19 de mayo de 19
Una Ramera Desvergonzada
Ezequiel 16:15-32
Introducci—n
La primera parte de este capitulo era muy bella. Dios hablaba de su pueblo como una ni–a
bebŽ, abandonada, tirada en un campo, muriendo en su sangre.
Ezequiel 16:4-6 Y en cuanto a tu
nacimiento, el d’a que
naciste no fue cortado tu ombligo, ni fuiste lavada con aguas para
limpiarte, ni salada con sal, ni fuiste envuelta con fajas.
No hubo ojo que se compadeciese de ti para hacerte algo de esto,
teniendo de ti misericordia; sino que fuiste arrojada sobre la faz del campo,
con menosprecio de tu vida, en el d’a que naciste.
Y yo pasŽ junto a ti, y
te vi sucia en tus sangres, y cuando estabas en tus sangres te dije: !!Vive!
S’, te dije, cuando estabas en tus sangres: !!Vive!
Y Dios cuidaba de esa criatura, guiando la, cuidando la hasta que era
una mujer bella, una reina.
Y ya por siglos los predicadores han sacado mensajes de aliento de esa
parte, sobre la gracia de Dios, ayudando nos a recordar nuestros or’genes, y reflejando,
con gratitud.
pausa
Pero como dije la ultima vez, el capitulo es largo. Y no es tan bello en total, sino que
estamos entrando ya en unas porciones muy graficas de la Biblia.
Y el mensaje ahora, va a convertir mas y mas en una gran amonestaci—n
sobre lo que puede pasar, cuando no te camines con cuidado.
15) Pero confiaste en tu hermosura, y
te prostituiste a causa de tu renombre, y derramaste tus fornicaciones a
cuantos pasaron; suya eras.
A veces te puedes encontrar historias, ya especialmente con el
Internet. Pero hay historias como
de una mujer muy guapa, elegante, muy famosa, como cantante, estrella del cine,
o modelo, que de repente, por sus vicios o por otras malas decisiones, se
pierda todo.
Y se termina en las calles, donde poco a poco se pierda su belleza. Fumando, su piel se empieza a arrugar
se. Sin cuidado de dentista, se
puede hasta perder dientes.
Para conseguir drogas, se puede hasta vender su propio cuerpo, cayendo
en la prostituci—n.
Y mas tarde, est‡ descubierta por un periodista ambiciosa, que la
encuentre, y reporte sobre ella, para elevar su propio nombre.
Y se preguntan, ŔEs posible que esa sea la misma mujer hermosa, elegante,
que ahora parece tan fea, tan abandonada, aunque es aun relativamente
joven? pausa
El mensaje de hoy, es una amonestaci—n, una historia de esto, pasando
con el pueblo de Dios, en la temporada de la cautividad, Dios justificando para
siempre, la destrucci—n de JerusalŽn.
Otra vez 15É
15) Pero confiaste en tu hermosura, y
te prostituiste a causa de tu renombre, y derramaste tus fornicaciones a
cuantos pasaron; suya eras.
El problema empieza con la confianza. Los que vivan confiando en Dios, caminando con el estar‡n
seguros. Pero esa mujer,
figurativamente hablando, se confiaba en su propia belleza.
Y tenia relaciones con quien sea, aunque ten’a un buen esposo.
Era alarmante escuchar el profeta hablar as’. Pero Dios sabia que era necesario, un
poco de shock, para despertar el pueblo de su auto enga–o.
16) Y tomaste de tus vestidos, y te
hiciste diversos lugares altos, y fornicaste sobre ellos; cosa semejante nunca
hab’a sucedido, ni suceder‡ m‡s.
El esposo de esa mujer, metaf—ricamente hablando, le dio muy buena
ropa, pero ella empleaba su ropa, para la atracci—n de sus otros amores.
17-18) Tomaste asimismo tus hermosas
alhajas de oro y de plata que yo te hab’a dado, y te hiciste im‡genes de hombre
y fornicaste con ellas; y tomaste tus vestidos de diversos colores y las
cubriste; y mi aceite y mi incienso pusiste delante de ellas.
El esposo era muy generoso con su esposa amada. Pero como ingrata, ella estaba
empleando todo en sus adulterios.
Cualquier esposo seria en una rabia aprendiendo esto. Y claro, no reglar’a nada mas. Hasta que si era en su poder, se
quitar’a los tesoros que ella aun tenia.
