4 de mayo de 19

La Ni–a Asquerosa

Ezequiel 16:1-14

Introducci—n

Hemos llegado a un capitulo bastante largo, pero hoy, preparando por la Santa Cena, solamente podemos cubrir una porci—n.

 

El capitulo, en su totalidad, es una continuaci—n de los juicios.  Pero la primera parte no.

 

Esa primera parte es muy popular, a veces llevada de su contexto, para mensajes sobre la gracia de Dios.

 

Pero nosotros no estamos arrancando lo de su contexto porque estamos comprometidos a ense–ar todo el libro, capitulo tras capitulo, en orden.

 

1-2) Vino a m’ palabra de Jehov‡, diciendo: Hijo de hombre, notifica a JerusalŽn sus abominaciones,

 

El concepto del capitulo entero era una manera de ayudar a los arrogantes en JerusalŽn, y a los que ya estaban en Babilonia, a entender que sus juicios eran completamente justos.

 

1-3) Vino a m’ palabra de Jehov‡, diciendo: Hijo de hombre, notifica a JerusalŽn sus abominaciones, y di: As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or sobre JerusalŽn: Tu origen, tu nacimiento, es de la tierra de Cana‡n; tu padre fue amorreo, y tu madre hetea.

 

Para elevar la gratitud, puede ser muy œtil recordar de donde viniste.  Preparando para la Santa Cena, es importante considerar tu origen, espiritualmente hablando.

 

Cuando Abraham vino a la tierra prometida, era un extranjero.  No tenia ni un lugar para enterar a su esposa cuando Sara se muri—.

 

Tanto Abraham, como su hijo Isaac, tenia que huir a Egipto para escapar de una hambre, como toda la familia de Jacob mas tarde.

 

Se moraban entre los amorreos y los heteos, y eran tratados como ellos.  Hasta hab’an incidentes de idolatr’a, como por ejemplo con Raquel, la esposa querida de Jacob, que robaba los ’dolos de su padres.

GŽnesis 31:19  Pero Lab‡n hab’a ido a trasquilar sus

ovejas; y Raquel hurt— los ’dolos de su padre.

 

Esto era el gran pueblo de Dios, saliendo de los paganos, pero aun copiando los paganos, en algunos sentidos.

 

4) Y en cuanto a tu nacimiento, el d’a que naciste no fue cortado tu ombligo, ni fuiste lavada con aguas para limpiarte, ni salada con sal, ni fuiste envuelta con fajas.

 

Para ayudar al pueblo a recordar su origen, y para ayudar a ti tambiŽn, hermano, a recordar tus or’genes, Dios hablaba de un bebe abandonada.

 

No es literal, es una ilustraci—n de tu origen, y la m’a, espiritualmente hablando.

 

4) Y en cuanto a tu nacimiento, el d’a que naciste no fue cortado tu ombligo, ni fuiste lavada con aguas para limpiarte, ni salada con sal, ni fuiste envuelta con fajas.

 

Aun en la antigŸedad, las parteras sab’an que el ombligo tenia que estar cortado, atado, y que la sangre y otros l’quidos sobre el bebe ten’an que estar lavados.

 

El cord—n umbilical, mov’a l’quidos y hasta sangre entre el bebe y su mam‡.  Y si no fue cortado y atado correctamente, la criatura pudiera estar en gran peligro, perdiendo grandes cantidades de sangre.

 

Y cubierto de sangre y otros elementos del nacimiento, afuera, en el sol seria sumamente peligroso.  Por esto hasta en la antigŸedad, las parteras limpiaban todo con la sal, para evitar las infecciones.

 

Pero en este caso el bebŽ estaba simplemente tirada a la tierra, en donde los perros salvajes o los buitres pudieron atacar lo con vigor.

 

4) Y en cuanto a tu nacimiento, el d’a que naciste no fue cortado tu ombligo, ni fuiste lavada con aguas para limpiarte, ni salada con sal, ni fuiste envuelta con fajas.

 

B‡sicamente la criatura, abandonada, estaba en gran peligro.  Y un bebŽ no puede hablar, ni caminar.  No tenia ninguna manera de ni proteger se, ni de buscar ayuda alguna.

 

Parece terrible, pero aun en nuestros tiempos se escuchan a veces de personas abandonado a un reciŽn nacido en la basura o en un ba–o de mujeres.

