24 de junio de 18

Ebria Y No De Vino

Isa’as 51:17-23

Introducci—n

 

Aun estamos en los cap’tulos de Isa’as que hablan mucho del consuelo, y que tamben hablan de Cristo.  En unos cap’tulos estaremos en el 53, que como muchos saben, habla de los sufrimientos de Cristo.

 

Pero hoy, terminando el capitulo 51, el profeta hablar‡ del duro juicio que el pueblo iba a experimentar con la ca’da de JerusalŽn, y los setenta a–os de cautiverio.

 

17) Despierta, despierta, lev‡ntate, oh JerusalŽn, que bebiste de la mano de Jehov‡ el c‡liz de su ira; porque el c‡liz de aturdimiento bebiste hasta los sedimentos.

 

Antes en este capitulo, en oraci—n, se clamaban a Dios, rogando le a despertar para ayudar.

 

Isa’as 51:9    DespiŽrtate, despiŽrtate, v’stete de poder,

oh brazo de Jehov‡; despiŽrtate como en el tiempo antiguo, en los siglos pasados. ÀNo eres tœ el que cort— a Rahab, y el que hiri— al drag—n?

 

Esto recordaba el rescate de Egipto, donde tambiŽn el pueblo estaba bajo graves sufrimientos.

 

Pero aqu’ en el vers’culo 17, Dios est‡ respondiendo, prometiendo que sus sufrimientos vendr’an a su fin.

 

17) Despierta, despierta, lev‡ntate, oh JerusalŽn, que bebiste de la mano de Jehov‡ el c‡liz de su ira; porque el c‡liz de aturdimiento bebiste hasta los sedimentos.

 

Hay varios puntos aqu’.  Antes que nada, los juicios no vienen por accidente.  Tampoco podemos echar la culpa de todo al diablo, como que este tenia un poder soberano.

 

No, el verso dice claramente que el c‡liz de su ira, la copa espantosa vino de Dios.

 

Pero esto no quiere decir que nuestro Dios es un dios cruel o arbitrario.  Sino que el pueblo de Dios sufr’a por sus siglos de rebeli—n y su rechazo de los preceptos b‡sicos de Dios.

Gran parte del testamento antiguo est‡ lleno de profetas que vinieron con sus amonestaciones santas, llamando al pueblo a regresar a la bendici—n, a los frutos de la obediencia.  Como fue anunciado tambiŽn en la leyÉ

 

Deuteronomio 28:13   Te pondr‡ Jehov‡ por cabeza, y no por

cola; y estar‡s encima solamente, y no estar‡s debajo, si obedecieres los mandamientos de Jehov‡ tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas.

 

Pero el pueblo de Dios estaba fascinado con los del mundo, y sus practicas, y sus creencias.  Hasta Salom—n empez— algo terrible, honrando a los dioses de los paganos.

 

En realidad, Dios estaba muy paciente con ellos.  pausa

Pero llegando el tiempo su paciencia lleg— a su fin, y por la justicia santa de Dios, para la honra de la Santa Ley, las consecuencias ten’an que caer.

 

17) Despierta, despierta, lev‡ntate, oh JerusalŽn, que bebiste de la mano de Jehov‡ el c‡liz de su ira; porque el c‡liz de aturdimiento bebiste hasta los sedimentos.

 

Y aun aqu’, en medio de sus sufrimientos terribles, Dios estaba extendiendo el consuelo, prometiendo les un futuro glorioso.

 

18) De todos los hijos que dio a luz, no hay quien la gu’e; ni quien la tome de la mano, de todos los hijos que cri—.

 

El pueblo de Dios est‡ presentado como una mujer, una mujer ebria, o sea, borracha pero no de vino, sino de sufrimientos, de espanto, de los sedimentos de esa copa amarga y espantosa que tenia que tomar.

 

Y en la vida normal, cuando una madre est‡ sufriendo, por lo menos se tiene hijos a su lado, para ayudar la.

 

Es mas, hay reportes en la antigŸedad de hijos que ayudaban a sus padres o madres si se emborracharon.

 

Sabiendo que ten’an cierta obligaci—n, que ten’an que mostrar cierta lealtad a sus padres, si se emborracharon en algœn lugar, se le tomaron de la mano, para guiar el padre, o la madre a la casa.  Para que no se caigan en su estupor, durmiendo en la calle, expuestos a peligros o de mas vergŸenza. 

Fue una bendici—n en aquellos momentos, tener un hijo fiel a tu lado, como algunos de los hijos de NoŽ que cubrieron su gran error.

 

18) De todos los hijos que dio a luz, no hay quien la gu’e; ni quien la tome de la mano, de todos los hijos que cri—.

 

Esto era una intensificaci—n del juicio.  En vez de tener unos hijos, o hijas fieles a su lado, esa mujer, metaf—ricamente hablando, esa mujer estaba sola.

 

Y podemos a–adir aqu’ que realmente es una obligaci—n B’blica para los hijos, cuidar de sus padres.

 

1 Timoteo 5:4  Pero si alguna viuda tiene hijos, o nietos,

aprendan Žstos primero a ser piadosos para con su propia familia, y a recompensar a sus padres; porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios.

 

Si, diga lo que diga la sociedad moderna y apostata, los hijos tienen una obligaci—n de recompensar a sus padres.

 

TambiŽn Cristo rega–aba a los fariseos, en su apostas’a, cuando estaban tratando de borrar esa obligaci—n del pueblo.

Mateo 15:2-6   ÀPor quŽ tus disc’pulos quebrantan la

tradici—n de los ancianos? Porque no se lavan las manos cuando comen pan.

