15 de enero de 21

Las Batallas Empiezan

ƒxodo 17:1-16

 

Recordando el contexto de esta historia, el pueblo ha salido de Egipto, pero aun es muy temprano en su viaje, y por esto aun no est‡n, digamos, muy maduros en la fe.

 

Pero Dios estaba empleando diferentes medios de ense–anza, con ellos, como puede pasar en nuestras vidas.

 

1) Toda la congregaci—n de los hijos de Israel parti— del desierto de Sin por sus jornadas, conforme al mandamiento de Jehov‡, y acamparon en Refidim; y no hab’a agua para que el pueblo bebiese.

 

Otra vez no hay agua.  Vimos en el ultimo estudio que ten’an comida, en la forma de un pan misterioso que aparec’a en la ma–ana, pero sin agua, hab’a mucho estrŽs.

 

2) Y alterc— el pueblo con MoisŽs, y dijeron: Danos agua para que bebamos. Y MoisŽs les dijo: ÀPor quŽ alterc‡is conmigo? ÀPor quŽ tent‡is a Jehov‡?

 

En su falta de paciencia, siempre ven’an quejando se, fuertemente en contra de MoisŽs.  Pero MoisŽs, como su l’der era su representante de Dios.

 

Y sus quejas, sus murmuraciones, en realidad eran en contra de la providencia de Dios.

 

Pregunta:

 

ÀQue har’an hermanos, hermanas que han alcanzado algo de la madures?

 

ÁRespuesta!  Se responder’an con fe, con humildad, rogando a Dios por su provisi—n necesaria, sabiendo que Dios siempre ha sido fiel en el pasado.  ÀAmen?

 

Dios aun estaba paciente con ellos, pero demandando sin fe no  es la manera de orar al Tres Veces Santo.

 

En el libro de Santiago, en el nuevo testamento, dice que pedir sin fe es la manera de no recibir nada.

 

En el contexto se pide sabidur’a, pero el principio es el mismo.

 

Santiago 1:5-7 Y si alguno de vosotros tiene falta de

sabidur’a, p’dala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le ser‡ dada.

 

Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.

 

No piense, pues, quien tal haga, que recibir‡ cosa alguna del Se–or.

 

Pero, como dije, Dios aun estaba aguantando sus murmuraciones.

 

3) As’ que el pueblo tuvo all’ sed, y murmur— contra MoisŽs, y dijo: ÀPor quŽ nos hiciste subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?

 

Otra vez eran muy, pero muy irrazonables.  Pero hay que entender hermanos, que esto puede pasar con nosotros, cuando andamos sin fe, por diferentes razones.

 

Si quedamos lejos de la palabra, sabiendo que la fe es por el o’r y el o’r por la palabra de Dios.

 

O si andamos bajo las influencias del mundo, que nos arrastran a los h‡bitos de la carne.

 

O si simplemente olvidemos de la importancia de la oraci—n en nuestras vidas.

 

As’ que todo esto est‡ lleno de instrucci—n para nosotros, como dijo San Pablo, sobre este tiempo en el desierto.

 

1 Corintios 10:11-12 Y estas cosas les acontecieron como

ejemplo, y est‡n escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos.

 

As’ que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.

 

4) Entonces clam— MoisŽs a Jehov‡, diciendo: ÀQuŽ harŽ con este pueblo? De aqu’ a un poco me apedrear‡n.

 

MoisŽs entend’a que la situaci—n estaba casi fuera de su control.  Pero hizo lo que tenemos que hacer siempre, se fue a Dios para buscar el remedio.

 

5) Y Jehov‡ dijo a MoisŽs: Pasa delante del pueblo, y toma contigo de los ancianos de Israel; y toma tambiŽn en tu mano tu vara con que golpeaste el r’o, y ve.

 

Recordando todo el poder que ha salido de su vara, durante las plagas, MoisŽs empezaba a recuperar su compostura.

 

Y Dios iba a confirmar la autoridad de todos los lideres.

 

6) He aqu’ que yo estarŽ delante de ti all’ sobre la pe–a en Horeb; y golpear‡s la pe–a, y saldr‡n de ella aguas, y beber‡ el pueblo. Y MoisŽs lo hizo as’ en presencia de los ancianos de Israel.

 

Esto fue la soluci—n, pero tambiŽn en esto hab’a mas simbolismo de Cristo.  Y San Pablo tambiŽn entend’a esto en el mismo capitulo 10 del primero de Corintios.

 

1 Corintios 10:1-4   Porque no quiero, hermanos, que ignorŽis

que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en MoisŽs fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual,

 

y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque beb’an de la roca espiritual que los segu’a, y la roca era Cristo.

 

San Pablo, antes era fariseo, muy en contra de la iglesia, como veremos en los domingos, estudiando el libro de Hechos.

