18 de diciembre de 20

 

ÁLibres Por Fin!

ƒxodo 14:1-31

 

 

En el ultimo estudio, vimos el pueblo santo saliendo de Egipto, aun con los huesos de JosŽ, pero no eran fuera del alcance del rey furioso.

 

1-2)  Habl— Jehov‡ a MoisŽs, diciendo: Di a los hijos de Israel que den la vuelta y acampen delante de Pi-hahirot, entre Migdol y el mar hacia Baal-zef—n; delante de Žl acamparŽis junto al mar.

 

Dios mandaba el pueblo, lleno de ni–os, de mujeres, de personas de la tercera edad, a un lugar muy peligroso, sin escape alguno.

 

Pero a estas alturas, MoisŽs ha aprendido a obedecer, y no dudar nada de la palabra de Dios.

 

3) Porque Fara—n dir‡ de los hijos de Israel: Encerrados est‡n en la tierra, el desierto los ha encerrado.

 

Es que Dios estaba, como siempre, llevando acabo un plan.  Y el plan de Dios siempre es perfecto, y jam‡s tiene que cambiar.

 

Dios sabia que Fara—n, iba a venir buscando les, y viendo a donde se han acabado, pensar’a que era una trampa.

 

Y es verdad, era una trampa, pero no para el pueblo santo, sino que era una trampa para el mismo Fara—n.

 

En este capitulo, veremos como Dios estaba planeando la destrucci—n de Fara—n, y ser‡ algo glorioso. 

 

Y en el capitulo que sigue, se van a formar una alabanza sobre esa destrucci—n.

 

Y es correcto.  Nosotros hemos tenido alabanzas semejantes, sacadas de este capitulo, hablando de Dios sacando las ruedas de los carros de Fara—n.

 

Fara—n era, en las palabras de San Pablo, en Romanos 9,

Un vaso de ira preparado para destrucci—n.

 

Romanos 9:22   ÀY quŽ, si Dios, queriendo mostrar su ira y

hacer notorio su poder, soport— con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucci—n.

 

4) Y yo endurecerŽ el coraz—n de Fara—n para que los siga; y serŽ glorificado en Fara—n y en todo su ejŽrcito, y sabr‡n los egipcios que yo soy Jehov‡. Y ellos lo hicieron as’.

 

Y por supuesto, Dios estaba completamente en su derecho, haciendo esto, como tambiŽn estaba revelado en romanos 9.

 

Romanos 9:15-18 Pues a MoisŽs dice: TendrŽ misericordia

del que yo tenga misericordia, y me compadecerŽ del que yo me compadezca.

 

As’ que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.

 

Porque la Escritura dice a Fara—n: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra.

De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.

 

Y es muy correcto, emplear el nuevo testamento, para clarificar lo que estaba pasando en el viejo.

 

5) Y fue dado aviso al rey de Egipto, que el pueblo hu’a; y el coraz—n de Fara—n y de sus siervos se volvi— contra el pueblo, y dijeron: ÀC—mo hemos hecho esto de haber dejado ir a Israel, para que no nos sirva?

 

DespuŽs de los funerales de los primogŽnitos, con tiempo para reflexionar, y considerar la manera en que su pa’s estaba ya en ruinas, y su oro y su plata desaparecidas, pausa, se empezaron a sentir un fuerte resentimiento, en contra del pueblo de Dios.

 

Claro, Dios estaba involucrado en estos pensamientos, pero Dios siempre est‡ involucrado en todos los pensamientos pensados.

6-7) Y unci— su carro, y tom— consigo su pueblo;  y tom— seiscientos carros escogidos, y todos los carros de Egipto, y los capitanes sobre ellos.

 

Ahora el rey se sent’a fuerte otra vez.

 

Se dirig’a el ejercito mas fuerte del mundo, en aquellas partes, posiblemente en todo el mundo.

 

Se fue en contra de hombres sin preparaci—n de guerra, y mujeres con ni–os, y ancianos y muchos animales.

 

Ese rey loco pensaba que esta vez, todo iba estar muy f‡cil, porque estaba, por el momento, olvidando del impacto de las diez plagas, y el poder que siempre sal’a del bast—n levantado de MoisŽs.

 

8) Y endureci— Jehov‡ el coraz—n de Fara—n rey de Egipto, y Žl sigui— a los hijos de Israel; pero los hijos de Israel hab’an salido con mano poderosa.

 

Esta es la contradicci—n de su pecado, pausa, y de todo pecado, si lo pienses bien.

 

Dios sacaba a su pueblo con mano poderosa, pero ahora Fara—n pensaba que se iba a tener una victoria f‡cil sobre ellos.

