14 de junio de 20

La Batalla EvangŽlica

Juan 7:1-53

 

En el tema de hoy, veremos como la vida de Cristo, y todo su ministerio, estaba convirtiendo en una batalla.  Vino presentando la pura la verdad, el evangelio, pausa, pero se andaba una batalla evangŽlica.

 

1) DespuŽs de estas cosas, andaba Jesśs en Galilea; pues no quer’a andar en Judea, porque los jud’os procuraban matarle.

 

ŔDespuŽs de quŽ cosas? pausa Vimos en el ultimo capitulo, como se daba la comida a cinco mil, y despuŽs ense–aba la importancia de alimentarse por su carne y su sangre, hablando metaf—ricamente, por supuesto.

 

Y aunque era temprano en su ministerio, ya tenia oposici—n en Judea, en la cuidad, oposici—n que deseaba matar le.

 

Un hombre, mas que hombre, que vino para solamente hacer lo bueno, ya tenia fuertes enemigos.

 

2-3) Estaba cerca la fiesta de los jud’os, la de los tabern‡culos; y le dijeron sus hermanos: Sal de aqu’, y vete a Judea, para que tambiŽn tus disc’pulos vean las obras que haces.

 

Cristo tenia hermanos.  Y ellos aun no cre’an, pero mas tarde tendr‡ disc’pulos, aun entre ellos.  Pero ellos observaban como tenia a miles de seguidores, y de repente, como vimos en el śltimo estudio, la gran mayor’a de ellos estaban abandonando la fe.

 

La pura verdad no estaba conforme a sus preferencias.

 

Y ahora sus propios hermanos deseaban ver lo subiendo otra vez en la popularidad, para que ellos, tambiŽn pudieron compartir en su poder.  Aunque ellos aun eran incrŽdulos.

 

4) Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiŽstate al mundo.

 

Se querr’an ver lo levantar otra vez su publico.  Pero para sus propios beneficios.

 

5) Porque ni aun sus hermanos cre’an en Žl.

ÁQue batalla tenia nuestro Se–or!  Aun en su familia, se andaba batallando.

 

Vimos algo fuerte de esto en el libro de Mateo.

 

Mateo 12:46-50 Mientras Žl aśn hablaba a la gente, he aqu’ su

madre y sus hermanos estaban afuera, y le quer’an hablar.

 

Y le dijo uno: He aqu’ tu madre y tus hermanos est‡n afuera, y te quieren hablar.

 

Respondiendo Žl al que le dec’a esto, dijo: ŔQuiŽn es mi madre, y quiŽnes son mis hermanos?

 

Y extendiendo su mano hacia sus disc’pulos, dijo: He aqu’ mi madre y mis hermanos.

 

Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que est‡ en los cielos, Žse es mi hermano, y hermana, y madre.

 

Para Cristo la familia eres tu, y yo, si andamos haciendo su voluntad. ŔAmen?

 

6) Entonces Jesśs les dijo: Mi tiempo aśn no ha llegado, mas vuestro tiempo siempre est‡ presto.

 

En todo el libro de Juan, Cristo est‡ muy conciente de su tiempo.  Conoc’a que su tiempo iba a ser breve, se muri— joven.  Tenia que escoger con cuidado, quŽ iba a hacer, empleando cada momento con cuidado.

 

Y tengo que preguntar, ŔC—mo est‡ contigo, empleas tu el tiempo con cuidado, sabiendo que es muy limitado?  ŔEst‡s empleando tu tiempo con sabidur’a, buscando maneras de avanzar el riendo de tu Se–or?

 

7) No puede el mundo aborreceros a vosotros; mas a m’ me aborrece, porque yo testifico de Žl, que sus obras son malas.

 

Sus hermanos estaban con el mundo, pero Cristo mismo estaba en contra del mundo, proclamando la verdad.  ŔY tu?

 

1 Juan 2:15-17 No amŽis al mundo, ni las cosas que est‡n en

el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no est‡ en Žl.

 

Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.

 

Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

 

8) Subid vosotros a la fiesta; yo no subo todav’a a esa fiesta, porque mi tiempo aśn no se ha cumplido.

 

Cristo iba a subir solito, sin ningśn gran sequito de seguidores, porque tenia que tener mucho cuidado ya.

