6 de julio de 18

Los Momentos De La Soledad

Cantares 3:1-11

 

Cuando Cristo vino a este mundo, casi nadie realmente estaba buscando lo.  Y los que esperaban el Mes’as, o sea el gran redentor prometido, no esperaban alguien tan humilde, tan pobre.  pausa

 

Pero, en toda sinceridad hab’an algunos.  Seguramente el mundo entero ha escuchado de los reyes magos que vinieron de lejos.  Pero hab’a otro que es un poco menos famoso.

 

Lucas 2:22-32  Y cuando se cumplieron los d’as de la

purificaci—n de ellos, conforme a la ley de MoisŽs, le trajeron a JerusalŽn para presentarle al Se–or (como est‡ escrito en la ley del Se–or: Todo var—n que abriere la matriz ser‡ llamado santo al Se–or,

 

y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Se–or: Un par de t—rtolas, o dos palominos.

 

Y he aqu’ hab’a en JerusalŽn un hombre llamado Sime—n, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolaci—n de Israel; y el Esp’ritu Santo estaba sobre Žl.

 

Y le hab’a sido revelado por el Esp’ritu Santo, que no ver’a la muerte antes que viese al Ungido del Se–or.

 

Y movido por el Esp’ritu, vino al templo. Y cuando los padres del ni–o Jesśs lo trajeron al templo, para hacer por Žl conforme al rito de la ley, Žl le tom— en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo:

 

Ahora, Se–or, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; Porque han visto mis ojos tu salvaci—n, La cual has preparado en presencia de todos los pueblos;

 

Luz para revelaci—n a los gentiles,

Y gloria de tu pueblo Israel.

Ese hombre realmente deseaba ver la llegada de Cristo, era casi el prop—sito de su vida como Pablo que dec’a, mas tarde Ňpara mi vivir es CristoÓ.

 

Ese hombre seguramente entend’a, el libro de Isa’as, y como los hijos de Isacar, ese hombre entend’a los tiempos.

 

Y como la mujer de la poes’a de este libro de cantares, con Cristo en sus brazos, estaba feliz.

 

En el ultimo estudio, ella desped’a a su novio, para otro d’a.

 

Cantares 2:17  Hasta que apunte el d’a, y huyan las sombras,

VuŽlvete, amado m’o; sŽ semejante al corzo, o como el cervatillo Sobre los montes de Beter.

 

Pero una vez separada de Žl, ella entraba en los momentos de la soledad.

 

1) Por las noches busquŽ en mi lecho al que ama mi alma;

   Lo busquŽ, y no lo hallŽ.

 

El no estaba con ella, ni estaban casados, pero ella deseaba su presencia cuando ella estaba en la cama.

 

Por esto muchos creen que esa parte pas— en un sue–o, como ser‡ evidente en un momento.

 

1) Por las noches busquŽ en mi lecho al que ama mi alma;

   Lo busquŽ, y no lo hallŽ.

 

Estar separada de Žl era como un tormento, y esto podemos aplicar tambiŽn a la relaci—n entre Cristo y su iglesia.

 

Hay personas bautizadas que pueden pasar mucho tiempo, lejos de la presencia de Se–or, no sintiendo nada.  Pero los que han vivido cerca de Žl, no pueden soportar la separaci—n.

 

Ya hemos visto como David, pensaba de Dios, en la noche, meditando en su cama.

 

Salmos 63:4-6  As’ te bendecirŽ en mi vida; En tu nombre

alzarŽ mis manos. Como de meollo y de grosura ser‡ saciada mi alma, Y con labios de jśbilo te alabar‡ mi boca, Cuando me acuerde de ti en mi lecho, Cuando medite en ti en las vigilias de la noche.

Para la persona devota, su mente regresa a su Dios cuando las distracciones del d’a se acaban.

 

En otro Salmo David dijoÉ

Salmos 42:1    Como el ciervo brama por las corrientes de las

aguas, As’ clama por ti, oh Dios, el alma m’a.

 

David tenia sed del Se–or, y hambre de justicia.

 

ŔComo est‡ contigo, hermano, hermana, puedes pasar d’as enteros ni pensando en la presencia del Se–or?

 

2) Y dije: Me levantarŽ ahora, y rodearŽ por la ciudad;

Por las calles y por las plazas buscarŽ al que ama mi alma;

Lo busquŽ, y no lo hallŽ.

