26 de enero de 2020

Los Reyes Bajo Leyes

Ezequiel 46:1-24

Introducci—n

 

El rey David era un gran hŽroe, en la historia del pueblo de Israel, hasta hay un testimonio en el libro de Hechos de que Žl era var—n conforme la coraz—n de Dios.  Hablando del rey Saśl dijoÉ

 

Hechos 13:22   Quitado Žste, les levant— por rey a David,

de quien dio tambiŽn testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isa’, var—n conforme a mi coraz—n, quien har‡ todo lo que yo quiero.

 

Y David era autor de gran parte de los Salmos.  pausa Pero como rey, David abusaba su autoridad, causando la muerte de uno de sus soldados fieles, y la muerte de cuatro de sus hijos, y dejo un mal ejemplo para su hijo que tomaba el trono, Salom—n.

 

Continuando los errores, tomando muchas esposas, cosa expl’citamente prohibida en la ley, Salom—n tra’a la idolatr’a a la santa cuidad, que fue de mal en peor, en las generaciones que le segu’a, produciendo finalmente el exilio Babil—nico, que Ezequiel, nuestro profeta estaba sufriendo.

 

ŔEl punto?  Cuando uno est‡ en autoridad, pero no honrando el se–or’o de Dios, sus acciones pueden afectar a muchos, pausa, de manera terrible.

 

Y esto ser‡ relevante, tratando de entender el capitulo de hoy.

1) As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: La puerta del atrio interior que mira al oriente estar‡ cerrada los seis d’as de trabajo, y el d’a de reposo se abrir‡; se abrir‡ tambiŽn el d’a de la luna nueva.

 

El templo misterioso que estamos estudiando en estos śltimos cap’tulos de Ezequiel, representa condiciones ideales cuando los hermanos sujetan al se–or’o de Cristo.

 

La gente no est‡n todo el tiempo en el templo, porque la gente tienen que trabajar.  Pero hay tiempos sagrados que reconocemos, sujetando a los preceptos de Dios, y caminando en sus bendiciones.

2) Y el pr’ncipe entrar‡ por el camino del portal de la puerta exterior, y estar‡ en pie junto al umbral de la puerta mientras los sacerdotes ofrezcan su holocausto y sus ofrendas de paz, y adorar‡ junto a la entrada de la puerta; despuŽs saldr‡; pero no se cerrar‡ la puerta hasta la tarde.

Ya hemos tenido tres cap’tulos sobre el pr’ncipe.  ŔPero porque hablar de un pr’ncipe aqu’, y no de un rey?

 

EmpecŽ hablando de los errores de David y de Salom—n, porque tenemos que cuestionar la sabidur’a de poner tanta autoridad y tanto poder en las manos de un hombre.

 

ŔEra un error tener un rey humano?  Vamos a considerar lo.

 

En la Santa ley, Dios anticipaba el deseo de un pueblo confundido de tener un rey, y anticipando esto dijoÉ

 

Deuteronomio 17:14-20     Cuando hayas entrado en la tierra

que Jehov‡ tu Dios te da, y tomes posesi—n de ella y la habites, y digas: PondrŽ un rey sobre m’, como todas las naciones que est‡n en mis alrededores;

 

15 ciertamente pondr‡s por rey sobre ti al que Jehov‡ tu Dios escogiere; de entre tus hermanos pondr‡s rey sobre ti; no podr‡s poner sobre ti a hombre extranjero, que no sea tu hermano.

 

16 Pero Žl no aumentar‡ para s’ caballos, ni har‡ volver al pueblo a Egipto con el fin de aumentar caballos; porque Jehov‡ os ha dicho: No volv‡is nunca por este camino.  Ni tomar‡ para s’ muchas mujeres, para que su coraz—n no se desv’e; ni plata ni oro amontonar‡ para s’ en abundancia.

 

18 Y cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribir‡ para s’ en un libro una copia de esta ley, del original que est‡ al cuidado de los sacerdotes levitas;

 

y lo tendr‡ consigo, y leer‡ en Žl todos los d’as de su vida, para que aprenda a temer a Jehov‡ su Dios, para guardar todas las palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra;

 

para que no se eleve su coraz—n sobre sus hermanos, ni se aparte del mandamiento a diestra ni a siniestra; a fin de que prolongue sus d’as en su reino, Žl y sus hijos, en medio de Israel.

