15 de febrero de 19
Visiones De La Reconstrucci—n
Zacar’as 1:1-21
El profeta Zacar’as vivi— al mismo tiempo de
Hageo. Cuando los hermanos
actualmente recibieron las exhortaciones de Hageo, Dios estaba aun mas
misericordioso para mostrar les otro profeta de gran profundidad.
Hageo hablaba de Cristo un poco, pero Zacar’as
hablar‡ mucho del Rey de reyes, siendo casi al fin del testamento antiguo,
solamente viene Malaqu’as antes de Mateo.
El tiempo del deseo de todas las naciones estaba
cada vez mas cerca.
1) En
el octavo mes del a–o segundo de Dar’o, vino palabra de Jehov‡ al profeta
Zacar’as hijo de Berequ’as, hijo de Iddo, diciendo:
Un detalle triste, es que cuentan los a–os no por
ningśn rey del pueblo de Dios, sino por los reyes paganos, como antes cuando
estaban en Babilonia.
Daniel 8:1 En
el a–o tercero del reinado del rey Belsasar
me apareci— una visi—n a
m’, Daniel, despuŽs de aquella que me hab’a aparecido antes.
ŇEl a–o tercero del reinado del rey BelsasarÓ pausa,
Se marcaron sus calendarios por el dominio de los
paganos, porque aun estaban viviendo bajo el dominio de los paganos.
Recordando en, por ejemplo É
2 Reyes 18:9 En el cuarto a–o del rey Ezequ’asÉ
Marcaron los a–os de acuerdo con el dominio de sus
propios reyes, y aun durante los tiempos de la venido de Cristo, el pueblo de
Dios estaba bajo el dominio de los Romanos. Pero quŽ tal con nosotros.
Nosotros estamos en el a–o 2019, Ŕpero de que? 2019 a–os del Reino de Cristo, nuestro
Rey que est‡ gobernando ya, a la diestra de su Padre.
As’ que nosotros marcamos nuestros calendarios
conforme a nuestro propio Rey, disfrutando de su dominio eterno. Y esto jam‡s va a acabar hasta el fin
del mundo.
Como Cristo hablaba en el ultimo verso del libre de
Mateo, Ňhe aqu’ yo estoy con vosotros todos los d’as, hasta el fin del mundo.
AmŽn.Ó
1) En
el octavo mes del a–o segundo de Dar’o, vino palabra de Jehov‡ al profeta
Zacar’as hijo de Berequ’as, hijo de Iddo, diciendo: Se enoj— Jehov‡ en gran
manera contra vuestros padres.
El profeta empieza con amonestaciones, como otros,
pero esto no ser‡ otro libro de juicios sobre el pueblo de Dios. Al contrario, ser‡ un libro de gran
animo, y sobre la temporada de la reconstrucci—n,
sobre c—mo van a extender el dominio de Cristo en el mundo.
Pero en su tiempo, como ahora, era necesario caminar
en la limpieza si deseaba ver grandes logros.
3)
Diles, pues: As’ ha dicho Jehov‡ de los ejŽrcitos: Volveos a m’, dice Jehov‡ de
los ejŽrcitos, y yo me volverŽ a vosotros, ha dicho Jehov‡ de los ejŽrcitos.
Dios mismo estaba buscando la reconciliaci—n. Dios mismo deseaba derramar las
bendiciones del pacto. Pero
dedicados al pecado, es f‡cil perder la protecci—n y la abundancia de Dios.
Y como en nuestros tiempos, muchos eran ignorantes
de la historia, j—venes vivieron como que solamente su generaci—n era
importante. Y olvidando de
los errores del pasado es f‡cil repetir los errores del pasado.
Por esto hay un poquito de exhortaci—n empezando el
libro.
4) No
se‡is como vuestros padres, a los cuales clamaron los primeros profetas,
diciendo: As’ ha dicho Jehov‡ de los ejŽrcitos: Volveos ahora de vuestros malos
caminos y de vuestras malas obras; y no atendieron, ni me escucharon, dice
Jehov‡.
Dios nos ha dado una Biblia bastante grande y llena
de historias actuales, porque es posible aprender c—mo evitar los errores mas
comunes, las consecuencias que atiendan las diferentes rebeliones.
Y aunque debemos de honrar a nuestros propios padres,
nuestros antepasados, pausa, no es
correcto copiar sus errores.
Efesios 6:1 Hijos,
obedeced en el Se–or a vuestros padres,
porque esto es justo.
