que esto era un viaje de conquista, de victoria, y no iban a aguantar estas maniobras ni por un momento.

 

Recuerde lo que Cristo dijo despuŽs de su resurrecci—n.

 

Mateo 28:18-20 Y Jesœs se acerc— y les habl— diciendo: Toda

potestad me es dada en el cielo y en la tierra.

 

Por tanto, id, y haced disc’pulos a todas las naciones, bautiz‡ndolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Esp’ritu Santo;

 

ense–‡ndoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aqu’ yo estoy con vosotros todos los d’as, hasta el fin del mundo. AmŽn.

 

No solamente dijo id, pausa, sino por lo tanto id, como consecuencia de que Cristo ya tiene toda potestad, en el cielo y en la tierra.

 

ÀPero si Cristo tiene absolutamente toda la potestad, cuanto queda para el diablo?  ÁAbsolutamente nada!

 

8) Pero les resist’a Elimas, el mago (pues as’ se traduce su nombre), procurando apartar de la fe al proc—nsul.

 

ÀComo se atreve el diablo, intentar estorbar esa misi—n, ese viaje de conquista?

 

9-10) Entonces Saulo, que tambiŽn es Pablo, lleno del Esp’ritu Santo, fijando en Žl los ojos,  dijo: !!Oh, lleno de todo enga–o y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ÀNo cesar‡s de trastornar los caminos rectos del Se–or?

 

 

11) Ahora, pues, he aqu’ la mano del Se–or est‡ contra ti, y ser‡s ciego, y no ver‡s el sol por algœn tiempo. E inmediatamente cayeron sobre Žl oscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano.

 

Pablo estaba bien dispuesto a pronunciar ese juicio sobre el hechicero, pero el juicio vino de Dios.

 

12) Entonces el proc—nsul, viendo lo que hab’a sucedido, crey—, maravillado de la doctrina del Se–or.

 

El proc—nsul era como un gobernador.  Pablo, guiado por el Esp’ritu, deseaba ganar a los lideres civiles, para hacer la obra mas f‡cil en el futuro, si mandaron a otros para levantar las iglesias.

 

Al mismo tiempo el enemigo deseaba confundir al gobierno civil, pero no pudo.

 

13) Habiendo zarpado de Pafos, Pablo y sus compa–eros arribaron a Perge de Panfilia; pero Juan, apart‡ndose de ellos, volvi— a JerusalŽn.

 

Juan vio que todo estaba progresando sin problema, correctamente, y pudo regresar a JerusalŽn, dejando el liderazgo en las manos de Pablo.

 

14) Ellos, pasando de Perge, llegaron a Antioqu’a de Pisidia; y entraron en la sinagoga un d’a de reposo y se sentaron.

 

Puede ser un poco confuso, porque esto es otra cuidad con el nombre Antioqu’a, pero esta vez era mas cerca de Grecia.

 

15) Y despuŽs de la lectura de la ley y de los profetas, los principales de la sinagoga mandaron a decirles: Varones hermanos, si tenŽis alguna palabra de exhortaci—n para el pueblo, hablad.

 

A lo mejor Pablo estaba orando por esto, tal vez toda la noche.  No se entraron mandando la oportunidad de hablar, sino muy humildemente, entraron como para o’r, con los dem‡s.

 

Pero por la providencia de Dios, ahora se ten’an su momento de empezar a compartir la palabra.

 

16) Entonces Pablo, levant‡ndose, hecha se–al de silencio con la mano, dijo: Varones israelitas, y los que temŽis a Dios, o’d:

Los que tem’an a Dios eran una categor’a de persona en la sinagoga, que no eran completamente jud’os, pero s’ vinieron para escuchar la palabra.

 

17) El Dios de este pueblo de Israel escogi— a nuestros padres, y enalteci— al pueblo, siendo ellos extranjeros en tierra de Egipto, y con brazo levantado los sac— de ella.

 

Se va a empezar como Esteban, como vimos en el capitulo siete.  En el caso de Esteban, su discurso le costaba la vida, y Pablo ayudaba en asesinar lo, antes de su conversi—n.

 

Pero ahora, como Cristiano lleno de poder, Pablo va a copiar a Esteban, honrando su memoria.

