7 de febrero de 21

La Gran Expansi—n

Hechos 10:1-43

 

Lo que hemos visto hasta la fecha, en este libro de Hechos, es la manera en que los jud’os ven’an a la fe.  El eunuco que fue bautizado por Felipe, no era jud’o, pero si estaba estudiando, alabando con los jud’os, y hasta estudiando el libro de Isa’as.

 

Pero Dios siempre sabia, y tenia en su plan, redimir mas que el pueblo jud’o.  Hablando de la obra de Cristo en Isa’as, diceÉ

 

Isa’as 49:6    Poco es para m’ que tś seas mi siervo para

levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; tambiŽn te di por luz de las naciones, para que seas mi salvaci—n hasta lo postrero de la tierra.

 

Y vamos a ver hoy, como empezaba esto.  El pueblo jud’o era bastante peque–o en el mundo, y la redenci—n de Cristo tenia que salir a todas partes.  Esto implica unos cambios.

 

Vimos el a–o pasado, estudiando Am—sÉ

 

Am—s 3:2  A vosotros solamente he conocido de todas las

familias de la tierra; por tanto, os castigarŽ por todas vuestras maldades.

 

En el testamento viejo, bajo el viejo pacto, con su circuncisi—n, y sus leyes sobre la comida, la fe era mayormente restringida, a ese pueblo.

 

ÁPero esto va a cambar ya!

 

1-2) Hab’a en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centuri—n de la compa–’a llamada la Italiana, piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hac’a muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre.

 

Aqu’ se presentan un romano, poderoso, a lo mejor bien rico, y es muy piadoso.  Y hay evidencia de que este sabia algo de la palabra de Dios, como Dios empezaba con Ad‡n y Eva, como se cayeron, lo del gran diluvio, y la dem‡s historia.   Se pudo ver la verdad en la palabra de Dios.

 

3) Este vio claramente en una visi—n, como a la hora novena del d’a, que un ‡ngel de Dios entraba donde Žl estaba, y le dec’a: Cornelio.

 

Es muy claro que Dios estaba preparando este hombre.  Y este hombre estaba respondiendo.  Dice que oraba siempre.

 

Hay mucha especulaci—n sobre exactamente c—mo y cuando se recib’a la fe salvadora, pero nosotros no tenemos que juzgar el coraz—n de nadie.

 

Reconocemos formalmente, la conversi—n de uno con su bautismo, pero exactamente cuando Dios ha cambiado el coraz—n, es asunto de Dios.

 

4) El, mir‡ndole fijamente, y atemorizado, dijo: ŔQuŽ es, Se–or? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios.

 

Se oraba mucho, y Dios estaba contestando sus oraciones.  Se ayudaba a muchos pobres, y hasta a los pobres jud’os.  A lo mejor ha escuchado algo de la fe de Cristo, y de la resurrecci—n, pero no estaba seguro de cuanto era actual, y cuanto era pura exageraci—n o leyenda.

 

Pero se querr’a saber mas, y Dios iba a darle mas.

 

Es que Dios escog’a ese hombre, para realmente lanzar la gran expansi—n, en que la fe iba a escapar del mundo jud’o, al mundo de afuera.

 

5) Env’a, pues, ahora hombres a Jope, y haz venir a Sim—n, el que tiene por sobrenombre Pedro.

 

Dios estaba organizando todo esto.  Y afortunadamente, lo hacia con hombres obedientes, que no iban a dudar el plan de Dios.

 

6) Este posa en casa de cierto Sim—n curtidor, que tiene su casa junto al mar; Žl te dir‡ lo que es necesario que hagas.

 

El ‡ngel, no iba a predicar el evangelio, sino que iba a llamar por el evangelista.

 

Cornelio tenia que quedar se, esperando y confiando en que Dios iba a controlar todo.  Y como hombre de autoridad, se entend’a el valor de la obediencia.

