11 de noviembre de 18

La Desprotegida

Lucas 18:1-8

 

Introducci—n

 

En algunas de sus par‡bolas, Cristo estaba preparando sus disc’pulos para sobrevivir durante los tiempos duros.  En las dŽcadas despuŽs de al resurrecci—n de Cristo, los hermanos sufrieron persecuci—n bajo los jud’os, y mas tarde bajo los Romanos.

 

No todos iban a seguir, como files en la fe.  Algunos iban a abandonar la fe, se iban a desmayar, regresando al juda’smo de antes, conforme as las amonestaciones del libro de Hebreos.

 

Siglos mas tarde, cuando los musulmanes se levantaron, muchos, por temor, se convirtieron a las mentiras de Mahoma, porque casi todo el norte de la çfrica era Cristino antes.

 

La par‡bola de hoy era para preparar a los hermanos a perseverar en la verdad.

 

1) TambiŽn les refiri— Jesśs una par‡bola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar,

 

Antes que nada, la oraci—n aqu’ est‡ presentada como una necesidad, no es meramente una sugerencia.  Si vas a sobrevivir en la fe, vas a aprender a orar, como una parte normal de tu vida.

 

Si puedes venir para orar con otros en la iglesia, fant‡stico.  Si no puedes venir puedes en casa, pero a veces es dif’cil, porque en el momento en que empieces a orar solo, el diablo va a bombardear te con mil pensamientos de distracci—n.

 

Nosotros somos disc’pulos de Cristo, y la oraci—n es una disciplina.  Cuando yo oro en casa tengo un librito, unas listas de las personas por lo cual estoy orando.  Si no  tengo todo escrito, seguramente voy a olivar a algo, o a alguien que es sumamente importante.

 

Continuando con el texto.

 

 

1-2) TambiŽn les refiri— Jesśs una par‡bola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Hab’a en una ciudad un juez, que ni tem’a a Dios, ni respetaba a hombre.

 

En las par‡bolas, Cristo seleccionaba sus personas con mucho cuidado, y con mucha sabidur’a.

 

Aqu’ se presenta una situaci—n dura y perversa.  ŔPero porque?

 

Es que un juez, un magistrado es un servidor, un representante de Dios.  Si no teme a Dios, ya tenemos un desastre.

 

Hab’a en el testamento un rey bueno que entend’a esto.

 

2 Cr—nicas 19:4-7    Habit—, pues, Josafat en JerusalŽn;

pero daba vuelta y sal’a al pueblo, desde Beerseba hasta el monte de Efra’n, y los conduc’a a Jehov‡ el Dios de sus padres.

 

Y puso jueces en todas las ciudades fortificadas de Jud‡, por todos los lugares.

 

Y dijo a los jueces: Mirad lo que hacŽis; porque no juzg‡is en lugar de hombre, sino en lugar de Jehov‡, el cual est‡ con vosotros cuando juzg‡is.

 

Sea, pues, con vosotros el temor de Jehov‡; mirad lo que hacŽis, porque con Jehov‡ nuestro Dios no hay injusticia, ni acepci—n de personas, ni admisi—n de cohecho.

 

Unas de las primeras calificaciones para un juez es el temor de Dios.  Y si el hombre no conoce a Dios, tampoco va a amar a su pr—jimo.

 

3) Hab’a tambiŽn en aquella ciudad una viuda, la cual ven’a a Žl, diciendo: Hazme justicia de mi adversario.

 

Esta es la desprotegida.  Est‡ sola.  Si tenia un hermano, o un hijo, o alguien que tenia un poco de prestigio en la comunidad estos ser’an con ella, pero no tiene a nadie.

 

En aquella Žpocas, la mujer no se fe a la corte sola, aparte de los casos en que no tenia a ningśn hombre en su vida, para ofrecer ayuda.

 

3) Hab’a tambiŽn en aquella ciudad una viuda, la cual ven’a a Žl, diciendo: Hazme justicia de mi adversario.

 

En la civilizaci—n Cristiana, una viuda iba a agarrar la atenci—n de un juez, porque sabe lo Dios ha dicho de las viudas. 

 

Salmos 68:5    Padre de huŽrfanos y defensor de viudas

Es Dios en su santa morada.

 

En la ley, Dios hablaba de tres categor’as de personas desprotegidas, las viudas, los huŽrfanos y los extranjeros.

