17 de febrero de 19

 

Cuando No Hay Remedio

Ezequiel 7:1-27

Introducci—n

 

En poco tiempo, el mundo Cristiano estar‡ recordando los eventos de la Semana Santa.  Y una parte de aquella historia poderosa es relevante a nuestro mensaje de hoy.

 

Cristo vino a este mundo como Dios, pero al mismo tiempo era hombre.  Y como hombre estaba tentado. 

 

Y cuando se fue al huerto de Getseman’, se oraba, buscando si quiz‡s, hab’a otro remedio, para conseguir la salvaci—n de los suyos.

 

Mateo 26:39-42 Yendo un poco adelante, se postr— sobre su

rostro, orando y diciendo: Padre m’o, si es posible, pase de m’ esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tś.

 

Vino luego a sus disc’pulos, y los hall— durmiendo, y dijo a Pedro: ŔAs’ que no habŽis podido velar conmigo una hora?

 

Velad y orad, para que no entrŽis en tentaci—n; el esp’ritu a la verdad est‡ dispuesto, pero la carne es dŽbil.

 

Otra vez fue, y or— por segunda vez, diciendo: Padre m’o, si no puede pasar de m’ esta copa sin que yo la beba, h‡gase tu voluntad.

 

No era pecado, buscar otro remedio, pausa, era simplemente una tentaci—n.  Y ser tentado no es pecado.

 

Pero la historia est‡ muy clara.  No hubo otro remedio.

 

Para redimir a ti, y a mi, todo el precio, todo el precio infinito de nuestros pecados, ten’a que caer sobre Žl.  Es que la justicia, la justicia estricta de Dios tenia que recibir su precio completo.

 

Es que Dios es as’.  Un Dios de amor, pero al mismo tiempo, un Dios de equidad, en que jam‡s hay impunidad alguna.  Y con esa breve introducci—n podemos empezar

1-2) Vino a m’ palabra de Jehov‡, diciendo: Tś, hijo de hombre, as’ ha dicho Jehov‡ el Se–or a la tierra de Israel: El fin, el fin viene sobre los cuatro extremos de la tierra.

 

Antes que nada, el profeta deseaba informar nos que estas son palabras que vinieron del Esp’ritu de Dios.  Nada de esto era de su propia opini—n, ni de su propia imaginaci—n.

 

Cuando habla del fin, no es amenaza.  A estas alturas, todas las amenazas, todas las amonestaciones han sido agotadas, en vano.

 

3) Ahora ser‡ el fin sobre ti, y enviarŽ sobre ti mi furor, y te juzgarŽ segśn tus caminos; y pondrŽ sobre ti todas tus abominaciones.

 

Aqu’ Dios asegura, que cuando los juicios caigan, no ser‡n arbitrarios, no ser‡n excesivos, sino que ser‡n conformes a lo que el pueblo merec’a.

 

Es verdad que se habla del furor de Dios, pero no ser‡ un furo descontrolado, sino bien medido y determinado.

 

4) Y mi ojo no te perdonar‡, ni tendrŽ misericordia; antes pondrŽ sobre ti tus caminos, y en medio de ti estar‡n tus abominaciones; y sabrŽis que yo soy Jehov‡.

 

Aqu’ se ve muy claramente que esto no era una invitaci—n al arrepentimiento.  El tiempo del arrepentimiento ya ha pasado.  Ahora, no hab’a ningśn otro remedio.

 

Y claro, los seres humanos, normalmente no desean pensar de su Dios en estos tŽrminos.  Prefieren creer que siempre hay esperanza, y que siempre hay la posibilidad de una reconciliaci—n.  Pero en este caso no.

 

Es como Cristo, en el huerto de su ultima tentaci—n, buscando otro remedio, y simplemente no hubo.

 

A veces hay hermanos que pasan al frente pidiendo oraciones por seres amados que acaban de fallecer. Pero tenemos que reconocer, hermanos, que despuŽs de la muerte, no hay remedio.  Lo hecho, hecho est‡.

 

Hebreos 9:27   Est‡ establecido para los hombres que mueran

una sola vez, y despuŽs de esto el juicio.