 

Y esto no era la primera vez que un soldado mostraba su entendimiento de la autoridad.  Durante la vida de Cristo, vimos el mismo.

 

Mateo 8:5-10   Entrando Jesśs en Capernaum, vino a Žl un

centuri—n, rog‡ndole, y diciendo: Se–or, mi criado est‡ postrado en casa, paral’tico, gravemente atormentado.

 

Y Jesśs le dijo: Yo irŽ y le sanarŽ.

 

Respondi— el centuri—n y dijo: Se–or, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanar‡.

 

Porque tambiŽn yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis —rdenes soldados; y digo a Žste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.

 

Al o’rlo Jesśs, se maravill—, y dijo a los que le segu’an: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe.

 

As’ que, no todos los soldados romanos eran crueles o injustos, Dios estaba moviendo en varios de ellos.

 

7-8) Ido el ‡ngel que hablaba con Cornelio, Žste llam— a dos de sus criados, y a un devoto soldado de los que le asist’an;

a los cuales envi— a Jope, despuŽs de haberles contado todo.

 

Su obediencia era instant‡nea.  La mayor’a de los pastores y los te—logos dicen que aun no era salvado.  Pero se oraba, se ayunaba, se obedec’a mas bien que la mayor’a de los hermanos.

 

No me malentiende, no estoy diciendo que ahora s’ era salvado, simplemente que nosotros no tenemos que entrar en tales especulaciones.

 

Podemos reconocer su conversi—n, formalmente, con su bautismo.

 

9) Al d’a siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subi— a la azotea para orar, cerca de la hora sexta.

 

Lo que podemos ver aqu’, es que Dios estaba preparando los dos hombres, el que iba a predicar, y el que iba a escuchar.

10) Y tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un Žxtasis;  y vio el cielo abierto, y que descend’a algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra;  en el cual hab’a de todos los cuadrśpedos terrestres y reptiles y aves del cielo.

 

Dios, el Esp’ritu Santo, estaba comunicando algo muy grande a Pedro, quien era un l’der poderoso de la iglesia.  En este momento, Pedro no entend’a que esto era el principio de la gran expansi—n.

 

13-15) Y le vino una voz: Lev‡ntate, Pedro, mata y come.

Entonces Pedro dijo: Se–or, no; porque ninguna cosa comśn o inmunda he comido jam‡s.  Volvi— la voz a Žl la segunda vez: Lo que Dios limpi—, no lo llames tś comśn.

 

Es que como jud’o, hab’an muchas formas de comida que eran prohibidas a Žl.  No pudieron comer el puerco, ni el camar—n, ni la langosta del mar.  Y se moraban cerca del mar Mediterr‡neo, en que hab’an muchos mariscos excelentes.

 

Y, pausa, creo que es el momento de parar un momento para revisar la historia de la comida en las santas escrituras.

 

La primera ley, y el primer pecado, tenia que ver con la comida.

GŽnesis 2:16-17 Y mand— Jehov‡ Dios al hombre, diciendo:

De todo ‡rbol del huerto podr‡s comer;  mas del ‡rbol de la ciencia del bien y del mal no comer‡s; porque el d’a que de Žl comieres, ciertamente morir‡s.

 

La comida era central en la primera ley.

 

Y hay mas, que muchos no saben, hay mucho mas en estas doctrinas fundamentales antes de la ca’da.  Los hombres no com’an carne, porque no estaban matando a nada.

 

GŽnesis 1:29-30 Y dijo Dios: He aqu’ que os he dado toda

planta que da semilla, que est‡ sobre toda la tierra, y todo ‡rbol en que hay fruto y que da semilla; os ser‡n para comer.  Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les ser‡ para comer. Y fue as’.

Una vez estuve predicando sobre la creaci—n en una conferencia, y vino una mujer, hermana despuŽs, diciŽndome que le gustaba mucho el mensaje, porque ella era vegetariana.