 

Deuteronomio 27:19   Maldito el que pervirtiere el derecho

del extranjero, del huŽrfano y de la viuda. Y dir‡ todo el pueblo: AmŽn.

 

En el libro de EclesiastŽs, Solomon dijo que esto era una situaci—n extrema.

 

EclesiastŽs 3:16     Vi m‡s debajo del sol: en lugar del

juicio, all’ impiedad; y en lugar de la justicia, all’ iniquidad.

 

El juez no deseaba servir a esa mujer, porque ella era una do–a nadie.  Este juez no estaba sirviendo a Dios, ni al pueblo, sino a si mismo.

 

Tal vez se esperaba un cohecho, un poco de dinero, o tal vez solamente trabajaba en esto para el prestigio que tenia delante de la comunidad.

 

3-4) Hab’a tambiŽn en aquella ciudad una viuda, la cual ven’a a Žl, diciendo: Hazme justicia de mi adversario.

Y Žl no quiso por algśn tiempo; pero despuŽs de esto dijo dentro de s’: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre,

 

Ese hombre no quiso servir.  Salom—n, cuando se empezaba, hasta servia a las rameras, o sea las prostitutas, porque una de ellas necesitaban justicia.

 

Pero a este no le interesaba.  Y f’jate como se reconoce su maldad.  Se confesa a si mismo, Óyo no temo a Dios, ni tengo respeto al hombreÓ.

5) sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le harŽ justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia.

 

Es que la desprotegida, era muy insistente.  Era desesperada, y no tenia a nade mas a acudir.

 

Y seguramente otras personas de la comunidad estaban preguntando, ŇPorque ella est‡ aqu’ otra vez?Ó

 

ŇÁElla estaba aqu’ ayer, y tambiŽn la semana pasada! 

ŔY porque no tiene a nadie con ella, sino que siempre est‡ sola?Ó

 

6) Y dijo el Se–or: O’d lo que dijo el juez injusto.

 

ŔO’d que? ŔQuŽ parte de lo que dijo, tenemos que o’r?

 

Tenemos que o’r la parte donde dice le harŽ justicia.

 

En este caso, la desprotegida ganaba la batalla.  El hecho de que simplemente no iba a desmayar, se ganaba, aunque era una do–a nadie, que no tenia ni riquezas ni influencia.

 

Y hab’an otros ejemplos de esa forma de persistencia.

 

Mateo 15:21-28 Saliendo Jesśs de all’, se fue a la regi—n

de Tiro y de Sid—n.

 

Y he aqu’ una mujer cananea que hab’a salido de aquella regi—n clamaba, diciŽndole: !!Se–or, Hijo de David, ten misericordia de m’! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio.

 

Pero Jesśs no le respondi— palabra. Entonces acerc‡ndose sus disc’pulos, le rogaron, diciendo: Desp’dela, pues da voces tras nosotros.

 

El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

 

Ella ni estaba en pacto con Dios, no estaba en posici—n de pedir nada, pausa pero era muy persistente, y muy lista, en su desesperaci—n.

 

 

 

Entonces ella vino y se postr— ante Žl, diciendo: !!Se–or, soc—rreme!

 

Respondiendo Žl, dijo: No est‡ bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos.

 

Y Cristo estaba en su derecho, para hablar as’ de los que ni est‡n en pacto con Dios, como su padre David llamaba al gigante Goliat, el incircunciso.

 

Y ella dijo: S’, Se–or; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.

 

Entonces respondiendo Jesśs, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; h‡gase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.

 

Es que esa mujer, en su humildad, y en sus argumentos, era irresistible.

 

6-7) Y dijo el Se–or: O’d lo que dijo el juez injusto.

ŔY acaso Dios no har‡ justicia a sus escogidos, que claman a Žl d’a y noche? ŔSe tardar‡ en responderles?

 

Y aqu’ hermanos, muchos van mal en su interpretaci—n de la par‡bola.  Mucho vean que la mujer de la par‡bola, con el juez, era una molestia.  Y se concluyenÉ

 

ÁAha! Si yo soy una molestia, una constante irritaci—n, entonces Dios me va a ayudar.

 

Pero esto no es el punto.  Antes que nada hermana, tu oraciones, tus peticiones jam‡s ser‡n una molestia, una irritaci—n a tu Dios.

