31 de agosto de 18
Escondiendo El Cordero
Malaqu’as 2:1-17
En la mente de Dios, Cristo Jesśs ya estaba ofrecido
como el Cordero de Dios que quita
los pecados, desde el fundamento del mundo.
Hablando de los que adoraban a la bestia dice enÉ
Apocalipsis 13:8 Y
la adoraron todos los moradores de la
tierra cuyos nombres no
estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo.
Siendo esa gran redenci—n en la mente de Dios desde
el principio, es normal que observamos a Cristo leyendo a cualquier parte de la
Biblia.
Hasta los sacrificios de los animales, sin mancha y
inocentes eran simb—lico do lo que Cristo iba logar, derramando su sangre en la
cruz.
Hasta el matrimonio entre un hombre y su mujer es
una reflexi—n del amor entre Cristo y su iglesia, como acabamos de estudiar en
el libro de Cantares.
Pero mientras los sacrificios antiguos eran
vigentes, eran sumamente importantes.
Porque haciendo las ofrendas de manera incorrecta, o
con las practicas corruptas, se pudiera esconder
el mensaje del gran Cordero.
1)
Ahora, pues, oh sacerdotes, para vosotros es este mandamiento.
Empezamos con unas palabras directas para los
sacerdotes. ŔPero a quien vamos a
aplicar esto hoy en d’a?
Antes que nada podemos aplicar esto a los pastores,
a los ancianos, a los di‡conos.
Pero tambiŽn podemos aplicar esto a los padres que
tienen que servir como profeta, sacerdote y rey en sus familias.
Pero San Pedro ense–aba, y era un tema de la gran
reforma, que todos los Cristianos, en un sentido, somos sacerdotes.
A veces se llamaron esto, la doctrina del sacerdocio
de todos los creyentes.
1 Pedro 2:9 Mas
vosotros sois linaje escogido, real
sacerdocio, naci—n
santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciŽis las virtudes de aquel que
os llam— de las tinieblas a su luz admirable.
As’ que es posible involucrar cualquier hermano, o
hermana en lo que est‡ presentado aqu’.
1-2)
Ahora, pues, oh sacerdotes, para vosotros es este mandamiento. Si no oyereis, y si no decid’s de
coraz—n dar gloria a mi nombre, ha dicho Jehov‡ de los ejŽrcitos, enviarŽ
maldici—n sobre vosotros, y maldecirŽ vuestras bendiciones; y aun las he
maldecido, porque no os habŽis decidido de coraz—n.
Hab’a corrupci—n en las iglesias. Cristo, el Cordero estaba escondido,
detr‡s de todos los errores y los esc‡ndalos, y Dios estaba ya harto.
Lo que era para los sacerdotes una bendici—n, como
su honra y su prestigio en la comunidad, la riqueza que recibieron por su
trabajo, todo esto iba a convertir se en maldici—n.
Y esto no es la primera vez que hemos visto algo
semejante.
Los hijos de Aaron empezaron el sacerdocio con un
fuego extra–o, por lo cual se perdieron sus vidas.
Lev’tico 10:1-3 Nadab
y Abiś, hijos de Aar—n, tomaron
cada uno su incensario, y
pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante
de Jehov‡ fuego extra–o, que Žl nunca les mand—.
Y sali— fuego de delante
de Jehov‡ y los quem—, y murieron delante de Jehov‡.
Entonces dijo MoisŽs a
Aar—n: Esto es lo que habl— Jehov‡, diciendo: En los que a m’ se acercan me
santificarŽ, y en presencia de todo el pueblo serŽ glorificado. Y Aar—n call—.
Los que trabajaban en los sacrificios estaban
presentando el conocimiento de Cristo en su servicio, pero si eran
desobedientes, inventando sus propias practicas, era muy f‡cil para ellos, esconder el Cordero que estaba detr‡s
de todo esto.
Y hab’a otro incidente en el primero de Samuel,
antes del primer rey, cuando El’ no aplicaba la disciplina a sus hijos, y ellos
viv’an, escondiendo el Cordero.
1 Samuel 2:12-17 Los
hijos de El’ eran hombres imp’os, y
no ten’an conocimiento de
Jehov‡.
Y era costumbre de los sacerdotes con el
pueblo, que cuando alguno
ofrec’a sacrificio, ven’a el criado del sacerdote mientras se coc’a la carne,
trayendo en su mano un garfio de tres dientes,
y lo met’a en el perol, en
la olla, en el caldero o en la marmita; y todo lo que sacaba el garfio, el
sacerdote lo tomaba para s’. De esta manera hac’an con todo israelita que ven’a
a Silo.
Asimismo, antes de quemar
la grosura, ven’a el criado del sacerdote, y dec’a al que sacrificaba: Da carne
que asar para el sacerdote; porque no tomar‡ de ti carne cocida, sino cruda.