 

Si ten’an reyes, entonces Dios deseaba reyes bajo leyes.  El rey no pudo gobernar por su antoja.  El rey tenia que entender la santa ley de Dios y vivir conforme a ella.

 

David no hizo esto, tampoco Salom—n, y los resultados eran un desastre, eran fatales.

 

Y el hecho de que Dios daba estas leyes no quiere decir que Dios estaba a favor de reyes.  Los reyes eran un error, pero un error que tenia que estar controlado.

 

Dios daba instrucciones sobre el divorcio, pero no estaba a favor del divorcio.   Era un maldad que tenia que estar controlada, restringida.

 

Dios daba leyes sobre la poligamia, pero no estaba a favor de la poligamia.

 

Dios daba leyes, hasta sobre la esclavitud, para controlar los abusos, no para promover la practica.

 

3) Asimismo adorar‡ el pueblo de la tierra delante de Jehov‡, a la entrada de la puerta, en los d’as de reposo y en las lunas nuevas.

 

En el pueblo de Dios no era opcional adorar, si estabas en buena salud, te fuiste al templo.  Cada semana, casa mes, hab’a reuniones y eran para todos.

 

4-5) El holocausto que el pr’ncipe ofrecer‡ a Jehov‡ en el d’a de reposo ser‡ seis corderos sin defecto, y un carnero sin tacha; y por ofrenda un efa con cada carnero; y con cada cordero una ofrenda conforme a sus posibilidades, y un hin de aceite con el efa.

 

Ahora tenemos otra vez, el pr’ncipe, no un rey sino un pr’ncipe, hombre del gobierno civil, participando en la alabanza.

 

Y que buen ejemplo es cuando los de eminencia sirvan a Dios, no conforme a su propia antoja, sino conforme a lo que Dios ha dicho.

 

Para tener una cultura bendecida, hay que tener los de autoridad, bajo el se–or’o del Dios de justicia.

 

Y cuando se hablan de estos sacrificios, no debemos de pensar que no tienen nada que ver con nosotros.

 

Sino que es mejor, ver a Cristo en los sacrificios.  El holocausto era un sacrificio quemado, con mucho humo, y esto significaba otro, un inocente tomando la ira de Dios por un culpable.  O sea, Cristo sufriendo en tu lugar.

 

6) Mas el d’a de la luna nueva, un becerro sin tacha de la vacada, seis corderos, y un carnero; deber‡n ser sin defecto.

 

Los sacrificios de cada mes, representan para nosotros, la providencia de Dios, y su manera de suplir nuestras necesidades cada mes, aunque de maneras muy extra–as a veces.  Pero es parte de nuestra alabanza recordar esto.

 

7) Y har‡ ofrenda de un efa con el becerro, y un efa con cada carnero; pero con los corderos, conforme a sus posibilidades; y un hin de aceite por cada efa.

 

Cuando dice Ňconforme a sus posibilidadesÓ es porque Dios no quiere verte oprimido, sino que ha prometido que su yugo es f‡cil, y ligera su carga.  Nunca olvides hermano, que Dios te ha llamado a su reino, porque tiene gran amor para ti, y quiere verte floreciendo.

 

8) Y cuando el pr’ncipe entrare, entrar‡ por el camino del portal de la puerta, y por el mismo camino saldr‡.

 

ŔCual es el punto? El pr’ncipe, el l’der, no estaba por encima de la ley.  Dios tiene la autoridad de mandar a todos.

 

Los lideres tienen que tener cuidado de no llenar se de orgullo o de la soberbia simplemente porque tienen cierta autoridad. 

 

Y esto aplica a los padres, a los lideres en los negocios, o hasta en la iglesia, o en cualquiera posici—n del gobierno.  Todos estamos bajo el se–or’o de Dios.

 

Y bajo tales condiciones el pueblo puede disfrutar grandes bendiciones.