 

Dios te ama, y Dios te hizo para tener santa comuni—n Žl, y gran parte de esa comuni—n es tu vida de oraci—n.

 

Como veremos en un momento, esa no es una par‡bola tanto de semejanzas, de paralelos, sino que esto es una par‡bola de contrastes, o sea de diferencias entre Dios y el juez injusto.

 

Y abriremos estos contrastes en un momento, pero antes el ultimo vers’culo.

 

 

8) Os digo que pronto les har‡ justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, Ŕhallar‡ fe en la tierra?

 

Cuando dice ŇprontoÓ, esto no es una promesa de que no tendr‡s que esperar.   Y a veces tienes que esperar mucho.

 

Pero dice pronto en el sentido de que cuando viene, vendr‡ de repente, y el adversario no estar‡ nada preparado, porque la justicia de Dios ser‡ irresistible.

 

Pero despuŽs viene esa pregunta curiosa. Ŕhallar‡ fe en la tierra, cuando venga el Hijo del Hombre?

 

La pregunta ha sido un punto de controversia.  Muchos tratan de decir que no habr‡ nadie orando al fin del mundo, porque todos estar‡n abandonando la fe.  pausa

 

Pero la pregunta aqu’, no es ninguna profec’a sobre nada, es una exhortaci—n de examinar a ti mismo. 

 

Es una pregunta sobre si tu, hermano, hermana, joven, si tu vas a vivir como unos de los fieles que va a seguir orando, seguir en la fe, hasta el fin de tu vida, o si tu hermano, hermana, joven, si tu vas a desmayar cuando las cosas se pongan dif’ciles, y finalmente abandonar la fe, como la persona apostata.

 

*------------------------ Aplicaci—n ---------------------*

 

1) La oraci—n en esta par‡bola no est‡ presentada como un sugerencia, sino que est‡ presentada como una necesidad.

 

1) TambiŽn les refiri— Jesśs una par‡bola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar,

 

Tenemos un ejemplo de esto en la vida de Pedro.  Cristo ordenaba a sus disc’pulos a orar en la noche antes de su muerte, y con un buen prop—sito.

 

Mateo 26:41    Velad y orad, para que no entrŽis en

tentaci—n; el esp’ritu a la verdad est‡ dispuesto, pero la carne es dŽbil.

 

Pero en vez de orar, Pedro, y otros empezaron a dormir, y en el momento preciso, Pedro  no pudo resistir la tentaci—n y negaba a su Se–or tres veces, y despuŽs se lloraba amargamente.

 

 

Cuando David no se fue a la batalla con sus hombres, sino que se quedaba atr‡s en el palacio, el diablo estaba esperando le.

 

2 Samuel 11:1-3 Aconteci— al a–o siguiente, en el

tiempo que salen los reyes a la guerra, que David envi— a Joab, y con Žl a sus siervos y a todo Israel, y destruyeron a los amonitas, y sitiaron a Rab‡; pero David se qued— en JerusalŽn.

 

Y sucedi— un d’a, al caer la tarde, que se levant— David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba ba–ando, la cual era muy hermosa.

 

Envi— David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: Aquella es BetsabŽ hija de Eliam, mujer de Ur’as heteo.

 

Si sabes la historia, sabes que esto empezaba la gran ca’da en la vida de David, que produc’a mucha tristeza y hasta la muerte de cuatro de sus hijos.

 

Pregunta:      Tu crees que aquella ma–ana David estaba

orando, ŇOh Se–or, no nos metas en tentaci—n, mas l’branos del mal..Ó

              

Respuesta: ÁImposible!  Sino que David estaba muy

confiado.  Todo andaba bien, otros, claro pudieron caer, pero yo no, estoy con Dios y Dios est‡ conmigo.

 

El punto, hermano, es el hecho de que la oraci—n no es un lujo, la oraci—n es una necesidad.

 

1) TambiŽn les refiri— Jesśs una par‡bola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar.

 

Y si quieres avanzar el reino de Dios en un ministerio de la iglesia, o en el ministerio de tu familia, donde tu eres como el pastor, el profeta, hasta el rey en un sentido, hay que orar constantemente.

 

Aprendimos hace poco en Isa’as, que no puedes dar tregua a los cielos.

 

Isa’as 62:6-7  Sobre tus muros, oh JerusalŽn, he puesto

guardas; todo el d’a y toda la noche no callar‡n jam‡s. Los que os acord‡is de Jehov‡, no reposŽis, ni le deis tregua, hasta que restablezca a JerusalŽn, y la ponga por alabanza en la tierra.

