22 de marzo de 19

ŔQuien Descansa Ahora?

Zacar’as 6:1-15

 

En la primera visi—n de Zacar’as, y era una visi—n de caballos, las naciones estaban descansando.  Los carros salieron observando la tierra, y regresaron con su reporte.

 

Zacar’as 1:11  Y ellos hablaron a aquel ‡ngel de Jehov‡ que

estaba entre los mirtos, y dijeron: Hemos recorrido la tierra, y he aqu’ toda la tierra est‡ reposada y quieta.

 

La tierra estaba reposada, quieta disfrutando su paz, pero esto no estaba presentado como algo bueno, porque se descansaban en su rebeli—n en contra de Dios, y al mismo tiempo, el pueblo santo estaba luchando para reestablecer se una vez mas en la tierra santa.  pausa

 

El pueblo de Dios estaba cansado, con pocos recursos, viviendo con amenazas alrededor. 

 

La cuidad de JerusalŽn estaba en escombros, y los fieles trabajaban d’a y noche, en contra de toda la oposici—n.

 

A lo mejor hay Cristianos serios en nuestros tiempos que entiendan algo de esto.

 

El pueblo necesitaba algo de animo, y mucho animo vino de las visiones de la noche, la visiones de Zacar’as.

 

Hoy tenemos la ultima de las visiones, y como las dem‡s es un poco extra–a.

 

1) De nuevo alcŽ mis ojos y mirŽ, y he aqu’ cuatro carros que sal’an de entre dos montes; y aquellos montes eran de bronce.

 

Cuando dice esto, ŇalcŽ mis ojos y mirŽÓ quiere decir que es una visi—n.  Y cuando la biblia habla de carros, son carros de guerra.  Hasta los caballos eran s’mbolos de la guerra.

 

Como cuando Dios interrogaba a JobÉ

 

Job 39:19-22   ŔDiste tś al caballo la fuerza?

ŔVestiste tś su cuello de crines ondulantes?

ŔLe intimidar‡s tś como a langosta?

               El resoplido de su nariz es formidable.

Escarba la tierra, se alegra en su fuerza,

Sale al encuentro de las armas;

 

Hace burla del espanto, y no teme,

Ni vuelve el rostro delante de la espada.

 

Y los carros en la visi—n salieron de montes de bronce.

 

1) De nuevo alcŽ mis ojos y mirŽ, y he aqu’ cuatro carros que sal’an de entre dos montes; y aquellos montes eran de bronce.

 

Con esto sabemos que estamos hablando de los poderes del Se–or, en su manera de manejar los asuntos de este mundo.

 

El bronce representando algo bru–ido y glorioso.

 

2) En el primer carro hab’a caballos alazanes, en el segundo carro caballos negros,

 

Habla de caballos de color como en el libro del Apocalipsis, pero seguramente, Juan saco sus ideas de aqu’, de Zacar’as.

 

3) en el tercer carro caballos blancos, y en el cuarto carro caballos overos rucios rodados.

 

Hay mucha especulaci—n sobre sus colores, pero una cosa es clara, los negros indicaban la muerte por guerras y la destrucci—n general.

 

Los blancos, o de la victoria, o el gozo de sobrevivir y empezar de nuevo despuŽs de una tragedia.

 

4) Respond’ entonces y dije al ‡ngel que hablaba conmigo: Se–or m’o, ŔquŽ es esto?

 

Si tu no puedes entender lo que est‡ pasando aqu’, no te sientes mal, ni Zacar’as tenia un concepto claro, hasta que vino las explicaciones

 

5) Y el ‡ngel me respondi— y me dijo: Estos son los cuatro vientos de los cielos, que salen despuŽs de presentarse delante del Se–or de toda la tierra.

 

Se reciban ordenes del cielo, ejercen sus influencias en los asuntos del mundo, en gobiernos, en las econom’as, en el clima, y en todos los aspectos de la cultura.

 

 

Es un poco como las ruedas que estamos viendo en el libro de Ezequiel, llevando acabo la providencia de Dios en toda su complejidad.

 

6) El carro con los caballos negros sal’a hacia la tierra del norte, y los blancos salieron tras ellos, y los overos salieron hacia la tierra del sur.

 

En el norte hab’a la tierra de Babilonia.  En la ultima visi—n se mandaba una mujer all‡, a Sinar, para estar establecida.