 

Pero ese bebŽ no tenia mucha esperanza.

 

5) No hubo ojo que se compadeciese de ti para hacerte algo de esto, teniendo de ti misericordia; sino que fuiste arrojada sobre la faz del campo, con menosprecio de tu vida, en el d’a que naciste.

 

No tenia ni la menor ayuda.  Fue totalmente abandonada.

 

Y hermanos, esto estaba hablando de los hebreos, por ejemplo en Egipto, cuando el fara—n, olvidando de JosŽ, empezaba a matar a los ni–os, y no hab’a nadie para ayudar.

 

Pero tambiŽn, para elevar tu gratitud, tienes que estar enterado de que esto habla de ti, y de mi, en nuestro estado espiritual, antes de conocer a Cristo.

 

Estuvimos tirados, asquerosos, sucios, muriendo en nuestra propia sangre.  ƒramos incapaces de rescatar a nosotros mismos.  ƒramos productos del paganismo, expuestos a los perros salvajes o los buitres, en tŽrminos de las fuerzas demon’acas.

 

Y aun si tu, joven naciste en un hogar Cristiano, (gloria a Dios por esto), pero unas generaciones antes, tu origen era el mismo.

 

ƒramos sin Dios, y sin esperanza en el mundo, llenos de supersticiones e ignorancia.  Tirados y abandonados.

 

Efesios 2:12   En aquel tiempo estabais sin Cristo,

alejados de la ciudadan’a de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.

 

Hermano, hermana, joven, para elevar tu gratitud, acercando te a la mesa de la Santa Cena en esta ma–ana, tienes que recordar tus or’genes.

 

Seguramente hay entre nosotros, personas que salieron de la idolatr’a, del adulterio, de toda forma de vicio, de robos y de enga–os.  Seguramente hay entre nosotros hombres que han golpeado a sus esposas como salvajes, y personas que han sido infieles a sus votos matrimoniales.

 

Normalmente es nuestro deseo olvidar de todo esto, del pasado sucio, antes de la luz de Cristo.  Pero hoy d’a vamos a recordar, vamos a mirar otra vez a donde hemos venido, y quŽ ha hecho Dios con nosotros, en los a–os en que hemos caminado con Žl.  ÀAmen?

 

Y ojala, si has caminado con Cristo por un tiempo, eres mas limpio, mas saludable, y no sobre la faz del campo, muriendo en tu sangre, secando se en el sol.

 

Pero ahora viene Dios, como uno viajando, caminando tras ese desastre, y se nota el mont—n de carne que est‡ apenas respirando.

 

6) Y yo pasŽ junto a ti, y te vi sucia en tus sangres,

     (esto est‡ hablando a ti hermano, hermana)

y cuando estabas en tus sangres te dije: !!Vive! S’, te dije, cuando estabas en tus sangres: !!Vive!

 

Tu hermano no tenias ninguna posibilidad de rescatar a ti mismo.  Tu no tenias ni el poder ni el deseo de buscar ayuda, estabas muriendo en la sangre de tus pecados fatales, estabas en rumbo al infierno con el diablo y sus demonios, y pasaba a Dios, en su compasi—n, te miraba, y dijo con toda autoridad.

    !Vive!  pausa

 

Y despuŽs las cosas empezaban a cambiar.  Poco a poco estabas limpiado.  Tu bautismo era s’mbolo visual de este proceso.  La palabra de Dios, poco a poco tenia sentido pata ti.

 

En vez de pelear constantemente con tu pareja, llegando a golpes a veces, de repente hab’a un poco de paz, en tu hogar, ÀAmen?

 

7) Te hice multiplicar como la hierba del campo; y creciste y te hiciste grande, y llegaste a ser muy hermosa; tus pechos se hab’an formado, y tu pelo hab’a crecido; pero estabas desnuda y descubierta.

 

Dios aqu’, antes de todo, hablaba del pueblo de Israel, que mas tarde ten’an no solamente los diez mandamientos, sino mucha instrucci—n mas.

 

De repente, en su cultura hab’a una estructura, algo de orden, en que se pudieron prosperar bajo la bendici—n de Dios.   Hasta eran la envidia de otras culturas.

 

Deuteronomio 4:5-7   Mirad, yo os he ense–ado estatutos y

decretos, como Jehov‡ mi Dios me mand—, para que hag‡is as’ en medio de la tierra en la cual entr‡is para tomar posesi—n de ella.

