23 de septiembre de 18

Agonizando En Oraci—n

Isa’as 64:1-12

Introducci—n

 

Conociendo la historia de la Iglesia Cristiana en diferentes partes del mundo puede ser bastante œtil.

 

Porque conociendo c—mo Dios ha derramado su Santo Esp’ritu en otras regiones, en otra Žpocas, puede convencer nos que todo esto es posible, y que Dios pudiera otra vez hacer palpable su presencia, poderosamente en su iglesia. 

 

En muchos casos, los grandes avivamientos Cristianos han venido despuŽs de las oraciones desesperadas de hermanos y hermanas, j—venes y hasta ni–os que estaban enterados de que la influencia de la iglesias estaba poco a poco desapareciendo.

 

O ha sido el resultado tambiŽn de los padres, orando, agonizando en oraci—n por sus hijos, viendo que mas y mas estaban apartando se de la fe, y entregando se a los peligros y a la vanidad del mundo.

 

En el breve capitulo de hoy, veremos un modelo de como uno puede agonizar en oraci—n, sabiendo que un cambio enorme es posible, con una poderosa presencia de Dios en su pueblo.

 

1) !!Oh, si rompieses los cielos, y descendieras, y a tu presencia se escurriesen los montes,

 

Es claro que Isa’as percib’a que el poder, la presencia poderosa de Dios no estaba entre su pueblo.

 

ÀPero porque pide que se rompiese los cielos?  Es que con una teolog’a s—lida, el profeta entend’a que todo bueno tiene que originar de arriba.

 

El hombre, los pastores, los te—logos no tienen el poder de producir ni una gran reforma, ni un avivamiento.  Estas cosas solamente pueden empezar con el poder de Dios.  Para ser eficaz, estos tienen que empezar desde arriba.

 

Los que pueden agonizar en la oraci—n eficaz reconocen que Dios es soberano, y solamente Žl puede producir los cambios profundos en su iglesia, en la cultura, hasta en la juventud.

 

1-2) !!Oh, si rompieses los cielos, y descendieras, y a tu presencia se escurriesen los montes, como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace hervir las aguas, para que hicieras notorio tu nombre a tus enemigos, y las naciones temblasen a tu presencia!

 

El profeta percib’a que la presencia poderosa de Dios no estaba presente en su pueblo.  Por esto no se ten’an un gran temor de Dios, no estaban motivados ni de vivir en la santidad, ni de realmente dedicar se al estudio profundo de la palabra de Dios.

 

Se conoc’a que ningœn hombre tenia el poder de cambiar todo esto, pero Dios s’, y el hombre s’ pudiera humillar se, y rogar, con agon’as. 

 

Se pudiera rogar con insistencia, y en la desesperaci—n, sabiendo que en el pasado, Dios ha respondido a esa forma de oraci—n, y su presencia ha sido tan palpable que era como los montes moviendo o el agua empezando a hervir de repente.

 

Es como que muchas personas pueden de repente estar despertadas a las realidades espirituales, a la verdad de que hay cincuenta mil de personas muriendo cada d’a y una gran mayor’a de ellos caen a un infierno eternal, mientras casi nadie se nota.

 

3) Cuando, haciendo cosas terribles cuales nunca esper‡bamos, descendiste, fluyeron los montes delante de ti.

 

Cuando Dios est‡ moviendo en poder, se hace cosas que nadie esperaba.  Como cuando el pueblo estaba en Egipto,  todo parec’a imposible, hasta que estaban matando a los hijos de los hebreos, y casi se mataron a MoisŽs cuando era muy peque–o.

 

Pero por la providencia de Dios, MoisŽs escap— de esta matanza, porque Dios tenia grandes planes.

 

ƒxodo 3:7-9    Dijo luego Jehov‡: Bien he visto la

aflicci—n de mi pueblo que est‡ en Egipto, y he o’do su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel,

a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.  El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de m’, y tambiŽn he visto la opresi—n con que los egipcios los oprimen.

 

Dios respond’a a los que agonizaron en oraci—n, a los que recordaron que era el pueblo que estaba en pacto con el gran Dios, y finalmente Dios empezaba a mover, a descender.

 

3) Cuando, haciendo cosas terribles cuales nunca esper‡bamos, descendiste, fluyeron los montes delante de ti.

Bien, no est‡ diciendo que los montes literalmente fluyeron, es una manera de hablar.

 

Pero s’ Dios respond’a con plagas poderos’simas, que nadie esperaba.