Zacar’as 5:7-11 Y he aqu’, levantaron la tapa de plomo, y

una mujer estaba sentada en medio de aquel efa.

 

Y Žl dijo: Esta es la Maldad; y la ech— dentro del efa, y ech— la masa de plomo en la boca del efa.

 

AlcŽ luego mis ojos, y mirŽ, y he aqu’ dos mujeres que sal’an, y tra’an viento en sus alas, y ten’an alas como de cigźe–a, y alzaron el efa entre la tierra y los cielos.

 

Dije al ‡ngel que hablaba conmigo: ŔA d—nde llevan el efa?

 

Y Žl me respondi—: Para que le sea edificada casa en tierra de Sinar; y cuando estŽ preparada lo pondr‡n sobre su base.

 

Ella ser’a puesta sobre su base all’, para ejercer sus hechizos, pero no por mucho tiempo, porque el carro de caballos negros iba a llegar mas tarde para acabar con todo esto.

 

El libro empezaba con las naciones reposando se, en su maldad, pero viene uno para acabar con toda esa barbaridad.

 

6) El carro con los caballos negros sal’a hacia la tierra del norte, y los blancos salieron tras ellos, y los overos salieron hacia la tierra del sur.

 

Los negros fueron para batallar, los blancos para celebrar la victoria.  Los del color overo se fueron al sur, a Egipto para llevar acabo otras instrucciones divinas.

El punto es que Dios no estaba muy lejos o indiferente a lo que estaba pasando en el mundo.  Al contrario, estaba tomando medidas para suprimir el ocultismo, la brujer’a, y toda forma de hechicer’a.

 

Las naciones no iban a continuar descansando, reposando en su iniquidad, en sus abominaciones.

 

7) Y los alazanes salieron y se afanaron por ir a recorrer la tierra. Y dijo: Id, recorred la tierra. Y recorrieron la tierra.

 

No hay ni un rinc—n del mundo donde Dios no va a ir, y declarar, m’o es.

 

8) Luego me llam—, y me habl— diciendo: Mira, los que salieron hacia la tierra del norte hicieron reposar mi Esp’ritu en la tierra del norte.

 

ŔAhora quien est‡ reposando?  No las naciones.  Las naciones est‡n llamados al arrepentimiento.  Y los que ignoran la llamada, sufren horriblemente.  Como dijo San PabloÉ

 

G‡latas 6:7-8  No os enga–Žis; Dios no puede ser burlado:

pues todo lo que el hombre sembrare, eso tambiŽn segar‡.

Porque el que siembra para su carne, de la carne segar‡ corrupci—n; mas el que siembra para el Esp’ritu, del Esp’ritu segar‡ vida eterna.

 

8) Luego me llam—, y me habl— diciendo: Mira, los que salieron hacia la tierra del norte hicieron reposar mi Esp’ritu en la tierra del norte.

 

Dios va a reposar, eliminando la irritaci—n.

 

Isa’as 1:24    Por tanto, dice el Se–or, Jehov‡ de los

ejŽrcitos, el Fuerte de Israel: Ea, tomarŽ satisfacci—n de mis enemigos, me vengarŽ de mis adversarios.

 

Bueno, Ŕque fue el punto de todo esto, para el pueblo de Dios de entonces, y ahora?

 

El pueblo estaba cansado, frustrado, trabajando con pocos recursos, mientras otros jud’os estaban aun prosperando en Babilonia.

Es que los que viv’an en la reconstrucci—n ten’an que entender que todo lo que ellos hicieron, era sumamente importante.

 

Cada ladrillos que se pusieron, cada roca que se mov’an, cada mont—n de escombros que se limpiaron era sumamente necesario.

 

Porque estaban pasando por los śltimos a–os del testamento antiguo, y en poco tiempo Cristo iba a venir, para llevar la guerra santa a todas partes del mundo, dando libertad a los que andaban esclavizados por la maldad y la ignorancia.

 

Era sumamente importante para ellos, continuar con animo, entendiendo que todo val’a la pena.  Y es el mismo para nosotros, cuando empezamos a caer en el desanimo.  La reconstrucci—n de todo, tiene que continuar.

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Bueno, esto fue la ultima visi—n, pero no es el fin del libro, ni es el fin del capitulo.  Pero ahora en vez de recibir im‡genes visuales, Zacar’as va a recibir la pura palabra de Dios.