 

Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabidur’a y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oir‡n todos estos estatutos, y dir‡n: Ciertamente pueblo sabio y entendido, naci—n grande es esta.

 

Porque ÀquŽ naci—n grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo est‡ Jehov‡ nuestro Dios en todo cuanto le pedimos?

 

Eran ya atractivos en los ojos de sus vecinos, y eran atractivos hasta en los ojos de Dios.

 

Y hermano, Àno es cierto que ya hay una estabilidad en tu vida?  ÀNo es tu relaci—n con tu esposa un poco mejor que antes?  ÀNo est‡s hasta prosperando, algo, en tu trabajo o en tus negocios?  ÀNo hay algo de sabidur’a en tu vida, que no estaba all‡ antes?

 

Tienes que saber, que todo esto ha venido, por la gracia de Dios. ÀAmen?

 

8) Y pasŽ yo otra vez junto a ti, y te mirŽ, y he aqu’ que tu tiempo era tiempo de amores; y extend’ mi manto sobre ti, y cubr’ tu desnudez; y te di juramento y entrŽ en pacto contigo, dice Jehov‡ el Se–or, y fuiste m’a.

 

Claro, Dios no piensa en tŽrminos sexuales como los hombres, pero es una ilustraci—n, comœn en la Biblia, de que la relaci—n entre Dios y su pueblo, es intimo, como la relaci—n entre un hombre y su mujer.

 

Y claro, Dios es celoso.  Cuando dice <<fuiste m’a>>, est‡ hablando de una exclusividad.

 

Pero es cierto que hay un gran pacto de amor, entre Dios y su pueblo.  En el libro de Rut, Booz extendi— su ropa sobre Rut, para reconocer la como la mujer con que iba a casar se.

 

Rut 3:7-11 Y cuando Booz hubo comido y bebido, y su

coraz—n estuvo contento, se retir— a dormir a un lado del mont—n. Entonces ella vino calladamente, y le descubri— los pies y se acost—.

 

Y aconteci— que a la medianoche se estremeci— aquel hombre, y se volvi—; y he aqu’, una mujer estaba acostada a sus pies.

 

Entonces Žl dijo: ÀQuiŽn eres? Y ella respondi—: Yo soy Rut tu sierva; extiende el borde de tu capa sobre tu sierva, por cuanto eres pariente cercano.

 

Y Žl dijo: Bendita seas tœ de Jehov‡, hija m’a; has hecho mejor tu postrera bondad que la primera, no yendo en busca de los j—venes, sean pobres o ricos.

 

Ahora pues, no temas, hija m’a; yo harŽ contigo lo que tœ digas, pues toda la gente de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa.

 

Y Booz era un hombre de propiedad, y estaba dispuesto a compartir todo lo que tenia, con Rut, su esposa nueva.

 

9) Te lavŽ con agua, y lavŽ tus sangres de encima de ti, y te ung’ con aceite;

 

Hermano, no debes de aun estar cubierto con toda tu sangre sucia, y seca, sino que si estas progresando, Dios te est‡ limpiando.  ÀAmen?

 

No debes de estar regresando a la suciedad de que tu Dios te ha rescatado.  Si esto aun es tu deseo, tal vez debes de abstener se de la Santa Cena en esta ma–ana.

 

10) y te vest’ de bordado, te calcŽ de tej—n, te ce–’ de lino y te cubr’ de seda.

 

Como Booz, cubriendo a Rut con cosas lindas, Dios est‡ cubriendo tu vida, con cosas lindas.

 

Est‡s progresando espiritualmente y hasta en otros aspectos de tu vida.  Muchos ya tienen negocios, que est‡n prosperando bajo la bendici—n de Dios, que es socio en todo lo que tu haces.

 

Muchos ya tienen relaciones maravillosas con sus esposas, que antes eran maltratadas, o hasta golpeadas.  ÀAmen?

 

11) Te ataviŽ con adornos, y puse brazaletes en tus brazos y collar a tu cuello.

 

Muchos ya tienen otra apariencia.  Existe una atracci—n en tu persona.  Mucho ha cambiado, aun si ha sido lento.

 

12) Puse joyas en tu nariz, y zarcillos en tus orejas, y una hermosa diadema en tu cabeza.

