8 de diciembre de 19

Algo Grande Va A Venir

Ezequiel 40:1-49

Introducci—n

 

En el libro de GŽnesis, Dios dio a NoŽ instrucciones, medidas, descripciones de materiales, sobre su gran barca.

 

Y despuŽs dijo, construye la.

 

Pero todas las dimensiones aun est‡n grabadas en el primer libro de la Biblia, y si uno deseaba, se pudiera intentar construirlo de nuevo, del mismo tama–o.

 

De hecho, lo han construido en el estado de Kentucky, y hay hermanos de nuestra iglesia que lo han visto.  pausa

 

Cuando Dios daba las medidas, las descripciones a MoisŽs para el tabern‡culo, una iglesia port‡til en el desierto, despuŽs lo ordenaba a construir.   Y lo hizo.

 

Y hoy en d’a, hay grupos que han hecho un modelo del tabern‡culo, al mismo tama–o, y lo llevan a veces a diferentes iglesias grandes para compartir su apariencia con otros.

 

Lo que tenemos en el capitulo de hoy, no ha sido construido por hombre.  Es algo muy grande, y muy perfecto.  Es mas, no hay mandato de Dios en ninguna parte, ordenando de que sea construido, por mano humano.

 

1-2) En el a–o veinticinco de nuestro cautiverio, al principio del a–o, a los diez d’as del mes, a los catorce a–os despuŽs que la ciudad fue conquistada, aquel mismo d’a vino sobre m’ la mano de Jehov‡, y me llev— all‡. En visiones de Dios me llev— a la tierra de Israel y me puso sobre un monte muy alto, sobre el cual hab’a un edificio parecido a una gran ciudad, hacia el lado sur.

 

Esta fue la secunda vez que el profeta estaba llevado, en visiones, a JerusalŽn.  La primera vez, era para ver las abominaciones hechas por el liderazgo all‡.  Pero esta vez ser‡ muy diferente.

 

Estamos llegando a la ultima parte del libro.  Y recordando el contexto, el pueblo estaba muy deprimido, sabiendo que su cuidad, su templo estaba completamente destruido.

 

Los profetas Isa’as, Jerem’as y Ezequiel anunciaci—n que esto iba a pasar, pero la gente no deseaban creer lo.

 

Se levantaban profetas falsos que dijeron que Dios jam‡s dejar’a que su templo sea tomado, y que seguramente se regresar’an a sus tierras en pocas meses.

 

Pero no, se perdieron todo, por su rebeli—n, y la sentencia del cautiverio ser’a setenta a–os.  pausa

 

Pero no era el fin del mundo.  Y en los śltimos cap’tulos, Ezequiel presentaba temas de aliento, ayudando al pueblo creer que su regreso s’ estaba en el plan de Dios.

 

En el capitulo 36, Dios promet’a un coraz—n nuevo, que actualmente pudo crecer en la santificaci—n, evitando su tendencia de regresar a la idolatr’a.

 

En el capitulo 37, se hablaba de los huesos secos, levantando se por el Esp’ritu Santo, a la nueva vida.

 

Y finalmente con la profec’a de Gog y Magog, Dios ense–aba que una vez mas en su tierra otra vez, iban a vivir bajo su protecci—n segura.

 

Y ahora, en los śltimos cap’tulos del libro, se ense–aba que algo grande iba a venir.

 

3-4)  Me llev— all’, y vi que hab’a un hombre, cuyo aspecto era como el aspecto del bronce. Ten’a un cordel de lino en la mano y una ca–a de medir, y Žl estaba de pie junto a la puerta.  Aquel hombre me habl—, diciendo: ÇHijo de hombre, observa con cuidado, escucha atentamente y f’jate bien en todas las cosas que te muestro, porque para que yo te las mostrara has sido tra’do aqu’. Cuenta todo lo que ves a la casa de Israel.Č

 

Recibi— ordenes de grabar todo, de un templo que actualmente era una cuidad, mucho mas grande que el templo de Salom—n, pero no encontraremos orden alguno de construir lo.

 

Ser‡ una estructura perfecta, y enorme.  Y hoy en d’a, con las computadoras, se han hecho modelos que muestran su posible apariencia, pero jam‡s ha sido construido.

 

Y por gran parte de la historia de la iglesia, ni se pensaron que seria una estructura actual en esta tierra.

