7 de julio de 19

Cristo Como Un Escudo

Ezequiel 20:45-21:32

Introducci—n

Ayer, ten’amos un buen grupo de hermanos, hermanas, j—venes e hijos, tratando de hacer lo posible, para traer la gente a Cristo.

 

Y veremos en el estudio de hoy, la raz—n de sacrificar una parte de tu s‡bado una vez al mes, para traer el evangelio a la gente.  Lo hacemos para estar obedientes, pero esto no es todo.

 

Es que veremos en el mensaje de hoy que la gente necesitan a Cristo como un escudo.  Necesitan a Cristo para estar protegidos de un Dios de juicio.  pausa

 

Es muy popular en nuestros tiempos, hablar de Dios como un Dios de amor.   Y es verdad, Dios es amor.  Esto fue escrito por el ap—stol Juan.

 

Y ese mismo Juan escribi— en el libro de Apocalipsis, tambiŽn en el nuevo testamento, hablando de CristoÉ

 

Apocalipsis 19:15    De su boca sale una espada aguda, para

herir con ella a las naciones, y Žl las regir‡ con vara de hierro; y Žl pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.

 

Servimos a un Dios de amor, que tambiŽn es un Dios de juicios, capaz de gran ira.  Pero en Cristo, como un escudo, escapamos de esa gran ira.   Al texto.

 

20:45-46) Vino a m’ palabra de Jehov‡, diciendo: Hijo de hombre, pon tu rostro hacia el sur, derrama tu palabra hacia la parte austral, profetiza contra el bosque del Neguev.

 

Ezequiel estaba en el norte, en Babilonia.  Pero se profetizaba en contra del sur, donde estaba JerusalŽn.

 

47) Y dir‡s al bosque del Neguev: Oye la palabra de Jehov‡: As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: He aqu’ que yo enciendo en ti fuego, el cual consumir‡ en ti todo ‡rbol verde y todo ‡rbol seco; no se apagar‡ la llama del fuego; y ser‡n quemados en ella todos los rostros, desde el sur hasta el norte.

Hablando de fuegos as’ es un poco metaf—rico.  Pero en el capitulo que sigue ser‡ mas especifico.

 

48) Y ver‡ toda carne que yo Jehov‡ lo encend’; no se apagar‡.

 

El punto aqu’ es que los juicios que iban a venir, no eran simplemente ataques de enemigos humanos, sino que de antemano, Dios aseguraba a su pueblo de que todo vino de su mano.

 

49) Y dije: !!Ah, Se–or Jehov‡! ellos dicen de m’: ŔNo profiere Žste par‡bolas?

 

Esto es el fin del capitulo 20, con el pueblo quejando de las par‡bolas.  Deseaban una explicaci—n mas clara.  Y aquella claridad vendr‡, en el capitulo 21.

 

1-2)  Vino a m’ palabra de Jehov‡, diciendo: Hijo de hombre, pon tu rostro contra JerusalŽn, y derrama palabra sobre los santuarios, y profetiza contra la tierra de Israel.

 

Ahora Dios es mas especifico.  Su santa cuidad, su templo, los de su pueblo eran el blanco de su ira.

 

3) Dir‡s a la tierra de Israel: As’ ha dicho Jehov‡: He aqu’ que yo estoy contra ti, y sacarŽ mi espada de su vaina, y cortarŽ de ti al justo y al imp’o.

 

Este verso ha causado problemas para muchos, porque dice que el justo y el imp’o iban a estar igualmente castigados.

 

Esto no puede ser.  Pero a veces parece as’ a los que no entiendan los detalles.

 

EclesiastŽs 9:2 Todo acontece de la misma manera a

todos; un mismo suceso ocurre al justo y al imp’o; al bueno, al limpio y al no limpio; al que sacrifica, y al que no sacrifica; como al bueno, as’ al que peca; al que jura, como al que teme el juramento.

