30 de junio de 19

Fingiendo La Fidelidad

Ezequiel 20:27-44

Introducci—n

 

Viendo el plan de Dios en las escrituras, se ve que a veces Dios lograba dos, o tres cosas a la vez.

 

Por ejemplo, el pueblo sal’a de Egipto en el tiempo do MoisŽs, para recibir una tierra propia, conforme a la promesa de Dios.

 

Pero al mismo tiempo, Dios deseaba juzgar y hasta acabar con los que ya estaban viviendo all‡.  La tierra prometida estaba llena de las peores formas de contaminaci—n y suciedad, espiritualmente hablando.

 

Por esto, el pueblo de Dios deber’a de aborrecer lo que estaba pasando all’, antes de su llegada.  pausa

 

Y recibieron muchas instrucciones especificas en su ley.

 

Deuteronomio 12:2-3  DestruirŽis enteramente todos los

lugares donde las naciones que vosotros heredarŽis sirvieron a sus dioses, sobre los montes altos, y sobre los collados, y debajo de todo ‡rbol frondoso.

 

DerribarŽis sus altares, y quebrarŽis sus estatuas, y sus im‡genes de Asera consumirŽis con fuego; y destruirŽis las esculturas de sus dioses, y raerŽis su nombre de aquel lugar.

 

Todo estaba muy claro, y los lideres como JosuŽ y Caleb entendieron todo esto.  La tierra estaba contaminada en extremo, y Dios estaba exigiendo una limpieza total.  Ni se deben de guardar nada, como trofeo de sus batallas.

 

Deuteronomio 7:25-26 Las esculturas de sus dioses

quemar‡s en el fuego; no codiciar‡s plata ni oro de ellas para tomarlo para ti, para que no tropieces en ello, pues es abominaci—n a Jehov‡ tu Dios;

 

 

y no traer‡s cosa abominable a tu casa, para que no seas anatema; del todo la aborrecer‡s y la abominar‡s, porque es anatema.

 

Dios no pudo estar mas claro.  pausa

 

ŔPero quŽ pasaba en la realidad?  pausa En vez de aborrecer lo que estaba abominable, estaban poco a poco fascinados con todo esto, y no solamente dejaban que se quede, sino que pasando el tiempo, se participaban en su barbaridades.

 

Y recordando todo esto, podemos, ojala, entender algo de las quejas que Dios tiene con ellos en el resto de este capitulo.

 

27) Por tanto, hijo de hombre, habla a la casa de Israel, y diles: As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: Aun en esto me afrentaron vuestros padres cuando cometieron rebeli—n contra m’.

 

Y recuerde, que hasta unos cap’tulos el pueblo dec’a que estaba sufriendo por los cr’menes de sus padres, pero Dios dijo que no era valido, su conclusi—n, porque ellos mismos estaban repitiendo el mismo.

 

Y Dios estaba revisando toda la historia triste, de los fracasos del pueblo.

 

28) Porque yo los traje a la tierra sobre la cual hab’a alzado mi mano jurando que hab’a de d‡rsela, y miraron a todo collado alto y a todo ‡rbol frondoso, y all’ sacrificaron sus v’ctimas, y all’ presentaron ofrendas que me irritan, all’ pusieron tambiŽn su incienso agradable, y all’ derramaron sus libaciones.

 

La queja es muy clara.  El pueblo de Dios entraba con las instrucciones de acabar con todos los hechizos de los que moraban en la tierra buena, pero lejos de acabar con todo esto, se empezaban a copiar lo, fascinados con lo prohibido.

 

Y Dios dijo que esto era una irritaci—n profunda.  Y como su pueblo siempre se portaba as’, su expulsi—n a Babilonia era completamente justificada.

 

En Lev’tico 18, Dios estaba enumerando las ofensas de los que estaba en la tierra santa antes, y dijoÉ

 

Lev’tico 18:26-28    Guardad, pues, vosotros mis estatutos y

mis ordenanzas, y no hag‡is ninguna de estas abominaciones, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros

 

(porque todas estas abominaciones hicieron los hombres de aquella tierra que fueron antes de vosotros, y la tierra fue contaminada);

 

no sea que la tierra os vomite por haberla contaminado, como vomit— a la naci—n que la habit— antes de vosotros.

 

El pueblo de Dios estaba vomitada de su tierra, pero no debe de ser ninguna sorpresa, sino que todo esto estaba prometido.

