3 de noviembre de 19

Vida Nueva

Ezequiel 36:1-36

Introducci—n

 

Hemos llegado a unas de las partes mas conocidas de todo el libro de Ezequiel.  El capitulo de hoy est‡ citado mucho, pausa, pero es raro estudiar lo en su contexto natural.

 

Tenemos que recordar que el profeta estaba en Babilonia, y que han recibido la noticia, recientemente, de que JerusalŽn ha sido tomado, destruido, hasta el templo estaba en escombros.

 

Para muchos era como el fin del mundo.  Pero no era el fin del mundo, porque Dios siempre tiene un futuro para su pueblo.  ŔAmen?

 

1) Tś, hijo de hombre, profetiza a los montes de Israel, y di: Montes de Israel, o’d palabra de Jehov‡.

 

Para un impacto dram‡tico, Dios habla a los montes, porque ya no hab’a gente en la tierra de Israel.  Los caldeos y otros llevaron todo de valor, pero no se pudieron llevar los montes.

 

2) As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: Por cuanto el enemigo dijo de vosotros: !!Ea! tambiŽn las alturas eternas nos han sido dadas por heredad;

 

Hay que recordar que en esta parte, Dios est‡ animando a su pueblo, diciendo que los enemigos, los vecinos no iban a tomar posesi—n permanente de todo esto.

 

3-5) profetiza, por tanto, y di: As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: Por cuanto os asolaron y os tragaron de todas partes, para que fueseis heredad de las otras naciones, y se os ha hecho caer en boca de habladores y ser el oprobio de los pueblos, por tanto, montes de Israel, o’d palabra de Jehov‡ el Se–or: As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or a los montes y a los collados, a los arroyos y a los valles, a las ruinas y asolamientos y a las ciudades desamparadas, que fueron puestas por bot’n y escarnio de las otras naciones alrededor; por eso, as’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: He hablado por cierto en el fuego de mi celo contra las dem‡s naciones, y contra todo Edom, que se disputaron mi tierra por heredad con alegr’a, de todo coraz—n y con enconamiento de ‡nimo, para que sus expulsados fuesen presa suya.

B‡sicamente, todo esto era para confirmar que las tierras eran seguras, en las manos de Dios, que Dios estaba all’ y no iba dejar que otros vecinos sean los due–os de lo que era propiedad del pueblo.

 

6) Por tanto, profetiza sobre la tierra de Israel, y di a los montes y a los collados, y a los arroyos y a los valles: As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: He aqu’, en mi celo y en mi furor he hablado, por cuanto habŽis llevado el oprobio de las naciones.

 

Esto habla del desastre que tenia que pasar, simplemente por la manera en que su pueblo ha blasfemado su nombre.

 

En el principio, antes de entrar en la tierra, en el tiempo de MoisŽs, Dios anunciaba lo que se esperaba de ellos.

 

Deuteronomio 4:5-8   Mirad, yo os he ense–ado estatutos y

decretos, como Jehov‡ mi Dios me mand—, para que hag‡is as’ en medio de la tierra en la cual entr‡is para tomar posesi—n de ella.

 

Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabidur’a y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oir‡n todos estos estatutos, y dir‡n: Ciertamente pueblo sabio y entendido, naci—n grande es esta.

 

Porque ŔquŽ naci—n grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo est‡ Jehov‡ nuestro Dios en todo cuanto le pedimos?

 

Y ŔquŽ naci—n grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros?

 

Es que sus vecinos iban a estar bien impresionados con su cultura, su prosperidad, su santidad, sus leyes y sus preceptos.

 

En todo esto, el nombre de Dios iba estar exaltado, aun entre los que no conocieron al Dios verdadero. 

 

 

Pero lejos de todo esto, copiando al mundo, era un desastre, y el nombre de Dios se quedaba blasfemado, por la ruina de su pueblo.

 

Regresando al texto.

7) Por lo cual as’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: Yo he alzado mi mano, he jurado que las naciones que est‡n a vuestro alrededor han de llevar su afrenta.

 

Otra vez tenemos a Dios jurando por su propio nombre, confirmando cosas que tienen que pasar.

 

8) Mas vosotros, oh montes de Israel, darŽis vuestras ramas, y llevarŽis vuestro fruto para mi pueblo Israel; porque cerca est‡n para venir.

 

Y estas son las promesas de animo, de un futuro glorioso, de la nueva vida que iba a venir, aunque el pueblo de Dios no estaba digna de recibir la.

