1 de noviembre de 20

 

Fortaleciendo A Los DŽbiles

Juan 20:1-31

 

En el ultimo capitulo, Cristo realmente cumpli— su gran tarea cuando dijo enÉ

 

Juan 19:30 Consumado es.

 

Era ya el gran campe—n del universo que ha destruido el imperio que el diablo ha sido manteniendo.

 

Hebreos 2:14   As’ que, por cuanto los hijos participaron de

carne y sangre, Žl tambiŽn particip— de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que ten’a el imperio de la muerte, esto es, al diablo.

 

Ya que la victoria ha sido ganada, eran tiempos de gran celebraci—n en los cielos.   Cristo pudo f‡cilmente subir a su trono al lado del Padre, para observar como todo esto iba a cambiar el mundo.

 

Hebreos 10:11-13     Y ciertamente todo sacerdote est‡ d’a

tras d’a ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ah’ en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies.

 

Se pudo ya, subir para descansar, y mandar al Esp’ritu Santo para llevar acabo el domino de la justicia en el mundo.

 

pausa

 

Pero no lo hizo, sino que se quedaba con su iglesia amada, por un rato.  Es que aunque en los cielos, todos estaban celebrando, en su iglesia hab’a llanto, y pura confusi—n.

 

1) El primer d’a de la semana, Mar’a Magdalena fue de ma–ana, siendo aśn oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro.

Una cosa cierta que sabemos de Mar’a Magdalena, es el hecho de que Cristo echaba siete demonios de ella.  Esa Mar’a sabia quŽ era vivir en las garras del maligno, sin esperanza de escapar.  Pero ahora, ella estaba transformada, y llena de la devoci—n por su redentor.

 

2) Entonces corri—, y fue a Sim—n Pedro y al otro disc’pulo, aquel al que amaba Jesśs, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Se–or, y no sabemos d—nde le han puesto.

 

Ahora con esto, te puedes ver algo de debilidad.  Es que entre los disc’pulos, ni se esperaban la resurrecci—n. pausa

 

Pero Cristo les ense–aba esto mucho, y hasta los enemigos estaban enterado de esta ense–anza.

 

Mateo 16:21    Desde entonces comenz— Jesśs a declarar a sus

disc’pulos que le era necesario ir a JerusalŽn y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer d’a.

 

Y entre los enemigosÉ

 

Mateo 27:62-64 Al d’a siguiente, que es despuŽs de la

preparaci—n, se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante Pilato,  diciendo: Se–or, nos acordamos que aquel enga–ador dijo, viviendo aśn: DespuŽs de tres d’as resucitarŽ.

 

Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer d’a, no sea que vengan sus disc’pulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucit— de entre los muertos. Y ser‡ el postrer error peor que el primero.

 

As’ que todo el mundo sabia de esa ense–anza de la resurrecci—n en el tercer d’a, pausa, pero parece como que sus disc’pulos simplemente no cre’an esto.

 

TambiŽn se ve esa falta de fe en el libro deÉ

 

Lucas 24:17-23 Y les dijo: ŔQuŽ pl‡ticas son estas que tenŽis

entre vosotros mientras camin‡is, y por quŽ est‡is tristes?

 

 

Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ŔEres tś el śnico forastero en JerusalŽn que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos d’as?

 

Entonces Žl les dijo: ŔQuŽ cosas? Y ellos le dijeron: De Jesśs nazareno, que fue var—n profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y c—mo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron.

 

Pero nosotros esper‡bamos que Žl era el que hab’a de redimir a Israel; y ahora, adem‡s de todo esto, hoy es ya el tercer d’a que esto ha acontecido.

 

Aunque tambiŽn nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las que antes del d’a fueron al sepulcro; y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que tambiŽn hab’an visto visi—n de ‡ngeles, quienes dijeron que Žl vive.

 

Estos disc’pulos en el camino de Emaus, actualmente ten’an reportes de la tumba vac’a, pero tristemente, su fe estaba acabada.

 

3-4) Y salieron Pedro y el otro disc’pulo, y fueron al sepulcro.  Corr’an los dos juntos; pero el otro disc’pulo corri— m‡s aprisa que Pedro, y lleg— primero al sepulcro.