 

Bueno, esto no era el punto, agradar a los vegetarianos.  El punto es que no mataban a nada, porque la muerte aun no estaba en el mundo.

 

El mundo era muy diferente antes de la ca’da del hombre.  Y la muerte, entraba por el pecado.  Esto es el punto.  Y la soluci—n de esa muerte intrusa, es la muerte de Cristo.

 

Piensa lo as’, Ad‡n y Evan jam‡s comieron la carne asada, antes de la ca’da, porque simplemente no hab’a muerte.

 

Los otros animales tampoco comieron carne.  Y n—talo, esto no est‡ escrito como par‡bola, ni como leyenda, sino como la historia actual.

 

Y no encontramos el permiso de comer la carne, hasta despuŽs del diluvio de Noe.

 

GŽnesis 9:3-4  Todo lo que se mueve y vive, os ser‡ para

mantenimiento: as’ como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo.  Pero carne con su vida, que es su sangre, no comerŽis.

 

Aun despuŽs, no se pudiera comer la sangre.  Y veremos esto aun en el libro de hechos.  Y ahora podemos regresar al texto.

 

13-16) Y le vino una voz: Lev‡ntate, Pedro, mata y come.

Entonces Pedro dijo: Se–or, no; porque ninguna cosa comśn o inmunda he comido jam‡s.  Volvi— la voz a Žl la segunda vez: Lo que Dios limpi—, no lo llames tś comśn.  Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvi— a ser recogido en el cielo.

 

Fue tres veces para confirmar la visi—n, como en el sue–o de Fara—n, en el tiempo de JosŽ, el sue–o era doble.

 

17) Y mientras Pedro estaba perplejo dentro de s’ sobre lo que significar’a la visi—n que hab’a visto, he aqu’ los hombres que hab’an sido enviados por Cornelio, los cuales, preguntando por la casa de Sim—n, llegaron a la puerta.

 

Es claro que Dios organizaba todo esto, como en la salvaci—n de cada persona.

18-20) Y llamando, preguntaron si moraba all’ un Sim—n que ten’a por sobrenombre Pedro.  Y mientras Pedro pensaba en la visi—n, le dijo el Esp’ritu: He aqu’, tres hombres te buscan.

Lev‡ntate, pues, y desciende y no dudes de ir con ellos, porque yo los he enviado.

 

En el viaje Pedro iba a estar meditando en todo esto, tratando de entender lo que significar’a.  Solamente mas tarde iba a entender que esto era el principio de la gran expansi—n, en que la fe, la palabra de Dios iba a salir del pueblo jud’o, para alcanzar al mundo entero.

 

21) Entonces Pedro, descendiendo a donde estaban los hombres que fueron enviados por Cornelio, les dijo: He aqu’, yo soy el que busc‡is; Ŕcu‡l es la causa por la que habŽis venido?

 

Dios aun preparaba los dos hombres, para algo bien grande.

 

22) Ellos dijeron: Cornelio el centuri—n, var—n justo y temeroso de Dios, y que tiene buen testimonio en toda la naci—n de los jud’os, ha recibido instrucciones de un santo ‡ngel, de hacerte venir a su casa para o’r tus palabras.

 

Era tarde en el d’a, y muchos viajaban caminado, y por esto no hab’a tiempo de salir ya, pero Pedro, como Cornelio, iba a obedecer inmediatamente.

 

23) Entonces, haciŽndoles entrar, los hosped—. Y al d’a siguiente, levant‡ndose, se fue con ellos; y le acompa–aron algunos de los hermanos de Jope.

 

No era comśn, para un jud’o, recibir a romanos en su casa, pero Pedro ya estaba empezando a entender que todo esto iba a cambiar.

 

24) Al otro d’a entraron en Cesarea. Y Cornelio los estaba esperando, habiendo convocado a sus parientes y amigos m‡s ’ntimos.