 

Pero una vez convertido a la fe, se encontraba, correctamente, se encontraba a Cristo en todas partes de las escrituras.

 

Y es la mejor manera de interpretar el testamento antiguo.

 

 

7) Y llam— el nombre de aquel lugar Masah y Meriba, por la rencilla de los hijos de Israel, y porque tentaron a Jehov‡, diciendo: ÀEst‡, pues, Jehov‡ entre nosotros, o no?

 

Pusieron un nombre sobre el lugar, para recordar sus errores, para recordar la manera en que se andaban en la carne, resistiendo a Dios, en su manera de faltar el respeto a sus lideres.

 

Y veremos en este domingo, como Esteban va a recordar a los fariseos, y a los saduceos, que ellos hicieron el mismo con Cristo.  Pero esto es otro tema.

 

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Bueno, esto fue la primera parte del capitulo, y ahora va a venir algo mucho mas peligroso.  Como dije, Dios tiene muchas maneras de mandarnos sus ense–anzas.

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8) Entonces vino Amalec y pele— contra Israel en Refidim.

 

Amalec vino de la descendencia de Esaœ, el hermano mayor de Jacob.  Y los descendientes de Esaœ sent’an resentimientos creyendo de Jacob robaba su herencia, aunque esto tambiŽn era el plan de Dios.

 

GŽnesis 36:12  Y Timna fue concubina de Elifaz hijo de Esaœ,

y ella le dio a luz a Amalec; estos son los hijos de Ada, mujer de Esaœ.

 

Es que Amalec odiaba al pueblo de Dios, y esa enemistad va a durar por siglos.

 

9) Y dijo MoisŽs a JosuŽ: Esc—genos varones, y sal a pelear contra Amalec; ma–ana yo estarŽ sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano.

 

Ahora, en vez de estar siempre quejando se sobre el agua, o sobre la comida, por la providencia de Dios, las batallas verdaderas estaban empezando.

 

Amalec, era un sœper malvado.  Se atacaban a los dŽbiles, a los muy cansados.  Como el diablo, se venia como le—n rugiente buscando a quien se puede devorar.  Esto nos dice en el libro deÉ

 

 

Deuteronomio 25:17-18     AcuŽrdate de lo que hizo Amalec

contigo en el camino, cuando sal’as de Egipto; de c—mo te sali— al encuentro en el camino, y te desbarat— la retaguardia de todos los dŽbiles que iban detr‡s de ti, cuando tœ estabas cansado y trabajado; y no tuvo ningœn temor de Dios.

 

No olvides que con MoisŽs hab’an muchas mujeres, de todas las edades, hab’an ni–os, personas de la tercera edad.  Y Amalec vino como un lobo rapaz, atacando a los dŽbiles.

 

Y esto no se puede quedar se as’.

 

10) E hizo JosuŽ como le dijo MoisŽs, peleando contra Amalec; y MoisŽs y Aar—n y Hur subieron a la cumbre del collado.

 

Hay un principio importante que podemos sacar de todo esto.  Cuando el diablo viene a la iglesia, atacando a los dŽbiles, a los muy cansados, pausa, toca a los fuertes venir a su protecci—n.

 

Era la responsabilidad de JosuŽ, y otros fuertes, cuidar de los dŽbiles, y proteger les de los malvados.  Por esto la iglesia siempre tiene un liderazgo, para proteger a los mas dŽbiles.  ÀAmen?

 

10) E hizo JosuŽ como le dijo MoisŽs, peleando contra Amalec; y MoisŽs y Aar—n y Hur subieron a la cumbre del collado.

 

Aaron era hermano de MoisŽs, y se creen que Hur era su cu–ado, esposo de su hermana.

 

Y ellos no fueron a la batalla, pausa, sino que iban a estar arriba de todo lo que pasaba.

 

11) Y suced’a que cuando alzaba MoisŽs su mano, Israel prevalec’a; mas cuando Žl bajaba su mano, prevalec’a Amalec.

 

ÁFue espantoso!  El pueblo de Dios no estaba siempre ganando.  Aun con JosuŽ, un gran soldado, hab’an perdidas.

 

Pero la victoria estaba, como siempre, conectada con la capacidad de seguir orando.

 

11-12) Y suced’a que cuando alzaba MoisŽs su mano, Israel prevalec’a; mas cuando Žl bajaba su mano, prevalec’a Amalec.

Y las manos de MoisŽs se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de Žl, y se sent— sobre ella; y Aar—n y Hur sosten’an sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; as’ hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol.

 

Era una batalla actual, f’sica, pero tambiŽn era una batalla Espiritual.

