21 de julio de 19

Tratando De Abrogar La Ley

Ezequiel 22:1-31

 

Introducci—n

 

En el gran Salmo de la Biblia, el autor dijoÉ

 

Salmos 119:97  !!Oh, cu‡nto amo yo tu ley!

Todo el d’a es ella mi meditaci—n.

 

Y por gran parte de la historia de la iglesia, esa expresi—n estaba bien apreciada, entendida, y practicada.

 

Pero en nuestra generaci—n, muchos, dentro y fuera de las iglesias, no tienen una perspectiva tan positiva, tocante  a la Santa Ley de Dios.  Vivimos en una cultura en que es muy obvio que la mayor’a preferir’a tratar de abrogar, o abolir la ley de Dios, si esto era posible.  pausa

 

Y no es la primera vez.  Podemos ver, en el estudio de hoy, la manera en que muchos deseaban abrogar la ley, y como todo salio por consecuencia.

 

1-2) Vino a m’ palabra de Jehov‡, diciendo: Tœ, hijo de hombre, Àno juzgar‡s tœ, no juzgar‡s tœ a la ciudad derramadora de sangre, y le mostrar‡s todas sus abominaciones?

 

Ezequiel realmente no era el juez actual, pero como representante de Dios, se pudiera decir como se iba a juzgar, comunicando los tŽrminos del juicio.

 

Hemos pasado mucho tiempo estudiando el juicio en este libro, y algunos pidan Àporque tanto tiempo en esto?

 

Pero es porque Dios han tenido que aguantar los insultos, la indiferencia y las abominaciones por tanto tiempo, que va a dar lugar a la clara justificaci—n de lo que hace.

 

Vimos expresiones semejantes en el libro de Jerem’as.

 

Jerem’as 1:10  Mira que te he puesto en este d’a sobre

naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar.

 

 

3) Dir‡s, pues: As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: !!Ciudad derramadora de sangre en medio de s’, para que venga su hora, y que hizo ’dolos contra s’ misma para contaminarse!

 

Hemos visto mucho simbolismo en este libro, pero en este capitulo, Dios hablar‡ muy claramente.

 

Hab’a mucha sangre derramada, y mucha idolatr’a en el pueblo santo, porque hab’a un deseo de abandonar la Santa Ley de Dios.

 

La ley de Dios para ellos, ya no era una ayuda a sus mente, sino un estorbo, o sea una molestia.

 

Es como en nuestra Žpoca, si la gente desean el derecho de matar a los ni–os no nacidos, por medio del aborto, no quieren escuchar a los Cristiano llegando para arruinar todo con el mandamiento que dice Òno matar‡sÓ.

 

4) En tu sangre que derramaste has pecado, y te has contaminado en tus ’dolos que hiciste; y has hecho acercar tu d’a, y has llegado al tŽrmino de tus a–os; por tanto, te he dado en oprobio a las naciones, y en escarnio a todas las tierras.

 

El pueblo de Dios antes, en los tiempos de Salom—n, tenia una gran reputaci—n entre las otras naciones.

 

Pero ahora no.  Llegando a los tiempos de Ezequiel, Dios dijo que todas las dem‡s naciones ya iban a burlar de ellos.

 

Es que te puedes tratar de abolir, o acabar con la ley de Dios, pero te descubres muy r‡pidamente que esto producir‡ consecuencias.

 

5) Las que est‡n cerca de ti y las que est‡n lejos se reir‡n de ti, amancillada de nombre, y de grande turbaci—n.

 

Estudiamos la semana pasada como la ley de Dios te ayuda a entender la libertad, pero abandonando la santa ley, te puedes encontrar un sin fin de problemas.

 

Se puede convertirse en la burla de todos.

 

6) He aqu’ que los pr’ncipes de Israel, cada uno segœn su poder, se esfuerzan en derramar sangre.

 

 

Los que estaban en el liderazgo deseaban las guerras innecesarias, como hemos visto en nuestros tiempos.

 

O se empleaban el asesino, para eliminar a sus enemigos.