 

Cornelio esperaba con ansiedad, muy listo de escuchar, y hasta invitar a los que eran importantes en su vida.

 

25) Cuando Pedro entr—, sali— Cornelio a recibirle, y postr‡ndose a sus pies, ador—.

 

Ese romano poderoso, mostraba gran respeto a Pedro, lo trataba casi como un papa.  ŔPero era esto correcto?

 

26) Mas Pedro le levant—, diciendo: Lev‡ntate, pues yo mismo tambiŽn soy hombre.

 

El Pedro verdadero, el Pedro actual y autentico, no deseaba ver hombres alabando le, o bajando se, o besando su anillo.

Todo esto seria repugnante al Pedro original.

 

27) Y hablando con Žl, entr—, y hall— a muchos que se hab’an reunido.

 

Pedro tenia una campa–a evangel’stica ya organizada para Žl.

 

28-29) Y les dijo: Vosotros sabŽis cu‡n abominable es para un var—n jud’o juntarse o acercarse a un extranjero; pero a m’ me ha mostrado Dios que a ningśn hombre llame comśn o inmundo; por lo cual, al ser llamado, vine sin replicar. As’ que pregunto: ŔPor quŽ causa me habŽis hecho venir?

 

Era una manera extra–a, de presentar se a un romano poderoso.  Pero estaba bien, porque muchos, a lo mejor eran un poco tensos.  Las relaciones entre los jud’os, y los romanos, no eran normalmente buenas.

 

Y con un soldado de alto rango, casi nunca se hablaban.  Pedro deseaba ayudar a todos, pausa, relajar se un poco.

 

30-31) Entonces Cornelio dijo: Hace cuatro d’as que a esta hora yo estaba en ayunas; y a la hora novena, mientras oraba en mi casa, vi que se puso delante de m’ un var—n con vestido resplandeciente, y dijo: Cornelio, tu oraci—n ha sido o’da, y tus limosnas han sido recordadas delante de Dios.

 

Yo creo que su oraci—n era saber mas claramente el camino de Dios, porque ahora, la llegada de Pedro era la contestaci—n.

 

32) Env’a, pues, a Jope, y haz venir a Sim—n el que tiene por sobrenombre Pedro, el cual mora en casa de Sim—n, un curtidor, junto al mar; y cuando llegue, Žl te hablar‡.

 

Ahora, era claro a todos que Dios estaba organizando todo esto, y era algo grande, era el principio de la gran expansi—n.

 

33) As’ que luego enviŽ por ti; y tś has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aqu’ en la presencia de Dios, para o’r todo lo que Dios te ha mandado.

 

ÁMira como que todos estaban dispuestos a o’r! 

Estos romanos eran mas listos de escuchar que muchos Cristianos en un servicio normal.

 

ŔY que es nuestra experiencia?  En muchas iglesia, cuando se empieza a predicar, uno est‡ medio dormido, otro va a subir para ir al ba–o, o agarrar agua, claro, no pudieron pensar en esto antes.  Otros hablan entre si.  pausa

 

Pero creo que estos romanos pueden darnos un buen ejemplo. ŔAmen?

 

34) Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepci—n de personas,  sino que en toda naci—n se agrada del que le teme y hace justicia.

 

Esto no quiere decir que Dios acepta a cada religi—n pagana, sino que cuando Dios est‡ preparando a uno, se va a buscar la justicia, y el temor de Dios.

 

36) Dios envi— mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; Žste es Se–or de todos.

 

Por el pecado, que empezaba con Ad‡n y Eva, pero que ha sido continuado con nosotros, Dios puede enojar se.  Pero hay una manera de conseguir la paz.

 

37-38) Vosotros sabŽis lo que se divulg— por toda Judea, comenzando desde Galilea, despuŽs del bautismo que predic— Juan: c—mo Dios ungi— con el Esp’ritu Santo y con poder a Jesśs de Nazaret, y c—mo Žste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Žl.