Y podemos parar aqu’ y empezar un poco de aplicaci—n.
Los hermanos, las hermanas de hoy, pueden recibir muchos regalos de
Dios. Aun que ellos han trabajado
para ganar el dinero con que se compran cosas, todo al fin de cuentas viene de
Dios.
Pero estad’sticamente, sabemos que hasta personas de las iglesias han
empleado sus computadoras, sus telŽfonos para accesar la pornograf’a.
Hay j—venes que han empleado sus telŽfonos, sus sistemas de
entrenamiento, para amar al mundo, en secreto, aunque ellos han sido bien
bendecidos por el Dios que dice...
1 Juan 2:15-16 No amŽis al mundo,
ni las cosas que est‡n en
el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no est‡ en Žl.
Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos
de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
O en el libro de SantiagoÉ
Santiago 4:4 !!Oh
almas adślteras! ŔNo sabŽis que la
amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que
quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.
As’ que, lo que estamos considerando en este texto, no es algo muy
lejos de nosotros. Sino que
estamos hablando de actividades que pasan cada d’a en las iglesias modernas.
19) Mi pan tambiŽn, que yo te hab’a
dado, la flor de la harina, el aceite y la miel, con que yo te mantuve, pusiste
delante de ellas para olor agradable; y fue as’, dice Jehov‡ el Se–or.
Habla de una idolatr’a, sirviendo a los dioses de este mundo. Y todo empezaba con su fascinaci—n con
lo que pasa en este mundo, dando a ella su preferencia, sobre las cosas de
Dios.
20-21) Adem‡s de esto, tomaste tus
hijos y tus hijas que hab’as dado a luz para m’, y los sacrificaste a ellas
para que fuesen consumidos. ŔEran poca cosa tus fornicaciones,
para que degollases tambiŽn a mis
hijos y los ofrecieras a aquellas im‡genes como ofrenda que el fuego consum’a?
Es interesante aqu’, que Dios empieza diciendo que son tus hijos, pero
mas tarde dice que son sus hijos.
Que quiere decir que tu no eres due–o ni de tus hijos ni de tus
nietos. Dios es el due–o, y tu
solamente tienes la administraci—n sobre ellos.
1 Corintios 4:2 Ahora bien, se
requiere de los
administradores, que cada uno sea hallado fiel.
Es claro aqu’, que Dios te va a pedir cuenta, por la administraci—n, espiritual
de tus ni–os, de tus nietos.
20-21) Adem‡s de esto, tomaste tus
hijos y tus hijas que hab’as dado a luz para m’, y los sacrificaste a ellas
para que fuesen consumidos. ŔEran poca cosa tus fornicaciones,
para que degollases tambiŽn a mis
hijos y los ofrecieras a aquellas im‡genes como ofrenda que el fuego consum’a?
Hoy en d’a, la gente no dan sus hijos, literalmente a los brazos encendidos
de Moloch, el ’dolo antiguo de los amonitas, aunque si los matan en las
cl’nicas del aborto.
Cada d’a hay ofrendas a los dioses de conveniencia.
Pero s’ hay ni–os Cristianos que est‡n consumidos por el mundo,
hundiendo se en su mśsica, en sus juegos, en su cine, su televisi—n y en sus
escuelas gubernamentales.
Casi todos los padres Cristianos desean presentar a sus hijos a Dios
cuando son peque–os, pidiendo su bendici—n, pero muchos olvidan lo que han
prometido en poco tiempo.
Pastor: Ante la presencia de Dios y estos testigos, Ŕprometen
ustedes educar a esta criatura en el temor de Dios?
Pastor: ŔPrometen
darle a esta criatura un ejemplo
consecuente y piadoso de vida
cristiana?
Pastor: ŔPrometen
instruir este ni–o/ni–a en la doctrina
y ense–anza de Dios?
Muchos padres vienen diciendo si a todo esto. Pero en tiempo, y en esta vida de
muchas urgencias, se olvidan.
Pero tengo que asegurarte, que Dios no ha olvidado. Y en cada caso, en que has dejado a su
hijo a su hija estar consumida por el mundo, pausa, Dios te pedir‡ cuenta, porque tu eres la persona
responsable.