 

Cuando vienen juicios del pacto, parece como que todos reciban el mismo. 

 

 

 

En el libro de Jueces hay un hombre, Ac‡n, que guardaba unos ingotes de oro, y otros tesoros durante una batalla, y cuando todo fue descubierto, su familia entera estaba destruida.  Su mujer, sus hijos, todos.

 

Y desde el principio cuando nuestros primeros padres pusieron mas fe en la palabra del diablo, que en la palabra de Dios, todos nosotros hemos tenido que sufrir las enfermedades, la debilidad de la edad avanzada, y finalmente la muerte.  pausa

 

Hermanos, en la creaci—n de Dios, no hab’a enfermedades, ni muerte.  Esto vino como consecuencia de abandonar la palabra de Dios.

 

4) Y por cuanto he de cortar de ti al justo y al imp’o, por tanto, mi espada saldr‡ de su vaina contra toda carne, desde el sur hasta el norte.

 

En un sentido, hemos visto ya como Daniel e Ezequiel estaban bajo el juicio, aunque eran justos, se perdieron su libertad.  Pero existe otra raz—n de hablar as’.

 

Si Dios amenazaba diciendo que solamente los imp’os serian afectados, muchos en su autoenga–o responder’an pensando ŇClaro, mi vecino, mi t’o ser‡n juzgados, pero yo no, mis pecados son mininos.  Seguramente yo estoy bien con Dios.Ó

 

Y as’ hay siempre una fuerte resistencia en contra del arrepentimiento.

 

5) Y sabr‡ toda carne que yo Jehov‡ saquŽ mi espada de su vaina; no la envainarŽ m‡s.

 

Otra vez, los juicios que iban a venir, y no eran de hombre, no eran por causas naturales, sino que todo era obra de Dios.

 

6) Y tś, hijo de hombre, gime con quebrantamiento de tus lomos y con amargura; gime delante de los ojos de ellos.

 

El profeta debe de ser muy afectado, como que con los pastores files.  El mensaje no es solamente un ejercicio intelectual, acadŽmico, sino que hablamos de asuntos de vida y muerte.

 

 

 

 

7) Y cuando te dijeren: ŔPor quŽ gimes tś? dir‡s: Por una noticia que cuando llegue har‡ que desfallezca todo coraz—n, y toda mano se debilitar‡, y se angustiar‡ todo esp’ritu, y toda rodilla ser‡ dŽbil como el agua; he aqu’ que viene, y se har‡, dice Jehov‡ el Se–or.

 

Con estos śltimos terremotos, en esta temporada de terremotos, muchos est‡n afectados. 

 

No solamente la tierra se tiembla, sino que muchos corazones se tiemblan, si no est‡n dispuestos a entrar ahora a la presencia de Dios.

 

Mas tarde en Babilonia un rey va a sentir esto.

 

Daniel 5:6 Entonces el rey palideci—, y sus

pensamientos lo turbaron, y se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban la una contra la otra.

 

ŔY tu hermano, hermana, joven, vas a sentir algo de p‡nico, si de repente tienes que entrar en la eternidad, antes de que te esperabas?  pausa

 

Si ni has sido bautizado, quiz‡s es tiempo de recapacitar.

 

8-9) Vino a m’ palabra de Jehov‡, diciendo: Hijo de hombre, profetiza, y di: As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: Di: La espada, la espada est‡ afilada, y tambiŽn pulida.

 

Esto quiere decir que los juicios de Dios estaban ya listos para caer.  Era una misericordia saber todo esto de antemano.  Dios no estaba bajo ninguna obligaci—n de anunciar todo esto.

 

10) Para degollar v’ctimas est‡ afilada, pulida est‡ para que relumbre. ŔHemos de alegrarnos? Al cetro de mi hijo ha despreciado como a un palo cualquiera.

 

El cetro de la familia de David, era actualmente el cetro de Cristo, durante el testamento antiguo.  Pero los preceptos de Cristo eran despreciados en su pueblo all‡ tambiŽn.

