22 de septiembre de 18
ŇMŽdico de Los
EnfermosÓ
Lucas 5:27-32
Cuando Cristo Jesśs vino a este mundo, vino con la intenci—n de
rescatar a personas que eran perdidas.
Siempre estaba ocupado en esto. Y por lo tanto hasta los religiosos estaban
confundidos, observando sus actividades.
Lucas 5:27-32 DespuŽs de
estas cosas sali—, y vio a un
publicano llamado Lev’, sentado al banco de los tributos pśblicos, y
le dijo: S’gueme.
Y dej‡ndolo todo, se levant— y le sigui—. Y Lev’ le hizo gran banquete en su casa; y hab’a mucha
compa–’a de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos.
30 Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los disc’pulos,
diciendo: ŔPor quŽ comŽis y bebŽis con
publicanos y pecadores?
Respondiendo Jesśs, les dijo: Los que est‡n sanos no tienen necesidad
de mŽdico, sino los enfermos. No
he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.
En un sentido metaf—rico, podemos decir que Cristo era un medico. Un medico en un mundo de enfermos del
esp’ritu.
Por esto siempre estaba alcanzando a los pecadores, donde ellos
estaban. Los religiosos a veces
estaban bien separados de todos, pero Cristo vino para estar en medio de los
enfermos, para estar en medio de los perdidos.
Los publicanos eran cobradores de impuestos, y mayormente
corruptos. Trabajaban por los
Romanos, y buscaban maneras de sacar mas y mas dinero de la gente.
Como eran tan despreciados, otros criminales y delincuentes se
asociaban con ellos. Eran la escoria
del mundo.
Pero Cristo deseaba estar entre ellos. Porque estos enfermos de esp’ritu necesitaban un medico
poderoso.
Y fue criticado mucho por esto.
Luke 5:30-31 Y los
escribas y los fariseos murmuraban
contra los disc’pulos, diciendo: ŔPor quŽ
comŽis y bebŽis
con publicanos y pecadores?
Respondiendo Jesśs, les dijo: Los que est‡n sanos no tienen necesidad
de mŽdico, sino los enfermos. No
he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.
Si tu eres unas de estas personas, enfermas del esp’ritu, atrapada en
el vicio, en la pornograf’a, en la perversidad, en el juego como vicio,
perdiendo dinero importante, Cristo aun est‡ pasando por aqu’ como el gran
medico.
El pecado a veces es emocionante en el principio. Puede ser algo placentero. Pero pasando el tiempo, uno empieza a ver
que su vicio ha sido una trampa.
Y ahora, con el gancho en la garganta como un gran pez, atado por un
hilo, poco a poco el diablo te est‡ jalando a su orilla, para llevar te como su
presa f‡cil.
Pero Cristo Jesśs aun est‡ pasando por este mundo, aun tiene el mismo
poder de librar, de rescatar, de sanar al que tiene las enfermedades
espirituales.
Y es necesario que te empieces a reconocer tu enfermedad, de otra
manera, no vas a buscar el remedio.
Tienes que empezar a estar harto de tu esclavitud al pecado.
Mateo 11:28-30 Venid a m’ todos
los que est‡is trabajados y
cargados, y yo os harŽ descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de m’, que soy
manso y humilde de coraz—n; y hallarŽis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es f‡cil, y ligera mi
carga.
Cristo es un amigo de pecadores, un medico confiable. Pero el Se–or no va a dejar te en tus
pecados, sino que va a sacar te de tus corrupciones.
Y cuando veas cuan destructivo es el pecado en tu vida, ser‡s mas
dispuesto a pedir su ayuda, a tomar la medicina.
Lucas 5:27 DespuŽs de estas cosas
sali—, y vio a un
publicano llamado Lev’, sentado al banco de los tributos pśblicos, y
le dijo: S’gueme.
Sanando a los pecadores de sus lepras espirituales, se puede hacer
todo con una sola palabra, S’gueme.
Con esto te puedes dejar atr‡s una vida arruinada, y empezar a
reconstruir, y hacer algo śtil de ti mismo, algo bello, algo glorioso. Algo mas magnifico que jam‡s has
imaginado. Y por supuesto con una
esperanza segura de una eternidad en la gloria.
Lucas 5:27-32 DespuŽs de
estas cosas sali—, y vio a un
publicano llamado Lev’, sentado al banco de los tributos pśblicos, y
le dijo: S’gueme.
Y dej‡ndolo todo, se levant— y le
sigui—. Y Lev’ le hizo gran
banquete en su casa; y hab’a mucha compa–’a de publicanos y de otros que
estaban a la mesa con ellos.
