1 de septiembre de 2019
El Orgullo
Infinito
Ezequiel 28:1-26
Introducci—n
Cuando Salom—n recibi— su gran sabidur’a, era un don de Dios. Y nosotros podemos aprovechar de algo
de esa sabidur’a, ordenando nuestras vidas por los proverbios que Dios ha
preservado para nosotros.
Pero como cualquier don, que Dios puede dar, pausa, se puede venir con peligros, porque puede estimular en
nosotros, el orgullo.
Salom—n, en sus grandes Žxitos, tomaba a muchas mujeres, de los pa’ses
alrededor de su territorios, y Žstas, le llevaba a la idolatr’a.
El orgullo, de Salom—n, era
feo, y fue castigado, pero no era infinito. Y Salom—n se muria caminando con Dios.
Pero hoy veremos ejemplos del orgullo,
que actualmente es infinito.
Por ejemplo, el Herodes en el libro de Hechos, se muria de un orgullo infinito. Era un hombre talentoso, preparado, pero jam‡s tenia su soberbia
bajo control. As’ que, era infinita.
Hechos 12:21-23 Y un d’a
se–alado, Herodes, vestido de
ropas reales, se sent— en el tribunal y les areng—.
Y el pueblo aclamaba gritando: !!Voz de Dios, y no de hombre!
Al momento un ‡ngel del Se–or le hiri—, por cuanto no dio la gloria a
Dios; y expir— comido de gusanos.
Los que mueren por el orgullo
infinito, tienen capacidades, tienen sus dones o se tienen su belleza, pero
esa forma de arrogancia, el algo que Dios simplemente no puede soportar.
1-3) Vino a m’ palabra de Jehov‡,
diciendo: Hijo de hombre, di al pr’ncipe de Tiro: As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or:
Por cuanto se enalteci— tu coraz—n, y
dijiste: Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los
mares (siendo tœ hombre y no Dios), y has puesto tu coraz—n como coraz—n de
Dios; he aqu’ que tœ eres m‡s sabio que Daniel; no hay secreto que te sea
oculto.
Vimos la semana pasada, la gran prosperidad del reino de Tiro. Desde el tiempo de David y Solomon, han
prosperado.
Pero ese pr’ncipe, no era como los reyes de los siglos atr‡s, y el
Esp’ritu Santo de Dios, deseaba revelar su naturaleza, y su ruina.
Ese rey se cre’a un dios, en el trono de Dios, y por su orgullo infinito, era insoportable para Dios.
Y Dios hablaba en iron’as, diciendo que era mas sabio de Daniel. Y recordando la historia de Daniel,
para revelar sue–os y su contenido, siempre dijo, Òel poder no est‡ en miÓ. Y era el mismo con JosŽ en Egipto.
Daniel 2:26-28 Respondi— el rey y
dijo a Daniel, al cual
llamaban Beltsasar: ÀPodr‡s tœ hacerme conocer el sue–o que vi, y su
interpretaci—n? Daniel respondi—
delante del rey, diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni
astr—logos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey. Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y Žl
ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros
d’as.
Y esta es la manera de manejar un don extraordinario, reconociendo de
donde viene.
Pero regresando al rey de Tirio.
4-5) Con tu sabidur’a y con tu
prudencia has acumulado riquezas, y has adquirido oro y plata en tus tesoros.
Con la grandeza de tu sabidur’a en tus
contrataciones has multiplicado tus riquezas; y a causa de tus riquezas se ha
enaltecido tu coraz—n.
Muchos desean ganar la loter’a, porque quieren estar
independientes. No quieren
trabajar ni invertir para alcanzar su independencia, sino que lo quieren
instant‡neamente. Y despuŽs pueden
vivir como uno que ni necesita a Dios. ÁIndependientes!
6-7) Por tanto, as’ ha dicho Jehov‡ el
Se–or: Por cuanto pusiste tu coraz—n como coraz—n de Dios, por tanto, he aqu’
yo traigo sobre ti extranjeros, los fuertes de las naciones, que desenvainar‡n
sus espadas contra la hermosura de tu sabidur’a, y manchar‡n tu esplendor.
El orgullo, y espacialmente el orgullo
infinito es siempre una atracci—n, para el juicio de Dios. Es un tema constante en la Biblia.
Proverbios 11:2 Cuando viene la
soberbia, viene tambiŽn
la deshonra; Mas con los humildes est‡
la sabidur’a.
Proverbios 13:10 Ciertamente
la soberbia concebir‡
contienda; Mas con los avisados est‡ la sabidur’a.
Proverbios 16:5 Abominaci—n es a
Jehov‡ todo altivo de
coraz—n; Ciertamente no quedar‡
impune.