 

29) Y yo les dije: ŔQuŽ es ese lugar alto adonde vosotros vais? Y fue llamado su nombre Bama hasta el d’a de hoy.

 

Dios mandaba al profetas a preguntar, ŇŔQue haces?Ó.

 

Porque lejos de sentir un asco por las barbaridades de antes, ellos deseaban copiar las.

 

30) Di, pues, a la casa de Israel: As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: ŔNo os contamin‡is vosotros a la manera de vuestros padres, y fornic‡is tras sus abominaciones?

 

En el principio de este capitulo, unos ancianos de Jud‡, morando ya en Babilonia, vinieron, deseando consultar con Dios y Dios dijo que no deseaba escuchar los.

 

Porque ellos simplemente andaban copiando las blasfemias de sus padres.  No tenia sentido fingir una fidelidad, mientras era evidente que aun amaban a sus pecados.

 

Es imposible alabar, adorar a Dios, mientras aun est‡s enamorado con tus pecados.

 

31) Porque ofreciendo vuestras ofrendas, haciendo pasar vuestros hijos por el fuego, os habŽis contaminado con todos vuestros ’dolos hasta hoy; Ŕy he de responderos yo, casa de Israel? Vivo yo, dice Jehov‡ el Se–or, que no os responderŽ.

 

Dios simplemente no pudo recibir los.  No tenia sentido.

 

Mientras ellos estaban aun enamorados con sus pecados, esto era imposible.  Llegando a Dios, debemos de odiar, aborrecer a nuestros pecados.  Debemos de entender y ver nuestros pecados, como Dios est‡s viendo los.  O sea por medio de los ojos divinos, por medio de la perspectiva de su palabra.

 

Y vimos en el principio de Isa’as, que Dios no deseaba mas de sus ofrendas ni de sus oraciones, porque todo estaba contaminado.  Y el mismo estaba expresada enÉ

 

Am—s 5:21-22   Aborrec’, abominŽ vuestras solemnidades, y

no me complacerŽ en vuestras asambleas.  Y si me ofreciereis vuestros holocaustos y vuestras ofrendas, no los recibirŽ, ni mirarŽ a las ofrendas de paz de vuestros animales engordados.

 

Y claro esto no dice que tenemos que estar limpiados de todo pecado antes de venir a Dios y aprender de sus preceptos.  Esto seria imposible.

 

Pero s’ quiere decir que tenemos que aprender un odio b‡sico por nuestros pecados, aun si estamos aun atrapados en algunos de ellos.

 

32) Y no ha de ser lo que habŽis pensado. Porque vosotros dec’s: Seamos como las naciones, como las dem‡s familias de la tierra, que sirven al palo y a la piedra.

 

Estaban llegando a Dios para consultar, mientras en sus corazones deseaban vivir como las dem‡s naciones.  Esto es como en el primero de Samuel, se deseaban un rey, para estar como las otras naciones.

 

Y Dios los dejaba hacer lo, para mostrar la vanidad de todo esto. 

 

ŔPero hermanos, no veamos el mismo en muchas hermanos, hermas de hoy?

 

Es que muchos aun ahora desean copiar al mundo.  Desean hablar como los del mundo, tomando el nombre del Se–or en vano.

 

Desean vestir se como los del mundo, aun cuando esto exige una falta de modestia para las hermanas.

 

 

Desean llenar sus caras con la joyer’a del mundo, o mostrar las mismas formas de tatuajes, en todos lados.

 

Y claro, sobre todo, desean copiar la mśsica del mundo, hasta adaptando la a las alabanzas en la iglesia.

 

Hermanos, Cristo vino para purificar para si, un pueblo especial, apartado del mundo.

 

Tito 2:13-14   Aguardando la esperanza bienaventurada y la

manifestaci—n gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a s’ mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para s’ un pueblo propio, celoso de buenas obras.

 

Cuando casi todos desean copiar al mundo, seria mejor simplemente cerrar las iglesias y no seguir insultando a Dios tanto.

 

33-35) Vivo yo, dice Jehov‡ el Se–or, que con mano fuerte y brazo extendido, y enojo derramado, he de reinar sobre vosotros; y os sacarŽ de entre los pueblos, y os reunirŽ de las tierras en que est‡is esparcidos, con mano fuerte y brazo extendido, y enojo derramado; y os traerŽ al desierto de los pueblos, y all’ litigarŽ con vosotros cara a cara.