Y si el hombre le
respond’a: Quemen la grosura primero, y despuŽs toma tanto como quieras; Žl
respond’a: No, sino d‡mela ahora mismo; de otra manera yo la tomarŽ por la
fuerza.
Era, pues, muy grande
delante de Jehov‡ el pecado de los j—venes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas de Jehov‡.
La ofrenda de Jehov‡ era menospreciada por causa de
estos sacerdotes j—venes, y Dios estaba sumamente enojado. Por supuesto Dios mataba a estos dos,
como mataba a los hijos de Aaron.
Porque escondiendo
al Cordero, se fueron a otras cosas tambiŽn.
1 Samuel 2:22 Pero
El’ era muy viejo; y o’a de todo lo que
sus hijos hac’an con todo
Israel, y c—mo dorm’an con las mujeres que velaban a la puerta del tabern‡culo
de reuni—n.
Cuando la corrupci—n haya da–ado a los sacrificios,
la ofrenda, es natural que otras formas de infamia siguen en poco tiempo.
Y el mismo estaba pasando otra vez en los tiempos de
Malaqu’as, y Dios tenia que hacer algo.
3-4)
He aqu’, yo os da–arŽ la sementera, y os echarŽ al rostro el estiŽrcol, el
estiŽrcol de vuestros animales sacrificados, y serŽis arrojados juntamente con
Žl. Y sabrŽis que yo os enviŽ este mandamiento,
para que fuese mi pacto con Lev’, ha dicho Jehov‡ de los ejŽrcitos.
ÁEran palabras fuertes! Antes hablaba de maldici—n,
y ahora el estiŽrcol, sobre las caras de ellos.
Escondiendo
el Cordero, cuando ya no se pueden ver nada de Cristo en la
iglesia, se puede esperar, las consecuencias dr‡sticas.
5) Mi
pacto con Žl fue de vida y de paz, las cuales cosas yo le di para que me
temiera; y tuvo temor de m’, y delante de mi nombre estuvo humillado.
Esto est‡ hablando del sacerdocio cuando se
funcionaba bien. Porque la gran
corrupci—n no estaba siempre presente.
Hubo un sacerdote en el libro de nśmeros que mataba
a un hombre y su ramera en un solo golpe, acabando con una plaga.
Nśmeros 25:6-8 Y
he aqu’ un var—n de los hijos de Israel vino
y trajo una madianita a
sus hermanos, a ojos de MoisŽs y de toda la congregaci—n de los hijos de
Israel, mientras lloraban ellos a la puerta del tabern‡culo de reuni—n.
Y lo vio Finees hijo de
Eleazar, hijo del sacerdote Aar—n, y se levant— de en medio de la congregaci—n,
y tom— una lanza en su mano;
y fue tras el var—n de
Israel a la tienda, y los alance— a ambos, al var—n de Israel, y a la mujer por
su vientre. Y ces— la mortandad de los hijos de Israel.
Ahora no me malentiende, no estoy llamando por
ninguna forma de linchamiento, sino solamente a considerar la santidad del
pueblo de Dios, y lo que hizo un hombre, en su santo celo.
Y Dios no lo tom— mal, sino que esto apaciguaba su
ira, y hablan de esto hasta en los salmos.
Salmos 106:28-31 Se
unieron asimismo a Baal-peor,
Y comieron los sacrificios
de los muertos.
Provocaron la ira de Dios
con sus obras,
Y se desarroll— la
mortandad entre ellos.
Entonces se levant— Finees
e hizo juicio,
Y se detuvo la plaga;
Y le fue contado por
justicia
De generaci—n en
generaci—n para siempre.
El punto de todo esto es que Dios toma muy en serio,
los que representan su nombre. Cuando
los lideres de la iglesia, de la familia, andan en la corrupci—n, el Cordero est‡ escondido. Y por como
consecuencia todo lo que hacen es inśtil.
Por esto Santiago nos daba fuertes amonestaciones.
Santiago 3:1 Hermanos
m’os, no os hag‡is maestros muchos de
vosotros, sabiendo que
recibiremos mayor condenaci—n.
Existe condenaci—n por la rebeli—n, pero hay mayor
condenaci—n para los que distorsionen la verdad, escondiendo el Cordero.
6) La
ley de verdad estuvo en su boca, e iniquidad no fue hallada en sus labios; en
paz y en justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la iniquidad.
Los que participan en el liderazgo, pastores,
ancianos, di‡conos, los del coro, los padres de familias, y todo los que llevan
el nombre de Cristiano, en el mundo, deben de saber algo de la verdad, y usar
su conocimiento para llamar otros
al salvador.
Dios no nos ha salvado solamente para ver que
algunos escaparan del infierno.
No, es el deseo de Dios usar nos, en medio de un
mundo oscuro y corrupto.
