29 de noviembre de 20
Manejando La Gloria
Hechos 3:1-26
En tiempo, la gran
pandemia pasar‡, y las culturas del mundo intentar‡n regresar a una forma de
normalidad. Y es muy posible que
Dios estar‡ bendiciendo a sus iglesias fieles con un gran derramamiento de su
Esp’ritu Santo.
Esto es lo que vamos a ver
en el mensaje de hoy, y en muchos de estos cap’tulos, tempranos del libro de
Hechos. pausa
Y en nuestra iglesia, hay
muchos hermanas, j—venes, hermanos, bien talentosos, que pueden estar usados en
el avance del reino de Dios.
Pero hay un peligro. Cuando Dios est‡ bendiciendo
grandemente, es muy glorioso.
Y tenemos que estar preparados y entender, como manejar la gloria.
1) Pedro y Juan sub’an juntos al templo a la hora novena,
la de la oraci—n.
Se fueron para orar,
claro. Pero se fueron tambiŽn con
un gran mensaje. Y si se pudieron
encontrar una oportunidad de predicar, seguramente iban a anunciar la gloria
de Cristo.
Como Pablo dijo enÉ
1 Corintios 2:2 Pues me propuse no saber entre vosotros
cosa
alguna sino a Jesucristo, y a Žste crucificado.
Y como cuando estamos
preparados, y dispuestos, Dios dar‡ la oportunidad.
2) Y era tra’do un hombre cojo de nacimiento, a
quien pon’an cada d’a a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que
pidiese limosna de los que entraban en el templo.
En otras partes del mundo,
esto es normal. No lo he visto mucho
aqu’, pero s’ en MŽxico, y otras partes, en frente de las iglesias grandes, hay
gente rogando limosnas.
Aqu’, la gente pidan, donde
se sale del Costco, o tal vez saliendo del autopista, pero normalmente no son
inv‡lidos.
Pero se saben, y han
sabido por los siglos, que la gente que van a las iglesias est‡n instruidos en
ayudar a los pobres con algo, y un invalido, normalmente no es una fraude,
porque es evidente que no puede trabajar.
Aunque hoy en d’a, cuando
muchos trabajan en casa, hasta los inv‡lidos pueden aprender hacer algo con la
tecnolog’a moderna.
2) Y era tra’do un hombre cojo de nacimiento, a quien
pon’an cada d’a a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que
pidiese limosna de los que entraban en el templo.
El estado de ese hombre
era patŽtico. No hizo nada
interesante, todo el d’a, sino pedir limosnas, repitiendo las mismas palabras
una y otra vez. ŇAlmas para los
pobresÓ
Pero ni se pudieron, en
esa cultura, mirar arriba a la persona que se ped’a.
Y como en nuestros
tiempos, muchos simplemente miraban en la otra direcci—n, pero esta vez, el
hombre era una oportunidad para el evangelio.
3-5) Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a
entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna. Pedro, con Juan, fijando en Žl los
ojos, le dijo: M’ranos. Entonces
Žl les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo.
Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que
tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, lev‡ntate y anda.
Pedro aqu’, estaba guiado
por el Esp’ritu Santo. Es que Dios
deseaba continuar en el gran poder del d’a de PentecostŽs, y ese hombre ser’a
el objeto de su gracia.
Se esperaba dinero, como
siempre, pero esta vez iba a recibir algo mas glorioso.
Y muchas veces, podemos
ver personas que vienen a las iglesias buscando ayuda con un problema
apremiante, pero de repente se encuentran la transformaci—n de sus almas. ŔAmen?
7) Y tom‡ndole por la mano derecha le levant—; y al
momento se le afirmaron los pies y tobillos;
Era un gran milagro. Pero el milagro, como todos ten’an su
prop—sito.
Dios derramaba su poder
sobre el cuerpo del hombre, y su vida iba a cambiar para siempre, pero el plan
de Dios era mas glorioso aun.
7) Y tom‡ndole por la mano derecha le levant—; y al
momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y
anduvo; y entr— con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios.
Normalmente ese hombre
jam‡s entraba en el templo. Era
prohibido. Pero ahora el templo
era todo suyo, porque tenia mucho que alabar, y casi bailaba.
Es que Cristo ya no estaba
f’sicamente en el mundo, sino que ha ascendido a la diestra de su padre.
Pero Juan y Pedro aqu’,
estaban continuando su ministerio.
Y es un punto importante,
porque toca a ti, y a mi, tambiŽn continuar ese mismo ministerio. ŔAmen?
9) Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios.