 

Ellos ya ten’an algo de conocimiento sobre estos asuntos de Juan Bautista, y de Cristo, pero no estaban seguros de que todo era la verdad.

 

39) Y nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesśs hizo en la tierra de Judea y en JerusalŽn; a quien mataron colg‡ndole en un madero.

 

Pedro confirma que todo esto era la verdad.  Y f’sicamente eran los soldados romanos, que colgaban a Cristo en la cruz.

Pero ni modo, el perd—n estaba disponible, como est‡ disponible a ti, sea lo que sea la magnitud de tu pecado.

 

 

40-41) A Žste levant— Dios al tercer d’a, e hizo que se manifestase; no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios hab’a ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con Žl despuŽs que resucit— de los muertos.

 

Siempre, siempre cuando presentamos el evangelio, hay que hablar de la resurrecci—n, no como una leyenda, no como una par‡bola, sino como la historia.

 

42-43) Y nos mand— que predic‡semos al pueblo, y testific‡semos que Žl es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos.  De Žste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en Žl creyeren, recibir‡n perd—n de pecados por su nombre.

 

A lo mejor, estos ten’an acceso a los libros de los profetas. Ese gran hombre seguramente tenia dinero, y tenia muy buenas relaciones con los jud’os.

 

Tenemos que recordar que el nuevo testamento, aun no estaba escrito en aquel entonces, sino que todos predicaban del viejo.

 

44) Mientras aśn hablaba Pedro estas palabras, el Esp’ritu Santo cay— sobre todos los que o’an el discurso.

 

Pedro ni pudo terminar su mensaje sino que el Esp’ritu Santo se ca’a, tan preparados estaban.

 

45) Y los fieles de la circuncisi—n que hab’an venido con Pedro se quedaron at—nitos de que tambiŽn sobre los gentiles se derramase el don del Esp’ritu Santo.

 

Esto es el gran punto.  Los jud’os, y los gentiles, que quiera decir los no jud’os, ya pudieron ser un solo pueblo, en las palabras de San Pablo.

 

Efesios 2:12-14 En aquel tiempo estabais sin Cristo,

alejados de la ciudadan’a de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.

 

Pero ahora en Cristo Jesśs, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habŽis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.

 

 

Porque Žl es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separaci—n.

 

Y el es nuestro paz, ŔAmen?

 

46) Porque los o’an que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios.

 

Respondieron como los jud’os en el d’a de PentecostŽs.  De hecho, muchos tomen esto como el d’a de PentecostŽs, para los gentiles.

 

47-48) Entonces respondi— Pedro: ŔPuede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Esp’ritu Santo tambiŽn como nosotros?  Y mand— bautizarles en el nombre del Se–or Jesśs. Entonces le rogaron que se quedase por algunos d’as.

 

Desde este momento, los no jud’os estaban mas y mas bautizados, empezando la gran expansi—n.  Pero esto ser‡ complicado.  No todos los jud’os van a aceptar lo, as’ de f‡cil, pero esto ser‡ otro tema para otra semana.

 

========================= Conclusi—n ======================

 

Bueno, quiero cerrar con una objeci—n, ojala dando una respuesta adecuada.  Tal vez alguien est‡ pensandoÉ

 

Objeci—n: Pastor, est‡s hablando mucho de una gran expansi—n

de la iglesia Cristiana, para estar mas y mas grande.  Pero lo que yo puedo observar es una contracci—n, en que es cada vez mas reducida.

 

Respuesta: Desafortunadamente, tienes raz—n, en este

pa’s, dos tercios de los j—venes, abandonan la fe, antes de llegar a la universidad.

 

En Inglaterra, hay tantas iglesias vac’as que tienen que convertir las en mezquitas para los musulmanes, o en restaurantes, antes de la pandemia, por supuesto.

