20 de septiembre de 18

Trayendo La Santa Divisi—n

Malaqu’as 4:1-6

 

En unas cuantas meses, gran parte del mundo estar‡ celebrando la navidad. pausa  Y hay muchos predicadores que predican sus mensajes navide–os desde este ultimo capitulo del testamento antiguo. 

 

Es que habla mucho de la venida de Cristo, pero como hemos visto ya, el gran d’a del Se–or, no es algo muy alegre para todos.

 

Empezando el capitulo tres, parec’a como que la venida de Cristo ser’a algo bien espantoso.

 

Malaqu’as 3:1-3 He aqu’, yo env’o mi mensajero, el cual

preparar‡ el camino delante de m’; y vendr‡ sśbitamente a su templo el Se–or a quien vosotros busc‡is, y el ‡ngel del pacto, a quien dese‡is vosotros. He aqu’ viene, ha dicho Jehov‡ de los ejŽrcitos.

 

ŔY quiŽn podr‡ soportar el tiempo de su venida? Ŕo quiŽn podr‡ estar en pie cuando Žl se manifieste? Porque Žl es como fuego purificador, y como jab—n de lavadores.

 

Y se sentar‡ para afinar y limpiar la plata; porque limpiar‡ a los hijos de Lev’, los afinar‡ como a oro y como a plata, y traer‡n a Jehov‡ ofrenda en justicia.

 

Es que todo esto vino al profeta para contestar la queja, la objeci—n de que realmente no hab’a casi ninguna diferencia entre los justos y los injustos.

 

Todos sacrificaban, todos eran parte del pueblo de Dios, y parec’a como que Dios estaba tratando a todos igualmente.

 

Y en este ultimo capitulo, uno estaba anunciado que iba traer una gran divisi—n entre los dos grupos, una divisi—n que ser’a clara a todos.

 

 

1) Porque he aqu’, viene el d’a ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad ser‡n estopa; aquel d’a que vendr‡ los abrasar‡, ha dicho Jehov‡ de los ejŽrcitos, y no les dejar‡ ni ra’z ni rama.

 

Para los malvados, en el pueblo de Dios, la venida de Cristo iba a ser alarmante.  Muchos que pensaban que estaban bien con Dios, iban a ver que en realidad, eran muy pero muy lejos de Dios.

 

Se ve esto en como Cristo hablaba de los fariseos.

 

Lucas 18:10-14 Dos hombres subieron al templo a orar: uno era

fariseo, y el otro publicano.

 

El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adślteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.

 

Mas el publicano, estando lejos, no quer’a ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sŽ propicio a m’, pecador.

 

Os digo que Žste descendi— a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, ser‡ humillado; y el que se humilla ser‡ enaltecido.

 

Para nosotros, como Cristianos, esa ense–anza parece completamente normal.  Pero para los jud’os de aquel entonces esto era un esc‡ndalo.

 

ŔQuŽ dices? ŔUn publicano era mas reconciliado con Dios que un fariseo religioso?  Todo esto parec’a incre’ble a ellos.

 

O cuando Cristo dijo enÉ

 

Mateo 5:20 Porque os digo que si vuestra justicia no

fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entrarŽis en el reino de los cielos.

 

Otra vez, normal para nosotros, pero algo insoportable para la generaci—n en que Cristo serv’a.

 

Otra vez el primer vers’culo.

 

1) Porque he aqu’, viene el d’a ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad ser‡n estopa; aquel d’a que vendr‡ los abrasar‡, ha dicho Jehov‡ de los ejŽrcitos, y no les dejar‡ ni ra’z ni rama.

 

Cuando habla del d’a ardiente, est‡ hablando del d’a del Se–or, y muchos dijeron ŇÁSi, si queremos ver el gran d’a del Se–or!Ó

 

Pero en muchos de los profetas se anunciaron que el d’a del Se–or no ser’a tan gozoso para todos.

 

Am—s 5:18-19   !!Ay de los que desean el d’a de Jehov‡!

ŔPara quŽ querŽis este d’a de Jehov‡? Ser‡ de tinieblas, y no de luz;  como el que huye de delante del le—n, y se encuentra con el oso; o como si entrare en casa y apoyare su mano en la pared, y le muerde una culebra.

 

Ahora se presentan la venida de Cristo como un d’a de pura alegr’a, todos festejando, todos comiendo y bebiendo juntos y los ni–os felices con sus nuevos regalos.

 

Pero en las escrituras, Cristo est‡ presentado como uno que iba a venir trayendo la santa divisi—n.

 

Lucas 12:51-53 ŔPens‡is que he venido para dar paz en la

               tierra? Os digo: No, sino disensi—n.

 

Porque de aqu’ en adelante, cinco en una familia estar‡n divididos, tres contra dos, y dos contra tres.

 

Estar‡ dividido el padre contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra.

 

Y cuando Cristo reprend’a a los hip—critas en la iglesia sus palabras era casi brutales.

 

Mateo 23:11-15 El que es el mayor de vosotros, sea vuestro

siervo.  Porque el que se enaltece ser‡ humillado, y el que se humilla ser‡ enaltecido.