Proverbios 16:18 Antes
del quebrantamiento es la
soberbia, Y antes de la ca’da la altivez de esp’ritu.
El orgullo es el principio de todos los dem‡s pecados. El diablo mismo se ca’a por su orgullo, infinito.
Y se ofreci— ese orgullo a
Eva, nuestra primera madre.
GŽnesis 3:4-5 Entonces la
serpiente dijo a la mujer: No
morirŽis; sino que sabe Dios que el d’a que com‡is de Žl, ser‡n
abiertos vuestros ojos, y serŽis como Dios, sabiendo el bien y el mal.
Hasta la ca’da original del hombre, tenia su base en el orgullo infinito, deseando estar libres
de Dios, e independientes de Dios.
Y es en realidad la base de toda forma de maldad.
8) Al sepulcro te har‡n descender, y
morir‡s con la muerte de los que mueren en medio de los mares.
Se si muere en alta mar, por lo menos en la antigŸedad, se tiraban tu
cuerpo a los tiburones.
No era nada gloriosa, pero correcta, para uno pose’do por el orgullo infinito.
9) ÀHablar‡s delante del que te mate,
diciendo: Yo soy Dios? Tœ, hombre eres, y no Dios, en la mano de tu matador.
ÀQue terrible seria, estar interrogado as’ por el Dios tres veces
santo? pausa Pero es el fin
de los orgullosos.
10) De muerte de incircuncisos morir‡s
por mano de extranjeros; porque yo he hablado, dice Jehov‡ el Se–or.
Los de Tiro sab’an algo del pacto de Dios y su circuncisi—n, la marca
del pacto en el testamento antiguo.
Un rey de tiro, en el tiempo de Salom—n, actualmente alababa al Dios
verdadero.
1 Reyes 5:1-7 Hiram rey de
Tiro envi— tambiŽn sus siervos
a Salom—n, luego que oy— que lo hab’an ungido por rey en lugar de su
padre; porque Hiram siempre hab’a amado a David.
Entonces Salom—n envi— a decir a Hiram: Tœ sabes que mi padre David no
pudo edificar casa al nombre de Jehov‡ su Dios, por las guerras que le
rodearon, hasta que Jehov‡ puso sus enemigos bajo las plantas de sus pies.
Ahora Jehov‡ mi Dios me ha dado paz por todas partes; pues ni hay
adversarios, ni mal que temer. Yo,
por tanto, he determinado ahora edificar casa al nombre de Jehov‡ mi Dios,
segœn lo que Jehov‡ habl— a David mi padre, diciendo: Tu hijo, a quien yo
pondrŽ en lugar tuyo en tu trono, Žl edificar‡ casa a mi nombre.
Manda, pues, ahora, que me corten cedros del L’bano; y mis siervos
estar‡n con los tuyos, y yo te darŽ por tus siervos el salario que tœ dijeres;
porque tœ sabes bien que ninguno hay entre nosotros que sepa labrar madera como
los sidonios.
Cuando Hiram oy— las palabras de Salom—n, se alegr— en gran manera, y
dijo: Bendito sea hoy Jehov‡, que dio hijo sabio a David sobre este pueblo
tan grande.
As’ que, por sus relaciones pasada, sab’an quŽ era morir como un hijo
de Dios, y quŽ era morir como un incircunciso.
11-12) Vino a m’ palabra de Jehov‡,
diciendo: Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: As’ ha
dicho Jehov‡ el Se–or: Tœ eras el sello de la perfecci—n, lleno de sabidur’a, y
acabado de hermosura.
Ahora estamos entrando en una parte bien conocida, y bien
controversial. Muchos en los
tiempos modernos crean que aqu’ Dios ni hablaba al rey humano, sino al diablo.
Otros han considerado todo esto, solamente expresiones metaf—ricas
dirigidas al rey de Tiro.
13) En EdŽn, en el huerto de Dios
estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio,
jaspe, cris—lito, berilo y —nice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los
primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el d’a de
tu creaci—n.
Si dice, metaf—ricamente que estaba en EdŽn, solamente puede ser una
de dos persona, Ad‡n, o Satan‡s.
Pero tenemos que recordar que esa endecha es muy simb—lica.
Cuando se escuchan de la mœsica, muchos crean que tiene que estar
hablando del diablo.
Pero el rey de Tiro viv’a como que era en EdŽn, con la mœsica mas
sofisticada de su tiempo, y fue conocido hist—ricamente por su gran variedad de
piedras preciosas, que se llevaba no solamente en su corona, sino tambiŽn en su
ropa, para tener una apariencia mas gloriosa.
Claro, su orgullo era sat‡nico.
Pero en este pasaje Dios dirig’a sus palabras a un hombre.
