24 de marzo de 19

El Milagro De La Restauraci—n

Ezequiel 11:1-25

Introducci—n

 

Hoy llegamos al fin de una larga visi—n de Ezequiel, que ha sido bastante grave, pero que va a terminar con algo bastante bello.

 

1) El Esp’ritu me elev—, y me llev— por la puerta oriental de la casa de Jehov‡, la cual mira hacia el oriente; y he aqu’ a la entrada de la puerta veinticinco hombres, entre los cuales vi a Jaazan’as hijo de Azur y a Pelat’as hijo de Bena’a, principales del pueblo.

 

Antes en est‡ visi—n vimos que en JerusalŽn, el pueblo era muy enga–ado, habiendo ca’do en muchas formas de superstici—n y mucha idolatr’a.

 

B‡sicamente, por muchas generaciones, los hermanos han copiado las practicas de los incrŽdulos, hasta trayendo sus errores y sus abominaciones, a la iglesia.

 

Y en esto, todo esto tiene algo en comśn con nuestros tiempos, en que hay grandes cantidades de Cristianos que apartan, poco a poco, de las doctrinas de las escrituras.

 

2-3) Y me dijo: Hijo de hombre, estos son los hombres que maquinan perversidad, y dan en esta ciudad mal consejo;

los cuales dicen: No ser‡ tan pronto; edifiquemos casas; esta ser‡ la olla, y nosotros la carne.

 

Estos hombres eran los lideres civiles, o sea los poderosos del gobierno, pero del pueblo de Dios.

 

Eran bastante arrogantes.  Ten’an los anuncios de Jerem’as que dijo que era mejor irse a Babilonia, aceptando la disciplina del Se–or, pero estos se burlaban de todo.

 

Los profetas Jerem’as, e Ezequiel dijeron que la cuidad iba a caer, pero ellos dijeron ŇJam‡s, nunca, no escuchan a estos profetas locos, se hablan solamente para hablar.

 

Pero quŽ es esto de una olla.

2-3) Y me dijo: Hijo de hombre, estos son los hombres que maquinan perversidad, y dan en esta ciudad mal consejo;

los cuales dicen: No ser‡ tan pronto; edifiquemos casas; esta ser‡ la olla, y nosotros la carne.

Es que Jerem’as, all‡ en JerusalŽn profetizaba de algo semejante.

 

Jerem’as 1:13  Vino a m’ la palabra de Jehov‡ por segunda

vez, diciendo: ŔQuŽ ves tś? Y dije: Veo una olla que hierve; y su faz est‡ hacia el norte.

 

Esto era un anuncio amenazante, pero los lideres burlaban de todo diciendo, ŇSi, Si aqu’ es una gran olla, y nosotros somos la carne.Ó

 

Es que ellos lo tomaron como que los que se quedaban en JerusalŽn, eran los escogidos, como la carne mas valiosa de un sacrificio, y los que eran tirados a Babilonia, eran como la basura, las partes del sacrificio que se tiraron.

 

Es como que se ten’an todo a revŽs.

 

4) Por tanto profetiza contra ellos; profetiza, hijo de hombre.

 

A veces un pastor, un profeta puede ser un poco t’mido, especialmente para denunciar a los poderosos.  Por esto Dios tenia que animar lo un poco, para el bien de todos.

 

5) Y vino sobre m’ el Esp’ritu de Jehov‡, y me dijo: Di: As’ ha dicho Jehov‡: As’ habŽis hablado, oh casa de Israel, y las cosas que suben a vuestro esp’ritu, yo las he entendido.

Dios entend’a el repudio que ellos tenia por la Santa Palabra, como existe a veces ahora en las iglesias modernas.

 

Dios entend’a c—mo ellos burlaban de sus profetas.  Dios ha sido muy paciente con su pueblo, por generaciones mandando profeta tras profeta, pero la paciencia de Dios estaba llegando a su fin.

 

6) HabŽis multiplicado vuestros muertos en esta ciudad, y habŽis llenado de muertos sus calles.

 

Es como en nuestros tiempos, los poderosos matan a los hijos no nacidos, por los abortos, para ganar dinero y para control ciertas etnias.  Pero Dios est‡ observando todo.

 

Por cada asesino, hay sangre inocente gritando a los o’dos de Dios, como la sangre de Abel que gritaba en contra de Ca’n en el principio.

7) Por tanto, as’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: Vuestros muertos que habŽis puesto en medio de ella, ellos son la carne, y ella es la olla; mas yo os sacarŽ a vosotros de en medio de ella.

