30 de agosto de 19

La Llegada Del Poder

Joel 2:1-32

Introducci—n

 

Vimos en la semana pasada como Dios, nuestro Dios, el Dios del amor, ha mandado langostas para consumir todo lo que su pueblo tenia.

 

Joel 1:4  Lo que qued— de la oruga comi— el salt—n, y lo

que qued— del salt—n comi— el revolt—n; y la langosta comi— lo que del revolt—n hab’a quedado.

 

Y el profeta Joel tenia la tarea de convencer al pueblo que esto no era un accidente de la naturaleza, no eran los afectos de cambios clim‡ticos, sino que esto fue obra del Dios que deseaba agarrar la atenci—n de su pueblo.

 

Am—s 3:6  ŔSe tocar‡ la trompeta en la ciudad, y no se

alborotar‡ el pueblo? ŔHabr‡ algśn mal en la ciudad, el cual Jehov‡ no haya hecho?

 

Y el fin que Dios buscaba con todo esto era un cambio verdadero en el coraz—n de su pueblo, que no sean tan indiferentes, y tan apegados al mundo.

 

1) Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo monte; tiemblen todos los moradores de la tierra, porque viene el d’a de Jehov‡, porque est‡ cercano.

 

Sigue el profeta hablando del d’a del Se–or, que aprendimos ya que no es siempre el fin del mundo, sino un tiempo en que Dios, por su providencia, anda produciendo prodigios y cambios dr‡sticos en la sociedad, y hasta en la econom’a.  Vimos en el ultimo, que hasta los animales estaban afectados.

 

2) D’a de tinieblas y de oscuridad, d’a de nube y de sombra; como sobre los montes se extiende el alba, as’ vendr‡ un pueblo grande y fuerte; semejante a Žl no lo hubo jam‡s, ni despuŽs de Žl lo habr‡ en a–os de muchas generaciones.

 

Algo muy grave iba a pasar pronto, algo peor que las nubes negras de langostas.  Las langostas solamente eran una advertencia, y las aflicciones verdaderas ya iban a llegar.  Habla de soldados que eran poderosos, porque recibieron sus ordenes, por la providencia de Dios.

3) Delante de Žl consumir‡ fuego, tras de Žl abrasar‡ llama; como el huerto del EdŽn ser‡ la tierra delante de Žl, y detr‡s de Žl como desierto asolado; ni tampoco habr‡ quien de Žl escape.

Interesante la manera en que hablan del huerto de EdŽn aqu’.  Tenemos que recordar que cuando Lot deseaba ir a Sodoma, aquella cuidad tambiŽn estaba comparada con EdŽn.

 

GŽnesis 13:8-11 Entonces Abram dijo a Lot: No haya

ahora altercado entre nosotros dos, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos.

 

ŔNo est‡ toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de m’. Si fueres a la mano izquierda, yo irŽ a la derecha; y si tś a la derecha, yo irŽ a la izquierda.

 

Y alz— Lot sus ojos, y vio toda la llanura del Jord‡n, que toda ella era de riego, como el huerto de Jehov‡, como la tierra de Egipto en la direcci—n de Zoar, antes que destruyese Jehov‡ a Sodoma y a Gomorra.

 

Entonces Lot escogi— para s’ toda la llanura del Jord‡n; y se fue Lot hacia el oriente, y se apartaron el uno del otro.

 

Ese territorio, parec’a como el huerto de EdŽn, pero despuŽs de la destrucci—n de Sodoma y Gomorra, era todo muerto, cubierto de azufre, y de sal.

 

Y as’ Dios amenazaba ac‡ en este capitulo, cuando vino los ataques, lo que parec’a EdŽn, iba a terminar como la destrucci—n de Sodoma.

 

4-6) Su aspecto, como aspecto de caballos, y como gente de a caballo correr‡n.  Como estruendo de carros saltar‡n sobre las cumbres de los montes; como sonido de llama de fuego que consume hojarascas, como pueblo fuerte dispuesto para la batalla.  Delante de Žl temer‡n los pueblos; se pondr‡n p‡lidos todos los semblantes.

 

Eran dispuestos para la batalla, estos soldados, porque eran mandados, preparados por el plan de Dios, y de Dios mismo ten’an su poder.

7) Como valientes correr‡n, como hombres de guerra subir‡n el muro; cada cual marchar‡ por su camino, y no torcer‡ su rumbo.