 

9) Mas cuando el pueblo de la tierra entrare delante de Jehov‡ en las fiestas, el que entrare por la puerta del norte saldr‡ por la puerta del sur, y el que entrare por la puerta del sur saldr‡ por la puerta del norte; no volver‡ por la puerta por donde entr—, sino que saldr‡ por la de enfrente de ella.

 

Hay muchas especulaciones sobre este texto, pero tratarŽ de presentar unos de los mejores.

 

Unos creen que era porque habr’a mucha gente asistiendo, y que se ten’an que establecer una orden, para que nadie sea bloqueado.

 

Otros toman una postura mas espiritual, diciendo que no debes de mirar atr‡s como hemos visto hace rato enÉ

 

Filipenses 3:13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo

ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atr‡s, y extendiŽndome a lo que est‡ delante.

 

Entonces no debemos de salir como entramos, sino un poco transformado.

 

Otros dicen que el templo aqu’ representado era muy grande, y que la gente entraban por la puerta mas cerca de su casa.

 

Y si se sal’an por la puerta opuesta, tendr’an que caminar mucho alrededor del templo, meditando en lo que han o’do o en los que han experimentado.

 

Pero con una visi—n tan misteriosa, no podemos estar muy dogm‡ticos.

 

10) Y el pr’ncipe, cuando ellos entraren, entrar‡ en medio de ellos; y cuando ellos salieren, Žl saldr‡.

 

Otra vez, el pr’ncipe, el l’der, tenia reglas de seguir.  Y no era un rey, porque Dios es nuestro rey.  ŔAmen?

 

11) Y en las fiestas y en las asambleas solemnes ser‡ la ofrenda un efa con cada becerro, y un efa con cada carnero; y con los corderos, conforme a sus posibilidades; y un hin de aceite con cada efa.

 

Otra vez, conforme a sus posibilidades, porque el servicio de Dios debe ser un gozo, un placer, y no una tortura.

 

12) Mas cuando el pr’ncipe libremente hiciere holocausto u ofrendas de paz a Jehov‡, le abrir‡n la puerta que mira al oriente, y har‡ su holocausto y sus ofrendas de paz, como hace en el d’a de reposo; despuŽs saldr‡, y cerrar‡n la puerta despuŽs que saliere.

 

Otra forma de ofrenda puede ense–ar nos mas de Cristo.  Una ofrenda de paz, representa la manera en que tu puedes caminar cerca de Dios, aunque Dios es tres veces santo.

 

13) Y ofrecer‡s en sacrificio a Jehov‡ cada d’a en holocausto un cordero de un a–o sin defecto; cada ma–ana lo sacrificar‡s.

 

El templo era para todos cada semana y cada mes, pero hab’an ofrendas diarias, como que ojala tu tienes alguna forma de devocional, cada d’a con tu Dios.

 

Es que por la ofrenda de Cristo, tu puedes vivir en paz con Žl.  Sacrificando un poquito de tu tiempo, y no un animal costoso.

 

14) Y con Žl har‡s todas las ma–anas ofrenda de la sexta parte de un efa, y la tercera parte de un hin de aceite para mezclar con la flor de harina; ofrenda para Jehov‡ continuamente, por estatuto perpetuo.

 

Y te puedes estar orando, continuamente durante tu d’a, pidiendo la ayuda, y la gu’a de tu Dios.

 

15) Ofrecer‡n, pues, el cordero y la ofrenda y el aceite, todas las ma–anas en holocausto continuo.

 

Otra vez, no deseamos olvidar de Dios, solamente para recordar lo en domingo, sino que Žl tiene que ser parte de todo, si deseamos vivir en uni—n y comuni—n con Žl.

 

16) As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: Si el pr’ncipe diere parte de su heredad a sus hijos, ser‡ de ellos; posesi—n de ellos ser‡ por herencia.

 

Otra vez el Esp’ritu Santo quiere regresar al pr’ncipe, porque Dios sabe que un hombre con gran autoridad tiene la capacidad de causar grandes problemas para todos.  Si haya reyes, Dios quiere reyes bajo leyes, y si haya pr’ncipes, Dios quiere pr’ncipes bajo preceptos.

 

17) Mas si de su heredad diere parte a alguno de sus siervos, ser‡ de Žl hasta el a–o del jubileo, y volver‡ al pr’ncipe; mas su herencia ser‡ de sus hijos.

