26 de mayo de 19
La Ultima Fase
Ezequiel 16:35-63
Introducci—n
En este capitulo largo, Dios, por medio de su profeta, estaba
justificando sus acciones en la destrucci—n brutal de JerusalŽn.
Hab’an dos problemas.
Primero, para los que ya estaban en Babilonia con el profeta, parec’a un
poco duro, lo que Dios estaba preparando.
Y para los jud’os, en JerusalŽn, iban a penar, pausa ŇŔQuŽ, nosotros, como es posible, nosotros no somos tan
malos.Ó?
Pero as’ es con el auto enga–o del hombre. Puede estar viviendo en los pecados mas groseros, y a cada
momento justificando a si mismo.
35-37) Por tanto, ramera, oye palabra
de Jehov‡. As’ ha dicho Jehov‡ el
Se–or: Por cuanto han sido descubiertas tus desnudeces en tus fornicaciones, y
tu confusi—n ha sido manifestada a tus enamorados, y a los ’dolos de tus
abominaciones, y en la sangre de tus hijos, los cuales les diste; por tanto, he aqu’ que yo reunirŽ a
todos tus enamorados con los cuales tomaste placer, y a todos los que amaste,
con todos los que aborreciste; y los reunirŽ alrededor de ti y les descubrirŽ
tu desnudez, y ellos ver‡n toda tu desnudez.
En la analog’a, la esposa de Dios, Israel, tenia muchos amantes il’citos. Y en la providencia de Dios, sus amigos
iban a convertirse en enemigos.
Existe un proverbio interesante que dice.
Proverbios 16:7 Cuando los
caminos del hombre son
agradables a Jehov‡, Aun a sus enemigos hace estar en paz con Žl.
Pero aqu’ es el opuesto.
En este ultima fase de la
vida de JerusalŽn, sus amigos, sus amantes iban a convertirse en sus peores
enemigos, todos iban a estar en su contra.
38) Y yo te juzgarŽ por las leyes de
las adślteras, y de las que derraman sangre; y traerŽ sobre ti sangre de ira y
de celos.
En este capitulo Dios actuaba como un juez en la corte. Primeramente se explican la ley,
despuŽs las ofensas, y finalmente una clarificaci—n de los castigos.
El pueblo estaba culpable de adulterio, aunque era espiritual con sus
’dolos, y estaba culpable de asesinatos, ofreciendo sus hijos a los ’dolos.
Como en nuestros tiempos se ofrecen sus hijos al aborto, para otra
forma de idolatr’a.
Pero en la ley de Dios, dada por MoisŽs, las dos cargas llevaban la
pena de la muerte.
39) Y te entregarŽ en manos de ellos;
y destruir‡n tus lugares altos, y derribar‡n tus altares, y te despojar‡n de
tus ropas, se llevar‡n tus hermosas alhajas, y te dejar‡n desnuda y
descubierta.
Para llevar acabo la sentencia, Dios decidi— usar sus amantes, y sus
vecinos.
40) Y har‡n subir contra ti
muchedumbre de gente, y te apedrear‡n, y te atravesar‡n con sus espadas.
Esto era la manera normal de morir por esas formas de cr’menes. Pero la pregunta en este capitulo es si
todo esto realmente era justo.
41) Quemar‡n tus casas a fuego, y
har‡n en ti juicios en presencia de muchas mujeres; y as’ harŽ que dejes de ser
ramera, y que ceses de prodigar tus dones.
Es que el pueblo de Dios no puede seguir viviendo perpetuamente en los
pecados groseros. Todo esto era
una gran provocaci—n para Dios. Y
aunque Dios es muy paciente, que tiene los que se llama en la Biblia, la longanimidad,
todo esto tiene su limite.
42) Y saciarŽ mi ira sobre ti, y se
apartar‡ de ti mi celo, y descansarŽ y no me enojarŽ m‡s.
Es que la gran ira es para Dios como una irritaci—n que tiene que
estar saciada, descargada para regresar todo a la estabilidad normal. Vimos esto en el libro de Isa’as
tambiŽn.
