6 de junio de 20
El Poder Del Pan
Juan 6:31-71
En la primera parte de este capitulo, Cristo dio pan, y pescado a cinco mil hombres, y
aun mas contando la mujeres y los ni–os.
Era un evento magnifico, muy dram‡tico. Tan impresionados eran la gente, de la
gran multitud, deseaban hasta forzar Cristo a tomar la posici—n de rey, en un sentido pol’tico.
Pero en esta segunda parte del capitulo, nuestro
Se–or explicar‡ lo que significaba su gran milagro, entrando en muchos detalles
sobra la realidad de su misi—n en el mundo.
Y por lo tanto, la gran mayor’a de estos seguidores,
se van a abandonar lo para siempre.
pausa
Y esto es algo bastante normal en la historia de la
fe. Si todo es muy general, con
mśsica y comida, con amigos alegres, habr‡ siempre seguidores. Pero cuando se entran en los detalles,
espec’ficos, sobre la pura palabra de Dios, se van a ver claramente, que no
todos los hermanos, son autŽnticos.
Terminamos la ultima vez con la manera en que los
seguidores comparaban a Cristo con MoisŽs.
31) Nuestros padres comieron el man‡ en el desierto,
como est‡ escrito: Pan del cielo les dio a comer.
Ellos deseaban la comida
f’sica, especialmente si eran pobres.
Y en el desierto, siglos antes, ten’an man‡, un pan milagroso, lo
ten’an gratis cada d’a.
Y deseaban ver a Cristo
haciendo algo semejante.
32-33) Y Jesśs les dijo: De cierto, de cierto os digo:
No os dio MoisŽs el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del
cielo. Porque el pan de Dios es
aquel que descendi— del cielo y da vida al mundo.
Cristo inmediatamente, se
presente a si mismo como una forma de pan, o sea, de alimentaci—n. Pero se va a cambiar la conversaci—n de
lo f’sico, a lo espiritual, de lo temporal, a lo eternal. Y de tales cosas, muchas personas
simplemente no tienen ningśn interŽs.
34-35) Le dijeron: Se–or, danos siempre este pan. Jesśs les dijo: Yo soy el pan de vida;
el que a m’ viene, nunca tendr‡ hambre; y el que en m’ cree, no tendr‡ sed
jam‡s.
Como la mujer samaritana,
en el capitulo cuatro, se ped’an lo que Cristo ofrec’a, antes de entender que
eran, realmente los tŽrminos de su salvaci—n.
Y por lo menos la mujer de
dos cap’tulos atr‡s, se terminaba segura en Cristo, pero la gran mayor’a de Žstos,
van a abandonar lo para siempre.
36) Mas os he dicho, que aunque me habŽis visto, no
creŽis.
Estaban siguiendo, porque
era algo emocionante, estaban entre muchos amigos, escuchando cosas
interesantes. Hasta se pudieron
admirar a Cristo como en muchos caso hoy en d’a, pero estaban aun sin fe.
37) Todo lo que el Padre me da, vendr‡ a m’; y al
que a m’ viene, no le echo fuera.
Ahora empieza la ofensa. Existe una cantidad de personas, a
veces llamadas los elegidos, que Dios ha decidido dar a Cristo. Pero el hombre en su orgullo extremo
cree que esto no es justo.
Si Cristo es Salvador,
segśn ellos, su salvaci—n tiene que ser para cada persona. ŔQuŽ tragedia seria si uno deseaba
seguir a Cristo, pero no era entre los elegidos?
Pero el verso nos muestra
que esto es imposible.
37) Todo lo que el Padre me da, vendr‡ a m’; y al
que a m’ viene, no le echo fuera.
Solamente los elegidos
tendr‡n ese gran deseo de venir a Cristo.
Y estos ser‡n firmes, seguros en Cristo.
Los dem‡s continuaran
ofendidos por lo que Cristo es, y por lo que Cristo dice. Se van a concluir que no necesitan un
Salvador, que realmente su pecado no es tan grave. O se van a concluir, como muchos j—venes, que ellos pueden
venir a Cristo mas tarde, despuŽs de vivir un poco.
38) Porque he descendido del cielo, no para hacer mi
voluntad, sino la voluntad del que me envi—.