 

Pedro no pudo correr tan r‡pido.  Tal vez porque su conciencia aun estaba doliendo, habiendo negado a Cristo tres veces, y no sabia si iba a estar fuertemente reprendido.

 

5) Y baj‡ndose a mirar, vio los lienzos puestos all’, pero no entr—.

 

La ropa de Cristo estaba, pero si alguien hab’a robado el cuerpo, no lo llevar’a sin la ropa, y seguramente en su  prisa, se dejar’a todo en un desorden.

 

6-7) Luego lleg— Sim—n Pedro tras Žl, y entr— en el sepulcro, y vio los lienzos puestos all’, y el sudario, que hab’a estado sobre la cabeza de Jesśs, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte.

Algo estaba muy extra–o, pero aun no sab’an quŽ concluir.

 

8) Entonces entr— tambiŽn el otro disc’pulo, que hab’a venido primero al sepulcro; y vio, y crey—.

 

Bueno, Juan era el primero, que finalmente entend’a que todo era cierto, que Cristo ha resucitado de los muertos.

 

9) Porque aśn no hab’an entendido la Escritura, que era necesario que Žl resucitase de los muertos.

 

Es que los hermanos simplemente no han aprendido.  Y por esto estaban en el llanto y en la confusi—n, cuando deber’an de estar gozosos.

 

Y esto puede pasar entre nosotros tambiŽn, cuando no tenemos un entendimiento s—lido de las escrituras.  Podemos estar tristes, cuando debemos de estar regocijando nos.

 

10-11) Y volvieron los disc’pulos a los suyos.  Pero Mar’a estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclin— para mirar dentro del sepulcro;

 

Aun la muy devotada, Mar’a Magdalena, estaba llorando durante el momento que llamaba por la mas rica felicidad.

 

Es por esto, que Cristo se quedaba cerca, deseaba fortalecer a los dŽbiles.

 

10-12) Y volvieron los disc’pulos a los suyos.  Pero Mar’a estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclin— para mirar dentro del sepulcro; y vio a dos ‡ngeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesśs hab’a sido puesto.

 

Hasta los ‡ngeles estaban all’ para ayudar a los primeros hermanos de la fe, de salir de su tristeza para actualmente entender lo que estaba pasando.

 

13) Y le dijeron: Mujer, Ŕpor quŽ lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Se–or, y no sŽ d—nde le han puesto.

 

Era una buena pregunta, Ŕpor quŽ lloras?  No era el momento de llorar, cuando gran parte del universo deseaba gritar por la victoria sobre la muerte, y la destrucci—n del imperio de Satan‡s.  Los siete demonios que Cristo echaba de ella, deben de estar llorando.  Pero no ella.

14-15) Cuando hab’a dicho esto, se volvi—, y vio a Jesśs que estaba all’; mas no sab’a que era Jesśs.  Jesśs le dijo: Mujer, Ŕpor quŽ lloras? ŔA quiŽn buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Se–or, si tś lo has llevado, dime d—nde lo has puesto, y yo lo llevarŽ.

 

Ella estaba pensando que tal vez, este jardinero pensaba que la tumba nueva era demasiada buena para ese criminal, Jesśs, o que tal vez JosŽ el rico que prestaba la tumba a Cristo, ha cambiado su manera de pensar.

 

Pero jam‡s entraba en su mente, las palabras de Cristo de que iba a resucitar se al tercer d’a.

 

16) Jesśs le dijo: !!Mar’a! VolviŽndose ella, le dijo: !!Raboni! (que quiere decir, Maestro).

 

Cristo se quedaba all’, en vez de subir a las celebraciones de arriba, porque en amor, deseaba fortalecer a los dŽbiles.

 

17) Jesśs le dijo: No me toques, porque aśn no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.

 

Es que Cristo no quer’a dar la impresi—n de que todo iba a regresar como era antes.  No, Cristo iba a subir.  Su lugar era y es ya a la diestra de Dios, esperando hasta que todos sus enemigos sean postrados a sus pies.

 

Pero no pudo irse aun, porque sus disc’pulos aun eran dŽbiles.

