25 de octubre de 20

 

El Precio De Tu Reconciliaci—n

Juan 19:1-42

 

En la fe evangŽlica, el coraz—n de la buena nueva, es la realidad de que te puedes recibir tu salvaci—n, gratuitamente.  No es algo que tu puedes comprar ni con tus obras ni con tus oraciones.  Es don de Dios para que nadie se glor’e.

 

Efesios 2:8-9  Porque por gracia sois salvos por medio de la

fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se glor’e.

 

Tito 3:5  Nos salv—, no por obras de justicia que nosotros

hubiŽramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneraci—n y por la renovaci—n en el Esp’ritu Santo.

 

El don gratuito es la esencia de la buena nueva, pero algunos pueden creer que si no cuesta nada, no puede ser de gran valor tampoco.  pausa  Pero aunque la salvaci—n es gratuita para ti, era sumamente costoso para Cristo.  Y esto veremos en el estudio de hoy.

 

1) As’ que, entonces tom— Pilato a Jesśs, y le azot—.

 

Hemos visto y veremos mas que Pilato estaba convencido de la inocencia de Cristo, que fue llevado a Žl por envidia.  Pero aunque estaba inocente, Pilato empezaba a castigar lo.

 

Se pensaba que, tal vez con este pecado, peque–o en sus ojos, se pudo evitar un pecado mas grande de su ejecuci—n.  Pero en muchos casos, es el pecado peque–o que te lleva al pecado mas grande.

 

2-3) Y los soldados entretejieron una corona de espinas, y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron con un manto de pśrpura; y le dec’an: !!Salve, Rey de los jud’os! y le daban de bofetadas.

 

Las espinas representaban la maldici—n, cuando salieron de edŽn Ad‡n y Eva, las espinas nos hicieron la agricultura mas dif’cil.

 

Y estos soldados que burlaban del Rey, Jesśs, son como Cristianos que supuestamente honran al rey con sus bocas, pero andan bofeteando lo, con sus pecados groseros.

 

4) Entonces Pilato sali— otra vez, y les dijo: Mirad, os lo traigo fuera, para que entend‡is que ningśn delito hallo en Žl.

 

Como dije, Pilato deseaba calmar esa brutalidad de los lideres de los jud’os, mostrando les a Cristo humillado y cubierto de sangre por los azotes, que pudieron sacar partes de la carne, hasta exponiendo los huesos.

 

5) Y sali— Jesśs, llevando la corona de espinas y el manto de pśrpura. Y Pilato les dijo: !!He aqu’ el hombre!

 

Dijo esto burlando de ellos.  Como que estaba diciendo que ese hombre patŽtico, es lo mejor que ustedes pueden producir como rey.

 

6) Cuando le vieron los principales sacerdotes y los alguaciles, dieron voces, diciendo: !!Crucif’cale! !!Crucif’cale! Pilato les dijo: Tomadle vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo delito en Žl.

 

Estos castigos primeros, no eran suficientes para calmar la sed urgente que los jud’os ten’an por la sangre de Cristo.

 

Y Pilato estaba otra vez burlando de ellos, porque ellos no ten’an la autoridad de crucificar a nadie.  Y para cumplir las profec’as, la crucifixi—n era la śnica manera en que Cristo pudo estar matado.

 

7) Los jud’os le respondieron: Nosotros tenemos una ley, y segśn nuestra ley debe morir, porque se hizo a s’ mismo Hijo de Dios.

 

A Pilato, realmente no le interesaba sus leyes, pero esto de decir que era Hijo de Dios, le intensific— su miedo.  Sabia que Cristo no era como otros hombres, y hasta estaba impresionado con Žl.

 

Es mas, en otros evangelio dice que su esposa tenia sue–os de esto, hasta pesadillas, sobre la inocencia de Cristo.

 

 

 

 

Mateo 27:19    Y estando Žl sentado en el tribunal,

su mujer le mand— decir: No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sue–os por causa de Žl.

 

Y hasta uno de los malhechores, crucificado a su lado dijo el mismo.

 

Lucas 23:40-41 Respondiendo el otro, le reprendi—, diciendo:

ŔNi aun temes tś a Dios, estando en la misma condenaci—n?

 

Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas Žste ningśn mal hizo.

 

Todo el mundo sabia que Cristo era inocente, y para su propia reputaci—n, Pilato no deseaba matar lo.

 

7-8) Los jud’os le respondieron: Nosotros tenemos una ley, y segśn nuestra ley debe morir, porque se hizo a s’ mismo Hijo de Dios.  Cuando Pilato oy— decir esto, tuvo m‡s miedo.