 

A veces en las guerras, cuando muchos hombres son nuevos, j—venes, hay un poco de desorden, un poco de confusi—n, pero no con estos, sino que estos eran profesionales.

 

8) Ninguno estrechar‡ a su compa–ero, cada uno ir‡ por su carrera; y aun cayendo sobre la espada no se herir‡n.

 

Imposibles que estos hierran el uno al otro, como a veces pasa, porque estos estaban guiados por Dios, e ir—nicamente en contra del pueblo de Dios.

 

9) Ir‡n por la ciudad, correr‡n por el muro, subir‡n por las casas, entrar‡n por las ventanas a manera de ladrones.

Delante de Žl temblar‡ la tierra, se estremecer‡n los cielos; el sol y la luna se oscurecer‡n, y las estrellas retraer‡n su resplandor.

 

No seria literalmente el fin del mundo, pero los que estaban bajo este forma de ataque, iban a sentir como que era el fin del mundo.

 

Y as’ hablan las escrituras cuando habla del sol oscureciendo se, o la luna desapareciendo se, por causa del humo, o por causa de las nubes densas que Dios ha mandado.

 

11) Y Jehov‡ dar‡ su orden delante de su ejŽrcito; porque muy grande es su campamento; fuerte es el que ejecuta su orden; porque grande es el d’a de Jehov‡, y muy terrible; ŔquiŽn podr‡ soportarlo?

 

En este caso, el enemigo tenia el poder.  Porque el enemigo estaba mandado por Dios.  A prop—sito, Dios lo hizo como algo insoportable, espantoso en el extremo.

 

Y Dios tenia sus razones, como tiene sus razones ahora.

 

12) Por eso pues, ahora, dice Jehov‡, convert’os a m’ con todo vuestro coraz—n, con ayuno y lloro y lamento.

 

Dios estaba llamando les, a un arrepentimiento genuino, sincero con todo ese despliegue de poder.

 

Y Dios no estaba esperando que algunos se ofrecen sus disculpas, o que se lloran brevemente, pidiendo el perd—n, solamente para regresar en poco tiempo a sus porquer’as.

13) Rasgad vuestro coraz—n, y no vuestros vestidos, y convert’os a Jehov‡ vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo.

 

Entre los pueblos de aquel entonces, cuando algo grave pasaba, se rasgaban a sus vestidos, mostrando, externamente su alarma.

 

Vimos esto hasta en el tribunal de Cristo.

 

Mateo 26:62-65 Y levant‡ndose el sumo sacerdote, le dijo:

ŔNo respondes nada? ŔQuŽ testifican Žstos contra ti?

 

Mas Jesśs callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tś el Cristo, el Hijo de Dios.

 

Jesśs le dijo: Tś lo has dicho; y adem‡s os digo, que desde ahora verŽis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.

 

Entonces el sumo sacerdote rasg— sus vestiduras, diciendo: !!Ha blasfemado! ŔQuŽ m‡s necesidad tenemos de testigos? He aqu’, ahora mismo habŽis o’do su blasfemia.

 

As’ que en su cultura, se rasgaban su ropa, para mostrar su horror.  Pero ahora Dios no deseaba algo semejante, sino que los que iban a responder, ten’an que responder rasgando sus corazones, y no sus vestidos.

 

13) Rasgad vuestro coraz—n, y no vuestros vestidos, y convert’os a Jehov‡ vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo.

 

Hermanos, a estas alturas, ya con un poco de experiencia en el ministerio, he visto a muchos hermanos, derramar una lagrima, hacer una promesa a Dios, pedir disculpas por su pecaminosidad.  Pero es normal, que pasando un poco de tiempo, se regresan al mismo.

 

Y esto es precisamente lo que Dios no deseaba en estos momentos, sino deseaba un remordimiento profundo que iba producir cambios duraderos.

Como David, cuando entend’a la magnitud de su pecado con BetsabŽ.

 

Salmos 51:4    Contra ti, contra ti solo he pecado,

Y he hecho lo malo delante de tus ojos;

Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio.

 

Aunque David s’ acababa con la vida de Ur’as, y manchaba la reputaci—n de BetsabŽ, en su remordimiento, se daba cuenta de que lo peor de todo, es lo que hizo, pausa , a su Dios.