 

Y en cuanto a todo pecado, en el fondo todos saben que un Dios fuerte hizo este mundo, con toda su variedad y belleza, pero creen que de todos modos se pueden rebelar en contra de Žl, sin consecuencia alguna.  Es una locura.

 

9) SiguiŽndolos, pues, los egipcios, con toda la caballer’a y carros de Fara—n, su gente de a caballo, y todo su ejŽrcito, los alcanzaron acampados junto al mar, al lado de Pi-hahirot, delante de Baal-zef—n.

 

Como dije, aunque ya han salido de Egipto, no estaban aun fuera del alcance de ese rey, furioso.  Pero no lo dudes, hermano, aun esto estaba siguiendo el plan de Dios.

 

10) Y cuando Fara—n se hubo acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aqu’ que los egipcios ven’an tras ellos; por lo que los hijos de Israel temieron en gran manera, y clamaron a Jehov‡.

 

No estaban realmente orando, sino clamando con alarma.

Estaban acusando a Dios, como los disc’pulos acusaban a Cristo, una vez en la barca.

 

Y el episodio es relevante porque tenia el mismo prop—sito.

 

Estaban en una barca y dice enÉ

 

Marcos 4:37-38 Pero se levant— una gran tempestad de viento,

y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba.

 

Y Žl estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, Àno tienes cuidado que perecemos?

 

En los dos ejemplos, Dios permit’a, Dios planeaba un momento de espanto y de alarma, para ense–ar a su pueblo, quiŽn estaba exactamente en control de la situaci—n.

 

Ahora regresando a ƒxodo.

 

11) Y dijeron a MoisŽs: ÀNo hab’a sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ÀPor quŽ has hecho as’ con nosotros, que nos has sacado de Egipto?

 

Aqu’ hay otro grupo que ha olvidado de las plagas.  En el momento de peligro, solamente pueden atacar al liderazgo, y expresar sus murmuraciones.

 

11) Y dijeron a MoisŽs: ÀNo hab’a sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ÀPor quŽ has hecho as’ con nosotros, que nos has sacado de Egipto?

 

Claro hab’an muchos sepulcros en Egipto, ten’an una cultura de muerte, como nuestra sociedad moderna, y el pueblo de Dios deseaba abandonar su libertad, y regresar a la cultura de la muerte.

 

11-12) Y dijeron a MoisŽs: ÀNo hab’a sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ÀPor quŽ has hecho as’ con nosotros, que nos has sacado de Egipto?  ÀNo es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: DŽjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto.

 

Entre ellos hay dos grupos, actualmente.  Un grupo est‡ compuesto de los nuevos en la fe, los dŽbiles, que por su inmadures regresan a la carne en su manera de pensar.

 

Ojala se aprendan r‡pidamente de su error para confiar en su Dios en el futuro.

 

Pero hay otro grupo, que simplemente no iba a aprender, sino que se iban a expresar sus murmuraciones en contra del liderazgo, y en contra la providencia de Dios, siempre.

 

Y veremos mas de esto cerrando.

 

13) Y MoisŽs dijo al pueblo: No tem‡is; estad firmes, y ved la salvaci—n que Jehov‡ har‡ hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habŽis visto, nunca m‡s para siempre los verŽis.

 

MoisŽs, como un maduro en la fe, no tenia temor, porque ya tenia la confianza plena en su Dios.  San Pablo estaba as’ en el nuevo testamento.

 

2 Corintios 4:7-10   Pero tenemos este tesoro en vasos de

barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros,

 

que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados;

 

perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos;

 

llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesœs, para que tambiŽn la vida de Jesœs se manifieste en nuestros cuerpos.

 

Ojala, hermano, hermana, joven, tu vas a encontrar tu lugar entre los maduros, y no con los que continœan, constantemente en sus murmuraciones.

 

14) Jehov‡ pelear‡ por vosotros, y vosotros estarŽis tranquilos.

 

Otra raz—n de no caer en el p‡nico. Si Dios es por nosotros, ÀquiŽn contra nosotros?  Romanos 8:31

15) Entonces Jehov‡ dijo a MoisŽs: ÀPor quŽ clamas a m’? Di a los hijos de Israel que marchen.

 

Dios no quiso escuchar les respondiendo como chillones, sino preparando se para cruzar.

 

15-16) Entonces Jehov‡ dijo a MoisŽs: ÀPor quŽ clamas a m’? Di a los hijos de Israel que marchen. Y tœ alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y div’delo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco.

 

Dios iba a abrir un camino, en medio del mar, sin lodo, y sin peligro.  Porque con Dios, siempre hay soluciones. ÀAmen?