 

9) Porque he aqu’, yo estoy por vosotros, y a vosotros me volverŽ, y serŽis labrados y sembrados.

 

Y recuerde, Dios est‡ hablando a los montes.  Pero el prop—sito era elevar el animo de su pueblo, mientras sus esp’ritus estaban tocando fondo.

 

10) Y harŽ multiplicar sobre vosotros hombres, a toda la casa de Israel, toda ella; y las ciudades ser‡n habitadas, y edificadas las ruinas.

 

El cautiverio no iba a durar para siempre, o como dicen a veces en espa–ol, Ňno hay mal que dure cien a–osÓ.  Y aunque ten’an que sufrir unas dŽcadas mas, en los ojos de Dios ya toda su miseria estaba llegando a su fin.

 

11) MultiplicarŽ sobre vosotros hombres y ganado, y ser‡n multiplicados y crecer‡n; y os harŽ morar como sol’ais antiguamente, y os harŽ mayor bien que en vuestros principios; y sabrŽis que yo soy Jehov‡.

 

Pero hay un problema en todo esto.  Si sus mentes estaban tan inclinadas a la maldad, Ŕentonces como iban a reconstruir el pueblo santo?

 

Si eran tan propensos a la idolatr’a, la avaricia y la mentira, Ŕno serian otra vez llevados por otra babilonia o a algo peor?

 

Para realmente levantar sus esp’ritus, Dios tenia que prometer algo mas, algo relacionado con la vida nueva.

 

12-15) Y harŽ andar hombres sobre vosotros, a mi pueblo Israel; y tomar‡n posesi—n de ti, y les ser‡s por heredad, y nunca m‡s les matar‡s los hijos.  As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: Por cuanto dicen de vosotros: Comedora de hombres, y matadora de los hijos de tu naci—n has sido; por tanto, no devorar‡s m‡s hombres, y nunca m‡s matar‡s a los hijos de tu naci—n, dice Jehov‡ el Se–or.

 

Y nunca m‡s te harŽ o’r injuria de naciones, ni m‡s llevar‡s denuestos de pueblos, ni har‡s m‡s morir a los hijos de tu naci—n, dice Jehov‡ el Se–or.

 

Bueno, esto es todo lo que Dios quiso decir a los montes.

 

Pero el punto es claro, que el pueblo iba a regresar, y las cosas iban a estar diferentes que antes.  ÁMejor! 

 

Pero queda la pregunta, ŔAcaso no iba a pasar el mismo otra vez, con el pueblo mezclando se con el mundo y arruinando todo? pausa

 

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Esto es la primera parte del mensaje.  Y ahora, Dios va a hablar a su gente, explicando exactamente c—mo iba a pasar todo esto.

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16-17) Vino a m’ palabra de Jehov‡, diciendo: Hijo de hombre, mientras la casa de Israel moraba en su tierra, la contamin— con sus caminos y con sus obras; como inmundicia de menstruosa fue su camino delante de m’.

 

Esto fue el problema.  Aunque Dios ha revelado sus caminos, el pueblo deseaba siempre caminar por sus propios caminos.

 

Dios revelaba claramente sus caminos, todo grabado por escrito, pero el pueblo estaba mas fascinado con los caminos del mundo.  Y por esto, la ruina.

 

18) Y derramŽ mi ira sobre ellos por la sangre que derramaron sobre la tierra; porque con sus ’dolos la contaminaron.

 

Se fueron con los ’dolos del mundo, y siguieron otros caminos.  Caminos de sangre, hasta sacrificando a sus propios hijos.

19) Les esparc’ por las naciones, y fueron dispersados por las tierras; conforme a sus caminos y conforme a sus obras les juzguŽ.

 

Otra vez esto es el punto.  Dios tenia sus caminos, pero el pueblo deseaba sus propios caminos, y esto jam‡s va a funcionar.

 

20) Y cuando llegaron a las naciones adonde fueron, profanaron mi santo nombre, diciŽndose de ellos: Estos son pueblo de Jehov‡, y de la tierra de Žl han salido.

 

Esta es la manera en que podemos blasfemar al nombre de Dios.  Dios desea bendecir, hasta prosperar a su pueblo.

