16 de febrero de 20

Viendo El Cielo Abriendo

Juan 1:1-51

 

En los primeros cap’tulos de la Biblia, en el para’so, el hombre tenia su Dios presente.  Se pudo hablar Con Dios, y sentir su presencia.

 

Gran parte del para’so, era esta uni—n y comuni—n con Dios.

 

GŽnesis 3:8    Y oyeron la voz de Jehov‡ Dios que se paseaba

en el huerto, al aire del d’a; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehov‡ Dios entre los ‡rboles del huerto.

 

Pero una vez pecando, esa relaci—n santa estaba cortada, de hecho, estaban echados de all’, y la entrada estaba bloqueada.

 

GŽnesis 3:23-24 Y lo sac— Jehov‡ del huerto del EdŽn,

para que labrase la tierra de que fue tomado.

 

Ech—, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de EdŽn querubines, y una espada encendida que se revolv’a por todos lados, para guardar el camino del ‡rbol de la vida.

 

El para’so, la uni—n y comuni—n tan cerca de Dios, estaba bloqueada, con una espada encendida.  pausa  Pero esto no iba estar para siempre, como veremos en este capitulo.

 

1)  En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

 

Aun en GŽnesis, se hababan de Dios como una pluralidad.

 

GŽnesis 1:26   Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a

nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y se–oree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.

 

As’ que desde el principio, elementos de la trinidad estaban revelados.

2) Este era en el principio con Dios.

 

Estaba con Dios, pero era Dios.  Es un misterio profundo.

 

Pero en otras partes de las escrituras, Cristo lleve este nombre ÒVerbo de Dios.Ó.

 

Apocalipsis 19:13    Estaba vestido de una ropa te–ida en

sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.

 

Juan no empieza su evangelio hablando de Abraham, y su descendencia, como hizo Mateo.

 

Tampoco va a hablar del pesebre, como otros.  Este evangelio vino mas tarde que los otros, y antes que nada, su prop—sito era establecer para siempre la identidad verdadera de Cristo.

 

3) Todas las cosas por Žl fueron hechas, y sin Žl nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

 

Cristo estaba presente en la creaci—n, participando en todo, por lo tanto es due–o de todo, y tiene la autoridad de establecer las reglas de la moralidad.

 

4) En Žl estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

 

Cada hombre, aun el mas vil, sabe que Dios existe, aun los ateos, en el fondo, no son ateos, sino que conocen a Dios, y tienen una conciencia.

 

Y aunque sus conciencias pueden estar bien da–ada, quemada, en el fondo pueden distinguir entre lo bueno y el malo, hasta que sean completamente entregado a la mente reprobada.

 

Romanos 1:28   Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a

Dios, Dios los entreg— a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen.

 

Pero toda la capacidad de razonar, vino como regalo de Cristo.

 

5) La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

 

Aun antes de la llegada de Cristo, su luz estaba brillando.

Y estudiando con cuidado las escrituras, veras que MoisŽs tenia conecto con Cristo.  Dice esto en el libro de Hebreos, y tambiŽn en el primero de Corintios.

La luz de Dios estaba presente, brillando por medio de su pueblo, pero el mundo siempre estaba en su contra.

 

6) Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.

 

Ahora, se va a hablar un poco de Juan Bautista, porque conforme a las profec’as, uno iba a venir antes del Mes’as para preparar su camino.  Y Cristo iba a cumplir todo, con la perfecci—n absoluta.

 

Malaqu’as 3:1  He aqu’, yo env’o mi mensajero, el cual

preparar‡ el camino delante de m’; y vendr‡ sœbitamente a su templo el Se–or a quien vosotros busc‡is, y el ‡ngel del pacto, a quien dese‡is vosotros. He aqu’ viene, ha dicho Jehov‡ de los ejŽrcitos.

 

Muchos ya estaban esperando su llegada.  Es como que se sab’an que ya era el tiempo.  Pero lo lideres no esperaban un humilde, un pobre, uno que iba a librar los de su pecado, sino que deseaban uno para librar los de los Romanos.

 

7-8) Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por Žl.  No era Žl la luz, sino para que diese testimonio de la luz.

 

Aunque Juan Bautista no hizo milagros, era sumamente poderoso.  Y la gente ten’an que entender que Žl no era el Cristo sino su mensajero.