 

17-18) Y he aqu’, yo endurecerŽ el coraz—n de los egipcios para que los sigan; y yo me glorificarŽ en Fara—n y en todo su ejŽrcito, en sus carros y en su caballer’a;  y sabr‡n los egipcios que yo soy Jehov‡, cuando me glorifique en Fara—n, en sus carros y en su gente de a caballo.

 

Aqu’ hay un punto de observaci—n, que es un poco incomodo. 

 

Hermanos, podemos pasar por aflicciones en esta vida, podemos pasar por momentos espantosos, que ni podemos entender.

 

Pero todo lo que pasa con nosotros es para la gloria de Dios.

 

Y es mas importante que Dios recibe su gloria, que si tu o yo, tengamos vidas de comodidad.

 

Tu vida sin problemas est‡ la vida venidera, no la vida presente.  Y Cristo jam‡s escond’a esto de sus seguidores.

 

Lo vimos en JuanÉ

 

Juan 16:33 En el mundo tendrŽis aflicci—n;

 pero confiad, yo he vencido al mundo.

 

19-20) Y el ‡ngel de Dios que iba delante del campamento de Israel, se apart— e iba en pos de ellos; y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos se apart— y se puso a sus espaldas, e iba entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel; y era nube y tinieblas para aquŽllos, y alumbraba a Israel de noche, y en toda aquella noche nunca se acercaron los unos a los otros.

 

Otra raz—n de no responder con p‡nico, Dios manten’a la separaci—n entre ellos.

 

21) Y extendi— MoisŽs su mano sobre el mar, e hizo Jehov‡ que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvi— el mar en seco, y las aguas quedaron divididas.

 

Ha habido muchas pel’culas sobre este evento, no solamente para ni–os, sino para todos.

 

Pero como dije antes, hay que tener cuidado sacando tu teolog’a de las pel’culas, en vez de la palabra.

 

Dice aqu’ que se tomaba toda la noche para separar las aguas.

Y normalmente en el cine, la separaci—n es casi instant‡nea.

 

Dios, claro pudo separar lo as’ de r‡pido, pero estaba ense–ado a su pueblo a crecer en la paciencia.  Y tal vez Dios est‡ ense–ando a ti, algo de la paciencia.

 

22) Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda.

 

Esta parte, se presentan bien en las pel’culas, las aguas como muro, a la derecha y a la izquierda.

 

23) Y siguiŽndolos los egipcios, entraron tras ellos hasta la mitad del mar, toda la caballer’a de Fara—n, sus carros y su gente de a caballo.

 

Cuando el pueblo santo se cruzaba, ni hab’a lodo.  Se cruzaban sin problema.  Pero para los enemigos, ser‡ diferente.

 

24) Aconteci— a la vigilia de la ma–ana, que Jehov‡ mir— el campamento de los egipcios desde la columna de fuego y nube, y trastorn— el campamento de los egipcios,

 

Es un dibujo fascinante, el ojo de un ‡ngel estaba mirando a los enemigos por medio de la columna, informando a Dios de todo lo que pasaba

 

25) y quit— las ruedas de sus carros, y los trastorn— gravemente. Entonces los egipcios dijeron: Huyamos de delante de Israel, porque Jehov‡ pelea por ellos contra los egipcios.

Aqu’ tal vez los egipcios empezaban a recordar todo lo de las plagas, y como el poder de Dios ha sido en su contra.

 

Su estado era como todos los que mueren sin Cristo, y de repente se realizan que todo lo que la Biblia dec’a era la verdad, y que ellos estar‡n muy pronto en el infierno, y que ahora es muy tarde para buscar remedios.

 

Ser‡n, para muchos, momentos insoportables, de pavor.

 

26) Y Jehov‡ dijo a MoisŽs: Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros, y sobre su caballer’a.

 

Esto era su ruina, su pago por maltratar, y burlar de MoisŽs, y por matar a los ni–os, cuando MoisŽs estaba nacido.

 

No hay manera de pecar con impunidad hermanos.  O te rindas a Cristo, o te pagas, en carne propia.  ÀAmen?

 

27) Entonces MoisŽs extendi— su mano sobre el mar, y cuando amanec’a, el mar se volvi— en toda su fuerza, y los egipcios al huir se encontraban con el mar; y Jehov‡ derrib— a los egipcios en medio del mar.

 

En las pel’culas, a veces se muestran al Fara—n, escapando, pero no hay evidencia de esto aqu’.

 

28) Y volvieron las aguas, y cubrieron los carros y la caballer’a, y todo el ejŽrcito de Fara—n que hab’a entrado tras ellos en el mar; no qued— de ellos ni uno.

