16 de agosto de 20

ÁMe Fallaste Se–or!

Juan 11:1-57

 

Vivimos en tiempos de mucha incertidumbre.  Cada d’a vienen cambios diferentes.  pausa  Y muchos viven en diferentes formas de temor.  Claro estamos responsables de cuidar de nosotros mismos, de nuestra familia, y de nuestra salud.

 

Pero veremos en el estudio de hoy, que el Cristiano no debe de vivir en el temor por lo que el Se–or est‡ haciendo, y el Cristiano especialmente no debe de vivir en el temor de la muerte.

 

Hebreos 2:14-15 As’ que, por cuanto los hijos

participaron de carne y sangre, Žl tambiŽn particip— de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que ten’a el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.

 

El temor de la muerte, puede producir una servidumbre, que actualmente es sat‡nica.  Pero esto no tiene sentido ya para nosotros, que vivimos despuŽs de la resurrecci—n de Cristo Jesśs.

 

1-2)  Estaba entonces enfermo uno llamado L‡zaro, de Betania, la aldea de Mar’a y de Marta su hermana.  (Mar’a, cuyo hermano L‡zaro estaba enfermo, fue la que ungi— al Se–or con perfume, y le enjug— los pies con sus cabellos.

 

Esta era una familia con que Cristo pasaba mucho tiempo.  Cristo y los disc’pulo actualmente quedaban en su casa.  A estas alturas, las dos hermanas, y L‡zaro eran casi como familia para Cristo y los suyos.

 

3) Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesśs: Se–or, he aqu’ el que amas est‡ enfermo.

 

Por su reverencia, no daban ordenes a Cristo.  No se mandaba a Cristo a dejar todo y venir ya.  Seria una falta de respeto, y Marta ya ha dado ordenes a Cristo antes, y sabia que era un gran error.

 

 

Marta era como la mandona de la familia y su hermana Mar’a era la mas devota.

 

Lucas 10:38-42 Aconteci— que yendo de camino, entr— en una

aldea; y una mujer llamada Marta le recibi— en su casa.

 

Esta ten’a una hermana que se llamaba Mar’a, la cual, sent‡ndose a los pies de Jesśs, o’a su palabra.

 

Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acerc‡ndose, dijo: Se–or, Ŕno te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.

 

Respondiendo Jesśs, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada est‡s con muchas cosas.

 

Pero s—lo una cosa es necesaria; y Mar’a ha escogido la buena parte, la cual no le ser‡ quitada.

 

As’ que Marta no querr’a estar reprendida otra vez por dar ordenes al Se–or.  Pero se esperaba con este mensaje, Ňhe aqu’ el que amas est‡ enfermoÓ, que Cristo vendr’a con toda prisa.

 

Es que habiendo visto Cristo sanar a muchos, hasta a personas desconocidas, que seguramente, su hermano L‡zaro, seria bien importante para Žl, una prioridad.

 

4) OyŽndolo Jesśs, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.

 

Esto era el gran prep—sito, y siempre es el gran prep—sito.  Esto es lo que siempre tenemos que recordar, que la gloria de Dios en todo, es lo mas importante.

 

5-6) Y amaba Jesśs a Marta, a su hermana y a L‡zaro.

Cuando oy—, pues, que estaba enfermo, se qued— dos d’as m‡s en el lugar donde estaba.

 

Esto es algo muy extra–o.  Cuando Cristo entendi— su mensaje, en vez de ir se corriendo, con toda prisa, en amor, a prop—sito, se demoraba dos d’as mas.

 

7) Luego, despuŽs de esto, dijo a los disc’pulos: Vamos a Judea otra vez.

 

Recordando el ultimo capitulo, la situaci—n era cada vez mas peligrosa para los disc’pulos en Judea, que era el capital, con JerusalŽn.

 

El ministerio ya estaba prosperando en el campo, y los disc’pulos no estaban en ninguna prisa de regresar al centro.

 

8) Le dijeron los disc’pulos: Rab’, ahora procuraban los jud’os apedrearte, Ŕy otra vez vas all‡?  Respondi— Jesśs: ŔNo tiene el d’a doce horas? El que anda de d’a, no tropieza, porque ve la luz de este mundo;  pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en Žl.

 

Otra vez Cristo hablaba metaf—ricamente.  Pero esto quiere decir que no debemos de vivir en el temor del hombre.

 

El hombre que sigue fiel a Dios tiene luz dentro de su ser, y va a seguir sirviendo cuando todo es f‡cil, o cuando haya peligros en todos lados.

 

11) Dicho esto, les dijo despuŽs: Nuestro amigo L‡zaro duerme; mas voy para despertarle.