 

Estaba como unos de los muy, muy pocos que pudo actualmente llorar sobre sus propios pecados, no simplemente por sus consecuencias, sino por lo que se hicieron a su Dios, ofendiendo lo tan gravemente.

 

Salmos 51:17   Los sacrificios de Dios son el esp’ritu

quebrantado; Al coraz—n contrito y humillado no despreciar‡s tś, oh Dios.

 

Y cuando uno es as’ de contrito, no est‡ buscando maneras de echar la culpa a otros, sino que reconoce, que est‡ complemente responsable por lo que hizo.

 

13-14) Rasgad vuestro coraz—n, y no vuestros vestidos, y convert’os a Jehov‡ vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo.  ŔQuiŽn sabe si volver‡ y se arrepentir‡ y dejar‡ bendici—n tras de Žl, esto es, ofrenda y libaci—n para Jehov‡ vuestro Dios?

 

Los que vienen a Dios as’ de quebrantados, van a encontrar la misericordia, y posiblemente tambiŽn, recibir‡n una gran bendici—n encima de todo.

 

Porque una vez caminando fielmente en pacto con Dios, es su deseo, su gozo, derramar las bendiciones sobre sus hijos.

 

15) Tocad trompeta en Sion, proclamad ayuno, convocad asamblea.

 

Ten’an que llamar a todos.  Porque cuando los juicios vienen, la salvaci—n tambiŽn puede estar encontrada.

 

Pero esto no pasar‡ con los que continśan en su indiferencia e en su rebeli—n.  Estos, al contrario, ser‡n los sujetos principales del juicio.

 

Por esto, el profeta era tan urgente en este capitulo.

 

16) Reunid al pueblo, santificad la reuni—n, juntad a los ancianos, congregad a los ni–os y a los que maman, salga de su c‡mara el novio, y de su t‡lamo la novia.

 

La llamada fue a todos.  Porque en el juicio todos iban a estar impactados.

 

Si ten’an vigilias, o ayunos, seria un gran estimulo a la oraci—n, si una familia, tenia hijas j—venes.  Porque se pudieran imaginar a estas hijas, en drogas, o con hombres abusadores, o como madres solteras, o como en nuestros tiempos, hijas, sucias que vivan en la calle.

 

Era urgente, como en neutros tiempos, en que la gran mayor’a de los j—venes se apartan al mundo, era urgente pedir la protecci—n en contra de la oscuridad que pueden enfrentar en el mundo, hasta motivando algunos al suicidio.

 

16) Reunid al pueblo, santificad la reuni—n, juntad a los ancianos, congregad a los ni–os y a los que maman, salga de su c‡mara el novio, y de su t‡lamo la novia.

 

Hasta los reciŽn casados ten’an que interrumpir su luna de miel, tan urgente era.  ŔPorque de que val’a, si solamente iban a producir hijos para llenar la boca del drag—n?

 

17) Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehov‡, y digan: Perdona, oh Jehov‡, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad, para que las naciones se ense–oreen de ella. ŔPor quŽ han de decir entre los pueblos: D—nde est‡ su Dios?

 

Hasta los lideres ten’an que sentir la urgencia.  Era el momento de abandonar, completamente, la sequ’a de la indiferencia.

 

18) Y Jehov‡, sol’cito por su tierra, perdonar‡ a su pueblo.

 

Es casi imposible motivar a los hermanos a tal nivel de oraci—n, y de lamentaci—n, pero existe una promesa aqu’, de que si lo hacemos, Dios estar‡ a nuestro lado, y se responder‡.

 

19) Responder‡ Jehov‡, y dir‡ a su pueblo: He aqu’ yo os env’o pan, mosto y aceite, y serŽis saciados de ellos; y nunca m‡s os pondrŽ en oprobio entre las naciones.

Cuando Dios puede ver nos, abandonando a nuestra fascinaci—n con el mundo, la carne y la indiferencia.

 

Cuando Dios puede ver en nosotros, un remordimiento verdadero por el pecado.

 

Cuando Dios puede vernos, orando, como muchos oraban por el ni–o Samuel, cuando estaba al borde de la muerteÉ.

 

Entonces, Dios mandar‡ el poder de producir grandes cambios en las vidas de sus hijos.