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9) Vino a m’ palabra de Jehov‡, diciendo:

 

Es claro que lo que viene ahora, no es una visi—n.

 

10) Toma de los del cautiverio a Heldai, a Tob’as y a Jeda’as, los cuales volvieron de Babilonia; e ir‡s tś en aquel d’a, y entrar‡s en casa de Jos’as hijo de Sofon’as.

 

Unos de los jud’os que aun moraban en Babilonia, vinieron, ojala con recursos.  A veces la persona que no puede servir a Dios activamente puede por lo menos ayudar en la obra econ—micamente.

 

11) Tomar‡s, pues, plata y oro, y har‡s coronas, y las pondr‡s en la cabeza del sumo sacerdote JosuŽ, hijo de Josadac.

Esto es extremamente extra–o.  Los sacerdotes normalmente no llevaron coronas, de hecho vimos una visi—n de lo que se llevaban en su cabezas, en el capitulo tres.

 

Zacar’as 3:4-5 Y habl— el ‡ngel, y mand— a los que estaban

delante de Žl, diciendo: Quitadle esas vestiduras viles. Y a Žl le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala.

 

DespuŽs dijo: Pongan mitra limpia sobre su cabeza. Y pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron las ropas. Y el ‡ngel de Jehov‡ estaba en pie.

 

El sacerdote llevaba una mitra, y no una corona, esto era algo muy extra–o, o hab’an grandes cambios llegando.

 

De hecho, era una gran ofensa si uno deseaba mezclar el oficio del rey, con el oficio del sacerdote.  El rey Uz’as tuvo grandes problemas por esto.

 

2 Cr—nicas 26:16-21  Mas cuando ya era fuerte, su coraz—n se

enalteci— para su ruina; porque se rebel— contra Jehov‡ su Dios, entrando en el templo de Jehov‡ para quemar incienso en el altar del incienso.

 

Y entr— tras Žl el sacerdote Azar’as, y con Žl ochenta sacerdotes de Jehov‡, varones valientes.

 

Y se pusieron contra el rey Uz’as, y le dijeron: No te corresponde a ti, oh Uz’as, el quemar incienso a Jehov‡, sino a los sacerdotes hijos de Aar—n, que son consagrados para quemarlo. Sal del santuario, porque has prevaricado, y no te ser‡ para gloria delante de Jehov‡ Dios.

 

Entonces Uz’as, teniendo en la mano un incensario para ofrecer incienso, se llen— de ira; y en su ira contra los sacerdotes, la lepra le brot— en la frente, delante de los sacerdotes en la casa de Jehov‡, junto al altar del incienso.

 

Y le mir— el sumo sacerdote Azar’as, y todos los sacerdotes, y he aqu’ la lepra estaba en su frente; y le hicieron salir apresuradamente de aquel lugar; y Žl tambiŽn se dio prisa a salir, porque Jehov‡ lo hab’a herido.

 

 

As’ el rey Uz’as fue leproso hasta el d’a de su muerte, y habit— leproso en una casa apartada, por lo cual fue excluido de la casa de Jehov‡; y Jotam su hijo tuvo cargo de la casa real, gobernando al pueblo de la tierra.

 

As’ que esto de preparar coronas para el sacerdote JosuŽ, iba a causar grandes confusiones y hasta preocupaciones.

 

11) Tomar‡s, pues, plata y oro, y har‡s coronas, y las pondr‡s en la cabeza del sumo sacerdote JosuŽ, hijo de Josadac.

 

Pero era la palabra de Dios, y no dice nada del pr’ncipe Zorobabel, ofreciendo alguna oposici—n.  Es que se sab’an que todo esto era simb—lico.  ŔPero simb—lico de que?

 

12) Y le hablar‡s, diciendo: As’ ha hablado Jehov‡ de los ejŽrcitos, diciendo: He aqu’ el var—n cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotar‡ de sus ra’ces, y edificar‡ el templo de Jehov‡.

 

La ceremonia era simb—lico de alguien que llevaba el nombre ÓEl RenuevoÓ y hemos visto en otros profetas, que ÓEl RenuevoÓ es siempre Cristo Jesśs.

 

Ahora tiene sentido.  Casi al fin del testamento antiguo, esto fue un anuncio de la llegada de Cristo.  Y Cristo Jesśs es la persona que realmente est‡ edificando su templo.