 

Pilato tenia miedo, mucho miedo, y los jud’os lo sabia, y ten’an que darle mas miedo, con otras amenazas.

 

9-10) Y entr— otra vez en el pretorio, y dijo a Jesśs: ŔDe d—nde eres tś? Mas Jesśs no le dio respuesta.  Entonces le dijo Pilato: ŔA m’ no me hablas? ŔNo sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte?

 

La primera vez Cristo no respond’a, porque Pilato estaba mostrando su orgullo, y su prepotencia.  Pero ahora va a responder.

 

11) Respondi— Jesśs: Ninguna autoridad tendr’as contra m’, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene.

 

Pilato era culpable pero An‡s, el sumo sacerdote era mas culpable.  Pilato era culpable de azotar el inocente, pero Judas era mas culpable porque tenia mas luz.

 

Y su tu tienes mucha luz sobre la identidad de Cristo y si tu tambiŽn rechazas al Rey.  Tu tambiŽn estar‡s en la categor’a de uno que es mas culpable.

 

12) Desde entonces procuraba Pilato soltarle; pero los jud’os daban voces, diciendo: Si a Žste sueltas, no eres amigo de CŽsar; todo el que se hace rey, a CŽsar se opone.

 

Esto era para llenar Pilato con otra forma de miedo.  Estos jud’os eran muy astutos, porque su Padre era el diablo.  Y esto no es mi opini—n, sino que es lo que Cristo dijo de ellos en el capitulo ocho.

 

13) Entonces Pilato, oyendo esto, llev— fuera a Jesśs, y se sent— en el tribunal en el lugar llamado el Enlosado, y en hebreo Gabata.

 

Ya estaba en el lugar formal de los juicios, a lo mejor se llevaba su tunica formal para dar la sentencia, y grabar todo en los archivos.

 

14) Era la preparaci—n de la pascua, y como la hora sexta. Entonces dijo a los jud’os: !!He aqu’ vuestro Rey!

 

Era casi la pascua, pero lo que muchos no pudieron ver, siendo ciegos, es que Cristo mismo era el sacrificio de la pascua. 

 

Se deseaban acabar r‡pidamente para regresar a sus ritos, pero Cristo era la esencia de sus ritos.  Hermano tu reconciliaci—n era muy cara para Cristo, y esa torpeza de los jud’os tambiŽn iba a costar les muy caro.

 

14) Era la preparaci—n de la pascua, y como la hora sexta. Entonces dijo a los jud’os: !!He aqu’ vuestro Rey!

 

Otra vez Plateo estaba burlando de ellos.  Esto es tu rey, mira lo.   Es lo mejor que ustedes pueden producir para acabar con el domino romano.

 

15) Pero ellos gritaron: !!Fuera, fuera, crucif’cale! Pilato les dijo: ŔA vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos m‡s rey que CŽsar.

 

Con esto, los lideres de los jud’os, representando a todos, estaban rechazando a Cristo, rotundamente.  Y esto tambiŽn les iba a costar.

 

16 As’ que entonces lo entreg— a ellos para que fuese crucificado. Tomaron, pues, a Jesśs, y le llevaron.

 

Eran astutos, Pilato no pudo actuar en contra de Cesar.

17-18) Y Žl, cargando su cruz, sali— al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, G—lgota;  y all’ le crucificaron, y con Žl a otros dos, uno a cada lado, y Jesśs en medio.

 

Hermano, hermana, joven, tu reconciliaci—n con Dios es un regalo gratis pare ti, pero era muy caro para el Se–or.

 

Con sus hombros abiertos con las llagas producidas por los azotes, la cruz intensificaba el dolor.  Y a lo mejor la cruz chocaba con su corona de espinas, empuj‡ndolos fuertemente.

 

Y Cristo sufr’a todo esto, porque estaba pensando en ti.  Y veremos que se pensaba en muchos, hasta en uno que estaba muriendo a su lado, uno que se iba a salvar.

 

Y aunque estaba sufriendo intensamente, estaba hasta pensando en su madre, y c—mo pudo estar protegida en el futuro.

 

19) Escribi— tambiŽn Pilato un t’tulo, que puso sobre la cruz, el cual dec’a: JESňS NAZARENO, REY DE LOS JUDęOS.

 

Era normal, para dar la impresi—n de una justicia, era normal escribir sobre el criminal, su crimen, lo que hizo, o de que estaba acusado.

 

Sobre algunos se pusieron asesino, o traidor, o perverso sexual. 