14) Tœ, querub’n grande, protector, yo
te puse en el santo monte de Dios, all’ estuviste; en medio de las piedras de fuego
te paseabas.
Muchos cuando vean esto de querub’n, dicen ÒÀlo vez? Es el diabloÓ
Pero ese rey se consideraba como el gran ‡ngel protector de todo su
imperio, como el que cuidaba de EdŽn, despuŽs de la ca’da.
15-16) Perfecto eras en todos tus
caminos desde el d’a que fuiste creado, hasta que se hall— en ti maldad.
A causa de la multitud de tus
contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te echŽ del
monte de Dios, y te arrojŽ de entre las piedras del fuego, oh querub’n
protector.
Las contrataciones, eran los negocios del gran rey. Que no eran justos en muchos casos,
porque ese hombre viv’a para el dinero, y no por la justicia de Dios.
17) Se enalteci— tu coraz—n a causa de
tu hermosura, corrompiste tu sabidur’a a causa de tu esplendor; yo te arrojarŽ
por tierra; delante de los reyes te pondrŽ para que miren en ti.
Es una endecha metaf—rica, simb—lica, que tal vez llegaba a los o’dos
de ese rey antes de su muerte.
18) Con la multitud de tus maldades y
con la iniquidad de tus contrataciones profanaste tu santuario; yo, pues, saquŽ
fuego de en medio de ti, el cual te consumi—, y te puse en ceniza sobre la
tierra a los ojos de todos los que te miran.
19) Todos los que te conocieron de
entre los pueblos se maravillar‡n sobre ti; espanto ser‡s, y para siempre
dejar‡s de ser.
El Esp’ritu de Dios ha dedicado tres cap’tulos a la ca’da de ese gran
emperio, y ahora a su l’der. En el
contexto, habla de un hombre, consumido del poder y del orgullo infinito.
Su orgullo definitivamente
era sat‡nico, pero no veo la necesidad de sacar de este texto, grandes
doctrinas sobre el diablo.
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Ahora llegamos a la ultima parte, en que Dios revela su prop—sito en
tantos detalles sobre el juicio de las naciones alrededor del pueblo antiguo de
Dios.
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20-22) Vino a m’ palabra de Jehov‡,
diciendo: Hijo de hombre, pon tu rostro hacia Sid—n, y profetiza contra ella,
y dir‡s: As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or:
He aqu’ yo estoy contra ti, oh Sid—n, y en medio de ti serŽ glorificado; y
sabr‡n que yo soy Jehov‡, cuando haga en ella juicios, y en ella me santifique.
Sid—n, era al lado de Tiro, y muchas veces se trabajaban juntos. Pero Sid—n estaba mas entregado a la
idolatr’a.
De hecho, Jezebel era hija de un rey de Sid—n, y fue ella que tra’a la
devoci—n a Baal, al pueblo santo.
Ella fue otra pose’da del orgullo
infinito, y por esto se muria, consumida por perros, como Herodes y sus
gusanos.
23) EnviarŽ a ella pestilencia y
sangre en sus calles, y caer‡n muertos en medio de ella, con espada contra ella
por todos lados; y sabr‡n que yo soy Jehov‡.
Dios iba a estar glorificado, en la destrucci—n de estos, pero esto no
era la œnica raz—n del juicio.
24) Y nunca m‡s ser‡ a la casa de
Israel espina desgarradora, ni aguij—n que le dŽ dolor, en medio de cuantos la
rodean y la menosprecian; y sabr‡n que yo soy Jehov‡.
Todo esto tenia otro gran prop—sito. Dios estaba preparando un lugar seguro, para su pueblo santo.
El cautiverio de Babilonia iba a llegar a su fin, y el pueblo iba a
regresar, para reconstruir. Y Dios
estaba eliminando sus enemigos antiguos para pretejer a su gente.
25) As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or:
Cuando recoja a la casa de Israel de los pueblos entre los cuales est‡
esparcida, entonces me santificarŽ en ellos ante los ojos de las naciones, y
habitar‡n en su tierra, la cual di a mi siervo Jacob.
Y esto, hermanos, tiene aplicaciones para nosotros. Cuando veamos cosas extra–as, terribles
pasando en el mundo, Dios est‡
preparando lugres de seguridad para su iglesia.
Porque aun vivimos en la Žpoca de las misiones, y el evangelio de
Cristo, con sus grandes bendiciones, tiene que seguir propagando se a cada rinc—n
de este mundo.
Y cuando estamos fieles, humildes, debajo de sus preceptos, y sus
leyes, Dios mismo manejar‡, la destrucci—n de nuestros enemigos.
Esto es lo que Dios anda produciendo, lugares de seguridad para su
pueblo santo. Y en esto podemos
confiar.