 

Y como para los que rechazan a Cristo ahora, cuyo pr—ximo paso puede ser un tropiezo al infierno, Ŕesa realmente tiempo de alegrar se, y de festejar?

 

ŔEs tiempo de beber y comer y festejar con la mśsica mundana no sabiendo que cuando te duermes, puedes despertar te, en el infierno, rogando por una gota de agua para tu lengua seca?

 

Isa’as 22:12-13 Por tanto, el Se–or, Jehov‡ de los

ejŽrcitos, llam— en este d’a a llanto y a endechas, a raparse el cabello y a vestir cilicio; y he aqu’ gozo y alegr’a, matando vacas y degollando ovejas, comiendo carne y bebiendo vino, diciendo: Comamos y bebamos, porque ma–ana moriremos.

 

11) Y la dio a pulir para tenerla a mano; la espada est‡ afilada, y est‡ pulida para entregarla en mano del matador.

 

Nuestro Dios de amor, es tambiŽn un Dios de juicios.  Y los juicios no son malos.

 

En estos momentos hay unos esc‡ndalos saliendo a la prensa de ricos, poderosos que empleaban una isla en el caribe para abusar a muchachas, j—venes. 

 

Y esta vez muchos ricos, famosos pueden caer en el juicio.

 

Mayormente el publico est‡ regocijando por este juicio.  Porque no es amor dejar que todo esto pasa con impunidad.

 

Es la condici—n de ser humano aceptar los juicios cuando caigan sobro otros, pero no como cuando caiga sobre su propia casa.

 

Como el otro gran caso de abuso de j—venes, en la falsamente llamada ŇiglesiaÓ luz del mundo. 

 

Un grupo est‡ regocijando de que el monstruo ya esta tras rejas, mientras los que est‡n cerca de Žl, no pueden aceptar la realidad, sino que tienen que defender el gran  hechicero. Pero Dios sabe lo que hace, y los juicios de Dios son justos y buenos.

 

12-13) Clama y lamenta, oh hijo de hombre; porque Žsta ser‡ sobre mi pueblo, ser‡ ella sobre todos los pr’ncipes de Israel; caer‡n ellos a espada juntamente con mi pueblo; hiere, pues, tu muslo; porque est‡ probado. ŔY quŽ, si la espada desprecia aun al cetro? El no ser‡ m‡s, dice Jehov‡ el Se–or.

 

El juicio de este capitulo es extraordinario, porque caiga sobre el pueblo de Dios, por su corrupci—n extrema.  Y parece que la familia de David ya no iba a reinar.

 

Aunque Dios promet’a a David que siempre tendr’a uno de  sus hijos sobre el trono.  La situaci—n era as’ de grave.

 

15) Tś, pues, hijo de hombre, profetiza, y bate una mano contra otra, y dupl’quese y tripl’quese el furor de la espada homicida; esta es la espada de la gran matanza que los traspasar‡,  para que el coraz—n desmaye, y los estragos se multipliquen; en todas las puertas de ellos he puesto espanto de espada.

 

!!Ah! dispuesta est‡ para que relumbre, y preparada para degollar.

 

As’ es, el furor de nuestro Dios.  Y por esto, necesitamos a Cristo como un escudo, contra ese diluvio de ira.

 

Y la gente de afuera tambiŽn necesitan el mismo escudo.  Y por esto salgamos, haciendo lo posible, entregando nuestro grano de arena, para ayudar a alguien a encontrar ese escudo.

 

Y no creo que ha sido en vano.  A veces se siente que todo est‡ en vano, pero esto es solamente el diablo tratando de plantar sus mentiras en tu coraz—n.

 

Yo observaba ayer a un hombre leyendo todo el folleto, evangelio, que recibi— de nosotros.  Lentamente, y tomando su tiempo, se entendi— el evangelio.