 

A los muy poderosos, a veces no les importa la gente que se matan, pero Dios es justo, y tiene que reaccionar.

 

Y dice que sus victimas, en realidad eran como la carne preciosa, y estos poderosos eran como la basura que se desechan.

 

8) Espada habŽis temido, y espada traerŽ sobre vosotros, dice Jehov‡ el Se–or.

 

Tem’an que tal vez lo que los profetas dijeron era la verdad, que los Babilonios iban a venir en contra de ellos, violentamente, y Dios confirmaba, que efectivamente, ellos iban a estar tomados as’.   pausa

 

Esto es como los que vivan alrededor de los Cristianos files, y teman que tal vez es verdad lo que Cristo dijo, hablando tanto sobre un infierno eterno, pero se tratan de negar lo en sus mentes, ocupando se con sus vicios o con su medias sociales, o sus deportes, para no dejar la verdad entrar mas en sus conciencias.

 

9) Y os sacarŽ de en medio de ella, y os entregarŽ en manos de extra–os, y harŽ juicios entre vosotros.

 

Esto era la promesa de Dios.  Y sabemos, que hist—ricamente esto es lo que pas—.  Hasta el rey estaba tomado, y en frente de sus ojos se mataron a sus hijos, y despuŽs se sacaron los ojos del mismo rey.  Todo esto te puedes leer en tu Biblia.

 

10) A espada caerŽis; en los l’mites de Israel os juzgarŽ, y sabrŽis que yo soy Jehov‡.

 

Es que estos poderosos creyeron que pudieron vivir el resto de sus vidas en la santa JerusalŽn, la cuidad era de ellos.

 

La escoria ya fue arrastrada a Babilonia, segśn ellos, y ellos eran la carne de la primera calidad.  Pero como muchos en las iglesias hoy d’a, eran sumamente enga–ados.

 

11) La ciudad no os ser‡ por olla, ni vosotros serŽis en medio de ella la carne; en los l’mites de Israel os juzgarŽ.

Y efectivamente, cuando la cuidad finalmente ca’a, estos trataron de escapar, y se terminaron en una masacre, que era lo que Dios ha decretado.  pausa

 

Es muy peligroso, conocer de los caminos de Dios, pero caminar en el auto enga–o.

 

12) Y sabrŽis que yo soy Jehov‡; porque no habŽis andado en mis estatutos, ni habŽis obedecido mis decretos, sino segśn las costumbres de las naciones que os rodean habŽis hecho.

 

Esto siempre es el problema, en los tiempos como los nuestros.  La cultura de afuera es cada vez mas vil, cada vez mas perversa, y hay por lo tanto una tentaci—n de suavizar los preceptos B’blicos para acomodar lo que est‡ pudriendo afuera.

 

Pero esto siempre es un error costoso.

 

2 Timoteo 2:19 Pero el fundamento de Dios est‡ firme,

teniendo este sello: Conoce el Se–or a los que son suyos; y: Ap‡rtese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.

 

13) Y aconteci— que mientras yo profetizaba, aquel Pelat’as hijo de Bena’a muri—. Entonces me postrŽ rostro a tierra y clamŽ con gran voz, y dije: !!Ah, Se–or Jehov‡! ŔDestruir‡s del todo al remanente de Israel?

 

El profeta no estaba gozoso de ver ninguno de estos cayendo, sino que era triste porque amaba a estos de su pueblo.

 

Ahora bien, estaba en una visi—n, llevado a JerusalŽn por el Esp’ritu.  Pero se creen que ese hombre si muri—, o durante la visi—n o poco despuŽs.

 

Es que Dios estaba mostrando que no estaba jugando, el juicio estaba empezando, como vimos en el nuevo testamento, en el libro de Hechos, con Anan’as y Safira, cuando mintieron, pśblicamente al Esp’ritu Santo.

 

14-15) Y vino a m’ palabra de Jehov‡, diciendo:  Hijo de hombre, tus hermanos, tus hermanos, los hombres de tu parentesco y toda la casa de Israel, toda ella son aquellos a quienes dijeron los moradores de JerusalŽn: Alejaos de Jehov‡; a nosotros es dada la tierra en posesi—n.

 

Aqu’ Dios dice que los malvados ten’an todo a revŽs.

El remanente fiel, eran los que ya estaban arrastrados al cautiverio, como Daniel, que era muy joven aun, o como Mesac Sadrac y Abednego, sus compa–eros.

 

Es que los profetas ten’an la raz—n, era mejor estar lejos de JerusalŽn, con Dios a tu lado, que dentro de la cuidad, con Dios en tu contra.

