4 de noviembre de 18

Tu Eres Un Regalo

Juan 6:32-40

 

Introducci—n

 

El libro de Juan est‡ lleno de misterios profundos.  Y hoy d’a, vamos a explorar uno de estos misterios, en nuestra preparaci—n por la santa cena.

 

Al texto.

 

Juan 6:32-40   32 Y Jesśs les dijo: De cierto, de cierto os

digo: No os dio MoisŽs el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo.

 

Estaban hablando del man‡, y como bajo MoisŽs, recibieron una comida milagrosamente.  Pero Cristo va a explicar que el man‡ tambiŽn era simb—lico, de un pan superior.

 

33 Porque el pan de Dios es aquel que descendi— del cielo y da vida al mundo.

 

El pan verdadero, como celebraremos pronto, el pan verdadero es Cristo mismo, el alimento de nuestros almas y de nuestras vidas.

 

34 Le dijeron: Se–or, danos siempre este pan.

 

35 Jesśs les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a m’ viene, nunca tendr‡ hambre; y el que en m’ cree, no tendr‡ sed jam‡s.

 

Aqu’ hay la primera exhortaci—n.  Es una invitaci—n de venir a Cristo.  ŔPero que quiere decir esto, actualmente, de Ňvenir a CristoÓ?  Podemos ver que es algo tremendo porque en Cristo alguna forma de hambre, alguna forma de sed va a desaparecer para siempre.

 

36 Mas os he dicho, que aunque me habŽis visto, no creŽis.

 

Esto es algo espantoso.  Es una forma de amonestaci—n.  Muchas personas vieron a Cristo, en un sentido se segu’an a Cristo, pero en realidad no ten’an la fe.  De alguna manera estaban caminando en la incredulidad.

 

37 Todo lo que el Padre me da, vendr‡ a m’; y al que a m’ viene, no le echo fuera.

 

Este es el verso principal que queremos abrir, y aplicar hoy d’a.   De este verso he tomado el titulo del mensaje.

 

Tu eres un regalo.  Tu eres un don hermano, hermana que el padre ha dado a su hijo.  Tu salvaci—n no era un accidente, sino que ha sido parte de un gran plan que Dios ha formado desde la eternidad.

 

38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envi—.

 

39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envi—: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el d’a postrero.

 

Podemos ver aqu’ que Cristo tiene una tarea, que est‡ llevando acabo.  Hermano, tu y yo somos regalos, que el Padre ha dado a su hijo, y toca al hijo, asegurar que no se pierda ni uno, de los que ha recibido como regalo.

 

Para ser un Žxito en su tarea, que por supuesto va a pasar, Cristo tiene que mantenernos en su familia, hasta el d’a de la resurrecci—n, donde estaremos presentados, santificados y glorificados.

 

40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquŽl que ve al Hijo, y cree en Žl, tenga vida eterna; y yo le resucitarŽ en el d’a postrero.

 

En esto, Cristo no puede fracasar.  Y la doctrina contenida en todo esto puede darnos gran consuelo, y animo, en las luchas de la vida Cristiana.

 

Los creyentes han sido dados a Cristo como dones, como regalos, y van a llegar al fin del camino, purificados, y listos para entrar en la gloria. 

 

*-------------------------- Doctrina ---------------------*

 

1) Existe un grupo de personas que Dios ya ha dado a su hijo.  pausa

 

 

Para algunos, este punto es un poco dif’cil de asimilar.  Se preguntan ŇŔComo es posible que todo esto ya est‡ decidido?Ó 

 

Pero esto es unas de las grandes profundidades que se ve en el libro de Juan.   No hay para Dios sorpresas en los que vienen a Cristo, porque ese grupo ya ha sido determinado por Dios, y Dios sabe exactamente quienes son, y cuando van a venir a la fe.

 

Puede ser una sorpresa para nosotros, ver a alguien que era profundamente perdido en el pecado, controlado por el diablo, entregado a los vicios, y de repente estar transformado y venir a los pies de Cristo.  Pero nada de esto es una sorpresa para Dios.

 

Y hay muchas evidencias de esto.  Cuando San Pablo vino a Corinto, se encontraba problemas, y consideraba abandonando el lugar, pero vino a Žl, una revelaci—n por la noche.

 

Hechos 18:9-10 Entonces el Se–or dijo a Pablo en visi—n de

noche: No temas, sino habla, y no calles;  porque yo estoy contigo, y ninguno pondr‡ sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad.