Fue un momento glorioso,
muy glorioso. Y en esto hay
un peligro. Pero afortunadamente,
Juan y Pedro ya han recibido suficiente instrucci—n, hasta con tropiezos y
fracasos, pero ten’an el entrenamiento suficiente para saber, c—mo manejar
la gloria.
10) Y le reconoc’an que era el que se sentaba a
pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y
espanto por lo que le hab’a sucedido.
Aqu’ no hab’a duda alguna,
estos dos ap—stoles, acaban de producir un gran milagro. Un milagro glorioso.
Ese hombre jam‡s caminaba
en toda su vida. Y ahora era
transformado.
Es que Dios dio los
hermanos Juan y Pedro, una gran oportunidad. pausa Pero c—mo iban a manejar la gloria.
11) Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que
hab’a sido sanado, todo el pueblo, at—nito, concurri— a ellos al p—rtico que se
llama de Salom—n.
Ya ten’an la atenci—n de
todos. Estaban en la posici—n
perfecta, de interpretar el milagro.
Y Pedro lo har‡ bien.
12) Viendo esto Pedro, respondi— al pueblo: Varones
israelitas, Ŕpor quŽ os maravill‡is de esto? Ŕo por quŽ ponŽis los ojos en
nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiŽsemos hecho andar a Žste?
Se empieza con dos
preguntas poderosas. La primera
sobro porque eran sorprendidos.
Cristo estaba sanando
gente siempre, y Cristo aun estaba operando, pero no f’sicamente, no presente
corporalmente, sino que Cristo estaba trabajando como antes, pero ahora por
medio de sus ap—stoles.
Y la segunda pregunta era
aun mas importante. ŔPorque
ponŽis los ojos en nosotros?, nosotros no somos nadie, simplemente
herramientas en la mano del maestro.
Estaban predicando a
Cristo y a este crucificado. Y
nosotros tenemos que hacer el mismo, manejando la gloria.
13) El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios
de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesśs, a quien vosotros
entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando Žste hab’a resuelto ponerle
en libertad.
Ahora el gran Pedro, el
pescador que ha veces empleaba malas palabras y juramentos pecaminosos, ahora
el antes impetuoso, estaba hablando como un experto en la teolog’a, y del
evangelismo. Y esperamos el mismo
de ti.
Ni empieza con Cristo,
sino que empieza con el Dios de Abraham.
Y en nuestra cultura de la gran ignorancia, tal vez ser‡ importante
empezar con la creaci—n, o con la ca’da del hombre, antes de llegar al tema de
Cristo. Pero a Cristo iremos.
13) El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios
de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesśs, a quien vosotros
entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando Žste hab’a resuelto ponerle
en libertad.
Manejando
bien la gloria, Pedro dice que no es obra suya, sino que esto que pasaba,
era obra de Dios, obra del Dios de los jud’os.
Y despuŽs se empieza a
tirar el ‡cido en sus conciencias.
Y francamente hermanos, esto es normalmente necesario, para provocar un
arrepentimiento s—lido.
14-15) Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y
pedisteis que se os diese un homicida, y matasteis al Autor de la vida, a quien
Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos.
Pedro estaba denunciando
les por negar al Santo y Justo, pausa,
pero si est‡s prestando atenci—n, sabes que Pedro mismo negaba al Justo, tres
veces antes del gallo.
Y en esto hay un gran
punto de aplicaci—n.
Hermano, hermana, joven no
pienses jam‡s que no puedes comunicar el evangelio, porque su vida de antes era
tan porquer’a.
Pedro era el ejemplo peor
concebible, pero estaba ya perdonado y restaurado. Y aun con su reputaci—n del pasado, no era impedimento
alguno para presentar un mensaje poderos’simo.
14-15) Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y
pedisteis que se os diese un homicida, y matasteis al Autor de la vida, a quien
Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos.
Pedro a lo mejor conoc’a
muchos de estos hombres y mujeres.
A lo mejor se recordaba claramente unos de ellos delante de Pilato,
cuando el gran romano deseaba soltar a Cristo, y estos gritaban.
ŇFuera, fuera con este, danos
a BarrabasÓ
ŇQue este sea crucificadoÓ
ŇNosotros no tenemos mas
rey que CesarÓ
ŇSu sangre sea sobre
nosotros, y sobre nuestros hijosÓ
Pedro fue duro en sus
denunciaciones, y esperamos el mismo de ti hermano, si tienes un poco de valor.
16) Y por la fe en su nombre, a Žste, que vosotros
veis y conocŽis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por Žl ha dado a
Žste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros.
Andan interpretando bien
el milagro. Pedro ya sabia c—mo manejar
la gloria.
Nada de la gloria
para Žl mismo, pero todo para Cristo.