 

18-19) Y por un tiempo como de cuarenta a–os los soport— en el desierto; y habiendo destruido siete naciones en la tierra de Cana‡n, les dio en herencia su territorio.

 

Los soport—, porque eran como ni–os rebeldes en el desierto, como estamos aprendiendo en los estudios de ƒxodo.

 

Pablo estaba empezando suavemente, pero va a terminar juzgando a los jud’os, dando les fuertes razones de arrepentir se.

 

20-21) DespuŽs, como por cuatrocientos cincuenta a–os, les dio jueces hasta el profeta Samuel.  Luego pidieron rey, y Dios les dio a Saœl hijo de Cis, var—n de la tribu de Benjam’n, por cuarenta a–os.

 

El mero hecho de pedir un rey, era una forma de rebeld’a, rechazando el gobierno de Dios.  Muchos ya sab’an esto, leyendo o escuchando le’do, el primero de Samuel.

 

22) Quitado Žste, les levant— por rey a David, de quien dio tambiŽn testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isa’, var—n conforme a mi coraz—n, quien har‡ todo lo que yo quiero.

 

ÀPorque hablar de David? pausa Se habla de David, como en el capitulo dos en el d’a de PentecostŽs, se habla de David, para llegar r‡pidamente a la historia del Cristo.

 

23-24) De la descendencia de Žste, y conforme a la promesa, Dios levant— a Jesœs por Salvador a Israel.

 

 

Antes de su venida, predic— Juan el bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel.

 

La vida de Juan Bautista era un cumplimiento de las profec’as, de uno clamando en el desierto.

 

25) Mas cuando Juan terminaba su carrera, dijo: ÀQuiŽn pens‡is que soy? No soy yo Žl; mas he aqu’ viene tras m’ uno de quien no soy digno de desatar el calzado de los pies.

 

A lo mejor, estos jud’os escucharon algo de todo esto.  Pero viviendo tan lejos de JerusalŽn, no sab’an cuanto era mito, o leyenda, y cuanto era la verdad.  Pero ahora ten’an a un experto, una autoridad en estas cosas, hablando les en su propia sinagoga.

 

26) Varones hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros temŽis a Dios, a vosotros es enviada la palabra de esta salvaci—n.

 

Y ahora, Pablo llega al grano, no vino solamente para contar historias, sino a llamar les a la fe.  DespuŽs de todo, esto no era un viaje de ense–anzas solamente, sino que era un viaje de conquista.

 

27) Porque los habitantes de JerusalŽn y sus gobernantes, no conociendo a Jesœs, ni las palabras de los profetas que se leen todos los d’as de reposo, las cumplieron al condenarle.

 

Ahora empieza a estar un poco duro con ellos.  Los jud’os, segœn Pablo, escucharon cada semana las palabras de los profetas, y ni ten’an idea de lo que se ense–aron.

 

Ojala, esto no pasa aqu’ en nuestra iglesia, que haya hermanos, j—venes, que vienen, escuchando la palabra, pero ni teniendo concepto de lo que estamos hablando.  Porque vivir as’ es peligroso.  ÀAmen?

 

28) Y sin hallar en Žl causa digna de muerte, pidieron a Pilato que se le matase.

 

Se mataron a un inocente, estos que siempre estudiaban la justicia de la ley.

 

29) Y habiendo cumplido todas las cosas que de Žl estaban escritas, quit‡ndolo del madero, lo pusieron en el sepulcro.

 

 

Estaba realmente muerto. Esto es importante establecer para despuŽs predicar la resurrecci—n.  En cualquiera forma de evangelizaci—n, es necesario predicar la resurrecci—n.

 

30) Mas Dios le levant— de los muertos.

 

Si quieres predicar con poder, siempre tienes que hablar de la resurrecci—n.  Los evolucionistas, los seguidores de Darwin, quieren ense–ar a tus hijos que esta vida es todo, y por esto se pueden vivir como animales.

 

Pero esta vida no es todo, sino que despuŽs del d’a del juicio, encontraremos nuestro destino para la eternidad.

 

31) Y Žl se apareci— durante muchos d’as a los que hab’an subido juntamente con Žl de Galilea a JerusalŽn, los cuales ahora son sus testigos ante el pueblo.

