24 de febrero de 19

 

Dios Echado De Su Casa

Ezequiel 8:1-18

Introducci—n

 

Es un sentido maravilloso saber que la bendici—n de Dios est‡ sobre tu vida.  Te da la capacidad de dormir bien en la noche, y de disfrutar sus relaciones con la familia, con los hermanos y hasta con los compa–eros del trabajo.

 

Pero estudiando el libro de Ezequiel, se ve que, pueden pasar tiempos, hasta con el pueblo de Dios, cuando la palabra de Dios est‡ repudiada, y todo va en tu contra.

 

Para entender como era la situaci—n en JerusalŽn, quiero citar brevemente aÉ

 

2 Cr—nicas 36:11-16 De veintiœn a–os era Sedequ’as cuando

comenz— a reinar, y once a–os rein— en JerusalŽn.

 

E hizo lo malo ante los ojos de Jehov‡ su Dios, y no se humill— delante del profeta Jerem’as, que le hablaba de parte de Jehov‡.

 

Se rebel— asimismo contra Nabucodonosor, al cual hab’a jurado por Dios; y endureci— su cerviz, y obstin— su coraz—n para no volverse a Jehov‡ el Dios de Israel.

 

La maldad en el liderazgo siempre es una maldici—n tremenda, como podemos observar d’a tras d’a en Venezuela, donde una persona diabŽtica, ni puede conseguir sus medicamentos normales.  Cuando haya maldad en el liderazgo, habr‡ consecuencias para todos.

 

TambiŽn todos los principales sacerdotes, y el pueblo, aumentaron la iniquidad, siguiendo todas las abominaciones de las naciones, y contaminando la casa de Jehov‡, la cual Žl hab’a santificado en JerusalŽn.

 

El templo estaba llamada la casa de Dios, una casa que Dios mismo ha santificado.

Y Jehov‡ el Dios de sus padres envi— constantemente palabra a ellos por medio de sus mensajeros, porque Žl ten’a misericordia de su pueblo y de su habitaci—n.

 

Dios no se respond’a r‡pidamente con una furia, pero tarde o temprano, tenia que responder.

 

Mas ellos hac’an escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burl‡ndose de sus profetas, hasta que subi— la ira de Jehov‡ contra su pueblo, y no hubo ya remedio.

 

Estudiamos la semana pasada, como Dios estaba bien firme ya, tanto que ni hab’a oportunidad de arrepentir se para los de JerusalŽn.  Y en el mensaje de hoy, veremos algo como una apologŽtica, justificando esa postura dura, del Dios de amor.

 

1) En el sexto a–o, en el mes sexto, a los cinco d’as del mes, aconteci— que estaba yo sentado en mi casa, y los ancianos de Jud‡ estaban sentados delante de m’, y all’ se pos— sobre m’ la mano de Jehov‡ el Se–or.

 

Por fin, en Babilonia, los ancianos del pueblo que estaban en el exilio, estaban dispuestos a escuchar la palabra.  A veces, con los muy duros, tienen que perder casi todo, hasta que finalmente empiecen a escuchar la voz de Dios.

 

2) Y mirŽ, y he aqu’ una figura que parec’a de hombre; desde sus lomos para abajo, fuego; y desde sus lomos para arriba parec’a resplandor, el aspecto de bronce refulgente.

 

Se cree comœnmente que esto era Cristo Jesœs, como se apareci— varias veces en el testamento antiguo, y tambiŽn en el principio del libro de Apocalipsis.

 

La apariencia era muy bella, pero el fuego normalmente fue un s’mbolo de su furor.

 

3) Y aquella figura extendi— la mano, y me tom— por las guedejas de mi cabeza; y el Esp’ritu me alz— entre el cielo y la tierra, y me llev— en visiones de Dios a JerusalŽn, a la entrada de la puerta de adentro que mira hacia el norte, donde estaba la habitaci—n de la imagen del celo, la que provoca a celos.

No importa realmente si se fue f’sicamente o fue solamente lo llevado por visi—n.  Cuando San Pablo fue llevado al tercer cielo ni se sabia si era en el cuerpo o fuera del cuerpo.

2 Corintios 12:2     Conozco a un hombre en Cristo, que hace

catorce a–os (si en el cuerpo, no lo sŽ; si fuera del cuerpo, no lo sŽ; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo.

 

Lo importante es que recibi— revelaciones directamente del Esp’ritu de Dios.  Y no era un sue–o.  Los sue–os vinieron cuando uno estaba durmiendo, pero las visiones vinieron cuando uno estaba completamente despierto.