 

Cristo sabia que aun tenia mucho pueblo en aquella cuidad.  Personas como tu y yo, dadas a Cristo, de parte del padre, y todos estos dones, tienen que estar recibidos, tienen que llegar a la fe, y tienen que perseverar, hasta el fin.

 

Cristo y el Padre sab’an cuantos estaban, en Corinto, y quienes eran, y esto es una tarea que no pudo fracasar.

 

Todo lo que el Padre me da, vendr‡ a m’; y al que a m’ viene, no le echo fuera.

 

Estos conceptos pueden levantar muchas objeciones en las mentes de los nuevos.  Por ejemplo.

 

Objeci—n: Pero que pasa si estas personas son ciegos espiritualmente, o hasta muertos en su esp’ritu.

 

Respuesta:  Esto es normalmente el caso.  El diablo los tienen cegados.

 

 

 

 

2 Corintios 4:3-4    Pero si nuestro evangelio est‡ aśn

encubierto, entre los que se pierden est‡ encubierto; en los cuales el dios de este siglo ceg— el entendimiento de los incrŽdulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.

 

Esto es un gran problema, est‡n ciegos, es mas, est‡n muertos, espiritualmente hablando.

 

Efesios 2:1    Y Žl os dio vida a vosotros,

cuando estabais muertos en vuestros delitos

y pecados.

 

Estos son obst‡culos formidables, pero en realidad, no importa, Dios puede emplear su poder sobrenatural para rescatar los.  Como dice en el Salmo 110É

 

Salmos 110:3   Tu pueblo se te ofrecer‡ voluntariamente en

el d’a de tu poder.

 

Hermano, todas estas personas tienen que venir a Cristo, porque como dice en nuestro textoÉ

 

Todo lo que el Padre me da, vendr‡ a m’; y al que a m’ viene, no le echo fuera.

 

Objeci—n:  ŔPero que pasa si estas personas odian a Cristo, y odian a su iglesia?

 

Respuesta: Esto era el caso con san Pablo.

 

Hechos 9:1-2   Saulo, respirando aśn amenazas y muerte

contra los disc’pulos del Se–or, vino al sumo sacerdote, y le pidi— cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a JerusalŽn.

 

ÁEra una gran amenaza! Pero no importa, si la persona est‡ en este grupo, que Dios ha dado a su hijo, tiene que venir, y tiene que estar trasformado, convertido en uno de nosotros.  Y Dios tiene todo el poder necesario para hacer esto.

 

 

 

2 Corintios 5:17     De modo que si alguno est‡ en Cristo,

nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aqu’ todas son hechas nuevas.

 

Objeci—n:  ŔPero que pasa si estas personas est‡n completamente bajo el control y bajo el dominio de Satan‡s?  ŔComo pueden venir entonces?

 

Mar’a Magdalena tenia siete demonios, y el de la tierra de los gadarenos, estaba pose’do por una legi—n, que puede ser hasta cinco mil, en los tiempos de los romanos.

 

Pero no importa, porque era parte de ese grupo, elegido desde el fundamento del universo yÉ

 

Todo lo que el Padre me da, vendr‡ a m’; y al que a m’ viene, no le echo fuera.

 

2) Cada persona en este grupo va a venir a Cristo Jesśs.

 

Ojala esto es muy claro ahora.  Cristo no puede fracasar en esto, nos ha prometido, que no va a perder ni uno.  Con la navidad llegado, hay un verso famoso del principio de Mateo que dice.

 

Mateo 1:21 Y dar‡ a luz un hijo, y llamar‡s su nombre

JESňS, porque Žl salvar‡ a su pueblo de sus pecados.

 

Esto era el ‡ngel de Dios asegurando a JosŽ, de que su esposa, Mar’a no ha sido infiel.  Pero mira lo que dice.  No dice que Cristo vino para hacer posible la salvaci—n, sino que dice que Cristo salvar‡, a su pueblo, a ese grupo, y lo har‡ sin perder ni uno. 

 

O como MoisŽs dijo al Fara—n, Ňno quedar‡ ni una pezu–aÓ sino que todos tienen que salir libres.

 

Pero esto tambiŽn pude levantar objeciones en la mente de los nuevos.  Por ejemploÉ

 

Objeci—n:      ŔY que tal si yo no estoy en este grupo?

ŔY si yo no soy parte de este grupo ŇafortunadoÓ, que pasar‡ si trato de venir?  ŔSerŽ acaso rechazado?   pausa

 

Hermano, tu no tienes que preocuparte por esto, porque el texto contiene otra promesa.

Todo lo que el Padre me da, vendr‡ a m’; y al que a m’ viene, no le echo fuera.