 

Era imposible poner en duda la realidad de la resurrecci—n.  Hab’an demasiados testigos por lo que pasaba.

 

En las cortes, dos o tres testigos pueden ponerte en la c‡rcel.  Pero los malvados ignoran a cientos de testigos, para seguir casados, firmemente, con su pecado.

 

32-33) Y nosotros tambiŽn os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres, la cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesœs; como est‡ escrito tambiŽn en el salmo segundo: Mi hijo eres tœ, yo te he engendrado hoy.

 

Como dije, el salmo dos est‡ citado muy frecuentemente en el libro de Hechos, confirmando la victoria de Cristo.

 

34) Y en cuanto a que le levant— de los muertos para nunca m‡s volver a corrupci—n, lo dijo as’: Os darŽ las misericordias fieles de David.

 

En las misericordias famosas de David, hab’a una promesa de que su cuerpo no iba a sufrir la corrupci—n.  Pero esto era siempre un gran misterio, porque David s’ muri—, y su cuerpo sufr’a la corrupci—n en la tumba.

 

35) Por eso dice tambiŽn en otro salmo: No permitir‡s que tu Santo vea corrupci—n.

 

All’ est‡ la promesa.  Y antes de Cristo nadie pudo contestar lo que parec’a una contradicci—n.

36) Porque a la verdad David, habiendo servido a su propia generaci—n segœn la voluntad de Dios, durmi—, y fue reunido con sus padres, y vio corrupci—n.

 

David era un gran hŽroe, en el pueblo jud’o, aun con sus defectos.  Y por esto, era f‡cil presentar un hŽroe miles de veces mas exaltado, el hijo de David.

 

37) Mas aquel a quien Dios levant—, no vio corrupci—n.

 

Cristo finamente contestaba el gran misterio.  Y el punto era, que Pablo no presentaba cosas que eran totalmente nuevas, no, sino que estaba basando todo en las escrituras de sus oyentes.  Pablo tambiŽn siendo un experto, tal vez el experto mas grande, en las creencias de los jud’os.

 

38-39) Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de Žl se os anuncia perd—n de pecados, y que de todo aquello de que por la ley de MoisŽs no pudisteis ser justificados, en Žl es justificado todo aquel que cree.

 

DespuŽs de hablar de la muerte de Cristo, de su resurrecci—n, era el momento de hablar del perd—n de pecado, y el arrepentimiento.

 

El prop—sito de la ley, siempre era guiar los a Cristo.

Vimos enÉ

 

G‡latas 3:24   De manera que la ley ha sido nuestro ayo,

para llevarnos a Cristo, a fin de que fuŽsemos justificados por la fe.

 

Ahora el mensaje ha sido entregado.  pausa

 

Pero Pablo sabia c—mo funcionaba la mente del jud’o.  Y observando a sus oyentes, sabia que era tambiŽn necesario entregar una fuerte amonestaci—n.

 

Pablo no vino como un profesor de la universidad, no, estaba en un viaje de conquista.

 

40-41) Mirad, pues, que no venga sobre vosotros lo que est‡ dicho en los profetas:  Mirad, oh menospreciadores, y asombraos, y desapareced; Porque yo hago una obra en vuestros d’as, Obra que no creerŽis, si alguien os la contare.

 

Pablo anticipaba la incredulidad de algunos con esta cita de Habacuc. 

Ellos, como nosotros ten’an que entender que es sumamente costoso, rechazar el mensaje de la salvaci—n.

 

Como dice enÉ

Hebreos 3:15-19 Si oyereis hoy su voz,

            No endurezc‡is vuestros corazones,

            como en la provocaci—n.

 

ÀQuiŽnes fueron los que, habiendo o’do, le provocaron? ÀNo fueron todos los que salieron de Egipto por mano de MoisŽs?

 

ÀY con quiŽnes estuvo Žl disgustado cuarenta a–os? ÀNo fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto?

 

ÀY a quiŽnes jur— que no entrar’an en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron?

 

Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad.

 

42) Cuando salieron ellos de la sinagoga de los jud’os, los gentiles les rogaron que el siguiente d’a de reposo les hablasen de estas cosas.

 

Por el poder del Esp’ritu Santo, muchos deseaban escuchar mas.

