5 de enero de 2020

La Ley De La Casa

Ezequiel 43:1-27

Introducci—n

 

Llegando casi al fin del libro de Ezequiel, Dios ha decidido dedicar mucho espacio en la palabra a un templo enorme, y misterioso.

 

Pero fue su plan, tener nos considerando todo esto, tratando de entender lo que Žl deseaba comunicar.

 

En el contexto, el pueblo necesitaba animo, han perdido sus tierras y su templo, por haber descendido tan bajo, en las idolatr’as de sus vecinos.

 

Y como cualquier pecador rebelde, no merec’an ninguna consideraci—n de Dios, sino su repudiaci—n.  Pero nuestro Dios est‡ misericordioso, y lleno de gracia.

 

Por esto, terminando el libro, aprenderemos la manera en que Dios garantizaba un futuro para ellos, pausa

y para nosotros.

 

1) Me llev— luego a la puerta, a la puerta que mira hacia el oriente;

 

Ezequiel aun est‡ en su exploraci—n detallada de ese gran templo, que era hasta ahora vac’o, pero, ya noÉ

 

2) y he aqu’ la gloria del Dios de Israel, que ven’a del oriente; y su sonido era como el sonido de muchas aguas, y la tierra resplandec’a a causa de su gloria.

 

Un templo vac’o, no es causa de mucho gozo, pero con la presencia palpable de Dios, todo es diferente.  Y tenemos buenas razones de ver a Cristo, en esta gloria, por el sonido de las muchas aguas.

 

Algo semejante pasaba en el primer capitulo del libro de Apocalipsis.

 

Apocalipsis 1:13-15  Y en medio de los siete candeleros, a

uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ce–ido por el pecho con un cinto de oro.

 

Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bru–ido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.

 

En los dos pasajes, tenemos lenguaje apocal’ptico, pero est‡ comunicando doctrinas ver’dicas.

 

3) Y el aspecto de lo que vi era como una visi—n, como aquella visi—n que vi cuando vine para destruir la ciudad; y las visiones eran como la visi—n que vi junto al r’o Quedar; y me postrŽ sobre mi rostro.

 

Era como la primera visi—n, con que empezamos el libro, la apariencia de Dios no ha cambiando nada.

 

Interesante que el profeta recuerde cuando Žl vino para destruir la cuidad.  Pero el profeta realmente no tenia el poder de hacer algo semejante.  Pero como representante de Dios, como boca de Dios, tenia la autoridad de hablar as’.

 

Vimos expresiones semejante en el libro de Jerem’asÉ

 

Jerem’as 1:10 Mira que te he puesto en este d’a sobre

naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar.

 

Era Dios que puso estas expresiones en las bocas de sus profetas, porque Dios estaba detr‡s de sus anuncios.

 

4) Y la gloria de Jehov‡ entr— en la casa por la v’a de la puerta que daba al oriente.

 

La estrella de Cristo vino del oriente tambiŽn.

 

Pero esto de ver la gloria de Dios llenando un lugar pasaba con el tabern‡culo en el desierto, y tambiŽn en el templo de Salom—n cuando estaba dedicado.

 

Y esto es algo semejante.  Solamente este templo no ha sido construido, f’sicamente.

 

5) Y me alz— el Esp’ritu y me llev— al atrio interior; y he aqu’ que la gloria de Jehov‡ llen— la casa.

 

ÀY hermanos, no es esto nuestro deseo tambiŽn?

ÀSi estamos aqu’ orando, alabando, tomando la Santa Cena, no queremos ver la gloria de Dios entre nosotros?

 

A veces, por lo menos, muchos sientan la gloria de Dios durante diferentes alabanzas, y veraz a veces una lagrima en la mejilla de un hermano, o una hermana actualmente llorando, cuando se siente la presencia del Esp’ritu Santo aqu’.

 

Esto es normal, cuando Dios est‡ presente.

 

6-7) Y o’ uno que me hablaba desde la casa; y un var—n estaba junto a m’, y me dijo: Hijo de hombre, este es el lugar de mi trono, el lugar donde posarŽ las plantas de mis pies, en el cual habitarŽ entre los hijos de Israel para siempre; y nunca m‡s profanar‡ la casa de Israel mi santo nombre, ni ellos ni sus reyes, con sus fornicaciones, ni con los cuerpos muertos de sus reyes en sus lugares altos.