 

No dice que JosuŽ se candaba peleando, pero s’ dice que MoisŽs se cansaba orando.  Y esto siempre es la tentaci—n, y el caminado a la derrota, cansando se en la oraci—n.

 

Mateo 26:38-40 Entonces Jesœs les dijo: Mi alma est‡ muy

triste, hasta la muerte; quedaos aqu’, y velad conmigo.

 

Yendo un poco adelante, se postr— sobre su rostro, orando y diciendo: Padre m’o, si es posible, pase de m’ esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tœ.

 

Vino luego a sus disc’pulos, y los hall— durmiendo, y dijo a Pedro: ÀAs’ que no habŽis podido velar conmigo una hora?

 

Cristo ganaba su victoria en la cruz.  Pero Pedro saboreaba algo de la derrota, por su falta de persistencia en la oraci—n.  ÀY tu?

 

Bueno, regresamos a la batallaÉ

 

12-13) Y las manos de MoisŽs se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de Žl, y se sent— sobre ella; y Aar—n y Hur sosten’an sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; as’ hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol.  Y JosuŽ deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.

 

Finalmente se ganaban la batalla, pero era por su dedicaci—n a la oraci—n, y es el mismo con nosotros.  ÀAmen?

 

14) Y Jehov‡ dijo a MoisŽs: Escribe esto para memoria en un libro, y di a JosuŽ que raerŽ del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo.

Dios aun no hab’a terminada con el pueblo de Amalec, sino que iba a avanzar su destrucci—n, generaci—n tras generaci—n.  Esto iba a continuar hasta los tiempos de Samuel, y de David.

 

15-16) Y MoisŽs edific— un altar, y llam— su nombre Jehov‡-nisi; y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levant— contra el trono de Jehov‡, Jehov‡ tendr‡ guerra con Amalec de generaci—n en generaci—n.

 

ÀPero como fue en contra del trono de Jehov‡? pausa

 

Es que Jehov‡ gobernaba en su pueblo.  Poco a poco Dios iba a dar sus leyes a este pueblo santo.  Ya estaba ense–ado les sobre el d’a de reposo, y mucho mas doctrina iba a venir. 

 

En poco tiempo estaremos estudiando la recepci—n de los diez mandamientos.

 

En fin los que vienen atacando al pueblo de Dios, a su iglesia, toman a Dios como su enemigo, y en esto, jam‡s se pueden ganar.

 

========================= Conclusi—n ======================

 

El pueblo de Dios va a pelear, fuertemente en contra de los malvados de la tierra prometida.  Y a veces hay hermanos que tienen dificultad armonizando todo esto con el amor de Cristo.

 

Muchos creen que el amor al enemigo es un concepto del nuevo testamento, algo nuevo que vino con Cristo.  Pero no es as’.

 

Veremos en este mismo libro enÉ

 

ƒxodo 23:4-5   Si encontrares el buey de tu enemigo o su asno

extraviado, vuelve a llev‡rselo.

 

Si vieres el asno del que te aborrece ca’do debajo de su carga, Àle dejar‡s sin ayuda? Antes bien le ayudar‡s a levantarlo.

 

Amar a tu enemigo no fue una doctrina nueva.

 

ÀPero como podemos reconciliar todo esto con la destrucci—n perpetua de Amalec?

 

Es que cuando Cristo nos mandaba a dar la otra mejilla estaba hablando de relaciones personales.  No toca a nosotros tomar una venganza personal.

 

Pero cuando Dios anunciaba la destrucci—n de Amalec y otros malvados que habitaban la tierra prometida, no estaba hablando de enemigos personales, sino enemigos del reino de Dios.

 

Es como con los que trabajan como polic’as, o jueces, o soldados.  No tienen que dar la otra mejilla a los malvados, porque tienen un oficio, legitimo de castigar.

 

En fin, en nuestras relaciones personales, tenemos que aprender a perdonar, y dejar la venganza en las manos de Dios.

 

Romanos 12:17-19     No paguŽis a nadie mal por mal; procurad

lo bueno delante de todos los hombres.

Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.

 

No os venguŽis vosotros mismos, amados m’os, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito est‡: M’a es la venganza, yo pagarŽ, dice el Se–or.

 

Pero en los casos de los enemigos del reino de Dios, donde Dios ha levantado gobernadores, soldados, gente de la polic’a, ellos tienen la autoridad oficial de emplear la espada, procurando la justicia.

 

ƒxodo 21:22-25 Si algunos ri–eren, e hirieren a mujer

embarazada, y Žsta abortare, pero sin haber muerte, ser‡n penados conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer y juzgaren los jueces.

 

Mas si hubiere muerte, entonces pagar‡s vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.

 

As’ que en la civilizaci—n B’blica, hay una armon’a entre amar a tus enemigos, y la justicia en contra de los malvados.

Vamos a Orar