Dice Ňen el Se–orÓ, porque ni los hijos tienen que
obedecer a sus padres si exijan algo il’cito. Siempre tenemos que honrar a nuestros padres, pero no
tenemos que seguir les, en sus errores.
5)
Vuestros padres, Ŕd—nde est‡n? y los profetas, Ŕhan de vivir para siempre?
Ten’an que reflejar un poquito sobre los śltimos
a–os graves, antes del exilio a Babilonia, y como la cultura era cada vez mas
contaminada, como en nuestros tiempos.
Todos sus padres, ya murieron. Y si se murieron en sus pecados, estaban
ya no en la gloria, sino en el tormento eterno.
Y ni los profetas como Isa’as o Jerem’as estaban
viv’os, sino que todos se fueron a la tumba.
Pero sus mensajes, la palabra de Dios, las
amonestaciones sabias estaban siempre delante de sus ojos.
Y es evidente que esto era el puntoÉ
6)
Pero mis palabras y mis ordenanzas que mandŽ a mis siervos los profetas, Ŕno
alcanzaron a vuestros padres? Por eso volvieron ellos y dijeron: Como Jehov‡ de
los ejŽrcitos pens— tratarnos conforme a nuestros caminos, y conforme a
nuestras obras, as’ lo hizo con nosotros.
El pueblo tenia que reconocer, pensando un poco, que
todo lo que Dios amenazaba a sus padres, por muy terrible que era, todo pas—.
Las amenazas no eran vac’as, sino que vino lo
prometido, y por lo tanto, no era el momento de regresar a aquella forma de
error y repetir todo de nuevo.
Bueno, esto era la primera parte, un poquito de
amonestaci—n, pero el juicio no ser‡ el tema hoy, sino las visiones, las visiones
gloriosas de la reconstrucci—n.
7-8)
A los veinticuatro d’as del mes undŽcimo, que es el mes de Sebat, en el a–o
segundo de Dar’o, vino palabra de Jehov‡ al profeta Zacar’as hijo de Berequ’as,
hijo de Iddo, diciendo:
Vi de
noche, y he aqu’ un var—n que cabalgaba sobre un caballo alaz‡n, el cual estaba
entre los mirtos que hab’a en la hondura; y detr‡s de Žl hab’a caballos
alazanes, overos y blancos.
Las visiones
ser‡n un poco extra–os, pero ser‡n bien pr‡cticos. Se creen comśnmente, que el var—n sobre el caballo rojo es
Cristo.
Y est‡n en un lugar bajo, no muy elevado, entre
‡rboles llamados mirtos, que eran muy finos.
La iglesia era muy peque–a. En los tiempos de Moses mas de dos
millones salieron de Egipto. Pero
ahora bajo Zorobabel, ten’an unos cincuenta mil.
Como vimos terminando Hageo, eran pocos, en tiempos
peligrosos, y caminando por vista, era f‡cil de sentir temor.
Pero tu y yo hermano, no estamos llamados a caminar
por vista sino por fe. Estamos
llamados a caminar por fe en las promesas gloriosas mandadas a nosotros por la
palabra.
9)
Entonces dije: ŔQuŽ son Žstos, se–or m’o? Y me dijo el ‡ngel que hablaba
conmigo: Yo te ense–arŽ lo que son Žstos.
Si se llaman la persona un ‡ngel, no quiere decir
que es menos que Cristo, Dios en carne.
Es que en diferentes lugares del testamento antiguo, Cristo apareci—
como el ‡ngel del Se–or.
Es que aun antes de su encarnaci—n, Cristo cuidaba,
exhortaba y rogaba por su iglesia.
10) Y
aquel var—n que estaba entre los mirtos respondi— y dijo: Estos son los que
Jehov‡ ha enviado a recorrer la tierra.
Cristo, como ahora, estaba en un lugar bajo, con su
pueblo, para proteger, para animar, y para lograr nuevos dominios.
Para ayudar nos, habla de seres pasando por toda la
tierra, observando lo que estaba pasando.
Claro, Dios no necesita esa manera de colectar la informaci—n,
ya sabe todo, pero son expresiones que nos ayudan a entender como Dios est‡ enterado
de todo lo que est‡ pasando.
Hasta en el libro de Job, Satan‡s mismo andaba as’,
observando.
Job 1:6-7 Un
d’a vinieron a presentarse delante de Jehov‡ los
hijos de Dios, entre los
cuales vino tambiŽn Satan‡s. Y
dijo Jehov‡ a Satan‡s: ŔDe d—nde vienes? Respondiendo Satan‡s a Jehov‡, dijo:
De rodear la tierra y de andar por ella.