22) Y con todas tus abominaciones y
tus fornicaciones no te has acordado de los d’as de tu juventud, cuando estabas
desnuda y descubierta, cuando estabas envuelta en tu sangre.
Esto es parte de la gran ense–anza de este capitulo. Vale la pena a veces recordar, de donde
hemos venido.
Vale la pena recordar c—mo era tu vida, antes de conocer a Cristo. Y donde estar’as tu ahora, si ha
continuando en tu vida carnal.
Recordamos de nuestros pasados, para mantener nos en la humildad, y en
la gratitud.
23) Y sucedi— que despuŽs de toda tu
maldad (!!ay, ay de ti! dice Jehov‡ el Se–or),
Con estas expresiones te puedes observar que Dios, como esposo celoso,
estaba bien enojado, y tenia razones de enojar se.
Y en el contexto, Dios estaba justificando su destrucci—n de toda
JerusalŽn, incluyendo su templo.
23-24) Y sucedi— que despuŽs de toda
tu maldad (!!ay, ay de ti! dice Jehov‡ el Se–or, te edificaste lugares altos, y
te hiciste altar en todas las plazas.
Cuando se empezaron a servir a los dioses falsos, mas tarde se ten’an
estos dioses en todo lugar. En
cada plaza. Y vimos esto tambiŽn
en el libro de Jerem’as.
Jerem’as 11:13 Porque segśn el
nśmero de tus ciudades
fueron tus dioses, oh Jud‡; y segśn el nśmero de tus calles, oh
JerusalŽn, pusiste los altares de ignominia, altares para ofrecer incienso a
Baal.
ŔC—mo est‡ contigo, hermana, hermano? ŔEs Dios aun lo mas importante en tu vida? ŔO tienes ya un sin fin de intereses
que est‡n delante de Žl, en tus prioridades?
pausa
25) En toda cabeza de camino
edificaste lugar alto, e hiciste abominable tu hermosura, y te ofreciste a
cuantos pasaban, y multiplicaste tus fornicaciones.
Aqu’ podemos ver, que la mujer guapa, perdi— su belleza, y se terminaba como una mujer fea,
abandonada de la calle.
Y esto es lo que pasa con los que son del pueblo de Dios, pero no
est‡n fieles, a su esposo, a su Padres Celestial
26) Y fornicaste con los hijos de
Egipto, tus vecinos, gruesos de carnes; y aumentaste tus fornicaciones para
enojarme.
Aqu’ se habla de las alianzas prohibidas, en que el pueblo confiaba mas
en los gobiernos extranjeros, que en su propio Dios.
Y caminando muy estrechamente con los egipcios, claro, se duplicaron diferentes
aspectos de su cultura pagana.
27) Por tanto, he aqu’ que yo extend’
contra ti mi mano, y disminu’ tu provisi—n ordinaria, y te entreguŽ a la
voluntad de las hijas de los filisteos, que te aborrecen, las cuales se
avergźenzan de tu camino deshonesto.
Por la infidelidad, podemos perder las provisiones ricas que Dios nos
ha dado. Y continuando en la
infidelidad, la protecci—n divina, tambiŽn puede desaparecer.
La mujer hermosa, la reina, puede caer, mas y mas hasta que se
convierta en ramera de la calle. O
como veremos, se puede llegar a ser peor que una ramera.
Tan baja era esa mujer, que aun los filisteos, que eran muy bajos, se
sent’an vergźenza por ella.
28) Fornicaste tambiŽn con los
asirios, por no haberte saciado; y fornicaste con ellos y tampoco te saciaste.
Y aqu’ no est‡ hablando de una fornicaci—n sexual, sino
espiritual. En vez de vivir
confiando en su Dios, se confiaban en otros poderes terrenales.
Pero copiando sus ritos religiosos, s’ hab’a fornicaciones actuales,
con los hechizos demoniacos.
29) Multiplicaste asimismo tu
fornicaci—n en la tierra de Cana‡n y de los caldeos, y tampoco con esto te saciaste.
Apartando de su Dios, sus lujurias eran insaciables. Siempre tenia que buscar mas y mas
iniquidad.
El ser humano tiene una alma dise–ado para el Dios infinito, pero
cuando se busca su contentamiento en otras partes, siempre ser‡ insaciable.