 

La temporada de la idolatr’a ha llegaba a su fin.  Para Dios estas abominaciones eran intolerables.  El pueblo fue castigado, duramente, pero jam‡s estaba abandonado por su Dios de misericordia.  Y esto fue lo que Dios promet’a a la casa de David.

 

2 Samuel 7:14-15     Yo le serŽ a Žl padre, y Žl me ser‡ a

m’ hijo. Y si Žl hiciere mal, yo le castigarŽ con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; pero mi misericordia no se apartar‡ de Žl como la apartŽ de Saœl, al cual quitŽ de delante de ti.

 

Por supuesto la casa de David tenia que sobrevivir, porque de la casa de David, iba a venir el Cristo.

 

8) Porque poniendo ellos su umbral junto a mi umbral, y su contrafuerte junto a mi contrafuerte, mediando s—lo una pared entre m’ y ellos, han contaminado mi santo nombre con sus abominaciones que hicieron; por tanto, los consum’ en mi furor.

 

Es que dentro del templo, separado por una pared, ten’an antes ’dolos de Baal, e ’dolos de Moloc, y esto era el colmo. 

 

Seria justo para Dios, romper con ellos completamente, y empezar con otro pueblo.  pausa  Pero nuestro Dios no es as’, sino desea mostrar nos su misericordia y su amor.

9) Ahora arrojar‡n lejos de m’ sus fornicaciones, y los cuerpos muertos de sus reyes, y habitarŽ en medio de ellos para siempre.

 

El arrepentimiento iba a venir, el pueblo iba a vivir en la santidad, porque esto fue la ley de la casa.

 

Cuando habla de sus reyes muertos, muchos creen que estos eran precisamente los ’dolos de Baal, que quer’a decir se–or, y Moloc que quer’a decir rey.  Habla de cuerpos muertos porque los ’dolos jam‡s tienen vida.

 

Pero s’ hay demonios detr‡s de ellos, segœn las ense–anzas de San Pablo.

 

10) Tœ, hijo de hombre, muestra a la casa de Israel esta casa, y avergŸŽncense de sus pecados; y midan el dise–o de ella.

 

Mirando a la casa nueva, el lugar en que el pueblo pudo otra vez tener su uni—n y su comuni—n con el Sant’simo, ellos viendo la bondad de Dios iban a sentir algo de vergŸenza por sus pecados.

 

Como dice en Romanos, la bondad de Dios nos gu’a al arrepentimiento.

 

Romanos 2:4    ÀO menosprecias las riquezas de su

benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te gu’a al arrepentimiento?

 

Y es algo de considerar, en estos momentos, preparando te de participar en la primera santa cena del a–o.

 

11) Y si se avergonzaren de todo lo que han hecho, hazles entender el dise–o de la casa, su disposici—n, sus salidas y sus entradas, y todas sus formas, y todas sus descripciones, y todas sus configuraciones, y todas sus leyes; y descr’belo delante de sus ojos, para que guarden toda su forma y todas sus reglas, y las pongan por obra.

 

La santidad, obviamente era la ley de la casa.  Pero esto puede levantar una gran preocupaci—n.  Ese pueblo ya tenia  la reputaci—n de ser rebelde.  Desde el tiempo de la salida de Egipto, Dios tenia sus quejas en contra de ellos.

 

 

 

ƒxodo 32:7-9   Entonces Jehov‡ dijo a MoisŽs: Anda,

desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido.

 

Pronto se han apartado del camino que yo les mandŽ; se han hecho un becerro de fundici—n, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.

 

Dijo m‡s Jehov‡ a MoisŽs: Yo he visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz.

 

Y esto es el problema.  ÀSi ellos eran tan duros de cerviz, entonces c—mo iban a disfrutar la comuni—n y la uni—n con un Dios infinitamente santo, en un templo en que la santidad era la ley de la casa?  Parece una situaci—n imposible, para ellos, y para nosotros. pausa

 

Pero nuestro Dios es el Dios de gran amor, y ha pensado en todo.  Solamente tenemos que confiar, y creer en estas promesas, que Dios nos ha dado, hace unos cap’tulos.

 

Ezequiel 36:25-27    EsparcirŽ sobre vosotros agua limpia, y

serŽis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ’dolos os limpiarŽ.

 

Os darŽ coraz—n nuevo, y pondrŽ esp’ritu nuevo dentro de vosotros; y quitarŽ de vuestra carne el coraz—n de piedra, y os darŽ un coraz—n de carne.

