3 de enero de 21

La Santidad Peligrosa

Hechos 5:1-42

 

Cuando una iglesia empieza a estar estancada, solamente existiendo entre las cuatro paredes, con muy poco alcance de los necesitados de afuera, pausa, es f‡cil ver todo, poco a poco convirtiendo se en una rutina.

 

Por esto, los que realmente aman al Se–or, reconociendo su compasi—n por los perdidos, por los que aun andan atrapados en las garras del enemigo, pausa, es normal para aquellos, empezar a orar por un toque, o sea por un derramamiento del Esp’ritu Santo.

 

Y Dios nos ha prometido, responder.

 

Lucas 11:10-13 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que

busca, halla; y al que llama, se le abrir‡.

 

ŔQuŽ padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dar‡ una piedra? Ŕo si pescado, en lugar de pescado, le dar‡ una serpiente?

 

ŔO si le pide un huevo, le dar‡ un escorpi—n?

 

Pues si vosotros, siendo malos, sabŽis dar buenas d‡divas a vuestros hijos, Ŕcu‡nto m‡s vuestro Padre celestial dar‡ el Esp’ritu Santo a los que se lo pidan?

 

Pero hay un problemaÉ.

 

1) Pero cierto hombre llamado Anan’as, con Safira su mujer, vendi— una heredad,

 

Cuando la primera palabra del capitulo es ŇperoÓ, a lo mejor hay un problema, y tenemos que revisar lo que estaba pasando en el capitulo anterior.

 

Hechos 4:34-37 As’ que no hab’a entre ellos ningśn

necesitado; porque todos los que pose’an heredades o casas, las vend’an, y tra’an el precio de lo vendido,

 

y lo pon’an a los pies de los ap—stoles; y se repart’a a cada uno segśn su necesidad.

 

Entonces JosŽ, a quien los ap—stoles pusieron por sobrenombre BernabŽ (que traducido es, Hijo de consolaci—n), levita, natural de Chipre,  como ten’a una heredad, la vendi— y trajo el precio y lo puso a los pies de los ap—stoles.

 

La presencia del Esp’ritu Santo fue palpable.  El amor del dinero estaba casi desaparecido.  Todos se sent’an como que estaban en la presencia del Se–or.

 

Y lo que hizo BernabŽ, fue conocido.  El pueblo reconoc’a su gran contribuci—n, y su sinceridad.  Y con esto vino el problema.

 

1-2) Pero cierto hombre llamado Anan’as, con Safira su mujer, vendi— una heredad,  y sustrajo del precio, sabiŽndolo tambiŽn su mujer; y trayendo s—lo una parte, la puso a los pies de los ap—stoles.

 

Hermanos, es muy bonito tener la santidad del Esp’ritu en la iglesia, pero al mismo tiempo es peligroso.

 

Esa paraja, Anan’as y Safira, deseaban estar de gran reputaci—n, como grandes en la iglesia.  Deseaban tener la admiraci—n de todos.  Pero no confiaban, como los dem‡s, no confiaban en que Dios iba a ser su recompensa, y se mintieron sobre la cantidad de la venta.

 

Proverbios 25:14     Como nubes y vientos sin lluvia,

As’ es el hombre que se jacta de falsa liberalidad.

 

Muchos creen que esta era una ofensa peque–a, una mentirosa piadosa.  Y tal vez en una iglesia muerta, ni seria notada.

 

Pero la iglesia de aquel momento estaba llena de la santidad, y la santidad era peligrosa.

 

3) Y dijo Pedro: Anan’as, Ŕpor quŽ llen— Satan‡s tu coraz—n para que mintieses al Esp’ritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?

 

Nadie estaba obligada a vender nada.  Y vendiendo, nadie tenia que donar ninguna porci—n.  Esto no era el problema, sino que el problema era el enga–o.

 

4) ReteniŽndola, Ŕno se te quedaba a ti? y vendida, Ŕno estaba en tu poder? ŔPor quŽ pusiste esto en tu coraz—n? No has mentido a los hombres, sino a Dios.

 

En este pasaje, te puedes ver tambiŽn que El Esp’ritu Santo es un persona, una de las personas de la Santa Trinidad. 

 

No se puede mentir a una fuerza, como muchas sectas presentan el Esp’ritu Santo de Dios.

 

5) Al o’r Anan’as estas palabras, cay— y expir—. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron.

 

Dios lo mataba, as’ de r‡pido.  Es que Dios no iba a permitir el empiezo de enga–os y de exaltaciones personales en medio de su santidad.