 

Por esto tambiŽn muchos creen que esa parte era como un sue–o.  Una mujer en aquellos tiempos corriendo a todos lados en la noche seria un esc‡ndalo inolvidable.

 

Pero esto estaba en su coraz—n, su sentido de la soledad era una realidad.

 

Y la ausencia de Cristo ha sido una realidad para muchos hermanos, en la historia de la iglesia.

 

Para algunos es una prueba, como en la vida de Job, que realmente no estaba bajo ningśn castigo ni disciplina, sino que Dios estaba comprobando que Job realmente era un hombre justo.

 

Y esto puede pasar con hermanos maduros de la fe.  Se pueden tener la sensaci—n de que Cristo est‡ retirando se de ellos por un tiempo.  Y sobreviento esto es parte de su crecimiento.

 

2) Y dije: Me levantarŽ ahora, y rodearŽ por la ciudad;

Por las calles y por las plazas buscarŽ al que ama mi alma;

Lo busquŽ, y no lo hallŽ.

 

En otros casos esto puede ser como una disciplina.  Esto puede ense–ar nos a no meter nos tanto en las tentaciones del mundo.  Como vimos en el principio de Jerem’as.

 

Jerem’as 2:13  Porque dos males ha hecho mi pueblo: me

dejaron a m’, fuente de agua viva, y cavaron para s’ cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.

Los que abandonan la dulce presencia del Se–or, pueden estar negados por un tiempo, esa dulce presencia.

 

Y San Pablo hablaba de esto en el nuevo testamento.

 

Efesios 4:30-31 Y no contristŽis al Esp’ritu Santo de

Dios, con el cual fuisteis sellados para el d’a de la redenci—n.  Qu’tense de vosotros toda amargura, enojo, ira, griter’a y maledicencia, y toda malicia.

 

Esa es una de las razones, de mantener la unidad de la iglesia, aun bajo las circunstancias dif’ciles.  Es que no queremos perder, nunca, la presencia del Se–or.

 

3) Me hallaron los guardas que rondan la ciudad,

Y les dije: ŔHabŽis visto al que ama mi alma?

 

Ella, en su p‡nico, rogaba a las śnicas personas que andaban por las calles.

 

Y hasta en esto hay algo de instrucci—n. 

 

Cuando uno se siente separado del Se–or, puede emplear los medios que Dios nos ha dado.  Puedes hablar con los lideres de la iglesia, o con un hermano confiado en que hay madurez espiritual.

 

Los ancianos tienen la responsabilidad de guardar sobre el reba–o, espiritualmente hablando.

 

Hebreos 13:17  Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a

ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegr’a, y no quej‡ndose, porque esto no os es provechoso.

 

Y poco tiempo despuŽs de hablar con los guardas, ella finalmente encontraba su amado.

 

4) Apenas hube pasado de ellos un poco, hallŽ luego al que ama mi alma; lo as’, y no lo dejŽ, hasta que lo met’ en casa de mi madre, y en la c‡mara de la que me dio a luz.

 

La insinuaci—n aqu’ es que ella no estaba solamente buscando una gratificaci—n f’sica con Žl.  Si era as’ se pudiera llevar lo a un campo, o un lugar de afuera.  Pero no, en su sue–o lo meti— en la casa de su madre.

Su deseo era para una relaci—n legitima, limpia y duradera, como vimos en el libre de GŽnesis con Isaac, cuando se casaba con Rebeca.

 

GŽnesis 24:67  Y la trajo Isaac a la tienda de su madre Sara,

y tom— a Rebeca por mujer, y la am—; y se consol— Isaac despuŽs de la muerte de su madre.

 

El deseo aqu’ no era para algo breve, algo solamente f’sico, sino que ella estaba pensando en su relaci—n de toda la vida.

 

Y aplicando esto a la iglesia y su amor para Cristo, muchos llegando al amor del Se–or, desean ver sus seres queridos tambiŽn en este amor.

 

Y a veces esto pasa, como hemos visto en muchos casos en nuestra iglesia.

 

Pero esto normalmente pasa cuando los de nuestra familia han visto en nosotros los cambios profundos de santificaci—n y de amor.

 

5) Yo os conjuro, oh doncellas de JerusalŽn, por los corzos y por las ciervas del campo, que no despertŽis ni hag‡is velar al amor, hasta que quiera.