 

Y pondrŽ dentro de vosotros mi Esp’ritu, y harŽ que andŽis en mis estatutos, y guardŽis mis preceptos, y los pong‡is por obra.

 

En amor, Dios ha prometido darte la capacidad de vivir la vida santa.  No ser‡ perfecta, pero si ser‡ santa.  Y lo que te falta, ser‡ perdonada, por causa de Cristo, porque en Žl, tu eres una nueva criatura.

 

2 Corintios 5:17     De modo que si alguno est‡ en Cristo,

nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aqu’ todas son hechas nuevas.

Y si tu, no eres ya nueva criatura en Cristo, puedes pasar al frente, mas tarde, y oraremos contigo.

 

12) Esta es la ley de la casa: Sobre la cumbre del monte, el recinto entero, todo en derredor, ser‡ sant’simo. He aqu’ que esta es la ley de la casa.

 

Esto es lo que dije, la santidad es la ley de la casa.  pausa  Pero Dios te dar‡ el poder de caminar en la santidad, siempre y cuando est‡s en Cristo.

 

13) Estas son las medidas del altar por codos (el codo de a codo y palmo menor). La base, de un codo, y de un codo el ancho; y su remate por su borde alrededor, de un palmo. Este ser‡ el z—calo del altar.

 

El altar es algo que pertenece a los sacrificios del testamento antiguo.  Nosotros, los evangŽlicos, no tenemos un altar en la iglesia, porque en cuanto a los sacrificios por el pecado, Cristo dijo, desde la cruz, Òconsumado esÓ.

 

Hebreos 10:11-14     Y ciertamente todo sacerdote est‡ d’a

tras d’a ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados;  pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ah’ en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.

 

Lo vez hermano, hermana, joven, en los ojos de Dios, tu ya eres perfecto, y por lo tanto puedes tener la uni—n, y la comuni—n con el Sant’simo.  Dios te aceptar‡.

 

14) Y desde la base, sobre el suelo, hasta el lugar de abajo, dos codos, y la anchura de un codo; y desde la cornisa menor hasta la cornisa mayor, cuatro codos, y el ancho de un codo.

 

Tendremos aqu’, unas medidas mas, pero no tantas como antes.  Pero en estos detalles puedes asegurarte que tu Dios ha pensado en todo. 

 

Dios ha hecho provisi—n, para todos tus pecados, en la sangre de Cristo. ÀAmen?

15-18) El altar era de cuatro codos, y encima del altar hab’a cuatro cuernos.  Y el altar ten’a doce codos de largo, y doce de ancho, cuadrado a sus cuatro lados.  El descanso era de catorce codos de longitud y catorce de anchura en sus cuatro lados, y de medio codo el borde alrededor; y la base de un codo por todos lados; y sus gradas estaban al oriente.

 

Y me dijo: Hijo de hombre, as’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: Estas son las ordenanzas del altar el d’a en que sea hecho, para ofrecer holocausto sobre Žl y para esparcir sobre Žl sangre.

 

Siendo aun en estudios del testamento antiguo, los sacrificios que se presentan, ser‡n de animales.  Pero nosotros, en Cristo, sabemos que todo esto fue simb—lico del Sacrificio de Cristo Jesœs, que estaremos celebrando en poco tiempo.

 

19) A los sacerdotes levitas que son del linaje de Sadoc, que se acerquen a m’, dice Jehov‡ el Se–or, para ministrar ante m’, dar‡s un becerro de la vacada para expiaci—n.

 

Ahora, se van a mencionar una variedad de animales.  DespuŽs de todo, la visi—n es de la dedicaci—n del templo enorme, que es un templo de promesa, para un pueblo deprimido y medio abandonado.

 

20) Y tomar‡s de su sangre, y pondr‡s en los cuatro cuernos del altar, y en las cuatro esquinas del descanso, y en el borde alrededor; as’ lo limpiar‡s y purificar‡s.

 

Poniendo sangre en todos lados era feo, y esto te ayuda a entender quŽ feo es tu pecado.  Ver a cristo cubierto de sangre, colgado en la cruz tambiŽn era feo, pero esto te ayuda a entender el amor de Dios.

 

Juan 3:16 Porque de tal manera am— Dios al mundo, que ha

dado a su Hijo unigŽnito, para que todo aquel que en Žl cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

 

21) Tomar‡s luego el becerro de la expiaci—n, y lo quemar‡s conforme a la ley de la casa, fuera del santuario.