Como se ve a veces en los pa’ses de America Latina, durante las elecciones, se encuentran diferentes candidatos, y diferentes periodistas, muertes, sin ninguna explicaci—n.

 

Esto es lo que pasa cuando los lideres desean abroga la ley de Dios.

 

7) Al padre y a la madre despreciaron en ti; al extranjero trataron con violencia en medio de ti; al huŽrfano y a la viuda despojaron en ti.

 

Todo lo que Dios mandaba, la gente hicieron el opuesto.

 

Si la ley dijera, honra a tu padre y tu madre, ellos despreciaban a sus padres.

 

Si la ley dijo que se ten’an que tratar bien a los extranjeros, estos estaban tratados con violencia.

 

8) Mis santuarios menospreciaste, y mis d’as de reposo has profanado.

 

Si Dios ha apartado un d’a en siete para descansar, y para concentrar en su alabanza, ellos dijeron simplemente, que no.

 

Tratando de abolir, o de cancelar la ley de Dios, hicieron cualquier cosa en el d’a de reposo.

 

Y el mismo pasa en neutra cultura.  Hay un deseo de abrogar, o abolir hasta los diez mandamientos, para tratar el d’a de reposo como cualquier otro d’a.

 

Y esto lo puedes hacer por un tiempo.  Pero pasando los a–os, Dios puede empezar a perder algo de su paciencia, como estamos viendo en la vida de Ezequiel.

 

9) Calumniadores hubo en ti para derramar sangre; y sobre los montes comieron en ti; hicieron en medio de ti perversidades.

 

Y claro, nosotros tambiŽn tenemos todo esto.  Como mencionŽ hace una semana, hubo un linchamiento en Filadelfia, y la polic’a no cargaban a nadie.  Porque ahora esto no es gran cosa, si vivimos abrogando la ley de Dios.

9) Calumniadores hubo en ti para derramar sangre; y sobre los montes comieron en ti; hicieron en medio de ti perversidades.

 

ÁY si quieres hablar de perversidades, entre nosotros la homosexualidad est‡ levantada como algo virtuoso!

 

Hay hombres protegidos, por llevar la ropa de mujer.  Hay j—venes que desean cambiar su sexo, y est‡n ayudados en esto.

 

Todo esto tiene que florecer, y crecer en una cultura en que desean, abolir, la Santa ley de Dios.  pausa

 

Pero como dije, no es la primera vez.  Esto ya ha pasado muchas veces en la historia del mundo.  Claro, ahora tenemos por primera vez la tecnolog’a para cambiar, o intentar cambiar el genero de uno.  Pero las perversidades siempre aparecen, cuando una cultura es muy cerca de su exterminaci—n.

 

10) La desnudez del padre descubrieron en ti, y en ti hicieron violencia a la que estaba inmunda por su menstruo.

 

Esto ahora est‡ tocando el sŽptimo mandamiento.  Ahora, el incesto es muy de modo.  Hay hermanos que hasta se casan con sus hermanas y tienen hijas con ellas.

 

Cuando habla de descubrir la desnudez del padre, est‡ hablando de un hijo tomando la amante se su padre.

 

Y todas estos actos de incesto estaban condenados en la santa ley.

Lev’tico 20:11 Cualquiera que yaciere con la mujer de su

padre, la desnudez de su padre descubri—; ambos han de ser muertos; su sangre ser‡ sobre ellos.

 

Pero una vez aboliendo la ley de Dios, todo esto puede regresar como algo de modo, algo nuevo y emocionante.

 

11) Cada uno hizo abominaci—n con la mujer de su pr—jimo, cada uno contamin— pervertidamente a su nuera, y cada uno viol— en ti a su hermana, hija de su padre.

 

Todo esto es normal, cuando la ley de Dios se desaparece.  Estudiamos en viernes que el adulterio ya es comœn, y hasta muchos pastores han ca’do en esto, perdiendo sus ministerios.

Pero si seguimos en el mismo rumbo, van a preguntar pronto, y ya est‡n preguntando, ÒÀPorque tienen que perder sus ministerios, esto es normal en la cultura actual, porque no mostrar les la gracia y el perd—n?Ó

 

12) Precio recibieron en ti para derramar sangre; interŽs y usura tomaste, y a tus pr—jimos defraudaste con violencia; te olvidaste de m’, dice Jehov‡ el Se–or.

