8 de diciembre de 18

 

La Sabidur’a Navide–a

Mateo 2:16-18

 

Unas de las historias mas misteriosas de la primera navidad, es la vistita de los reyes magos.

 

Mateo 2   Cuando Jesśs naci— en BelŽn de Judea en d’as del

rey Herodes, vinieron del oriente a JerusalŽn unos magos,  diciendo: ŔD—nde est‡ el rey de los jud’os, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.

 

La Biblia no nos dice mucho de estos Magos, y sobre ellos se han desarrollado muchos mitos, pero en realidad, ni sabemos su nśmero, ni sus nombres.

 

Pero por la historia de aquella Žpoca, es claro que los magos del oriente estaban involucrados en los gobiernos de aquella parte del mundo.

 

Estos sab’an, a lo mejor por las profec’as de Daniel, siglos antes en Babilonia, que un gran rey iba a nacer en aquellos tiempos. 

 

Y estos sabios, dejaron todas sus actividades importantes, para hacer algo mil veces mas importante, buscar este nuevo Rey y traerle adoraci—n y regalos.

 

3 Oyendo esto, el rey Herodes se turb—, y toda JerusalŽn con Žl.   Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les pregunt— d—nde hab’a de nacer el Cristo.

 

Herodes tambiŽn tenia un gran interŽs, no para adorar, no para darle regalos, sino para matar lo. Este Herodes era un rey malvado que no gobernaba segśn la santa ley de Dios, sino como muchos corruptos de nuestros tiempos, se gobernaba por su antoja.

 

Para Herodes este nuevo Rey era solamente una amenaza a su corona, y por lo tanto, tenia que estar eliminado.

 

5 Ellos le dijeron: En BelŽn de Judea; porque as’ est‡ escrito por el profeta:

 

6 Y tś, BelŽn, de la tierra de Jud‡,

No eres la m‡s peque–a entre los pr’ncipes de Jud‡; Porque de ti saldr‡ un guiador,

Que apacentar‡ a mi pueblo Israel.

 

7 Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indag— de ellos diligentemente el tiempo de la aparici—n de la estrella;

 

8 y envi‡ndolos a BelŽn, dijo: Id all‡ y averiguad con diligencia acerca del ni–o; y cuando le hallŽis, hacŽdmelo saber, para que yo tambiŽn vaya y le adore.

 

Aqu’, Herodes, como muchos pol’ticos corruptos de nuestros tiempos, estaba mintiendo, fingiendo una fe que no tenia.  Solamente buscaba maneras de acabar con el soberano verdadero para continuar su practica de opresi—n y tiran’a.

 

9 Ellos, habiendo o’do al rey, se fueron; y he aqu’ la estrella que hab’an visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el ni–o.

 

Estos magos vinieron de muy, pero muy lejos.   Gastaron tiempo, dinero, y peligro para una sola cosa, venir a Jesśs, sujetar se a Cristo, honrar al rey verdadero y legitimo.

 

ŔComo est‡ contigo amigo, se–ora?  ŔEres tu un sabio como estos magos, dispuesto a tomar la bśsqueda de Cristo como la Maximina prioridad de tu vida, en estos tiempos de fiestas?

 

ŔO est‡s como muchos, gastando tu tiempo, tu energ’a, con toda prisa, en las cosas vanas de este mundo?

 

10 Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.

 

Esto es lo que pasa cuando uno viene a Cristo.  Hay gozo, grande gozo.  Un gozo que la vanidad de este mundo no puede producir.  Es mas, las vanidades de este mundo, el amor por el dinero, el vicio, la inmoralidad sexual, todos estos pueden convertir se en tus ’dolos, atrapando te en la oscuridad, dejando te pagar con mas y mas esclavitud y miseria.

 

 

11 Y al entrar en la casa, vieron al ni–o con su madre Mar’a, y postr‡ndose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.

 

Estos magos, estos sabios, sab’an que Cristo Jesśs, el Rey de reyes, y Se–or de se–ores, era digo de su tiempo, de su adoraci—n, y hasta de sus tesoros.

 

Estos magos entendieron que con la llegada de Cristo el mundo iba a cambiar para siempre.  Que Žl seria la luz del mundo.  Que su pueblo iba a proclamar la verdad, la justicia, y una manera superior de vivir.

 

Los magos no eran tontos, estaban ya enterados de lo que pasaba ya por siglos, y quer’an aprovechar se de este gran momento.