 

Cristo fue ejecutado, fuera del campo, o sea fuera de la cuidad, pare cumplir todo esto, de una vez.

 

 

 

22) Al segundo d’a ofrecer‡s un macho cabr’o sin defecto, para expiaci—n; y purificar‡n el altar como lo purificaron con el becerro.

 

Esto tambiŽn es simb—lico de Cristo, el cabr’o era sin defecto, porque Cristo era sin pecado.

 

23-24) Cuando acabes de expiar, ofrecer‡s un becerro de la vacada sin defecto, y un carnero sin tacha de la manada; y los ofrecer‡s delante de Jehov‡, y los sacerdotes echar‡n sal sobre ellos, y los ofrecer‡n en holocausto a Jehov‡.

 

Otra vez un animal sin defecto, representando a Cristo sin pecado.

 

En cuanto a la sal, Cristo mencionaba esto, despuŽs de una fuerte exhortaci—n sobre la necesidad de limpiar el pecado de tu vida.

 

Marcos 9:49    Porque todos ser‡n salados con fuego, y todo

sacrificio ser‡ salado con sal.

 

25) Por siete d’as sacrificar‡n un macho cabr’o cada d’a en expiaci—n; asimismo sacrificar‡n el becerro de la vacada y un carnero sin tacha del reba–o.

 

El becerro sin tacha, habla de Cristo sin ofensa en su vida perfecta.

 

Objeci—n: Tal vez alguien est‡ pensando, ÒPero pastor, est‡s encontrando a Cristo en todos ladosÓ.

 

Respuesta: ÁPor supuesto!  Es que estamos llegando al

texto con una perspectiva, Cristocentrica!

 

Y esto es tambiŽn lo que Cristo hacia con los hermanos en el camino de Emaus.

 

Lucas 24:25-27 Entonces Žl les dijo: !!Oh insensatos, y

tardos de coraz—n para creer todo lo que los profetas han dicho!  ÀNo era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?  Y comenzando desde MoisŽs, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de Žl dec’an.

 

Siguiendo este ejemplo, encontramos a Cristo en todas las escrituras.  ÀAmen?

Ultima parte.

 

26-27) Por siete d’as har‡n expiaci—n por el altar, y lo limpiar‡n, y as’ lo consagrar‡n.  Y acabados estos d’as, del octavo d’a en adelante, los sacerdotes sacrificar‡n sobre el altar vuestros holocaustos y vuestras ofrendas de paz; y me serŽis aceptos, dice Jehov‡ el Se–or.

 

Esa ultima parte es muy interesante.  Dice Òy me serŽis aceptos, dice Jehov‡ el Se–orÓ.  Que quiere decir que tu, hermano, hermana, joven, en Cristo ser‡s recibido, aceptado por Dios.

 

Muchas veces en el evangelismo moderno, se pidan a la persona si quiere aceptar a Cristo.  Pero esto no es la pregunta.

 

Claro son buenos hermanos, sus intenciones son buenas, pero la pregunta no es si tu quieres aceptar a Cristo, sino que la pregunta es si Dios quiere aceptar a ti.  pausa

 

Y la respuesta, hemos visto en este capitulo.  Si tu est‡s en Cristo, si Cristo es todo para ti, pausa entonces por supuesto, Dios te va a aceptar, porque esto es, la ley de la casa.

 

======================== Conclusi—n =======================

 

Bueno estamos preparando nos ya por la Santa Cena, la primera de este a–o.  Y no olvides que se llama Santa Cena, porque es santa.

 

Y en amor, Dios te est‡ llamando a salir de la corrupci—n de este mundo, para su gloria, y para tu bien.

 

Tarde o temprano, la santidad ser‡ el objetivo de todos que van a escapar el lago de fuego, porque dice enÉ

 

Hebreos 12:14  Seguid la paz con todos, y la santidad,

sin la cual nadie ver‡ al Se–or.

 

Si tu aun andas resistiendo la santidad en tu vida, continuando en el pecado abierto, cuando sabes que es algo que tienes que abandonar, seria mejor que no te participes en el sacramento en esta ma–ana.  No son mis reglas, sino que son las reglas del Se–or, para tu seguridad y paras  tu salud.  No es ley m’a, sino que es, la ley de la casa.

 

Vamos a Orar