 

Mas !!ay de vosotros, escribas y fariseos, hip—critas! porque cerr‡is el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entr‡is vosotros, ni dej‡is entrar a los que est‡n entrando.

 

!!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hip—critas! porque devor‡is las casas de las viudas, y como pretexto hacŽis largas oraciones; por esto recibirŽis mayor condenaci—n.

 

!!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hip—critas! porque recorrŽis mar y tierra para hacer un prosŽlito, y una vez hecho, le hacŽis dos veces m‡s hijo del infierno que vosotros.

 

Cuando Cristo vino, la corrupci—n en la iglesia era extrema, como en nuestros tiempos, pero Cristo vino para reformar, para reprender y para limpiar.

 

2) Mas a vosotros los que temŽis mi nombre, nacer‡ el Sol de justicia, y en sus alas traer‡ salvaci—n; y saldrŽis, y saltarŽis como becerros de la manada.

 

En realidad, en el tiempo de Malaqu’as, hab’an dos grupos.  Pero por la gran corrupci—n era dif’cil distinguir entre estos dos grupos.

 

Pero por la sana doctrina de Cristo, la divisi—n iba a estar mas y mas evidente.

 

Los que tem’an al Se–or, iban a estar gozosos. Iban a saltar como los becerros j—venes.  Iban a reconocer quien era Cristo Jesśs.

 

Pero muchos iban a mirar a Cristo como su enemigo.  Y por esto hicieron todo en su poder para organizar su muerte.

 

3) HollarŽis a los malos, los cuales ser‡n ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el d’a en que yo actśe, ha dicho Jehov‡ de los ejŽrcitos.

 

Normalmente los justos eran los reprimidos.  Pero esto iba a cambiar con Cristo.  No solamente era Žl un gran reformador, sino que iba a dejar doctrinas verdaderas que ayudar’an a otros reformadores en diferentes siglos.

 

Y cuando la verdad est‡ claramente establecida, es un desastre para los corruptos, y para los enga–ados.

 

Algo de esto estaba presentado en el libro de..

 

Apocalipsis 3:9 He aqu’, yo entrego de la sinagoga de

Satan‡s a los que se dicen ser jud’os y no lo son, sino que mienten; he aqu’, yo harŽ que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado.

 

Hab’an muchos falsos.  Pero estos que dec’an que eran jud’os, o sea el pueblo de Dios, y no eran, iban a estar derrotados por el poder del Esp’ritu Santo.

 

Y los hermanos sinceros ten’an que entender que ya iban a tener cierto domino en el reino de Dios.

 

A otra iglesia Cristo dijo en el mismo contextoÉ

 

Apocalipsis 2:26-27  Al que venciere y guardare mis obras

hasta el fin, yo le darŽ autoridad sobre las naciones, y las regir‡ con vara de hierro, y ser‡n quebradas como vaso de alfarero; como yo tambiŽn la he recibido de mi Padre.

 

Recordando todo esto, y creyendo lo, las iglesias ten’an mas y mas influencia y dominio en las regiones de Europa y el norte de çfrica en los primeros siglos, hasta que la corrupci—n y la mentira empezaban a regresar.

 

4) Acordaos de la ley de MoisŽs mi siervo, al cual encarguŽ en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel.

 

Por unos cuatrocientos a–os, el pueblo de Dios no iba a tener mas profetas.  Dios no iba a hablar por profetas hasta en el tiempo de Juan Bautista.

 

Pero los fieles ten’an todo lo que necesitaban en la palabra de Dios.  Se pudieran f‡cilmente distinguir entre lo santo y lo abominable con la revelaci—n que ya recibieron por MoisŽs.

 

La moralidad presentada en la ley de MoisŽs es una reflexi—n del car‡cter de Dios, y ese car‡cter jam‡s va a cambiar, como vimos en el capitulo tres, nuestro Dios no cambia.

Es inmutable.

 

5) He aqu’, yo os env’o el profeta El’as, antes que venga el d’a de Jehov‡, grande y terrible.

 

Ahora tenemos la evidencia muy clara de que Malaqu’as estaba hablando de la primera venida de Cristo, en este capitulo.

 

Porque el anuncio de la venida de El’as fue cumplido en el ministerio de Juan Bautista.

 

Mateo 11:12-14 Desde los d’as de Juan el Bautista hasta

ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.

 

Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan.

 

Y si querŽis recibirlo, Žl es aquel El’as que hab’a de venir.

 

Cristo mismo dijo que Juan era el cumplimiento de esta profec’a.

 

Y no solamente aqu’, sino en otra parte, Cristo afirmaba el mismo.

 

Mateo 17:10-13 Entonces sus disc’pulos le preguntaron,

diciendo: ŔPor quŽ, pues, dicen los escribas que es necesario que El’as venga primero?

 

Respondiendo Jesśs, les dijo: A la verdad, El’as viene primero, y restaurar‡ todas las cosas.

 

Mas os digo que El’as ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con Žl todo lo que quisieron; as’ tambiŽn el Hijo del Hombre padecer‡ de ellos.

