8 de febrero de 19

Cobrad  çnimo

Hageo 2:1-23

Ha pasado unos meses desde las profec’as del primer capitulo, pero ahora, el pueblo necesitaba mas ‡nimo.  Finamente estaban activos en la construcci—n del templo, y cuando uno se decide realmente a servir en el reino, el diablo puede venir tratando de robar te del gozo.

 

1-2) En el mes sŽptimo, a los veintiśn d’as del mes, vino palabra de Jehov‡ por medio del profeta Hageo, diciendo:

Habla ahora a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Jud‡, y a JosuŽ hijo de Josadac, sumo sacerdote, y al resto del pueblo, diciendo:

 

Hay que recordar el contexto.  El pueblo ya estaba de nuevo en la tierra, despuŽs de unos sesenta a–os en Babilonia, y estaban empezando todo de nuevo.

 

Y en el libro de Esdras, te puedes ver que aun hab’a unas personas grandes que pudieron recordar el gran tempo de Salom—n, de su tama–o, sus adornos, su abundancia de oro.

 

Y cuando estos empezaron a entender que este templo nuevo era mas peque–o, menos adornado, se empezaron a llorar abiertamente.

 

Bueno, era la verdad que el templo nuevo no tenia la misma magnificencia del primero, pero esto no era motivo de lamentarse.

 

Pero en cualquier proyecto divino, el diablo viene tratando de sembrar la amargura.

 

A lo mejor estaba diciendo en los o’dos de algunos.  ŇÁEsto te llamas un templo, esta es una choza! ÁNo me hagas re’r! ÁEl Se–or jam‡s va a visitar algo semejante!Ó

 

Y poco a poco el ‡nimo estaba bajando se.

 

3) ŔQuiŽn ha quedado entre vosotros que haya visto esta casa en su gloria primera, y c—mo la veis ahora? ŔNo es ella como nada delante de vuestros ojos?

 

Como han pasado setenta a–os, eran muy pocos los que recordaron actualmente el templo de antes.  Pero de todo modos los rumores estaban corriendo.

Pero el Esp’ritu de Dios estaba con ellos, y mandaba a Hageo a hablar sobre este haza–a del diablo, con que estaba tratando de robar el gozo de todos.

 

4) Pues ahora, Zorobabel, esfuŽrzate, dice Jehov‡; esfuŽrzate tambiŽn, JosuŽ hijo de Josadac, sumo sacerdote; y cobrad ‡nimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehov‡, y trabajad; porque yo estoy con vosotros, dice Jehov‡ de los ejŽrcitos.

 

El tama–o del edificio no importaba nada, porque Dios estaba con ellos.  Dios tenia su plan y este plan era glorioso.  El templo de antes no tenia nada que ver. 

 

Salom—n entend’a esa forma de trampa porque escrib’a.

 

EclesiastŽs 7:10     Nunca digas: ŔCu‡l es la causa de que los

tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntar‡s con sabidur’a.

 

El mundo ha sido esperando su gran redentor por siglos, desde el tiempo de NoŽ, estaba esperando en la promesa de que un redentor iba a llegar.

 

GŽnesis 5:28-29 Vivi— Lamec ciento ochenta y dos a–os, y

engendr— un hijo; y llam— su nombre NoŽ, diciendo: Este nos aliviar‡ de nuestras obras y del trabajo de nuestras manos, a causa de la tierra que Jehov‡ maldijo.

 

NoŽ era un s’mbolo de Cristo, un tipo, preservando algunos del gran diluvio.  Pero el Cristo verdadero iba a venir despuŽs del fin del testamento antiguo.

 

As’ que en el tiempo de Hageo, el asunto principal no era un edificio glorioso, sino la persona gloriosa que iba a venir muy pronto.

 

5) Segśn el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, as’ mi Esp’ritu estar‡ en medio de vosotros, no tem‡is.

 

Dios estaba con ellos, con todo su poder.  Y como Cristo ha prometido estar con nosotros el Padre estaba con ellos.