Cristo tenia una misi—n
especifica. El prop—sito de su
vida estaba establecido por el Padre. ŔY tu?
39) Y esta es la voluntad del Padre, el que me
envi—: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en
el d’a postrero.
El Se–or sigue con este concepto
de un grupo que el Padre se da, es una verdad inescapable de las escrituras,
pero es algo ofensivo a los hombres orgullosazo.
Y la salvaci—n de Cristo
es no solamente espiritual, sino que el cuerpo est‡ incluido. Por esto se mencione la resurrecci—n del
cuerpo, como parte esencial del evangelio.
Como dijo en el capitulo
anterior, todos ser‡n resucitados.
Juan 5:28-29 No os maravillŽis de esto; porque
vendr‡ hora
cuando
todos los que est‡n en los sepulcros oir‡n su voz; y los que hicieron lo bueno,
saldr‡n a resurrecci—n de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrecci—n de
condenaci—n.
Los que hicieron lo bueno
eran transformados, salvados por la fe.
Sus obras no ganaban merito con Cristo, sino que eran la evidencia de que
eran realmente salvados.
40) Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que
todo aquŽl que ve al Hijo, y cree en Žl, tenga vida eterna; y yo le resucitarŽ
en el d’a postrero.
Ahora Cristo predicaba la
vida eterna, lo que pasa despuŽs de esta vida, aunque puede empezar ahora. Y otra vez mas, se habla de la
resurrecci—n. E insisto, que esto
debe de ser parte del mensaje que predicamos.
41) Murmuraban entonces de Žl los jud’os, porque
hab’a dicho: Yo soy el pan que descendi— del cielo.
En realidad todos, a estas
alturas eran jud’os. Pero cuando
Juan habla de jud’os, normalmente habla de los que rechazaban a Cristo.
Cristo vino con la pura
verdad, la doctrina sana, y la reacci—n natural de ellos era murmurar, como es normal con
los hombres orgullosos. Se rechazan
a Cristo, porque son perdidos.
42) Y dec’an: ŔNo es Žste Jesśs, el hijo de JosŽ,
cuyo padre y madre nosotros conocemos? ŔC—mo, pues, dice Žste: Del cielo he
descendido?
Es que se esperaban un
Mes’as, pero no conforme a este.
Deseaban un Mes’as conforme a sus deseos y conceptos.
Y el mismo pasa
ahora. Muchos est‡n bien con un
dios, siempre y cuando es un dios conforme a sus deseos, y sus preferencias. Si es un Dios que realmente tiene que
ser el rey de sus vidas, entonces no pueden conceder tanta autoridad a nadie
aparte de su propio ego’smo.
43) Jesśs respondi— y les dijo: No murmurŽis entre
vosotros.
No era correcto murmurar,
cuando estaban presentados con la doctrina pura a sana, pero pasando muchos
a–os en la fe ver‡s que esto es bastante comśn.
44) Ninguno puede venir a m’, si el Padre que me
envi— no le trajere; y yo le resucitarŽ en el d’a postrero.
Ahora la ofensa es aun mas
intensificada. El hombre natural,
prefiere pensar que Žl puede venir a Cristo, como y cuando quiere.
Ese pensamiento es comśn entre
j—venes. Pero la verdad dice que
no. Sino que Dios tiene control de
esto. Por lo tanto es correcto
para los padres, seguir en sus oraciones, por sus j—venes.
44) Ninguno puede venir a m’, si el Padre que me
envi— no le trajere; y yo le resucitarŽ en el d’a postrero.
Es que como Cristo dijo a
Nicodemo en el caputilo tres, si uno no naciere de nuevo, ni puede ver el reino
de Dios.
Y la misma incapacidad
estaba presentada de manera clara por San Pablo.
1 Corintios 2:14 Pero el hombre natural
no percibe las
cosas
que son del Esp’ritu de Dios, porque para Žl son locura, y no las puede
entender, porque se han de discernir espiritualmente.
No es que simplemente no
quiere, sino no puede. Y como
dije, esa verdad es ofensiva a muchos.
Pero para los que est‡n seguros en Cristo, esto no presente problema
alguno.
45) Escrito est‡ en los profetas: Y ser‡n todos
ense–ados por Dios. As’ que, todo aquel que oy— al Padre, y aprendi— de Žl,
viene a m’.
