6 de noviembre de 20

 

Moscas Molest’simas

ƒxodo 8:1-32

 

 

En el capitulo cinco, cuando MoisŽs empezaba su demanda, el Fara—n fue muy enf‡tico sobre el hecho de que no conoc’a a Jehov‡, y por lo tanto, no ten’an que escuchar los cuantos sobre Žl.

 

ƒxodo 5:1-2 DespuŽs MoisŽs y Aar—n entraron a la presencia de

Fara—n y le dijeron: Jehov‡ el Dios de Israel dice as’: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto.

 

Y Fara—n respondi—: ÀQuiŽn es Jehov‡, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehov‡, ni tampoco dejarŽ ir a Israel.

 

pausa

 

Pero, ahora, pasando por las plagas, poco a poco, ese rey duro estaba aprendiendo, exactamente, quiŽn es Jehov‡.

 

1) Entonces Jehov‡ dijo a MoisŽs: Entra a la presencia de Fara—n y dile: Jehov‡ ha dicho as’: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.

 

Aqu’ hay una expresi—n muy importante, cuando dice Jehov‡ ha dicho as’.  Es que hoy en d’a muchos hermanos se sienten vergŸenza o tienen miedo compartiendo la palabra de Dios.

 

Cuando hablan de las perversiones que atacan a la familia, y el incrŽdulo pide porque deben de escuchar sus opiniones, muchos dicen, pero es mi opini—n, o la familia es importante, o se pongan muy t’midos, cuando deben decir, ÒEst‡ escrito en as’ en la palabra de DiosÓ.  Y hablando as’ con la fortalezca, Dios va a tomar cartas en el asunto.

 

2) Y si no lo quisieres dejar ir, he aqu’ yo castigarŽ con ranas todos tus territorios.

 

Y es normal que si uno quiere desafiar a la autoridad de Dios, habr‡ consecuencias. 

Dios puede venir suavemente en el principio, pero cuando la persona no responde, la presi—n va a subir mas y mas.

 

G‡latas 6:7-8  No os enga–Žis; Dios no puede ser burlado:

pues todo lo que el hombre sembrare, eso tambiŽn segar‡.

 

Porque el que siembra para su carne, de la carne segar‡ corrupci—n; mas el que siembra para el Esp’ritu, del Esp’ritu segar‡ vida eterna.

 

3) Y el r’o criar‡ ranas, las cuales subir‡n y entrar‡n en tu casa, en la c‡mara donde duermes, y sobre tu cama, y en las casas de tus siervos, en tu pueblo, en tus hornos y en tus artesas.

 

Dicen por la historia que los egipcios honraban a las ranas por razones religiosas y supersticiosas, pero ahora se van a cansar se r‡pidamente de su presencia.

 

Cerca de mi casa, en la primavera, se puede o’r a las ranas, cantando en la noche, pero est‡n lejos, en la barranca.

 

Pero imag’nate la apariencia de muchas ranas en tu cocina, en el ba–o, y hasta en tu cama, debajo de la almohada.  Seria una gran molestia.

 

4) Y las ranas subir‡n sobre ti, sobre tu pueblo, y sobre todos tus siervos.

 

Hay que notar que esa plaga vino con una advertencia, pero no ser‡ siempre as’, si ese rey arrogante no quiere escuchar.

 

5-6) Y Jehov‡ dijo a MoisŽs: Di a Aar—n: Extiende tu mano con tu vara sobre los r’os, arroyos y estanques, para que haga subir ranas sobre la tierra de Egipto.  Entonces Aar—n extendi— su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron ranas que cubrieron la tierra de Egipto.

 

Los egipcios acaban de perder tiempo buscando agua, cuando el r’o se convert’a en sangre, y ahora ten’an que soportar otra gran molestia.

 

Es que d’a tras d’a, su rey daba la impresi—n de que no tenia el control, sobre todo, como antes.

 

7) Y los hechiceros hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron venir ranas sobre la tierra de Egipto.

 

Estos hechiceros son cada vez mas inœtiles.  Nadie necesitaba mas ranas, sino menos.   ÀEs que no pudieron estos hombres del diablo hacer nada practico?

 

8) Entonces Fara—n llam— a MoisŽs y a Aar—n, y les dijo: Orad a Jehov‡ para que quite las ranas de m’ y de mi pueblo, y dejarŽ ir a tu pueblo para que ofrezca sacrificios a Jehov‡.