 

Pero no hab’a nada malo que su pudo escribir de Cristo.

 

20) Y muchos de los jud’os leyeron este t’tulo; porque el lugar donde Jesśs fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y el t’tulo estaba escrito en hebreo, en griego y en lat’n.

 

Se pudiera sobrevivir mucho tiempo en la cruz, no se muria inmediatamente, y esto fue a prop—sito.  Pero era mucho trabajo, intentar continuar respirando, ajustando se.

 

Y esto era para convertir todo un gran espect‡culo, y muchos salieron para ver lo que pasaba.  Y saliendo por la curiosidad se le’an este titulo sobre Cristo.  Y esto molestaba a los jud’os bastante.

 

20) Y muchos de los jud’os leyeron este t’tulo; porque el lugar donde Jesśs fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y el t’tulo estaba escrito en hebreo, en griego y en lat’n.

 

 

En la providencia de Dios esto estaba anunciado en tres idiomas.  En hebreo porque entonces, hebreo era el idioma de las escrituras, de la religi—n all‡.

 

Fue en griego porque esto era el idioma de la filosof’a, y otras formas de educaci—n avanzada.

 

Y finalmente estaba en Lat’n, que era el idioma de la ley y del dominio, en su Žpoca.

 

Y esto tambiŽn era un anuncio de que el mensaje de Cristo, la buena nueva de una salvaci—n que fue comprada por otro, iba a salir r‡pidamente a otras partes del mundo.

 

Cristo no era solamente salvador de los jud’os, los pocos que iban a creer, pausa, sino que Cristo es salvador del mundo, como vimos enÉ

 

Juan 3:16-17   Porque de tal manera am— Dios al mundo, que ha

dado a su Hijo unigŽnito, para que todo aquel que en Žl cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

 

Porque no envi— Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Žl.

 

Y en esto, est‡bamos trabajando, como sus siervos.

 

21-22) Dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los jud’os: No escribas: Rey de los jud’os; sino, que Žl dijo: Soy Rey de los jud’os.  Respondi— Pilato: Lo que he escrito, he escrito.

 

Por fin, Pilato mostraba un poco de firmeza.  pausa  Pero esto vino de Dios.  Era la verdad, Cristo es rey, Cristo es Rey de reyes y Se–or de Se–ores.

 

Y ojala es tu rey, de otra manera tienes tu grandes problemas como estos jud’os.

 

23) Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesśs, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron tambiŽn su tśnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo.

 

Esa parte es un poco interesante.  Mientras esa persona hist—rica, estaba muriendo, ellos dividieron sus ropas.

24) Entonces dijeron entre s’: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quiŽn ser‡. Esto fue para que se cumpliese la Escritura, que dice:

   

        Repartieron entre s’ mis vestidos,

        Y sobre mi ropa echaron suertes.  Y as’ lo hicieron

        los soldados.

 

Algunos estaban bien impactados por lo que estaba pasando.  Hab’an mujeres llorando incontrolablemente.  Otros estaban al borde de la fe y la salvaci—n, como un l’der de los soldados.

 

Pero estos soldados, dividendo la ropa estaban completamente indiferentes a lo que pasaba con Cristo.

 

Y si tu, amigo, joven, vives indiferente ahora, de la obra de Cristo, pausa, entonces tu tienes grandes problemas, como aquellos soldados.

 

25-27) Estaban junto a la cruz de Jesśs su madre, y la hermana de su madre, Mar’a mujer de Cleofas, y Mar’a Magdalena.  Cuando vio Jesśs a su madre, y al disc’pulo a quien Žl amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ah’ tu hijo.  DespuŽs dijo al disc’pulo: He ah’ tu madre. Y desde aquella hora el disc’pulo la recibi— en su casa.

 

Mar’a no tenia miedo de quedar se al lado de su hijo, como la mayor’a de los disc’pulos que hu’an de todo esto, con el miedo de que se pudieron estar tambiŽn condenados.

 

Mar’a se quedaba sufriendo con Žl, para cumplir la profec’a que recibi—, muy temprano en la vida de Cristo.

 

Lucas 2:34-35  Y los bendijo Sime—n, y dijo a su madre Mar’a:

He aqu’, Žste est‡ puesto para ca’da y para levantamiento de muchos en Israel, y para se–al que ser‡ contradicha (y una espada traspasar‡ tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.

 

Y ahora, esa espada estaba, metaf—ricamente, traspasando su alma.  Pero Cristo estaba arreglando su futuro con Juan, porque en aquellos tiempos era peligroso para una mujer estar sola, sin ayuda.  Pero en vez de vivir como una persona abandona, iba a tener otro hijo, como adoptado.