 

9) Y habiŽndoles dicho esto, se qued— en Galilea.

 

Cristo fue conocido como un Galileo, de Nazaret.  Como vimos antes, de all’ no vino profetas.  Desde el primer capitulo vimos sus disc’pulos discutiendo sobre estoÉ

 

Juan 1:46 Natanael le dijo: ŔDe Nazaret puede salir algo de

          bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve.

 

Pero en realidad, Cristo naci— en BelŽn, porque el gran Mes’as, el gran Salvador tenia que venir de BelŽn.

 

10-11) Pero despuŽs que sus hermanos hab’an subido, entonces Žl tambiŽn subi— a la fiesta, no abiertamente, sino como en secreto.  Y le buscaban los jud’os en la fiesta, y dec’an: ŔD—nde est‡ aquŽl?

 

Aunque todos eran jud’os, Juan aplica ese termino mayormente a los que estaban en su contra.  Y para los jud’os, era insoportable escuchar todo el mundo hablando de Cristo.

 

Y aun hoy en d’a, cuando tu estas entre personas que no son hermanos, puedes hablar de cualquier cosa, hasta de cosas perversas, sin problema.

 

Pero en el momento en que te menciones a Cristo, puedes tener problemas, pausa puedes tener una batalla, por lo menos en la cultura presente de este pa’s.

 

12) Y hab’a gran murmullo acerca de Žl entre la multitud, pues unos dec’an: Es bueno; pero otros dec’an: No, sino que enga–a al pueblo.

Los Cristianos a veces estamos acusados de causar divisiones en la sociedad.  Pero en realidad solamente estamos revelando una divisi—n que ya existe.

 

Y Cristo era muy honesto ense–ando sobre ese fen—meno.

 

Lucas 12:51-53 ŔPens‡is que he venido para dar paz en la

tierra? Os digo: No, sino disensi—n.

 

Porque de aqu’ en adelante, cinco en una familia estar‡n divididos, tres contra dos, y dos contra tres.

 

Estar‡ dividido el padre contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra.

 

La batalla evangŽlica, es inevitable.  Y no es que nadie desea un dios o una religi—n, sino que no desean, en muchos caso el Dios de la Biblia.  Es que prefieren formar sus propios conceptos de Dios.  Algunos desean un dios de los republicanos, con todos sus conceptos pol’ticos.

 

Otros desean un dios de los dem—cratas, que piensa como ellos.  Pero si tu vienes, hablando del Dios verdadero, el Dios de la Biblia, puede ser que tendr‡s una batalla.

 

13-15) Pero ninguno hablaba abiertamente de Žl, por miedo a los jud’os.  Mas a la mitad de la fiesta subi— Jesśs al templo, y ense–aba.  Y se maravillaban los jud’os, diciendo: ŔC—mo sabe Žste letras, sin haber estudiado?

 

Aun sus enemigos se maravillaban de Žl.  Es que Cristo conoc’a toda la Biblia, y la citaba correctamente, sin haber asistido a las escuelas normales.

 

Todo lo que Cristo dijo era razonable, bien pensado, consistente, y la gente se quedaban fascinados.

 

16) Jesśs les respondi— y dijo: Mi doctrina no es m’a, sino de aquel que me envi—.

 

Cristo dijo esto porque esto era lo que ellos realmente no pudieron soportar.

 

 

 

Era una maravilla, ver uno tan preparado sin haber estudiado en sus escuelas, pero entender que uno hablaba perfectamente por Dios, siendo Dios en carne, esto era el colmo.

 

17) El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocer‡ si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta.

 

La gente no terminan en las sectas, en las religiones falsas por accidente.  Los que realmente desean hacer la voluntad, van a tener un discernimiento.

 

Puede ser que tomar‡ tiempo, pero tarde o temprano se van a venir a la verdad.

 

Dice enÉ

 

Salmos 119:99-100    M‡s que todos mis ense–adores he

entendido, Porque tus testimonios son mi meditaci—n.

 

M‡s que los viejos he entendido,

Porque he guardado tus mandamientos;

 

18) El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envi—, Žste es verdadero, y no hay en Žl injusticia.