Es como que los de la esfera espiritual est‡n muy
atentos a lo que pasa con nosotros.
Esto es el punto.
11) Y
ellos hablaron a aquel ‡ngel de Jehov‡ que estaba entre los mirtos, y dijeron:
Hemos recorrido la tierra, y he aqu’ toda la tierra est‡ reposada y quieta.
Es normal creer que la paz, la tranquilidad es algo
deseable.
Y claro, nosotros deseamos paz con Dios, paz en las
familias y paz en las iglesias.
Pero aqu’ se hablan de una paz que no es nada buena. El pueblo de Dios estaba muy bajo,
hasta sufriendo, y el mundo alrededor estaba prosperando en su iniquidad, mas o
menos como en nuestros tiempos.
Y esto no es la paz que Dios quiere. Cristo mismo ense–aba sobre esa paz
fingida.
Mateo 10:34-36 No
pensŽis que he venido para traer paz a
la tierra; no he venido
para traer paz, sino espada.
Porque he venido para
poner en disensi—n al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la
nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre ser‡n los de su casa.
Esa doctrina parece espantosa a algunos, pero si
estamos proclamando Jesśs como Rey, y compartiendo su verdad y las
implicaciones de ella, no habr‡ siempre una paz, sino una gran resistencia.
12)
Respondi— el ‡ngel de Jehov‡ y dijo: Oh Jehov‡ de los ejŽrcitos, Ŕhasta cu‡ndo
no tendr‡s piedad de JerusalŽn, y de las ciudades de Jud‡, con las cuales has
estado airado por espacio de setenta a–os?
Esto es como Cristo, en intercesi—n por su
iglesia. No queremos paz con los
del mundo si estos andan en rebeli—n, en contra de Cristo.
Y tenemos que rogar por el poder del Esp’ritu Santo
para predicar, ha veces en contra del mundo, para avanzar el reino de Cristo
aqu’.
Nosotros andamos orando por recursos, y Cristo es
activo en la intercesi—n por nosotros.
Romanos 8:32-34 El
que no escatim— ni a su propio Hijo,
sino que lo entreg— por
todos nosotros, Ŕc—mo no nos dar‡ tambiŽn con Žl todas las cosas?
ŔQuiŽn acusar‡ a los
escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
ŔQuiŽn es el que
condenar‡? Cristo es el que muri—; m‡s aun, el que tambiŽn resucit—, el que
adem‡s est‡ a la diestra de Dios, el que tambiŽn intercede por nosotros.
13) Y
Jehov‡ respondi— buenas palabras, palabras consoladoras, al ‡ngel que hablaba conmigo.
De esto estudiaremos en el libro de Zacar’as, de palabras
buenas, palabras consoladoras.
14) Y
me dijo el ‡ngel que hablaba conmigo: Clama diciendo: As’ ha dicho Jehov‡ de
los ejŽrcitos: CelŽ con gran celo a JerusalŽn y a Sion.
Esta vez Dios no estaba celoso en contra de su
pueblo, sino que Dios estaba celoso a favor de su pueblo.
15) Y
estoy muy airado contra las naciones que est‡n reposadas; porque cuando yo
estaba enojado un poco, ellos agravaron el mal.
Dios empleaba a las naciones para castigar a su
pueblo.
Pero ellos cometieron muchas atrocidades en el
proceso, y todo eso tenia que recibir su recompensa.
16)
Por tanto, as’ ha dicho Jehov‡: Yo me he vuelto a JerusalŽn con misericordia;
en ella ser‡ edificada mi casa, dice Jehov‡ de los ejŽrcitos, y la plomada ser‡
tendida sobre JerusalŽn.
Estas son la
visiones de la reconstrucci—n.
Iban a no solamente reconstruir
el templo, sino la cuidad, y no solamente la cuidad, sino la naci—n, y despuŽs
Cristo iba a venir, y morir, y resucitar, dando a nosotros la tarea de reconstruir al mundo entero, conforme a
su palabra.
As’ que lo que est‡ pasando en el libro de Zacar’as
ser‡ una inspiraci—n de grandes logros para toda la historia de la iglesia. Y veremos muy pronto c—mo.
17)
Clama aśn, diciendo: As’ dice Jehov‡ de los ejŽrcitos: Aśn rebosar‡n mis
ciudades con la abundancia del bien, y aśn consolar‡ Jehov‡ a Sion, y escoger‡
todav’a a JerusalŽn.
