31 de mayo de 20

Encontrando La Soluci—n

Juan 6:1-33

 

El Evangelio de Juan, no es como los otros Evangelios.  Vino mas tarde que Mateo, Marcos y Lucas, y fue escrito por el ap—stol que era muy cerca de Cristo.

 

Y su prop—sito era ense–ar nos quien es Cristo, y c—mo debemos de entender su misi—n en este mundo.

 

As’ que vamos a dedicar nuestro tiempo en esta ma–ana, aprendiendo mas de Cristo.  ÀAmen?

 

1-2) DespuŽs de esto, Jesœs fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias.  Y le segu’a gran multitud, porque ve’an las se–ales que hac’a en los enfermos.

 

Hab’a ya una enorme cantidad de gente siguiendo a Cristo.  En poco tiempo, su popularidad ha explotado.  Y todos estaban bienvenido.

 

Pero no todos estaban bien con Dios.  No todos entendieron ese gran Se–or y Salvador, y lo que el deseaba de nosotros.

 

Dice que era popular por su poder de sanar a los enfermos.  Y esto es algo bien lindo, pero puede ser un poco peligroso.

 

pausa

 

Es que muchos han venido a Cristo, a travŽs de los siglos, porque ten’an x problema.  Tal vez su familia no andaba bien, o sus negocios, o ten’an problemas de salud, o de su situaci—n financiera.

 

Y una vez encontrando la soluci—n al problema x, se regresan a su vida de antes, llena de toda forma de idolatr’a, de la indiferencia y de la carnalidad, acumulando mas y mas pecado, para el gran d’a del juicio.

 

El libro de Juan puede ayudar te a evitar tales desastres.

 

3-4) Entonces subi— Jesœs a un monte, y se sent— all’ con sus disc’pulos.  Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los jud’os.

 

 

Con su crecimiento de popularidad, y en la temporada de la Pascua la muchedumbre era enorme.

 

5) Cuando alz— Jesœs los ojos, y vio que hab’a venido a Žl gran multitud, dijo a Felipe: ÀDe d—nde compraremos pan para que coman Žstos?

 

Dirig’a su pregunta a Felipe, porque en este momento, Felipe tenia que crecer.  Felipe tenia que aprender c—mo encontrar soluciones, cuando los problemas de la vida se presentan.

 

Cristo simplemente presupone, que era la responsabilidad de los disc’pulos dar comida a todos estos invitados.

 

Mandar los a irse no era una opci—n, en la mente de Cristo.

 

6) Pero esto dec’a para probarle; porque Žl sab’a lo que hab’a de hacer.

 

Era normal para Cristo, probar a sus disc’pulos, y ser‡ normal para Cristo probar a ti.  ÀPero porque?

 

Es que tenemos que crecer, tenemos que madurar en la fe, tenemos que estar mas confiables en los ministerios, y mas capaces de guiar a nuestros hijos, y aconsejar a los hermanos nuevos.

 

Felipe va a fracasar terriblemente en esa prueba, pausa ,pero est‡ bien.  Tu y yo, tambiŽn podemos fracasar en las pruebas del Se–or a veces, pero lo importante es aprender a encontrar las soluciones cada vez mas eficazmente.

 

7) Felipe le respondi—: Doscientos denarios de pan no bastar’an para que cada uno de ellos tomase un poco.

 

Felipe tenia una mente aguda.  Se pudo calcular los nœmeros en su mente.  Pudo calcular el numero de gente, y el costo de la comida en aquella regi—n, porque el era de aquellas partes.

 

Como un ingeniero, se pudo calcular el costo en poco tiempo.  Pero en esto se fracasaba la prueba.

 

8-9) Uno de sus disc’pulos, AndrŽs, hermano de Sim—n Pedro, le dijo: Aqu’ est‡ un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ÀquŽ es esto para tantos?

 

 

AndrŽs era un poco mejor.  Por los menos se intentaba buscar una soluci—n.