 

Esta es la segunda vez que la mujer de esa poema ha dado la amonestaci—n de no despertar los poderes del amor antes del tiempo.

 

En sus momentos de la soledad, en su viaje por las calles, si era parte de un sue–o, o una experiencia actual, todo esto mostraba los poderes del amor rom‡ntico, en la vida de una joven.

 

Y hay muchos ejemplos de muchachas que han ido muy lejos, antes del tiempo, en una cultura sin amonestaci—n sobre esto.

 

Por esto los hermanos Cristianos tienen que guiar a sus hijas, para que sepan lo que est‡ esperado de ellas.

 

5) Yo os conjuro, oh doncellas de JerusalŽn, por los corzos y por las ciervas del campo, que no despertŽis ni hag‡is velar al amor, hasta que quiera.

 

Aqu’ en los estados unidos, hay otro peligro opuesto que ahora es comśn. 

En un ambiente de feminismo extremo, muchas mujeres, hasta hermanas Cristianas, crean que no pueden empezar sus familias hasta que tienen muchos, muchos a–os de educaci—n, para que pueden ganar dos veces o tres veces mas que sus esposos.

 

Su orientaci—n no es como en la palabra, que habla de una ayuda id—nea, y una madre, sino que su deseo es salir como una gran profesional, que gane mucho en un trabajo que demanda gran parte de su tiempo, dejando solamente las migajas a su familia.

 

El punto es que tenemos que buscar la ayuda de Dios para no empezar ni muy temprano, ni tampoco muy tarde.

 

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Ahora estamos entrando en otra parte de la poema, que parece que est‡ hablando de una boda.

 

6) ŔQuiŽn es Žsta que sube del desierto como columna de humo,

Sahumada de mirra y de incienso y de todo polvo arom‡tico?

 

ŔQuiŽn es Žsta? Es la mujer que hace poco se sent’a vergźenza de que estaba muy morena, por estar tanto tiempo bajo el sol.

 

Pero ahora es muy diferente, muy arreglada, que agarra la atenci—n de todos.

 

7-8) He aqu’ es la litera de Salom—n; sesenta valientes la rodean, de los fuertes de Israel.  Todos ellos tienen espadas, diestros en la guerra; cada uno su espada sobre su muslo, por los temores de la noche.

 

Ella viene no solamente en el esplendor de su belleza, sino que viene mostrando su gran poder. 

 

Siendo la novia de un gran Rey, siempre habr’a peligros de ataques en la noche.  Pero ella estaba bien protegida.

 

ŔPero que tiene que ver con nosotros?

 

Nosotros podemos venir a Cristo como ella, da–ada por el pecado, de familias que no funcionaban bien, como hemos visto enÉ

Cantares 1:6   No reparŽis en que soy morena, Porque el sol

me mir—.  Los hijos de mi madre se airaron contra m’; Me pusieron a guardar las vi–as; Y mi vi–a, que era m’a, no guardŽ.

Ella ni habla de sus hermanos, sino de los hijos de su madre.  Como que vino a su relaci—n con resentimientos pendientes.

 

Pero no importa, su rey iba a borrar todo esto.

 

Y como nosotros que llegamos a Cristo cubiertos con defectos, a veces por a–os de errores, y por seguir la corriente de este mundo, todo tiene su remedio.

 

Efesios 2:1-5 Y Žl os dio vida a vosotros, cuando estabais

               muertos en vuestros delitos y pecados, en los

cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al pr’ncipe de la potestad del aire, el esp’ritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,

 

entre los cuales tambiŽn todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y Žramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los dem‡s.

 

Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos am—, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos).

 

Posiblemente algunos de nosotros hemos estado solos en el mundo, pero los momentos de la soledad, se terminan en los brazos de Cristo.

 

7-8) He aqu’ es la litera de Salom—n; sesenta valientes la rodean, de los fuertes de Israel.  Todos ellos tienen espadas, diestros en la guerra; cada uno su espada sobre su muslo, por los temores de la noche.

 

Y como esa mujer tenia gran protecci—n por Salom—n, nosotros tenemos una protecci—n mayor, con Cristo Jesśs.  Hay uno mas grande de Salom—n en este lugar.

 

Cristo ha puesto sus ‡ngeles alrededor de ti.

Tu tienes hermanos y los lideres de la iglesia orando para ti.