 

6-7) Porque as’ dice Jehov‡ de los ejŽrcitos: De aqu’ a poco yo harŽ temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca;

y harŽ temblar a todas las naciones, y vendr‡ el Deseado de todas las naciones; y llenarŽ de gloria esta casa, ha dicho Jehov‡ de los ejŽrcitos.

 

Escuchando esto, todos pudieron abandonar la amargura y cobrar ‡nimo.  En diferentes tiempos del pasado, Dios ha sacudido las naciones con guerras, con hambres, con desastres naturales.

 

Pero el tiempo estaba llegando en que Dios iba a sacudir los cielos y la tierra a la vez.  Como cuando los Reyes Magos vieron la estrella de Cristo en los cielos y vinieron preguntando por el lugar de su nacimiento.

 

Mateo 2:1-3    Cuando Jesśs naci— en BelŽn de Judea en d’as

del rey Herodes, vinieron del oriente a JerusalŽn unos magos, diciendo: ŔD—nde est‡ el rey de los jud’os, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.

 

Oyendo esto, el rey Herodes se turb—, y toda JerusalŽn con Žl.

 

Estaban entrando en una temporada que iba a cambiar al mundo entero, y por lo tanto no era el momento de llorar sobre el tama–o de un edificio.

 

La gloria de este templo ser’a la llegada de Cristo, ense–ando all’ cuando solamente tenia doce a–os, o llegando en el momento preciso para echar los vendedores.

 

Mateo 21:12-13 Y entr— Jesśs en el templo de Dios, y ech—

fuera a todos los que vend’an y compraban en el templo, y volc— las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vend’an palomas; y les dijo: Escrito est‡: Mi casa, casa de oraci—n ser‡ llamada; mas vosotros la habŽis hecho cueva de ladrones.

 

Esta era la gloria verdadera que iba a llenar ese nuevo templo, y no una apariencia de oro o plata.  Y tambiŽn Cristo, con calma ense–ando en el templo cada d’a.

El pueblo tenia que entender que estaban levantando el templo que Cristo iba a habitar.

 

8) M’a es la plata, y m’o es el oro, dice Jehov‡ de los ejŽrcitos.

 

El pueblo tenia que entender que la cantidad de oro o plata en el templo no significaba nada, Dios siendo el due–o de todo ya. 

 

Lo que Dios, nuestro Dios realmente buscaba era un pueblo sincero que realmente iba a escuchar su palabra y poner la en practica.

 

Isa’as 66:1-2  Jehov‡ dijo as’: El cielo es mi trono, y la

tierra estrado de mis pies; Ŕd—nde est‡ la casa que me habrŽis de edificar, y d—nde el lugar de mi reposo?

 

Mi mano hizo todas estas cosas, y as’ todas estas cosas fueron, dice Jehov‡; pero mirarŽ a aquel que es pobre y humilde de esp’ritu, y que tiembla a mi palabra.

 

Y por esto los hermanos no ten’an que preocupar se por los lujos del edificio, sino que era mas urgente cuidar de sus corazones, cobrando animo, y caminando en la santidad.

 

9) La gloria postrera de esta casa ser‡ mayor que la primera, ha dicho Jehov‡ de los ejŽrcitos; y darŽ paz en este lugar, dice Jehov‡ de los ejŽrcitos.

 

Solamente Cristo pudo dar paz, porque la conciencia est‡ completamente calmada por la sangre del cordero que quit— los pecados del mundo.

 

Juan 14:27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy

como el mundo la da. No se turbe vuestro coraz—n, ni tenga miedo.

 

Con la llegada de Cristo, la gloria del templo nuevo, aun que era mas peque–o, pero su gloria ser’a superior a la del primero.

 

As’ que como con nosotros, era el momento de caminar por fe, y no por vista.  Era el momento de concentrar en las promesas fieles de Dios y no lamentar por cosas que se observaron con los ojos.

 

Ahora vino otra profec’a para animar el pueblo de caminar en la santidad.

 

 

10-11) A los veinticuatro d’as del noveno mes, en el segundo a–o de Dar’o, vino palabra de Jehov‡ por medio del profeta Hageo, diciendo: As’ ha dicho Jehov‡ de los ejŽrcitos: Pregunta ahora a los sacerdotes acerca de la ley, diciendo:

 

Los sacerdotes siempre eran los expertos sobre lo que era limpio o inmundo, porque solamente ellos ten’an el tiempo de estudiar profundamente todos los aspectos de la ley.

