15 de septiembre de 2019
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Ezequiel 31:1-18
Introducci—n
En las ense–anzas de San Pablo, dice que no debemos de escoger
personas con que comparar nos, para concluir que realmente no estamos tan
malos.
2 Corintios 10:12 Porque
no nos atrevemos a contarnos ni
a compararnos con algunos que se alaban a s’ mismos; pero ellos,
midiŽndose a s’ mismos por s’ mismos, y compar‡ndose consigo mismos, no son
juiciosos.
Es que el hombre en su carnalidad, siempre puede encontrar alguien que
tiene una vida mas llena de pecado, que Žl.
Encontramos esto a veces evangelizando. Uno puede escuchar algo del pecado y del arrepentimiento y
decir, ŇŔSabes que?, esto es un buen punto, y esto es lo que mi t’o debe de
escuchar, o pausa, mensaje perfecto
para mi sobrino.Ó
Y as’ se rebota, el mensaje.
pausa
Pero s’ existan ocasiones en que el Esp’ritu Santo puede emplear la comparaci—n con otro, como un potente
forma de ense–anza.
Y esto es lo que veremos en el capitulo de hoy, continuando con el
juicios de Egipto.
1-2) Aconteci— en el a–o undŽcimo, en el mes tercero, el d’a
primero del mes, que vino a m’ palabra de Jehov‡, diciendo: Hijo de hombre, di
a Fara—n rey de Egipto, y a su pueblo: ŔA quiŽn te comparaste en tu grandeza?
El tiempo de estas proclamaciones siempre estaba grabada. El profeta, tenemos que recordar,
estaba en Babilonia, y esto pasaba unos meses antes de la ca’da completa de
JerusalŽn.
En un sentido esto daba un poco de consuelo. Conociendo que la copa del temblor, que Dios estaba
sirviendo a su pueblo, iba a pasar tambiŽn a otros.
Isa’as 51:22-23 As’ dijo Jehov‡
tu Se–or, y tu Dios, el
cual aboga por su pueblo: He aqu’ he quitado de tu mano el c‡liz de
aturdimiento, los sedimentos del c‡liz de mi ira; nunca m‡s lo beber‡s.
Y lo pondrŽ en mano de tus angustiadores, que dijeron a tu alma:
Incl’nate, y pasaremos por encima de ti. Y tś pusiste tu cuerpo como tierra, y
como camino, para que pasaran.
El juicio empezaba por la casa de Jehov‡, pero se pasaba luego a
otros.
Y vimos hace dos cap’tulos que Dios iba a bajar el gran Egipto para
siempre.
Ezequiel 29:15-16 En
comparaci—n con los otros reinos
ser‡ humilde; nunca m‡s se alzar‡ sobre las naciones; porque yo los
disminuirŽ, para que no vuelvan a tener dominio sobre las naciones.
Y no ser‡ ya m‡s para la casa de Israel apoyo de confianza, que les
haga recordar el pecado de mirar en pos de ellos; y sabr‡n que yo soy Jehov‡ el
Se–or.
Y curiosamente, pudiŽramos ver exactamente esto en esta semana. La gente pobre de Egipto est‡n en las
calles protestando, aunque sus protestas son ilegales, y est‡n enojados, porque
su presidente est‡ gastando dinero en casas grandes y palacios, mientras la
gran mayor’a del pueblo vive en una pobreza terrible.
Es que hay un contratista Egipcio que vive ya en Espa–a, y est‡
llenando el Face Book, con fotos y informaci—n sobre los edificios de lujo que Žl
mismo constru’a para el presidente.
Es como que la Biblia est‡ confirmando se diariamente.
Pero Dios va comparar el rey de Egipto con otro.
3) He aqu’ era el asirio cedro en el
L’bano, de hermosas ramas, de frondoso ramaje y de grande altura, y su copa
estaba entre densas ramas.
Es un capitulo un poco extra–o.
Dios est‡ anunciando la condena de Fara—n, pero hablar‡ mucho del rey de
asiria, diciendo que Žl era glorioso como tu, y Žl fue tirado abajo, como tu
ser‡s.
Y cuando habla de ramas y de ‡rboles de Lebanon, es una poes’a, una
poes’a de su ruina.
4) Las aguas lo hicieron crecer, lo
encumbr— el abismo; sus r’os corr’an alrededor de su pie, y a todos los ‡rboles
del campo enviaba sus corrientes.