Isa’as 1:24 Por
tanto, dice el Se–or, Jehov‡ de los
ejŽrcitos, el Fuerte de Israel: Ea, tomarŽ satisfacci—n de mis
enemigos, me vengarŽ de mis adversarios.
43) Por cuanto no te acordaste de los
d’as de tu juventud, y me provocaste a ira en todo esto, por eso, he aqu’ yo
tambiŽn traerŽ tu camino sobre tu cabeza, dice Jehov‡ el Se–or; pues ni aun has
pensado sobre toda tu lujuria.
Es por esto que el capitulo empezaba con un bebŽ, abandonada en un
campo, muriendo en sus sangres, para ayudar al pueblo a recordar sus or’genes,
y empezar a apreciar todo lo que Dios hizo por Žl.
Pero a estas alturas, en esa ultima
fase de Israel, era inśtil, eran incapaces del autoexamen.
44) He aqu’, todo el que usa de
refranes te aplicar‡ a ti el refr‡n que dice: Cual la madre, tal la hija.
Para ayuda les a entender quŽ bajo se han ca’do, en esa ultima fase, Dios empleaba un
refr‡n comśn.
Cual la madre,
tal la hija
Y esto se aplicaba mucho cuado una madre era bien mala, corrupta,
hasta diab—lica, sus hijas normalmente copiaban sus defectos.
45) Hija eres tś de tu madre, que
desech— a su marido y a sus hijos; y hermana eres tś de tus hermanas, que
desecharon a sus maridos y a sus hijos; vuestra madre fue hetea, y vuestro
padre amorreo.
Ahora Dios estaba expandiendo la analog’a. Primero Dios dijo que el pueblo de Israel era como su
esposa. Ahora dice que otros
pueblos alrededor eran como su madre, y algunos como sus hermanas.
Es que a estas alturas, el pueblo no pudo entender las doctrinas
b’blicas, y Dios tenia que emplear las relaciones mas b‡sicas de la familia
para comunicar sus pensamientos.
46) Y tu hermana mayor es Samaria,
ella y sus hijas, que habitan al norte de ti; y tu hermana menor es Sodoma con
sus hijas, la cual habita al sur de ti.
ŔBueno, a donde va todo esto?
Cuando el pueblo se dividi—, por una guerra civil, Samaria era las
tribus del norte, y estaban bien entregados a la idolatr’a, mientras Jud‡, en
el sur tenia el templo, algo de la alabanza autentica, y aun unos reyes buenos,
a cada cuando.
Los de Jud‡, con la familia de David pensaron muy mal de Samaria, y a
lo mejor pensaron peor de Sodoma.
Pero Dios va a ense–ar que no, sino que tu no eres mejor que ellas, eres
igual o hasta peor. Esto era
como San Pablo ense–aba a los jud’os el libro de Romanos.
Romanos 2:1-3 Por lo cual
eres inexcusable, oh hombre,
quienquiera que seas tś que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te
condenas a ti mismo; porque tś que juzgas haces lo mismo.
Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas
es segśn verdad.
ŔY piensas esto, oh hombre, tś que juzgas a los que tal hacen, y haces
lo mismo, que tś escapar‡s del juicio de Dios?
Para abrir los ojos de todos, Dios estaba diciendo al pueblo santo,
que no era tan santo. Que si
deseaban juzgar a Samaria, o a Sodoma, que ellos ni eran mejores, sino iguales,
como hermanas, o tal vez peores.
47) Ni aun anduviste en sus caminos,
ni hiciste segśn sus abominaciones; antes, como si esto fuera poco y muy poco,
te corrompiste m‡s que ellas en todos tus caminos.
Y aqu’ Dios dice muy claramente, que estos ya, en su ultima fase, eran peores que Sodoma. Y tenemos que recordar que Cristo hablaba en los mismo tŽrminos.
Mateo 11:23-24 Y tś, Capernaum,
que eres levantada hasta el
cielo, hasta el Hades ser‡s abatida; porque si en Sodoma se hubieran
hecho los milagros que han sido hechos en ti, habr’a permanecido hasta el d’a
de hoy.
Por tanto os digo que en el d’a del juicio, ser‡ m‡s tolerable el
castigo para la tierra de Sodoma, que para ti.