 

Las cl’nicas del aborto reciben dinero por quitar la vida de los inocentes.  Y muchas mujeres declaren que esto es necesario para preservar sus derechos.

 

Hay fraudes y robos en todos lados, cuando la gente finalmente olvidan de Dios, y tratan con todas sus fuerzas, se tratan de abolir su santa ley.

 

ÀPero cual es la consecuencia de todo esto?

ÀSe pueden salir con la suya?

ÀVan a hacer esto con impunidad, como si Dios ni exist’a?

 

Ahora viene el resultado.

 

13-14) Y he aqu’ que bat’ mis manos a causa de tu avaricia que cometiste, y a causa de la sangre que derramaste en medio de ti.  ÀEstar‡ firme tu coraz—n? ÀSer‡n fuertes tus manos en los d’as en que yo proceda contra ti? Yo Jehov‡ he hablado, y lo harŽ.

 

Estos versos son bien conocidos, entre los que predican sobre el infierno.

 

Hay preguntas, sobre c—mo la gente van a reaccionar, cuando el infierno abre su garganta para recibir les.

 

ÀAcaso van a resistir el poder infinito de Dios, para no bajar a su lugar con el diablo y sus ‡ngeles?

 

ÀAcaso van poner se fuerte para resistir las llamas?

 

ÀAcaso van a montar un mot’n para escapar, cuando se descubran que su castigo es eterno?  pausa

 

El Chapo, Joaqu’n Archivaldo Guzm‡n, era muy astuto para escapar de las prisiones.  Lo ha hecho mas de una vez.

 

Ahora lo tenemos aqu’ en Colorado en lo que se llama el sœpermax, una prisi—n especial para los mas peligrosos.

 

Es dudable que se escape de esa prisi—n, pero no es imposible.  Si se escape tal vez ser‡ el primero en hacer lo. pausa

 

Pero si el Chapo se muere, sin Cristo, y se baje al infierno, te puedo asegurar, que jam‡s escapar‡ de all’.

 

A veces se queja de las condiciones de sus celdas, que no es tan c—modo para un rico como el, estar all’.  Y se puede escuchar el mismo por el otro Joaqu’n, de la secta ÒLuz del MundoÓ, o hasta el otro, Jeffrey Epstein.  Tenemos todos esto ricos en neutras c‡rceles, viviendo como pobre diablos.

 

Pero si estos bajan al infierno, pasando unos dos tres milenios en el conflicto de la ira activa de Dios, en un ambiente que es totalmente insoportable.  Van a rogar a Dios por la oportunidad de pasar uno o dos d’as, otra vez, en el para’so de su celda de prisi—n.

 

15-16) Te dispersarŽ por las naciones, y te esparcirŽ por las tierras; y harŽ fenecer de ti tu inmundicia.  Y por ti misma ser‡s degradada a la vista de las naciones; y sabr‡s que yo soy Jehov‡.

 

El d’a finalmente vino, en que la paciencia de Dios llegaba a su fin.

 

Hay hermanos ya que pidan, ÒÀPor cuanto tiempo va a permitir nuestro Dios toda la iniquidad, toda la perversidad?Ó, en las culturas que antes conoc’an su palabra, en la cultura occidental.

 

Puede pasar mucho tiempo, pero si seguimos en la misma direcci—n por abajo, el juicio vendr‡.

 

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Ahora entramos en otro tema, otro mensaje del profeta.

 

17-18) Vino a m’ palabra de Jehov‡, diciendo: Hijo de hombre, la casa de Israel se me ha convertido en escoria; todos ellos son bronce y esta–o y hierro y plomo en medio del horno; y en escorias de plata se convirtieron.

 

Cuando se intentan purificar un metal como el oro o la plata, en un horno, la escoria es la contaminaci—n, lo que quita el valor el metal precioso.

 

Pero en el horno, se puede quitar todo esto.

