6 de enero de 19

Demasiadamente Gloriosa

Ezequiel 1:1-28

Introducci—n

 

Todos estaban bien deprimidos.  Todos se sent’an como que han sido abandonados por Dios.  Ezequiel, con muchos otros ha sido arrastrado de su hogar al territorio de Babilonia.

 

Y esto era un golpe especialmente duro para Ezequiel, porque era un Sacerdote, entrenado para servir en el templo, pero ahora estaba muy, pero muy lejos, del templo de Dios.

 

1) Aconteci— en el a–o treinta, en el mes cuarto, a los cinco d’as del mes, que estando yo en medio de los cautivos junto al r’o Quebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios.

 

San Pablo, en el nuevo testamento fue llevado al para’so, y escuchaba cosas que ni pudo repetir.

 

2 Corintios 12:3-4   Y conozco al tal hombre (si en el

cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sŽ; Dios lo sabe), que fue arrebatado al para’so, donde oy— palabras inefables que no le es dado al hombre expresar.

 

Pero era una preparaci—n para escribir gran parte del nuevo testamento.

 

Vimos en Isa’as, como Žl tambiŽn tuvo una gran visi—n, de los ‡ngeles alrededor de Dios clamando Santo, Santo, Santo.

 

Y despuŽs Žl empezaba a profetizar al pueblo de Dios.

 

Hasta MoisŽs vio un arbusto quemando, que no era consumido.

 

Y hay otros ejemplos de los profetas recibiendo visiones extra–as, como Juan en la isla de Patmos, para escribir el libro del Apocalipsis.  pausa

 

Pero no hay nadie mas en toda la Biblia que recibi— visiones comparables con las que veremos aqu’ en el libro de Ezequiel.

 

Eran visiones, demasiadamente gloriosas.

 

2-3) En el quinto a–o de la deportaci—n del rey Joaqu’n, a los cinco d’as del mes, vino palabra de Jehov‡ al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al r’o Quebar; vino all’ sobre Žl la mano de Jehov‡.

 

Cuando dice que la mano de Dios vino sobre Žl, quiere decir que Dios vino en poder, mucho poder.  Y por esto el profeta jam‡s era el mismo despuŽs.

 

Y como puedes ver, esto estaba marcado en su mente y en su calendario.  Todos los detalles estaban quemados en su memoria.

 

4) Y mirŽ, y he aqu’ ven’a del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de Žl un resplandor, y en medio del fuego algo que parec’a como bronce refulgente,

 

Era normal que haya fuego en las visiones.  Hasta Abraham vio el fuego pasando por medio del animales ofrecidos.

 

5) y en medio de ella la figura de cuatro seres vivientes. Y esta era su apariencia: hab’a en ellos semejanza de hombre.

 

ŔPorque cuatro?  Parte del mensaje era la realidad que Dios est‡ activo en todas partes, norte, este, sur, oeste.

 

Muchos creyeron, bajo de la influencia de sus vecinos pervertidos que el Dios de un pueblo era solamente activo en la regi—n del pueblo.

 

1 Reyes 20:23  Y los siervos del rey de Siria le dijeron:

Sus dioses son dioses de los montes, por eso nos han vencido; mas si pele‡remos con ellos en la llanura, se ver‡ si no los vencemos.

 

La gente, en su ignorancia, cre’an en dioses geogr‡ficos.  Pero la visi—n de Ezequiel tenia que destruir todo esto.

 

No importa si sean lejos de JerusalŽn, lejos del templo, este Dios reinaba sobre todo.

 

6-7) Cada uno ten’a cuatro caras y cuatro alas.

Y los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como planta de pie de becerro; y centelleaban a manera de bronce muy bru–ido.

 

 

La descripci—n extra–a es de los ‡ngeles que existan para servir a nuestro Dios.  Y tenemos que recordar hermanos, que los ‡ngeles son seres invisibles, espirituales.

 

Cuando se hablan de sus alas, o de su apariencia, es para ense–ar nos de sus caracter’sticas.  Hablan de alas, porque pueden moverse con velocidad, como un rel‡mpago.

 

8) Debajo de sus alas, a sus cuatro lados, ten’an manos de hombre; y sus caras y sus alas por los cuatro lados.

 

Son activos, hacen cosas para el Se–or.  Son alertos de lo que pasa en todos lados, delante detr‡s y en los dos lados de ellos.

 

9) Con las alas se juntaban el uno al otro. No se volv’an cuando andaban, sino que cada uno caminaba derecho hacia adelante.

 

Andan unidos, no tienen ni la menor desacuerdo, y no tienen que cambiar su direcci—n por causa de equivocarse.