 

 

 

Otros, a travŽs de los siglos, han inventado el concepto del purgatorio, tratando de pensar que quiz‡s despuŽs de pasar unos largos siglos sufriendo, habr‡ un remedio, y que los sufrimientos eternos no ser‡n, despuŽs de todo, tan completamente eternos.

 

Pero es un concepto antib’blico, que ha sido la base de muchos abusos.

 

Pero es entendible que los seres humanos buscan tales fantas’as, porque el hombre en su carnalidad, no quiere aceptar el concepto en que viene el momento, cuando no hay remedio.

 

5) As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or: Un mal, he aqu’ que viene un mal.

 

Cuando dice un mal aqu’, en este contexto, est‡ hablando de un desastre, un cat‡strofe.

 

6-7) Viene el fin, el fin viene; se ha despertado contra ti; he aqu’ que viene.  La ma–ana viene para ti, oh morador de la tierra; el tiempo viene, cercano est‡ el d’a; d’a de tumulto, y no de alegr’a, sobre los montes.

 

La alegr’a sobre los montes habla de sus festivos paganos, y sus puras abominaciones.  Y esto es exactamente lo que tenia que acabar.

 

Recordando el contexto, Ezequiel estaba ya en Babilonia, y hab’an muchos aun en JerusalŽn.  Jerem’as, conociendo los tiempos dijo que era mejor estar deportado a Babilonia, o aun escapar a Egipto, porque en estos momentos, JerusalŽn era un lugar de m‡ximo peligro.

 

8) Ahora pronto derramarŽ mi ira sobre ti, y cumplirŽ en ti mi furor, y te juzgarŽ segśn tus caminos; y pondrŽ sobre ti tus abominaciones.

 

Algunos, cuando llegan a un capitulo como este, se preguntan ŇŔAcaso Dios no es misericordioso?Ó.

 

Y la respuesta es si, pero.

 

Salmos 103:8   Misericordioso y clemente es Jehov‡;

Lento para la ira, y grande en misericordia.

 

 

Dios es muy lento, para la ira.  Pero los que continśan  una y otra vez provocando le, se pueden despertar su ira.

 

Nśmeros 14:18  Jehov‡, tardo para la ira y grande en

misericordia, que perdona la iniquidad y la rebeli—n, aunque de ningśn modo tendr‡ por inocente al culpable; que visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos.

 

Los que respondan a la llamada del arrepentimiento s’ pueden encontrar la misericordia con Dios.  Pero los que est‡n duros en sus rebeliones, van a llegar, tarde o temprano van a llegar al punto, en que simplemente no hay remedo.

 

9) Y mi ojo no perdonar‡, ni tendrŽ misericordia; segśn tus caminos pondrŽ sobre ti, y en medio de ti estar‡n tus abominaciones; y sabrŽis que yo Jehov‡ soy el que castiga.

 

Si has estado con el Se–or por un tiempo, escuchando predicaciones, o estudiando solo, te has enterado de que hay diferentes nombres de Dios de que se predican a veces.

 

Hay muchos comoÉ

     El Shaddai (Dios Todopoderoso)

     El Roi (Dios que ve).

     Yahveh-Mekoddishkem: Se–or santificador

     Yahveh-Jireh: El Se–or proveer‡.

 

Y hay muchos mas.  Pero hay uno, en este verso, Jehov‡ Nakah, o sea el Dios que golpea, de que casi nadie quiere hablar.

 

Cuando dice yo Jehov‡ soy el que castiga, es Jehov‡ Nakah.

 

Pero casi te puedo asegurar que no vas a escuchar ni canciones ni predicaciones sobre este nombre.  Es que los seres humanos no quieren pensar de su Dios as’.  No desean un Dios tan B’blico.

 

10) He aqu’ el d’a, he aqu’ que viene; ha salido la ma–ana; ha florecido la vara, ha reverdecido la soberbia.

 

Hay mucho en las escrituras sobre el orgullo y la soberbia, el pecado principal del diablo, y el defecto que el diablo desea plantar en ti y en mi.

 

 

Es que el diablo sabe que en su caso, no hay remedio.  Pero no quiere morar en esta desesperaci—n solito, sino que desea traer a otros a su lado.