Cuando viene la llamada verdadera, vas a dejar todo atr‡s. Vas a abandonar los lugares
destructivos, los amigos que realmente no son tus amigos, sino que son amigos
de tu enemigo, Satan‡s.
Vas a abandonar toda forma de pornograf’a, de perversidad, de
infidelidad, de robo, de la idolatr’a y de vicio. Vas a empezar a vivir una vida espiritualmente limpia.
Una vida espiritualmente sana, porque tendr‡s tu encuentro con el gran
medico de almas.
Lucas 5:27-32 DespuŽs de estas cosas sali—, y vio a un
publicano llamado Lev’, sentado al banco de los tributos pśblicos, y
le dijo: S’gueme.
Y dej‡ndolo todo, se levant— y le sigui—. Y Lev’ le hizo gran banquete en su casa; y hab’a mucha
compa–’a de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos.
Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los disc’pulos,
diciendo: ŔPor quŽ comŽis y bebŽis con
publicanos y pecadores?
Respondiendo Jesśs, les dijo: Los que est‡n sanos no tienen necesidad
de mŽdico, sino los enfermos. No
he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.
Desafortunadamente, los fariseos y los escribas tambiŽn estaban
espiritualmente enfermos. Pero por
el auto enga–o, pensaron que ya estaban bien. Esto fue su destrucci—n total. Era su error fatal.
El gran medico no va a aplicar su medicina, hasta que la persona
reconoce que est‡ enferma. Los
que, por el auto enga–o crean que ya est‡n bien, ya est‡n fuera del peligro,
estos est‡n en el mas terrible peligro.
Pensando que ya est‡n bien, no van a buscar jam‡s el medico poderoso.
Luke 5:31 Respondiendo
Jesśs, les dijo: Los que est‡n
sanos no tienen necesidad de mŽdico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a
pecadores al arrepentimiento.
ŔComo est‡ contigo, amigo, se–ora? ŔAlguna vez has reconocido tu lepra espiritual? ŔAlguna vez has deseado escapar de toda
forma de idolatr’a, de avaricia, de envidia y de odio? ŔO te sientes c—modo en tu pecado, aun?
La cosa mas sabia que puedes hacer es reconocer que est‡s enfermo del
esp’ritu, y as’ el gran medico puede atender te.
Muchos, a travŽs de los siglos han rechazado ese mensaje, y el
infierno est‡ lleno de ellos.
Porque cuando viene tu juicio, no puedes acercar te al Dios tres veces
santo, si no tienes la justicia de Cristo cubriendo te.
Hebreos 12:14 Seguid la paz
con todos, y la santidad, sin
la cual nadie ver‡ al Se–or.
O como dijo el gran sabio, Salom—n, muchos se enga–an a si mismos, de
manera fatal y eternal.
Proverbios 14:12 Hay
camino que al hombre le parece
derecho; Pero su fin es camino de muerte.
Hay que aprovechar del gran medico, mientras est‡ pasando, cerca de ti,
y no esperar otra oportunidad en el futuro.
Lucas 5:27-32 DespuŽs de
estas cosas sali—, y vio a un
publicano llamado Lev’, sentado al banco de los tributos pśblicos, y
le dijo: S’gueme.
Y dej‡ndolo todo, se levant— y le sigui—. Y Lev’ le hizo gran banquete en su casa; y hab’a mucha
compa–’a de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos.
Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los disc’pulos,
diciendo: ŔPor quŽ comŽis y bebŽis con
publicanos y pecadores?
Respondiendo Jesśs, les dijo: Los que est‡n sanos no tienen necesidad
de mŽdico, sino los enfermos. No
he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.
Tu tambiŽn puedes encontrar un remedio, en el gran medico.
Juan 6:37 Todo lo que el Padre me
da, vendr‡ a m’;
y al que a m’ viene, no le echo fuera.
Si finalmente, tu conciencia est‡ obrando bien, y haciendo su trabajo,
su obligaci—n de convencer te, del gran peligro del pecado en tu vida,
entonces, ahora es el momento de reaccionar.
Puedes venir a Cristo como eres, pero el gran medico no va a dejar te
como eres, sino que va a empezar un gran proceso de transformaci—n, si
solamente puedes empezar tu escape, del gran auto enga–o.
No lo dejes a otro d’a, si Cristo te est‡ llamando hoy.
Romanos 5:6-8 Porque
Cristo, cuando aśn Žramos dŽbiles,
a su tiempo muri— por los imp’os.
Ciertamente, apenas morir‡ alguno por un justo; con todo, pudiera ser
que alguno osara morir por el bueno.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aśn
pecadores, Cristo muri— por nosotros.
Amen