7)
Porque los labios del sacerdote han de guardar la sabidur’a, y de su boca el
pueblo buscar‡ la ley; porque mensajero es de Jehov‡ de los ejŽrcitos.
Especialmente los que ense–an, aun los que ense–an a
los ni–os, deben de tener un amor por, y un entendimiento de la Santa Ley de
Dios.
8)
Mas vosotros os habŽis apartado del camino; habŽis hecho tropezar a muchos en
la ley; habŽis corrompido el pacto de Lev’, dice Jehov‡ de los ejŽrcitos.
El ejemplo del Cristiano, y especialmente de los del
liderazgo, es para llamar otros al Cordero,
y no esconder el Cordero por
medio de nuestras corrupciones.
Por esto, hermanos, hay casi siempre exhortaciones a
la santidad en nuestras ense–anzas.
Servimos a Dios, antes del hombre.
Servimos a Dios aun si los hombres no lo tomen bien.
Servimos a Dios, cuesta lo que cuesta.
Porque dice en EzequielÉ
Ezequiel 3:17-19 Hijo
de hombre, yo te he puesto por
atalaya a la casa de
Israel; oir‡s, pues, tś la palabra de mi boca, y los amonestar‡s de mi parte.
Cuando yo dijere al imp’o:
De cierto morir‡s; y tś no le amonestares ni le hablares, para que el imp’o sea
apercibido de su mal camino a fin de que viva, el imp’o morir‡ por su maldad, pero
su sangre demandarŽ de tu mano.
Pero si tś amonestares al
imp’o, y Žl no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, Žl morir‡ por
su maldad, pero tś habr‡s librado tu alma.
La exhortaci—n es una actividad seria, y Dios por
supuesto va a pedir cuentas.
9)
Por tanto, yo tambiŽn os he hecho viles y bajos ante todo el pueblo, as’ como
vosotros no habŽis guardado mis caminos, y en la ley hacŽis acepci—n de
personas.
Cristo dijo que los que rechazan sus mandamientos van
a estar muy peque–os en su reino.
Mateo 5:19 De
manera que cualquiera que quebrante uno de
estos mandamientos muy
peque–os, y as’ ense–e a los hombres, muy peque–o ser‡ llamado en el reino de
los cielos; mas cualquiera que los haga y los ense–e, Žste ser‡ llamado grande
en el reino de los cielos.
Y Santiago tenia que corregir las iglesias sobre los
que daban preferencias a los ricos.
Santiago 2:1-4 Hermanos
m’os, que vuestra fe en nuestro
glorioso Se–or Jesucristo
sea sin acepci—n de personas.
Porque si en vuestra
congregaci—n entra un hombre con anillo de oro y con ropa esplŽndida, y tambiŽn
entra un pobre con vestido andrajoso,
y mir‡is con agrado al que
trae la ropa esplŽndida y le dec’s: SiŽntate tś aqu’ en buen lugar; y dec’s al
pobre: Estate tś all’ en pie, o siŽntate aqu’ bajo mi estrado;
Ŕno hacŽis distinciones
entre vosotros mismos, y ven’s a ser jueces con malos pensamientos?
El punto es que, una vez permitiendo la corrupci—n a
entrar, una vez empezando a esconder la realidad de Cristo a otros, todas las
corrupciones antiguas van a regresar a buscar su lugar firme de nuevo.
10)
ŔNo tenemos todos un mismo padre? ŔNo nos ha creado un mismo Dios? ŔPor quŽ, pues,
nos portamos deslealmente el uno contra el otro, profanando el pacto de
nuestros padres?
Este libro estaba escrito mas o menos en los tiempos
de Nehem’as, y en sus d’as hab’an ya hermanos aprovechando de otros hermanos.
Nehem’as 5:3-6 Y
hab’a quienes dec’an: Hemos empe–ado
nuestras tierras, nuestras
vi–as y nuestras casas, para comprar grano, a causa del hambre.
Y hab’a quienes dec’an:
Hemos tomado prestado dinero para el tributo del rey, sobre nuestras tierras y
vi–as.
Ahora bien, nuestra carne
es como la carne de nuestros hermanos, nuestros hijos como sus hijos; y he aqu’
que nosotros dimos nuestros hijos y nuestras hijas a servidumbre, y algunas de
nuestras hijas lo est‡n ya, y no tenemos posibilidad de rescatarlas, porque
nuestras tierras y nuestras vi–as son de otros.
Y me enojŽ en gran manera
cuando o’ su clamor y estas palabras.
Nehem’as estaba bien indigno, pero su indignaci—n
vino en realidad de Dios, que no puede soportar lo, cuando su pueblo anda, escondiendo el Cordero.