 

Es que una vez en el pacto, no se pudieron realmente abandonar a sus Dios.  Dios no lo iba a permitir.  Como vimos antes, Dios tiene que cuidar de su nombre, de su reputaci—n delante de todo el universo.

 

Cuando el pueblo est‡ rebelde, Dios tiene que tomar las medidas necesarias para corregir la situaci—n.  Como los padres buenos, no puede permitir que sus hijos sigan en la rebeli—n, sino que tienen que hacer algo, a veces algo dr‡stico.

 

El pueblo de Dios era rebelde en el desierto, saliendo de Egipto, se salieron con muchas murmuraciones, y Dios estaba en muchas confrontaciones con ellos.  Y finalmente dijo que la gran mayor’a de ellos ni iban a entrar en la tierra prometida.

 

36) Como litiguŽ con vuestros padres en el desierto de la tierra de Egipto, as’ litigarŽ con vosotros, dice Jehov‡ el Se–or.

 

 

Y Dios estaba dispuesto a hacer todo otra vez con ellos.

Dios no pudo simplemente abandonar los, o dejar los a asimilar en el mundo, porque Dios tenia su nombre sobre ellos.

 

37-38) Os harŽ pasar bajo la vara, y os harŽ entrar en los v’nculos del pacto; y apartarŽ de entre vosotros a los rebeldes, y a los que se rebelaron contra m’; de la tierra de sus peregrinaciones los sacarŽ, mas a la tierra de Israel no entrar‡n; y sabrŽis que yo soy Jehov‡.

 

Pasar bajo la vara era la manera en que los pastores contaban sus reba–os.  Y Dios dijo que iba a contar todos, y hacer unas separaciones.

 

Claro Dios no tiene que hacer esto f’sicamente, pero es una manera de hablar, ayudando nos a entender que Dios sabia bien quien eran los suyos.

 

Dios simplemente no pudo abandonar su pueblo, sino que tenia que purificar lo, quitando los rebeldes que no iban a entender su pecado, como Dios lo entiende.

 

Y algo semejante pas— en el tiempo de Cristo, como dijo Juan el Bautista.

 

Mateo 3:10-12  Y ya tambiŽn el hacha est‡ puesta a la ra’z

de los ‡rboles; por tanto, todo ‡rbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego.

 

Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras m’, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es m‡s poderoso que yo; Žl os bautizar‡ en Esp’ritu Santo y fuego.

 

Su aventador est‡ en su mano, y limpiar‡ su era; y recoger‡ su trigo en el granero, y quemar‡ la paja en fuego que nunca se apagar‡.

 

Lo que se aprende en todo esto es que Dios siempre tendr‡ su pueblo en el mundo.  Cuando es muy corrupto, Dios tomara las medidas para purificar lo.

 

Pero Dios no tiene prisa, tiene todo el tiempo necesario.

Seguramente muchos fieles oraban sobre las blasfemias de la

ŇIglesiaÓ  luz del mundo.

Seguramente muchos hermanos files oraban a Dios clamando ŇŔHasta cuando, Se–or, vas a permitir toda esa blasfemia en tu nombre?  ŔC—mo puedes soportar esto continuando tanto tiempo?Ó

 

Pero cuando el tiempo preciso lleg—, el gran hechicero estaba detenido en el aeropuerto de Los çngeles, y es aqu’ cerca de nosotros morando tras la rejas.

 

Sus seguidores sigan defendiendo lo, pero tienen que hacer lo.  El es todo para ellos, sean lo que sean sus cr’menes.

 

Pero Dios est‡ manejando todo esto, y nuestro Dios no tiene prisa.

 

39) Y a vosotros, oh casa de Israel, as’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: Andad cada uno tras sus ’dolos, y servidles, si es que a m’ no me obedecŽis; pero no profanŽis m‡s mi santo nombre con vuestras ofrendas y con vuestros ’dolos.

 

Aqu’ dice que si realmente deseas dedicar te al pecado, que te puedes irte.  Como el hijo prodigo, nadie trataba de detener lo.  Cuando estaba a la edad, y se deseaba dedicar se a la corrupci—n, gastando su fortuna, adelante.

 

Pero no pudo hacer esto viviendo en la casa de su padre.

 

Y Dios dice el mismo aqu’.  Si tu coraz—n est‡ con los ’dolos, vayan se con ellos.  Pero no vienes a Dios fingiendo tu lealtad.  Sea honesto.

 

El’as predicaba algo semejante en el primero de Reyes.

