29 de diciembre de 19

Respetando La Santidad

Ezequiel 42:1-20

Introducci—n

 

Antes de enfrentar al gran fara—n, en el libro de ƒxodo, MoisŽs tenia que recibir algo de preparaci—n.

 

MoisŽs ya tenia mucha ense–anza en toda la sabidur’a de Egipto, porque fue criado como un pr’ncipe, como hijo de la hija del Rey.  Pero aunque Egipto era un imperio poderos’simo, era algo sucio en tŽrminos de las realidades espirituales.

 

ƒxodo 3:1-6    Apacentando MoisŽs las ovejas de Jetro su

suegro, sacerdote de Madi‡n, llev— las ovejas a travŽs del desierto, y lleg— hasta Horeb, monte de Dios.

 

Y se le apareci— el çngel de Jehov‡ en una llama de fuego en medio de una zarza; y Žl mir—, y vio que la zarza ard’a en fuego, y la zarza no se consum’a.

 

Entonces MoisŽs dijo: IrŽ yo ahora y verŽ esta grande visi—n, por quŽ causa la zarza no se quema.

 

Viendo Jehov‡ que Žl iba a ver, lo llam— Dios de en medio de la zarza, y dijo: !!MoisŽs, MoisŽs! Y Žl respondi—: Heme aqu’.

 

Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tœ est‡s, tierra santa es.

 

6 Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces MoisŽs cubri— su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.

 

El pasaje est‡ bien conocido, hasta los ni–os lo conocen, de sus estudios dominicales, ÀPero que quiere decir? pausa

 

Aunque MoisŽs era un hombre preparado, como de la familia royal, realmente no tenia la instrucci—n adecuada en los asuntos del Se–or.

 

Y Dios iba a ense–ar le bastante.  Pero para empezar, MoisŽs tenia que aprender c—mo respetar la santidad.

 

Dios dijo quita tu calzado de tus pies, porque estaba en un lugar de tierra santa.

 

ÀPero porque quitar sus sandalias?  pausa Es que por los zapatos de aquel entonces, los pies casi siempre estaban sucios.  Se colectaban el mugre del mundo.  Por esto hay muchas historias de personas lavando los pies de otros, aun hasta el tiempo de Cristo.

 

Y aunque lo que Dios dijo, conten’a algo simb—lico, era una manera de empezar a instruir ese gran l’der, que con Dios uno siempre tiene que respetar la santidad.

 

Con esto podemos empezar nuestro capitulo breve en el libro de Ezequiel.

 

1-3) Me trajo luego al atrio exterior hacia el norte, y me llev— a la c‡mara que estaba delante del espacio abierto que quedaba enfrente del edificio, hacia el norte.  Por delante de la puerta del norte su longitud era de cien codos, y el ancho de cincuenta codos.  Frente a los veinte codos que hab’a en el atrio interior, y enfrente del enlosado que hab’a en el atrio exterior, estaban las c‡maras, las unas enfrente de las otras en tres pisos.

 

Se va a hablar aqu’ de c‡maras, no de videos sino de cuartos que ten’an algo que ver con la alabanza de Dios, porque dir‡ mas tarde que eran c‡maras santas.

 

Y para recordar el contexto, Ezequiel est‡ en Babilonia, en el cautiverio.  Acaban de recibir la noticia de que JerusalŽn estaba en escombros, y que hasta el templo, que era de Salom—n, unas de las maravillas del mundo antiguo estaba derribado.  pausa

 

Pero no era el fin del mundo, porque Dios aun estaba con su pueblo, por mas rebelde que eran.

 

Ahora estamos llegando a los œltimos cap’tulos del libro, hablando de ese templo misterioso, e enorme, pero recordando unos cap’tulos anteriores, podemos entender la necesidad de toda la destrucci—n.

 

 

 

 

Ezequiel 22:26 Sus sacerdotes violaron mi ley, y

contaminaron mis santuarios; entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia, ni distinguieron entre inmundo y limpio; y de mis d’as de reposo apartaron sus ojos, y yo he sido profanado en medio de ellos.