 

16) Por tanto, di: As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: Aunque les he arrojado lejos entre las naciones, y les he esparcido por las tierras, con todo eso les serŽ por un peque–o santuario en las tierras adonde lleguen.

 

Los valiosos, eran lejos, bajo una disciplina dura, pero Dios estaba con ellos, como un peque–o santuario.

 

Pero los arrogantes en JerusalŽn, los ricos y los poderosos, eran enga–ados.

 

Y esto es un poco espantoso, porque durante los tiempos duros, como los en que nosotros estamos viviendo, es posible estar en medio del pueblo de Dios, y al mismo tiempo, estar completamente enga–ado.

 

Por esto, en nuestra iglesia tratamos de analizar las escrituras, verso tras verso, para evitar esto.  Porque sabemos que est‡ pasando.

 

Como durante la vida de Cristo, los lideres estaban enga–ados.

 

Mateo 15:14    Dejadlos; son ciegos gu’as de ciegos; y si

el ciego guiare al ciego, ambos caer‡n en el hoyo.

 

17) Di, por tanto: As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: Yo os recogerŽ de los pueblos, y os congregarŽ de las tierras en las cuales est‡is esparcidos, y os darŽ la tierra de Israel.

 

Ahora empieza lo bello del capitulo.  Los arrogantes pensaron que la cuidad de JerusalŽn era de ellos, por toda la vida.

 

Pero Dios dice que no, sino que Dios iba a estar completamente restaurado, con los que estaban sufriendo la disciplina.  Es que la gracia de Dios, la bendici—n de Dios estaba con ellos.

 

18) Y volver‡n all‡, y quitar‡n de ella todas sus idolatr’as y todas sus abominaciones.

 

Sabemos que esto habla de la gracia de Dios, porque es Dios que va a lavar de sus vidas, la idolatr’a, y toda las abominaciones.  No es como que ellos ten’an la capacidad de limpiar a ellos mismos, sino que esto iba a ser la obra de Dios.

 

19) Y les darŽ un coraz—n, y un esp’ritu nuevo pondrŽ dentro de ellos; y quitarŽ el coraz—n de piedra de en medio de su carne, y les darŽ un coraz—n de carne,

 

Esto es el regalo mas bello que te puedes recibir.  Y n—talo es don de Dios, no es obra del hombre.

 

Efesios 2:8-9  Porque por gracia sois salvos por medio de

la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se glor’e.

 

Hasta tu fe, no ha sido obra tuya, sino que es resultado de una transformaci—n divina, el milagro de la restauraci—n.

 

Y si nada de esto tiene sentido para ti, entonces es posible que aun tienes un coraz—n de piedra.  Y si vives as’, est‡s en gran peligro.  Porque el coraz—n de piedra solamente puede arrastrar te al infierno.

 

Una cosa es necesaria, esto es estar transformado en una nueva creatura.

 

2 Corintios 5:17     De modo que si alguno est‡ en Cristo,

nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aqu’ todas son hechas nuevas.

 

19-20) Y les darŽ un coraz—n, y un esp’ritu nuevo pondrŽ dentro de ellos; y quitarŽ el coraz—n de piedra de en medio de su carne, y les darŽ un coraz—n de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios.

 

Cuando has recibido ese milagro de la restauraci—n, los mandamiento de Dios no ser‡n una carga pesada para ti, sino que ser‡n el yugo f‡cil, y la carga ligera.

 

Pero es sumamente importante, crucial que recibieres este regalo, de otra manera, no habr‡ esperanza para ti.

21) Mas a aquellos cuyo coraz—n anda tras el deseo de sus idolatr’as y de sus abominaciones, yo traigo su camino sobre sus propias cabezas, dice Jehov‡ el Se–or.

 

Esto confirme lo que dije.  Los que sigan caminando en sus pecados, muriendo en sus pecados, van a sentir, en su carne propia, todo lo que Cristo sufr’a en la cruz.  Recuerde de esto, cuando viene en un mes, la Semana Santa.

 

O tu pecado fue sufrido en la cruz de calvario, y tu te perteneces a Žl, o te terminar‡s sufriendo todo, en carne propia.  Y Dios no est‡ jugando con esto.

 

Tengo toda la autoridad de decir te esto, hoy d’a, porque est‡ en el texto, delante de nosotros.

 

Y si deseas dar tu vida a Cristo, tendr‡s tu oportunidad en un mes, en el 21 de Abril, bautizando te, pśblicamente, en el d’a de la Pascua.