 

Bueno, regresando al texto.

 

16-17) Corta a la derecha, hiere a la izquierda, adonde quiera que te vuelvas.  Y yo tambiŽn batirŽ mi mano contra mi mano, y harŽ reposar mi ira. Yo Jehov‡ he hablado.

 

La ira de Dios tiene que encontrar su satisfacci—n.  Para un grupo la satisfacci—n estaba en la muerte, los sufrimientos de Cristo, nuestro escudo.  Y esto celebramos en la Santa Cena.

 

Pero los del otro grupo, tendr‡n que recibir todo el juicio, en carne propia, y siendo un castigo infinito, pasaran toda la eternidad pagando, y pagando y despuŽs pagando mas.

 

Y esto es el Dios verdadero, con que muchos est‡n inc—modos.  Pero es mejor honrar al Dios verdadero, y no inventar un Dios falso de nuestras imaginaciones.

 

18) Vino a m’ palabra de Jehov‡, diciendo: Tś, hijo de hombre, traza dos caminos por donde venga la espada del rey de Babilonia; de una misma tierra salgan ambos; y pon una se–al al comienzo de cada camino, que indique la ciudad adonde va.

 

ŔQue es esto?  El rey de babilonia vino para atacar a JerusalŽn, pero tambiŽn iba a atacar a los hijos de Lot, que eran otro pueblo.  Pero no sabia con quien se debiera  empezar.

 

20) El camino se–alar‡s por donde venga la espada a Rab‡ de los hijos de Am—n, y a Jud‡ contra JerusalŽn, la ciudad fortificada.

 

Los hijos de Am—n son descendientes de Lot, el sobrino de Abraham.  Ellos tambiŽn iban a sufrir la destrucci—n, pero unos a–os mas tarde.

 

21) Porque el rey de Babilonia se ha detenido en una encrucijada, al principio de los dos caminos, para usar de adivinaci—n; ha sacudido las saetas, consult— a sus ’dolos, mir— el h’gado.

 

Ese rey pagano, aun no tenia profetas de Dios, mas tarde se confiar’a en Daniel, pero aqu’ estaba confiando en sus hechiceros inśtiles.

 

22) La adivinaci—n se–al— a su mano derecha, sobre JerusalŽn, para dar la orden de ataque, para dar comienzo a la matanza, para levantar la voz en grito de guerra, para poner arietes contra las puertas, para levantar vallados, y edificar torres de sitio.

 

Por la providencia de Dios, JerusalŽn era el primero.  Es que Dios, nuestro Dios deseaba descargar su ira de una vez sobre su propio pueblo.

 

23) Mas para ellos esto ser‡ como adivinaci—n mentirosa, ya que les ha hecho solemnes juramentos; pero Žl trae a la memoria la maldad de ellos, para apresarlos.

 

Los de JerusalŽn estaban convencidos, de que ya ten’an pactos jurados con Egipto y que estaban seguros poniendo su confianza en la carne.

Estaban seguros de que JerusalŽn jam‡s pudo caer.

 

Lamentaciones 4:12   Nunca los reyes de la tierra, ni todos

los que habitan en el mundo, Creyeron que el enemigo y el adversario entrara por las puertas de JerusalŽn.

 

Otra gran resistencia al arrepentimiento, el diablo convenciendo a todos, de que est‡n seguros, sin el arrepentimiento.

 

24) Por tanto, as’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: Por cuanto habŽis hecho traer a la memoria vuestras maldades, manifestando vuestras traiciones, y descubriendo vuestros pecados en todas vuestras obras; por cuanto habŽis venido en memoria, serŽis entregados en su mano.

 

Pero no eran seguros, el diablo es un mentiroso y padre de mentira.  El perd—n es posible con Dios, pero el perd—n solamente viene con el arrepentimiento.