 

Esto fue la queja de Dios.  Es que Dios es Santo, y como hasta MoisŽs tenia que aprender con la zarza, o sea el arbusto que quemaba, uno tiene que aprender respetar la santidad.

 

Los caminos de Dios son diferentes de los caminos del mundo.  El santuario de Dios es diferente de otros lugares.  El d’a de Dios es diferente de otros d’as.  Si uno desea tener una relaci—n con el Dios verdadero, cerca de Žl, tiene que aprender a respetar la santidad.

 

Cuando es la preferencia de uno, seguir una religi—n falsa, como la de la Santa Muerte, por ejemplo, se puede cometer toda forma de delincuencia, de suciedad, de inmoralidad, porque es sat‡nica.  Pero con el Dios verdadero, el Santo de Israel, la santidad tiene que estar respetada.

 

4-6) Y delante de las c‡maras hab’a un corredor de diez codos de ancho hacia adentro, con una v’a de un codo; y sus puertas daban al norte.  Y las c‡maras m‡s altas eran m‡s estrechas; porque las galer’as quitaban de ellas m‡s que de las bajas y de las de en medio del edificio.

 

Porque estaban en tres pisos, y no ten’an columnas como las columnas de los atrios; por tanto, eran m‡s estrechas que las de abajo y las de en medio, desde el suelo.

 

Otra vez tenemos muchos detalles, y sobre muchas c‡maras, que supuestamente iban a estar ocupadas, por personas que serv’an al Se–or.

 

En el nuevo testamento se mencionen a una mujer que hasta moraba en el templo.

 

Lucas 2:36-37  Estaba tambiŽn all’ Ana, profetisa, hija de

Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues hab’a vivido con su marido siete a–os desde su virginidad,

 

y era viuda hac’a ochenta y cuatro a–os; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de d’a con ayunos y oraciones.

La mujer estar‡ siempre en la Biblia, recordando su gran servicio.  pausa  Y creo que ahora es el momento de refutar un gran error sat‡nico.

 

Muchos, cuando escuchan de una vida santa, se creen inmediatamente que tiene que ser una vida bien aburrida.  Pero esto es una mentira, y un gran enga–o.

 

El hijo prodigo sufr’a de este enga–o, y por lo tanto deseaba agarrar su herencia, y huir de la santidad de la casa de su padre para saborear los placeres del mundo.

 

Pero en poco tiempo, se descubr’a que el camino de los transgresores es duro, y que solamente deseaba regresar a la santidad, y a la bendici—n de su padre.

 

El diablo presentaba ese enga–o a Eva en el huerto de EdŽn, pintando el car‡cter de Dios en colores muy negros.

 

GŽnesis 3:1-5  Pero la serpiente era astuta, m‡s que todos

los animales del campo que Jehov‡ Dios hab’a hecho; la cual dijo a la mujer: ÀConque Dios os ha dicho: No com‡is de todo ‡rbol del huerto?

 

ÀQue estaba diciendo? ÁEsto no es ningœn Dios generoso, si no puedes comer de todo!  ÁEsto es un gran problema!

 

Y la mujer respondi— a la serpiente: Del fruto de los ‡rboles del huerto podemos comer; pero del fruto del ‡rbol que est‡ en medio del huerto dijo Dios: No comerŽis de Žl, ni le tocarŽis, para que no mur‡is.

 

Eva estaba tratando de defender su relaci—n con Dios, pero con esa v’bora, ni se debe de dialogar.

 

Entonces la serpiente dijo a la mujer: No

morirŽis; sino que sabe Dios que el d’a que

com‡is de Žl, ser‡n abiertos vuestros ojos,

y serŽis como Dios, sabiendo el bien y el

mal.

 

Para destruir su respeto por la santidad, primero se contradec’a la palabra de Dios, como hace hoy en d’a, y despuŽs se echaba lodo sobre el car‡cter de Dios, insinuando que la vida santa, seguramente tiene que ser la vida mas aburrida que existe.  Puro enga–o.  Enga–o sat‡nico.