Asiria tenia muchos recursos ricos que eran don de Dios. Era Dios que levantaba ese gran
imperio.
Y como los Estados Unidos ahora, o como Inglaterra antes, o Espa–a o hasta
los Chinos, otros estaban dependientes de ellos.
5) Por tanto, se encumbr— su altura
sobre todos los ‡rboles del campo, y se multiplicaron sus ramas, y a causa de
las muchas aguas se alarg— su ramaje que hab’a echado.
Era un imperio cruel y brutal, pero aqu’ no se hablan de esto, sino de
su poder y de su gloria.
6) En sus ramas hac’an nido todas las
aves del cielo, y debajo de su ramaje par’an todas las bestias del campo, y a
su sombra habitaban muchas naciones.
Esto es semejante a las atracciones de la inmigraci—n. Cuando un imperio est‡ prosperando, la
gente de otros pa’ses desean venir para formar sus nidos de seguridad, de oportunidad,
y de estabilidad.
Y usando los p‡jaros para describir esto podemos ver hasta en el nuevo
testamento, hablando del reino de Cristo.
Mateo 13:31-32 Otra par‡bola les refiri—, diciendo: El
reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre
tom— y sembr— en su campo; el cual
a la verdad es la m‡s peque–a de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es
la mayor de las hortalizas, y se hace ‡rbol, de tal manera que vienen las aves
del cielo y hacen nidos en sus ramas.
7) Se hizo, pues, hermoso en su
grandeza con la extensi—n de sus ramas; porque su ra’z estaba junto a muchas
aguas.
Muchos hombres vivan para esto.
Para extender su dominio en el mundo. Y Dios lo
permitir‡ dentro de ciertos limites.
8) Los cedros no lo cubrieron en el
huerto de Dios; las hayas no fueron semejantes a sus ramas, ni los casta–os
fueron semejantes a su ramaje; ningśn ‡rbol en el huerto de Dios fue semejante
a Žl en su hermosura.
El profeta Ezequiel hace muchas comparaciones con el huerto de
EdŽn. Se hizo esto antes con el
rey de Tiro. Es que en GŽnesis se
hablan mucho de ‡rboles.
GŽnesis 2:9 Y
Jehov‡ Dios hizo nacer de la tierra todo
‡rbol delicioso a la vista, y bueno para comer; tambiŽn el ‡rbol de
vida en medio del huerto, y el ‡rbol de la ciencia del bien y del mal.
Supongo que el huerto de EdŽn estaba mucho en sus mentes, porque en
Babilonia ten’an los r’os originales mencionados en GŽnesis, de huerto de EdŽn. Aunque no era ningśn EdŽn para los
cautiverios.
9) Lo hice hermoso con la multitud de
sus ramas; y todos los ‡rboles del EdŽn, que estaban en el huerto de Dios,
tuvieron de Žl envidia.
Es casi como un exageraci—n, pero era una validad manera de hacer su
punto. La gloria del imperio de Asiria
era sin igual.
10-10) Por tanto, as’ dijo Jehov‡ el
Se–or: Ya que por ser encumbrado en altura, y haber levantado su cumbre entre
densas ramas, su coraz—n se elev— con su altura, yo lo entregarŽ en manos del poderoso
de las naciones, que de cierto le tratar‡ segśn su maldad. Yo lo he desechado.
Ahora Dios describe la ca’da de ese imperio impresionante.
Como siempre era por su soberbia. Y comparando escritura con escritura, podemos ver ejemplos
concretos de esto. Dios siempre
est‡ dispuesto a especificar las cargas de su acusaciones.
Vimos en Isa’as, como un general de Asiria, vino molestando al buen
rey Ezequ’as, y como tambiŽn se insultaba a Dios, produciendo su ruina r‡pida.
Isa’as 36:18-20 Mirad que no os
enga–e Ezequ’as
diciendo: Jehov‡ nos librar‡. ŔAcaso libraron los dioses de las
naciones cada uno su tierra de la mano del rey de Asiria?
ŔD—nde est‡ el dios de Hamat y de Arfad? ŔD—nde est‡ el dios de
Sefarvaim? ŔLibraron a Samaria de mi mano?
ŔQuŽ dios hay entre los dioses de estas tierras que haya librado su
tierra de mi mano, para que Jehov‡ libre de mi mano a JerusalŽn?
ŔQue estaba diciendo?
B‡sicamente estaba diciendo que Asiria era casi omnipotente, el pa’s
mejor que todos, el pa’s mas grande de la historia del mundo.