17) Mas ahora, hermanos, sŽ que por ignorancia lo
habŽis hecho, como tambiŽn vuestros gobernantes.
Ahora, con gran
inteligencia, se empieza a suavizar el mensaje. No los llaman criminales o demonios en carne, sino que, con
todo cari–o, los llaman hermanos.
17) Mas ahora, hermanos, sŽ que por ignorancia lo
habŽis hecho, como tambiŽn vuestros gobernantes.
El pecado es un poco
menos, hecho en la ignorancia.
Pero es aun pecado, y pecado que puede arrastrar te al infierno, si no
llegas a la transformaci—n por el arrepentimiento autentico.
Cristo mismo nos dio este
ejemplo, desde la cruz.
Lucas 23:34 Y Jesśs dec’a: Padre,
perd—nalos, porque no
saben
lo que hacen. Y repartieron entre s’ sus vestidos, echando suertes.
Cristo aqu’ no estaba
perdonando, sino orando por su perd—n, habiendo hecho esto en su
ignorancia. Pero como siempre, si
no haya ninguna transformaci—n por el arrepentimiento, entonces simplemente no
hay perd—n.
18) Pero Dios ha cumplido as’ lo que hab’a antes
anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo hab’a de padecer.
Continuando con sabidur’a,
Pedro relacionaba todo a sus escrituras, y su cosmovisi—n. Los jud’os esperaban un Mes’as militar
que iba a conquistar a los romanos.
Pero hasta sus propias
escrituras hablaban de uno que tendr’a que sufrir, antes que nada.
Isa’as 53:3-5 Despreciado y desechado entre los
hombres,
var—n
de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de Žl el rostro,
fue menospreciado, y no lo estimamos.
Ciertamente
llev— Žl nuestras enfermedades, y sufri— nuestros dolores; y nosotros le
tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
Mas
Žl herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de
nuestra paz fue sobre Žl, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Muchos jud’os, hasta la
fecha, llegan a la fe en Cristo, a la fe verdadera, por este pasaje. Y por esto, aunque es parte de sus
escrituras, se tratan de no leer esa parte en sus sinagogas. Es que han perdido demasiados, segśn
ellos, a nosotros.
Isa’as 53:6-7 Todos nosotros nos descarriamos como
ovejas,
cada
cual se apart— por su camino; mas Jehov‡ carg— en Žl el pecado de todos
nosotros.
Angustiado
Žl, y afligido, no abri— su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como
oveja delante de sus trasquiladores, enmudeci—, y no abri— su boca.
Si solamente han prestado
atenci—n a sus propias escrituras, hubiera sido f‡cil ver, que el Cristo tenia
que sufrir.
19) As’ que, arrepent’os y convert’os, para que sean
borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Se–or tiempos de
refrigerio,
Y ojala, Dios est‡
extendiendo esa invitaci—n a alguien aqu’ hoy d’a, que tiene que tener su vida
transformada.
En poco tiempo estaremos
otra vez en la primavera, y la playa te espera, para tu bautismo publico.
19-20) As’ que, arrepent’os y convert’os, para que
sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Se–or
tiempos de refrigerio, y Žl env’e a Jesucristo, que os fue antes anunciado;
Cristo est‡ dispuesto a
venir a ti, a entrar en tu alma, y empezar el gran proceso de la
transformaci—n. ŔAmen?
21) a quien de cierto es necesario que el cielo
reciba hasta los tiempos de la restauraci—n de todas las cosas, de que habl—
Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.
Cristo no vino para reinar
desde un trono en JerusalŽn, porque su reino est‡ sobre toda la tierra. Su iglesia no es solamente de los jud’os,
sino de la gente de todas partes del mundo.
22-23) Porque MoisŽs dijo a los padres: El Se–or
vuestro Dios os levantar‡ profeta de entre vuestros hermanos, como a m’; a Žl
oirŽis en todas las cosas que os hable; y toda alma que no oiga a aquel
profeta, ser‡ desarraigada del pueblo.
Escuchamos mucho de este
profeta en los estudios del libro de Juan. Cristo era ese profeta, y los que rechazaban a Cristo, iban
a estar cortados del pacto.
Esto era un poco mas ‡cido
para las conciencias. Dios dijo a
AbrahamÉ
GŽnesis 22:18 En tu simiente ser‡n benditas todas las
naciones
de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.
GŽnesis 12:3 BendecirŽ a los que te bendijeren,
y a los que
te
maldijeren maldecirŽ; y ser‡n benditas en ti todas las familias de la tierra.
Cristo fue ese simiente de
Abraham, y los que rechazan a Cristo, aun los del pueblo jud’o, caigan bajo esa
maldici—n.