 

Pero hay razones por todo esto.  Muchos Cristianos, tal vez la mayor’a, ya ni crean en la historia de la Biblia, y sus hijos tienen muchas preguntas, y los padres no pueden contestar las, porque no est‡n preparados.

 

Es que los padres no saben c—mo defender la fe, porque ellos mismo no creen totalmente en las escrituras.

 

Y ahora nuestra cultura es cada vez mas podrida, y alejada de la luz del evangelio.  Si hablas de pecado, con muchos j—venes de hoy, se van a preguntar, ŇPero que es pecado, ahora todo es permisibleÓ.  La marijuana el aborto, todo est‡ legal, todos pueden hacer lo que quieren.

 

Jueces 21:25   En estos d’as no hab’a rey en Israel;

cada uno hac’a lo que bien le parec’a.

 

En el tiempo de Cornelio, o dŽcadas antes aun en los estados unidos, todos sab’an que hablaba del Dios de la Biblia cuando hablaba de Dios, pero ahora no.  ŔDe que dios est‡ hablando, Žl de los Indus, de los musulmanes ahora la palabra dios puede indicar muchos seres diferentes.

 

Yo he escuchado padres americanos que andan muy frustrados porque no ense–aron a sus hijos c—mo defender la fe, pero si han aprendido muy bien c—mo defender su incredulidad.

 

No pueden defender las verdades de la Biblia, pero si pueden defender los ataques en contra de la Biblia.  Y los padres est‡n, totalmente sin preparaci—n por esto.

 

Nuestro pa’s, ya tiene una cultura casi pagana, y es el mismo en Canad‡, en Europa, en Australia.  Y tenemos que empezar no como Pedro con Cornelio, ni como Pedro en el d’a de PentecostŽs, sino mas bien como Pablo entre los griegos, con lo muy, muy b‡sico.

 

Hechos 17:22-34

Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Are—pago, dijo: Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos;

porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallŽ tambiŽn un altar en el cual estaba esta inscripci—n: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros ador‡is, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio.

 

Esto es como nosotros, en esta cultura, porque el Dios verdadero, est‡ desconocido.

 

24 El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en Žl hay, siendo Se–or del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues Žl es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.

 

        Se empezaba con los b‡sico de a creaci—n.

 

26-27) Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los l’mites de su habitaci—n; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no est‡ lejos de cada uno de nosotros.

 

Se elimina el racismo comprobando que todos han venido de la mismo sangre

 

Y despuŽs se habla del juicio, de la resurrecci—n, pero ni mencionaba el nombre de Cristo, era muy temprano para esto.

 

Y no voy a entrar mas en el mensaje de Pablo, porque lo tendremos en detalle, en unas semanas.

 

Pero el punto es, que para continuar con la gran expansi—n, tenemos que regresar a lo b‡sico, predicando a una cultura que es mas y mas pagana, que ni sabe porque hay tanta maldad, y tanto sufrimiento en el mundo.

 

Hay una organizaci—n misionera, muy eficaz, se llama Nuevas Tribus, que va a los paganos de la selva amaz—nica, y antes de hablar del arrepentimiento, o del bautismo, o aun de Cristo, se empiezan con GŽnesis, y explican la manera en que todo esto empezaba.   Solamente pasando semanas, o aun meses, en lo b‡sico, finalmente llegan a la verdad de Cristo, como la soluci—n.

 

Otros mas ingenuos, se van reglando arroz, y herramientas, y hablan de Cristo, y todos reciban a Cristo, y mandan sus reportes gloriosos a sus iglesias aqu’, pausa, y despuŽs los indios, regresan a sus idolatr’as de antes. Nada cambiando.

 

Es la verdad, las iglesias ahora est‡n perdiendo territorio, y perdiendo j—venes al enemigo. Pero Dios est‡ levantando nuevas estrategias eficaces, porque las puertas del hades no pueden prevalecer en contra nuestras avances.

 

Vamos a orar