 

Pero cuando seguimos al mundo en vez de los preceptos de Dios, hay consecuencias.  Y despuŽs, los de afuera preguntan, ŇŔSer‡n estos la gente del Dios verdadero?  ÁMira como se pierdan todo!  ÁMiran como andan arrastrados, como la escoria del mundo!

 

Y no solamente ellos sufren, sino que el nombre de Dios est‡ profanado.

 

21) Pero he tenido dolor al ver mi santo nombre profanado por la casa de Israel entre las naciones adonde fueron.

 

Y por esto, hermano, hermana, joven te puedes entender la raz—n de tu salvaci—n, el prop—sito de tu redenci—n.  No es algo que tu has merecido, sino que es algo que Dios est‡ haciendo, para si mismo.

 

Dios es amor, claro, pero ama mas la gloria de su nombre, que ama la felicidad del hombre.

 

22) Por tanto, di a la casa de Israel: As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habŽis llegado.

 

Esto es algo que los hermanos siempre tienen que entender.  No estamos salvados por algo bueno en nosotros, ni por algo bueno que hemos hecho.

 

Esto es la base de la gracia de Dios.  Dios tenia otras razones por salvar te, por darte la vida nueva.

 

Y el Se–or hablaba de la misma manera entrando en la tierra por la primera vez.

 

Deuteronomio 9:4-5   No pienses en tu coraz—n cuando Jehov‡

tu Dios los haya echado de delante de ti, diciendo: Por mi justicia me ha tra’do Jehov‡ a poseer esta tierra; pues por la impiedad de estas naciones Jehov‡ las arroja de delante de ti.

 

No por tu justicia, ni por la rectitud de tu coraz—n entras a poseer la tierra de ellos, sino por la impiedad de estas naciones Jehov‡ tu Dios las arroja de delante de ti, y para confirmar la palabra que Jehov‡ jur— a tus padres Abraham, Isaac y Jacob.

 

Tenemos que reconocer que Dios tiene una variedad de razones por lo que hace, y no todo es para nuestra felicidad.

 

23) Y santificarŽ mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabr‡n las naciones que yo soy Jehov‡, dice Jehov‡ el Se–or, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos.

 

Esto es lo importante, y es algo que tenemos que aprender.  Mas importante que todo, es el nombre, la reputaci—n de Dios.  Y por esto su pueblo tiene que vivir en la santidad.

 

Y si realmente amamos a Dios, esto tambiŽn estar‡ importante a nosotros.  Y si nuestro amor por Dios no es genuino, entonces podemos vivir como el pueblo antiguo, pasando de un cautiverio a otro.

 

24) Y yo os tomarŽ de las naciones, y os recogerŽ de todas las tierras, y os traerŽ a vuestro pa’s.

 

En el tiempo del testamento antiguo, esto era la tierra santa, en nuestra Žpoca es su iglesia, el riendo de Cristo en el mundo.

 

Y ahora viene la parte muy bella y muy conocida.

 

25) EsparcirŽ sobre vosotros agua limpia, y serŽis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ’dolos os limpiarŽ.

 

 

Esto es la respuesta a la pregunta, Ŕcomo vamos a vivir en la santidad necesaria?  Es obra de Dios.

 

Aqu’ Dios est‡ entrando en los elementos de la vida nueva.

 

En la teolog’a, a veces se llaman esto, la regeneraci—n.

 

Y toma nota del agua limpia, porque esto resuelva preguntas sobre la conversaci—n con Nicodemo, en el nuevo testamento.

 

26) Os darŽ coraz—n nuevo, y pondrŽ esp’ritu nuevo dentro de vosotros; y quitarŽ de vuestra carne el coraz—n de piedra, y os darŽ un coraz—n de carne.

 

El Ňcoraz—nÓ en este contexto significa mas que un —rgano.  Era los deseos, la mente, tus inclinaciones, y tu manera de interpretar al mundo.

 

Y esto resuelva la pregunta sobre c—mo iban a vivir una vida santa, siendo tan corruptas.

 

26) Os darŽ coraz—n nuevo, y pondrŽ esp’ritu nuevo dentro de vosotros; y quitarŽ de vuestra carne el coraz—n de piedra, y os darŽ un coraz—n de carne.

 

Aprendimos en el libro de Jerem’as que el coraz—n humano, en su estado natural es sumamente corrompido.

 

Jerem’as 17:9  Enga–oso es el coraz—n

m‡s que todas las cosas, y perverso;

ŔquiŽn lo conocer‡?