24) Y todos los profetas desde Samuel en adelante,
cuantos han hablado, tambiŽn han anunciado estos d’as.
Los jud’os, antes de
todos, ten’an acceso al evangelio.
Todo vino a ellos primeramente, aunque no lo merec’an. Pero Dios es fiel a su pacto.
Romanos 1:16 Porque no me avergźenzo del
evangelio, porque
es
poder de Dios para salvaci—n a todo aquel que cree; al jud’o primeramente,
y tambiŽn al griego.
Aun cuando san Pablo
viajaba alrededor del mundo, se fue antes que nada a las sinagogas de los
jud’os. Ellos eran la
prioridad. Pero si se rechazaban
la bendici—n del evangelio, peor para ellos. Veremos enÉ
Hechos 13:46 Entonces Pablo y BernabŽ, hablando con
denuedo,
dijeron:
A
vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra
de Dios; mas puesto que la desech‡is, y no os juzg‡is dignos de la vida eterna,
he aqu’, nos volvemos a los gentiles.
25) Vosotros sois los hijos de los profetas, y del
pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente
ser‡n benditas todas las familias de la tierra.
Las bendiciones eran antes
que nada para ellos. Peor si ellos
continuaban en su corazones duros, serian aplastados por la providencia de
Dios.
26) A vosotros primeramente, Dios, habiendo
levantado a su Hijo, lo envi— para que os bendijese, a fin de que cada uno se
convierta de su maldad.
Por la herencia de Ad‡n,
podemos caer f‡cilmente en la maldad.
Y el śnico remedio de la maldad de nuestra carne, es la sangre de
Cristo.
======================== Observaciones ======================
Quiero cerrar con tres
observaciones sobre este capitulo.
1) Hijos del pacto.
2) Plata y oro
3) Una par‡bola viva
1) Hijos del pacto.
En la gran historia de la
redenci—n, la llamada vino primeramente a los jud’os, como acabamos de
ver. Y era una tragedia par los
que no aprovecharon del mensaje.
Y tenemos algo semejante
en las iglesias. El mensaje viene
antes que nada a los hijos del pacto. Los que han crecido en la fe, reciban toda la informaci—n
sobre el evangelio, y en muchos casos, son ellos que se bautizan.
Pero ser‡ terrible para
los que, despuŽs de toda esa preferencia, se abandonan su herencia, vendiendo
todo por un guisado de lentejas, como el malvado Esaś.
Si terminas as’, hermano,
hermana querida, lo lamentar‡s por toda la eternidad, y tambiŽn causar‡s grandes
tristezas para tus padres.
La observaci—n segunda es
econ—mica, no es precisamente del evangelio, pero es muy relevante a nuestros
tiempos.
2) Plata y oro
Hechos 3:6 Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro,
pero lo
que
tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, lev‡ntate y anda.
Cuando la Biblia habla de
plata y oro, est‡ hablando de dinero.
Porque en la Biblia, el dinero tiene un valor fijo.
Pero lo que tenemos hoy,
realmente ni es dinero. Sea papel,
o las monedas baratas, o peor pulsos electr—nicos en las computadoras, pausa, es un gran enga–o.
Y los gobiernos modernos,
sat‡nicos, pueden destruir tu dinero, con la inflaci—n, haciendo mas y mas
promesas, por beneficios que no puede suplir.
Apartando del dinero
honesto, est‡n causando grandes miserias.
Lo vimos en Zimbabwe, en Africa, en Venezuela, y ahora en Lebanon. Los bancos centrales est‡n robando nos,
y no est‡n nada confiables. Y los
gobiernos ahora, lejos de aprender de los errores de estos pa’ses, andan
copiando les, en su desesperaci—n pandŽmica.
Finalmente, y esto s’ es
sobre el evangelio.
3) Una par‡bola viva
El hombre invalido,
realmente estaba sanado, de su cuerpo, y de su esp’ritu. Pero su historia es tambiŽn como una
par‡bola.
Y hay personas ya, tal vez
aqu’ hoy d’a, que no pueden caminar, con Cristo, porque no han sido
trasformados, aun.
Tal vez, f’sicamente eres
dentro del la iglesia hoy d’a, pero en tu esp’ritu, eres como el pobre afuera,
invalido, como uno que pide limosas espirituales.
Pero quiero decir te, que
hay un poder aqu’ en esta ma–ana, y no es un poder humano, sino sobrenatural,
que quiere decirteÉ
En el nombre de Jesucristo de Nazaret, lev‡ntate y
anda.
Es tiempo de empezar una
vida nueva.
Vamos a orar