 

A veces los hombres poderosos, desean dar regalos a sus fieles, para comprar mas autoridad.

 

Pero Dios no deseaba ver la propiedad del pr’ncipe saliendo complemente de su familia, y hay razones.

 

18) Y el pr’ncipe no tomar‡ nada de la herencia del pueblo, para no defraudarlos de su posesi—n; de lo que Žl posee dar‡ herencia a sus hijos, a fin de que ninguno de mi pueblo sea echado de su posesi—n.

 

Aqu’, en medio de las escrituras, Dios est‡ honrando el concepto de la propiedad privada, con las familias como los due–os.

 

Y Dios no querr’a ver los del gobierno, robando la propiedad de las familias, ni por impuestos excesivos, ni por el enga–o de la inflaci—n.

 

Los del gobierno eran servidores, y no deben jam‡s de robar del pueblo.  Dios entiende los peligros de esto, y por lo tanto ha presentando el concepto de un gobierno restringido y limitado, que fue el fundamento de este pa’s.

 

19) Me trajo despuŽs por la entrada que estaba hacia la puerta, a las c‡maras santas de los sacerdotes, las cuales miraban al norte, y vi que hab’a all’ un lugar en el fondo del lado de occidente.

 

Ahora, llegando al fin, estamos viendo los śltimos puntos de arquitectura.

 

20) Y me dijo: Este es el lugar donde los sacerdotes cocer‡n la ofrenda por el pecado y la expiaci—n; all’ cocer‡n la ofrenda, para no sacarla al atrio exterior, santificando as’ al pueblo.

 

 

 

Sacando lo fuera, los ignorantes pudieron llenar se de supersticiones, creyendo que eran santos por tocar algo santo.  Concepto refutado por otro profeta.

 

Hageo 2:12 Si alguno llevare carne santificada en la falda de su ropa, y con el vuelo de ella tocare pan, o vianda, o vino, o aceite, o cualquier otra comida, Ŕser‡ santificada? Y respondieron los sacerdotes y dijeron: No.

 

21) Y luego me sac— al atrio exterior, y me llev— por los cuatro rincones del atrio; y en cada rinc—n hab’a un patio.

 

Hay que recodar que el pueblo estaba en Babilonia, y muy deprimido por todo, incluyendo su templo, el de Salom—n que pensaron indestructible, pero ahora estaba en escombros.

 

Los muchos detalles de esta gran visi—n llenaba el pueblo de esperanza, para seguir adelante.

 

22) En los cuatro rincones del atrio hab’a patios cercados, de cuarenta codos de longitud y treinta de ancho; una misma medida ten’an los cuatro.

 

23) Y hab’a una pared alrededor de ellos, alrededor de los cuatro, y abajo fogones alrededor de las paredes.

 

24) Y me dijo: Estas son las cocinas, donde los servidores de la casa cocer‡n la ofrenda del pueblo.

 

Finalmente se presentan un lugar para cocinar, para todo el pueblo, como nuestro hermano Javier cocinaba para todos nosotros, por la navidad.

 

Claro la Santa Cena, que viene en ocho d’as, es simb—lico, y muy poderoso, pero tambiŽn est‡ saludable para los hermanos disfrutar juntos, una cena actual.

 

======================== Doctrina ========================

 

Acabamos de cumplir tres cap’tulos que mencionaban mucho el pr’ncipe, pero ningśn rey.  Y es claro que Dios deseaba comunicar algo con todo esto.

 

No podemos poner demasiado poder en las manos de un hombre.  Por esto tenemos ancianos, en nuestra iglesia, siguiendo los preceptos de las escrituras.

 

Pero aunque hay una canci—n Mexicana en que se cantan, Ňsigo siendo el reyÓ, ni en la familia queremos la tiran’a.

 

Cada persona de autoridad, est‡ bajo autoridad.

 

Mateo 8:5-10   Entrando Jesśs en Capernaum, vino a Žl un

centuri—n, rog‡ndole, y diciendo: Se–or, mi criado est‡ postrado en casa, paral’tico, gravemente atormentado.

 

Y Jesśs le dijo: Yo irŽ y le sanarŽ.