 

9) Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, ven’a a este mundo.

 

Dice todo hombre, porque Cristo no vino para solamente iluminar a los jud’os.  La palabra de Dios, ya iba a extender a todas partes del mundo.  Y la mayor’a de los jud’os iban a rechazar la.

 

10) En el mundo estaba, y el mundo por Žl fue hecho; pero el mundo no le conoci—.

 

Como Dios estaba en el para’so, aunque Žl era el creador del para’so, con la vendida de Cristo, Dios estaba en el mundo, hablando otra vez con la gente, aunque era el creador del mundo.

 

11) A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.

 

La mayor’a de los jud’o eran ya tan lejos de Dios, con sus tradiciones y sus enga–os, que cuando Dios apareci— entre ellos en forma de Cristo, estaba rechazado.

 

Pero vimos esta queja hasta en el principio de Isa’as.

 

Isa’as 1:3 El buey conoce a su due–o, y el asno el

pesebre de su se–or; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento.

 

Y ojala esto no es tu caso, en esta ma–ana, de otra manera quiero orara para ti, cerrando el servicio.

 

12-13) Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de var—n, sino de Dios.

 

Este evangelio, viniendo mas tarde, su autor deseaba corregir unos errores que estaban presentes y hasta hora existan.

 

Antes que nada es claro que no todos son hijos de Dios autom‡ticamente.  Esto es un mito, pero Juan hablar‡ de esto en uno de sus cartas.

 

1 Juan 3:10    En esto se manifiestan los hijos de Dios, y

los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.

 

Bueno, esto es un error, el concepto de que todos son, autom‡ticamente hijos de Dios.  Otro error era, que por ser de la sangre de Abraham, estaban bien.  Pero no es cierto muchos que descend’an de Abraham ya eran corruptos..

 

12-13) Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de var—n, sino de Dios.

 

Y cuando dice aqu’ los que le recibieron, quiere decir los que le recibieron como su Se–or, y no solamente como su amigo o como su salvador.

 

Y cuando habla de la voluntad de la carne, o del var—n, esto era para corregir otro gran error que existe en las iglesias ahora.

 

Muchos creen, y hasta ense–an que si tu decides para Cristo, con tu decisi—n humana, entonces eres salvado. 

 

O que si tu respondes, emocionalmente a una campa–a evangel’stica, entonces jam‡s debes de dudar tu salvaci—n.

 

Muchas madres Cristianas desean sentir se seguras porque su hijo tomaba tal decisi—n, aunque nada ha cambiado en su vida.

 

La realidad es que uno tiene que nacer de nuevo, y estar trasformado por el poder del Esp’ritu Santo.

 

1 Pedro 1:23   Siendo renacidos, no de simiente corruptible,

sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

 

Santiago 1:18  El, de su voluntad, nos hizo nacer por la

palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.

 

O como citamos mucho en esta iglesia.

 

2 Corintios 5:17     De modo que si alguno est‡ en Cristo,

nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aqu’ todas son hechas nuevas.

 

Te puedes encontrar millones de j—venes en este pa’s, que supuestamente han hecho decisiones para Cristo, pausa pero sus vidas dan evidencias de que pertenecen aun, al diablo.

 

Y sus madres, en vez de agarrar una falsa esperanza, por una decisi—n en el pasado, deben de estar muy ferviente en oraci—n, por un cambio verdadero.  ÀAmen?

 

Continuando con el texto.

 

14) Y aquel Verbo fue hecho carne, y habit— entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigŽnito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

 

Como en el para’so, cuando Cristo vino, su gloria era evidente, aunque no vino con toda la exaltaci—n de un gran rey.  Vino como un humilde, aqu’ para servir.

 

Mateo 20:28    Como el Hijo del Hombre no vino para ser

servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.

 

15-16) Juan dio testimonio de Žl, y clam— diciendo: Este es de quien yo dec’a: El que viene despuŽs de m’, es antes de m’; porque era primero que yo.  Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.

 

En todo, Juan Bautista va a proclamar la superioridad de Cristo.  Hasta los disc’pulos de Juan ser‡n entregados a Cristo.  Porque Juan solamente vino para preparar el camino.