 

Bueno, estos adornos eran de otra cultura, pero el punto es que Dios te ha dado mas que las necesidades b‡sicas.  Porque Dios quiere compartir todo lo que tiene, con los suyos.

 

1 Corintios 3:21-23  As’ que, ninguno se glor’e en los

hombres; porque todo es vuestro: sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.

 

Abraham conoci— algo de las riquezas de Dios, y las escrituras dicen que tu, siendo en Cristo, eres coheredero con Abraham.

 

G‡latas 3:27-29 Porque todos los que habŽis sido

bautizados en Cristo, de Cristo est‡is revestidos.

 

Ya no hay jud’o ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay var—n ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesœs.

 

Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos segœn la promesa.

 

13) As’ fuiste adornada de oro y de plata, y tu vestido era de lino fino, seda y bordado; comiste flor de harina de trigo, miel y aceite; y fuiste hermoseada en extremo, prosperaste hasta llegar a reinar.

 

En el tiempo de Salom—n, el pueblo de Dios estaba reinando en el medio oriente.

Tan conocido era su Žxito, que la reina del sur vino para conocer a Salom—n en persona.

 

14) Y sali— tu renombre entre las naciones a causa de tu hermosura; porque era perfecta, a causa de mi hermosura que yo puse sobre ti, dice Jehov‡ el Se–or.

 

Y cuando vino esa reina del sur, casi no se pudiera creer lo que estaba viendo.

 

1 Reyes 10:1-7 Oyendo la reina de Sab‡ la fama que Salom—n

hab’a alcanzado por el nombre de Jehov‡, vino a probarle con preguntas dif’ciles.

 

Y vino a JerusalŽn con un sŽquito muy grande, con camellos cargados de especias, y oro en gran abundancia, y piedras preciosas; y cuando vino a Salom—n, le expuso todo lo que en su coraz—n ten’a.

 

Y Salom—n le contest— todas sus preguntas, y nada hubo que el rey no le contestase.

 

Y cuando la reina de Sab‡ vio toda la sabidur’a de Salom—n, y la casa que hab’a edificado, asimismo la comida de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado y los vestidos de los que le serv’an, sus maestresalas, y sus holocaustos que ofrec’a en la casa de Jehov‡, se qued— asombrada.

 

Y dijo al rey: Verdad es lo que o’ en mi tierra de tus cosas y de tu sabidur’a; pero yo no lo cre’a, hasta que he venido, y mis ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad; es mayor tu sabidur’a y bien, que la fama que yo hab’a o’do.

 

======================== Conclusi—n =======================

 

Hermanos, vamos a terminar aqu’, porque como veremos, no todo el capitulo es tan alegre.  Y es bastante largo.

 

Pero hemos visto un proceso, una trayectoria de la gracia de Dios.  Se empieza con una ni–a, bebŽ abandonada, sucia, asquerosa, tirada en un campo, expuesta a toda forma de peligro.  Completamente incapaz de salvar, o de rescatar a si misma.

 

Ezequiel 16:4-6 Y en cuanto a tu nacimiento, el d’a que

naciste no fue cortado tu ombligo, ni fuiste lavada con aguas para limpiarte, ni salada con sal, ni fuiste envuelta con fajas.

 

No hubo ojo que se compadeciese de ti para hacerte algo de esto, teniendo de ti misericordia; sino que fuiste arrojada sobre la faz del campo, con menosprecio de tu vida, en el d’a que naciste.

 

Y yo pasŽ junto a ti, y te vi sucia en tus sangres, y cuando estabas en tus sangres te dije: !!Vive! S’, te dije, cuando estabas en tus sangres: !!Vive!

 

Y hermano, ahora es el momento de mirar atr‡s, y de recordar un poco de tus suciedades, de quŽ asqueroso eras en aquel entonces, para elevar tu gratitud por lo que Dios ha hecho en tu vida, y lo que aun est‡ haciendo.

 

Y si hay alguien aqu’, que aun est‡ tirado en el campo, con tu ombligo no cortado, (espiritualmente hablando), con los l’quidos secando sobre tu piel, expuesto a los demonios como coyotes salvajes o buitres con hambre de devorar te, pausa, puedes pasar en unos momentos, para rogar a Dios que se fija en ti, en tu miseria, que se grita a ti tambiŽn,

 

ÁVive!,

 

antes que sea muy tarde.

 

Vamos a Orar