 

Pero la primera cosa observaba era una imagen que causaba celos.

 

4) Y he aqu’, all’ estaba la gloria del Dios de Israel, como la visi—n que yo hab’a visto en el campo.

 

Hace siglos la gloria de Dios se llenaba aquel templo, pero a estas alturas, Dios estaba siendo echado de su casa.

 

5) Y me dijo: Hijo de hombre, alza ahora tus ojos hacia el lado del norte. Y alcŽ mis ojos hacia el norte, y he aqu’ al norte, junto a la puerta del altar, aquella imagen del celo en la entrada.

 

A la entrada del templo hubo un imagen que anunciaba el odio que este pueblo tenia para su Dios.

 

Y si te crees que la palabra ÒodioÓ es un poco fuerte, tienes que recordar lo que Dios dijo empezando los diez mandamientos.

 

ƒxodo 20:4-5   No te har‡s imagen, ni ninguna semejanza de

lo que estŽ arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.

 

No te inclinar‡s a ellas, ni las honrar‡s; porque yo soy Jehov‡ tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generaci—n de los que me aborrecen.

 

Viendo esto en la ley, te puedes entender que empleando im‡genes es la mejor manera de mostrar el odio por Dios.

6) Me dijo entonces: Hijo de hombre, Àno ves lo que Žstos hacen, las grandes abominaciones que la casa de Israel hace aqu’ para alejarme de mi santuario? Pero vuŽlvete aœn, y ver‡s abominaciones mayores.

 

Dios estaba hablando con toda sinceridad, desde que estas abominaciones eran puestas para alejar el Dios tres veces santo, de su casa.

 

Y el mismo puede pasar en los tiempos modernos, cuando los del liderazgo abusan personas, j—venes, ni–os, sexualmente.

 

El mismo puede pasar cuando los inescrupulosos emplean la casa de Dios para avanzar su fama o su fortuna.

 

Cuando el pueblo de Dios empieza a abandonar la palabra de Dios, esto puede pasar.  Y est‡ pasando. Dios puede estar echado de su propia casa.

 

7-9) Y me llev— a la entrada del atrio, y mirŽ, y he aqu’ en la pared un agujero.  Y me dijo: Hijo de hombre, cava ahora en la pared. Y cavŽ en la pared, y he aqu’ una puerta.  Me dijo luego: Entra, y ve las malvadas abominaciones que Žstos hacen all’.

 

ÀPorque el profeta tenia que cavar para abrir una puerta?

 

Esto era para dar la impresi—n de que era algo secreto, algo escondido.

 

Pero tienes que entender hermano, que con Dios no hay secretos, y si tu est‡s mirando a cosas sucias en el Internet, por medio de la computadora o por el telŽfono, o por cable, tienes que entender que tu pecado en secreto aqu’, es esc‡ndalo abierto en el cielo.

 

10) EntrŽ, pues, y mirŽ; y he aqu’ toda forma de reptiles y bestias abominables, y todos los ’dolos de la casa de Israel, que estaban pintados en la pared por todo alrededor.

 

El lugar estaba lleno de im‡genes, de las religiones paganas, sat‡nicas.  Y esto estaba dentro de la casa de Dios.  pausa

 

Jam‡s olvidarŽ una iglesia que visitŽ en Chiapas, en San Crist—bal de las casas.  Dios tenia una casa all’, pero Dios ha sido echado de su casa hace tiempo.

 

 

En cada pared, desde el suelo hasta el techo, hab’a estatuas tras vidrios.  Jam‡s he visto tantos im‡genes en una casa de Dios, en toda mi vida.

 

Pero mi punto es que s’, es posible echar Dios de su casa, aun en los tiempos modernos.

 

11) Y delante de ellos estaban setenta varones de los ancianos de la casa de Israel, y Jaazan’as hijo de Saf‡n en medio de ellos, cada uno con su incensario en su mano; y sub’a una nube espesa de incienso.

 

Estaban adorando a estos im‡genes.  Y Saf‡n era un hombre santo, pero su hijo, un perverso.

 

Y estos no eran unos delincuentes de la calle, Áestos eran los ancianos del pueblo!

 

Esto seria como entrar en un cuarto aqu’ y descubrir al pastor y todos los ancianos, mirando videos de la pornograf’a, Ádentro de la iglesia!.

 

Y tenemos que reconocer que bajo tales circunstancias, Dios no puede morar all’, sino que es echado de su propia casa.