 

Cristo revelaba su plan gradualmente.  Porque todo el mundo tenia que aprender algo de esto.  Y hasta el d’a de hoy, tu y yo, hermano, hermana tenemos cosas que aprender de este milagro.

 

Es que los tiempos mas dif’ciles del ministerio, estaban llegando y todos necesitaban un poco mas de la preparaci—n.

 

12) Dijeron entonces sus disc’pulos: Se–or, si duerme, sanar‡.

 

Es evidente que ellos no deseaban ir se.  Y si L‡zaro estaba durmiendo bien, a lo mejor no tenia ni fiebre ni fr’o, y se sanar’a sin problema.

 

13-14) Pero Jesśs dec’a esto de la muerte de L‡zaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sue–o.  Entonces Jesśs les dijo claramente: L‡zaro ha muerto;  y me alegro por vosotros, de no haber estado all’, para que cre‡is; mas vamos a Žl.

 

 

Este evento era para todos, pausa, pero mayormente para los disc’pulos.  Era para los que serv’an en el ministerio, en aquel tiempo, y es para los que sirvan en el ministerio ahora.

pausa

 

Que extra–o, que Cristo dijo que estaba alegre, de que no vino en tiempo de sanar a su querido L‡zaro.

 

16) Dijo entonces Tom‡s, llamado D’dimo, a sus condisc’pulos: Vamos tambiŽn nosotros, para que muramos con Žl.

 

Aqu’ Tomas reconoc’a que aunque era peligroso, ni modo, se ten’an que irse.  Es que algo sumamente importante tenia que pasar esta vez en la cuidad.

 

17) Vino, pues, Jesśs, y hall— que hac’a ya cuatro d’as que L‡zaro estaba en el sepulcro.

 

Cuatro d’as son muchos.  Cuando Cristo estaba en la tumba era por tres d’as porque fue profetizado que Cristo no iba a sufrir la corrupci—n.

 

Hechos 2:27    Porque no dejar‡s mi alma en el Hades,

Ni permitir‡s que tu Santo vea corrupci—n.

 

Pero L‡zaro s’ pudo sufrir la corrupci—n.  Este evento tenia que ser bien espectacular, porque los enemigos de Cristo seguramente lo pintar’an como alguna forma de fraude.

 

Todo estaba bajo control, y todo segu’a un plan divino.

 

18-19) Betania estaba cerca de JerusalŽn, como a quince estadios; y muchos de los jud’os hab’an venido a Marta y a Mar’a, para consolarlas por su hermano.

 

Esa familia, obviamente era bien conocida.  Muchos jud’os ven’an a su lado en estos momentos dif’ciles.  Pero en esto hab’a un peligro, y una oportunidad.

 

El peligro era la realidad de que muchos jud’os estaban en contra de Cristo.  La oportunidad era la posibilidad de ver mas personas convertidas a la fe. 

 

Simplemente ten’an que correr el riesgo.

 

20) Entonces Marta, cuando oy— que Jesśs ven’a, sali— a encontrarle; pero Mar’a se qued— en casa.

Como siempre las dos hermanas eran muy diferentes.

 

21) Y Marta dijo a Jesśs: Se–or, si hubieses estado aqu’, mi hermano no habr’a muerto.

 

Se habla con respeto, Cristo aun era su Se–or, pausa, pero hay algo de reproche en su saludo.  pausa

 

Ella era una creyente, pero su fe no era completa, estaba confundida, y en su saludo, estaba diciendo en otras palabras, Ňme fallaste Se–orÓ.

 

22) Mas tambiŽn sŽ ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dar‡.

 

No ha perdido su fe, pero emocionalmente era un desastre.  DespuŽs de ver el Se–or sanar a tantos desconocidos, estaba casi segura de que Cristo iba a venir en tiempo.

 

Seguramente ella, y su hermana hablaban de este asunto, d’a y noche, tratando de entender.

 

23) Jesśs le dijo: Tu hermano resucitar‡.

 

Cristo, con su palabra deseaba ayudar.  Y Cristo con su palabra quiere ayudar a ti, y a mi.   Pero a veces simplemente no podemos escuchar.

 

24) Marta le dijo: Yo sŽ que resucitar‡ en la resurrecci—n, en el d’a postrero.

 

Algo importante estaba pasando aqu’, y es casi el coraz—n del mensaje de hoy. 

 

Ella dijo, Ňesto es algo que ya lo seÓ.  Pensando Ňesto no es algo que puede ayudar me ahora, en mi momento de sentir tan decepcionadaÓ.