Regresando al textoÉ

 

7-13) Y el muro que estaba afuera enfrente de las c‡maras, hacia el atrio exterior delante de las c‡maras, ten’a cincuenta codos de largo.

 

Porque la longitud de las c‡maras del atrio de afuera era de cincuenta codos; y delante de la fachada del templo hab’a cien codos.

 

Y debajo de las c‡maras estaba la entrada al lado oriental, para entrar en Žl desde el atrio exterior.

 

A lo largo del muro del atrio, hacia el oriente, enfrente del espacio abierto, y delante del edificio, hab’a c‡maras.

 

Y el corredor que hab’a delante de ellas era semejante al de las c‡maras que estaban hacia el norte; tanto su longitud como su ancho eran lo mismo, y todas sus salidas, conforme a sus puertas y conforme a sus entradas.

 

As’ tambiŽn eran las puertas de las c‡maras que estaban hacia el sur; hab’a una puerta al comienzo del corredor que hab’a enfrente del muro al lado oriental, para quien entraba en las c‡maras.

 

Y me dijo: Las c‡maras del norte y las del sur, que est‡n delante del espacio abierto, son c‡maras santas en las cuales los sacerdotes que se acercan a Jehov‡ comer‡n las santas ofrendas; all’ pondr‡n las ofrendas santas, la ofrenda y la expiaci—n y el sacrifico por el pecado, porque el lugar es santo.

 

Ahora se ve, en esta visi—n que en el templo hab’a lugares santos.  pausa Jam‡s olvidarŽ mis visitas al orfanato en Chiapas donde se constru’an un edificio que se llamaba Òel temploÓ.

 

Y los ni–os que vinieron de todas partes de la selva lacandona, naturalmente deseaban subir a todo, y jugar con los instrumentos, pausa, pero los que estaban encargados les reprend’an, desde la edad mas temprana, dec’an era necesario respetar al templo, porque el lugar en que se moraban con Dios, el lugar en que se adoraban a Dios, era santo.

 

 

 

 

14) Cuando los sacerdotes entren, no saldr‡n del lugar santo al atrio exterior, sino que all’ dejar‡n sus vestiduras con que ministran, porque son santas; y se vestir‡n otros vestidos, y as’ se acercar‡n a lo que es del pueblo.

 

Hasta la ropa de los sacerdotes era santa, y solamente tenia un prop—sito, el servicio de Dios.

 

15-20) Y luego que acab— las medidas de la casa de adentro, me sac— por el camino de la puerta que miraba hacia el oriente, y lo midi— todo alrededor.

 

Midi— el lado oriental con la ca–a de medir, quinientas ca–as de la ca–a de medir alrededor.  Midi— al lado del norte, quinientas ca–as de la ca–a de medir alrededor.

 

Midi— al lado del sur, quinientas ca–as de la ca–a de medir.  Rode— al lado del occidente, y midi— quinientas ca–as de la ca–a de medir.

 

A los cuatro lados lo midi—; ten’a un muro todo alrededor, de quinientas ca–as de longitud y quinientas ca–as de ancho, para hacer separaci—n entre el santuario y el lugar profano.

 

Otra vez se ve en este capitulo breve, ejemplos de la separaci—n, entre lo santo, y lo profano.  Y ser‡ as’ hasta el mero mero fin de la Biblia.  Habr‡ separaci—n entre los que sirvan a Dios, y los que no.

 

Apocalipsis 22:13-15 Yo soy el Alfa y la Omega, el

principio y el fin, el primero y el œltimo.

 

Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al ‡rbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad.

 

Mas los perros estar‡n fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los id—latras, y todo aquel que ama y hace mentira.

 

======================== Doctrina =======================

 

En casi la v’spera de un a–o nuevo, es bueno meditar un poco sobre lo que estamos haciendo con nuestras vidas.

Antes que nada tenemos que destruir de una vez la gran mentira sat‡nica que dice que la vida santa es muy aburrida o demasiada limitada.