 

11) La violencia se ha levantado en vara de maldad; ninguno quedar‡ de ellos, ni de su multitud, ni uno de los suyos, ni habr‡ entre ellos quien se lamente.

 

No habr’a nadie para lamentar por varias razones.  Primero, no hubo tiempo, todos estaban sufriendo el mismo.  Y en segundo lugar, viviendo, solamente se observaba mas miseria.

 

Hab’a ya mucha violencia, dice.  Y esto es comśn aun en nuestros tiempos, donde hay grandes cantidades de la idolatr’a.

 

El caso de Chapo del cartel de Sinaloa, ha acabo aqu’, y muchos estaban horrorizado por la magnitud de su atrocidades en contra de sus enemigos.

 

Pero estos niveles de la violencia son normales, cuando no hay remedio.

 

Y por supuesto, antes del gran diluvio de NoŽ, tambiŽn hab’a violencia en todos lados, que era parte de la raz—n de el gran despliegue del furor de nuestro Dios.

 

GŽnesis 6:13   Dijo, pues, Dios a NoŽ: He decidido el fin

de todo ser, porque la tierra est‡ llena de violencia a causa de ellos; y he aqu’ que yo los destruirŽ con la tierra.

 

12) El tiempo ha venido, se acerc— el d’a; el que compra, no se alegre, y el que vende, no llore, porque la ira est‡ sobre toda la multitud.

 

Era necesario mencionar unos puntos econ—micos.  Porque cuando parece que los juicios de Dios vienen, muchos imaginan que tendr‡n otros remedios, por de sus recursos econ—micos.

 

Pero esa esperanza falsa tenia que estar aplastada.

 

12) El tiempo ha venido, se acerc— el d’a; el que compra, no se alegre, y el que vende, no llore, porque la ira est‡ sobre toda la multitud.

 

 

Normalmente, el que compraba era alegre, porque tenia la oportunidad de comprar de uno que estaba desesperado. 

 

Uno que tenia que vender porque no tenia recursos, tambiŽn pudo llorar por su perdida triste.  Pero dice Ezequiel que no.

 

El que compraba no tenia raz—n de gozar se porque jam‡s iba a disfrutar su nueva tierra.

 

Y el vendedor no tenia que llorar por esto.  Claro tendr’a bastante razones de llorar, pero no por sus tierras, porque iba a perder sus tierras de todos modos.

 

13) Porque el que vende no volver‡ a lo vendido, aunque queden vivos; porque la visi—n sobre toda la multitud no se revocar‡, y a causa de su iniquidad ninguno podr‡ amparar su vida.

 

TambiŽn por las leyes del jubileo, uno pudo recuperar sus tierras en el jubileo que venia cada cincuenta a–os.  Pero esto no iba a pasar, porque no serian viviendo bajo las leyes buenas de Dios, sino que iban a vivir bajo las leyes crueles y arbitrarias de los incrŽdulos.

 

14) Tocar‡n trompeta, y preparar‡n todas las cosas, y no habr‡ quien vaya a la batalla; porque mi ira est‡ sobre toda la multitud.

 

Otra esperanza falsa era su poder militar.  A veces los que andan armados, creen que ya tienen otro remedio para resistir los juicios de Dios.

 

Pero los soldados de Israel no iban a lograr nada porque Dios ya no estaba con ellos.  Al contrario Dios estaba en su contra.  Por esto no hab’a remedio.

 

Y por esto los generales iban a sentir un poco frustrados de que cuando se tocaban la trompeta para preparar para la defensa de la cuidad, nadie iba a responder.

 

15) De fuera espada, de dentro pestilencia y hambre; el que estŽ en el campo morir‡ a espada, y al que estŽ en la ciudad lo consumir‡ el hambre y la pestilencia.

 

Este verso no nos da nade nuevo.  Pero Dios sabia que era necesario repetir esto, porque el pueblo no iba a creer lo.

 

 

Es como en el ministerio de Cristo, el Se–or hablaba mucho sobre las llamas del infierno.

 

No era suficiente mencionar esto una sola vez sino que lo tenia que repetir, con muchos ejemplos, con diferentes par‡bolas, a veces hablando del dolor, a veces de las llamas, a veces del llanto y del crujir de dientes. 