Y es sumamente espantoso, porque a veces escuchamos personas en los
Estados Unidos, hablando as’, con la misma soberbia.
Y cuando esto pasa, Dios tiene que mandar la ruina.
12) Y lo destruir‡n extranjeros, los
poderosos de las naciones, y lo derribar‡n; sus ramas caer‡n sobre los montes y
por todos los valles, y por todos los arroyos de la tierra ser‡ quebrado su
ramaje; y se ir‡n de su sombra todos los pueblos de la tierra, y lo dejar‡n.
Esto ya pas— con Asiria, pero la profec’a de este capitulo era para
convencer el rey de Egipto, de que el mismo iba a pasar con Žl, por su
soberbia.
Y habla a nosotros tambiŽn en este pa’s, moderno, que tampoco podemos
vivir en esa forma de arrogancia.
13-14) Sobre su ruina habitar‡n todas
las aves del cielo, y sobre sus ramas estar‡n todas las bestias del campo, para
que no se exalten en su altura todos los ‡rboles que crecen junto a las aguas,
ni levanten su copa entre la espesura, ni conf’en en su altura todos los que
beben aguas; porque todos est‡n destinados a muerte, a lo profundo de la
tierra, entre los hijos de los hombres, con los que descienden a la fosa.
Todo lo que tenia, seria recursos para otros.
Y es muy f‡cil para Dios, derrumbar un imperio en poco tiempo.
Yo he visto la ca’da de la uni—n SoviŽtica durante mi vida. Y posiblemente veremos la ca’da del
comunismo de China.
Pero lo peor de todo, es si aqu’ en los Estados Unidos, no regresamos,
en sinceridad a nuestras ra’ces Cristianas, podemos ver una ca’da hasta aqu’.
15) As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: El
d’a que descendi— al Seol, hice hacer luto, hice cubrir por Žl el abismo, y
detuve sus r’os, y las muchas aguas fueron detenidas; al L’bano cubr’ de
tinieblas por Žl, y todos los ‡rboles del campo se desmayaron.
Dios cortaba la fuente de sus recursos. Y muchos otros pa’ses estaban afectados.
Y si algo semejante pasaba aqu’, hay pa’ses alrededor que estar’an
desmayando.
16) Del estruendo de su ca’da hice
temblar a las naciones, cuando las hice descender al Seol con todos los que
descienden a la sepultura; y todos los ‡rboles escogidos del EdŽn, y los
mejores del L’bano, todos los que beben aguas, fueron consolados en lo profundo
de la tierra.
Cuando vienen los juicios de Dios, es espantoso. Pero normalmente gran parte del mundo
est‡ viviendo en paz.
Pero ahora, en nuestra generaci—n muchas cosas extra–as est‡n
empezando. MencionŽ las protestas
de Egipto. Y aun, despuŽs de
meses, hay personas en las calles cada semana en Francia, y en Hong Kong.
Y tambiŽn hay cosas extra–as pasando en la econom’a.
Y esto no quiere decir que tenemos que vivir en temor, sino que
tenemos que entender que Dios juzgar‡ a cada cuando la arrogancia del hombre, y
a veces el mundo es mejor despuŽs.
17) TambiŽn ellos descendieron con Žl
al Seol, con los muertos a espada, los que fueron su brazo, los que estuvieron
a su sombra en medio de las naciones.
Asiria, y los suyos, sus alianzas se cayeron juntos. Y Dios dice a Fara—n, que el mismo
puede pasar con su situaci—n de imperio, por su arrogancia ofensiva.
18) ŔA quiŽn te has comparado as’ en
gloria y en grandeza entre los ‡rboles del EdŽn? Pues derribado ser‡s con los
‡rboles del EdŽn en lo profundo de la tierra; entre los incircuncisos yacer‡s,
con los muertos a espada. Este es
Fara—n y todo su pueblo, dice Jehov‡ el Se–or.
En fin, el mensaje era para Fara—n, pero hay aplicaciones para
cualquier naci—n que vive, burlando de Dios.
======================== Aplicaci—n =======================
Bueno, Ŕque tiene todo esto que ver con
nosotros, viviendo tantos siglos mas tarde?
EmpecŽ diciendo que San Pablo dijo que no es
correcto para nosotros escoger personas con que podemos comparar.