 

12) Y me dijo: Hijo de hombre, Àhas visto las cosas que los ancianos de la casa de Israel hacen en tinieblas, cada uno en sus c‡maras pintadas de im‡genes? Porque dicen ellos: No nos ve Jehov‡; Jehov‡ ha abandonado la tierra.

 

Ya no estaban caminando con Dios y por lo tanto no se sent’an la bendici—n de Dios en sus vidas.

 

Pero no era el momento de entregar se totalmente a la garras del diablo, sino que era el momento de recapacitar, de arrepentir se y de estar reconciliados.

 

Pero a estas alturas era muy tarde.  En este capitulo, para estos hombres, no hab’a llamada al arrepentimiento.  Todo esto era para justificar los juicios terribles que iban a caer.  Como dije la semana pasada, ya no hab’a remedio.

 

Y tengo que repetir, hermano, hermana, joven, lo que tu haces en secreto, aqu’ in la tierra, pensando que nadie te ve, tu pecado secreto en la tierra es un esc‡ndalo abierto en el cielo.

 

13) Me dijo despuŽs: VuŽlvete aœn, ver‡s abominaciones mayores que hacen Žstos.

No hab’a fin de sus abominaciones.  Y el mundo moderno est‡ copiando esa trayectoria, con iglesias en que los homosexuales, no arrepentidos sirvan como en los corros, o hasta ense–ando por el pulpito.

 

La contaminaci—n de la cultura est‡ acelerando, y los que no tienen discernimiento est‡n permitiendo mucho de esto entrar en la casa de Dios, para echar el residente principal.

 

14) Y me llev— a la entrada de la puerta de la casa de Jehov‡, que est‡ al norte; y he aqu’ mujeres que estaban all’ sentadas endechando a Tamuz.

 

No es muy claro, quien es ese Tamuz, pero se creen que era un dios de los paganos que supuestamente muri—, y las mujeres ten’an un rito en que se lloraban por Žl.

 

El punto es, que en la casa de Dios, en todos lados ten’an actividades iguales o peores que la adoraci—n de la santa muerte.

 

Es que abandonando la palabra de Dios, o declarando que solamente aceptas ciertas porciones de la palabra de Dios, toda forma contaminaci—n espiritual es posible.

 

15) Luego me dijo: ÀNo ves, hijo de hombre? VuŽlvete aœn, ver‡s abominaciones mayores que estas.

 

El profeta estaba otra vez en sus preparaciones.  Para clamar en contra del pueblo, tenia que ver lo que actualmente estaba pasando.

 

Personas como Ezequiel, que creci— en la santidad, a veces ni se puede concebir la magnitud de la maldad que existe en algunas iglesias, que hacen las ense–anzas mas suaves, para mantener congregaciones mas grandes.

 

16) Y me llev— al atrio de adentro de la casa de Jehov‡; y he aqu’ junto a la entrada del templo de Jehov‡, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehov‡ y sus rostros hacia el oriente, y adoraban al sol, postr‡ndose hacia el oriente.

 

Se daban la espala a Dios, y estaban adorando al sol.  Esto fue una manera muy eficaz de expresar el odio que ellos ten’an, por el Dios tres veces santo.  Estaban inclinados como tal vez, has visto los musulmanes inclinados cuando oren, pero daban sus espaldas a Dios.

Y todo esto ha pasado ya por tiempo.  Pero como vimos la semana pasado el fin de todo esto ha llegado ya.

 

Dios tenia que acabar con todo esto. Todo esto tenia que venir bajo el juicio severo.  pausa

 

En las ultimas semanas, ha habido mucha noticia en Europa sobre los esc‡ndalos por los abusos de los ni–os.

 

Y no me malentiendan hermanos, no estoy diciendo que los problemas solamente existan en la iglesia romana.  Pero mi punto es que cuando pasan estas barbaridades, sea que sea la iglesia o la denominaci—n, haciendo estas cosas en la casa de Dios, va a producir grandes juicios.

 

Y en estos momentos la iglesia de Roma esta sufriendo gran desprestigio en todo el mundo.

 

Y hay personas que entrando en sus abominaciones, crean por enga–o del diablo, que Dios no vea, o que nada pasar‡.

 

Es que tenemos que entender que en el reino de Dios, no hay privacidad, no hay secretos, y  claro no habr‡ impunidad.

 

San Pablo lo expres— muy bien para la iglesia de Corinto, en que hab’a mucha carnalidad, que entraba por la cultura corrompida de afuera.

1 Corintios 3:17     Si alguno destruyere el templo de Dios,

Dios le destruir‡ a Žl; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.