 

Dios respond’a con la abertura del mar rojo, y con una columna de fuego.

 

Todos estos eran manifestaciones del poder de Dios y grandes sorpresas.

 

Y en el tiempo de Cristo, sus maravillas eran estupendas, abriendo los ojos de uno que naci— ciego, se levantaba personas de la muerte, se sanaba personas con la lepra, mayormente para mostrar que se pudiera sanar la gente de su lepra espiritual.

 

Y en otras Žpocas despuŽs de las primeras generaciones de la iglesia Dios ha bajado poderosamente, reaccionando a las oraciones de agon’a.

 

En el tiempo de la gran reforma, Dios empleaba las primeras maquinas de la prensa, para publicar Biblias, traducidas a la lengua normal, y no solamente ya mas solamente en Lat’n, o en el Griego.

 

En el siglo pasado Dios derramaba su esp’ritu sobre Indonesia, y miles y miles de personas llegaron a Cristo, en medio de poderosos hechiceros que estaban en contra y en medio de la opresi—n de los musulmanes.

 

Y todo esto ha sido grabado en los libros de la historia de la iglesia, para ayudar nos a entender que todo esto aun es posible.

Ahora mismo hay millones de hermanos en china, viviendo bajo fuertes opresiones del estado. 

 

Pero aun bajo todo el poder del estado, Dios est‡ haciendo cosas inesperadas, trayendo mas y mas personas a le fe, aun cuando cuesta algo, llevar el nombre de Cristo.

 

Y en muchos pa’ses controlados por los musulmanes, como en Ir‡n, hay miles y miles abandonado la oscuridad de Islam, para correr a los brazos de Cristo.  pausa

 

El punto es, que Dios no ha perdido nada de su poder de responder y hasta de sorprender a los que, agonizando, esperan ver algo del poder infinito de Dios.

 

4) Ni nunca oyeron, ni o’dos percibieron, ni ojo ha visto a Dios fuera de ti, que hiciese por el que en Žl espera.

 

Es cierto que el diablo por sus enga–os ha producido ciertas obras enga–adores, por medio de las religiones falsas.

 

Pero nada comparable con lo que nuestro Dios ha mostrado una y otra vez, a los que esperan en su nombre.

 

ÀPero que quiere decir esto, de ÒesperarÓ en Dios?

 

Es que uno puede orar y orar no viendo nada.  Y los dŽbiles se van a tirar la toalla, en poco tiempo, y concluir que es inœtil.

 

Per los fuertes en la fe van a continuar, van a persistir, agonizando, no dando paz al cielo hasta que vean que finalmente Dios est‡ bajando, y los montes est‡n sacudiendo y el agua est‡ empezando a hervir de repente.

 

Claro esa ultima parte es hablar metaf—ricamente.

 

5) Saliste al encuentro del que con alegr’a hac’a justicia, de los que se acordaban de ti en tus caminos; he aqu’, tœ te enojaste porque pecamos; en los pecados hemos perseverado por largo tiempo; Àpodremos acaso ser salvos?

 

Ahora el profeta realmente estaba agonizando.  Se reconoc’a que Dios ha respond’a a los justos, a los fieles. 

 

Pero en el tiempo de Isa’as, no eran fieles, al contrario la gran mayor’a estaban viviendo al borde de la apostas’a, como muchos en las iglesias de nuestro tiempo.

El profeta dice, que el pueblo ha pecado, y que el pueblo persist’a en el pecado, pero aun as’ iba a rogar.

 

Sabe que parec’a inœtil, por esto pregunta Àpodremos acaso ser salvos?

 

En esto Isa’as reconoc’a la incapacidad total del hombre de empezar algo como un gran avivamiento.  Los tiempos eran muy oscuros, los hermanos, muchos caminaban como los mundanos.

 

Pero sorpresa de sorpresa, en la historia de la iglesia Dios ha respondido en tiempos semejantes, cuando todo parec’a perdido.

 

6) Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y ca’mos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.

 

Aqu’, el profeta estaba pensando como el hijo prodigo, que regresaba a su padre, no pidiendo nada basada en su propio merito, sino que solamente confiando en la bondad, en la misericordia de su Padre.

 

Lucas 15:18-19 Me levantarŽ e irŽ a mi padre, y le dirŽ:

Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.

 

Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.

 

Reconociendo nuestra falta de justicia propia, Dios s’ puede responder poderosamente.

 

Bueno, este es un verso bien conocido, pero creo que es a veces un verso abusado.