 

Y Cristo ense–aba que del coraz—n sale todas las maldades diferentes.

 

Mateo 15:19-20 Porque del coraz—n salen los malos

pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.   Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre.

 

As’ que para vivir una vida agradable de Dios, para caminar en sus caminos en vez de nuestros caminos, un coraz—n nuevo es necesario.

 

 

 

27) Y pondrŽ dentro de vosotros mi Esp’ritu, y harŽ que andŽis en mis estatutos, y guardŽis mis preceptos, y los pong‡is por obra.

 

Esto es otro secreto.  Tenemos que tener el Santo Esp’ritu de Dios, de otra manera la vida nueva ser‡ imposible.

 

Y n—talo, hermano, hermana todo esto es obra de Dios, no es algo que el hombre puede efectuar en su propio poder.

 

Efesios 2:8-9  Porque por gracia sois salvos por medio de

la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se glor’e.

 

28) HabitarŽis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me serŽis por pueblo, y yo serŽ a vosotros por Dios.

 

Esto es una de las definiciones de un para’so, cuando Dios es nuestro Dios, de veras, y nosotros somos su pueblo.

 

29) Y os guardarŽ de todas vuestras inmundicias; y llamarŽ al trigo, y lo multiplicarŽ, y no os darŽ hambre.

 

Aunque estaban viviendo antes en la tierra que fluye de miel y leche, sufrieron hambres terribles, porque insistieron a caminar en sus propios caminos, en vez de los caminos de Dios.

 

30) MultiplicarŽ asimismo el fruto de los ‡rboles, y el fruto de los campos, para que nunca m‡s recib‡is oprobio de hambre entre las naciones.

 

Dios puede bendicir su pueblo f‡cilmente, y esto es su deseo, pero viviendo en la rebeli—n, tenemos que sufrir las disciplinas, como un ni–o rebelde que tiene padres amorosos.

 

31) Y os acordarŽis de vuestros malos caminos, y de vuestras obras que no fueron buenas; y os avergonzarŽis de vosotros mismos por vuestras iniquidades y por vuestras abominaciones.

 

Cuando viene la vida nueva los pecados que antes hemos amados, ahora son nuestra vergźenza, nuestra tristeza.

 

 

 

32) No lo hago por vosotros, dice Jehov‡ el Se–or, sabedlo bien; avergonzaos y cubr’os de confusi—n por vuestras iniquidades, casa de Israel.

 

Para vivir bien, en la vida nueva, tenemos que venir como el hijo prodigo vino a casa, con una gran humildad.

 

Lucas 15:15-19 Y fue y se arrim— a uno de los ciudadanos de

aquella tierra, el cual le envi— a su hacienda para que apacentase cerdos.

 

Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que com’an los cerdos, pero nadie le daba.

 

Y volviendo en s’, dijo: !!Cu‡ntos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aqu’ perezco de hambre!

 

Me levantarŽ e irŽ a mi padre, y le dirŽ: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.

 

Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.

 

Esto es el coraz—n contrito, que Dios jam‡s rechazar‡, pero es muy raro en neutros tiempos de orgullo personal.

 

33-34) As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: El d’a que os limpie de todas vuestras iniquidades, harŽ tambiŽn que sean habitadas las ciudades, y las ruinas ser‡n reedificadas.  Y la tierra asolada ser‡ labrada, en lugar de haber permanecido asolada a ojos de todos los que pasaron.

 

Esto es el deseo de Dios, ver las vidas restauradas, reconstruidas, para la gloria de su nombre.

 

35) Y dir‡n: Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto del EdŽn; y estas ciudades que eran desiertas y asoladas y arruinadas, est‡n fortificadas y habitadas.

 

En comparaci—n con otras partes del mundo, los pa’ses que realmente segu’an la palabra de Dios, por generaciones, eran como el huerto de EdŽn.

 

Y esto ha sido el motivo de mucha inmigraci—n. 

 

Pero yo estoy convencido de que esa transformaci—n puede pasar en cualquier pa’s, o cualquiera cultura, si solamente se aplican la palabra de Dios a todo.

 

Pero claro, esto es otro tema, para otro d’a.

 

36) Y las naciones que queden en vuestros alrededores sabr‡n que yo reedifiquŽ lo que estaba derribado, y plantŽ lo que estaba desolado; yo Jehov‡ he hablado, y lo harŽ.

 

Una vez mas, lo importante, lo mas importante es la reputaci—n de Dios, el honor de su nombre.