 

Para Felipe, todo era imposible.  Pero AndrŽs por lo menos buscaba algo.  Los dos ten’an mucho que aprender, buscando soluciones en el ministerio de Cristo.

 

10) Entonces Jesœs dijo: Haced recostar la gente. Y hab’a mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en nœmero de cinco mil varones.

 

Cristo tenia todo lo que necesitaba.  Cuando viene uno con muy poco, pero se pone su poco en las manos de Cristo, la soluci—n ya viene.

 

Y los miles de seguidores no ten’an que sentar se sobre rocas incomodas, sino que ten’an una alfombra lujosa de hierba, por la providencia de Dios. pausa

 

Seguramente, los que sab’an algo de las escrituras estaban pensando en el Salmo 23.

 

Salmos 23 Jehov‡ es mi pastor; nada me faltar‡.

 

En lugares de delicados pastos me har‡ descansar;

Junto a aguas de reposo me pastorear‡.

 

Confortar‡ mi alma; Me guiar‡ por sendas de justicia por amor de su nombre.

 

Aunque ande en valle de sombra de muerte,

No temerŽ mal alguno, porque tœ estar‡s conmigo;

Tu vara y tu cayado me infundir‡n aliento.

 

Aderezas mesa delante de m’ en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa est‡ rebosando.

 

Ciertamente el bien y la misericordia me seguir‡n todos los d’as de mi vida, Y en la casa de Jehov‡ morarŽ por largos d’as.

 

Con un poco de fe, y con muy, pero muy poca comida, la soluci—n estaba encontrada.

 

11) Y tom— Jesœs aquellos panes, y habiendo dado gracias, los reparti— entre los disc’pulos, y los disc’pulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto quer’an.

Ya no era muy poca, la comida, sino que era cuanto se quer’an.  En otras palabras, la soluci—n estaba encontrada.

 

Es que los ap—stoles ten’an que aprender quien es realmente este Se–or, Cristo Jesœs.  Es Emanuel, Dios con nosotros. 

 

Felipe, con sus calculaciones, solamente pensaba en las soluciones naturales.  Ni por un momento se pensaba en el poder sobrenatural de Cristo Jesœs.

 

Y si tu y yo, vivimos as’, tambiŽn fracasaremos en los muchos problemas, y pruebas, que Dios nos va a mandar.

 

Tenemos que recordar siempre, que estamos caminando con un Dios de recursos infinitos.  ÀAmen?

 

12) Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus disc’pulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada.

 

Aunque se gustaban de un banquete muy rico, no era correcto tirar lo que sobraba a la tierra, para las bestias.

 

Sino que ten’an que llevar las cestas con ellos, como recurso para los pobres, y tambiŽn como memorial, de su falta de fe.

 

13) Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que hab’an comido.

 

Tenemos que aprender que es correcto, confiar en el poder sobrenatural de Dios, cuando vienen los tiempos dif’ciles.

 

La historia de los misioneros y otros en el ministerio est‡ llena de ejemplos de Dios, supliendo las necesidades, con medios cada vez mas extra–os.

 

Muchos han encontrado la comida o el dinero que se necesitaban, en el ultimo momento, a veces abriendo la puerta de su casa, y viendo lo all’ en el suelo.

 

Salmos 37:25   Joven fui, y he envejecido,

Y no he visto justo desamparado,

Ni su descendencia que mendigue pan.

 

14) Aquellos hombres entonces, viendo la se–al que Jesœs hab’a hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que hab’a de venir al mundo.

 

MoisŽs promet’a en el libro de Deuteronomio, que Dios iba a mandar otro profeta como Žl, y que seria necesario escuchar lo.

 

Por esto se preguntaron a Juan Bautista si Žl era aquel profeta, y dijo que no.  pausa

 

Cristo s’ era el profeta prometido.  Nuestro Se–or tiene tres oficios, Profeta, Sacerdote y Rey.