 

Entonces los disc’pulos comprendieron que les hab’a hablado de Juan el Bautista.

 

Cuando vino Juan, el tambiŽn hablaba mucho de la divisi—n, la separaci—n, y la clarificaci—n de quien eran los justos y los injustos.

 

Cristo dijo con toda certeza que los que no eran con el, estaban claramente en su contra.

 

Mateo 12:30    El que no es conmigo, contra m’ es;

y el que conmigo no recoge, desparrama.

 

Y Juan hablaba de Cristo separando el trigo de la paja.

 

Mateo 3:7-12   Al ver Žl que muchos de los fariseos y de los

saduceos ven’an a su bautismo, les dec’a: !!Generaci—n de v’boras! ŔQuiŽn os ense–— a huir de la ira venidera?

 

Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento,

y no pensŽis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.

 

Y ya tambiŽn el hacha est‡ puesta a la ra’z de los ‡rboles; por tanto, todo ‡rbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego.

 

Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras m’, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es m‡s poderoso que yo; Žl os bautizar‡ en Esp’ritu Santo y fuego.

 

Su aventador est‡ en su mano, y limpiar‡ su era; y recoger‡ su trigo en el granero, y quemar‡ la paja en fuego que nunca se apagar‡.

 

Aqu’ Juan habla de una ira venidera, y que el hacha estaba puesta ya, a la ra’z de los ‡rboles.

 

Y muchos ense–an que esto est‡ hablando de la ira al fin del mundo.  Pero por la manera en que se hablan en las escrituras, esto tenia que ser una ira, una destrucci—n mas cercana.

 

Cristo hablaba de algo que iba a pasar durante de las vidas de sus contempor‡neos.

 

Mateo 24:1-2   Cuando Jesśs sali— del templo y se iba,

se acercaron sus disc’pulos para mostrarle los edificios del templo.

 

Respondiendo Žl, les dijo: ŔVeis todo esto? De cierto os digo, que no quedar‡ aqu’ piedra sobre piedra, que no sea derribada.

Cristo no estaba hablando de eventos miles de a–os en el futuro, sino que algo terrible iba a pasar en el a–o setenta.

 

Un terrible d’a del Se–or iba a caer sobre JerusalŽn, destruyendo todo, y esto era principalmente lo que Juan Bautista tambiŽn anunciaba.

 

El pueblo estaba dividido en dos grupos, porque un grupo iba a escapar ese gran juicio y otro no.

 

Cristo mismo dijo enÉ

 

Lucas 21:20-24 Pero cuando viereis a JerusalŽn rodeada de

ejŽrcitos, sabed entonces que su destrucci—n ha llegado.

 

Entonces los que estŽn en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, v‡yanse; y los que estŽn en los campos, no entren en ella.

 

Porque estos son d’as de retribuci—n, para que se cumplan todas las cosas que est‡n escritas.

 

Mas !!ay de las que estŽn encintas, y de las que cr’en en aquellos d’as! porque habr‡ gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo.

 

Y caer‡n a filo de espada, y ser‡n llevados cautivos a todas las naciones; y JerusalŽn ser‡ hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.

 

Y sabemos, hist—ricamente, que esto es precisamente lo que pasaba en el a–o setenta.  Los hermanos creyeron esto, y se escaparon, para levantar iglesias en todas partes.

 

Mientras los jud’os que no creyeron, sino que se quedaban en su corrupci—n, siguiendo al mundo, o se murieron en la destrucci—n, o fueron otra vez mas, arrastrados lejos, como esclavos.

 

Y por esto, se ense–aba que la venida de Cristo no era como un tiempo de festividades bonitas, sino que, en realidad, era algo espantoso, porque Cristo vino como uno trayendo la santa divisi—n.

 

6) El har‡ volver el coraz—n de los padres hacia los hijos, y el coraz—n de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldici—n.

 

El ultimo verso es mas amonestaci—n que profec’a.

 

Los padres ten’an la Santa Ley de Dios, en las escrituras de MoisŽs.  En las familias santas, los padres trasmit’an los preceptos a los hijos, y los hijos recibieron la santa instrucci—n.

 

En otras familias, esto estaba considerado como anticuado, o algo aburrido, o algo que no entend’a el mundo moderno.

 

Y por esto, el capitulo, el libro, y actualmente el testamento antiguo, se termina con la palabra Ňmaldici—nÓ.

 

Para que todos sepan, que esto no es un juego, sino que todo lo que estamos aprendiendo es sumamente serio.

 

------------------------- Conclusi—n ------------------------

 

Si es tu deseo, hermano, hermana, vivir como uno que realmente tiene el temor de Dios, y no solamente una profesi—n moderna de la fe, habr‡ tiempo en unos momentos de pasar y recibir oraci—n.

 

O si considerando todo esto, has entendido que tienes que pedir el perd—n de tu Padre celestial, y reconciliar te con Žl, tambiŽn puedes pasar en unos momentos, y oraremos contigo.

 

Vamos a Orar