 

Lo que Cristo presentaba, era la pura verdad del Padre.  No hab’a raz—n alguna para oponer se.  pausa

 

ŔEntonces porque tanta batalla?  Es que la gente prefieren un dios de su propia imaginaci—n, un dios conforme a su tradici—n, un dios que realmente no exige tanto.  O sea un dios que ellos mismos pueden manipular.

 

19-20) ŔNo os dio MoisŽs la ley, y ninguno de vosotros cumple la ley? ŔPor quŽ procur‡is matarme?  Respondi— la multitud y dijo: Demonio tienes; ŔquiŽn procura matarte?

 

Estaban muy sorprendidos, pensando ŇQuien desea matar a ti, estamos fascinados con lo que haces, y lo que dicesÓ. 

 

Per era la verdad, cuando se escucharon del Dios verdadero, solamente deseaban matar lo.  Y esto seria cada vez mas obvio.

 

 

 

19-20) ŔNo os dio MoisŽs la ley, y ninguno de vosotros cumple la ley? ŔPor quŽ procur‡is matarme?  Respondi— la multitud y dijo: Demonio tienes; ŔquiŽn procura matarte?

 

Los lideres hablaban mucho de la ley, ten’an algo de conocimiento de la ley, ten’an informaci—n sobre el Dios verdadero, pero no le conoc’an.

 

Por ejemplo, en É

 

Mateo 23:23    !!Ay de vosotros, escribas y fariseos,

hip—critas! porque diezm‡is la menta y el eneldo y el comino, y dej‡is lo m‡s importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.

 

Estaban bien fieles en algunos detalles, pero en los asuntos mas importante, eran malvados, como dice en el mismo capitulo, andaban robando a las viudas.  Su religi—n era nada mas que apariencias.  Y por esto, la batalla.

 

Mateo 23:27-28 !!Ay de vosotros, escribas y fariseos,

hip—critas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro est‡n llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.

 

As’ tambiŽn vosotros por fuera, a la verdad, os mostr‡is justos a los hombres, pero por dentro est‡is llenos de hipocres’a e iniquidad.

 

21) Jesśs respondi— y les dijo: Una obra hice, y todos os maravill‡is.

 

Esto pasaba en el capitulo cinco, que estudiamos hace mucho meses.

 

Juan 5:5-10    Y hab’a all’ un hombre que hac’a treinta y

               ocho a–os que estaba enfermo.

 

Cuando Jesśs lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo as’, le dijo: ŔQuieres ser sano?

 

 

 

Se–or, le respondi— el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo.

 

Jesśs le dijo: Lev‡ntate, toma tu lecho, y anda.

 

Y al instante aquel hombre fue sanado, y tom— su lecho, y anduvo. Y era d’a de reposo aquel d’a.

 

Entonces los jud’os dijeron a aquel que hab’a sido sanado: Es d’a de reposo; no te es l’cito llevar tu lecho.

 

Sus adversarios aun guardaban rencor por esto, y ahora Crista dar‡ su defensa.

 

22) Por cierto, MoisŽs os dio la circuncisi—n (no porque sea de MoisŽs, sino de los padres ; y en el d’a de reposo circuncid‡is al hombre.

 

No es que siempre fue el d’a de reposo, sino que era ocho d’as despuŽs del nacimiento, y si esto ca’a en un s‡bado, tenia la circuncisi—n de todos modos.

 

23) Si recibe el hombre la circuncisi—n en el d’a de reposo, para que la ley de MoisŽs no sea quebrantada, Ŕos enoj‡is conmigo porque en el d’a de reposo sanŽ completamente a un hombre?

 

Era muy inconsistente, en otras palabras, oponer a Cristo por esto.  Si se pudiera circuncidar a un bebe, algo bueno pero de sangre, cuanto mas sanar a un hombre completamente.

 

Es que los jud’os estaban juzgando mal.

 

24) No juzguŽis segśn las apariencias, sino juzgad con justo juicio.

 

Aqu’ no dice no juzg‡is, como en otro pasaje, sino que aqu’ dice juzgad con justo juicio.  Juzgar es inevitable, pero hay que investigar, con diligencia para juzgar bien.

 

Ellos juzgaban mal, porque estaban ya en la batalla en contra de Jesśs, estaban ciegos, por de su enemistad.