 

Respondi— el centuri—n y dijo: Se–or, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanar‡.

 

Porque tambiŽn yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis —rdenes soldados; y digo a Žste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.

 

Al o’rlo Jesśs, se maravill—, y dijo a los que le segu’an: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe.

 

Hermano, si tu quieres ejercer la autoridad en tu casa, tienes que estar bajo la autoridad, el se–or’o de Cristo.

 

El soldado, el centuri—n romano, tenia gran autoridad, porque estaba bajo la autoridad.  En el pueblo de Dios no hay lugar para la tiran’a.  Los lideres aqu’ somos siervos, y jam‡s somos emperadores. ŔAmen?

 

En fin, era un error por el pueblo de Dios establecer reyes, porque jam‡s eran reyes bajo leyes.  Hubiera sido mas sabio, reconocer a Dios, como nuestro rey.

 

1 Samuel 8:4-7 Entonces todos los ancianos de Israel se

juntaron, y vinieron a Ram‡ para ver a Samuel, y le dijeron: He aqu’ tś has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitśyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones.

 

Pero no agrad— a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel or— a Jehov‡.

 

 

 

Y dijo Jehov‡ a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a m’ me han desechado, para que no reine sobre ellos.

 

Rogaban por reyes, y ten’an reyes, pero jam‡s eran reyes bajo leyes.  Y era costoso, muy costoso, y ellos ten’an la advertencia.

 

Dios mandaba a Samuel, explicar los costos.

 

1 Samuel 8:9-20 Ahora, pues, oye su voz; mas protesta

solemnemente contra ellos, y muŽstrales c—mo les tratar‡ el rey que reinar‡ sobre ellos.

 

10 Y refiri— Samuel todas las palabras de Jehov‡ al pueblo que le hab’a pedido rey.

 

11 Dijo, pues: As’ har‡ el rey que reinar‡ sobre vosotros: tomar‡ vuestros hijos, y los pondr‡ en sus carros y en su gente de a caballo, para que corran delante de su carro;

 

12 y nombrar‡ para s’ jefes de miles y jefes de cincuentenas; los pondr‡ asimismo a que aren sus campos y sieguen sus mieses, y a que hagan sus armas de guerra y los pertrechos de sus carros.

 

13 Tomar‡ tambiŽn a vuestras hijas para que sean perfumadoras, cocineras y amasadoras.

 

14 Asimismo tomar‡ lo mejor de vuestras tierras, de vuestras vi–as y de vuestros olivares, y los dar‡ a sus siervos.

 

15 Diezmar‡ vuestro grano y vuestras vi–as, para dar a sus oficiales y a sus siervos.

 

 

 

 

16 Tomar‡ vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores j—venes, y vuestros asnos, y con ellos har‡ sus obras.

 

17 Diezmar‡ tambiŽn vuestros reba–os, y serŽis sus siervos.

 

18 Y clamarŽis aquel d’a a causa de vuestro rey que os habrŽis elegido, mas Jehov‡ no os responder‡ en aquel d’a.

 

19 Pero el pueblo no quiso o’r la voz de Samuel, y dijo: No, sino que habr‡ rey sobre nosotros;

 

20 y nosotros seremos tambiŽn como todas las naciones, y nuestro rey nos gobernar‡, y saldr‡ delante de nosotros, y har‡ nuestras guerras.

 

Estaban decididos, deseaban un rey, un emperador como las naciones paganas, pero les costaba muy caro.  Su rey formada un gran estado, con todos sus gastos, y sus impuestos siempre subiendo.

 

Y por los abusos, primeramente de David, y despuŽs de Salm—n, y sus hijos, les costaba su templo, y hasta su libertad, terminado como esclavos en Babilonia, como estamos estudiando en Ezequiel.

 

ÁEn fin!

 

Si deseas vivir bien, toma a Cristo como tu rey, porque Cristo siempre ser‡ fiel a la justicia, y tendr‡ toda integridad.

 

Y si deseas ejercer la autoridad, en tu familia, en tu negocio, en la iglesia o en el gobierno, primeramente ponte bajo la autoridad de Cristo, y con Žl a tu lado, jam‡s fracasar‡.

 

Vamos a Orar