 

18) Fue entonces Mar’a Magdalena para dar a los disc’pulos las nuevas de que hab’a visto al Se–or, y que Žl le hab’a dicho estas cosas.

 

Muy interesante que Cristo se revelaba antes que nada a una mujer, y a una mujer que ha sido pose’da por siete demonios.

 

Pero eran las mujeres, en su valent’a que se quedaban con Žl, al pie de la cruz, hasta sus śltimos momentos de vida. ŔAmen?

 

19) Cuando lleg— la noche de aquel mismo d’a, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los disc’pulos estaban reunidos por miedo de los jud’os, vino Jesśs, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros.

 

 

Aqu’ hay un Žnfasis en el primer d’a de la semana.  Porque as’ empezamos a reunir, no en s‡bado sino en e; domingo.

Desde el principio de la iglesia, era as’, para dar respeto a la resurrecci—n.

 

19) Cuando lleg— la noche de aquel mismo d’a, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los disc’pulos estaban reunidos por miedo de los jud’os, vino Jesśs, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros.

 

Las puertas estaban cerradas por su temor.  Es que no ten’an nada de paz, y por esto Cristo vino a ellos diciendo paz a vosotros.

 

20) Y cuando les hubo dicho esto, les mostr— las manos y el costado. Y los disc’pulos se regocijaron viendo al Se–or.

 

Fue correcto quedar se con los heridos, aunque ya no hab’a dolor, pero era necesario probar que fue el mismo cuerpo, que resucito.  No era un Ňcuerpo nuevoÓ, como algunos modernos hablan, sino que era el mismo cuerpo, pero glorificado.

 

21) Entonces Jesśs les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envi— el Padre, as’ tambiŽn yo os env’o.

 

Ahora, realmente estaba fortaleciendo a los dŽbiles, y ojala, tu tambiŽn puedes estar fortalecido escuchando todo esto.

 

Cristo no iba a gobernar desde un trono en JerusalŽn, sino que su trono era al lado del Padre, y los de la iglesia ten’an que aprender a expandir y a gobernar la iglesia en el mundo.

 

Ellos estaban enviados, no para expiar por el pecado, como Cristo, sino para proclamar el evangelio de poder.  Y tu y yo somos la continuaci—n de esto. ŔAmen?

 

22) Y habiendo dicho esto, sopl—, y les dijo: Recibid el Esp’ritu Santo.

 

En el principio, Dios soplaba la vida en Ad‡n.

 

GŽnesis 2:7-8  Entonces Jehov‡ Dios form— al hombre del polvo

de la tierra, y sopl— en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.

Y Jehov‡ Dios plant— un huerto en EdŽn, al oriente; y puso all’ al hombre que hab’a formado.

Y aqu’ Cristo soplaba dando nueva vida, por el Esp’ritu Santo para avanzar la nueva creaci—n, por medio de nuevas creaturas.

 

2 Corintios 5:17     De modo que si alguno est‡ en Cristo,

nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aqu’ todas son hechas nuevas.

 

Y tu y yo, hermanos, hermanas, j—venes, somos la continuaci—n de todo esto.  Y si estamos dŽbiles, debemos de estar fortalecidos por toda esa gran historia.

 

23) A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos.

 

Cristo dio a los ancianos de la iglesia, una autoridad autentica.  Esto se ve claramente en el libro de Mateo.

 

Mateo 18:15-18 Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y

reprŽndele estando tś y Žl solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.

 

Mas si no te oyere, toma aśn contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra.

 

Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.

 

De cierto os digo que todo lo que atŽis en la tierra, ser‡ atado en el cielo; y todo lo que desatŽis en la tierra, ser‡ desatado en el cielo.

 

Esto quiere decir que si los ancianos sigan estos pasos, y si se terminan, echando a alguien de la iglesia porque esa persona simplemente no quiere reconciliar se con su hermano,

entonces Cristo estar‡ detr‡s de ellos diciendo:  ÁAmen!

 

24) Pero Tom‡s, uno de los doce, llamado D’dimo, no estaba con ellos cuando Jesśs vino.