 

25-26) Dec’an entonces unos de JerusalŽn: ŔNo es Žste a quien buscan para matarle? Pues mirad, habla pśblicamente, y no le dicen nada. ŔHabr‡n reconocido en verdad los gobernantes que Žste es el Cristo?

 

Tan poderoso era el testimonio de Cristo, que muchos estaban empezando a creer.

 

27) Pero Žste, sabemos de d—nde es; mas cuando venga el Cristo, nadie sabr‡ de d—nde sea.

 

Como Melquisedec, no se sab’an de su origen, y Cristo era as’ en su divinidad, pero tambiŽn tenia un origen humano, de BelŽn, pero ellos pensaban que era de Nazaret.

 

Y si tu, andas aun en tu rebeli—n, encontrar‡s, mil maneras de rechazar a Cristo.

 

28) Jesśs entonces, ense–ando en el templo, alz— la voz y dijo: A m’ me conocŽis, y sabŽis de d—nde soy; y no he venido de m’ mismo, pero el que me envi— es verdadero, a quien vosotros no conocŽis.

 

Esto fue el colmo.  pausa  Cristo estaba en el centro del śnico pa’s del mundo que tenia las escrituras, el templo, el sacerdocio, y dijo, que ellos no conoc’an a Dios.

 

Y era la pura verdad. 

 

Hermanos, tenemos que reconocer que tener informaci—n sobre Dios no es el mismo que conocer a Dios.

 

Y claro, no estaba diciendo que nadie conoc’a a Dios, pero entre los lideres de la religi—n, hab’a pura corrupci—n.

 

Nicodemo, uno de ellos, estaba poco a poco llegando a la fe, pero la gran mayor’a de ellos andaban en una forma de idolatr’a.

 

Pero los padres de Juan Bautista conoc’an a Dios.  ŔC—mo lo sabemos?

 

Lucas 1:5-6    Hubo en los d’as de Herodes, rey de Judea, un

sacerdote llamado Zacar’as, de la clase de Ab’as; su mujer era de las hijas de Aar—n, y se llamaba Elisabet.  Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Se–or.

Estos dos aceptaban a Dios como est‡ revelado en las escrituras.  Y aceptaban a sus preceptos.

 

ŔY como est‡ contigo en esta ma–ana?  Aun est‡s andando en tu rebeli—n?  Si es as’, es posible que aunque tienes mucha informaci—n sobre el Dios verdadero, no lo conoces.

 

28-29) Jesśs entonces, ense–ando en el templo, alz— la voz y dijo: A m’ me conocŽis, y sabŽis de d—nde soy; y no he venido de m’ mismo, pero el que me envi— es verdadero, a quien vosotros no conocŽis.  Pero yo le conozco, porque de Žl procedo, y Žl me envi—.

 

ŔPorque tanta batalla?  pausa  Te puedes ver que era sumamente ofensivo, venir a estos religiosos, y decir les, que ni se conoc’an a Dios.  Pero era la verdad.

 

30) Entonces procuraban prenderle; pero ninguno le ech— mano, porque aśn no hab’a llegado su hora.

 

Veremos que se mandaban alguaciles, soldados, pero no se pudieron hacer nada.

 

31) Y muchos de la multitud creyeron en Žl, y dec’an: El Cristo, cuando venga, Ŕhar‡ m‡s se–ales que las que Žste hace?

 

Conforme al plan de Dios, siempre habr‡ disc’pulos verdaderos, aunque sean la minor’a.

 

Mateo 7:13-14  Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es

la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdici—n, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.

 

32) Los fariseos oyeron a la gente que murmuraba de Žl estas cosas; y los principales sacerdotes y los fariseos enviaron alguaciles para que le prendiesen.

 

La verdad, para muchos, es simplemente insoportable.

 

33-34) Entonces Jesśs dijo: Todav’a un poco de tiempo estarŽ con vosotros, e irŽ al que me envi—.  Me buscarŽis, y no me hallarŽis; y a donde yo estarŽ, vosotros no podrŽis venir.

 

 

Hab’a un consuelo para Cristo, de que en poco tiempo estar’a otra vez al lado de su padre.  Porque en este mundo, la batalla era constante.

 

Y esto puede ser un consuelo para muchos de nosotros, si estamos en serio.