 

Es un para’so vivir en uni—n y comuni—n con el Dios verdadero, pero esto es algo que el diablo siempre desea atacar.

 

Juan 10:10 El ladr—n no viene sino para hurtar y matar

y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

 

Hermanos, Dios quiere lo mejor para ti, y Dios suplir‡ todas tus necesidades.

 

Romanos 8:32   El que no escatim— ni a su propio Hijo, sino

que lo entreg— por todos nosotros, Àc—mo no nos dar‡ tambiŽn con Žl todas las cosas?

 

Dios te ama, y mandaba a su hijo, para comprobar que te ha amado desde la eternidad.  Dios tiene una vida superior para ti, pero tienes que confiar en que la vida santa, no es una carga, ni un yugo dif’cil.

 

Hay aflicciones, si, pero como MoisŽs delante de su arbusto que estaba encendido, tu y yo tenemos que aprender a respetar la santidad en le vida Cristiana.

 

Y si tomes unos momentos de considerar lo, es imposible aun mirar a las escrituras, sin encontrar aplicaciones de la santidad a la vida Cristiana.

 

El matrimonio, que es la base de la civilizaci—n es santa, y por lo tanto est‡ bajo ataque.

 

Hebreos 13:4   Honroso sea en todos el matrimonio, y el

lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adœlteros los juzgar‡ Dios.

 

Tendremos en ocho d’as la primera Santa Cena del a–o. ÁY lleva el nombre Santa Cena, porque es santa!

 

El libro que leemos lleva el nombre Santa Biblia.

 

Y hay muchas exhortaciones en las escrituras que dicen que si la santidad no est‡ desarrollada en ti, jam‡s llegar‡s a la presencia de Dios en el d’a del juicio, sino que todo tu vida Cristiana habr‡ sido en vano.

 

Hebreos 12:14  Seguid la paz con todos, y la santidad, sin

la cual nadie ver‡ al Se–or.

 

Y San Pedro, que tenia su boca llena de las palabrotas y de las blasfemias cuando se negaba al Se–or, exhortaba mas tarde cuando se llegaba a su madurezÉ

 

1 Pedro 1:14-16 Como hijos obedientes, no os conformŽis

a los deseos que antes ten’ais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llam— es santo, sed tambiŽn vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito est‡: Sed santos, porque yo soy santo.

 

Y en los pocos cap’tulos que quedan en el libro de Ezequiel, encontraremos el mismo.

 

Ezequiel 44:23 Y ense–ar‡n a mi pueblo a hacer diferencia

entre lo santo y lo profano, y les ense–ar‡n a discernir entre lo limpio y lo no limpio.

 

Ese concepto de la santidad es inevitable, y es algo que tenemos que respetar.

 

Y no es algo como aparece en la vida de los fariseos, que por afuera parec’an bien mientras por dentro estaban podridos.

 

Mateo 23:25-26 !!Ay de vosotros, escribas y fariseos,

hip—critas! porque limpi‡is lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro est‡is llenos de robo y de injusticia.

!!Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que tambiŽn lo de fuera sea limpio.

 

La fe Cristina no es una disciplina de asuntos externos, sino que se trata del coraz—n.  Y los fariseos ten’an una buena reputaci—n por vivir como religiosos, pero Cristo siempre andaba exponiendo sus hipocres’as.

 

Una cosa que dijo Cristo era alarmante, porque la gente respetaban a los fariseos como los muy devotos.  Pero dijo en..

Mateo 5:20 Porque os digo que si vuestra justicia no

fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entrarŽis en el reino de los cielos.

Esto ca’a como un shock.  La gente comœn pensaban que si ni los fariseos, con toda su af‡n pudieron estar bien con Dios, Àque va a pasar conmigo?

 

Pero la respuesta es que en la Salvaci—n de Cristo, Dios va a producir el poder en tu ser, por medio de su Esp’ritu Santo.