Esto tambiŽn tiene algo
ofensivo para el moderno de nuestros tiempos. Los jud’os modernos y los musulmanes, no han o’do del Padre,
porque no vienen a Cristo.
Ese capitulo seria
bastante dif’cil para muchas iglesias modernas.
46) No que alguno haya visto al Padre, sino aquel
que vino de Dios; Žste ha visto al Padre.
Cristo vino revelando el
padre. Y si tu veas a un libro o a
una pel’cula de uno que supuestamente fue al cielo y vio al Padre, te puedes
concluir con este vers’culo, que o es una fraude, o el autor tiene problemas
mentales.
Solamente Cristo puede
revelar nos, la verdad sobre el Padre.
47-48) De cierto, de cierto os digo: El que cree en
m’, tiene vida eterna. Yo soy el
pan de vida.
Ahora Cristo continuar‡
ense–ando sobre su gran milagro, y como en algśn sentido, Žl es el pan
de vida.
49-50) Vuestros padres comieron el man‡ en el
desierto, y murieron. Este es el
pan que desciende del cielo, para que el que de Žl come, no muera.
Ahora la ofensa va a
intensificar aun mas, porque Cristo dice que de alguna manera se tienen que
comer de Žl. Para los que est‡n
seguros en Cristo, no habr‡ problema grave, pero para otros esto ser‡ el colmo.
51) Yo soy el pan vivo que descendi— del cielo; si
alguno comiere de este pan, vivir‡ para siempre; y el pan que yo darŽ es mi
carne, la cual yo darŽ por la vida del mundo.
De alguna manera, nuestro
alimento es Cristo. ŔPero en que
sentido? Tal vez algunos ya est‡n
pensando ya en la Santa Cena, que vamos a celebrar al fin del servicio.
Pero tienes que saber que
la Santa Cena ha sido de grandes controversias en la historia de la iglesia, y
no solamente entre cat—licos y evangŽlicos. Muchos han terminado confundidos por este capitulo.
As’ que vamos a prestar
atenci—n a lo que dice para ojala salir con claridad.
52) Entonces los jud’os contend’an entre s’,
diciendo: ŔC—mo puede Žste darnos a comer su carne?
Otra vez, los jud’os, los
murmuradores, tienen problemas.
Porque so–aba como una forma de canibalismo.
Pero tenemos que llegar a
la primera conclusi—n, de que Cristo no est‡ hablando literalmente. Es metaf—rico.
Como cuando hablaba con
Nicodemo.
Juan 3:4 Nicodemo le dijo: ŔC—mo puede un hombre
nacer
siendo
viejo? ŔPuede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
Nicodemo, como otros
jud’os, tomaba todo literalmente, pero Cristo estaba hablando metaf—ricamente.
53) Jesśs les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si
no comŽis la carne del Hijo del Hombre, y bebŽis su sangre, no tenŽis vida en
vosotros.
Esto es el colmo de los
colmos, porque en la ley fue prohibido comer algo con la sangre. Aun en GŽnesisÉ
GŽnesis 9:4 Pero carne con su vida, que
es su sangre,
no
comerŽis.
Y dice enÉ
Lev’tico 17:14 Porque la vida de toda carne es su sangre; por
tanto,
he dicho a los hijos de Israel: No comerŽis la sangre de ninguna carne, porque
la vida de toda carne es su sangre; cualquiera que la comiere ser‡ cortado.
As’ que aunque Cristo
predicaba la pura verdad, estaba ofendiendo a casi todos.
53) Jesśs les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si
no comŽis la carne del Hijo del Hombre, y bebŽis su sangre, no tenŽis vida en
vosotros.
Y no puede estar hablando
literalmente, o de la Santa Cena, porque ni el ladr—n en la cruz, ni muchos
ni–os que mueren, han tomado la Santa Cena.
Esto simplemente no puede
ser literal. Pero s’ es cierto.
54-55) El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene
vida eterna; y yo le resucitarŽ en el d’a postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es
verdadera bebida.
Bueno, pausa, como podemos resolver esa enigma.
pausa
Si compares escritura con
escritura, en el nuevo testamento, ver‡s que cuando hablan de la sangre de
Cristo, normalmente est‡n hablando de su muerte, su sacrificio en la cruz.