 

35-36) Entonces los jud’os dijeron entre s’: ŔAd—nde se ir‡ Žste, que no le hallemos? ŔSe ir‡ a los dispersos entre los griegos, y ense–ar‡ a los griegos?  ŔQuŽ significa esto que dijo: Me buscarŽis, y no me hallarŽis; y a donde yo estarŽ, vosotros no podrŽis venir?

 

Cuando est‡s resistiendo la llamada a Cristo, te puedes inventar miles de pretextos, pero esto no te puede ayudar.

 

Ahora llegamos a la parte muy famosa y gloriosa.

 

37-38) En el śltimo y gran d’a de la fiesta, Jesśs se puso en pie y alz— la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a m’ y beba.  El que cree en m’, como dice la Escritura, de su interior correr‡n r’os de agua viva.

 

En esta fiesta, ten’an la costumbre de traer agua al altar y de derramar la, all‡, en el ultimo d’a era en silencio.

 

Pero Cristo rompi— la tradici—n, diciendo que todo lo que ellos buscaba, estaba en Žl.

 

37-38) En el śltimo y gran d’a de la fiesta, Jesśs se puso en pie y alz— la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a m’ y beba.  El que cree en m’, como dice la Escritura, de su interior correr‡n r’os de agua viva.

 

Tal vez, tu tienes una sed, insaciable, un coraz—n vac’o, y que andes buscando tu satisfacci—n en el mundo.  Tal vez no sabes ni el prop—sito de tu vida, y andas medio perdido.

 

Si esto es tu caso, Cristo te est‡ llamando a ti, en esta ma–ana.

 

ŔQuŽ es el agua de que habla Cristo aqu’?  Dios no nos dejara tratando de adivinar.

 

39) Esto dijo del Esp’ritu que hab’an de recibir los que creyesen en Žl; pues aśn no hab’a venido el Esp’ritu Santo, porque Jesśs no hab’a sido aśn glorificado.

 

El Esp’ritu Santo estaba presente, pero no derramado en grande como despuŽs de la resurrecci—n.

 

40) Entonces algunos de la multitud, oyendo estas palabras, dec’an: Verdaderamente Žste es el profeta.

 

Los que conoc’an las escrituras antiguas, estaban esperando un profeta prometido.

 

Deuteronomio 18:18   Profeta les levantarŽ de en medio de sus

hermanos, como tś; y pondrŽ mis palabras en su boca, y Žl les hablar‡ todo lo que yo le mandare.

 

41) Otros dec’an: Este es el Cristo. Pero algunos dec’an: ŔDe Galilea ha de venir el Cristo?

 

La fe, vino a muchos, pero el diablo vino tratando de robar la.

 

42-23) ŔNo dice la Escritura que del linaje de David, y de la aldea de BelŽn, de donde era David, ha de venir el Cristo?

Hubo entonces disensi—n entre la gente a causa de Žl.

 

Cuando las almas empiezan a salvar se, el diablo siempre viene para meter la pata.

 

44) Y algunos de ellos quer’an prenderle; pero ninguno le ech— mano.

 

Era el colmo, para los religiosos, pero eran impotentes.  La hora de la muerte de Cristo, no ha llegado.

 

45-46) Los alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos; y Žstos les dijeron: ŔPor quŽ no le habŽis tra’do?  Los alguaciles respondieron: !!Jam‡s hombre alguno ha hablado como este hombre!

 

Estaban cautivados por sus verdades.

 

47-49) Entonces los fariseos les respondieron: ŔTambiŽn vosotros habŽis sido enga–ados?  ŔAcaso ha cre’do en Žl alguno de los gobernantes, o de los fariseos? Mas esta gente que no sabe la ley, maldita es.

 

Esto era un gran insulto.  ŔAcaso la gente comśn no pudieron pensar para ellos mismos?  ŔAcaso se ten’an que dejar que los religiosos profesionales pensara para ellos?

Nosotros los pastores tenemos que predicar lo mejor que podemos, pero toca a los creyentes, decidir si est‡ bien o no, como los de Berea.

 

Hechos 17:10-11 Inmediatamente, los hermanos enviaron de

noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los jud’os.