 

Y sobre todo, la palabra misma est‡ ense–ando te a ganar en la batallas espirituales.

9) El rey Salom—n se hizo una carroza de madera del L’bano.

 

Esa madera, a lo mejor era cedro, una madera que no va a pudrirse.  Salom—n era un hombre de gran sabidur’a, que era experto en la arquitectura y en la construcci—n.

 

Se hizo el templo, lo mas glorioso en la historia.

 

Regresando de Babilonio, unos viejos lloraban, cuando dedicaban el templo segundo, porque ellos vieron el primero.

 

Y Cristo es el arquitecto, el carpintero de la iglesia, el templo del esp’ritu santo, que eres tu.

 

1 Pedro 2:5    Vosotros tambiŽn, como piedras vivas, sed

edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.

 

En los ojos de Cristo, tu eres mas glorioso que el templo de Salom—n, porque hay mayor que Salom—n en este lugar.

 

10) Hizo sus columnas de plata, su respaldo de oro, su asiento de grana, su interior recamado de amor por las doncellas de JerusalŽn.

 

Y Cristo empleaba algo mejor, algo mejor que el oro y la plata, y lo est‡ construyendo contigo.

 

1 Pedro 1:18-19 Sabiendo que fuisteis rescatados de

vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,  sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminaci—n.

 

11) Salid, oh doncellas de Sion, y ved al rey Salom—n

Con la corona con que le coron— su madre en el d’a de su desposorio, y el d’a del gozo de su coraz—n.

 

Y ella, aunque se brillaba en su excelencia, no Ňdijo miran todos a miÓ, sino que dijo, Ňved al rey Salom—nÓ.

 

Y cuando la iglesia est‡ gloriosa, no va a proclamar ŇMiran todos a nosotrosÓ, sino que proclamaremos, ŇMiran a Cristo y lo que Cristo ha hecho, en medio de nosotrosÓ.

 

11) Salid, oh doncellas de Sion, y ved al rey Salom—n

Con la corona con que le coron— su madre en el d’a de su desposorio, y el d’a del gozo de su coraz—n.

 

Es un poco curioso, como esa poema dice que Salom—n estaba coronado por su madre.  pausa

 

Es cierto que en el ultimo momento el hermano de Salom—n trat— de agarrar el trono, cuando David estaba muriendo, y BetsabŽ la madre de Salom—n ayudaba mucho en la correcci—n de este mot’n, pero Ŕque tiene que ver con Cristo?

 

Bueno, no es f‡cil decir con autoridad, despuŽs de todo, esto es una poema, no es un discurso sobre doctrinas b’blicas.

 

Pero siguiendo la par‡bola, muchos han visto la iglesia apostata de los jud’os, como, en un sentido la madre de Cristo.

 

Y ella aseguraba que de que cristo sea coronado con las espinas.  Cosa repugnante al mundo en su orgullo, pero cosa infinitamente gloriosa en la sabidur’a, infinita de Dios.

 

Corintios 1:20-25    ŔD—nde est‡ el sabio? ŔD—nde est‡ el

escriba? ŔD—nde est‡ el disputador de este siglo? ŔNo ha enloquecido Dios la sabidur’a del mundo?

 

Pues ya que en la sabidur’a de Dios, el mundo no conoci— a Dios mediante la sabidur’a, agrad— a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicaci—n.

 

Porque los jud’os piden se–ales, y los griegos buscan sabidur’a; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los jud’os ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, as’ jud’os como griegos, Cristo poder de Dios, y sabidur’a de Dios.

 

Porque lo insensato de Dios es m‡s sabio que los hombres, y lo dŽbil de Dios es m‡s fuerte que los hombres.

 

 

 

Lo que nosotros tenemos es sumamente glorioso, pero en los ojos del mundo, es nada mas que una locura, y esto tambiŽn era el plan de Dios.

 

------------------------- Conclusi—n ------------------------

 

Hermano, hermana, Ŕcomo est‡ tu relaci—n con el Se–or?  ŔTe sientes seco, solo cuando no puedes sentir su presencia en tu vida?

 

Si es as’, esto quiere decir que Cristo es mucho mas que una doctrina para ti, es la realidad en tu experiencia.

 

Y si tu quieres sentir esto, de veras, o mas intensamente, y no solamente de vez en cuando, puedes pasar en unos momentos y oraremos para ti.

 

Vamos a orar