26) Y habitar‡n en ella seguros, y
edificar‡n casas, y plantar‡n vi–as, y vivir‡n confiadamente, cuando yo haga
juicios en todos los que los despojan en sus alrededores; y sabr‡n que yo soy
Jehov‡ su Dios.
La obra de Cristo tiene que seguir adelante, en contra de toda
oposici—n, y si caminamos con Cristo, fieles y humildes, viviremos en el poder
de su Esp’ritu Santo, y teniendo a Dios con nosotros, Àquien contra nosotros?
======================== Aplicaci—n =======================
Hermanos, el orgullo es un peligro para todo
hermano. Los que tienen dones,
fuertes, sean en los negocios, o en la mœsica u otra ‡rea, tienen que tener
cuidado.
Las hermanas, con el don de la belleza,
tambiŽn tienen que tener mucho cuidado.
Hasta en las iglesias Dios ha anticipado problemas
posibles. Enumerando los
requisitos para un anciano, dice las escriturasÉ
1 Timoteo 3:6 No un ne—fito, no sea que envaneciŽndose
caiga en la
condenaci—n del diablo.
Es que tiene que llegar primeramente a la
madurez espiritual.
Y cuando haya contiendas en las iglesias, es
siempre por el orgullo, como hemos visto en los proverbios.
Proverbios 13:10 Ciertamente
la soberbia concebir‡
contienda; Mas con los avisados est‡ la sabidur’a.
Y preparando nos por la Santa Cena, tenemos
que examinar a nosotros mismos, para preguntar si estamos viviendo en el orgullo,
aun.
Cualquier pecado que un hermano no quiere
abandonar es una forma de orgullo.
Es que se cree que Dios realmente no tiene
la autoridad de establecer la moralidad de su vida.
Aprendimos algo interesante mas temprano en
este libro, sobre los que viv’an en Sodoma.
Ezequiel 16:49 He aqu’ que esta fue la maldad de Sodoma tu
hermana: soberbia, saciedad de pan, y
abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleci— la mano del
afligido y del menesteroso.
Antes que nada en Sodoma, se ca’a en la soberbia. Primeramente vino la soberbia, y
mas tarde la perversi—n sexual.
Es como entre sodomitas modernos, en el
fondo tienen la misma soberbia pensandoÉ
ÒÀQuien es Dios para decir me c—mo tengo que
expresar mi sexualidad? Yo como
Eva he probado el fruto del conocimiento de bien y del mal, y ahora yo soy el dios
sobre mi vida, y yo mismo, decidirŽ lo que es bueno o malo.Ó
El orgullo infinito no quiere conocer al Dios verdadero y sus
preceptos buenos, sino que se queja como fara—n, cuando MoisŽs vino con la
palabra.
ƒxodo 5:2 Y
Fara—n respondi—: ÀQuiŽn es Jehov‡, para que yo
oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no
conozco a Jehov‡, ni tampoco dejarŽ ir a Israel.
Y por supuesto ese orgullo fue una
atracci—n a la ira de Dios.
Y Cristo presentaba otro ejemplo en el nuevo
testamento, en una de sus par‡bolas.
Lucas 19:12-14 Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un pa’s
lejano, para recibir un reino y volver.
Y llamando a diez siervos suyos, les dio
diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo.
Pero sus conciudadanos le aborrec’an, y
enviaron tras Žl una embajada, diciendo: No queremos que Žste reine sobre
nosotros.
Y esa es la manera en que muchos respondan
al se–or’o de Cristo, fuera y dentro de las iglesia, piensan, ÒÁNo queremos que
Žste reine sobre nosotros!Ó.
Es que no se pueden sujetar se a los
preceptos de Cristo, porque aun est‡n atrapados en el orgullo.
Y si esto es tu caso hermano, hermana,
joven, deseando a Cristo como tu salvador, salvando te del infierno y de la
vida de miseria, pero no aceptando nada de su corona, como el que reine en tu
vida, pausa, a lo mejor debes de
pensar dos veces, antes de participar en la santa cena hoy d’a.
1 Corintios 11:27-30 De manera que cualquiera que
comiere este pan o bebiere esta copa del
Se–or indignamente, ser‡ culpado del cuerpo y de la sangre del Se–or.
Por tanto, pruŽbese cada uno a s’ mismo, y
coma as’ del pan, y beba de la copa.
Porque el que come y bebe indignamente, sin
discernir el cuerpo del Se–or, juicio come y bebe para s’.
Por lo cual hay muchos enfermos y
debilitados entre vosotros, y muchos duermen.
HermanosÉ
Santiago 4:10 Humillaos delante del Se–or,
y Žl os
exaltar‡.
Vamos a Orar