 

Y Žstos eran m‡s nobles que los que estaban en Tesal—nica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudri–ando cada d’a las Escrituras para ver si estas cosas eran as’.

 

Eran mas nobles, porque evaluaban todo, escudri–ando cada d’a las Escrituras.

 

Entonces lo que dijeron era un insulto y una mentira.

 

47-49) Entonces los fariseos les respondieron: ŔTambiŽn vosotros habŽis sido enga–ados?  ŔAcaso ha cre’do en Žl alguno de los gobernantes, o de los fariseos? Mas esta gente que no sabe la ley, maldita es.

 

De hecho hab’a ya un fariseo, por lo menos uno, que ya cre’a.

 

50-51) Les dijo Nicodemo, el que vino a Žl de noche, el cual era uno de ellos:  ŔJuzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho?

 

A veces Nicodemo est‡ reprendido por cobarde, continuando con los fariseos, y no llegando con los dem‡s disc’pulos, pero aqu’, como en otro lugar, se ve que era sabio, para Žl, quedar se en su posici—n de influencia, para servir a Cristo desde all’.

 

Y Cristo no lo llamaba, como los dem‡s, de dejar todo para seguir le.

 

52-53) Respondieron y le dijeron: ŔEres tś tambiŽn galileo? Escudri–a y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta.  Cada uno se fue a su casa.

 

La batalla evangŽlica, continuaba hasta el fin.  Y si tu vives fiel en el Se–or, tambiŽn aprender‡s a acostumbrar te, a la batalla evangŽlica.

 

======================== Conclusi—n =========================

 

En el vers’culo 34, Cristo dijo algo espantoso.

 

Juan 7:34 Me buscarŽis, y no me hallarŽis;

y a donde yo estarŽ, vosotros no podrŽis venir.

 

Es que tenemos que aprovechar de las oportunidades que Dios nos ha dado.

 

El concepto ser‡ amplificado en el pr—ximo capitulo.

 

Juan 8:24 Por eso os dije que morirŽis en vuestros pecados;

porque si no creŽis que yo soy, en vuestros pecados morirŽis.

 

Es que hay que aprovechar la oportunidad de venir a Cristo.

Tuvimos una buena promesa en el ultimo capituloÉ

 

Juan 6:37 Todo lo que el Padre me da, vendr‡ a m’;

          y al que a m’ viene, no le echo fuera.

 

Cristo no rechazar‡ a nadie, si viene a Žl, no importa la magnitud de tus pecados, pero tienes que venir, antes que sea muy tarde.   No puedes simplemente burlar y burlar de la invitaci—n.

 

Isa’as 55:6-7  Buscad a Jehov‡ mientras puede ser hallado,

llamadle en tanto que est‡ cercano.

               Deje el imp’o su camino, y el hombre inicuo

sus pensamientos, y vuŽlvase a Jehov‡, el cual tendr‡ de Žl misericordia, y al Dios nuestro, el cual ser‡ amplio en perdonar.

 

Pero si insistes en demorar, dejando los a–os pasar, cuando otros llegan al bautismo, pero tu no, hay una ultima advertencia.

 

Proverbios 1:24-31   Por cuanto llamŽ, y no quisisteis o’r,

Extend’ mi mano, y no hubo quien atendiese,

 

Sino que desechasteis todo consejo m’o

     Y mi reprensi—n no quisisteis,

 

     TambiŽn yo me reirŽ en vuestra calamidad,

Y me burlarŽ cuando os viniere lo que temŽis;

27 Cuando viniere como una destrucci—n lo que temŽis, Y vuestra calamidad llegare como un torbellino; Cuando sobre vosotros viniere tribulaci—n y angustia.

 

28 Entonces me llamar‡n, y no responderŽ;

Me buscar‡n de ma–ana, y no me hallar‡n.

 

29 Por cuanto aborrecieron la sabidur’a,

Y no escogieron el temor de Jehov‡,

 

30 Ni quisieron mi consejo,

Y menospreciaron toda reprensi—n m’a,

 

31 Comer‡n del fruto de su camino,

Y ser‡n hastiados de sus propios consejos.

 

No olvides que Esaś vino buscando el arrepentimiento, con lagrimas, cuando era muy tarde, y le fe negado.

 

 

Vamos a orar