 

Normalmente, Dios es mas misericordioso, pero estaba dentro de su derecho, quitar las vidas de los mentirosos.

 

6) Y levant‡ndose los j—venes, lo envolvieron, y sac‡ndolo, lo sepultaron.

 

Es que Dios estaba lanzando su iglesia en momentos cr’ticos, estableciendo el fundamento de las ense–anzas de los ap—stoles, y simplemente no hab’a lugar para estos juegos.

 

7-8) Pasado un lapso como de tres horas, sucedi— que entr— su mujer, no sabiendo lo que hab’a acontecido. Entonces Pedro le dijo: Dime, Ŕvendisteis en tanto la heredad? Y ella dijo: S’, en tanto.

 

Pasaba tres horas, y nadie tenia el valor de buscar la, para comunicar lo que hab’a pasado.  Nadie querr’a involucrar se en el asunto.

 

Pedro le daba una oportunidad de confesar y arrepentir se, pero ella era como su esposo, duro de coraz—n.

 

9) Y Pedro le dijo: ŔPor quŽ convinisteis en tentar al Esp’ritu del Se–or? He aqu’ a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacar‡n a ti.

 

Dios no estaba jugando.   Hab’a santidad, y era una santidad peligrosa.  Es bueno orar, pidiendo por la presencia del Esp’ritu Santo, pero tenemos que entender que cuando viene, los asuntos de la iglesia ser‡n mas serios.

 

10) Al instante ella cay— a los pies de Žl, y expir—; y cuando entraron los j—venes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido.

 

Y esto no fuera el śnico ejemplo de Dios, en su santidad, administrando disciplinas divinas.   Vimos lo que pasaba en el libro de Primero de Corintios, a los que abusaban la Santa Cena.

 

1 Corintios 11:28-30 Por tanto, pruŽbese cada uno a s’

mismo, y coma as’ del pan, y beba de la copa.

 

Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Se–or, juicio come y bebe para s’.

 

Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.

 

Es bueno tener la presencia del Se–or entre nosotros, pausa, pero hay que saber que con la santidad, vienen los riesgos.

 

11) Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas.

 

Hab’a mucha acci—n en la iglesia.  Veremos que hab’an sanidades, hab’a dinero para los necesitados.  Se cree que se llenar’a r‡pidamente con la gente que buscaban cosas gratis, pero escuchando de ese caso de Anan’as y Safira, no entraban tan r‡pidamente para pedir.

 

12-13) Y por la mano de los ap—stoles se hac’an muchas se–ales y prodigios en el pueblo; y estaban todos un‡nimes en el p—rtico de Salom—n.  De los dem‡s, ninguno se atrev’a a juntarse con ellos; mas el pueblo los alababa grandemente.

 

La iglesia no era una broma, como en grandes partes de este pa’s.  Sino que por su santidad, tenia poder.  Hasta ten’an el respeto de los de afuera.

 

14-15) Y los que cre’an en el Se–or aumentaban m‡s, gran nśmero as’ de hombres como de mujeres; tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los pon’an en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos.

Es bueno, tener el poder de Dios en la iglesia, pero ese poder viene con peligros.  Y tenemos que entender bien lo que Dios quiere de nosotros. 

 

Tenemos que mantener cierta distancia de las vanidades de este mundo, sabiendo que estamos llamados a algo mas alto.

 

16) Y aun de las ciudades vecinas muchos ven’an a JerusalŽn, trayendo enfermos y atormentados de esp’ritus inmundos; y todos eran sanados.

 

Cuando haya poder en la iglesia, la palabra pasar‡ r‡pidamente a otros.

 

Pero el diablo estar‡ furioso, y buscar‡ siempre, las maneras de molestar la buena obra.

 

17) Entonces levant‡ndose el sumo sacerdote y todos los que estaban con Žl, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos;

 

Tenemos que recordar que los saduceos, ni cre’an en ‡ngeles, ni en la vida venidera, y por supuesto se rechazaban la doctrina de la resurrecci—n de los muertos.

 

Pero eran poderosos.  Y ese nuevo movimiento era una amenaza a su posici—n de control en JerusalŽn.

 

17-18) Entonces levant‡ndose el sumo sacerdote y todos los que estaban con Žl, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos;  y echaron mano a los ap—stoles y los pusieron en la c‡rcel pśblica.

 

Esto es otro peligro que viene con la santidad.  Diferentes instituciones mundanas pueden venir en tu contra.

 

El diablo usar‡ todo lo que tiene para molestar la obra.