 

5) Y vi que hab’a un muro fuera de la casa; y la ca–a de medir que aquel hombre ten’a en la mano era de seis codos de a codo y palmo menor. Y midi— el espesor del muro, que era de una ca–a; y su altura, de otra ca–a.

 

El muro separaba la cuidad del mundo, y tales separaciones estaban declaradas tambiŽn en el libro del Apocalipsis.

 

Apocalipsis 22:14-15 Bienaventurados los que lavan sus

ropas, para tener derecho al ‡rbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad.

 

Mas los perros estar‡n fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los id—latras, y todo aquel que ama y hace mentira.

 

Hermano, si la santidad no es prioridad en tu vida, si te crees que te puedes vivir en pecados groseros, y que nadie sabr‡, ten por seguro, vendr‡ el tiempo en que tu ser‡s afuera, con los que ni pueden entrar.

 

6-12) DespuŽs vino a la puerta que mira hacia el oriente, subi— por sus gradas y midi— un poste de la puerta, de una ca–a de ancho, y el otro poste, de otra ca–a de ancho. Y cada c‡mara ten’a una ca–a de largo y una ca–a de ancho.

 

Entre las c‡maras hab’a cinco codos de ancho, y el umbral de la puerta que daba al vest’bulo, por el lado de dentro de la puerta, med’a una ca–a.  Midi— asimismo la entrada de la puerta por dentro, que era de una ca–a.  Midi— luego la entrada del portal, que era de ocho codos, y sus postes, de dos codos. La puerta del portal estaba por el lado de adentro.  La puerta oriental ten’a tres c‡maras a cada lado, las tres de una misma medida; y tambiŽn eran de una misma medida los portales a cada lado.  Midi— el ancho de la entrada de la puerta, de diez codos; y la longitud del portal era de trece codos.  El espacio delante de las c‡maras era de un codo a un lado y de otro codo al otro lado; y cada c‡mara ten’a seis codos por un lado y seis codos por el otro.

 

Aqu’ tenemos muchos detalles, dif’ciles de leer y asimilar.

Hay muchos pastores que no tocan estos śltimos cap’tulos nunca, para nada.  Otros lean unos versos y despuŽs se saltan sobre cap’tulos enteros.  Pero tenemos que entender que algo grande iba a venir.

 

 

 

13-15) Midi— la puerta desde el techo de una c‡mara hasta el techo de la otra: veinticinco codos de ancho desde una puerta hasta la puerta de enfrente.  Midi— la distancia entre los postes del atrio y los del portal rodeado por Žl: sesenta codos.  Y desde el frente de la puerta de la entrada hasta el frente de la entrada de la puerta interior, hab’a cincuenta codos.  Y hab’a ventanas estrechas en las c‡maras, y en sus portales por dentro de la puerta alrededor, y asimismo en los corredores; y las ventanas estaban alrededor por dentro; y en cada poste hab’a palmeras.

 

Parte del dise–o consiste en palmeras, y esto es significante.  Dice enÉ

 

Salmos 92:12   El justo florecer‡ como la palmera;

Crecer‡ como cedro en el L’bano.

 

Ese templo, es un lugar de santidad.

 

17-23) Me llev— luego al atrio exterior, y vi que hab’a c‡maras, y estaba enlosado todo en derredor; treinta c‡maras hab’a alrededor en aquel atrio.  El enlosado a los lados de las puertas, en proporci—n a la longitud de los portales, era el enlosado inferior.  Midi— la anchura desde el frente de la puerta de abajo hasta el frente del atrio interior por fuera, y era de cien codos hacia el oriente y hacia el norte.

 

De la puerta que estaba hacia el norte en el atrio exterior, midi— su longitud y su anchura.  Sus c‡maras eran tres a un lado y tres al otro; y sus postes y sus vest’bulos eran de igual medida que la puerta primera: cincuenta codos de longitud y veinticinco de anchura.  Sus ventanas, sus arcos y sus palmeras eran de la misma medida de la puerta que estaba hacia el oriente. Se sub’a a ella por siete gradas, y delante de ellas estaba su vest’bulo.  La puerta del atrio interior estaba enfrente de la puerta, hacia el norte; y as’ al oriente. Midi—, de puerta a puerta, cien codos.

 

Ahora, seguramente alguien est‡ pensando, ŇÁBasta ya con los detalles, y las medidas!Ó

 

Pero todo esto tiene su prop—sito.  El pueblo tenia que quedar se convencido de que algo grande, realmente iba a venir.