Hechos 20:28 Por tanto, mirad por vosotros, y
por todo el
reba–o
en que el Esp’ritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia
del Se–or, la cual Žl gan— por su propia sangre.
Cristo compraba la iglesia
con su sangre, porque compraba la iglesia con su muerte, por su sacrificio.
Hablando de nuestra
justificaci—n en Romanos diceÉ
Romanos 3:24-25 Siendo justificados gratuitamente por su
gracia,
mediante la redenci—n que es en Cristo Jesśs, a quien Dios puso como
propiciaci—n por medio de la fe en su sangre, para manifestar su
justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados
pasados,
La fe en su sangre no es
como que su sangre es algo m‡gico, sino que es una manera de hablar de la fe en
su sacrificio.
Comer su carne y beber su
sangre, es decidir que el sacrificio de Cristo ha sido para ti, y poner toda tu
confianza en esto, y jamas en tus propias acciones, ni tus decisiones ni tus oraciones.
Es confiar que tu ha sido
comprado, por este sacrificio.
Y entendiendo lo as’, el
capitulo no es tan ofensivo.
56) El que come mi carne y bebe mi sangre, en m’
permanece, y yo en Žl.
Est‡ hablando de la uni—n,
y la comuni—n con Cristo. Esto es
lo que celebramos con la Santa Cena, pero no es literalmente la Santa Cena.
Ha habido muchos,
incluyendo a Judas Iscariote, que participaron en la Santa Cena, pero despuŽs
se fueron al infierno, porque jamas eran creyentes en realidad.
57) Como me envi— el Padre viviente, y yo vivo por
el Padre, asimismo el que me come, Žl tambiŽn vivir‡ por m’.
Comiendo a Cristo, no es
una forma de canibalismo, sino que es poner toda tu confianza en Žl, para
entrar en una vida magnifica, y eterna.
Esto es el evangelio.
58) Este es el pan que descendi— del cielo; no como
vuestros padres comieron el man‡, y murieron; el que come de este pan, vivir‡
eternamente.
As’ que esto es el mensaje. Cree la palabra de Cristo, y ponga tu
fe en Žl, no en una religi—n, no en ningśn pastor, no en ninguna iglesia, sino
que ponga tu confianza en Cristo, en su muerte, en su sacrificio para ti, y
ser‡s una persona salvada, eternamente.
59-60) Estas cosas dijo en la sinagoga, ense–ando en
Capernaum. Al o’rlas, muchos de
sus disc’pulos dijeron: Dura es esta palabra; ŔquiŽn la puede o’r?
Los que antes deseaban
hacer lo rey por la fuerza, ahora cuando la doctrina era clara y especifica, pausa, han perdido todo su entusiasmo. ŔY tu?
61) Sabiendo Jesśs en s’ mismo que sus disc’pulos
murmuraban de esto, les dijo: ŔEsto os ofende?
Cristo predicaba la
verdad, pero s’, muchos estaban ofendidos. Es que deseaban el entusiasmo del grupo, deseaban la comida
gratis, hasta se admiraban a Cristo.
Pero cuando la doctrina
era especifica, era insoportable para ellos.
62) ŔPues quŽ, si viereis al Hijo del Hombre subir
adonde estaba primero?
Otra ofensa. Eran frustrado cuando Cristo dijo que
ha descendido del cielo, y ahora dice que va a regresar alla.
63) El esp’ritu es el que da vida; la carne para
nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son esp’ritu y son vida.
Para el hombre natural, y
orgulloso, estos asuntos siempre estar‡n la causa de ofensa. Es que aun est‡n en la carne, aun est‡n
en Ad‡n, con su rebeli—n.
Pero una vez caminando en
el Esp’ritu, todo esto es provechoso, y una fuente de alimentaci—n.
64) Pero hay algunos de vosotros que no creen.
Porque Jesśs sab’a desde el principio quiŽnes eran los que no cre’an, y quiŽn
le hab’a de entregar.
Siempre es as’. Siempre hay personas que sigan por un
rato, que encuentra todo muy interesante, cuando hay comida, mśsica, amigos.