 

ŔEl punto de todo esto?

 

Dios no estaba dormido.  Dios no estaba lejos.  Sino que Dios, como siempre tenia ejŽrcitos de trabajadores celestiales que estaban llevando acabo sus ordenes.

 

A veces a nosotros, nos parece que Dios no es activo.  Pero esto es simplemente un aspecto de nuestra debilidad.  La visi—n de Ezequiel debe de quitar nos algo de esta debilidad.

 

Dios tiene un control total, sobre todo.  Nada va a escapar de su atenci—n.

 

10) Y el aspecto de sus caras era cara de hombre, y cara de le—n al lado derecho de los cuatro, y cara de buey a la izquierda en los cuatro; asimismo hab’a en los cuatro cara de ‡guila.

 

En el mundo de los animales estos son los superiores.  El hombre claro es sobre todo y mejor que los animales.  El le—n es como el rey de la selva.  El buey es fuerte y bien śtil para llevar acabo trabajos duros.  Y al ‡guila, puede volar muy alto, y descender como un rel‡mpago.

 

 

 

11) As’ eran sus caras. Y ten’an sus alas extendidas por encima, cada uno dos, las cuales se juntaban; y las otras dos cubr’an sus cuerpos.

 

Esa parte es un poco como la visi—n de Isa’as.

 

12) Y cada uno caminaba derecho hacia adelante; hacia donde el esp’ritu les mov’a que anduviesen, andaban; y cuando andaban, no se volv’an.

 

Eran controlados por el esp’ritu de Dios, y no se volv’an hasta cumplir su tarea.

 

Y vimos en el libro de Daniel que los ‡ngeles est‡n activos en los eventos de la historia.

 

En nuestros tiempos est‡n activos en los gobiernos, en las econom’as, en los acuerdos entre naciones.  Dios no ha dejado que nada pasara por casualidad o por accidente.

 

13) Cuanto a la semejanza de los seres vivientes, su aspecto era como de carbones de fuego encendidos, como visi—n de hachones encendidos que andaba entre los seres vivientes; y el fuego resplandec’a, y del fuego sal’an rel‡mpagos.

 

Era una visi—n, demasiadamente gloriosa.  Pero era lo que el profeta necesitaba para su trabajo entre un pueblo bien rebele, como veremos en los cap’tulos que sigan.

 

Pero la visi—n estaba grabada para dar poder, para dar fortaleza tambiŽn a ti, y a mi.

 

14) Y los seres vivientes corr’an y volv’an a semejanza de rel‡mpagos.

 

Primeramente dijo que no se volv’an, y hora dice que s’.  Pero no es una contradicci—n sino que se volv’an, solamente despuŽs de cumplir sus ordenes.

 

Y hay que notar que el profeta habla mucho de semejanzas, que era como fuego, o como animales.  Esa forma de profec’a apocal’ptica, no es literal.  El simbolismo viene a nosotros para ense–ar non algo.

 

15) Mientras yo miraba los seres vivientes, he aqu’ una rueda sobre la tierra junto a los seres vivientes, a los cuatro lados.

 

Ahora se va a hablar de ruedas, y ruedas dentro de otras ruedas.  Y esto era una visi—n de la providencia de Dios, en toda su complejidad.  La manera en que Dios est‡ controlando todas las cosas es mas all‡ de nuestra comprensi—n.

 

16) El aspecto de las ruedas y su obra era semejante al color del cris—lito. Y las cuatro ten’an una misma semejanza; su apariencia y su obra eran como rueda en medio de rueda.

 

Dios est‡ presentado como activo en medio de asuntos muy complejos, todos moviendo, por revoluciones.  Nada quedando como es, sino todo llevado a un fin divino.

 

De esa forma de visi—n recibimos doctrinas comoÉ

 

Romanos 8:28   Y sabemos que a los que aman a Dios, todas

las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su prop—sito son llamados.

 

No sabemos exactamente c—mo Dios est‡ obrando todas las cosas para nuestro bien, ni podemos entender el proceso, pero el profeta tenia todo esto confirmado por visi—n.

 

17-18) Cuando andaban, se mov’an hacia sus cuatro costados; no se volv’an cuando andaban.  Y sus aros eran altos y espantosos, y llenos de ojos alrededor en las cuatro.

 

Aros son ruedas, y estas ruedas estaban llenas de ojos, dando una ilustraci—n de c—mo Dios est‡ enterado de todo lo que est‡ pasando.

 

En fin, lejos de JerusalŽn, fuera del templo, el Dios de Israel estaba bien activo, controlando todo lo que pasaba en la formaci—n y en el domino del emperio de Babilonia.