 

ÀDe que est‡ hablando? 

 

Hermanos, cuando una cultura decide abolir, o abrogar la ley de Dios, la contaminaci—n es como contagiosa, y poco a poco toda la cultura se convierte en la escoria como veremos en lo que sigue.

 

19) Por tanto, as’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: Por cuanto todos vosotros os habŽis convertido en escorias, por tanto, he aqu’ que yo os reunirŽ en medio de JerusalŽn.

 

As’ que JerusalŽn seria como el horno.  La gente hu’an a JerusalŽn para escapar de los peligros de los caldeos, pero Dios dice que no, sino que esto seria el horno para ellos.

 

20) Como quien junta plata y bronce y hierro y plomo y esta–o en medio del horno, para encender fuego en Žl para fundirlos, as’ os juntarŽ en mi furor y en mi ira, y os pondrŽ all’, y os fundirŽ.

 

Se puede tratar por un rato, tal vez un rato largo, te puede intentar abolir la Santa Ley de Dios, pero no va a funcionar.

 

Cuando tu sociedad es cada vez contaminada, nuestro Dios de amor, se convertir‡ en el Dios de venganza.

 

Y simplemente no va a permitir que echan su honra, su majestad en el lodo, a–o tras a–o.

 

21) Yo os juntarŽ y soplarŽ sobre vosotros en el fuego de mi furor, y en medio de Žl serŽis fundidos.

 

22) Como se funde la plata en medio del horno, as’ serŽis fundidos en medio de Žl; y sabrŽis que yo Jehov‡ habrŽ derramado mi enojo sobre vosotros.

 

La ley es buena, porque la ley de Dios te ayuda a entender c—mo evitar todo esto.  Pero cuando la gran mayor’a en una sociedad desean abolir la ley de Dios, el tiempo del horno tiene que llegar.

 

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Ahora viene otra revelaci—n, y ser‡ la final.

 

23-24) Vino a m’ palabra de Jehov‡, diciendo:  Hijo de hombre, di a ella: Tœ no eres tierra limpia, ni rociada con lluvia en el d’a del furor.

 

25) Hay conjuraci—n de sus profetas en medio de ella, como le—n rugiente que arrebata presa; devoraron almas, tomaron haciendas y honra, multiplicaron sus viudas en medio de ella.

 

Esto est‡ hablando de los religiosos que vivan por el dinero, y inventan maneras de sacar el dinero de la gente.

 

Sin la ley de Dios, cada aspecto de la cultura est‡ afectada, porque es muy contagiosa, la maldad.

 

26) Sus sacerdotes violaron mi ley, y contaminaron mis santuarios; entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia, ni distinguieron entre inmundo y limpio; y de mis d’as de reposo apartaron sus ojos, y yo he sido profanado en medio de ellos.

 

Esto podemos ver tambiŽn en nuestra generaci—n.  Grandes denominaciones de las iglesias que antes eran conocidas por el temor de Dios que estaba en ellos, ahora pasan sus conferencias, discutiendo como pueden ordenar a los homosexuales, no arrepentidos, como pueden ordenar los y instalar los en el ministerio.

 

Es que simplemente no pueden distinguir entre los santo y el profano, porque en sus mentes, han logrado abrogar la ley que explique todo esto.

 

27) Sus pr’ncipes en medio de ella son como lobos que arrebatan presa, derramando sangre, para destruir las almas, para obtener ganancias injustas.

 

Los del gobierno entran para servir, pero no a Dios, no al pueblo, sino que se entran para servir a ellos mismos, cuesta lo que cuesta a los dem‡s.

 

Pero esto es completamente normal, cuado la ley de Dios est‡ ausente.

 

28) Y sus profetas recubr’an con lodo suelto, profetiz‡ndoles vanidad y adivin‡ndoles mentira, diciendo: As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or; y Jehov‡ no hab’a hablado.

 

Nosotros ya tenemos todo esto.  Hay predicadores en la televisi—n que dicen, ÒDios me ha revelado que uno est‡ mirando ese programa y es buen enfermo, pero dice Dios que te sanar‡s, en poco tiempo, despuŽs de mandar me una ofrenda de amor, de mil dolerse.

