31 de enero de 21

Luchando Contra Dios

Hechos 9:1-43

 

Saulo estaba presente, en la muerte de Esteban, dando su aprobaci—n, de hecho ayudando.

 

Pero Esteban y Saulo ten’an algo en comśn.  Los dos eran j—venes, que ten’an las escrituras, casi memorizadas.

 

Saulo trataba de negar la verdad del gran mensaje de Esteban, en la corte, pausa, pero se quedaba profundamente impactado.

 

Saulo tambiŽn estaba enterado del tribunal cuando juzgaban a Pedro y Juan.  O estaba presente, o se enteraba despuŽs.

 

Pablo estudiaba bajo Gamaliel, el maestro famoso de los fariseos.

 

Hechos 22:3    Yo de cierto soy jud’o, nacido en Tarso de

Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros.

 

Pero en el gran concilio antes, Gamaliel, tal vez guiado por la providencia de Dios dijo algo extraordinario.

 

Hechos 5:38-39 Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y

dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecer‡; mas si es de Dios, no la podrŽis destruir; no se‡is tal vez hallados luchando contra Dios.

 

Escuchando esto, seguramente Pablo estaba sorprendido.  ŔQuŽ?

ŔNosotros, luchando contra Dios?  Pensando en su mente, ŇMi querido maestro, te estas poniendo viejo, nosotros estamos ayudando a nuestro Dios a acabar con estos revolucionarios, locosÓ.

 

Pero Cristo anunciaba que habr’a gente viviendo as’ de enga–ado, por el diablo, para atacar nos.  Como vimos estudiando el libro de JuanÉ

 

Juan 16:2 Os expulsar‡n de las sinagogas; y aun viene la hora

cuando cualquiera que os mate, pensar‡ que rinde servicio a Dios.

1-2) Saulo, respirando aśn amenazas y muerte contra los disc’pulos del Se–or, vino al sumo sacerdote, y le pidi— cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a JerusalŽn.

 

Ni le importaba hacer sufrir a las hermanas, tan furiosa era su rabia, en contra nuestra.

 

Su gran objeto, era ver los hermanos blasfemar el nombre de Cristo.  En sus propias palabrasÉ

 

Hechos 26:11   Y muchas veces, castig‡ndolos en todas las

sinagogas, los forcŽ a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los persegu’ hasta en las ciudades extranjeras.

 

La triste verdad, es que Saulo s’ cumpl’a lo que dijo su gran maestro Gamaliel, se andaba luchando contra Dios.

 

3-4) Mas yendo por el camino, aconteci— que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rode— un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oy— una voz que le dec’a: Saulo, Saulo, Ŕpor quŽ me persigues?

 

Esto era una gran misericordia.  Cristo seria justificado en simplemente matar a Saulo, y tirar lo, violentamente al infierno.  Pero los planes de Dios, a veces son inescrutables.  Nadie esperaba esto.

 

Y n—talo, cuando se persegu’an a nosotros, Cristo lo tome muy personalmente, como que se persigan a Žl.

 

5) El dijo: ŔQuiŽn eres, Se–or? Y le dijo: Yo soy Jesśs, a quien tś persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguij—n.

 

Esto fue un shock.  Un terremoto mental, y espiritual.  Saulo estaba completamente equivocado.  Esteban estaba cien por ciento correcto, ahora todo tenia sentido.  Saulo seguramente pensaba, Ňque necio soy, por no escuchar al gran maestro, Gamaliel, es cierto, soy yo, que ando luchando contra DiosÓ.

 

6) El, temblando y temeroso, dijo: Se–or, ŔquŽ quieres que yo haga? Y el Se–or le dijo: Lev‡ntate y entra en la ciudad, y se te dir‡ lo que debes hacer.

 

Pablo ser‡ humillado, e instruido por otros hermanos.

7) Y los hombres que iban con Saulo se pararon at—nitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie.

 

Parece que Saulo era el śnico en este grupo que fue llamado a la salvaci—n.

 

Interesante, Saulo no buscaba la salvaci—n en Cristo, al contrario, deseaba acabar con las iglesias, lo mas r‡pido posible.  Pero Saulo, como tu y yo, no tenia control sobre lo que pasa en la vida.

 

8-9) Entonces Saulo se levant— de tierra, y abriendo los ojos, no ve’a a nadie; as’ que, llev‡ndole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres d’as sin ver, y no comi— ni bebi—.

 

Se tenia que estar humillado, siendo un hombre sumamente orgulloso, talentoso en el extremo. 

 

Iba a tomar d’as enteras para asimilar, como su vida, hasta la fecha, ha sido un fracaso horrible, en el servicio de Satan‡s, aunque conoc’a la palabra.