 

17) Y me dijo: ÀNo has visto, hijo de hombre? ÀEs cosa liviana para la casa de Jud‡ hacer las abominaciones que hacen aqu’? DespuŽs que han llenado de maldad la tierra, se volvieron a m’ para irritarme; he aqu’ que aplican el ramo a sus narices.

 

Aplicar el ramo a sus narices era una practica pagana de diferentes grupos de ind’genas.  Es que abandonando la palabra de Dios, caminando en su ignorancia, deseaban probar todo.

 

17) Y me dijo: ÀNo has visto, hijo de hombre? ÀEs cosa liviana para la casa de Jud‡ hacer las abominaciones que hacen aqu’? DespuŽs que han llenado de maldad la tierra, se volvieron a m’ para irritarme; he aqu’ que aplican el ramo a sus narices.

Hermano, joven, no crees nunca que es cosa liviana, jugar con la pornograf’a, o con la fornicaci—n, o las drogas, u otro vicio.

 

Si andas irritando a tu Dios, contaminando a ti mismo, est‡s jugando con fuego.

 

Y conozco ministerios y hasta iglesias enteras que han cerrado, cuando Dios ha sido echado de su casa.

 

No se puede juzgar lo que es bueno o malo, aceptable o inaceptable, por la cultura general de afuera.  Sino que mas bien, tenemos que recibir lo que Dios ha proclamado en su palabra, como el est‡ndar.

 

Bueno, hemos llegado al ultimo verso, en que Dios ha declarado su decisi—n sobro la manera en que ha sido echado de su casa.

 

18) Pues tambiŽn yo procederŽ con furor; no perdonar‡ mi ojo, ni tendrŽ misericordia; y gritar‡n a mis o’dos con gran voz, y no los oirŽ.

 

Podemos recibir muchas amonestaciones, muchas advertencias.

 

Podemos tener bastantes pasajes de la Biblia llamando por nuestra atenci—n, mientra Dios est‡ esperando, irritado pero aun con paciencia.

 

Pero vendr‡ el momento en que Dios dir‡ ÒBasta, ya no voy a soportar esto mas, sino que procederŽ con furor.

 

======================== Conclusi—n =======================

 

En nuestra iglesia ponemos mucho Žnfasis en la palabra de Dios.  Tratamos de estudiar todo, capitulo tras capitulo, y verso tras verso.

 

Es que la historia nos ha mostrado que cuando la palabra se pierda su prioridad en las iglesias, o cuando el liderazgo solamente acepta porciones de la palabra, la decadencia puede empezar.

 

Puede ser muy lento en el principio, como cuando Salom—n se levantaba templecillos para los dioses de sus muchas esposas.  Es como en la cultura moderna en que se dicen que toda religi—n tiene su lugar.

 

 

Pero no es cierto, Dios es muy particular, y se ha revelado lo que quiere en su casa.

 

Salom—n empezaba con algo peque–o, que poco a poco, pasando las generaciones, se tomaba control sobre toda la casa.

 

Y as’ es con el pecado en la vida de cualquier hermano.  Te empiezas con algo aparentemente sin peligro, dando lugar al diablo. 

 

Y el enemigo de tu alma dir‡, Òmuchas gracias, pero deseo un poquito masÓ.  Y poco a poco mas ‡reas de tu vida caigan bajo su control.

 

Hace unas semanas vimos la manera en que el diablo quiere robar la alabanza.  No la alabanza de cualquiera, sino la alabanza de las personas que est‡n en pacto con Dios.

 

Esto era muy evidente en las tentaciones de Cristo.

 

Mateo 4:8-10   Otra vez le llev— el diablo a un monte muy

alto, y le mostr— todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te darŽ, si postrado me adorares.

 

Entonces Jesœs le dijo: Vete, Satan‡s, porque escrito est‡: Al Se–or tu Dios adorar‡s, y a Žl s—lo servir‡s.

 

Pero en el capitulo de hoy, hemos visto como el diablo, con su astucia, lograba robar toda la alabanza de JerusalŽn, hasta que Dios mismo estaba echado de su casa.

 

Hermano, si tu has sido cayendo en la garras de este mundo, poco a poco, queremos orar por ti, porque est‡s jugando con fuego.

 

Pero la sangre de Cristo puede rescatar te, si te puedes responder en tiempo.

 

Y si no has sido bautizado aun, tu oportunidad vendr‡ en el d’a de la Pascua.

 

Y no olvides, que la Santa Cena viene en ocho d’as, y si quieres reconciliarte con tu Dios, ahora, puedes pasar, y oraremos contigo.

 

Vamos a orar!