 

Como dijo en el nuevo testamento.

 

Mateo 16:18    EdificarŽ mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecer‡n contra ella.

 

Y por supuesto en el nuevo testamento el templo no est‡ hecho de piedras muertas, sino de piedras vivas.

 

1 Pedro 2:4-5  Acerc‡ndoos a Žl, piedra viva, desechada

ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros tambiŽn, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.

 

 

13) El edificar‡ el templo de Jehov‡, y Žl llevar‡ gloria, y se sentar‡ y dominar‡ en su trono, y habr‡ sacerdote a su lado; y consejo de paz habr‡ entre ambos.

 

JosuŽ, el sumo sacerdote recib’a las coronas, solamente para comunicar algo simb—lico.  Es cierto que en el testamento antiguo hab’a separaci—n, y a veces conflicto entre el rey y el sacerdocio.  pausa  Pero no siempre.  Pregunta:

 

ŔHubo un sacerdote, hace muchos siglos, que tambiŽn era rey, alguien quiz‡s sabe quien era?  ŔQuien era el rey, muy temprano en las escrituras, que era tambiŽn un sacerdote?

 

Salmos 110:1-4      Jehov‡ dijo a mi Se–or:

     SiŽntate a mi diestra,

                     Hasta que ponga a tus enemigos

por estrado de tus pies.

 

Jehov‡ enviar‡ desde Sion la vara de tu poder; Domina en medio de tus enemigos.

 

Tu pueblo se te ofrecer‡ voluntariamente en el d’a de tu poder, En la hermosura de la santidad. Desde el seno de la aurora

Tienes tś el roc’o de tu juventud.

 

Jur— Jehov‡, y no se arrepentir‡:

Tś eres sacerdote para siempre

Segśn el orden de Melquisedec.

 

Cristo es un sacerdote segśn el orden de Melquisedec, y sentado a la diestra de Dios, es tambiŽn Rey de reyes, y Se–or de se–ores.  As’ que el s’mbolo, s’, tiene sentido.

 

14) Las coronas servir‡n a Helem, a Tob’as, a Jeda’as y a Hen hijo de Sofon’as, como memoria en el templo de Jehov‡.

 

Normalmente, en la fe Cristiana, tratamos de no levantar a ningśn hombre.  Pero a veces hasta en la Biblia, los nombres de los fieles est‡n honrados.  Estos hombres contribu’an dinero valioso, no para levantar el templo f’sico, sino para anunciar la gloria de Cristo.

 

Y esto pas— aun en el nuevo testamento, cuando alguien gastaba todo, para la gloria de Cristo.

 

 

 

Mateo 26:6-13  Y estando Jesśs en Betania, en casa de Sim—n

el leproso, vino a Žl una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derram— sobre la cabeza de Žl, estando sentado a la mesa.

 

Al ver esto, los disc’pulos se enojaron, diciendo: ŔPara quŽ este desperdicio?

 

Porque esto pod’a haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres.

 

Y entendiŽndolo Jesśs, les dijo: ŔPor quŽ molest‡is a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra.

 

Porque siempre tendrŽis pobres con vosotros, pero a m’ no siempre me tendrŽis.

 

Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura.

 

De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, tambiŽn se contar‡ lo que Žsta ha hecho, para memoria de ella.

 

Como los hombres de este capitulo de Zacar’as, esa mujer hizo algo que segśn algunos parec’a extravagante.  Pero Dios no lo tom— as’, y en los dos casos sus acciones eran grabadas como memoriales permanentes.

 

15) Y los que est‡n lejos vendr‡n y ayudar‡n a edificar el templo de Jehov‡, y conocerŽis que Jehov‡ de los ejŽrcitos me ha enviado a vosotros. Y esto suceder‡ si oyereis obedientes la voz de Jehov‡ vuestro Dios.

 

Cuando los hermanos vivan en la obediencia, en la santidad, sembrando para la gloria de Dios, la cosecha es inevitable.

 

------------------------- Aplicaci—n -----------------------

Y si tu tambiŽn hermano, hermana, si te sigues fiel, en la obra, animada por las promesas de Dios, vas a ver tu nombre tambiŽn grabado para siempre, por tus contribuciones, a la gloria de Cristo Jesśs.  Y si esto es tu deseo, puedes pasar adelante, y oraremos contigo.

Vamos a Orar