 

20) Y harŽ alejar de vosotros al del norte, y lo echarŽ en tierra seca y desierta; su faz ser‡ hacia el mar oriental, y su fin al mar occidental; y exhalar‡ su hedor, y subir‡ su pudrici—n, porque hizo grandes cosas.

 

Los jud’os en aquellos momentos estaban bajo la amenaza de los de asiria, y Dios dijo que pudo f‡cilmente acabar con estos.

 

Nosotros tenemos otros enemigos, que son igualmente peligrosos.  Nosotros tenemos fuerzas en la cultura que arrastran a los j—venes Cristianos a la incredulidad con toda prisa.

 

Nosotros tenemos corruptos en diferentes iglesias que traigan gran desprecio al nombre de Cristo, y su iglesia, causando a millones a no desear nada que ver con la vida Cristiana.

 

Y claro, hay los heridos, personas que fueron a una iglesia Cristiana, pero lejos de encontrar el amor y la comprensi—n, solamente se encontraron la traici—n.

 

Y sobre todo esto, y mas, tenemos que pedir el poder del Esp’ritu Santo.

 

Porque hay muchos hermanos, atrapados en la pornograf’a, muchos j—venes que toman medicaci—n constantemente, porque supuestamente esto es su śnica esperanza.

 

Pero con la llegada del poder de Esp’ritu Santo, todo esto puede cambiar.

 

21) Tierra, no temas; alŽgrate y g—zate, porque Jehov‡ har‡ grandes cosas.

 

 

Para esta noche hermano, hermana, esta es tu promesa.  Si est‡s dispuesto a creer, y estar firme, apasionado en oraci—n, con insistencia, y hasta con ayunos, y aun con lagrimas, entonces, pausa, la promesa de este verso es tuya.

 

21) Tierra, no temas; alŽgrate y g—zate, porque Jehov‡ har‡ grandes cosas.

 

Cuando dice tierra aqu’, era la tierra santa, pero ahora, la iglesia, la iglesia creyente, y firme, llena de esperanza, es la tierra santa.

 

22) Animales del campo, no tem‡is; porque los pastos del desierto reverdecer‡n, porque los ‡rboles llevar‡n su fruto, la higuera y la vid dar‡n sus frutos.

 

Los animales est‡n otra vez mencionados, como en el tiempo de NoŽ, los animales tambiŽn eran gran parte de la salvaci—n.  Tal vez esto es una sorpresa para ti, pero as’ es el coraz—n, compasivo de Dios.

 

Hasta en su pleito con Jon‡s, Dios estaba pensando en los animales.

 

Jon‡s 4:10-11  Y dijo Jehov‡: Tuviste tś l‡stima de la

calabacera, en la cual no trabajaste, ni tś la hiciste crecer; que en espacio de una noche naci—, y en espacio de otra noche pereci—.

 

ŔY no tendrŽ yo piedad de N’nive, aquella gran ciudad donde hay m‡s de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?

 

Y si Dios es as’, cuidadoso de los animales, Ŕcu‡nto mas quiere proteger a los ni–os, los j—venes, de los que realmente abandonan a su indiferencia, para orar d’a y noche, con ayunos y con lagrimas?

 

23) Vosotros tambiŽn, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehov‡ vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y har‡ descender sobre vosotros lluvia temprana y tard’a como al principio.

 

Este libro empezaba con una falta de todo lo material, la comida, que era su econom’a. 

Y Dios habla de estas cosas sabiendo que los que faltan la madurez en la fe, piensan mucho en estas cosas.

 

Para los mas maduros, estas cosas son casi indiferentes.

 

Habacuc 3:17-18 Aunque la higuera no florezca,

Ni en las vides haya frutos,

Aunque falte el producto del olivo,

Y los labrados no den mantenimiento,

Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegrarŽ en Jehov‡, Y me gozarŽ en el Dios de mi salvaci—n.

 

El maduro va a orar, llorar, y hasta ayunar, pero por las cosas mas sublimes, como veremos llegando al fin de este capitulo.

 

24-26)    Las eras se llenar‡n de trigo, y los lagares

rebosar‡n de vino y aceite.  Y os restituirŽ los

a–os que comi— la oruga, el salt—n, el revolt—n y

la langosta, mi gran ejŽrcito que enviŽ contra

vosotros.

 

ComerŽis hasta saciaros, y alabarŽis el nombre de Jehov‡ vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jam‡s ser‡ mi pueblo avergonzado.