 

17) Pues la ley por medio de MoisŽs fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

 

No solamente tenian que proclamar que Cristo era superior a Juan, sino que Cristo era superior de Moises.

 

En la ley de MoisŽs se pudiera ver algo de la gracia de Dios.  Pero todo vino en sobras y tipos.

 

Con Cristo la realidad, la verdad del asunto era clara.

 

18) A Dios nadie le vio jam‡s; el unigŽnito Hijo, que est‡ en el seno del Padre, Žl le ha dado a conocer.

 

Sobre este punto hay, a veces confusi—n.  Muchos en el testamento antiguo sent’an temor, por haber visto el ‡ngel de Dios.  O dice que MoisŽs hablaba con Dios cara a cara.

 

Aun cuando Dios pasaba por MoisŽs, dijoÉ

 

ƒxodo 33:23    DespuŽs apartarŽ mi mano, y ver‡s mis

espaldas; mas no se ver‡ mi rostro.

 

Y en Hebreos dice que MoisŽs vio al invisible.

 

Hebreos 11:27  Por la fe dej— a Egipto, no temiendo la ira

del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible.

 

Pero el punto aqu’ en este capitulo es que si quieres ver a Dios, mira a Cristo.  Y no a un dibujo vergonzoso de un hombre con pelo largo, pausa, sino mira lo en su palabra, como estamos tratado de hacer hoy d’a.

 

19-20) Este es el testimonio de Juan, cuando los jud’os enviaron de JerusalŽn sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ÀTœ, quiŽn eres? Confes—, y no neg—, sino confes—: Yo no soy el Cristo.

 

Juan Bautista era muy popular, y los fariseos deseaban entender lo que estaba haciendo, o tal vez controlar lo.

 

Pero lo hicieron con cuidado, porque todo el mundo amaba, y respetaba a Juan.

 

Pero Juan, fue muy claro, que no era el Mes’as.

 

21) Y le preguntaron: ÀQuŽ pues? ÀEres tœ El’as? Dijo: No soy. ÀEres tœ el profeta? Y respondi—: No.

 

Sobre esto tambiŽn hay confusi—n a veces.  Los jud’os esperaban al El’as actual, como una reencarnaci—n de El’as.

 

Pero Juan Bautista vino en el esp’ritu de El’as.

 

Como ser‡ revelado en LucasÉ

 

Lucas 1:17 E ir‡ delante de Žl con el esp’ritu y el poder

de El’as, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Se–or un pueblo bien dispuesto.

 

22) Le dijeron: ÀPues quiŽn eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ÀQuŽ dices de ti mismo?

 

Deseaban saber, no para poner su fe en lo que estaba pasando, sino para dar respuesta a los fariseos corruptos.

 

23) Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Se–or, como dijo el profeta Isa’as.

 

Se citaba esto para decir que Žl solamente vino, para proclamar la venida de Cristo, nada mas.

 

24-25) Y los que hab’an sido enviados eran de los fariseos.

Y le preguntaron, y le dijeron: ÀPor quŽ, pues, bautizas, si tœ no eres el Cristo, ni El’as, ni el profeta?

 

Esto era su postura siempre.  Para mantener su poder sobre el pueblo preguntaba mucho ÒÀQue haces, o con que autoridad haces esto, y quien te dio esa autoridad?Ó

 

Es que no estaban protegiendo al pueblo sino que estaban protegiendo su monopolio sobre los diezmos.  Y puedes ver cosas semejante aun en nuestros tiempos.

 

26-27) Juan les respondi— diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros est‡ uno a quien vosotros no conocŽis.

Este es el que viene despuŽs de m’, el que es antes de m’, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado.

 

Juan era siempre fiel, exaltando a Cristo, y no a si mismo.

Y ojala nosotros podemos aprender la misma humildad.

 

Dir‡ en este mismo libro enÉ

 

Juan 3:30 Es necesario que Žl crezca, pero que yo mengŸe.

 

28-30) Estas cosas sucedieron en Bet‡bara, al otro lado del Jord‡n, donde Juan estaba bautizando.  El siguiente d’a vio Juan a Jesœs que ven’a a Žl, y dijo: He aqu’ el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: DespuŽs de m’ viene un var—n, el cual es antes de m’; porque era primero que yo.

 

Juan no era celoso de su propio ministerio, sino vino para proclamar a Cristo.  Y sus propios disc’pulos ser‡n entregados al Se–or.