 

Mas tarde Nabucodonosor iba a estar convencido de todo esto cuando estaba humillado para vivir en el la selva como un animal, para aprender algo del poder de este gran Dios.

 

19) Y cuando los seres vivientes andaban, las ruedas andaban junto a ellos; y cuando los seres vivientes se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban.

 

Est‡ repitiendo un poco, dando nos mas y mas detalles sobre su visi—n.  Pero todo esto es lo que pasaba abajo.  En poco tiempo sus ojos van a levantar se hacia arriba, para ver el ser glorioso que dirig’a todo esto.

 

20) Hacia donde el esp’ritu les mov’a que anduviesen, andaban; hacia donde les mov’a el esp’ritu que anduviesen, las ruedas tambiŽn se levantaban tras ellos; porque el esp’ritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.

 

21) Cuando ellos andaban, andaban ellas, y cuando ellos se paraban, se paraban ellas; asimismo cuando se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban tras ellos; porque el esp’ritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.

 

El punto aqu’ es la unidad, la falta de conflicto o desacuerdo entre los seres celestes.

 

Tienen conflicto con los demonios claro, pero no entre ellos mismos, y jam‡s est‡n desobedientes a su rey.

 

Y de este gran unidad, Cristo nos ordenaba a orarÉ

 

Mateo 6:10 Venga tu reino. H‡gase tu voluntad,

como en el cielo, as’ tambiŽn en la tierra.

 

En los ejŽrcitos de Dios todo es como un gran reloj , en que todo anda bien, sin interrupci—n.

 

Y toca a nosotros orar que esto pasara en la tierra, en nuestras vidas, nuestras familias, en nuestras iglesias.

 

22) Y sobre las cabezas de los seres vivientes aparec’a una expansi—n a manera de cristal maravilloso, extendido encima sobre sus cabezas.

 

Ahora, sus ojos estaban levantando hacia arriba, para ver el ser glorioso que estaba sobre toda esa actividad.  Y en el capitulo que sigue, esa persona actualmente va a hablar con Ezequiel, dando le sus ordenes, y el prop—sito de su vida.

 

23) Y debajo de la expansi—n las alas de ellos estaban derechas, extendiŽndose la una hacia la otra; y cada uno ten’a dos alas que cubr’an su cuerpo.

 

Es que cuando el gran ser de arriba, era dispuesto a hablar, toda la actividad llegaba a una pausa.

 

24) Y o’ el sonido de sus alas cuando andaban, como sonido de muchas aguas, como la voz del Omnipotente, como ruido de muchedumbre, como el ruido de un ejŽrcito. Cuando se paraban, bajaban sus alas.

Aqu’ podemos aprender que aunque Dios vino a la tierra en forma de hombre, Dios no es como nosotros.  Sino que Cristo Jesśs es infinitamente alto y sublime, y que la distancia entre Dios y nosotros es realmente infinita.  Pero para tener una relaci—n con nosotros, habr‡ comunicaci—n verbal.

 

25) Y cuando se paraban y bajaban sus alas, se o’a una voz de arriba de la expansi—n que hab’a sobre sus cabezas.

 

Toda esa visi—n era una introducci—n, una preparaci—n para entender algo de la gloria de la persona que iba a hablar, para ayudar a todos, saber que estamos hablando aqu’ de un ser que es, demasiadamente glorioso.

 

26) Y sobre la expansi—n que hab’a sobre sus cabezas se ve’a la figura de un trono que parec’a de piedra de zafiro; y sobre la figura del trono hab’a una semejanza que parec’a de hombre sentado sobre Žl.

 

Esto es Cristo Jesśs.  Ni el Esp’ritu Santo, ni el padre toman la forma de un hombre.  Y aunque Cristo no ha venido aśn, tomando la forma del hombre, esa visi—n es una anticipaci—n de su obra gloriosa, en la cruz, que estaremos celebrando hoy d’a en la Santa Cena.

 

27) Y vi apariencia como de bronce refulgente, como apariencia de fuego dentro de ella en derredor, desde el aspecto de sus lomos para arriba; y desde sus lomos para abajo, vi que parec’a como fuego, y que ten’a resplandor alrededor.

 

En el principio del libro de Apocalipsis, se ve descripciones semejantes de la gloria de Cristo Jesśs.

 

Y aunque Pedro no escribi— tanto del nuevo testamento, Pedro tenia, por un momento, un sentido de quien era esa gran ser.