 

Ni se pudo comer ni beber, reflexionando sobre sus pecados inmensos, por los cuales merec’a lo mas profundo del infierno.

 

10) Hab’a entonces en Damasco un disc’pulo llamado Anan’as, a quien el Se–or dijo en visi—n: Anan’as. Y Žl respondi—: Heme aqu’, Se–or.

 

Hay tres hombres en el libro de Hechos con este nombre Anan’as, dos malos uno bueno.  Ya vimos uno morir con su esposa, mintiendo al Santo Esp’ritu de Dios.

 

Otro ser‡ un sumo sacerdote, mas tarde.  Pero este era bueno, y escuchaba la voz del Se–or.

 

11-12) Y el Se–or le dijo: Lev‡ntate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aqu’, Žl ora, y ha visto en visi—n a un var—n llamado Anan’as, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista.

 

Unas de las evidencias de una conversi—n autentica, es la oraci—n sincera, como parte importante de tu vida.  ŔY tu vida?  ŔEst‡ llena de la oraci—n sincera?

 

13) Entonces Anan’as respondi—: Se–or, he o’do de muchos acerca de este hombre, cu‡ntos males ha hecho a tus santos en JerusalŽn; y aun aqu’ tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.

 

Lo que Cristo ped’a, era muy grande.  Esto seria como que Dios te mandara a un sicario de un cartel, o un terrosita musulm‡n, que solamente viv’a para matar a los Cristianos.

 

Pero Anan’as era un hermano obediente.

 

15-16) El Se–or le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es Žste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel;  porque yo le mostrarŽ cu‡nto le es necesario padecer por mi nombre.

 

Con un poco de clarificaci—n, Anan’as estaba dispuesto a ir se.

 

Y es interesante la manera en que el Se–or dijo que mandar’a a Pablo, que era Saulo, pero iba a mandar lo a reyes.

 

Es que Dios iba a usar este gran jud’o, para impactar hombres poderosos del Gobierno.  Y lo veremos esto mucho, mas tarde en este libro, pero quiero mirar a uno ahora.

 

Hechos 13:5-12 Y llegados a Salamina, anunciaban la palabra

de Dios en las sinagogas de los jud’os. Ten’an tambiŽn a Juan de ayudante.

 

Y habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron a cierto mago, falso profeta, jud’o, llamado Barjesśs, que estaba con el proc—nsul Sergio Paulo, var—n prudente. Este, llamando a BernabŽ y a Saulo, deseaba o’r la palabra de Dios.

 

Pero les resist’a Elimas, el mago (pues as’ se traduce su nombre), procurando apartar de la fe al proc—nsul.

 

Entonces Saulo, que tambiŽn es Pablo, lleno del Esp’ritu Santo, fijando en Žl los ojos,  dijo: !!Oh, lleno de todo enga–o y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ŔNo cesar‡s de trastornar los caminos rectos del Se–or?

 

Ahora, pues, he aqu’ la mano del Se–or est‡ contra ti, y ser‡s ciego, y no ver‡s el sol por algśn tiempo. E inmediatamente cayeron sobre Žl oscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano.

 

Entonces el proc—nsul, viendo lo que hab’a sucedido, crey—, maravillado de la doctrina del Se–or.

 

Fue el plan de Cristo, por medio de Pablo, influenciar a los poderosos del gobierno, mientras el diablo estaba intentando hacer el mismo.  Esta lucha siempre est‡ con nosotros.

 

Regresando al textoÉ

 

17) Fue entonces Anan’as y entr— en la casa, y poniendo sobre Žl las manos, dijo: Hermano Saulo, el Se–or Jesśs, que se te apareci— en el camino por donde ven’as, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Esp’ritu Santo.

 

Fue urgente para Pablo recibir el Esp’ritu Santo y empezar a trabajar, para la causa.  Y mira como ahora, Anan’as lo llama hermano Saulo, confiando en el plan del Se–or.

 

18) Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibi— al instante la vista; y levant‡ndose, fue bautizado.

 

Pablo andaba ciego por un tiempo, para sentir la magnitud de su ceguera espiritual.  Y n—talo, tan urgente era su trabajo, que recibi— el Esp’ritu Santo, aun antes de estar bautizado.

 

Su caso era muy especial.

 

19) Y habiendo tomado alimento, recobr— fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos d’as con los disc’pulos que estaban en Damasco.

 

La comida es mas deliciosa cuando uno sabe que ya est‡ bien con Dios.  Yo no se como uno puede disfrutar su comida, cuando aun anda en la rebeli—n.

 

Si esto es tu caso, si aun no est‡ bien con Dios, quiero orar por ti, terminando el servicio. 

 

Vivir as’, no es nada bueno para tu salud.  ŔAmen?