Esta es una promesa gloriosa, que extiende hasta a
nuestros tiempos y la promesa de Cristo cuando dijo ŇedificarŽ mi iglesia, y
las puertas del hades no prevalecer‡n contra ellaÓ.
En las reuniones anuales, hicimos reflexiones de
c—mo Dios ha cuidado de nosotros por casi veinte a–os como iglesia. Siempre hemos tenido un lugar de
reunir, siempre hemos tenido el tiempo de diez de la ma–ana en domingo, un
privilegio que muchos no han disfrutado.
Pero nada de esto ha pasado por accidente, ni por
nuestra propia astucia, todo esto ha sido por la gracia, el amor de nuestro
Se–or.
18)
DespuŽs alcŽ mis ojos y mirŽ, y he aqu’ cuatro cuernos.
El animo y el alivio recibido no era
suficiente. Para luchar en contra
de toda resistencia, iban a necesitar mas, y nosotros tambiŽn.
19) Y
dije al ‡ngel que hablaba conmigo: ŔQuŽ son Žstos? Y me respondi—: Estos son
los cuernos que dispersaron a Jud‡, a Israel y a JerusalŽn.
En todos lados, el pueblo de Dios tenia cuernos
empujando.
Y los cuernos en las visiones son poderes, a veces gobiernos, u otro enemigos tratando
de empujar nos, a dejar les en paz y no atacar a sus conciencias con la Santa
Ley de Dios.
Los cuernos siempre son nuestra molestia, como las
escuela ahora llenando las mentes de los ni–os con conceptos falsos sobre la
moralidad. pausa
Pero estos cuernos tienen su remedio.
20)
Me mostr— luego Jehov‡ cuatro carpinteros.
ŔQue es un carpintero? ÁCristo vino como carpintero!
El carpintero no es un gran pol’tico, sino que
normalmente es un hombre humilde, y tiene gran capacidad y astucia para
construir cosas de gran valor.
21) Y
yo dije: ŔQuŽ vienen Žstos a hacer? Y me respondi—, diciendo: AquŽllos son los
cuernos que dispersaron a Jud‡, tanto que ninguno alz— su cabeza; mas Žstos han
venido para hacerlos temblar, para derribar los cuernos de las naciones que
alzaron el cuerno sobre la tierra de Jud‡ para dispersarla.
Hermanos, estamos en una guerra. Pero las armas de nuestra milicia no
son carnales.
2 Corintios 10:3-5 Pues
aunque andamos en la carne, no
militamos segśn la carne; porque
las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la
destrucci—n de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta
contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la
obediencia a Cristo.
Los carpinteros son personas humildes, pastores,
ancianos, personas que ense–an a los ni–os, evangelistas y expertos en la
apologŽtica.
Y cuando andamos ense–ando con poder del Esp’ritu,
la pura palabra de Dios, los cuernos se tiemblan.
Y aunque los cuernos tienen grandes poderes en la
cultura, en el gobierno, en la delincuencia, en las medias, nosotros estamos
resistiendo con la pura palabra de Dios diciendo, ŇAs’ dice el Se–orÓ, y los cuernos respondan temblando.
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Conclusi—n -----------------------
Hermanos nuestros adversarios pueden fingir como que
no tienen miedo, pero en el fondo saben que nosotros somos los ganadores, y
ellos tienen gran miedo.
Y esto era evidente en el testimonio de Rahab la
prostituta.
JosuŽ 2:8-11 Antes
que ellos se durmiesen, ella subi— al
terrado, y les dijo:
SŽ que Jehov‡ os ha dado
esta tierra; porque el temor de vosotros ha ca’do sobre nosotros, y todos los
moradores del pa’s ya han desmayado por causa de vosotros.
Porque hemos o’do que
Jehov‡ hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de
Egipto, y lo que habŽis hecho a los dos reyes de los amorreos que estaban al
otro lado del Jord‡n, a Seh—n y a Og, a los cuales habŽis destruido.
Oyendo esto, ha desmayado nuestro coraz—n; ni ha
quedado m‡s aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehov‡
vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra.
Hermanos, el libro de Zacar’as va a llamar nos a un
esp’ritu de victoria, para avanzar la reconstrucci—n.
Y si tu quieres vivir como parte de esa victoria, y
no como uno que solamente est‡ mirando a lo que pasa, pausa puedes pasar al frente, y oraremos para ti.
Vamos
a Orar