11)
Prevaric— Jud‡, y en Israel y en JerusalŽn se ha cometido abominaci—n; porque
Jud‡ ha profanado el santuario de Jehov‡ que Žl am—, y se cas— con hija de dios
extra–o.
Cuando Salom—n se ca’a en la corrupci—n tomaba
muchas esposas paganas, y empezaba una gran ruina.
Y muchos otros segu’an en sus pasos corruptos.
12)
Jehov‡ cortar‡ de las tiendas de Jacob al hombre que hiciere esto, al que vela
y al que responde, y al que ofrece ofrenda a Jehov‡ de los ejŽrcitos.
Es que cuando los sacerdotes se ca’an en el yugo
desigual, todo su trabajo estaba invalido y sin fuerza.
13) Y
esta otra vez harŽis cubrir el altar de Jehov‡ de l‡grimas, de llanto, y de
clamor; as’ que no mirarŽ m‡s a la ofrenda, para aceptarla con gusto de vuestra
mano.
En vez de ver el gozo, como en un buen d’a de la
Santa Cena, Dios solamente pudo ver las lagrimas de las mujeres traicionadas
por los sacerdotes corruptos. Y
claro el sacrificio no tenia su impacto, porque el Cordero estaba escondido.
14)
Mas dirŽis: ŔPor quŽ? Porque Jehov‡ ha atestiguado entre ti y la mujer de tu
juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compa–era, y la mujer
de tu pacto.
Otra vez como en el primer capitulo, estaban casi
ofendidos, pausa sorprendidos de que
algo semejante pudo pasar en su buena sociedad.
ŔDe que hablas Dios? ÁSeguramente no est‡s hablando de nosotros!
15)
ŔNo hizo Žl uno, habiendo en Žl abundancia de esp’ritu? ŔY por quŽ uno? Porque
buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro esp’ritu, y no
se‡is desleales para con la mujer de vuestra juventud.
Hubiera sido muy f‡cil para Dios hacer mas de una
mujer para Ad‡n.
Dios dio a Ad‡n una sola mujer, como ayuda id—nea.
Pero hubiera sido muy f‡cil dar le dos o tres, para los Mormones, o para los
Musulmanes o para los Cristianos que se van divorciando se a cada cuando.
Pero en una familia de una mujer y un hombre, (y
ahora ni se puede confiar en que ser‡n del sexo opuesto, pero esto es otro
tema), pero Dios a prop—sito quiso un hombre, y una mujer, viviendo en la
santidad para producir hijos preparados para el servicio de Dios.
Cuando haya mucha infidelidad, traici—n y contienda,
es muy, pero muy f‡cil para los hijos, apartar se de la fe.
16)
Porque Jehov‡ Dios de Israel ha dicho que Žl aborrece el repudio, y al que
cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehov‡ de los ejŽrcitos. Guardaos, pues, en
vuestro esp’ritu, y no se‡is desleales.
Esto es el verso famoso de que muchos predican sobre
el divorcio. Pero yo creo que es
bueno tomar lo, de una vez en su contexto, viendo que el divorcio es solamente
la consecuencia de otras corrupciones, de los Cristianos que ya est‡n escondiendo el Cordero.
17)
HabŽis hecho cansar a Jehov‡ con vuestras palabras. Y dec’s: ŔEn quŽ le hemos
cansado? En que dec’s: Cualquiera que hace mal agrada a Jehov‡, y en los tales
se complace; o si no, Ŕd—nde est‡ el Dios de justicia?
Esto seguramente era el colmo. Se cansaban a Dios con sus palabras,
como las mujer o el hombres que dice ŇHay Dios m’o, Oh my GodÓ, todo el d’a,
sin pensar en como tomen el nombre de Dios en vano.
Pero tambiŽn cansaban a Dios aqu’ porque Dios no
estaba castigando a sus enemigos en la manera en que ellos deseaban.
Y no era como que ellos deseaban ver el regreso de
la santidad, en su cultura, simplemente deseaban ver a Dios levantando se para
castigar a sus enemigos personales.
Por esto se preguntaban en su insolencia Ŕd—nde est‡ el Dios de justicia?
------------------------- Conclusi—n ------------------------
Encima de todo esto cuando vino la amonestaci—n de
Dios, por la boca del profeta, ellos eran inc—modos y preguntabanÉ
ŔEn quŽ le hemos cansado?
ÁComo que estaban pensando, seguramente ese mensaje
no es para mi! ÁA lo mejor esto es un mensaje para otra iglesia!
Pero hermano, hermana, si algo te ha tocado en este
mensaje de Malaqu’as dos, seria muy bueno aprovechar del momento, preparando
te, para venir a la Santa Cena en este domingo, con un coraz—n contrito, y
humilde.
El plan de Dios en todo esto es revelar el Cordero, y jam‡s esconder el Codero por las corrupciones avanzadas de su pueblo.
Vamos
a orar