 

Pero aun con todas las repeticiones, hay Cristianos ahora que vivan como que el infierno ni existiera.

 

16) Y los que escapen de ellos huir‡n y estar‡n sobre los montes como palomas de los valles, gimiendo todos, cada uno por su iniquidad.

 

En este caso, su escape no es un remedio.  Sino que iban a vivir en la miseria, como Ca’n, un refugio constante, siempre temiendo de que uno iba a encontrar lo, y matar lo.

 

17) Toda mano se debilitar‡, y toda rodilla ser‡ dŽbil como el agua.

 

Es que los que no vivan en el temor de Dios, pueden s’ vivir en el temor de todo lo dem‡s.  Pueden temblar por las bestias feroces, o por los humanos feroces, o por las enfermedades feroces.

 

Pero tirando el temor de Dios a un lado, te invitas toda otra forma de temor, dejando tus rodillas dŽbiles como el agua.

 

18) Se ce–ir‡n tambiŽn de cilicio, y les cubrir‡ terror; en todo rostro habr‡ vergźenza, y todas sus cabezas estar‡n rapadas.

 

No se pudieran buscar animo con otros.  Si ten’an otros amigos o alguien en su parentesco que era muy astuto, normalmente capaz de ayudar, pausa, ser’a inśtil.

 

Porque ellos mismos iban a sentir la vergźenza y la desesperanza.

 

19) Arrojar‡n su plata en las calles, y su oro ser‡ desechado; ni su plata ni su oro podr‡ librarlos en el d’a del furor de Jehov‡; no saciar‡n su alma, ni llenar‡n sus entra–as, porque ha sido tropiezo para su maldad.

 

Otra vez se regrese a lo econ—mico, porque muchos pongan su fe all’.

Es que en muchos desastres los ricos pueden escapar, a veces a una casa que tienen en otro lado, como unos de nuestros hermanos tienen propiedades o hasta casas en otras partes.

 

Pero cuando no hay remedio, ni el dinero te puede ayudar.

 

Cuando no hay comida, no se puede comer ni el oro ni la plata.  Tus cuentas bancarias ser‡n simplemente unos nśmeros en una computadora que Dios puede borrar cuando quiere.

 

Es que hasta Solomon nos ense–aba que el dinero no es śtil cuando tienes que luchar con el furor de Dios.

 

Proverbios 11:4 No aprovechar‡n las riquezas en el d’a

de la ira;

Mas la justicia librar‡ de muerte.

 

20) Por cuanto convirtieron la gloria de su ornamento en soberbia, e hicieron de ello las im‡genes de sus abominables ’dolos, por eso se lo convert’ en cosa repugnante.

 

Dios tenia toda la raz—n del mundo haciendo su dinero inśtil, porque ellos empleaban su dinero, su oro, su plata para levantar sus ’dolos.

 

As’ que era completamente justo, destruir toda su riqueza.

 

21) En mano de extra–os la entreguŽ para ser saqueada, y ser‡ presa de los imp’os de la tierra, y la profanar‡n.

 

Dios ya ha decidido el destino de sus riquezas.  Estaba programada para ser el bot’n, los premios de la guerra.

 

Los babilonios iban a llevar todo, y hacer lo que ellos deseaban, burlando y mofando de un pueblo tan derrotado.

 

Es que esto es lo que pasa, pausa, cuando no hay remedio.

 

22) Y apartarŽ de ellos mi rostro, y ser‡ violado mi lugar secreto; pues entrar‡n en Žl invasores y lo profanar‡n.

 

Esto era el colmo.  Es que muchos pusieron su confianza en el templo.  Dios jam‡s iba permitir que su propio templo sea derribado.  pausa

 

 

Pero esto es exactamente lo que Dios estaba planeando, porque su pueblo empleaba hasta el templo, para formar su esperanza falsa.

 

23) Haz una cadena, porque la tierra est‡ llena de delitos de sangre, y la ciudad est‡ llena de violencia.

 

Cuando uno es un delincuente, ante la sociedad o ante la Santa Ley de Dios, no se cree que realmente es tal malo.

 

El hombre siempre tiene maneras de justificar su pecado y hasta sus crimines.  Sabemos que el pecado es muy enga–oso.