 

22) DespuŽs alzaron los querubines sus alas, y las ruedas en pos de ellos; y la gloria del Dios de Israel estaba sobre ellos.

 

Ahora estamos regresando a la gloria de Dios, finalmente apartando se de su templo.

 

Los enga–ados en JerusalŽn ten’an el templo, pero no ten’an a Dios, sino que Dios estaba en su contra. 

 

Los prisioneros en Babilonia no ten’an al templo, pero si ten’an a Dios como su santuario.

 

23) Y la gloria de Jehov‡ se elev— de en medio de la ciudad, y se puso sobre el monte que est‡ al oriente de la ciudad.

 

Dios se fue de ellos, pero muy lentamente.  Es como que estaba esperando para ver si hab’a algo de arrepentimiento entre estos, pero nada.  Se viv’an enga–ados, e iban a morir, enga–ados.  ŔComo est‡ contigo en esta ma–ana?

 

24) Luego me levant— el Esp’ritu y me volvi— a llevar en visi—n del Esp’ritu de Dios a la tierra de los caldeos, a los cautivos. Y se fue de m’ la visi—n que hab’a visto.

 

Es que esto fue el fin de la visi—n larga, y grave, pero era importante para instruir a los cautiverios siglos atr‡s, y tambiŽn es importante para instruir a nosotros.

25) Y hablŽ a los cautivos todas las cosas que Jehov‡ me hab’a mostrado.

 

Las visiones no eran fantas’as, sino que eran comunicaciones poderosas de las verdades eternas.

 

Las visiones daban lo nutritivo espiritual a los hambrientos de la antigźedad, y aun tienen el poder de alimentar a nosotros, si tenemos o’dos para o’r.

 

======================== Conclusi—n =======================

 

El milagro de la restauraci—n, es algo sumamente maravilloso, pero aun as’ se puede causar confusi—n en los que son dentro o cerca de la iglesia de Dios.

 

En el nuevo testamento, Cristo reprend’a, un poco a Nicodemo por no entender esto.  Vamos a terminar en el evangelio de Juan, para ver como esto pas—.

 

Juan 3:1  Hab’a un hombre de los fariseos que se llamaba

Nicodemo, un principal entre los jud’os.

 

2 Este vino a Jesśs de noche, y le dijo: Rab’, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas se–ales que tś haces, si no est‡ Dios con Žl.

 

Ese hombre sabia que Cristo era autentico.  Es que vio el poder en su vida.

 

3 Respondi— Jesśs y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

 

Esto era muy abrupto, casi como Cristo estaba cambiando el tema.  Pero Cristo entend’a lo que era lo mas importante.

 

4 Nicodemo le dijo: ŔC—mo puede un hombre nacer siendo viejo? ŔPuede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?

 

Lo vez, la doctrina divina puede causar confusi—n, aun dentro del pueblo de Dios.

 

Respondi— Jesśs: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Esp’ritu, no puede entrar en el reino de Dios.

 

Cristo era muy enf‡tico con este hombre, y ojala, el Esp’ritu Santo estar‡ enf‡tico con alguien aqu’ en esta ma–ana.

 

6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Esp’ritu, esp’ritu es.

 

ŔEres tu solamente nacido de la carne?  Lleves tu un coraz—n de piedra dentro de tu pecho?

 

7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.

 

No dejes que la doctrina te confunda, esto es sumamente importante.  Lo tienes en las palabras de Cristo.  Es necesario.

 

8 El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de d—nde viene, ni a d—nde va; as’ es todo aquel que es nacido del Esp’ritu.

 

Es un poco misterioso, pero es obra del Santo Esp’ritu de Dios.

 

9 Respondi— Nicodemo y le dijo: ŔC—mo puede hacerse esto?

 

Ahora viene la reprenda.

 

10 Respondi— Jesśs y le dijo: ŔEres tś maestro de Israel, y no sabes esto?

 

ŔC—mo era posible que Nicodemo, estudiante del libro de Ezequiel no vio esto?  Esto va a aparecer varias veces en el libro de Ezequiel, pero aun as’, los ciegos no lo van a ver.

 

Un poco mas tarde Cristo le dio el verso tan famoso.

 

16 Porque de tal manera am— Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigŽnito, para que todo aquel que en Žl cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

 

Si tu aun no tienes esa nueva vida, si aun no ha sido trasformado por el Esp’ritu de Dios, entonces quiero orar para ti, terminando el servicio.  Porque sin el milagro de la restauraci—n, simplemente no hay esperanza.

 

Vamos a Orar