 

Era una escena escalofriante.  Pero es lo que pasa, por fin a los enemigos de Dios.  Cristo citaba mucho, el fin del libro de Isa’as, cuando se ense–aba sobre el infierno.

 

Isa’as 66:23-24 Y de mes en mes, y de d’a de reposo en

d’a de reposo, vendr‡n todos a adorar delante de m’, dijo Jehov‡.

 

Y saldr‡n, y ver‡n los cad‡veres de los hombres que se rebelaron contra m’; porque su gusano nunca morir‡, ni su fuego se apagar‡, y ser‡n abominables a todo hombre.

 

29-30) Y los hijos de Israel fueron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas por muro a su derecha y a su izquierda.  As’ salv— Jehov‡ aquel d’a a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar.

 

Posiblemente sacaron armas de ellos.  Pero mas tarde, vinieron los buitres.

 

Apocalipsis 19:17-18 Y vi a un ‡ngel que estaba en pie en

el sol, y clam— a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de Dios,

 

para que com‡is carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos, peque–os y grandes.

 

Para muchos modernos, el concepto del infierno es dif’cil de aceptar, aunque sea tan constantemente en la boca de Cristo.

 

Pero considerando esta historia, a mi me parece un poco mas f‡cil creer.  ÀAmen?

 

31) Y vio Israel aquel grande hecho que Jehov‡ ejecut— contra los egipcios; y el pueblo temi— a Jehov‡, y creyeron a Jehov‡ y a MoisŽs su siervo.

 

Por el momento mostraban su reverencia a Dios y al liderazgo.  Pero van a tener sus momentos en el futuro, de regresar a sus murmuraciones.

 

========================= Aplicaci—n ======================

 

Quero cerrar con una aplicaci—n de advertencia, y de amonestaci—n saludable.  Era un poco peligroso, la manera en que el pueblo, o sea algunos del pueblo, expresaban su p‡nico.

 

11) Y dijeron a MoisŽs: ÀNo hab’a sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ÀPor quŽ has hecho as’ con nosotros, que nos has sacado de Egipto?

 

 

Para los hermanos nuevos, esa manera de reaccionar es entendible, y f‡cil de perdonar.  pausa

 

Pero hay siempre personas en pacto con Dios, que continœan con esa actitud venenosa, para todo su tiempo en la fe.

 

Y considerando toda esta historia, hab’an diez grandes quejas en el desierto como hab’an diez grandes plagas en Egipto.

 

La peor de la quejas, que era la ultima pasaba en el libro de..

Nœmeros 13:31-33     Mas los varones que subieron con Žl,

dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es m‡s fuerte que nosotros.

 

Dios mandaba una conquista de la tierra prometida, pero el pueblo se convert’a en cobardes.

 

32 Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que hab’an reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura.

 

33 TambiŽn vimos all’ gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y Žramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y as’ les parec’amos a ellos.

 

Tenemos un buen coro, que trata de corregir ese gran error.

Su letra va as’É

 

Aunque gigantes encuentre all‡

Yo nunca temerŽ

Nos trajo aqu’ a poseer la tierra que ƒl nos dio

 

Pero es aun peor empezando el capitulo 14.

 

Nœmeros 14:1-4 Entonces toda la congregaci—n grit—, y dio

voces; y el pueblo llor— aquella noche.

 

 

 

 

2 Y se quejaron contra MoisŽs y contra Aar—n todos los hijos de Israel; y les dijo toda la multitud: !!Ojal‡ muriŽramos en la tierra de Egipto; o en este desierto ojal‡ muriŽramos!

 

3 ÀY por quŽ nos trae Jehov‡ a esta tierra para caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestros ni–os sean por presa? ÀNo nos ser’a mejor volvernos a Egipto?

 

4 Y dec’an el uno al otro: Designemos un capit‡n, y volv‡monos a Egipto.

 

Esto era la dŽcima queja, y la murmuraci—n final, porque Dios tomaba su decisi—n sobro esta.

 

Nœmeros 14:22-23     Todos los que vieron mi gloria y mis

se–ales que he hecho en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya diez veces, y no han o’do mi voz, no ver‡n la tierra de la cual jurŽ a sus padres; no, ninguno de los que me han irritado la ver‡.

 

Estos ten’an que morir en el desierto, porque jam‡s aprendieron a confiar en su Dios.

 

Y si tu, hermano, hermana, joven, si tu deseas aprender, r‡pidamente, a confiar en tu Dios, sabiendo que su camino es siempre lo mejor, aunque nosotros no lo podemos entender, pausa, entonces puedes pasar adelante en unos momentos, y oraremos contigo.

 

 

Vamos a Orar