30) !!Cu‡n inconstante es tu coraz—n,
dice Jehov‡ el Se–or, habiendo hecho todas estas cosas, obras de una ramera
desvergonzada,
Esta era la evaluaci—n de Dios, de su pueblo en JerusalŽn, en los
tiempos de Ezequiel. Era como una ramera
desvergonzada, que har’a cualquier cosa para intentar satisfacer, sus deseos
insaciables.
31-32) edificando tus lugares altos en
toda cabeza de camino, y haciendo tus altares en todas las plazas! Y no fuiste
semejante a ramera, en que menospreciaste la paga, sino como mujer adśltera,
que en lugar de su marido recibe a ajenos.
Aqu’ Dios dice que su esposa era como ramera, pero en un sentido era
peor que una ramera.
La ramera por los menos recibe dinero para comprar sus drogas, y tal
vez comprar algo de comida para sus hijos.
Pero esa mujer desvergonzada,
ni recib’a dinero, sino que dice que menospreciaste la paga. Y por esto, la que era como una reina
rica y hermosa, elegante, pausa, era
otra vez asquerosa, y repugnante, como era en su ni–ez.
======================== Aplicaci—n =======================
Unos puntos de aplicaci—n, antes de
terminar.
1) Las cosas buenas que Dios te ha dado.
2) La condici—n de tus hijos.
1) Las cosas buenas que Dios te ha dado.
Hay que tomar un momento, para considerar la
manera en que est‡s empleando las buenas cosas que Dios te ha dado.
ŔEst‡s honrando a Dios, en la manera en que
empleas la televisi—n, la radio, el Internet, en casa, delante de tus hijos?
ŔEst‡s honrando a Dios, con tu caro, con tu
dinero, con tu telŽfono?
ŔEst‡s honrando a Dios con tu cuenta de Face u otros medios sociales?
ŔQue forma de mśsica, con que mensaje est‡s
escuchando, en tu caro, solo, o con tu telŽfono?
ŔEst‡s empleando las cosas buenas que Dios
te has dado para servir otros dioses como la mujer, desvergonzada de
nuestro capitulo?
pausa
Y ahora, cerrando, hay que preguntar, cual
esÉ
2) La condici—n de tus hijos.
Vimos en el texto que hab’an ni–os santos,
consumidos en los brazos de ’dolos demoniacos.
20-21) Adem‡s de esto, tomaste tus
hijos y tus hijas que hab’as dado a luz para m’, y los sacrificaste a ellas
para que fuesen consumidos. ŔEran poca cosa tus fornicaciones,
para que degollases tambiŽn a mis
hijos y los ofrecieras a aquellas im‡genes como ofrenda que el fuego consum’a?
Claro, nadie est‡ dando sus hijos
literalmente a Moloch, en nuestros tiempos. ŔPero tienes hijos, nietos que est‡n consumidos por el
mundo? pausa
Lo triste es que muchos padres Cristianos ni
saben lo que est‡ pasando en las mentes de sus hijos. Muchos padres simplemente est‡n ocupados en otras cosas.
Pero Dios nos ha dado instrucciones,
mandamientos.
Deuteronomio 6:5-7 Y amar‡s a Jehov‡ tu Dios de todo tu
coraz—n, y de toda tu alma, y con todas tus
fuerzas.
Y estas palabras que yo te mando hoy,
estar‡n sobre tu coraz—n; y las repetir‡s a tus hijos, y hablar‡s de ellas
estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te
levantes.
La responsabilidad de discipular a los
ni–os, a los j—venes caiga, antes que nada con los padres.
Otros pueden ayudar, pero Dios pedir‡
cuentas, a los padres, a ti padre, y a ti madre.
Muchos padres Cristianos, est‡n negligentes
en esta ‡rea, y despuŽs se sorprendan, cuando sus hijos se abandonan la fe, de
repente, y sigan el mundo, poco a poco consumidos en sus trampas.
Los padres se quedan sorprendidos, pero Dios
no, Dios es fiel a su promesa.
Como dice en la segunda parte del verso conocido.
Oseas 4:6b Porque
olvidaste la ley de tu Dios,
tambiŽn yo
me olvidarŽ de tus hijos.
Si tu hermano, hermana, tienes que cambiar
algo de tu vida, escuchando esa amonestaci—n antigua, que el relevante en
nuestros tiempos de gran apostas’a, puedes pasar al frente, y oraremos contigo.
Vamos a Orar