Pero cuando la doctrina es
bien especifica, se van a apartar se.
Esto fue hecho claro, en la par‡bola del sembrador.
Mateo 13:18-23 O’d, pues, vosotros la par‡bola del sembrador:
Cuando
alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo
que fue sembrado en su coraz—n. Este es el que fue sembrado junto al camino.
Y
el que fue sembrado en pedregales, Žste es el que oye la palabra, y al momento
la recibe con gozo; pero no tiene ra’z en s’, sino que es de corta duraci—n,
pues al venir la aflicci—n o la persecuci—n por causa de la palabra, luego
tropieza.
El
que fue sembrado entre espinos, Žste es el que oye la palabra, pero el af‡n de
este siglo y el enga–o de las riquezas ahogan la palabra, y se hace
infructuosa.
Mas
el que fue sembrado en buena tierra, Žste es el que oye y entiende la palabra,
y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.
65) Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede
venir a m’, si no le fuere dado del Padre.
La salvaci—n es obra de
Dios. Y Dios est‡ dando ese don a
quien el quiere. Antes que esto
pasara, el hombre ni puede entender ni venir a Cristo. ŔEsto te ofende?
66) Desde entonces muchos de sus disc’pulos
volvieron atr‡s, y ya no andaban con Žl.
La doctrina causaba una
gran apostas’a. Los que deseaban
forzar lo a tomar el oficio de Rey, ahora ni deseaban seguirlo mas. La verdad, jamas es realmente popular.
Por esto muchas iglesias
prosperan, por sus enga–os.
67) Dijo entonces Jesśs a los doce: ŔQuerŽis acaso
iros tambiŽn vosotros?
ŔQue tal los doce? ŔQuŽ tal los que han andado con Cristo
ya por a–os, ellos tambiŽn iban a apartar se?
68) Le respondi— Sim—n Pedro: Se–or, Ŕa quiŽn
iremos? Tś tienes palabras de vida eterna.
Apartando se de Cristo,
solamente hay error. Si vas
a los musulmanes, no hay perd—n de pecado.
Si te vayas con los
jud’os, como la hija de Donald Trump, tambiŽn no hay perd—n de ninguna ofensa,
sino pura confusi—n e incredulidad.
69) Y nosotros hemos cre’do y conocemos que tś eres
el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Ojala esto es tu caso
tambiŽn, hermano, hermana, joven, en esta ma–ana, de otra manera, seria mejor
que no te participes en la Santa Cena esta vez.
70) Jesśs les respondi—: ŔNo os he escogido yo a
vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?
Cuando Pedro hablaba por
los doce, no se hablaba por todos, porque aun uno de ellos era una persona
apostata. Un diablo, segśn Cristo.
71) Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Sim—n;
porque Žste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce.
ÁAqu’ tenemos uno que
estaba dentro del ministerio! Y
Cristo oraba toda la noche antes de escoger su doce. Y esto no era ningśn error, sino parte del plan.
El que echaba fuera
demonios con los dem‡s, era si mismo, un diablo. Y no ser‡ el śnico.
En el d’a del juicio, ser‡ evidente que hab’an otros.
Mateo 7:21-23 No todo el que me dice: Se–or, Se–or,
entrar‡
en
el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que est‡ en
los cielos.
Muchos
me dir‡n en aquel d’a: Se–or, Se–or, Ŕno profetizamos en tu nombre, y en tu
nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?
Y
entonces les declararŽ: Nunca os conoc’; apartaos de m’, hacedores de maldad.
Los que realmente reciban
su alimentaci—n, por la sangre y la carne de Cristo, metaf—ricamente hablando,
estos andar‡n en la santidad, porque ser‡n limpiados por el Esp’ritu Santo.
======================== Conclusi—n
=========================
Ahora para preparar nos
por la santa cena, vamos a examinar a nosotros mismos, antes de participar.
1 Corintios 11:27-30 De manera que cualquiera que comiere
este
pan o bebiere esta copa del Se–or indignamente, ser‡ culpado del cuerpo
y de la sangre del Se–or.
Por
tanto, pruŽbese cada uno a s’ mismo, y coma as’ del pan, y beba de la
copa.
Porque
el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Se–or, juicio come
y bebe para s’.
Por
lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.
Vamos a orar