 

La salvaci—n jam‡s ser‡ algo que tu puedes ganar con tus propios meritos, es don de Dios para que nadie se glor’e, como aprendimos en el libro de Efesios.

 

Viviendo en la gracia de Dios, no nos portaremos como ninguno de los dos hermanos en la historia del hijo prodigo, con que voy a cerrar, as’ que, vamos a Lucas 15, para cerrar el a–o, y a la dŽcada.

 

Lucas 15:11-32 TambiŽn dijo: Un hombre ten’a dos hijos;

y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les reparti— los bienes.

 

No muchos d’as despuŽs, junt‡ndolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y all’ desperdici— sus bienes viviendo perdidamente.

 

Ahora, voy a introducir dos tŽrminos teol—gicos, porque son necesarios.  Normalmente trato de evitar estos tŽrminos tŽcnicos pero es importante pare entender el asunto.

 

Ese primer hijo deseaba la antinomia.  Deseaba escapar de la ley y de la disciplina de su padre.  Estaba creyendo el enga–o del diablo de que la vida santa era aburrida en el extremo.

 

14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenz— a faltarle.

 

15 Y fue y se arrim— a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envi— a su hacienda para que apacentase cerdos.

 

16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que com’an los cerdos, pero nadie le daba.

 

 

17 Y volviendo en s’, dijo: !!Cu‡ntos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aqu’ perezco de hambre!

 

18 Me levantarŽ e irŽ a mi padre, y le dirŽ: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.

 

19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.

 

Esto es un ejemplo cl‡sico del arrepentimiento verdadero.  Se viv’a en su antinomianismo aprendiendo, pero ahora deseaba regresar a la casa de su padre, no como hijo, sino como siervo, o casi como un esclavo.

 

20 Y levant‡ndose, vino a su padre. Y cuando aœn estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corri—, y se ech— sobre su cuello, y le bes—.

 

21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.

 

22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.

 

23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;

 

24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se hab’a perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.

 

Esto es un ejemplo cl‡sico del perd—n, y de la gracia, la misericordia de Dios.  El padre ni le dejaba proponer que sea un siervo, sino que era otra vez su hijo.

 

Pero el hijo mayor va a ejemplificar otro termino tŽcnico, que tenemos que aprender.  El hijo mayor, segu’a el error del legalismo, en que uno trata de ganar su salvaci—n con sus propios meritos, o sea por sus propias obras.

 

25 Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y lleg— cerca de la casa, oy— la mœsica y las danzas;

 

26 y llamando a uno de los criados, le pregunt— quŽ era aquello.

 

27 ƒl le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano.

 

28 Entonces se enoj—, y no quer’a entrar. Sali— por tanto su padre, y le rogaba que entrase.

 

29 Mas Žl, respondiendo, dijo al padre: He aqu’, tantos a–os te sirvo, no habiŽndote desobedecido jam‡s, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos.

 

30 Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para Žl el becerro gordo.

 

Ese hijo parec’a un buen hijo, viviendo en el amor de su padre antes, pero una vez viendo la gracia de su padre, estaba casi en una rabia.

 

Ese hijo mayor, como muchos Cristianos equivocados, pensaba que estaba ganando, mereciendo las bendiciones y el amor de su padre, por sus meritos, pero era un error fatal.

 

31 ƒl entonces le dijo: Hijo, tœ siempre est‡s conmigo, y todas mis cosas son tuyas.

 

32 Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se hab’a perdido, y es hallado.

 

======================== Conclusi—n =======================

El punto es que entrando en otro a–o, en otra dŽcada, que la vida buena consiste en respetar la santidad, no tratando de ganar nuestra posici—n con Dios por merito o por mucha actividad, como en el legalismo, sino sirviendo en la gratitud, y en el amor por un Dios que ha sido tan bueno con nosotros, mandando a su hijo para morir en neutro lugar.  Y sirviendo as’, confiando en la justicia de Cristo, y no en nuestra propia justicia, terminaremos con una justicia que es superior que la de los escribas y fariseos.

Vamos a Orar