 

1 Reyes 18:21  Y acerc‡ndose El’as a todo el pueblo, dijo:

ŔHasta cu‡ndo claudicarŽis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehov‡ es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de Žl. Y el pueblo no respondi— palabra.

 

El pueblo no pudo responder nada, porque el profeta acaba de descubrir su lealtad fingida.

 

40) Pero en mi santo monte, en el alto monte de Israel, dice Jehov‡ el Se–or, all’ me servir‡ toda la casa de Israel, toda ella en la tierra; all’ los aceptarŽ, y all’ demandarŽ vuestras ofrendas, y las primicias de vuestros dones, con todas vuestras cosas consagradas.

 

 

Dios estaba dispuesto a recibir su pueblo, siempre y cuando era sincero.  Y como dije, los santos jam‡s estamos sin pecado, pero el importante es que estamos dispuestos a odiar, aborrecer a nuestro pecado.

 

Estamos dispuestos a mirar a nuestro pecado, como Dios lo mira, conforme a sus preceptos, y no simplemente amar lo, en secreto.

 

41) Como incienso agradable os aceptarŽ, cuando os haya sacado de entre los pueblos, y os haya congregado de entre las tierras en que est‡is esparcidos; y serŽ santificado en vosotros a los ojos de las naciones.

 

Una vez mas, Dios desea la comuni—n con su pueblo, pero su pueblo es Santo, y Dios tiene que guardar su reputaci—n entre las naciones, y entre todos los seres del universo.

 

DespuŽs de una gran limpieza, cuando sea necesaria, despuŽs de una gran reforma, Dios tendr‡ su comuni—n con su pueblo, todos avanzando en su santidad, profundizando su conocimiento de los preceptos divinos, y divorciados de las atracciones del mundo.

 

42) Y sabrŽis que yo soy Jehov‡, cuando os haya tra’do a la tierra de Israel, la tierra por la cual alcŽ mi mano jurando que la dar’a a vuestros padres.

 

Y la tierra, hermanos, es mas que un lugar geogr‡fico.   Ahora la tierra santa es el lugar en que Dios est‡ glorificado, en esp’ritu y en verdad.

 

Juan 4:20-23   Nuestros padres adoraron en este monte, y

vosotros dec’s que en JerusalŽn es el lugar donde se debe adorar.

 

Jesśs le dijo: Mujer, crŽeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en JerusalŽn adorarŽis al Padre.

 

Vosotros ador‡is lo que no sabŽis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvaci—n viene de los jud’os.

 

Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorar‡n al Padre en esp’ritu y en verdad; porque tambiŽn el Padre tales adoradores busca que le adoren.

 

ÁAmen!, Dios quiere personas que lo adoran en esp’ritu y en la verdad, pero lo que no desea, es persona que vienen fingiendo la lealtad.

 

43) Y all’ os acordarŽis de vuestros caminos, y de todos vuestros hechos en que os contaminasteis; y os aborrecerŽis a vosotros mismos a causa de todos vuestros pecados que cometisteis.

 

Y esta es la puerta, por la cual muchos no quieren pasar.  Hay que aprender a aborrecer nuestro pecado, y no seguir amando lo.

 

Hay que entender el pecado como Dios lo entiende, y no como el mundo quiere pintar lo.

 

Hasta Job sent’a esto, una vez en la presencia de Dios.

 

Job 42:5-6 De o’das te hab’a o’do;

Mas ahora mis ojos te ven.

 

Por tanto me aborrezco,

Y me arrepiento en polvo y ceniza.

 

44) Y sabrŽis que yo soy Jehov‡, cuando haga con vosotros por amor de mi nombre, no segśn vuestros caminos malos ni segśn vuestras perversas obras, oh casa de Israel, dice Jehov‡ el Se–or.

 

El perd—n est‡ disponible con Dios.  Pero el perd—n viene con el arrepentimiento, con la capacidad de aborrecer el pecado, y no esconder lo como una delicia secreta.

 

Proverbios 28:13     El que encubre sus pecados no

prosperar‡; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzar‡ misericordia.

 

======================== Conclusi—n =======================

 

La Santa Cena viene en ocho d’as, y hay perd—n completo en la sangre de Cristo Jesus.  Y podemos vivir en ese perd—n, llegando a Cristo en sinceridad, deseando estar libres del pecado, y no saboreando lo en secreto.

 

Y si esto es tu deseo, empezar a preparar para recibir la Santa Cena en esp’ritu y en verdad, puedes pasar en unos momentos y oraremos contigo.

 

Vamos a Orar