 

ÀPero Fara—n, no dijisteis hace poco que no conoc’a a Jehov‡, y por lo tanto no tenia que escuchar sus demandas?  pausa

 

Es que poco a poco las cosas est‡n cambiando.

 

Y ahora, milagro de milagro, el Fara—n se cree en la oraci—n.  Claro Žl mismo no ora a Dios, sino que se ora a MoisŽs, porque como hemos aprendido, MoisŽs era ya un dios para Žl.

 

9-10) Y dijo MoisŽs a Fara—n: D’gnate indicarme cu‡ndo debo orar por ti, por tus siervos y por tu pueblo, para que las ranas sean quitadas de ti y de tus casas, y que solamente queden en el r’o.  Y Žl dijo: Ma–ana. Y MoisŽs respondi—: Se har‡ conforme a tu palabra, para que conozcas que no hay como Jehov‡ nuestro Dios.

 

Muchos preguntan aqu’ ÀporquŽ el rey ped’a una noche mas con las ranas?

 

Es porque si se fueron antes, Žl no estar’a en nada de deuda con ni MoisŽs, ni con su Dios, sino que se iban a irse naturalmente.

 

11) Y las ranas se ir‡n de ti, y de tus casas, de tus siervos y de tu pueblo, y solamente quedar‡n en el r’o.

 

Es que el rey de Egipto tenia que aprender que Žl no era el dios de Egipto, y que Žl no tenia control, realmente sobre lo que estaba pasando ya en Egipto.

 

12-13) Entonces salieron MoisŽs y Aar—n de la presencia de Fara—n. Y clam— MoisŽs a Jehov‡ tocante a las ranas que hab’a mandado a Fara—n.  E hizo Jehov‡ conforme a la palabra de MoisŽs, y murieron las ranas de las casas, de los cortijos y de los campos.

 

Es que no solamente no se fueron antes, sino que no se fueron, sino que se murieron.

 

Y otra vez, el pueblo Egipcio, tenia la molestia de limpiar el desastre.  Evidencia de que el rey no estaba manejando bien los asuntos del pa’s.

 

14) Y las juntaron en montones, y apestaba la tierra.

 

Empezamos viendo el pueblo de Dios sufriendo la molestia de hacer ladrillos sin paja, y gastando su tiempo y su energ’a buscando la paja en todos lados, pero ahora son los egipcios que sufran las molestias constantes.

 

15) Pero viendo Fara—n que le hab’an dado reposo, endureci— su coraz—n y no los escuch—, como Jehov‡ lo hab’a dicho.

 

Esto ahora era normal.  A veces nada es muy f‡cil cuando somos los guerreros de Dios.  Pero con Dios a nuestro lado, andamos ganando.

 

16) Entonces Jehov‡ dijo a MoisŽs: Di a Aar—n: Extiende tu vara y golpea el polvo de la tierra, para que se vuelva piojos por todo el pa’s de Egipto.

 

Ahora, tenemos una plaga sin advertencia.  Solamente viene respondiendo a necedad del rey.

 

Dicen que los Egipcios eran un pueblo muy limpio, y por esto no se llevaban el pelo muy largo.  Es que no se pudieron soportar la molestia de tener los piojos viviendo en su pelo.

 

Pero su gran Fara—n, ya ha comprado mucha nueva molestia para ellos.

 

17) Y ellos lo hicieron as’; y Aar—n extendi— su mano con su vara, y golpe— el polvo de la tierra, el cual se volvi— piojos, as’ en los hombres como en las bestias; todo el polvo de la tierra se volvi— piojos en todo el pa’s de Egipto.

 

Esta era una forma mas grade de milagro, actualmente convirtiendo el polvo en los insectos molest’simos.  Y esto era algo no tan f‡cil para los hombres del diablo.

 

18) Y los hechiceros hicieron as’ tambiŽn, para sacar piojos con sus encantamientos; pero no pudieron. Y hubo piojos tanto en los hombres como en las bestias.

Los hechiceros ya estaban llegando al limite de sus poderes, y por lo tanto el rey, finalmente, no va a confiar tanto en ellos.

 

Es que esto era ya mas all‡, de los trucos normales del maligno.

 

19) Entonces los hechiceros dijeron a Fara—n: Dedo de Dios es Žste. Mas el coraz—n de Fara—n se endureci—, y no los escuch—, como Jehov‡ lo hab’a dicho.