 

Lo llama Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo, porque esto era el asunto mas importante que ten’an que entender de Cristo.

 

El cordero era comœn en los sacrificios de los jud’os, pero todos los corderos sacrificados, por todos los siglos, simplemente apuntaban a este gran sacrificio.

 

Isa’as 53:7    Angustiado Žl, y afligido, no abri— su boca;

como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeci—, y no abri— su boca.

 

Un verso que prefieren no leer en muchas sinagogas de los jud’os modernos, porque pensando en esto, muchos jud’os vienen a la fe en Cristo.

 

31) Y yo no le conoc’a; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua.

 

Juan realmente no entend’a como su primo era actualmente Dios en carne.  Dice esto para mostrar que no hab’a ningœn complot de enga–o, sino que Juan ejercitaba su ministerio con integridad.

 

32-33) TambiŽn dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Esp’ritu que descend’a del cielo como paloma, y permaneci— sobre Žl.  Y yo no le conoc’a; pero el que me envi— a bautizar con agua, aquŽl me dijo: Sobre quien veas descender el Esp’ritu y que permanece sobre Žl, Žse es el que bautiza con el Esp’ritu Santo.

 

La paloma era s’mbolo del Esp’ritu Santo, como mas tarde ser‡ presentado como lenguas de fuego.

 

Pero la paloma es una expresi—n de paz y de suavidad.  No es un animal agresivo.  DespuŽs del diluvio de NoeÉ

 

GŽnesis 8:11   Y la paloma volvi— a Žl a la hora de la tarde;

y he aqu’ que tra’a una hoja de olivo en el pico; y entendi— NoŽ que las aguas se hab’an retirado de sobre la tierra.

 

DespuŽs de descargar su gran ira sobre la tierra, Dios mandaba la paloma, como s’mbolo de paz.

 

34-37) Y yo le vi, y he dado testimonio de que Žste es el Hijo de Dios.  El siguiente d’a otra vez estaba Juan, y dos de sus disc’pulos.  Y mirando a Jesœs que andaba por all’, dijo: He aqu’ el Cordero de Dios.  Le oyeron hablar los dos disc’pulos, y siguieron a Jesœs.

 

Ahora se puede ver el Bautista, literalmente dando sus disc’pulos a Cristo.  El ministerio de Juan Bautista estaba llegando a su fin, y la iglesia, que iba a transformar este mundo estaba empezando.

 

38) Y volviŽndose Jesœs, y viendo que le segu’an, les dijo: ÀQuŽ busc‡is? Ellos le dijeron: Rab’ (que traducido es, Maestro), Àd—nde moras?

 

Es que estos ni conocieron a Cristo, pero sab’an que Cristo era su futuro.  Cristo hablaba con ellos amigablemente.  Ellos preguntaban de donde moraba, para tal vez pasar tiempo con Žl.

 

39) Les dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con Žl aquel d’a; porque era como la hora dŽcima.

 

Hermanos, esto es el mero, mero principio de la iglesia.  Y Juan Bautista, como profeta del testamento antiguo, daba sus disc’pulos a Cristo, que estaba abriendo el cielo, a una nueva Žpoca.  Como en el para’so, estaban morando con Dios.

40) AndrŽs, hermano de Sim—n Pedro, era uno de los dos que hab’an o’do a Juan, y hab’an seguido a Jesœs.

 

Uno de estos disc’pulos, de Juan era el hermano de Pedro.  Pero conociendo a Cristo, no se pudo quedar se en silencio.

 

ÀY tu hermano, hermana, tienes el mismo entusiasmo?

 

41) Este hall— primero a su hermano Sim—n, y le dijo: Hemos hallado al Mes’as (que traducido es, el Cristo).

 

El Mes’as de que se esperaban tantos siglos, ya estaba.  Y los lideres de la religi—n, ni ten’an concepto e lo que estaba pasando. 

 

Pero Pedro seria un nuevo l’der, de un nuevo movimiento.

 

42) Y le trajo a Jesœs. Y mir‡ndole Jesœs, dijo: Tœ eres Sim—n, hijo de Jon‡s; tœ ser‡s llamado Cefas (que quiere decir, Pedro).