Porque los hombres siempre buscan alguien
peor, y despuŽs dicen, Ňbueno, por lo menos no soy como ŽlÓ. pausa
Pero el Esp’ritu Santo s’ tiene la autoridad
de llamar nos a comparaciones.
Y cerrando quiero ir a un buen ejemplo de esto en el dŽcimo capitulo del
primero de Corintios.
1 Corintios 10:1-13 Porque no quiero, hermanos, que
ignorŽis que nuestros padres todos
estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en MoisŽs fueron
bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento
espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque beb’an de la
roca espiritual que los segu’a, y la roca era Cristo.
ŔQue est‡ pasando aqu’? Pablo est‡ comparando lo que
pas— con los jud’os, en el diserto, saliendo de Egipto, con los Cristianos,
saliendo del mundo.
Dice Ňnuestros padresÓ, aunque no estaba
hablando con solamente jud’os, sino con Cristianos que eran griegos.
Pero se pudiera establecer una continuaci—n
espiritual, con estos jud’os antiguos.
Los hermanos de Corinto estaban bastante
carnal, y en su arrogancia, se sent’an muy seguros porque ten’an sus Bautismos
y la Santa Cena.
Y San Pablo dice, ŇŔSabes que?, estos
tambiŽn ten’an su bautismo, estaban bautizados en MoisŽsÓ
Y si te conf’as mucho en tu Santa Cena,
ellos tambiŽn la ten’an, y beb’an de la roca que era Cristo.
5 Pero de los m‡s de ellos no se agrad—
Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto.
Es que ten’an sus sacramentos, pero al mismo
tiempo se viv’an sin la santidad, quejando y murmurando.
6 Mas estas cosas sucedieron como ejemplos
para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron.
Aqu’ es claro, estamos llamados a una
comparaci—n, a comparar nos, para aprender.
7 Ni se‡is id—latras, como algunos de ellos,
segśn est‡ escrito: Se sent— el pueblo a comer y a beber, y se levant— a jugar.
8 Ni forniquemos, como algunos de ellos
fornicaron, y cayeron en un d’a veintitrŽs mil.
9 Ni tentemos al Se–or, como tambiŽn algunos
de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes.
Muchos modernos creen que Dios era muy
estricto, que su pacto era muy serio en el testamento antiguo, pero ahora es
mas suave, la pura gracia.
Pero aqu’ Pablo dice que la situaci—n es el
mismo, y por lo tanto estamos llamados a la comparaci—n.
10 Ni murmurŽis, como algunos de ellos
murmuraron, y perecieron por el destructor.
11 Y estas cosas les acontecieron como
ejemplo, y est‡n escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado
los fines de los siglos.
Los asuntos de la carne son iguales como
antes, y todo pas—, y todo fue grabado del desierto, para ayudar nos con las
amonestaciones santas.
Dios no ha cambiado. La carnalidad es el mismo como antes.
El Dios de antes es el mismo Dios de ahora.
As’ que la arrogancia de vivir indiferente a
los preceptos, al la moralidad revelada en las escrituras, es igualmente
peligrosa ahora, como era en el desierto con MoisŽs.
Y por lo tanto, podemos cerrar con dos
amonestaciones santas y seguras.
12 As’ que, el que piensa estar firme, mire
que no caiga.
Esto nos amonesta sobre una seguridad falsa,
o una forma de presunci—n. Como
Pedro que dijo..
Mateo 26:33 Aunque
todos se escandalicen de ti,
yo nunca me
escandalizarŽ.
O, en otras palabras, yo soy firme, esto no
puede pasar conmigo. pausa Pero sabemos la historia del
gallo.
Y finalmente, para los que dicen que ten’an
que participar en un pecado, un delito, porque no era posible evitar lo, aqu’
tenemos una promesa, que aplasta todos los pretextos.
Y con esto podemos terminar.
13 No os ha sobrevenido ninguna tentaci—n
que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejar‡ ser tentados m‡s de lo
que podŽis resistir, sino que dar‡ tambiŽn juntamente con la tentaci—n la salida,
para que pod‡is soportar.
Cuando viene la tentaci—n, tu puedes orar,
ŇSe–or, yo se que aqu’ hay una salida, que no tengo que caer en esto, ayśdame,
a encontrar la salida, para no ofender tu santa justiciaÓ.
Y si tu, hermano, hermana, joven, deseas vivir
libre de las ofensas que son claramente evitables, puedes pasar en unos
momentos, y oraremos contigo.
Vamos a Orar