 

Es que cada hermano cree que todo saldr‡ bien eventualmente, en el futuro.  O que Dios estaba muy poderoso en el pasado, con MoisŽs o con David, pero yo estoy tratando de confiar ahora.  pausa

 

Lo que tenemos que sacar de todo esto es no solamente que el Se–or tendr‡ todo en orden algśn d’a, pausa, sino que todo, absolutamente todo est‡ en orden, pausa, ahorita mismo.  Porque Dios tiene control de todo, para tu bien, ahorita.

 

24-26) Marta le dijo: Yo sŽ que resucitar‡ en la resurrecci—n, en el d’a postrero.  Le dijo Jesśs: Yo soy la resurrecci—n y la vida; el que cree en m’, aunque estŽ muerto, vivir‡.  Y todo aquel que vive y cree en m’, no morir‡ eternamente. ŔCrees esto?

 

Hermano, hermana, joven, el Cristiano maduro, no debe de vivir en el temor de la muerte, jam‡s.  La muerte, para nosotros ya ha sido vencida.

 

1 Corintios 15:55-57 ŔD—nde est‡, oh muerte, tu aguij—n?

                          ŔD—nde, oh sepulcro, tu victoria?

ya que el aguij—n de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley.

 

Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Se–or Jesucristo.

 

27) Le dijo: S’, Se–or; yo he cre’do que tś eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.

 

Ahora estaban mas o menos reconciliados.  En la presencia de Cristo, Marta se sent’a otra vez segura, protegida, amada.

 

Pero hay otra hermana tambiŽn.

 

28) Habiendo dicho esto, fue y llam— a Mar’a su hermana, diciŽndole en secreto: El Maestro est‡ aqu’ y te llama.

 

En el pasaje de Lucas, Marta trataba de arrastrar a Mar’a de los pies de Cristo para trabajar en la cocina, pero ahora, corrigiendo su error de antes, llama a su hermana otra vez a los pies de Cristo.

 

29-30) Ella, cuando lo oy—, se levant— de prisa y vino a Žl.

Jesśs todav’a no hab’a entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le hab’a encontrado.

 

Se fue de prisa, porque se ve’a a su hermana calmada.  Y ella tambiŽn deseaba la paz de Cristo.

 

31) Entonces los jud’os que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que Mar’a se hab’a levantado de prisa y hab’a salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar all’.

 

Hab’a un gran grupo de jud’os, y en esto hay oportunidad, pero tambiŽn hay peligro.

 

32) Mar’a, cuando lleg— a donde estaba Jesśs, al verle, se postr— a sus pies, diciŽndole: Se–or, si hubieses estado aqu’, no habr’a muerto mi hermano.

 

Seguramente estas hermanas hablaban constantemente de esto.

Preguntando:

ŇŔPorque no viene?Ó  ŇŔAcaso no recibi— nuestro mensaje?Ó

 

ŇŔQue hicimos malo para ganar esa indiferencia de repente, de su parte?Ó

 

Porque con Mar’a tambiŽn, sus primeras palabra eran una reproche, como que estaba diciendo, pausa, me fallaste Se–or.

 

Y tal vez tu hermana, hermano, has sentido el mismo alguna vez, cuando todo era muy dif’cil, cuando estabas orando y orando, y parec’a como que Cristo no estaba escuchando.

 

Esto es la evidencia de una fe verdadera, pero una fe que no es totalmente madura. 

 

Y ellas, como nosotros estaban pasando por tiempos en que la fe madura, la fe que conf’a aun cuando no puede entender, es esencial para caminar con el Se–or.

 

Y los disc’pulos tambiŽn ten’an que aprender de todo esto, porque la pascua estaba viendo, que seria la ultima pascua, en que Cristo seria el gran sacrificio.

 

Y aun con toda esa preparaci—n avanzada, muchos de ellos iban a correr como conejos espantados.

 

33-34) Jesśs entonces, al verla llorando, y a los jud’os que la acompa–aban, tambiŽn llorando, se estremeci— en esp’ritu y se conmovi—, y dijo: ŔD—nde le pusisteis? Le dijeron: Se–or, ven y ve.

 

Las hermanas se sufr’an mucho.  Pero era necesario para lograr algo mas importante que su felicidad pasajera.  Era para mostrar grandemente la gloria de Dios.

 

35) Jesśs llor—.

 

Cristo era cien por ciento Dios, pero tambiŽn cien por ciento hombre, y se compart’a nuestras emociones.

36-37) Dijeron entonces los jud’os: Mirad c—mo le amaba.

Y algunos de ellos dijeron: ŔNo pod’a Žste, que abri— los ojos al ciego, haber hecho tambiŽn que L‡zaro no muriera?