 

37) As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: Aśn serŽ solicitado por la casa de Israel, para hacerles esto; multiplicarŽ los hombres como se multiplican los reba–os.

 

Aunque todo esto fue prometido, el pueblo tenia que rogar la en oraci—n.  Daniel sabia c—mo y cuando el pueblo iba a regresar a sus tierras, pero Žl mismo tenia que levantar lo en oraci—n.

 

38) Como las ovejas consagradas, como las ovejas de JerusalŽn en sus fiestas solemnes, as’ las ciudades desiertas ser‡n llenas de reba–os de hombres; y sabr‡n que yo soy Jehov‡.

 

Es el plan de Dios avanzar y aumentar su pueblo.  Y aun hoy en d’a, si se suman la cantidad de personas que creen en Dios Padre, Dios hijo, y Dios Esp’ritu Santo, somos la fe mas abundante del mundo de hoy.

 

Pero esto es solamente el principio.  Nos falta mucha reforma, y mucha aprendizaje.

 

======================== Conclusi—n =======================

 

Para concluir, y para preparar nos por la santa cena, vamos a revisar la historia de Nicodemo, porque es muy relevante.

 

Juan 3:1-10    Hab’a un hombre de los fariseos que se

llamaba Nicodemo, un principal entre los jud’os.  Este vino a Jesśs de noche, y le dijo: Rab’, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas se–ales que tś haces, si no est‡ Dios con Žl.

 

 

Respondi— Jesśs y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

 

Nacer de nuevo es como recibir el coraz—n nuevo de que acabamos de estudiar.  ÁVida Nueva!

 

Nicodemo le dijo: ŔC—mo puede un hombre nacer siendo viejo? ŔPuede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?

 

Respondi— Jesśs: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Esp’ritu, no puede entrar en el reino de Dios.

 

Ahora cuando Cristo mencione el agua, no es tan misterioso.

Porque acabamos de ver en nuestro capitulo de hoyÉ

 

Ezequiel 36:25 EsparcirŽ sobre vosotros agua limpia, y

serŽis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ’dolos os limpiarŽ.

 

El agua simplemente era s’mbolo de la limpieza.  pausa

ŔY tu, has sido limpiado? ŔTienes el coraz—n nuevo?

 

Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Esp’ritu, esp’ritu es.

 

El coraz—n con que hemos nacido, no sirve.

 

No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.

 

El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de d—nde viene, ni a d—nde va; as’ es todo aquel que es nacido del Esp’ritu.

 

Respondi— Nicodemo y le dijo: ŔC—mo puede hacerse esto?

 

Respondi— Jesśs y le dijo: ŔEres tś maestro de Israel, y no sabes esto?

 

 

 

Nicodemo se quedaba un poco rega–ado, porque todo esto estaba escrito en el libro de Ezequiel, como acabamos de estudiar.  Pero muchos jud’os, entonces, como muchos Cristianos ahora, simplemente no ten’an conocimiento de sus Biblias.

 

Bueno, antes de cerrar, tal vez ha surgido la pregunta en alguien.  ŔC—mo puedo saber si tengo el nuevo coraz—n o no?

 

ŔComo puedo saber que tengo esa vida nueva?  pausa

 

Y tuvimos un estudio en viernes que nos daba un buen diagnostico.  Pablo en G‡latas cinco hablaba de las obras de la carne, y el fruto del Esp’ritu.

 

Si tu vida est‡ llena del fruto del esp’ritu, a lo mejor tienes el nuevo coraz—n.

 

G‡latas 5:22-23 Mas el fruto del Esp’ritu es amor,

gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

 

Y n—talo, no dice frutos, sino fruto, es un paquete.

 

Pero si tu vida est‡ mas caracterizada por las obras de la carne, a lo mejor no tienes el coraz—n nuevo, y aun debes de pensar dos veces antes de participar en la Santa Cena.

 

O por lo menos entrar en un arrepentimiento profundo.

 

G‡latas 5:19-21 Y manifiestas son las obras de la

carne, que son: adulterio, fornicaci—n, inmundicia, lascivia, idolatr’a, hechicer’as, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herej’as, envidias, homicidios, borracheras, org’as, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredar‡n el reino de Dios.

 

Y como siempre, toca a cada persona, examinar a si mismo, antes de acercar se a la mesa, de la Santa Cena.

 

Vamos a Orar