48) Vivo yo, dice Jehov‡ el Se–or, que
Sodoma tu hermana y sus hijas no han hecho como hiciste tś y tus hijas.
Como te puedes imaginar, los homosexuales modernos aman ese
capitulo. Es que los Sodomitas
modernos se sientan justificados con todo esto.
Pero vienen a este capitulo torciendo y distorsionando lo que Dios
dice aqu’.
49) He aqu’ que esta fue la maldad de
Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad
tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleci— la mano del afligido y del
menesteroso.
Los homosexuales modernos vienen aqu’, empleando la menta reprobada
para decir ŇÁLo vez! El problema de Sodoma no era su sexualidad, sino la
soberbia, su exceso de ociosidad!Ó
Pero esto no es el punto aqu’.
Sodoma empezaba con estos pecados. Esto era su principio de maldad. Su homosexualidad vino mas tarde, en la ultima fase de su existencia.
Y la historia nos muestra que cuando viene la homosexualidad, es
porque la cultura ha llegado a su fase
final antes de la destrucci—n necesaria.
La Biblia es muy clara, cuando dice que la historia de Sodoma debe de
servir como una amonestaci—n a todos.
Judas 7 Como Sodoma y
Gomorra y las ciudades vecinas, las
cuales de la misma manera que aquŽllos, habiendo fornicado e ido en
pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo
el castigo del fuego eterno.
2 Pedro 2:6 Y
si conden— por destrucci—n a las ciudades
de Sodoma y de Gomorra, reduciŽndolas a ceniza y poniŽndolas de
ejemplo a los que hab’an de vivir imp’amente. Etc.
Y estos son pasajes de libros sobre la apostas’a avanzada, o sea la ultima fase de una cultura antes de
que el juicio se caiga.
Y cuando Israel se ca’a muy baja, ellos tambiŽn ten’an los sodomitas.
1 Reyes 14:24 Hubo tambiŽn
sodomitas en la tierra, e
hicieron conforme a todas las abominaciones de las naciones que Jehov‡
hab’a echado delante de los hijos de Israel.
Esto era la evidencia que han entrado en su fase final. Y
Isa’as vino diciendo en su primer capitulo, hablando con IsraelÉ
Isa’as 1:10 Pr’ncipes
de Sodoma, o’d la palabra de
Jehov‡; escuchad la ley de nuestro
Dios, pueblo de Gomorra.
Y los lideres no pudieron soportar esto, pensando, ŇComo es posible
que nos compara con Sodoma y Gomorra? Esto es el colmo.Ó
Y muchos creen que Isa’as fue matado por esto.
Pero aqu’ en nuestro pasaje de hoy, Dios dice no, en su fase final, no son iguales a Sodoma,
sino que son peores.
50) Y se llenaron de soberbia, e
hicieron abominaci—n delante de m’, y cuando lo vi las quitŽ.
Su sexualidad no est‡ expl’citamente mencionada aqu’, porque todo el
mundo sabia de esto. Pero aqu’ en
el vers’culo 50, dice que era una abominaci—n, que tra’a su fin.
51) Y Samaria no cometi— ni la mitad
de tus pecados; porque tś multiplicaste tus abominaciones m‡s que ellas, y has
justificado a tus hermanas con todas las abominaciones que tś hiciste.
Cuando dice que sus hermanas, Sodoma, y Samaria eran justificadas, es
una manera de hablar. Pero tiene
aplicaci—n para nosotros.
Cuando hay pecados groseros en las iglesias como vicios, adulterios,
fornicaci—n, o la pornograf’a, los incrŽdulos de afuera se sientan
completamente justificados.
Van a pensar as’, Ôbueno si esto ŇhermanosÓ vivan as’, yo no tengo
nada que arrepentir me, me siento completamente justificado y no necesito nada
de su Cristo.Ő
Y claro esto deja a nuestro Dios furioso, pensando que otra cultura ya
ha entrado en su fase final.
52) Tś tambiŽn, que juzgaste a tus
hermanas, lleva tu vergźenza en los pecados que tś hiciste, m‡s abominables que
los de ellas; m‡s justas son que tś; avergźŽnzate, pues, tś tambiŽn, y lleva tu
confusi—n, por cuanto has justificado a tus hermanas.