 

All’ se ve el peligro.  Algunos vieron el amor de Cristo, y sus corazones eran suavizados.  Otros segu’an en sus criticas, siempre encontrando algo negativo para pintar el ministerio en colores negros.

 

38-39) Jesśs, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y ten’a una piedra puesta encima.

Dijo Jesśs: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que hab’a muerto, le dijo: Se–or, hiede ya, porque es de cuatro d’as.

 

Marta aun estaba luchando con su fe, como que era ya muy tarde hasta para Žl Se–or de la gloria.

 

Y en realidad las dos hermanas estaban equivocadas, diciendo que si Cristo estaba all’ se pudo salvar a su hermano, porque Cristo ya ha mostrado que se puede sanar aun cuando la persona era muy lejos.

 

Su fe era dŽbil, inmadura, vacilante, pausa, pero todo esto iba a cambiar para siempre.

 

40) Jesśs le dijo: ŔNo te he dicho que si crees, ver‡s la gloria de Dios?

 

Suavemente, sin reproche, Cristo la correg’a.

 

41-42) Entonces quitaron la piedra de donde hab’a sido puesto el muerto. Y Jesśs, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme o’do.  Yo sab’a que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que est‡ alrededor, para que crean que tś me has enviado.

 

En otros pasajes, los jud’os dijeron que Cristo recib’a sus poderes de parte del diablo.  Claro era la gran blasfemia, decir algo semejante.

 

Pero aqu’, delante de todos, se ve’a que Cristo oraba al padre, y no a ninguna fuerza de hechiceros.

 

43) Y habiendo dicho esto, clam— a gran voz: !!L‡zaro, ven fuera!

 

ŔPorque clamaba a gran voz?  Es que no es una cosa peque–a, vencer a la muerte.

44) Y el que hab’a muerto sali—, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesśs les dijo: Desatadle, y dejadle ir.

 

Ahora, por fin, las hermanas, los ap—stoles, estaban diciendo en sus mentes, ŇAhora, finalmente, entiendo el prop—sito de toda ese estrŽs y la angustia.  Todo esto tenia que pasar, para manifestar la gloria de Dios entre nosotros.Ó

 

Y hermano, hermana, esto tambiŽn es el prop—sito de toda el estrŽs de tu vida.  Tienes que confiar no solamente en el poder de Dios, sino en su amor, y en su sabidur’a.  ŔAmen?

 

45) Entonces muchos de los jud’os que hab’an venido para acompa–ar a Mar’a, y vieron lo que hizo Jesśs, creyeron en Žl.

 

Esto fue lo que dije, hab’a una gran oportunidad, pero tambiŽn un peligro.  Y siempre es as’.

 

46) Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesśs hab’a hecho.

 

Esto es lo que tenemos que aprender.  Aun cuando el ministerio est‡ funcionado gloriosamente, habr‡ enemigos que odian a Dios, y que ser‡n en nuestra contra.

 

47) Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ŔQuŽ haremos? Porque este hombre hace muchas se–ales.

 

Ya no pudieron negar los milagros.  No se pudieron decir que todo esto era una fraude.

 

La evidencia para Cristo, como siempre, era demasiada.

 

48) Si le dejamos as’, todos creer‡n en Žl; y vendr‡n los romanos, y destruir‡n nuestro lugar santo y nuestra naci—n.

 

Cristo no era ninguna amenaza a la paz ni a la seguridad de la naci—n, y hasta Pilato sabia esto.  Eran estos lideres que el gran peligro al pueblo.  Siempre desesperados para mantener su poder.

 

49-50) Entonces Caif‡s, uno de ellos, sumo sacerdote aquel a–o, les dijo: Vosotros no sabŽis nada;  ni pens‡is que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la naci—n perezca.

Sabemos por la historia, que este Caif‡s ni era fariseo, sino que era saduceo.  Y aquellos ni creyeron en la resurrecci—n, ni en el alma eterna, ni en los ‡ngeles.

 

As’ que en vez de buscar lo que era justo, solamente se pensaba en lo que era practico, lo que conven’a, para supuestamente mantener el control.

 

51-52) Esto no lo dijo por s’ mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel a–o, profetiz— que Jesśs hab’a de morir por la naci—n; y no solamente por la naci—n, sino tambiŽn para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.

 

Aqu’ dice que este sumo sacerdote, malvado, actualmente estaba profetizando, sobre la manea en que Cristo iba a dar su vida en rescate por muchos.   Aunque el no lo pensaba as’.

 

53) As’ que, desde aquel d’a acordaron matarle.