 

25-26) Y tś, profano e imp’o pr’ncipe de Israel, cuyo d’a ha llegado ya, el tiempo de la consumaci—n de la maldad, as’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: Dep—n la tiara, quita la corona; esto no ser‡ m‡s as’; sea exaltado lo bajo, y humillado lo alto.

 

Esto fue el fin, actualmente de la dinast’a de David.  David ya no iba a tener mas su familia sobre el trono, hasta queÉ

 

27) A ruina, a ruina, a ruina lo reducirŽ, y esto no ser‡ m‡s, hasta que venga aquel cuyo es el derecho, y yo se lo entregarŽ.

 

Aqu’ Cristo est‡ plenamente mencionado. 

 

En los tiempos de Samuel, antes de Saśl, el pueblo no tenia Rey, como las dem‡s naciones.   Dios era su rey.

 

Pero deseando copiar al mundo, y escuchando las palabras del enemigo, se insist’an en tener un rey.

 

Primero Saśl era un desastre.   David era bueno, pero tenia sus problemas con mujeres.  Salom—n era glorioso pero el problema de mujeres se convert’a en problema de ’dolos.

 

Y ese verso es la conclusi—n de siglos de este gran fracaso. 

Hasta que se regresan a tener un rey perfecto, Cristo Jesus, que es nuestro escudo en contra de los r’os de ira que pueden salir del trono de Dios.

 

28) Y tś, hijo de hombre, profetiza, y di: As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or acerca de los hijos de Am—n, y de su oprobio. Dir‡s, pues: La espada, la espada est‡ desenvainada para degollar; para consumir est‡ pulida con resplandor.

 

Ese otro grupo no iba a escapar los r’os de ira.  Lo suyo iba a venir mas tarde, pero iba a venir.

 

29) Te profetizan vanidad, te adivinan mentira, para que la emplees sobre los cuellos de los malos sentenciados a muerte, cuyo d’a vino en el tiempo de la consumaci—n de la maldad.

 

Estos tambiŽn ten’an sus profetas falsos como nosotros tenemos en nuestra generaci—n, que dicen ŇÁAh!  Dios solamente es amor, y nada te va a pasar, nosotros estamos seguros, sin arrepentimiento algunoÓ

 

30-31) ŔLa volverŽ a su vaina? En el lugar donde te criaste, en la tierra donde has vivido, te juzgarŽ, y derramarŽ sobre ti mi ira; el fuego de mi enojo harŽ encender sobre ti, y te entregarŽ en mano de hombres temerarios, art’fices de destrucci—n.

 

Estos de Am—n, viv’an en un lugar que parec’a muy seguro, pero no eran seguros.

 

Es como los ricos ahora, que tienen sus casas grandes, tras muros grandes, aun pueden tener su perros de guardia.  Pero nada de esto puede detener los r’os de ira cuando vienen del trono de Dios.

 

32) Ser‡s pasto del fuego, se empapar‡ la tierra de tu sangre; no habr‡ m‡s memoria de ti, porque yo Jehov‡ he hablado.

 

Por esto hermanos salgamos a la calle, para intentar comunicar el evangelio.  Por esto publicamos las predicaciones en el Internet.

 

Porque sabemos que los que mueren sin Cristo, lo que no tienen a Cristo como escudo cuando vienen estos juicios, ser‡n como pasto del fuego.

 

======================== Conclusi—n =======================

 

Bueno, esto ha sido un capitulo bastante solemne, pero adecuado para prepararnos por la Santa Cena.  Es que en la Santa Cena, celebramos la manera en que Cristo sufri— nuestro castigo.

 

Celebramos el hecho de que nosotros tenemos a Cristo como un escudo en contra de la ira feroz de un Dios que es justo.

 

La evidencia de que Dios es amor, es el hecho de nos ha dado a su hijo, como una gran protecci—n.

 

Pero sin Cristo como tu Se–or y tu Salvador, simplemente no hay esperanza, sino la promesa de que ser‡s, como pasto del fuego.

 

Vamos a Orar