 

 

Cristo, sufriendo los dolores mas intensos, pensaba no en si mismo sino en su madre, en un perdido a su lado en otra cruz, en un centuri—n que llegaba a la fe, y en ti.

 

Y ojala podemos aprender a copiar esto un poco, cuando nosotros andamos sufriendo.

 

28) DespuŽs de esto, sabiendo Jesśs que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed.

 

En el huerto de Ad‡n y Eva, hab’an r’os abundantes, y no conocieron nada de la sed.  Pero ahora la sed es simb—lico de la maldici—n.  Y el punto es, hermano, que todo lo que Cristo sufr’a, era lo que tu, y yo, hemos merecido.  Es que Žl estaba sufriendo en nuestro lugar, lo que nosotros hemos ganado con nuestro pecado.

 

29-30) Y estaba all’ una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y poniŽndola en un hisopo, se la acercaron a la boca.  Cuando Jesśs hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entreg— el esp’ritu.

 

Cuando dijo, Ňconsumado esÓ, querr’a decir que el precio de la reconciliaci—n con Dios, el precio de la redenci—n, el precio del perd—n fue pagado, completamente.

 

No hay nada que nosotros podemos hacer para merecer la salvaci—n, sino creer, poniendo nuestra fe en Žl.

 

Nuestra santidad y nuestras obras buenas son importantes, claro, pero solamente como una manera de expresar nuestra gratitud, nada de lo que hacemos puede producir merito con Dios.

 

31) Entonces los jud’os, por cuanto era la preparaci—n de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el d’a de reposo (pues aquel d’a de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de all’.

 

Ciegos, no hab’a raz—n de preparar se por la pascua, sino que la pascua acaba de morir en frente de sus ojos.  Pero no se pudieron quedar se en la cruz, por razones de la maldici—n.

 

Todo esto fue escrito en la Ley.

 

 

Deuteronomio 21:22-23     Si alguno hubiere cometido algśn

crimen digno de muerte, y lo hiciereis morir, y lo colgareis en un madero, no dejarŽis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrar‡s el mismo d’a, porque maldito por Dios es el colgado; y no contaminar‡s tu tierra que Jehov‡ tu Dios te da por heredad.

 

Es que en la cruz, Cristo estaba bajo maldici—n, y era la maldici—n que merec’a tu, y yo.  Aparte de Cristo, los seres humanos sigan d’a tras d’a, bajo la maldici—n de Dios.

 

G‡latas 3:13   Cristo nos redimi— de la maldici—n de la ley,

hecho por nosotros maldici—n (porque est‡ escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero.

 

Sabiendo que los hombres andan bajo esa maldici—n, debemos de estar constantes en el evangelismo, y fervientes en la oraci—n.

2 Corintios 5:11     Conociendo, pues, el temor del Se–or,

persuadimos a los hombres.

 

En fin, la iglesia debe de estar mas que un club social, durante estos tiempos revueltos.

 

32-33) Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que hab’a sido crucificado con Žl.  Mas cuando llegaron a Jesśs, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas.

 

Era necesario en las escrituras comprobar que Cristo era actualmente muerto, porque los enga–adores iban a venir mas tarde atacando la resurrecci—n, diciendo que Cristo realmente no era muerto.

 

34) Pero uno de los soldados le abri— el costado con una lanza, y al instante sali— sangre y agua.

 

Esto fue actual, pero tambiŽn simb—lico.  La sangre quita de nosotros la deuda del pecado. Dios nos tratar‡ como inocentes. 

 

 

El agua, como vimos la semana pasada, en los bautismos representa el lavamiento, o sea, se quita el poder del pecado en nuestras vidas, dando nos el poder de avanzar en la santificaci—n.

 

35) Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y Žl sabe que dice verdad, para que vosotros tambiŽn cre‡is.

 

Esto es el prop—sito de los evangelios, son para producir la fe en ti, y si esto no pasa, est‡s en gran peligro.

 

36) Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No ser‡ quebrado hueso suyo.

 

Esto estaba en la ley sobre la pascua, porque la pascua anunciaba lo que iba a pasar con Cristo.

 

37) Y tambiŽn otra Escritura dice: Mirar‡n al que traspasaron.

 

Esto es lo que vimos en el libro de Zacar’as.  Todo lo que pasaba en la muerte de Cristo estaba cumpliendo profec’as, para dar evidencias de que nada de esto pasaba por accidente, sino que fue el cumplimento de lo que hab’a prometido.