 

Lev’tico 10:9-11     Tś, y tus hijos contigo, no beberŽis vino

ni sidra cuando entrŽis en el tabern‡culo de reuni—n, para que no mur‡is; estatuto perpetuo ser‡ para vuestras generaciones,

                     para poder discernir entre lo santo y lo

                     profano, y entre lo inmundo y lo limpio,

y para ense–ar a los hijos de Israel todos los estatutos que Jehov‡ les ha dicho por medio de MoisŽs.

 

Y aunque las leyes antiguas no aplican a nosotros como antes, siempre hay principios que podemos sacar de ellas para ense–ar realidades espirituales.

 

12) Si alguno llevare carne santificada en la falda de su ropa, y con el vuelo de ella tocare pan, o vianda, o vino, o aceite, o cualquier otra comida, Ŕser‡ santificada? Y respondieron los sacerdotes y dijeron: No.

 

Las cosas santas no pudieron comunicar su santidad a otras cosas.  La santidad de estas cosas no era contagiosa.

 

13) Y dijo Hageo: Si un inmundo a causa de cuerpo muerto tocare alguna cosa de estas, Ŕser‡ inmunda? Y respondieron los sacerdotes, y dijeron: Inmunda ser‡.

 

La contaminaci—n, la corrupci—n s’ es muy contagiosa.  As’ que entrando en la obra de Dios, es sumamente importante entrar limpio.

 

Para cantar o tocar mśsica en el coro, es sumamente importante venir con un coraz—n limpio, o se puede contaminar mucho.  Y esto toca a todo lo que hacemos en el trabajo del Se–or.

 

Si uno viene trabajando con amargura, con rencor en su coraz—n, solamente sirviendo por obligaci—n, se puede contaminar la obra de muchos, porque esto s’ ser‡ contagioso.

 

14) Y respondi— Hageo y dijo: As’ es este pueblo y esta gente delante de m’, dice Jehov‡; y asimismo toda obra de sus manos; y todo lo que aqu’ ofrecen es inmundo.

 

Ten’an que olvidar del tama–o de templo de antes, ten’an que olvidar del tiempo y de las riquezas que se ofrecieron en el proyecto de la construcci—n, y simplemente concentrar en el gozo de servir.

 

De otra manera su relaci—n con el Se–or ser’a estorbada como antes.

 

15) Ahora, pues, meditad en vuestro coraz—n desde este d’a en adelante, antes que pongan piedra sobre piedra en el templo de Jehov‡.

 

Hay que examinar tu coraz—n antes de ofrecer algo al Se–or, como podemos ver a veces hermanos que entran en la iglesia orando, en frente de sus sillas antes de empezar.

 

Porque entrando en la presencia del Se–or, sin preparar nuestros corazones, se puede terminar como los hijos de Aar—n, que ofrecieron el fuego extra–o.

 

16) Antes que sucediesen estas cosas, ven’an al mont—n de veinte efas, y hab’a diez; ven’an al lagar para sacar cincuenta c‡ntaros, y hab’a veinte.

 

Esto estaba recordando como era antes, cuando buscaban mucho pero encontraron poco, cuando recibieron su pago pero en saco roto.

 

Es como que antes no ten’an la protecci—n del devorador.

 

Malaqu’as 3:11 ReprenderŽ tambiŽn por vosotros al devorador,

y no os destruir‡ el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo ser‡ estŽril, dice Jehov‡ de los ejŽrcitos.

 

Es que cuando no estamos bien con el Se–or, estamos dando lugar al devorador, y esto es lo que Dios deseaba evitar, que no se repite la escasez de antes.

 

17) Os her’ con viento solano, con tizoncillo y con granizo en toda obra de vuestras manos; mas no os convertisteis a m’, dice Jehov‡.

 

 

Cuando no estamos bien con Dios, el Se–or tiene que mandar estas providencias negativas, porque es parte de su disciplina.