 

Por esto muchas iglesias simplemente no piden por el poder del Esp’ritu Santo.  Es que prefieren vivir en paz, dentro de las cuatro paredes, en una forma de un club social.

 

Y tal vez esto no va a  provocar al diablo, pero s’ puede provocar a Dios, que nos ha mandado a rescatar a los perdidos.  Bueno, las autoridades echaron a los hermanos en la c‡rcel, pero Dios querr’a ver los afuera, trabajando en el ministerio.

 

19-20) Mas un ‡ngel del Se–or, abriendo de noche las puertas de la c‡rcel y sac‡ndolos, dijo: Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida.

 

Normalmente si uno puede escapar de la c‡rcel, su deseo ser‡ huir, lejos, a otra cuidad.

 

Pero no, estaban viviendo en la santidad peligrosa. Y no iban a huir, sino regresar a exactamente al mismo, diga lo que diga las autoridades.

 

Como el gran hŽroe de nuestros tiempos John MacArthur, se van a desafiar a las autoridades pśblicamente para obedecer a Dios en vez de los hombres.

 

21) Habiendo o’do esto, entraron de ma–ana en el templo, y ense–aban.  Entre tanto, vinieron el sumo sacerdote y los que estaban con Žl, y convocaron al concilio y a todos los ancianos de los hijos de Israel, y enviaron a la c‡rcel para que fuesen tra’dos.

 

Es que Dios estaba burlando de estos asesinos de su hijo.  Ellos pensaban que ten’an control sobre lo que estaba pasando, pero eran sumamente equivocados.  Esto era otro gran cumplimiento del Salmo 2.

 

Salmos 2:1-5   ŔPor quŽ se amotinan las gentes,

               Y los pueblos piensan cosas vanas?

 

Se levantar‡n los reyes de la tierra,

Y pr’ncipes consultar‡n unidos

Contra Jehov‡ y contra su ungido, diciendo:

 

Rompamos sus ligaduras,

Y echemos de nosotros sus cuerdas.

El que mora en los cielos se reir‡;

El Se–or se burlar‡ de ellos.

 

Luego hablar‡ a ellos en su furor,

Y los turbar‡ con su ira.

 

Todo esto estaba convirtiendo en una broma santa.

 

22-23) Pero cuando llegaron los alguaciles, no los hallaron en la c‡rcel; entonces volvieron y dieron aviso,  diciendo: Por cierto, la c‡rcel hemos hallado cerrada con toda seguridad, y los guardas afuera de pie ante las puertas; mas cuando abrimos, a nadie hallamos dentro.

La reputaci—n del concilio estaba desintegrando r‡pidamente.

 

24) Cuando oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el jefe de la guardia del templo y los principales sacerdotes, dudaban en quŽ vendr’a a parar aquello.

 

Estaban muy perplejos, no estaban controlando nada.

 

25) Pero viniendo uno, les dio esta noticia: He aqu’, los varones que pusisteis en la c‡rcel est‡n en el templo, y ense–an al pueblo.

 

ÁEsto fue el colmo!  Se escaparon, pero no trataban de huir se, sino que se regresaban a su tarea santa, trabajado por la salvaci—n de almas.

 

En la santidad, no hay solamente peligros, sino otros acontecimientos extra–os.

 

26) Entonces fue el jefe de la guardia con los alguaciles, y los trajo sin violencia, porque tem’an ser apedreados por el pueblo.

 

Finalmente, estar‡n delante de la corte, pero con todo el mundo sabiendo que cosas extra–as estaban pasando.

 

27-28) Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les pregunt—,  diciendo: ŔNo os mandamos estrictamente que no ense–aseis en ese nombre? Y ahora habŽis llenado a JerusalŽn de vuestra doctrina, y querŽis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre.

 

Ahora el sumo sacerdote no quiere estar culpable de la sangre de Cristo.  ŔPero que dijeron ellos antes?

 

Mateo 27:24-25 Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se

hac’a m‡s alboroto, tom— agua y se lav— las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; all‡ vosotros.

 

Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.

 

Fue muy f‡cil gritar estas barbaridades delante de Pilato, pero ahora, pasando el tiempo, no deseaban esa culpabilidad.

 

 

Bueno, Pedro jugaba el papel de cobarde negando al Se–or antes, pero ya estaba lleno del poder del Esp’ritu Santo de Dios.

 

29) Respondiendo Pedro y los ap—stoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.

 

Pedro apelaba a una autoridad mas alta que la de ellos.  Y los que no pueden apelar a una autoridad mas alta, solamente tienen la tiran’a de los hombres.