 

38-39) DespuŽs de todo esto, JosŽ de Arimatea, que era disc’pulo de Jesśs, pero secretamente por miedo de los jud’os, rog— a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesśs; y Pilato se lo concedi—. Entonces vino, y se llev— el cuerpo de Jesśs.  TambiŽn Nicodemo, el que antes hab’a visitado a Jesśs de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de ‡loes, como cien libras.

Estos dos eran fariseos poderosos, que amaban a Cristo, aunque no se confesaban pśblicamente.

 

Muchos los critican, pero una fe secreta, pero autentica, es mejor que una fe publica pero falsa.  Es mejor, en mi opini—n no criticar los, sino celebrar los. ŔPrueba?

 

Romanos 14:4   ŔTś quiŽn eres, que juzgas al criado ajeno?

Para su propio se–or est‡ en pie, o cae; pero estar‡ firme, porque poderoso es el Se–or para hacerle estar firme.

 

Por lo menos estaban all’ en el momento preciso, JosŽ con una tumba costosa, y Nicodemo con un compuesto caro para preparar el cuerpo, correctamente.

40) Tomaron, pues, el cuerpo de Jesśs, y lo envolvieron en lienzos con especias arom‡ticas, segśn es costumbre sepultar entre los jud’os.

 

Todo esto costaba una fortuna, y estos hermanos finalmente estaban pśblicos en su fe, viendo que era su ultima oportunidad de hacer algo antes de que Cristo regresaba al Padre.

41) Y en el lugar donde hab’a sido crucificado, hab’a un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aśn no hab’a sido puesto ninguno.

 

No solamente una tumba nueva, sino con un huerto esplendido.

Y esto tambiŽn compila profec’as.

 

Isa’as 53:9    Y se dispuso con los imp’os su sepultura, mas

con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo enga–o en su boca.

 

Tenia los malhechores a su lado, muriendo, pero fue puesto en una tumba nueva, en medio de un huerto bello.

 

42) All’, pues, por causa de la preparaci—n de la pascua de los jud’os, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesśs.

 

Todos ten’an prisa, para preparar se por la Pascua, pero pocos pensaban que acaban de enterrar la persona actual de la Pascua, y que ahora, todo iba a cambiar.

 

1 Corintios 5:7 Limpiaos, pues, de la vieja levadura,

para que se‡is nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.

========================= Doctrina =========================

Tu salvaci—n, hermano, herma, joven, tu salvaci—n fue gratis para ti, un don de Dios. pausa, pero era sumamente costoso para Cristo.

 

Y el rechazo de Cristo, la indiferencia en cuanto a Cristo puede set tambiŽn muy costoso. 

 

Los jud’os se cerraron su destino cuando dijeronÉ

 

Juan 19:15 !!Fuera, fuera, crucif’cale! Pilato les dijo:

ŔA vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos m‡s rey que CŽsar.

Se pusieron a Cesar delante de Cristo.  Y mas tarde, eran destruidos por Cesar.  En el a–o 70, Dios mandaba  los romanos para acabar con su ciudad y con su templo.

 

Cristo sabia que esto iba a pasar, por esto dijo del templo enÉ

 

Mateo 24:2 ŔVeis todo esto? De cierto os digo, que no

quedar‡ aqu’ piedra sobre piedra, que no sea derribada.

 

Y a las mujeres de JerusalŽn que lloraba por el, dijoÉ

 

Lucas 23:28-31 Hijas de JerusalŽn, no llorŽis por m’, sino

llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos.

 

Porque he aqu’ vendr‡n d’as en que dir‡n: Bienaventuradas las estŽriles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no criaron.

 

Entonces comenzar‡n a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos.

 

Porque si en el ‡rbol verde hacen estas cosas, Ŕen el seco, quŽ no se har‡?

 

El ‡rbol seco era la destrucci—n en A.D. 70, cuando eran destruidos.

 

ŔCual es el punto, cerrando?  Ellos pusieron a Cesar delante de Cristo, y si tu pongas algo de este mundo delante de Cristo, de la misma manera, este algo puede regresar con fuerza para destruir te.

 

Ahora no es el tiempo de estar jugando con el mundo, con el pecado y con la corrupci—n personal.  Es tiempo de sujetar te al Rey, y pensar en el pr—ximo bautismo en la primavera.

 

Y si es tu deseo dejar atr‡s el mundo con sus corrupciones, y entregar tu vida al Rey de reyes y Se–or de se–ores, puedes pasar en unos momentos, y oraremos contigo.

 

Vamos a orar