 

Hebreos 3:13   Antes exhortaos los unos a los otros cada

d’a, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el enga–o del pecado.

 

Pero en el caso de Israel, en el tiempo de Ezequiel, Dios deseaba romper ese gran enga–o, por esto se llamaba por una cadena.

 

23) Haz una cadena, porque la tierra est‡ llena de delitos de sangre, y la ciudad est‡ llena de violencia.

 

A veces cuando el delincuente viene delante de la corte con las cadenas sobre sus manos y sus piernas, se puede empezar a sentir que quiz‡s, es cierto, quiz‡s realmente es un delincuente.

 

24) TraerŽ, por tanto, los m‡s perversos de las naciones, los cuales poseer‡n las casas de ellos; y harŽ cesar la soberbia de los poderosos, y sus santuarios ser‡n profanados.

 

Israel estaba ya derrotado.  Pero Dios no iba a derrotar los con cualquiera naci—n, sino que tenia que ser de los mas perversazas de las naciones que tomaron control de todo, porque los castigos son los mas exquisitos, cuando ya no hay remedio.

 

25) Destrucci—n viene; y buscar‡n la paz, y no la habr‡.

 

ŔPero como es que el pueblo de Dios iba a buscar la paz, pero seria imposible encontrar la?

 

La respuesta es muy sencillo, llegaron a la etapa en que simplemente no hay remedio.

 

A lo mejor San Pablo pensaba en este pasaje cuando dijoÉ

 

1 Tesalonicenses 5:3 Que cuando digan: Paz y seguridad,

entonces vendr‡ sobre ellos destrucci—n repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escapar‡n.

 

26) Quebrantamiento vendr‡ sobre quebrantamiento, y habr‡ rumor sobre rumor; y buscar‡n respuesta del profeta, mas la ley se alejar‡ del sacerdote, y de los ancianos el consejo.

 

Los sufrimientos iban a venir como olas del mar.

 

Los que pasan su eternidad en el lago de fuego, solamente pueden esperar la ira viniendo como olas grande que vienen a la orilla del mar.

 

Se sufran horriblemente, y despuŽs hay una pausa, y despuŽs otra ola grande viene, quebrantando sobre ellos.

 

26) Quebrantamiento vendr‡ sobre quebrantamiento, y habr‡ rumor sobre rumor; y buscar‡n respuesta del profeta, mas la ley se alejar‡ del sacerdote, y de los ancianos el consejo.

 

Esto es tal vez unos de los peores castigos, en que no habr’a acceso a la palabra de Dios.  Se despreciaban la santa palabra, y ahora seria alejada de ellos.

 

Se pudiera huir a sus profetas falsos, a sus sacerdotes corruptos pero por medio de ellos no iban a recibir nada.

 

Los ancianos de gran reputaci—n por sus consejos y sus soluciones, serian tambiŽn completamente inśtiles.

 

27) El rey se enlutar‡, y el pr’ncipe se vestir‡ de tristeza, y las manos del pueblo de la tierra temblar‡n; segśn su camino harŽ con ellos, y con los juicios de ellos los juzgarŽ; y sabr‡n que yo soy Jehov‡.

 

La esperanza final que tenia que derrumbar era su confianza en sus lideres, su rey despuŽs de todo tendr’a que tener una manera de ayudar les.  ŔNo?

 

Pero no, el rey simplemente era otro ser humano, tratando de vivir d’a tras d’a, en una situaci—n en que simplemente no hab’a remedio.

 

 

======================== Conclusi—n =======================

 

Bueno, no creo que este capitulo sea el favorito de nadie.

 

Ni tampoco muchos van a ense–ar en las escuelas dominicales sobre el nombre Jehov‡ Nakah, o sea el Dios que golpea.

 

Tampoco vamos a escuchar canciones populares sobre esto.

 

Pero as’ Dios ha revelado a si mismo en su palabra.  Y existe algo saludable en recibir a Dios como es, no como nosotros, lo preferimos imaginar.

 

Y si tu hermano, hermana, sientes como que tienes que reconciliar te con ese Dios, Jehov‡ Nakah, mientras aun hay tiempo para ti, puedes pasar en unos momentos y oraremos contigo.               

 

Vamos a orar!