 

En muchas partes de las escrituras, se hablan del Òdedo de DiosÓ.  Metaf—ricamente dice que los diez mandamientos fueron escritos por Òel dedo de DiosÓ.

 

Y en el caso de la mujer atrapada en el adulterio, en el libro de Juan, Cristo estaba escribiendo en la tierra, con su dedo.  Hay mucho simbolismo aqu’.

 

20) Jehov‡ dijo a MoisŽs: Lev‡ntate de ma–ana y ponte delante de Fara—n, he aqu’ Žl sale al r’o; y dile: Jehov‡ ha dicho as’: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.

 

Otra vez, el ganador habla as’, ÒJehov‡ ha dichoÓ, o Òas’ dice la palabra de DiosÓ.  Si es solamente nuestra opini—n, entonces no tiene nada de autoridad.

 

Pero proclamando la pura palabra de Dios, vamos a ganar.

 

21) Porque si no dejas ir a mi pueblo, he aqu’ yo enviarŽ sobre ti, sobre tus siervos, sobre tu pueblo y sobre tus casas toda clase de moscas; y las casas de los egipcios se llenar‡n de toda clase de moscas, y asimismo la tierra donde ellos estŽn.

 

Otra vez, la plaga viene con una amonestaci—n antes.  Que es la prueba de que Dios es misericordioso.

 

Y hermanos, muchos estaban aprendiendo por todo esto.  No solamente el Fara—n, sino muchos otros estaban aprendiendo del Dios verdadero.

 

Es posible que algunos de los Egipcios ya estaban llegando a la fe verdadera.

 

Y muchos de los hebreos, ya estaban casi pensando como los paganos. 

Es que viviendo entre los mundanos por tanto tiempo se pensaban como los mundanos en muchos casos, como pasa a veces en las iglesias modernas.

 

Y vimos en las semanas pasadas, que hasta la gente en otros pa’ses estaban aprendiendo por medio de estas grandes acontecimientos.

 

22) Y aquel d’a yo apartarŽ la tierra de GosŽn, en la cual habita mi pueblo, para que ninguna clase de moscas haya en ella, a fin de que sepas que yo soy Jehov‡ en medio de la tierra.

 

Aqu’ hay un punto muy importante.  Mas y mas Dios va a decir que quiere mostrar una diferencia entre su pueblo y los Egipcios.

 

El pueblo de Dios estar‡ bajo su protecci—n, y los egipcios estar‡n bajo una maldici—n.

 

Y esa es la raz—n de que necesitamos cierta separaci—n del mundo, porque Dios no quiere a juzgar su pueblo, con los malvados.

 

23) Y yo pondrŽ redenci—n entre mi pueblo y el tuyo. Ma–ana ser‡ esta se–al.

 

Esta es la gran separaci—n que vimos desde el tercer capitulo de GŽnesis, cuando Dios hablaba con el serpiente.

 

GŽnesis 3:14-15 Y Jehov‡ Dios dijo a la serpiente: Por

cuanto esto hiciste, maldita ser‡s entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andar‡s, y polvo comer‡s todos los d’as de tu vida.

 

Y pondrŽ enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; Žsta te herir‡ en la cabeza, y tœ le herir‡s en el calca–ar.

 

Es que no todos son, autom‡ticamente, entre los hijos de Dios.

 

 

 

1 Juan 3:10    En esto se manifiestan los hijos de Dios, y

los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.

 

24) Y Jehov‡ lo hizo as’, y vino toda clase de moscas molest’simas sobre la casa de Fara—n, sobre las casas de sus siervos, y sobre todo el pa’s de Egipto; y la tierra fue corrompida a causa de ellas.

 

Para un pueblo conocido por su deseo de vivir en la limpieza, fue una pesadilla tener moscas en todos lados, hasta en la comida, y tratando de entrar en tu boca.

 

Y entre estas estaban moscas que picaban, y hasta sacaban sangre.

 

25) Entonces Fara—n llam— a MoisŽs y a Aar—n, y les dijo: Andad, ofreced sacrificio a vuestro Dios en la tierra.

 

Ahora el rey ni se llamaba a sus hechiceros.  Eran inœtiles.

 

Pero estaba ya dispuestos a negociar con Dios. 

 

Dice que se pudieron hacer sus sacrificios, pero no saliendo de Egipto.

 

Y esto es como el diablo con los Cristianos muy nuevos.  Dice as’.

 

ÒBueno, si quieres ser Cristiano, est‡ bien, pero no puedes ir muy lejos, despuŽs de todo eres m’o, pero si quieres un poquito de la religi—n, adelanteÓ.