 

30) El Dios de nuestros padres levant— a Jesśs, a quien vosotros matasteis colg‡ndole en un madero.

 

Pedro estaba echando la culpabilidad firmemente sobre ellos.  Y esto a veces es parte del evangelio.  Para provocar un arrepentimiento, uno tiene que sentir la gravedad de su pecado.

 

As’ que lo que Pedro predicaba, se predicaba con amor.  Y aunque si muchos rechazaban el evangelio, seguramente hab’an otros, que empezaron a creer.

 

31) A Žste, Dios ha exaltado con su diestra por Pr’ncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perd—n de pecados.

 

Pedro, el pobre pescador, estaba instruyendo a los mas educados del pa’s, sobre las realidades espirituales. 

 

32) Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y tambiŽn el Esp’ritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.

 

Esto fue el colmo.  Pedro dijo que se tenia el Esp’ritu Santo porque estaba dispuesto a obedecer a Dios.  Estos fariseos no tenia nada del Esp’ritu, porque eran rebeldes.

 

33) Ellos, oyendo esto, se enfurec’an y quer’an matarlos.

 

Ahora la situaci—n era muy, pero muy tensa, y peligrosa.

 

Pero Dios tenia todo bajo control.  Nadie querr’a un gran disturbio para molestar a los romanos.  Y para calmar la situaci—n Dios levantaba a Gamaliel, el que fue el gran maestro de San Pablo.  Pablo dir‡ mas tarde en este libro, hablando de su preparaci—nÉ

 

 

Hechos 22:3    Yo de cierto soy jud’o, nacido en Tarso de

Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros.

 

As’ que vamos a ver la manera en que este gran Gamaliel, pudo calmar la situaci—n.

 

34-35) Entonces levant‡ndose en el concilio un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, venerado de todo el pueblo, mand— que sacasen fuera por un momento a los ap—stoles, y luego dijo: Varones israelitas, mirad por vosotros lo que vais a hacer respecto a estos hombres.

 

Querr’an despedir a los hermanos por un rato, porque va a pedir clemencia por ellos. 

 

36) Porque antes de estos d’as se levant— Teudas, diciendo que era alguien. A Žste se uni— un nśmero como de cuatrocientos hombres; pero Žl fue muerto, y todos los que le obedec’an fueron dispersados y reducidos a nada.

 

Se habla de otros que han levantado, y sin causar un gran disturbio, el movimiento se acababa, por si mismo.

 

37) DespuŽs de Žste, se levant— Judas el galileo, en los d’as del censo, y llev— en pos de s’ a mucho pueblo. Pereci— tambiŽn Žl, y todos los que le obedec’an fueron dispersados.

 

Hab’an otros ejemplos de estos lideres falsos en el pasado.

 

38-39) Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecer‡;  mas si es de Dios, no la podrŽis destruir; no se‡is tal vez hallados luchando contra Dios.

 

Era mejor dejar el asunto.  Aunque no eran seguros de que se trataba.  Era mejor no entrar en un gran disturbio, que pudo provocar los romanos a algo peor.

 

40) Y convinieron con Žl; y llamando a los ap—stoles, despuŽs de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre de Jesśs, y los pusieron en libertad.

 

Tan fuerte era su rabia, que por lo menos ten’an que azotar los. 

Como con Pilato, deseaban castigar con o sin una convicci—n de un crimen.

 

41) Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre.

 

Esto es lo que Cristo ense–aba.  Aunque duele sufrir por Cristo, y estar tratado como un criminal, hay grandes galardones, por lo que hemos hecho para su reino.

 

Mateo 5:11-12  Bienaventurados sois cuando por mi causa os

vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.

 

Gozaos y alegraos, porque vuestro galard—n es grande en los cielos; porque as’ persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.

 

Pero claro, no iban a jam‡s, dejar de predicar a Cristo.

 

42) Y todos los d’as, en el templo y por las casas, no cesaban de ense–ar y predicar a Jesucristo.

 

En la santidad del Esp’ritu de Dios, ha peligros.  Pero es mejor vivir entre los peligros, que empezar a conformar se con una iglesia estancada, dedicada a la existencia dentro de las cuatro paredes.

 

========================== Conclusi—n ======================

 

Vamos a pasar ya, en unos momentos a la Santa Cena, y como se ve en su nombre, es una Santa Cena.  Y en la santidad hay peligros, pero a esto, precisamente hemos estado llamados.

 

Y si tu tienes que reconciliar te con tu Dios, antes de participar, y quieres recibir oraci—n, puedes pasar en unos momentos, y oraremos contigo.

 

Vamos a orar