Por ejemplo, si yo viniera hablando con los hermanos sobre una caba–a que deseaba construir en las monta–as del lago de Big Bear, a lo mejor muchos no me tomar’an muy en serio.  Y es solamente un ejemplo, no deseo ninguna caba–a.

 

Pero si venia con planes de un arquitecto, con detalles sobre los permisos que he conseguido de la ciudad, y t’tulos del lote, y un contrato firmado por los que iban a empezar con el fundamento, entonces es mas probable que me tomar’an en serio.  pausa

 

El Esp’ritu Santo de Dios estaba anunciando algo sumamente grande, y por lo tanto, los hermanos ten’an que aguanta algo de detalles.

 

24) Me llev— despuŽs hacia el sur, y hab’a una puerta que miraba hacia el sur; y midi— sus portales y su vest’bulo, que eran de estas mismas medidas.  Ten’a sus ventanas alrededor del vest’bulo, iguales a las otras ventanas; la longitud era de cincuenta codos, y la anchura de veinticinco codos.  Sus gradas eran de siete pelda–os, con su vest’bulo delante de ellas; y ten’a palmeras, una a un lado y otra al otro lado, en sus postes.  Hab’a tambiŽn una puerta hacia el sur del atrio interior; y midi—, de puerta a puerta, hacia el sur, cien codos.

 

Me llev— despuŽs en el atrio de adentro a la puerta del sur, que era de estas mismas medidas.  Sus c‡maras, postes y vest’bulos eran de estas mismas medidas; ten’a sus ventanas alrededor de los vest’bulos; la longitud era de cincuenta codos, y de veinticinco codos la anchura.  Los arcos alrededor eran de veinticinco codos de largo y cinco codos de ancho. Y sus arcos ca’an afuera al atrio, con palmeras en sus postes; y sus gradas eran de ocho pelda–os.

 

Bueno, hay otra raz—n por tantos detalles.  Cuando hablamos de los asuntos de la alabanza y la adoraci—n, existe un principio en las escrituras, que dice que el hombre no puede emplear su imaginaci—n para inventar nuevas maneras de alabar.  Vimos esto en la muerte de los hijos de Aar—n.

 

Lev’tico 10:1-3 Nadab y Abiś, hijos de Aar—n, tomaron

cada uno su incensario, pusieron en ellos fuego, le echaron incienso encima, y ofrecieron delante de Jehov‡ un fuego extra–o, que Žl nunca les hab’a mandado. Entonces sali— de la presencia de Jehov‡ un fuego que los quem—, y murieron delante de Jehov‡.

 

Luego dijo MoisŽs a Aar—n:

ÇEsto es lo que Jehov‡ afirm— cuando dijo: ŇEn los que a m’ se acercan me santificarŽ, y en presencia de todo el pueblo serŽ glorificado.ÓČ Y Aar—n call—.

 

En los asuntos de alabanza, Dios no quiere las invenciones de la imaginaci—n humana, sino que ha sido explicito en lo que quiere, muy explicito.

 

32-38) Me llev— al atrio interior hacia el oriente, y midi— la puerta, que era de estas mismas medidas. Sus c‡maras, postes y vest’bulos eran de estas mismas medidas. Ten’a sus ventanas alrededor de sus vest’bulos; la longitud era de cincuenta codos, y la anchura era de veinticinco codos. 34 Sus vest’bulos ca’an afuera, hacia el atrio, con palmeras en sus postes a un lado y al otro; y sus gradas eran de ocho pelda–os.

 

Me llev— luego a la puerta del norte, y midi—, y eran las mismas medidas:  sus c‡maras, postes, vest’bulos con sus ventanas alrededor; la longitud era de cincuenta codos, y de veinticinco codos la anchura.  Sus postes ca’an afuera, hacia el atrio, con palmeras en cada uno de sus postes a un lado y al otro. Sus gradas eran de ocho pelda–os.

 

Hab’a all’ una c‡mara, y su puerta con postes de portales; all’ lavar‡n el holocausto.

 

Ahora viene el otro problema.  Antes que nada es dif’cil simplemente intentar leer todo esto.  Pero encima, tenemos que intentar explicar su prop—sito.  ŔQue significaba todo esto a los que moraban con Ezequiel en Babilonia?