 

Cristo ha prometido que los que vienen a Žl, no ser‡n rechazados.  Esto no puede pasar.  El hecho de que deseas a Cristo como tu salvador es la evidencia de que tu eres un don, tu eres uno de estos regalos, que el padre ha dado a su hijo, y que el hijo ya ha comprado con sus sangre precioso.

 

3) ŔPero que quiere decir esto, actualmente, de venir a

   Cristo?

 

Bueno hablamos de esto todo el tiempo, pero puedo dar una caracter’stica, que ojala ser‡ muy clara.  pausa

 

Cuando vienes a Cristo, vas a dejar ciertas cosas atr‡s.  Tal vez vas a dejar ciertas personas atr‡s, si estas personas ya son un tropiezo para ti.

 

Abraham, cuando vino a Dios, dejo su tierra atr‡s.  Se dejo su pa’s de origen, porque estaba lleno de la idolatr’a.

 

Lot, su sobrino, aunque era un dŽbil in la fe, el nuevo testamento dice que eran un justo.

 

Y llegando a Dios en obediencia, tenia que abandonar Sodoma, y todo lo que ten’a en aquella cuidad de prosperidad, porque aquella cuidad de prosperidad era en realidad una cuidad de destrucci—n, como saben los que han visto la pel’cula del peregrino.

 

Y hay muchos ejemplos en el nuevo testamento de personas llegando a Cristo, y dejando algo atr‡s.

 

Vamos a mirar a solamente uno.

 

Hechos 19:18-20 Y muchos de los que hab’an cre’do

ven’an, confesando y dando cuenta de sus hechos.

 

Asimismo muchos de los que hab’an practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su precio, hallaron que era cincuenta mil piezas de plata.

 

As’ crec’a y prevalec’a poderosamente la palabra del Se–or.

Esto pas— en Efeso, en donde hab’an muchos hechiceros poderoso.  Y se ganaban mucho dinero con sus practicas diab—licas, como veamos en Holywood en los tiempos modernos.

 

Pero llegando a Cristo se dejaron todo esto atr‡s.  Es que ten’an que aprender nuevas maneras de ganar la vida.   Es el mismo hoy d’a con, por ejemplo, los narcotraficantes que vienen a Cristo, tienen que aprender una nueva manera de vivir.

 

Y n—talo, no se vendieron sus libros, que eran muy costosos, sino que se quemaron estos libros, confiando en que Dios iba a suplir todas sus necesidades.

 

Y finalmente dice que la palabra prevalec’a poderosamente, porque el poder de Dios no va a manifestar se en medio de brujos y hechiceros, sino que cuando hay hermanos verdaderos que vienen a Cristo, dejando lo sucio de sus vidas atr‡s, para empezar una vida superior.  ŔAmen?

 

Otra pregunta que surge a veces considerando todo esto.

 

4) Pero yo no soy una persona de gran educaci—n, formal, y mucho en la Biblia es dif’cil de entender para mi.

 

Esto tampoco es problema.  Esto no depende de ti, sino de Žl.  Y es glorioso para Dios salvar a los humildes.

 

1 Corintios 1:26-29  Pues mirad, hermanos, vuestra vocaci—n,

que no sois muchos sabios segśn la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogi— Dios, para avergonzar a los sabios; y lo dŽbil del mundo escogi— Dios, para avergonzar a lo fuerte;

 

y lo vil del mundo y lo menospreciado escogi— Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia.

 

As’ que, si no has venido a Cristo, formalmente, ya tienes una invitaci—n sincera, aun si representas lo dŽbil del mundo o hasta los necios del mundo, Cristo est‡ dispuesto a recibir te.

 

Y s’, dije, si no has venido a Cristo formalmente.

 

Una cosa es pasar al frente y pedir una oraci—n, y esto no tiene nada de malo.  Pero los que vienen a Cristo, formalmente lo van a hacer por medio del bautismo.  Esto es el modelo B’blico.

 

En el d’a de PentecostŽs, cuando muchos se sent’an su convicci—n bajo el Esp’ritu Santo, no se hicieron solamente una profesi—n informal, de la fe, sino que estaban bautizados.

 

Hechos 2:37-38 Al o’r esto, se compungieron de coraz—n, y

dijeron a Pedro y a los otros ap—stoles: Varones hermanos, ŔquŽ haremos?

 

Pedro les dijo: Arrepent’os, y baut’cese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perd—n de los pecados; y recibirŽis el don del Esp’ritu Santo.

 

Y aun el gran San Pablo, cuando vino a Cristo, estaba exhortado a hacer formal su profesi—n, bautizando se, pśblicamente.