 

2) Para el segundo punto de aplicaci—n, vamos a ver los contrastes entre nuestro Dios, y el juez injusto de la par‡bola de hoy.

 

Porque como dije, la par‡bola de hoy no es una historia de paralelos, sino de diferencias, o sea, de contrastes

 

a)   Cuando esa viuda vino al juez injusto, ella no era

nadie a Žl, simplemente era otra molestia que ni tenia el dinero para un buen cohecho.

 

Pero cuando tu vienes a tu Dios vienes como su hijo, o su hija querida, que ha sido comprada con la sangre de Cristo Jesśs.

 

b)   Ella tenia que venir al juez solamente cuando la corte

estaba abierta.  Y despuŽs tenia que esperar su turno entre muchos otros litigante.

 

Pero cuando tu vienes a tu Dios, puedes pedir, como Cristo dijo en el vers’culo 7, puede rogar a Žl d’a y noche.

 

Y no tienes que esperar en una cola larga porque Dios tiene la capacidad de escuchar billones de personas orando a la vez.

 

Esto es otra raz—n de no orar a Mar’a, ella no es Dios y no tiene esa capacidad.

 

c)   La viuda ven’a sola, no tenia ni hijo, ni hermano.

 

     Pero cuando tu vienes al Padre, tienes a Cristo

tambiŽn como tu abogado, como tu intercesor.

 

Hebreos 7:24-25 Mas Žste, por cuanto permanece

para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede tambiŽn salvar perpetuamente a los que por Žl se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.

d) Y el ultimo

La viuda no recib’a ningśn animo, de parte

del juez injusto.

 

               Pero tu vienes con muchas invitaciones y

muchas promesas.

 

Hebreos 4:16   AcerquŽmonos, pues,

confiadamente al trono de la gracia, para

alcanzar misericordia y hallar gracia para

el oportuno socorro.

 

Ahora el ultimo punto de aplicaci—n.

 

3)   Hermana, cuando tu vienes a tu Dios en oraci—n, nunca

pienses que eres una molestia.  Al contrario, sino que

orando, estas honrando a tu Dios y expresando tu fe.

 

     Est‡s mostrando que no eres como los que desmayan,

sino que eres como los que persistan, siempre

confiando en que hay respuestas en el Se–or

 

     Estas mostrando que crees que tu Dios s’ tiene el

poder de hacer lo que pides.

 

     Estas mostrando que aun crees que Dios tiene gran amor

para ti.

    

     Y estas mostrando que tu tienes la confianza de que

Dios siempre estar‡ fiel a sus promesas.  En otras palabras que tu tienes una confianza en su palabra.

 

*------------------------- Conclusi—n --------------------*

 

En fin, ojala hemos mostrado, B’blicamente que la oraci—n no es ningśn lujo, no es una sugerencia, sino que para todo seguidor de Cristo la oraci—n ferviente y regular es una necesidad.

 

Y cuando Cristo preguntaba en el ultimo vers’culo..

 

Pero cuando venga el Hijo del Hombre, Ŕhallar‡ fe en la tierra?

 

Esto no era ninguna profec’a, sino que era una exhortaci—n de examinar a ti mismo, para ver si es realmente tu deseo vivir como hermano, hermana constante en la fe, comprobado por tu dedicaci—n a la oraci—n como practica constante en tu vida.

Y si puedes venir en lunes con las hermanas, o en miŽrcoles con todos, para aprender entre otros hermanos que es la oraci—n, tienes una ultima promesa.

 

Mateo 18:19-20 Otra vez os digo, que si dos de vosotros se

pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les ser‡ hecho por mi Padre que est‡ en los cielos.

 

Porque donde est‡n dos o tres congregados en mi nombre, all’ estoy yo en medio de ellos.

 

Y si es tu deseo, tener el poder de avanzar en la madurez para vivir as’, o si quieres avanzar en la santidad, haciendo tus oraciones mas poderosas, puedes pasar en unos momentos y oraremos para ti.

 

Hermano, Cristo no te salv— solamente par rescatar te del infierno, sino que Cristo te salv— para vivir en uni—n contigo, y para tener una santa comuni—n contigo por toda la eternidad.

 

Vamos a orar