 

43) Y despedida la congregaci—n, muchos de los jud’os y de los prosŽlitos piadosos siguieron a Pablo y a BernabŽ, quienes habl‡ndoles, les persuad’an a que perseverasen en la gracia de Dios.

 

No querr’an que los ap—stoles continœan su viaje a otras partes, sino que quedasen all‡ por mas tiempo.

 

Y parece que Pablo y BernabŽ estaban muy diligentes con ellos toda la semana, cuando hab’a tiempo, porque impactaron a muchos.

 

44) El siguiente d’a de reposo se junt— casi toda la ciudad para o’r la palabra de Dios.

 

El viaje estaba sumamente exitoso, y por esto el diablo era furioso.

45) Pero viendo los jud’os la muchedumbre, se llenaron de celos, y rebat’an lo que Pablo dec’a, contradiciendo y blasfemando.

 

Pablo sabia que iba a encontrar algo de la resistencia, porque sabia la mente del jud’o, y las asechanzas del maligno.

 

2 Corintios 2:11     Para que Satan‡s no gane ventaja alguna

sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.

 

El diablo siempre est‡ all’, en el campo de la batalla, pero nosotros estamos equipados con las armas necesarias.

 

46) Entonces Pablo y BernabŽ, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desech‡is, y no os juzg‡is dignos de la vida eterna, he aqu’, nos volvemos a los gentiles.

 

        Porque as’ nos ha mandado el Se–or, diciendo:

        Te he puesto para luz de los gentiles,

        A fin de que seas para salvaci—n hasta lo œltimo de

        la tierra.

 

Pablo, como experto en todo esto, y lleno del Esp’ritu Santo de Dios, pudo citar cualquiera parte de Isa’as, de memoria.

 

El verso citado era una promesa a Cristo, pero era correcto aplicar lo a sus siervos.

 

48) Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Se–or, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.

 

Los gentiles estaban muy felices, porque para llegar a Dios, no era necesario sujetar se a la circuncisi—n, ni a las leyes extra–as sobre la comida.

 

Y es interesante que Lucas dice que los que estaban ordenados para la vida eterna, recib’an la vida eterna.

 

Es que Dios ya sabia ya, exactamente quienes eran, que deseaba salvar.  Como Cristo dijo enÉ

 

Juan 6:37 Todo lo que el Padre me da, vendr‡ a m’;

          y al que a m’ viene, no le echo fuera.

49) Y la palabra del Se–or se difund’a por toda aquella provincia.

 

La conquista era exitosa, pero con las complicaciones normales.

 

50) Pero los jud’os instigaron a mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de la ciudad, y levantaron persecuci—n contra Pablo y BernabŽ, y los expulsaron de sus l’mites.

 

Los jud’os eran muy astutos.  Para dar mal nombre a la fe, levantaron mujeres buen populares en su contra.  Y como siempre ten’an sus influencias en el gobierno, con ellos tambiŽn se plantaban sus calumnias.

 

Pero Pablo ya sabia que ha hecho lo que vino a hacer.

 

51-52) Ellos entonces, sacudiendo contra ellos el polvo de sus pies, llegaron a Iconio.  Y los disc’pulos estaban llenos de gozo y del Esp’ritu Santo.

 

Cristo tambiŽn dijo que no se puede perder mucho tiempo, con los que no desean el regalo infinito, de la vida eterna.

 

Mateo 10:14    Y si alguno no os recibiere, ni oyere vuestras

palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies.

 

Hay que seguir adelante, avanzando la conquista.

========================= Conclusi—n ======================

Hay varios Salmos que se aplican, constantemente a la obra de Cristo, uno como hemos visto es el salmo 2, pero otro, ya citado en hechos, es el salmo 110.

 

Salmos 110:1-3 Jehov‡ dijo a mi Se–or: SiŽntate a mi diestra,

Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.

 

Jehov‡ enviar‡ desde Sion la vara de tu poder;

Domina en medio de tus enemigos.

 

Tu pueblo se te ofrecer‡ voluntariamente en el d’a de tu poder.

 

Y esto es lo que podemos observar en este libro de hechos, la gente vienen con todo gusto a Cristo, en el d’a de su poder.

Vamos a orar