 

15) Pero entendiendo Jesœs que iban a venir para apoderarse de Žl y hacerle rey, volvi— a retirarse al monte Žl solo.

 

Era el deseo de muchos, hacer de Cristo un rey pol’tico, y esto por la fuerza.  En vez de preguntar como San Pablo, ÒQue quieres que haga?Ó  Ellos iban a ordenar a Cristo sobre lo que Žl tenia que hacer.

 

Hechos 9:6 El, temblando y temeroso, dijo: Se–or, ÀquŽ

quieres que yo haga? Y el Se–or le dijo: Lev‡ntate y entra en la ciudad, y se te dir‡ lo que debes hacer.

 

Esto es la manera correcta de responder a la llamada santa.

 

15) Pero entendiendo Jesœs que iban a venir para apoderarse de Žl y hacerle rey, volvi— a retirarse al monte Žl solo.

 

Por supuesto Cristo es Rey, de hecho es Rey de reyes y Se–or de se–ores.

 

Pero ellos estaban buscando una soluci—n pol’tica.  Y esto no era el plan de Dios.

 

Es que estos desean encontrar la soluci—n de dos aflicciones.

 

Primero, muchos eran pobres y fue dif’cil ganar el pan diario. Se pensaron que con Cristo en la posici—n de rey, la comida seria gratis para siempre.

 

Pero es necesario recordar la maldici—n que ca’a sobre Ad‡n por el pecado original.

 

GŽnesis 3:17-19 Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la

voz de tu mujer, y comiste del ‡rbol de que te mandŽ diciendo: No comer‡s de Žl; maldita ser‡ la tierra por tu causa; con dolor comer‡s de ella todos los d’as de tu vida.

 

Espinos y cardos te producir‡, y comer‡s plantas del campo.

 

Con el sudor de tu rostro comer‡s el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volver‡s.

 

El trabajo siempre ha sido parte de la vida del hombre.  Y el trabajo dif’cil, es consecuencia de la rebeli—n y del pecado.

 

Pero la gente tambiŽn deseaban encontrar una soluci—n a otro problema.  Estaban hartos de vivir bajo la tiran’a de Roma.

 

Pensaron as’, muy equivocadamenteÉ

 

Si Cristo es otro profeta como MoisŽs, y si MoisŽs nos dio libertad de la tiran’a de Egipto, entonces Cristo puede darnos libertad de la tiran’a de Roma.  pausa

 

Pero otra vez, como Felipe, estaban pensando carnalmente.

 

Como en nuestros tiempos, muchos, casi todos creen que se pueden encontrar las soluciones por los medios pol’ticos.

                        

Pero esto es el gran enga–o de Satan‡s, que guarda muchos en la miseria constante, y hasta tiene a nuestras ciudades en llamas.  pausa

 

La gran tiran’a, y muchos jam‡s captan esto, pero la gran tiran’a no era Roma, no es el gobierno.  La gran tiran’a es la tiran’a del pecado, o sea la tiran’a de Satan‡s.

 

Y la libertad principar que Cristo tra’a, era la libertad del pecado.  Pero los ciegos casi no pueden entender esto nunca.

 

Mateo 1:21 Y dar‡ a luz un hijo, y llamar‡s su nombre

JESòS, porque Žl salvar‡ a su pueblo de sus pecados.

 

16-17) Al anochecer, descendieron sus disc’pulos al mar, y entrando en una barca, iban cruzando el mar hacia Capernaum. Estaba ya oscuro, y Jesœs no hab’a venido a ellos.

 

Ya van a otras partes, pero Cristo va a continuar explicando su milagro por el resto del capitulo.  Es muy largo y no vamos a concluir todo hoy.

 

18) Y se levantaba el mar con un gran viento que soplaba.

 

Otra vez la prueba.  La mayor’a de ellos eran pescadores, y sab’an manejar la lancha en un tormento.

 

19) Cuando hab’an remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesœs que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca; y tuvieron miedo.