 

Dios no mandaba las langostas para siempre, sino que eran una aflicci—n con un propositillo especifico.

 

Una vez firmes, apasionados en la fe otra vez, una vez separados del mundo y su vanidad, Dios deseaba abrir las ventanas del cielo para mandar sus bendiciones.

 

27) Y conocerŽis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Jehov‡ vuestro Dios, y no hay otro; y mi pueblo nunca jam‡s ser‡ avergonzado.

 

Esto es el premio supremo, tener a Dios en nuestra presencia.  Esto es mas importante que toda forma de bendici—n material.  Y esto podemos alcanzar, pausa, abandonando la indiferencia.

 

Ahora, llegamos a la conclusi—n, lo que Pedro citaba en el d’a de PentecostŽs, la llegada del poder.

 

Hermanos, muchas veces no podemos mantener a nuestros hijos en la fe, deseando continuar sirviendo al Se–or, aun cuando se abandonan la casa, porque simplemente no tenemos el poder.

 

Pero clamando a Dios, como estamos llamados a hacer en este capitulo, el poder llegar‡.

 

28) Y despuŽs de esto derramarŽ mi Esp’ritu sobre toda carne, y profetizar‡n vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos so–ar‡n sue–os, y vuestros j—venes ver‡n visiones.

 

Se ve aqu’, que hay diferentes generaciones sirviendo al Se–or a la vez.  La fe Cristiana no es la costumbre de los padres, que lo hijos desean abandonar cuando pueden.   Al contrario, por el poder que ha llegado, por el poder del Santo Esp’ritu de Dios, es la fe todos.

 

29) Y tambiŽn sobre los siervos y sobre las siervas derramarŽ mi Esp’ritu en aquellos d’as.

 

Y no ser‡ solamente para los ricos que han ido a estudiar en el semanario, sino siervos y siervas, persona que tal vez ni pueden leer, o escribir bien, van a tener el poder irresistible de Dios, para avanzar su reino en medio de un mundo oscuro.

 

30) Y darŽ prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo.

 

Aqu’ muchos se sorprendan, porque llegando a una parte tan alegre, el profeta est‡ otra vez hablando de los juicios.

 

31) El sol se convertir‡ en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el d’a grande y espantoso de Jehov‡.

 

Pero vimos todo esto pasando en el libro de Hechos.  Eran d’as maravilloso para los que ven’an a Cristo, pero eran d’as de pavor para los que respondieron con la incredulidad.

 

En poco tiempo despuŽs de la vida de Cristo y sus ap—stoles, JerusalŽn, y su templo eran otra vez aplastados.

 

Muchos jud’os perdieron su vidas, otros estaban venidos como esclavos.

 

 

Como siempre el d’a del Se–or puede ser glorioso para los que caminan a su lado, pero espantoso, insoportable para los que ya no desean el Se–or de la Gloria, gobernando sus vidas.

 

Y si no est‡s de acuerdo con el plan de Dios, ser‡ imposible para ti, caminar con Žl.

 

Am—s 3:3  ŔAndar‡n dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?

 

32) Y todo aquel que invocare el nombre de Jehov‡ ser‡ salvo; porque en el monte de Sion y en JerusalŽn habr‡ salvaci—n, como ha dicho Jehov‡, y entre el remanente al cual Žl habr‡ llamado.

 

Gran parte del pueblo de Dios puede estar perdida, ya regresando cada d’a mas a las vanidades del mundo, pero habr‡ un remanente fiel, lejos de la indiferencia, llenos del entusiasmo para avanzar lo que Cristo est‡ haciendo en el mundo, y estos disfrutar‡n, su gloria.

 

========================= Conclusi—n ======================

 

Hermano, hermana, si has estado tocado por la palabra de Dios hoy d’a, si has sentido algo de la gloria disponible para los que toman su fe en Cristo en serioÉ

 

Si es tu deseo vivir siempre como los que forman parte del remanarte fiel, en un mundo cada vez mas hostil, por el momento, a las doctrinas B’blicasÉ

 

Pero si quieres vivir con la esperanza de que todo esto puede cambiar, con la llegada otra vez del poder del Santo Esp’ritu de Dios, pausa, puedes pasar en unos momentos y oraremos contigo.

 

Vamos a orar!