 

18) Meditad, pues, en vuestro coraz—n, desde este d’a en adelante, desde el d’a veinticuatro del noveno mes, desde el d’a que se ech— el cimiento del templo de Jehov‡; meditad, pues, en vuestro coraz—n.

 

La meditaci—n en las cosas espirituales, en la palabra, y sobre nuestra relaci—n es un arte que casi est‡ desapareciendo en neutros tiempos en que todos andan ocupados y corriendo con prisa.

 

Pero hay que tomar tiempo, apagando la mśsica, y todo ruido, para estar solo con tu Dios, pausa cobrando ‡nimo.

 

19) ŔNo est‡ aśn la simiente en el granero? Ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el ‡rbol de olivo ha florecido todav’a; mas desde este d’a os bendecirŽ.

 

Dios estaba d‡ndoles una exhortaci—n, y una amonestaci—n de caminar cerca de Žl, para vivir en la bendici—n perpetua.

 

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Bueno esto era la segunda profec’a de este capitulo, y era para los del pueblo que andaban pensando en sus cosechas, y en todo aspecto de su agricultura.

 

Pero habr‡ una profec’a final, para los del liderazgo, porque ellos andaban preocupando por otros asuntos, y por lo tanto se necesitaban otra manera de cobrar ‡nimo.

 

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20-21) Vino por segunda vez palabra de Jehov‡ a Hageo, a los veinticuatro d’as del mismo mes, diciendo:  Habla a Zorobabel gobernador de Jud‡, diciendo: Yo harŽ temblar los cielos y la tierra;

 

No solamente el templo era mas peque–o, sino que el pueblo era peque–o, y estaban viviendo en tiempos turbulentos.   Grandes imperios estaban levantando se y cayendo se.

 

Y Zorobabel tenia que entender que ser’a capaz de proteger al pueblo.  Y tenemos que preguntar por un momento Ŕquien era este Zorobabel?

Si miramos en la genealog’a de Cristo en el primer capitulo de Mateo, veremos que Zorobabel tambiŽn era hijo de David, en la l’nea directa de los antepasados de Cristo.

 

Y por esto, Dios estaba con Žl, de manera muy especial.  No importaba lo que pasaba en su alrededor, su gobierno estaba seguro, su pueblo seria protegido, porque eran el pueblo de Cristo Jesśs.

 

21-22) Habla a Zorobabel gobernador de Jud‡, diciendo: Yo harŽ temblar los cielos y la tierra; y trastornarŽ el trono de los reinos, y destruirŽ la fuerza de los reinos de las naciones; trastornarŽ los carros y los que en ellos suben, y vendr‡n abajo los caballos y sus jinetes, cada cual por la espada de su hermano.

 

Este gobernador, o pr’ncipe del pueblo de Dios, iba a ver muchos cambios peligrosos en el mundo, pero no tenia que temer nada, porque la protecci—n de Dios estaba sobre ellos, como est‡ sobre nosotros. 

 

As’ que Zorobabel, como nosotros tenia la obligaci—n de cobrar ‡nimo, y confiar en el Se–or.

 

23) En aquel d’a, dice Jehov‡ de los ejŽrcitos, te tomarŽ, oh Zorobabel hijo de Salatiel, siervo m’o, dice Jehov‡, y te pondrŽ como anillo de sellar; porque yo te escog’, dice Jehov‡ de los ejŽrcitos.

 

Zorobabel, en aquel momento era el representante de Cristo en el mundo, y su posici—n estaba segura, con muchos soldados, o con pocos.

 

No importa, porque cuando Dios est‡ contigo, los mas l—gico que puedes hacer es, cobrar ‡nimo.

 

------------------------- Conclusi—n -----------------------

 

Hermanos, estudiando todo esto, el mensaje es el mismo para nosotros.  Dios est‡ con nosotros, es tiempos de caminar por la fe, y no por vista sobre lo que est‡ pasando el mundo.

 

Caminando fielmente con el Se–or, la vida siempre vale la pena, y ser‡ llena de paz, y de prop—sitos s—lidos.  Y si tu hermano, hermana no te sientes la paz ahora, puedes pasar pronto, y oraremos para ti. 

       

Vamos a Orar