 

Tuvieron miedo, como dice en otros evangelios, porque pensaban que era una fantasma, o un demonio.

 

Pero era una prueba buena, porque ellos, como nosotros ten’an que aprender a confiar en su Se–or.  ÀAmen?

 

20) Mas Žl les dijo: Yo soy; no tem‡is.

 

Y tal vez Cristo est‡ diciendo esto a alguien aqu’ esta ma–ana.  Yo soy; no tem‡is.

 

No tem‡is, porque todo est‡ bajo control.

 

Y cuando dice ÒYo soyÓ, estaba aplicando el nombre de Dios, a si mismo.

 

ƒxodo 3:13-14  Dijo MoisŽs a Dios: He aqu’ que llego yo a los

hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ÀCu‡l es su nombre?, ÀquŽ les responderŽ?

 

Y respondi— Dios a MoisŽs: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: As’ dir‡s a los hijos de Israel: YO SOY me envi— a vosotros.

 

21) Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca, la cual lleg— en seguida a la tierra adonde iban.

 

Cuando tu tienes a Cristo en tu barca, vas a saber que te puedes encontrar la soluci—n correcta.

 

22) El d’a siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar vio que no hab’a habido all’ m‡s que una sola barca, y que Jesœs no hab’a entrado en ella con sus disc’pulos, sino que Žstos se hab’an ido solos.

 

 

 

23) Pero otras barcas hab’an arribado de Tiberias junto al lugar donde hab’an comido el pan despuŽs de haber dado gracias el Se–or.

 

Los que segu’an a Cristo, observaban todos los detalles de sus movimientos.

 

24) Cuando vio, pues, la gente que Jesœs no estaba all’, ni sus disc’pulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaum, buscando a Jesœs.

 

Otra vez, Cristo, en aquellos momentos tenia muchos seguidores.  Pero una gran mayor’a de ellos no estaban bien con Dios.  ÀY tu?

 

25) Y hall‡ndole al otro lado del mar, le dijeron: Rab’, Àcu‡ndo llegaste ac‡?

 

Querr’an resolver el misterio de c—mo Cristo llegaba al otro lado sin barca.  Pero Cristo ni va a responder a su pregunta, sino que les va a dar una reprenda sana.

 

26) Respondi— Jesœs y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me busc‡is, no porque habŽis visto las se–ales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.

 

Cristo estaba tratando de despertar los, de sus pensamientos carnales.  Es que cuando se buscaban soluciones, solamente se pensaban en lo carnal.

 

Deseaban la comida f’sica, pero la comida espiritual era de poco importancia para ellos. 

 

Como Cristo dijo al diabloÉ

 

Mateo 4:4 Escrito est‡: No s—lo de pan vivir‡ el hombre,

          sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

 

Y cuando Cristo andaba evangelizando la mujer Samaritana en el capitulo cuatro, dijo a sus disc’pulosÉ

 

Juan 4:32 Yo tengo una comida que comer,

          que vosotros no sabŽis.

 

Y esa comida era el rescate de la gente perdida, que solamente pudieron pensar en lo f’sico.

 

 

27) Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dar‡; porque a Žste se–al— Dios el Padre.

 

Esto es una manera de hablar.  No est‡ diciendo que todos pueden abandonar a sus trabajos.  Como San Pablo dijo en otra parteÉ

 

2 Tesalonicenses 3:11-12

Porque o’mos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiŽndose en lo ajeno.

 

A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Se–or Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan.

 

Cristo no condenaba el trabajo normal cuando se dijoÉ

 

27) Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dar‡; porque a Žste se–al— Dios el Padre.

 

El problema es hacer ese trabajo lo principal de tu vida, para siempre intentar encontrar tus soluciones, en las cosas f’sicas.

 

Otra vez, San Pablo nos amonestabaÉ

 

Romanos 16:18  Porque tales personas no sirven a nuestro

Se–or Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas enga–an los corazones de los ingenuos.