Lo que Dios estaba diciendo, en otras palabras es, Ňesto es el colmoÓ.
53-54) Yo, pues, harŽ volver a sus
cautivos, los cautivos de Sodoma y de sus hijas, y los cautivos de Samaria y de
sus hijas, y harŽ volver los cautivos de tus cautiverios entre ellas, para que
lleves tu confusi—n, y te avergźences de todo lo que has hecho, siendo tś
motivo de consuelo para ellas.
Aqu’ Dios est‡ hablando ir—nicamente. Es f‡cil de confundirte aqu’, pensando que Dios estaba
prometiendo un rescate. Pero no es
cierto. El decreto ya salio para
la destrucci—n de JerusalŽn.
55) Y tus hermanas, Sodoma con sus
hijas y Samaria con sus hijas, volver‡n a su primer estado; tś tambiŽn y tus
hijas volverŽis a vuestro primer estado.
Aqu’ est‡ un poco mas claro.
Dice Dios que JerusalŽn iba a
regresar a su primer estado cuando el mismo pasa con Sodoma o con Samaria,
que era claramente imposible. Los
dos desaparecieron para siempre.
56-57) No era tu hermana Sodoma digna
de menci—n en tu boca en el tiempo de tus soberbias, antes que tu maldad fuese
descubierta. As’ tambiŽn ahora llevas tś la afrenta de las hijas de Siria y de
todas las hijas de los filisteos, las cuales por todos lados te desprecian.
El pueblo de Dios no mencionaba Sodoma, porque no deseaban pensar en
su juicio. Pero ya hemos visto que
Sodoma aparece mucho en la Biblia, precisamente para esto.
Siempre es all’ para recodar nos de una cultura que ya ha entrado en la ultima fase de su existencia.
58) Sufre tś el castigo de tu lujuria
y de tus abominaciones, dice Jehov‡.
Ahora Dios habla como un juez.
Las carga eran presentadas, la ley, las evidencias, el veredicto
presentado, y ahora vino el tiempo de sufrir. Y todo era justo.
59-60) Pero m‡s ha dicho Jehov‡ el
Se–or: ŔHarŽ yo contigo como tś hiciste, que menospreciaste el juramento para
invalidar el pacto? Antes yo
tendrŽ memoria de mi pacto que concertŽ contigo en los d’as de tu juventud, y
establecerŽ contigo un pacto sempiterno.
Ahora Dios estaba justificando a si mismo. La generaci—n de apostas’a tenia que sufrir su juicio, como
pas— despuŽs de la muerte de Cristo.
Pero aunque el pueblo se portaba como ramera, rompiendo su pacto, Dios
iba a continuar su pacto, con un remanente peque–o.
61) Y te acordar‡s de tus caminos y te
avergonzar‡s, cuando recibas a tus hermanas, las mayores que tś y las menores
que tś, las cuales yo te darŽ por hijas, mas no por tu pacto,
Esto est‡ hablando de los tiempos de Cristo, cuando los jud’os y los
no jud’os, igualmente iban a entrar en la iglesia para vivir como hermanos
iguales.
Es que el plan de Dios siempre tiene que continuar. Dios jam‡s ser‡ frustrado.
62-63) sino por mi pacto que yo
confirmarŽ contigo; y sabr‡s que yo soy Jehov‡; para que te acuerdes y te
avergźences, y nunca m‡s abras la boca, a causa de tu vergźenza, cuando yo
perdone todo lo que hiciste, dice Jehov‡ el Se–or.
La destrucci—n de JerusalŽn iba a venir, pero un remanente, a veces
peque–o iba a estar siempre, cerca de Dios, avanzando, y extendiendo su reino.
======================== Conclusi—n =======================
Bueno, ha sido un capitulo largo, duro, y
dif’cil. Pero Dios lo tiene all’
por razones buenas. Y si tu
hermano, hermana, joven, escuchando todo esto has descubierto que tienes que
poner algśn aspecto de tu vida en orden, antes que viene la Sante Cena en ocho
d’as, puedes pasar adelante, en unos momentos, y oraremos contigo.
Vamos a Orar