 

Lucas 5:8 Viendo esto Sim—n Pedro, cay— de rodillas ante

Jesśs, diciendo: Ap‡rtate de m’, Se–or, porque soy hombre pecador.

 

Esta es la reacci—n normal de uno que entiende realmente quien es Cristo Jesśs.  La verdad puede dejar te temblando como una hoja en el viento.

 

28) Como parece el arco iris que est‡ en las nubes el d’a que llueve, as’ era el parecer del resplandor alrededor.

 

Esta fue la visi—n de la semejanza de la gloria de Jehov‡. Y cuando yo la vi, me postrŽ sobre mi rostro, y o’ la voz de uno que hablaba.

 

Otra vez hay que notar que no dice que era un arco iris, sino que era como un arco iris. 

 

Esto no es literal, sino que es simb—lico.  Dios es infinitamente glorioso y por esto no hay manera de representar su apariencia con imagines.  Pero estas visiones vienen par ense–ar nos cosas.

 

Vimos algo semejante en el cuatro de ApocalipsisÉ

 

Apocalipsis 4:3 Y el aspecto del que estaba sentado era

semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y hab’a alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda.

 

Y hay que tomar un momento para hablar del arco iris. 

 

Hermanos, el arco iris en la palabra es un s’mbolo santo.

 

Es algo que nos ayude sentir la belleza y la gloria de Dios.

 

TambiŽn en los tiempos de NoŽ, era s’mbolo del pacto de la gracia de Dios.

 

GŽnesis 9:12-14 Y dijo Dios: Esta es la se–al del pacto

que yo establezco entre m’ y vosotros y todo ser viviente que est‡ con vosotros, por siglos perpetuos:

 

Mi arco he puesto en las nubes, el cual ser‡ por se–al del pacto entre m’ y la tierra.

 

Y suceder‡ que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejar‡ ver entonces mi arco en las nubes.

 

Dios adopt— esto como se–al de que no iba a mandar otro diluvio tan destructivo.

 

 

 

 

Pero los que emplean el arco iris, como s’mbolo en el ocult’simo, o para movimientos de perversi—n, est‡n jugando con fuego, produciendo un fuego extra–o como el que mataba a los hijos Aaron, en el libro de Lev’tico.

 

========================== Conclusi—n ====================

 

DespuŽs de esta gran introducci—n en el primer capitulo, hay que avanzar a unos vers’culos del capitulo dos, para ver la transici—n, y c—mo el profeta iba a recibir sus ordenes.

 

Terminamos con el profeta en el suelo, incapaz de ni levantar su cabeza.

 

Y cuando yo la vi, me postrŽ sobre mi rostro, y o’ la voz de uno que hablaba.

 

Pero no podemos dejar todo all’.  La gran visi—n de la gloria de Dios era para preparar el profeta a recibir las instrucciones de su vida.

 

Ezequiel 2:1-5 Me dijo: Hijo de hombre, ponte sobre tus

pies, y hablarŽ contigo.

 

Y luego que me habl—, entr— el Esp’ritu en m’ y me afirm— sobre mis pies, y o’ al que me hablaba.

 

Y me dijo: Hijo de hombre, yo te env’o a los hijos de Israel, a gentes rebeldes que se rebelaron contra m’; ellos y sus padres se han rebelado contra m’ hasta este mismo d’a.

 

Yo, pues, te env’o a hijos de duro rostro y de empedernido coraz—n; y les dir‡s: As’ ha dicho Jehov‡ el Se–or.

 

Acaso ellos escuchen; pero si no escucharen, porque son una casa rebelde, siempre conocer‡n que hubo profeta entre ellos.

 

Bueno, ahora en preparaci—n por la santa cena, la persona que celebramos en la Santa Cena, es la misma persona gloriosa, demasiadamente gloriosa, en la visi—n.

 

Y esa persona divina, vino para denunciar la rebeld’a, el pecado, de los que no eran fieles al pacto con son su Se–or.

Y si tu hermano, hermana, joven, ha sido rebele en las śltimas semanas, queremos darte un momento de reconciliarte con tu Dios antes de tomar la santa cena.  Porque como hemos visto en el libro de 1 Corintios, es peligroso, acercar te a la mesa, en un estado de rebeli—n.

 

1 Corintios 11:28-31 Por tanto, pruŽbese cada uno a s’

mismo, y coma as’ del pan, y beba

de la copa.

 

Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Se–or, juicio come y bebe para s’.

 

Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.

 

Si, pues, nos examin‡semos a nosotros mismos, no ser’amos juzgados.

 

No es nada sabio, empezar el a–o, ofendiendo al Se–or de la gloria.

 

Vamos a orar!