 

Pero, era curioso, que estos reyes magos, reconocer’an el gran rey, aunque era un ni–o, mientras los dem‡s en Jud‡ ni ten’an idea, ni ten’an concepto, de lo que estaba pasando.

 

Y siempre es as’, cuando viene la noticia de Cristo.  Unos vean que es la oportunidad de toda la vida, conocer al Rey, vivir en su servicio, disfrutar su alabanza y su reino.

 

Mientras otros sigan ciegos, sirviendo a la carne, al mundo, y al diablo.

 

Un grupo viene postr‡ndose, sujetados a la soberan’a del Rey, otros continśan viviendo en la rebeli—n, rompiendo su Santa Ley con sus robos, con su idolatr’a de cada ’ndole, con su inmoralidad sexual y con su indiferencia total al Rey de reyes, y Se–or de se–ores.

 

12 Pero siendo avisados por revelaci—n en sue–os que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

 

Este seudo rey, Herodes, no pudo salir con la suya.  Como siempre Dios el Padre estaba controlando los eventos de la vida de Cristo.  Y los reyes magos, regresaron a su tierra, ya llenos de la fe Cristiana.

 

ŔComo est‡ contigo amigo, se–ora, en esta tarde.  Eres tu como la gente de aquella entonces, ignorante de lo que estaba pasando, y dedicada a la indiferencia total a lo que tu Dios est‡ haciendo, avanzando y estableciendo su reino?

 

Eres tu como el rey Herodes, corrupto y haciendo todo lo posible, por mas horrible que sea, para proteger tu corona.

 

Como Herodes Ŕest‡s tu diciendo, Ňesta corona es m’a, y yo jam‡s voy a inclinar me a otroÓ?

 

O estas tu, mas como estos reyes magos, sumamente inteligentes, sabios en el extremo, pensando, cuesta lo que cuesta, tiempo, tesoro, tenemos que encontrar a ese Rey.

 

Tenemos que mostrar le nuestra lealtad, y reverencia.  Tenemos que informar le formalmente delante de todos que estamos a su lado.

 

La Biblia ense–a claramente que este Rey es tu śnica esperanza.

 

Hechos 4:12    Y en ningśn otro hay salvaci—n; porque no

hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.

 

Evidentemente los reyes magos estaban enterados de esto.

 

Cristo mismo nos dijoÉ

 

Juan 14:6 Yo soy el camino, y la verdad, y la vida;

nadie viene al Padre, sino por m’.

 

Los reyes magos sab’an que ese rey iba a cambiar al mundo.  Pero iba a cambiar al mundo cambiando los corazones de los hombres hundidos en su maldad, hombres y mujeres perdidos en su ignorancia, y en su esclavitud al vicio y a la idolatr’a.

 

Para los reyes magos era claro que todo aquel que vive en pecado es esclavo del pecado.  Y que ese gran Rey de reyes, y Se–or de se–ores, iba a rescatar a muchos de su esclavitud.

 

Juan 8:31-32   Dijo entonces Jesśs a los jud’os que hab’an

cre’do en Žl: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, serŽis verdaderamente mis disc’pulos; y conocerŽis la verdad, y la verdad os har‡ libres.

 

La libertad est‡ en Cristo, la esclavitud est‡ en el pecado, en el vicio, y en la idolatr’a.

 

 

Y ahora te toca a ti, Ŕcomo vas a responder?  ŔVas a sujetar te al gran Rey, como hicieron estos magos?  ŔO vas a seguir el camino de la indiferencia o la pura rebeli—n como Herodes, deseando la muerte del rey verdadero?

 

Tu tambiŽn puedes venir a Cristo, y estar totalmente transformado.

 

2 Corintios 5:17     De modo que si alguno est‡ en Cristo,

nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aqu’ todas son hechas nuevas.

 

Pero si sigues en la rebeli—n, atrapado en los vicios y las transgresiones, tu futuro ser‡ mas negro.

 

1 Corintios 6:9-10   ŔNo sabŽis que los injustos no

heredar‡n el reino de Dios? No errŽis; ni los fornicarios, ni los id—latras, ni los adślteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones,

 

10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredar‡n el reino de Dios.

 

Amigo, no te dejes que pase otra gran Navidad, lejos del gran regalo, lejos del gran Rey, que dio su vida, en rescate de muchos.

 

ÁAmen!