 

Cristo lo conoci—, porque tiene todo conocimiento.  Y en un toque de cari–o, Cristo le dio un nuevo nombre.

 

43-44) El siguiente d’a quiso Jesœs ir a Galilea, y hall— a Felipe, y le dijo: S’gueme.  Y Felipe era de Betsaida, la ciudad de AndrŽs y Pedro.

 

Cristo estaba llamando j—venes, hombres llenos de vida y de energ’a, y siguiendo al Mes’as, estaban llenos de entusiasmo.

 

45) Felipe hall— a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquŽl de quien escribi— MoisŽs en la ley, as’ como los profetas: a Jesœs, el hijo de JosŽ, de Nazaret.

 

Felipe, como muchos nuevos Cristianos, tenia errores en su mensaje, pero era sincero.

 

Cristo no era realmente hijo de JosŽ, sino que fue nacido de una virgen.

 

Y tampoco era de Nazaret, sino que fue nacido en BelŽn, conforme a los profetas.

 

Pero aunque ese nuevo Cristiano, era un poco ignorante, Dios iba a bendicir su evangelismo por su fe y por su amor.

 

 

46) Natanael le dijo: ÀDe Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve.

 

Ahora bien, Natanael, no era tan ignorante. Natanael ha estudiado las cosas y sabia que el Mes’as iba a venir de BelŽn.

 

Desafortunadamente, la primera impresi—n de Cristo, para Natanael era negativa.  Pero Felipe no iba a discutir con el, es que el asunto era demasiadamente importante.

 

Solamente le invit—, diciendo. Ven y ve.

 

Y hay algo de aprender aqu’.  Trayendo gente a Cristo no sirve decir les, Òque te vayas a la iglesia de una vezÓ.

 

No, es mejor decir, ven, ven conmigo, y voy a compartir algo de mi tiempo, de mi vida contigo.  Esto es machismo mas eficaz.

 

47) Cuando Jesœs vio a Natanael que se le acercaba, dijo de Žl: He aqu’ un verdadero israelita, en quien no hay enga–o.

 

La primera impresi—n que Natanael tenia de Cristo, era negativa.  Pero la primera impresi—n que Cristo tenia de Nataniel era muy positiva.

 

Durante una Žpoca en que muchos jud’os no eran ni israelitas de veras, por su corrupci—n y sus enga–os, este joven era autentico.  Y Cristo lo sabia.

 

Y desde el principio, Cristo hablaba bien de Žl.

 

Salmos 32:2    Bienaventurado el hombre a quien Jehov‡ no

culpa de iniquidad, Y en cuyo esp’ritu no hay enga–o.

 

48) Le dijo Natanael: ÀDe d—nde me conoces? Respondi— Jesœs y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.

 

Cristo estaba observando ese joven antes de que se llegaba, porque Cristo estaba llamando le.

 

49) Respondi— Natanael y le dijo: Rab’, tœ eres el Hijo de Dios; tœ eres el Rey de Israel.

 

 

Ahora el asunto de venir de Nazaret, ni exist’a, sino que el joven se llenaba del entusiasmo divino.

 

50-51) Respondi— Jesœs y le dijo: ÀPorque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas ver‡s. 

 

Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aqu’ adelante verŽis el cielo abierto, y a los ‡ngeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.

 

Cristo juraba, De cierto, de cierto os digo, que si te pienses que viendo te debajo de la higuera era algo, amigo, hermano, tu aun no has visto nada.

 

Sino que vas a ver much’simo mas, ahora que el cielo estaba abriendo se, otra vez al mundo.

 

------------------------- Conclusi—n ------------------------

 

EmpecŽ hablando de la manera en que Ad‡n y Eva estaban excluidos de la presencia de Dios, y su regreso estaba bloqueado.

 

Pero en este capitulo hemos visto como el cielo, el para’so otra vez estaba abriendo a todos, a todos los que pudieron creer, y venir a Cristo.

 

Y si crees que el Se–or ahora te est‡ llamando por medio de su palabra y su Esp’ritu para formar parte de este movimiento global, puedes pasar al frente en unos momentos, y oraremos contigo.

 

ÀQuien sabe?, tal vez tu ser‡s unos de los que se bautizan, en el d’a de la Pascua, empezando este gran a–o con gozo.

 

Vamos a orar