 

Tenemos que recordar que aparte de ser Profeta, Ezequiel era sacerdote.  Pero realmente no trabajaba como sacerdote, porque ha sido lejos del templo, y ya el templo ni exist’a.

 

La visi—n animaba a todos a creer que iban a regresar, iban a reconstruir, e iban a tener otra vez un templo en que pudieron adorar a Dios.

 

Y en su tiempo, del testamento antiguo, su alabanza inclu’a holocaustos, o sea los sacrificios de los animales.  Esa parte es f‡cil. Pero vienen la controversias cuando pedimos, ŔquŽ quiere decir todo esto para nosotros?

 

39-43 A la entrada de la puerta hab’a dos mesas a un lado y otras dos al otro, para degollar sobre ellas el holocausto, la expiaci—n y el sacrificio por el pecado.  A un lado, por fuera de las gradas, a la entrada de la puerta del norte, hab’a dos mesas; y al otro lado, que estaba a la entrada de la puerta, dos mesas.  Cuatro mesas a un lado, y cuatro mesas al otro lado, junto a la puerta; ocho mesas, sobre las cuales ser‡n degolladas las v’ctimas.  Las cuatro mesas para el holocausto eran de piedra labrada, de un codo y medio de longitud, un codo y medio de anchura y un codo de altura. Sobre ellas se pondr‡n los utensilios con que degollar‡n el holocausto y el sacrificio.  Adentro hab’a ganchos, de un palmo menor, dispuestos en derredor; y sobre las mesas estaba la carne de las v’ctimas.

 

Es muy evidente, que el prop—sito de este templo es sacrificar, como bajo el pacto con MoisŽs.  Y de all’ viene la controversia.

 

Y la controversia es un poco interesante, porque tiene una dimensi—n que viene del mundo latino.

 

Hasta un poco antes del a–o 1800, en la historia de la iglesia, este templo estaba tomado como algo metaf—rico, y no como algo literal que se tienen que construir.  Como la batalla de Gog y Magog, es enorme.

 

Pero algo pas— en el siglo veinte nueve, que cambio esta perspectiva en la mayor’a de las iglesias de este pa’s.

 

Ahora, muchos, la mayor’a, y entre ellos muy buenos hermanos, sinceros en la fe, pero ahora se creen que este templo tiene que estar construido en Israel, y que todo esto ser‡ completamente literal.

 

Tan sinceros son, que hay iglesias grandes que han mandado grandes cantidades de dinero a Israel para ayudar a construir los implementos de este gran templo.

 

ŔPero que pas— para producir este gran cambio?

ŔY que tiene que ver todo esto, con la comunidad latina?

 

44-47) Fuera de la puerta interior, en el atrio de adentro que estaba al lado de la puerta del norte, estaban las c‡maras de los cantores, las cuales miraban hacia el sur; una estaba al lado de la puerta del oriente que miraba hacia el norte.  Me dijo: ÇEsta c‡mara que mira hacia el sur es de los sacerdotes que hacen la guardia del templo. 

 

Y la c‡mara que mira hacia el norte es de los sacerdotes que hacen la guardia del altar; Žstos son los hijos de Sadoc, los cuales son llamados de los hijos de Lev’ para ministrar a Jehov‡.Č  Midi— el atrio, que ten’a cien codos de longitud y cien codos de anchura: era cuadrado. Y el altar estaba delante de la casa.

 

Hay muchos problemas, tratando de tomar todo esto literalmente.  Todo est‡ bajo el antiguo pacto, el testamento antiguo cuando uno pudo saber de que tribu era.

 

Pero pensar que se puede instituir otra vez los sacrificios de animales, es un gran insulto a Cristo.

 

Todos los sacrificios que puntaban a Cristo, ya est‡n obsoletos.  Y enfocar en otro templo f’sico, con sacrificios actuales, es una gran distracci—n.

 

Hebreos 10:11-13     Y ciertamente todo sacerdote est‡ d’a

tras d’a ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados;

 

pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios,

 

de ah’ en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies.

 

Cristo ha puesto fin para siempre, a los sacrificios del testamento antiguo.

 

48-49 Me llev— al p—rtico del templo, y midi— cada poste del p—rtico, cinco codos por un lado y cinco codos por el otro; y la anchura de la puerta, tres codos por un lado, y tres codos por el otro.  La longitud del p—rtico era de veinte codos, y la anchura de once codos. A Žl se sub’a por gradas, y hab’a columnas junto a los postes, una a un lado y otra al otro.