 

Las perversiones y los enga–os est‡n en todos lados, justamente antes de que una cultura llega a su fin.

 

29) El pueblo de la tierra usaba de opresi—n y comet’a robo, al afligido y menesteroso hac’a violencia, y al extranjero oprim’a sin derecho.

 

Nosotros tenemos todo esto.  Pero somos muy sofisticados.  Robamos con la inflaci—n, robamos poniendo la tasa de interŽs cada vez mas baja, para quitar la ganancia de los que tienen ahorros en el banco.

 

Olvidamos de la ley de Dios, olvidamos de las leyes de la econom’a, y sobre todo, en esta cultura se olvidan de Dios mismo, aun cuando tienen escrito en el dinero, Òen Dios confiamosÓ.

 

30) Y busquŽ entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de m’, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallŽ.

 

Abraham, se puso en la brecha, orando, en intercesi—n por su sobrino Lot.  Y fue exitoso.

 

MoisŽs su puso en la brecha, cuando Dios estaba dispuesto a acabar con el pueblo en el desierto. Y fue exitoso.

 

Es que el pueblo de Dios normalmente tiene como una muralla de protecci—n, alrededor, aun cuando no es f’sica.

 

Pero por a–os de la contaminaci—n del pecado, se abre una brecha, en que los enemigos pueden entrar para robar y destruir.

 

Dios buscaba un hombre dispuesto a ponerse en la brecha para rogar por la misericordia de Dios.  Uno con visi—n de avivamientos de la fe, y del arrepentimiento y de gran reforma.

 

Pero lastimosamente, en este caso, no hab’a nadie.

 

31) Por tanto, derramŽ sobre ellos mi ira; con el ardor de mi ira los consum’; hice volver el camino de ellos sobre su propia cabeza, dice Jehov‡ el Se–or.

 

El juicio finalmente vino, y era justo.  Hermanos, cuando los juicios de Dios vienen, la gente solamente reciban lo que han buscado.

 

======================== Conclusi—n =======================

 

Hermanos, yo se que un capitulo, un mensaje como este puede ser muy deprimido para algunos.

 

Pero yo no lo veo as’.

 

Es que muchos en nuestra iglesia ya tiene una apreciaci—n para la Santa Ley de Dios.

 

Muchos pueden clamar con el SalmistaÉ

 

Salmos 119:97  !!Oh, cu‡nto amo yo tu ley!

Todo el d’a es ella mi meditaci—n.

 

Y estas no son solamente palabras, sino que hay evidencia.

 

En la Escuela B’blica de Vacaciones, un equipo de hermanos gastaba su tiempo, su dinero, su energ’a, ense–ando a los ni–os la importancia de la ley de Dios.

 

Acabamos de tener mucha participaci—n, en el evangelismo de la calle, en que repartimos materiales de evangelismo que emplean la ley, como una herramienta de convicci—n.

 

Y si Dios quiere buscar alguien que se pone en la brecha, yo he observado miŽrcoles tras miŽrcoles, los hermanos, j—venes y ni–os llegando para orar, para ponerse en la brecha.  Sin mencionar los ayunos y las vigilias.

 

Es cierto que vivimos en una cultura bien contaminada.  Pero en neutra iglesia, y claro no somos la œnica, sino que hay otras, que oren por un gran avivamiento, y una gran reforma, en contra de los avances de iniquidad.

 

En fin, hay dos grupos en este mundo moderno.  Un grupo, y es grande, un grupo vive odiando la ley de Dios, amando cada vez mas, la perversi—n y el pecado.

 

El otro grupo, no tan grande pero sumamente poderoso, odia al pecado, y puede decir con toda sinceridad, !!Oh, cu‡nto amo yo tu ley! Todo el d’a es ella mi meditaci—n.

 

Si es tu deseo, asegurar te, de que est‡s en el grupo correcto, el santo, que realmente ama a Dios como es, dedicado a la santidad, puedes pasar en unos momentos, y oraremos para ti.

Vamos a Orar