 

Este grupo era como un cartel religioso, o una mafia ŇsantaÓ, entre comillas, que ya tenia un contrato en contra de Cristo y buscaban sus sicarios.

 

54) Por tanto, Jesśs ya no andaba abiertamente entre los jud’os, sino que se alej— de all’ a la regi—n contigua al desierto, a una ciudad llamada Efra’n; y se qued— all’ con sus disc’pulos.

 

Cristo no se escond’a por la cobard’a, sino que sabia que aun no era su tiempo.  Pero la Pascua ya venia, en que Žl mismo seria el gran sacrificio.

 

55-26) Y estaba cerca la pascua de los jud’os; y muchos subieron de aquella regi—n a JerusalŽn antes de la pascua, para purificarse.  Y buscaban a Jesśs, y estando ellos en el templo, se preguntaban unos a otros: ŔQuŽ os parece? ŔNo vendr‡ a la fiesta?

 

Otra vez los jud’os eran una mezcla.  Algunos escuchaban a Cristo en sinceridad, y otros solamente buscaban maneras de atrapar lo.

 

57) Y los principales sacerdotes y los fariseos hab’an dado orden de que si alguno supiese d—nde estaba, lo manifestase, para que le prendiesen.

 

 

Hab’an grandes premios para entregar le, y grandes castigos por esconder lo.  Pero aun en esto, Dios tenia todo, bajo su control.

 

========================= Doctrina ==========================

 

1) Los lideres tratando de proteger al pueblo, supuestamente, sufr’an lo que se tem’an.

 

Pensaban que matando a Cristo serian seguros de los Romanos.  Pero en actualidad, los romanos vinieron en el a–o 70 para acabar con ellos.

 

Proverbios 10:24     Lo que el imp’o teme, eso le vendr‡;

Pero a los justos les ser‡ dado lo que desean.

 

2) Los dones verdaderos, no son ninguna evidencia de la regeneraci—n.

 

Este sumo sacerdote, Caif‡s, actualmente sal’a con una profec’a ver’dica.  Pero esto no quiere decir que era hijo de Dios.

 

Te puedes leer de uno, Balaam, que profetizaba mucho, tiene muchas profec’as bonitas en el libro de Nśmeros, pero se fue al infierno, porque jam‡s estaba regenerado.

 

2 Pedro 2:15   Han dejado el camino recto, y se han

extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual am— el premio de la maldad.

 

Pero era profeta verdadero, y Ŕque dijo Cristo?

 

Mateo 7:22-23  Muchos me dir‡n en aquel d’a: Se–or, Se–or,

Ŕno profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?

 

Y entonces les declararŽ: Nunca os conoc’; apartaos de m’, hacedores de maldad.

 

As’ que los dones espirituales, aun cuando est‡n dones autŽnticos, no son evidencias de la regeneraci—n.

 

La vida santa, es lo determinante.

 

 

3) Solamente Cristo puede dar vida, llamando Ňven fueraÓ con el poder del Esp’ritu Santo.

 

Nosotros podemos quitar la piedra, en el sentido de quitar objeciones, y confusiones sobre la palabra.  Podemos dar un testimonio s—lido en nuestra manera de vivir.

 

Hay mucho que nosotros s’ podemos hacer, pero solamente Cristo puede dar la vida.

 

======================== Conclusi—n =========================

 

Si vienen tiempos en que tu sientes como estas hermanas, Marta y Mar’a, que Cristo te ha fallado, solamente recuerde este pasaje, concluyendo que no entiendes todo lo que est‡ pasando, y tal vez no puedes entender, porque Dios est‡ llevando acabo asuntos muy profundos, como dice en...

 

Isa’as 55:8-9  Porque mis pensamientos no son vuestros

pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehov‡.

 

Como son m‡s altos los cielos que la tierra, as’ son mis caminos m‡s altos que vuestros caminos, y mis pensamientos m‡s que vuestros pensamientos.

 

Pero tienes que aprender a confiar no solamente en el poder de Dios, sino en su amor, y en su sabidur’a, en la manera en que est‡ dirigiendo su gran plan.

 

Siempre tenemos que tener cuidado, de no terminar rega–ando al Se–or, como que nosotros sab’amos mejor que Žl.

 

Marcos 4:37-38 Pero se levant— una gran tempestad de viento,

y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba.

 

Y Žl estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, Ŕno tienes cuidado que perecemos?

 

No queremos, en el momento espantoso, terminar reprendiendo al Se–or.

 

Pero si es tu deseo, vivir en esa paz, que es producto de la fe madura, te puedes pasar en un momento, y oraremos contigo.

Vamos a orar