 

20) En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que Žste era el Hijo de Dios.

 

Ya tan r‡pido estaba en servicio intenso para el Se–or, y as’ iba a vivir el resto de su vida.

 

21) Y todos los que le o’an estaban at—nitos, y dec’an: ŔNo es Žste el que asolaba en JerusalŽn a los que invocaban este nombre, y a eso vino ac‡, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes?

 

Todo esto era una gran prueba del poder de Dios.  Y podemos sacar una conclusi—n practica de esto.

 

Hermano, hermana, jam‡s debes de concluir que hay alguien, entre tus conocidos, en tu familia, que es demasiada mala para venir a los pies de Cristo.

 

Hay que seguir orando, porque esto no es nada dif’cil para el poder, infinito de nuestro Dios.

 

22) Pero Saulo mucho m‡s se esforzaba, y confund’a a los jud’os que moraban en Damasco, demostrando que Jesśs era el Cristo.

 

Pablo tenia pruebas.  Como Esteban, Pablo tenia casi toda la Biblia en su memoria, y tambiŽn, ahora arrepentido, se luchaba por la memoria de Esteban, que Žl se ayudaba a matar.

 

Antes la palabra dice que no se pod’an resistir a la sabidur’a que el Esp’ritu dio a Esteban, pero ahora aun menos con Saulo.

 

Ahora la iglesia tenia un gran amigo, y los jud’os ten’an un enemigo sumamente formidable.

 

23-24) Pasados muchos d’as, los jud’os resolvieron en consejo matarle; pero sus asechanzas llegaron a conocimiento de Saulo. Y ellos guardaban las puertas de d’a y de noche para matarle.

 

Claro, no era para menos.  Todo el poder jud’o estaba en peligro.  Pablo entend’a su manera de pensar, y su manera de operar.  Era urgente ya matar a Pablo, pero solamente hab’a un problema.  Cristo lo proteg’a.

 

25) Entonces los disc’pulos, tom‡ndole de noche, le bajaron por el muro, descolg‡ndole en una canasta.

Una vez teniendo Pablo con nosotros, hab’a mucha acci—n.  Pablo va a relatar todo esto mas tarde.

 

2 Corintios 11:32-33 En Damasco, el gobernador de la

provincia del rey Aretas guardaba la ciudad de los damascenos para prenderme; y fui descolgado del muro en un canasto por una ventana, y escapŽ de sus manos.

 

Desde este momento, la vida de San Pablo iba ser como una pel’cula de mucha acci—n. 

 

26) Cuando lleg— a JerusalŽn, trataba de juntarse con los disc’pulos; pero todos le ten’an miedo, no creyendo que fuese disc’pulo.

 

No era tan f‡cil aceptar uno que ha matado algunos de tus mejores amigos, o miembros de tu familia.

 

Era como recibir un sicario del cartel, en medio de la congregaci—n. 

 

ŔSer‡ un esp’a, solamente fingiendo la fe?

Esto iba tomar tiempo, pero Pablo tenia la paciencia.

 

27-28) Entonces BernabŽ, tom‡ndole, lo trajo a los ap—stoles, y les cont— c—mo Saulo hab’a visto en el camino al Se–or, el cual le hab’a hablado, y c—mo en Damasco hab’a hablado valerosamente en el nombre de Jesśs.  Y estaba con ellos en JerusalŽn; y entraba y sal’a,

 

Finalmente estaba aceptado.  Ahora poco a poco, por sus grandes capacidades, y su trabajo incansable, Pablo iba a convertir se en el Ap—stol, mas potente.

 

29) y hablaba denodadamente en el nombre del Se–or, y disputaba con los griegos; pero Žstos procuraban matarle.

 

Ya hab’a acci—n en JerusalŽn, un lugar ya peligroso para Pablo.

 

30) Cuando supieron esto los hermanos, le llevaron hasta Cesarea, y le enviaron a Tarso.

 

Ya Pablo tenia hasta la protecci—n de los hermanos.  Poco a poco se convert’a en un gran hŽroe de la iglesia, que antes persegu’a.

31) Entonces las iglesias ten’an paz por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Se–or, y se acrecentaban fortalecidas por el Esp’ritu Santo.

 

Con Pablo a nuestro lado, y con los perseguidores totalmente confundidos, las iglesias ten’an un rato de paz, para vivir tranquilamente, por un rato.

 

Hay que disfrutar, y aprovechar de tales momentos, porque las acciones siempre empiezan, de nuevo, en nuestra contra.

 

El enemigo siempre est‡ activo, por esto hay reuniones de oraci—n, cada semana.  ŔAmen?

 

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Ahora, el capitulo va a terminar, con lo que estaba pasando en otras partes del movimiento.  Pablo no era todo.