 

Simplemente no sabemos porque Tom‡s no estaba.  Tal vez no pudo venir porque su hogar estaba bajo vigilancia.  O tal vez estabas perdiendo su fe, o su animo por todo lo que estaba pasando.  Tal vez Žl mismo ayudaba en bajar Cristo de la cruz.

25) Le dijeron, pues, los otros disc’pulos: Al Se–or hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la se–al de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creerŽ.

 

Esto fue un gran error de su parte.  Seria mucho mejor simplemente confiar en la palabra de Dios.

 

Hebreos 11:1   Es, pues, la fe la certeza de lo que se

espera, la convicci—n de lo que no se ve.

 

La fe es de lo que no se ve, pero Tom‡s dijo que tenia que ver.

 

2 Corintios 5:7 (porque por fe andamos, no por vista);

 

Pero Cristo estaba quedando se, en la tierra por amor.  La iglesia, despuŽs de todo es su novia.

 

Se tenia todo derecho de rega–ar a Tom‡s muy fuertemente por esto, pero en vez de estoÉ

 

26) Ocho d’as despuŽs, estaban otra vez sus disc’pulos dentro, y con ellos Tom‡s. Lleg— Jesśs, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.

 

Esta vez, Tom‡s estaba con ellos.  Es que se aprend’a que puede ser un poco costoso perder mucho los servicios de la iglesia.  ŔAmen?

 

27) Luego dijo a Tom‡s: Pon aqu’ tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y mŽtela en mi costado; y no seas incrŽdulo, sino creyente.

 

Cristo no se quedaba en la tierra para reprender la debilidad de sus disc’pulos, no, estaba all’ para fortalecer a los dŽbiles.

 

27-28) Luego dijo a Tom‡s: Pon aqu’ tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y mŽtela en mi costado; y no seas incrŽdulo, sino creyente.  Entonces Tom‡s respondi— y le dijo: !!Se–or m’o, y Dios m’o!

 

Ahora, no se dudaba mas.  Ahora estaba su fe estable fortalecida y hasta llamaba a Cristo, Dios.  Y si Cristo no era Dios, seria su obligaci—n, corregir a Tom‡s.  Pero no lo hizo, porque la deidad de Cristo ya estaba bien establecida.

 

29) Jesśs le dijo: Porque me has visto, Tom‡s, cre’ste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.

 

Bueno, tal vez hab’a un poquito de rega–o, pero era muy suave.

 

Y Cristo aqu’ estaba hablando de ti, que has cre’do por la palabra, y no tenias que ver la persona de Cristo en frente de tus ojos.

 

Y esa fe, era el principio de tu salvaci—n.

 

Juan 3:16 Porque de tal manera am— Dios al mundo, que ha dado

a su Hijo unigŽnito, para que todo aquel que en Žl cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

 

30-31) Hizo adem‡s Jesśs muchas otras se–ales en presencia de sus disc’pulos, las cuales no est‡n escritas en este libro.

Pero Žstas se han escrito para que cre‡is que Jesśs es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, teng‡is vida en su nombre.

 

Cristo pasaba mas tiempo en la tierra, antes de subir finalmente para fortalecer a sus disc’pulos dŽbiles, y Cristo dejaba todo esto en las escrituras, para fortalecer a ti.

 

========================= Doctrina =========================

Tenemos que entender que la resurrecci—n de Cristo era completamente necear’a para sellar nuestra salvaci—n.  Y es parte de lo que celebramos en la Santa Cena.  Hablando de Cristo Pablo dijoÉ

 

Romanos 4:25   El cual fue entregado por nuestras

transgresiones, y resucitado para nuestra justificaci—n.

 

La resurrecci—n produc’a tu justificaci—n, porque por la resurrecci—n, Dios confirmaba que se recibi— el precio completo de tus pecados, en el sacrificio de Cristo.

 

Y en unos momentos, tomaremos la Santa Cena, unas de las pocas cosas que Dios nos ha dado que s’ es visible, y puedes confirmar con tus ojos, con tu boca, lo que Cristo ha hecho para ti.

 

Y si es tu deseo, caminar como uno que ya no es dŽbil, sino firme, fortalecido en la fe, puedes pasar en unos momentos y oraremos contigo.      Vamos a orar