 

26) Y MoisŽs respondi—: No conviene que hagamos as’, porque ofrecer’amos a Jehov‡ nuestro Dios la abominaci—n de los egipcios. He aqu’, si sacrific‡ramos la abominaci—n de los egipcios delante de ellos, Àno nos apedrear’an?

 

El Fara—n, sabia que seria un desastre, pero no deseaba dejar los ir.  Si salieron seria una gran perdida econ—mica, seria una gran evidencia de su derrota.

 

27) Camino de tres d’as iremos por el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehov‡ nuestro Dios, como Žl nos dir‡.

 

MoisŽs ahora, no estaba rogando, sino que estaba ordenando.

28) Dijo Fara—n: Yo os dejarŽ ir para que ofrezc‡is sacrificios a Jehov‡ vuestro Dios en el desierto, con tal que no vay‡is m‡s lejos; orad por m’.

 

Y el diablo puede decir el mismo a ti.  Puedes ser Cristiano, pero no puedes ir te muy lejos, sirviendo bien al Se–or, porque despuŽs de todo, eres m’o.

 

Pero Dios no entra en negociaciones con el diablo.

 

29) Y respondi— MoisŽs: He aqu’, al salir yo de tu presencia, rogarŽ a Jehov‡ que las diversas clases de moscas se vayan de Fara—n, y de sus siervos, y de su pueblo ma–ana; con tal que Fara—n no falte m‡s, no dejando ir al pueblo a dar sacrificio a Jehov‡.

 

Nada estaba mejorando para el Fara—n, y aun menos para el pueblo egipcio.

 

Dios ha empleado cosas peque–as, que pudieron presentar una gran molestia.

 

Pero si el rey no se arrepiente, de veras, y muy pronto, Dios va a emplear cosas mas formidables, en sus plagas.

 

30-31) Entonces MoisŽs sali— de la presencia de Fara—n, y or— a Jehov‡. Y Jehov‡ hizo conforme a la palabra de MoisŽs, y quit— todas aquellas moscas de Fara—n, de sus siervos y de su pueblo, sin que quedara una.

 

Por lo menos, todo el mundo, los hebreos, los Egipcios, y hasta el rey mismo, estaban aprendiendo algo del valor de la oraci—n.  ÀY tu?

 

32) Mas Fara—n endureci— aun esta vez su coraz—n, y no dej— ir al pueblo.

 

Ahora es evidente que Dios tiene que aplicar medidas mas severas, para convencer a todos, que ese rey, anda perdiendo.

 

========================== Aplicaci—n =======================

 

El prop—sito de salir de Egipto no era solamente para encontrar la libertad, sino que era para adorar a Dios.

 

Y esto no se pudiera hacer mezclando se con los Egipcios, seria una abominaci—n.

Y veremos mas y mas que Dios anuncia que se hace una diferencia ente los Egipcios y su pueblo.

 

Y para nosotros esto es la diferencia entre los hermanos, y los del mundo.

 

Mas tarde veremos en la noche de la pascuaÉ

 

ƒxodo 11:7 Pero contra todos los hijos de Israel, desde

el hombre hasta la bestia, ni un perro mover‡ su lengua, para que sep‡is que Jehov‡ hace diferencia entre los egipcios y los israelitas.

 

Y es el mismo en el nuevo testamento.  Dios quiere ver algo de diferencia entre nosotros y los del mundo.

 

2 Corintios 6:14-17  No os un‡is en yugo desigual con los

incrŽdulos; porque ÀquŽ compa–erismo tiene la justicia con la injusticia? ÀY quŽ comuni—n la luz con las tinieblas?

 

ÀY quŽ concordia Cristo con Belial? ÀO quŽ parte el creyente con el incrŽdulo?

 

ÀY quŽ acuerdo hay entre el templo de Dios y los ’dolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo:

 

    HabitarŽ y andarŽ entre ellos,

    Y serŽ su Dios, 

    Y ellos ser‡n mi pueblo.

 

7 Por lo cual,

    Salid de en medio de ellos, y

    apartaos, dice el Se–or,

    Y no toquŽis lo inmundo;

    Y yo os recibirŽ.

 

Y si tu quieres aprender a vivir con la separaci—n adecuada, del mundo y sus influencias corrompidas, puedes pasar en unos momentos y oraremos contigo.

 

Vamos a Orar