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32-33) Aconteci— que Pedro, visitando a todos, vino tambiŽn a los santos que habitaban en Lida.  Y hall— all’ a uno que se llamaba Eneas, que hac’a ocho a–os que estaba en cama, pues era paral’tico.

 

Cristo estaba trabajando en otras partes, tambiŽn.  Y con sanidades y maravillas, las iglesias crec’an.

 

34-35) Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana; lev‡ntate, y haz tu cama. Y en seguida se levant—.  Y le vieron todos los que habitaban en Lida y en Sar—n, los cuales se convirtieron al Se–or.

 

Seguramente Pedro sabia que el Se–or deseaba sanar a este hombre.  Por esto se pudo hablar le con confianza.

 

Ser‡ un poco diferente, con este ultimo.

 

36) Hab’a entonces en Jope una disc’pula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hac’a.

 

Esta era una hermana que viv’a la fe.  Era muy productiva, muy fruct’fera.  Ella sabia c—mo emplear el tiempo.

 

Efesios 5:15-16 Mirad, pues, con diligencia c—mo andŽis,

no como necios sino como sabios,  aprovechando bien el tiempo, porque los d’as son malos.

Las buenas obras, no son la base de nuestra salvaci—n, que es un don de Dios, pero despuŽs de estar salvado, las buenas obras son sumamente importantes.

 

Efesios 2:8-10 Porque por gracia sois salvos por medio de la

fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se glor’e.

 

Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesśs para buenas obras, las cuales Dios prepar— de antemano para que anduviŽsemos en ellas.

 

Tito 3:8  Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que

insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y śtiles a los hombres.

 

Vivimos en tiempos en que para proteger el evangelio como don de Dios, pausa, hasta se hablan mal de las obras.

 

Pero supongo que es normal, cuando la iglesia misma, viva como que ya est‡ jubilada.  Definitivamente es as’ en este pa’s.  La iglesia est‡ jubilada, y por esto tiene cada ves menos influencia.  Pero esto es otro tema.

 

37) Y aconteci— que en aquellos d’as enferm— y muri—. DespuŽs de lavada, la pusieron en una sala.

 

Se muri—, pero era una hermana tan productiva, tan fruct’fera, que no quer’an aceptar su muerte.  Como ser‡ cuando tu te vayas.  ŔQue dir‡n de ti?

 

38) Y como Lida estaba cerca de Jope, los disc’pulos, oyendo que Pedro estaba all’, le enviaron dos hombres, a rogarle: No tardes en venir a nosotros.

 

Simplemente no deseaban aceptar su muerte.  Yo he visto hermanas as’, pero no quiero mencionar nombres.

 

39) Levant‡ndose entonces Pedro, fue con ellos; y cuando lleg—, le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las tśnicas y los vestidos que Dorcas hac’a cuando estaba con ellas.

 

Tenemos que recordar que muchas veces las viudas eran pobres.  Pero esa hermana valiosa, hizo tśnicas bell’simas, para los pobres, dedicando su obra, su tiempo a otras hermanas.

40) Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y or—; y volviŽndose al cuerpo, dijo: Tabita, lev‡ntate. Y ella abri— los ojos, y al ver a Pedro, se incorpor—.

 

Es que Pedro deseaba orar solo, no escuchando los llantos y los gritos de los dem‡s.

 

41) Y Žl, d‡ndole la mano, la levant—; entonces, llamando a los santos y a las viudas, la present— viva.

 

En este cap’tulo, dos veces hemos visto los hermanos, comunes y corrientes, llevando el nombre, los santos.  ŔEres tu un santo?

 

42-43) Esto fue notorio en toda Jope, y muchos creyeron en el Se–or.  Y aconteci— que se qued— muchos d’as en Jope en casa de un cierto Sim—n, curtidor.

 

Los hermanos no aceptaban la muerte de esa hermana tan diligente en la obra, y esta vez, Dios estaba de acuerdo.

 

========================== Conclusi—n ======================

 

Hemos visto en este capitulo la manera en que Saulo estaba completamente enga–ado, luchando contra Dios.

 

Y si tu no est‡s caminado con Cristo, tu caso es muy semejante. ÁYo no entiendo ni como puedes disfrutar la comidaÁ

 

Tal vez dices que no tienes nada en contra de la fe Cristiana, aunque no quieres vivir como Cristiano sincero.  Pero esto es solamente otro enga–o.

 

Mateo 12:30    El que no es conmigo, contra m’ es;

               y el que conmigo no recoge, desparrama.

 

O est‡s con Cristo, pausa, o est‡s viviendo en su contra.

 

No sigues perdiendo tu tiempo, Luchando Contra Dios.

 

Vamos a orar