 

En fin, Cristo quiere verte dedicando tu prioridad a lo mas noble, lo mas duradero.

 

Mateo 6:19-21  No os hag‡is tesoros en la tierra, donde la

polilla y el or’n corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;

 

sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el or’n corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.

 

Porque donde estŽ vuestro tesoro, all’ estar‡ tambiŽn vuestro coraz—n.

 

Y por supuesto, tengo que preguntar:  ÀDonde est‡ tu coraz—n en esta ma–ana?

 

28) Entonces le dijeron: ÀQuŽ debemos hacer para poner en pr‡ctica las obras de Dios?

 

Como casi siempre, como con el joven rico, la gente creen que se puede hacer algo, para merecer el favor de Dios. 

 

Pero la gran reforma nos ense–aba que la justificaci—n es por la fe.

 

29) Respondi— Jesœs y les dijo: Esta es la obra de Dios, que cre‡is en el que Žl ha enviado.

 

Para empezar, tienes que escuchar su palabra.

Tienes que responder con fe.

 

Hebreos 11:6   Pero sin fe es imposible agradar a Dios;

porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.

 

30) Le dijeron entonces: ÀQuŽ se–al, pues, haces tœ, para que veamos, y te creamos? ÀQuŽ obra haces?

 

Esto fue el gran defecto de los jud’os.  Siempre se demandaban pruebas de Cristo.  Pero Cristo ya ha dado bastantes pruebas de su identidad.

 

Mateo 12:39    El respondi— y les dijo: La generaci—n mala y

adœltera demanda se–al; pero se–al no le ser‡ dada, sino la se–al del profeta Jon‡s.

 

Pero ellos deseaban comparar a Cristo con MoisŽs.

 

31) Nuestros padres comieron el man‡ en el desierto, como est‡ escrito: Pan del cielo les dio a comer.

 

Otra vez la conversaci—n regrese a la comida carnal.  Y no podemos olvidar, hermanos, que el primer pecado era un pecado, sobre la comida.

 

32) Y Jesœs les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio MoisŽs el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo.

 

 

33) Porque el pan de Dios es aquel que descendi— del cielo y da vida al mundo.

 

Una y otra vez, Cristo tenia que cambiar la perspectiva de sus seguidores, de lo f’sico a lo espiritual.  Y la ense–anza va a continuar con muchos detalles profundos, pero todo esto tendr‡ que esperar, al pr—ximo mensaje.

 

======================== Conclusi—n =========================

 

Este libro de Juan, nos ense–a quien es realmente nuestro Se–or, y como es, y que quiere de nosotros.

 

Antes que nada quiere corregir nuestras prioridades, y eliminar nuestras preocupaciones.

 

Mateo 6:31-33  No os afanŽis, pues, diciendo: ÀQuŽ comeremos,

o quŽ beberemos, o quŽ vestiremos?

 

Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenŽis necesidad de todas estas cosas.

 

Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os ser‡n a–adidas.

 

Habr‡ algunos que finalmente captan esto, pero tristemente, habr‡ bastantes que no.

 

Pero las amonestaciones van a continuar constantemente.

 

Proverbios 23:4-5    No te afanes por hacerte rico;

SŽ prudente, y desiste.

 

ÀHas de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque se har‡n alas como alas de ‡guila, y volar‡n al cielo.

 

Muchos en estos tiempos est‡n viendo sus riquezas saltando alas para volar muy lejos.  Y cuando esto es toda su esperanza, se quedan muy deprimidos.

 

En un mundo cada vez mas entregado a la muerte, Cristo vino para darnos la vida.

 

 

 

En un mundo que normalmente hace todo peor, implementando sus soluciones, Cristo vino con la soluciones eficaces.

 

Y si esto es tu deseo, encontrar las soluciones verdaderas, a los asuntos de la vida, puedes pasar en unos momentos y oraremos contigo.

 

Vamos a orar