 

6) Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y ca’mos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.

 

Es cierto que nadie puede venir a Dios por sus propios meritos.  Es cierto que nadie puede obligar a Dios, por lo que ha hecho, como que Dios seria tu deudor.

 

Pero el profeta dijo esto de un pueblo ca’do y apartado de Dios.

Y a veces, arrancando ese verso de su contexto, se aplican esto a todos, aun a los que aman a Dios y vivan confiando en Žl.

 

Es cierto que nada que hacemos es completamente libre de pecado, pero las obras de los hermanos s’ tiene valor.

 

Hay que comparar escrituras con escrituras para ver que esto no se aplica a todos, aunque, claro nadie puede venir a Dios basado en su propio merito.

 

Apocalipsis 19:8     Y a ella se le ha concedido que se

vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.

 

Y no olvides del comentario del Esp’ritu Santo sobre los padres de Juan Bautista.

 

Lucas 1:5-6    Hubo en los d’as de Herodes, rey de Judea,

un sacerdote llamado Zacar’as, de la clase de Ab’as; su mujer era de las hijas de Aar—n, y se llamaba Elisabet.

 

Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Se–or.

 

Aqu’ hay una pareja que eran justos delante de Dios, irreprensibles.

 

As’ que los trapos de inmundicia habla de los que realmente no est‡n caminando en los mandamientos y las ordenanzas del Se–or, y no es correcto aplicar esto a todos en todo momento.

 

7) Nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para apoyarse en ti; por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades.

En otras palabras nadie estaba agonizando en la oraci—n.

 

Seguramente hab’an oraciones, pero eran formales, eran parte de la rutina religiosa, pero nadie realmente estaba luchando con Dios como Jacob aquella noche cuando dijo que no iba a dejar el ‡ngel, hasta que recibiese la bendici—n.

 

Nadie estaba sudando como gotas de sangre, como Cristo en el huerto.

Nadie estaba dedicando tiempo precioso para levantar una vigilia, gastando su noche entera agonizando, y luchando en contra de su carne, o ayunando, negando se el placer de la comida par realmente mover el cielo y bombardear a Dios con sus peticiones urgentes.

 

8) Ahora pues, Jehov‡, tœ eres nuestro padre; nosotros barro, y tœ el que nos formaste; as’ que obra de tus manos somos todos nosotros.

 

Cuando dice aqu’, Òtu nos formasteÓ no est‡ hablando de la creaci—n de los seres humanos, sino que est‡ hablando de c—mo Dios form— su pueblo.

 

Est‡ hablando de c—mo Dios tom— a Abraham de un pueblo pagano y form— de Žl una naci—n santa.

 

8) Ahora pues, Jehov‡, tœ eres nuestro padre; nosotros barro, y tœ el que nos formaste; as’ que obra de tus manos somos todos nosotros.

 

Aunque el profeta no puede pedir nada basada en la justicia del pueblo, despuŽs de todo, ellos eran el pueblo de Dios, y pudo agonizar en oraci—n pediendo su relaci—n por el pacto.

 

Y esto nos ense–a algo importante del bautismo.   Como hermano bautizado tu est‡s en pacto con el Se–or, y aun cuando no pides por nada bueno en ti, por lo menos puedes rogar la misericordia de Dios, siendo parte de su pueblo.

 

ÀPero si tu siempre rechazas el bautismo Cristiano, como vas a venir a Dios en una gran crisis, si tu no deseaba nada que ver con su santo pacto?

 

9) No te enojes sobremanera, Jehov‡, ni tengas perpetua memoria de la iniquidad; he aqu’, mira ahora, pueblo tuyo somos todos nosotros.

 

El profeta no pide que Dios cancela todos los castigos por la desobediencia, sino que solamente que sea misericordioso, y que no se responde con todo lo que ellos merec’an.

 

Vimos tambiŽn en Jerem’as.

 

Jerem’as 10:24 Cast’game, oh Jehov‡, mas con juicio; no con

tu furor, para que no me aniquiles.

 

 

O tambiŽn David en los Salmos.

 

Salmos 30:5    Porque un momento ser‡ su ira,

Pero su favor dura toda la vida.

Por la noche durar‡ el lloro,

Y a la ma–ana vendr‡ la alegr’a.

 

10) Tus santas ciudades est‡n desiertas, Sion es un desierto, JerusalŽn una soledad.

 

Ahora ora como MoisŽs, pediendo por lo que debe de ser importante para Dios.