 

Uno llamado Ananias, no el malvado que perdi— su vida mintiendo al Esp’ritu Santo sino otro É

 

Hechos 22:14-16 Y Žl dijo: El Dios de nuestros padres

te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca.

 

Pablo tambiŽn era un regalo.

 

Porque ser‡s testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y o’do.

 

Ahora, pues, Ŕpor quŽ te detienes? Lev‡ntate y baut’zate, y lava tus pecados, invocando su nombre.

 

Cuando vienes a Cristo, de veras, lo proclamar‡s a todos con tu bautismo, sin vergźenza y sin demora.

 

5) ŔY si vengo a Cristo, como puedo estar seguro, de que estarŽ firme hasta el fin?

 

Para contestar esto, tenemos que mirar otra vez a la promesa.

 

Todo lo que el Padre me da, vendr‡ a m’; y al que a m’ viene, no le echo fuera.

 

Cuando Cristo dijo, Ňno le echo fueraÓ, no es solamente cuando uno viene a Žl, sino que quiere decir, no le echo fuera, Ánunca!.

 

Aun cuando nuestras vidas no son perfectas, Cristo no nos va a echar fuera.  Y esto es lo que celebraremos pronto, en la Santa Cena.

 

Pero vamos a mirar a un ejemplo de esto.  El Rey David, era un regalo, como tu, y como yo.

 

Pero David se ca’a en grandes pecados.  Primero se ca’a en el adulterio, y mas tarde mat— a un hombre para esconder su pecado.  Pero no era separado de Dios por esto.

 

Pero si sufr’a por esto.  Y por la providencia de Dios, David se condenaba a si mismo, por la par‡bola sobre el cordero de Urias.

 

2 Samuel 12:1-6 Jehov‡ envi— a Nat‡n a David; y

viniendo a Žl, le dijo: Hab’a dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre.

 

El rico ten’a numerosas ovejas y vacas;

 

pero el pobre no ten’a m‡s que una sola corderita, que Žl hab’a comprado y criado, y que hab’a crecido con Žl y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la ten’a como a una hija.

 

Y vino uno de camino al hombre rico; y Žste no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar para el caminante que hab’a venido a Žl, sino que tom— la oveja de aquel hombre pobre, y la prepar— para aquel que hab’a venido a Žl.

 

Entonces se encendi— el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Nat‡n: Vive Jehov‡, que el que tal hizo es digno de muerte.

 

Y debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia.

 

Claro David era el hombre, y cuando dijo que debe de pagar con cuatro tantos, David pagaba con cuatro hijos, por la vida que se quit—.

 

Y si estudias la vida de David, despuŽs de esto, veras, que te puedes contar uno, dos, tres, cuatro, hijos que se perdi—, pagando la sentencia que Žl mismo pronunciaba sobre si mismo.  (Si amas a tus hijos)

 

El punto es que no se puede jugar con el pecado, porque si te juegas con fuego, te vas a quemar, en tŽrminos de las consecuencias, vas a pagar.

 

Pero como en el caso de David, no vas a estar echado fuera, Ŕporque?  Porque la promesa dice.

 

Todo lo que el Padre me da, vendr‡ a m’; y al que a m’ viene, no le echo fuera.

 

Dios te va a guiar, en este mundo de errores, de doctrinas falsas y de tentaciones, Dios estar‡ detr‡s de ti guiando te.

 

Isa’as 30:21   Entonces tus o’dos oir‡n a tus espaldas

palabra que diga: Este es el camino, andad por Žl; y no echŽis a la mano derecha, ni tampoco torz‡is a la mano izquierda.

 

*------------------------- Conclusi—n --------------------*

 

Hemos visto, que somos regalos que el Padre ha dado a su hijo, pero el hijo tambiŽn pag— caro por todo esto.

 

Romanos 5:6-10 Porque Cristo, cuando aśn Žramos dŽbiles,

a su tiempo muri— por los imp’os.

 

Ciertamente, apenas morir‡ alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.

 

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aśn pecadores, Cristo muri— por nosotros.

 

Pues mucho m‡s, estando ya justificados en su sangre, por Žl seremos salvos de la ira.

 

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho m‡s, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

 

Ahora, si tu quieres reconciliar te con tu Dios, antes de pasar a la santa cena, o si quieres declarar pśblicamente que es tu deseo, venir a Cristo, y mas tarde hacer lo publico, por el bautismo, aunque estamos entrando en el fr’o del invierno, puedes pasar, y oraremos contigo.

 

Vamos a orar