 

Hasta all’ el fin del capitulo.  Pero no es el fin del tema, porque el resto del libro de Ezequiel ser‡ sobre esto.

 

Pero tenemos que recordar lo que Cristo dijo sobre el lugar de las alabanzas.  Hablando con una pecadora samaritanaÉ

Ella dijoÉ

 

Juan 4:20-26   Nuestros padres adoraron en este monte, y

vosotros dec’s que en JerusalŽn es el lugar donde se debe adorar.

 

Jesśs le dijo: Mujer, crŽeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en JerusalŽn adorarŽis al Padre.

 

Vosotros ador‡is lo que no sabŽis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvaci—n viene de los jud’os.

 

Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorar‡n al Padre en esp’ritu y en verdad; porque tambiŽn el Padre tales adoradores busca que le adoren.

 

Dios es Esp’ritu; y los que le adoran, en esp’ritu y en verdad es necesario que adoren.

 

Le dijo la mujer: SŽ que ha de venir el Mes’as, llamado el Cristo; cuando Žl venga nos declarar‡ todas las cosas.   Jesśs le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

 

El lugar de la alabanza, no importa y un nuevo templo con los sacrificios de animales tampoco es necesario.  Cristo dijo en muchas partes de libro de Juan, que Žl mismo es el templo, el tabern‡culo, en que Dios, el Padre est‡ morando.

 

======================== Conclusi—n =======================

 

Bueno, no tenemos que acabar con todo esto hoy, porque como dije, tendremos mas cap’tulos del mismo.

 

Pero vamos al gran esc‡ndalo que cambiaba las interpretaciones hist—ricas de este pasaje.

 

En las dŽcadas pasadas, no entrar’a yo en tal tema, porque la mayor’a no tendr’a manera de verificar lo que estaba diciendo, pero ahora, cuando la mayor’a tienen acceso al Internet, en la palma de tu mano, se puede investigar lo, si te interesa.

 

 

 

Por la mayor’a de la historia de la iglesia, el templo de estos cap’tulos estaba tomado como algo metaf—rico, presentado en palabras apocal’pticas.

 

Pero temprano en el siglo veinte nueve, todo esto cambi— en gran parte del mundo.  Especialmente aqu’.  Voy a tomar la historia a revŽs.

 

En mil novecientos nueve, apareci— una Biblia con el nombre Scofield Biblia de Estudio, que aun se venden, pero ha sido cambiado mucho.

 

El hermano Scofield recibi— sus conceptos de profec’a de un hermano, John Nelson Darby, bien conocido en la historia de la iglesia.  Y Darby recibi— las doctrinas de Edward Irving, un radical de Escocia.

 

Y ahora entra lo interesante.  Irving recibi— la doctrina de un tal Manuel Lacunza de Chile.  Y no tiene nada que ver con nuestro hermano con este apellido.  Es un nombre comśn en los pa’ses en donde se hablan Espa–ol, como Beltr‡n, o Guzm‡n, o Valdez.

 

Lacunza estaba en Chile, porque era un sacerdote cat—lico, del orden de los Jesuitas.  Y los Jesuitas estaban, en aquel entonces,  generalmente expulsados de Europa, considerados por casi todos, un grupo peligroso.

 

Lacunza escribi— un libro, en espa–ol, con el nombre Venida Del Mes’as En Gloria Y Majestad.

 

Pero se publicaba este libro bajo otro nombre, fingiendo que era un rabino jud’o, con el nombre Juan Josafat Ben-Ezra, haciendo lo mas atractivo para un Cristiano EvangŽlico.

 

Una vez descubriendo que no vino de un jud’o, sino de un cat—lico, el radical Irving estaba convencido de que esa nueva manera de entender las profec’as era correcta, aunque vino de roma, o de Chile.  Y as’ gran parte de la iglesia ca’a bajo esa influencia.  Yo se que parece incre’ble, pero hoy en d’a es f‡cil de verificar, si te interesa.

 

======================== Conclusi—n =======================

En fin, sabemos que el templo del Se–or es santo.  Y si tu, hermano, hermana deseas escapar de las garras del pecado, de la carnalidad, para pasar tu eternidad con Cristo, puedes pasar en unos momentos, y oraremos contigo.

Vamos a Orar