 

Habla de sus santas ciudades.  Habla de Sion, JerusalŽn, lugares que llevaban en nombre santo.

 

La mayor’a de las oraciones de los hermanos, vienen con un poco de ego’smo.  Pido por m’ salud, por m’ familia, para mi situaci—n financiera.  Oro para m’ o por los m’os.

 

Pero es algo extraordinario para Dios escuchar oraciones basadas en lo que es importante a Žl.

 

ƒxodo 32:11-13 Entonces MoisŽs or— en presencia de Jehov‡

su Dios, y dijo: Oh Jehov‡, Àpor quŽ se encender‡ tu furor contra tu pueblo, que tœ sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte?

 

ÀPor quŽ han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sac—, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz de la tierra? VuŽlvete del ardor de tu ira, y arrepiŽntete de este mal contra tu pueblo.

 

AcuŽrdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus siervos, a los cuales has jurado por ti mismo, y les has dicho: Yo multiplicarŽ vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y darŽ a vuestra descendencia toda esta tierra de que he hablado, y la tomar‡n por heredad para siempre.

 

MoisŽs vino predicando a Dios, exhortando al Dios omnipotente a proteger su propia gloria, y a recordar las promesas de su pacto.

 

Y hermanos esto no es ninguna falta de respeto. 

Al contrario esa forma de oraci—n es casi irresistible para Dios, porque reconoce como es Dios, y reconoce el pacto y la importancia de su gloria.

 

Adem‡s, esa forma de oraci—n es tan rara, que es para Dios una gran sorpresa, una sorpresa alegre.

 

11) La casa de nuestro santuario y de nuestra gloria, en la cual te alabaron nuestros padres, fue consumida al fuego; y todas nuestras cosas preciosas han sido destruidas.

 

Primero ped’a por lo que interesa a Dios, su nombre, su gloria, pero ahora por asuntos que ten’an en comœn, nuestro santuario.

 

Era el santuario de Dios, pero era tambiŽn santuario de ellos.  Y cuando habla de sus cosas preciosas, estaba hablando de los asuntos del templo

 

Y hermanos, Cristo tambiŽn nos ense–aba orar as’.  Antes que nada, pidiendo por lo que es importante a Dios.

 

Mateo 6:9-10   Vosotros, pues, orarŽis as’:

Padre nuestro que est‡s en los cielos,

santificado sea tu nombre.

 

Venga tu reino. H‡gase tu voluntad, como en el cielo, as’ tambiŽn en la tierra.

 

Cuantos han orado as’ en esta semana, pidiendo por la santidad del nombre de Dios, por su reino, y su influencia en el mundo.  pausa

 

No preocupes, no tienes que levantar la mano.

 

12) ÀTe estar‡s quieto, oh Jehov‡, sobre estas cosas? ÀCallar‡s, y nos afligir‡s sobremanera?

 

Ahora el profeta pide una respuesta.  Es un poco atrevido, pero as’ es, cuando estamos, agonizando en oraci—n.

 

Es como que estaba diciendo, ÒAhora bien Dios m’o, he derramado mi coraz—n a ti, has escuchado todo, Ày?

 

ÀQue vas a hacer?

 

Y te aseguro, hermanos, esto no es ninguna falta de respeto.  Es una profunda expresi—n de la fe.

 

========================= Conclusi—n ====================

 

Hemos visto en este capitulo, que es bueno saber algo de c—mo Dios ha actuado poderosamente, no solamente en los tiempos B’blicos, sino tambiŽn en la historia de la iglesia, para armar tus oraciones con esperanzas actuales.

 

Es importante orar por la salud de la iglesia, y hasta por la transformaci—n de la cultura ambiental, que en nuestros tiempos es cada vez mas sat‡nica.

 

Porque mientras vemos mas y mas degeneraci—n sat‡nica en la mœsica, en toda forma de entretenimiento, los j—venes, y hasta los ni–os est‡n f‡cilmente arrastrados por las malas influencias.

 

Lo que necesitamos no son cambios peque–os, sino cambios enormes, y solamente Dios puede efectuar algo semejante, y lo ha hecho, muchas veces en el pasado.

 

Si tu quieres vivir como parte de la soluci—n, agonizando en oraci—n, esperando en el Se–or, confiando en que veremos un gran movimiento de su Esp’ritu Santo, aun durante nuestras vidas, puedes pasar en unos momentos, y oraremos para ti.

 

Vamos a orar!