 

Respondiendo Žl, les dijo: ÀPor quŽ tambiŽn vosotros quebrant‡is el mandamiento de Dios por vuestra tradici—n?

 

Porque Dios mand— diciendo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente.

 

Pero vosotros dec’s: Cualquiera que diga a su padre o a su madre: Es mi ofrenda a Dios todo aquello con que pudiera ayudarte,

 

ya no ha de honrar a su padre o a su madre. As’ habŽis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradici—n.

 

19) Estas dos cosas te han acontecido: asolamiento y quebrantamiento, hambre y espada. ÀQuiŽn se doler‡ de ti? ÀQuiŽn te consolar‡?

Se habla de dos cosas, pero despuŽs se menciona cinco.

 

Pueden ser dos grupos.  Primero el asolamiento y quebrantamiento, hambre y espada, y despuŽs la falta de ayuda o consolaci—n.

 

Y hermanos, tenemos que recordar que nada de esto era un accidente, todo esto vino, de la mano del Dios tres veces santo.

 

Y por esto el pueblo de Dios era como una mujer emborrachada, ebria, pero no de vino sino de golpes duros de sufrimiento.

 

Es que cuando vienen muchas cat‡strofes a tu vida, todas graves, y todos sin remedio, uno puede estar mareado, o pasar d’as sin dormir.

 

O a veces es tan duro que uno no quiere hacer nada mas que dormir por gran parte del d’a.

 

Y por esto Dios llama diciendo aqu’..

 

Despierta, despierta, lev‡ntate, oh JerusalŽn, que bebiste de la mano de Jehov‡ el c‡liz de su ira

 

Todo esto era sumamente duro, grave, casi insoportable, pero con todo era completamente merecido.

 

19) Estas dos cosas te han acontecido: asolamiento y quebrantamiento, hambre y espada. ÀQuiŽn se doler‡ de ti? ÀQuiŽn te consolar‡?

 

Nosotros tenemos un verso muy bonito en Romanos que diceÉ

 

Si Dios es por nosotros, ÀquiŽn contra nosotros?

 

Pero en este contexto, contestando este vers’culo 19, podemos preguntar, Si Dios est‡ con contra de nosotros, quien con nosotros?

 

20) Tus hijos desmayaron, estuvieron tendidos en las encrucijadas de todos los caminos, como ant’lope en la red, llenos de la indignaci—n de Jehov‡, de la ira del Dios tuyo.

 

Aqu’ otra vez, los hijos que normalmente ayudar’an a esa pobre mujer, no pudieron porque ellos ten’an sus propios problemas.

20) Tus hijos desmayaron, estuvieron tendidos en las encrucijadas de todos los caminos, como ant’lope en la red, llenos de la indignaci—n de Jehov‡, de la ira del Dios tuyo.

 

Cuando dice que eran como ant’lope en la red es como que estos hijos estaban atrapados en algo, que estaban tratando, violentamente de escapar, pero no pudieron.

 

Los hijos tambiŽn estaban bajo la ira feroz de Dios.

 

Y esto tambiŽn est‡ presentado en la Santa Ley.  Hablando de la idolatr’a, dice en los diez mandamientosÉ

 

ƒxodo 20:4-6   No te har‡s imagen, ni ninguna semejanza de

lo que estŽ arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.

 

No te inclinar‡s a ellas, ni las honrar‡s; porque yo soy Jehov‡ tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generaci—n de los que me aborrecen,

 

y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.

 

Cuando vienen los juicios de Dios, se pueden pegar a muchos.  Y vamos a tomar unos momentos para considerar esto.

 

En Sodoma y Gomorra, hab’a gran perversidad y perversi—n, y podemos observar que eventualmente el juicio vino.

 

Y aunque Lot y sus hijas escaparon, todos los dem‡s estaban consumidos.  Aunque seguramente hab’an ni–os entre ellos, personas de la tercer edad, personas tal vez visitando, todos estaban exterminados.

 

Otro caso es el de Ac‡n en el libro de Jueces.

 

El pueblo de Dios, bajo el liderazgo de JosuŽ ten’an instrucciones de atacar a Jeric—, pero de no tocar nada del bot’n, porque todo tenia que estar destruido.

 

Pero un hombre Ac‡n, no pudo resistir la tentaci—n, y agarraba algo de oro y de ropa, y esto afectaba a muchos.

 

 

JosuŽ 7:18-26  Hizo acercar su casa por los varones, y fue

tomado Ac‡n hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Jud‡.

 

Entonces JosuŽ dijo a Ac‡n: Hijo m’o, da gloria a Jehov‡ el Dios de Israel, y dale alabanza, y decl‡rame ahora lo que has hecho; no me lo encubras.

 

Y Ac‡n respondi— a JosuŽ diciendo: Verdaderamente yo he pecado contra Jehov‡ el Dios de Israel, y as’ y as’ he hecho.

 

Pues vi entre los despojos un manto babil—nico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta siclos, lo cual codiciŽ y tomŽ; y he aqu’ que est‡ escondido bajo tierra en medio de mi tienda, y el dinero debajo de ello.

 

JosuŽ entonces envi— mensajeros, los cuales fueron corriendo a la tienda; y he aqu’ estaba escondido en su tienda, y el dinero debajo de ello.

 

Y tom‡ndolo de en medio de la tienda, lo trajeron a JosuŽ y a todos los hijos de Israel, y lo pusieron delante de Jehov‡.

 

Entonces JosuŽ, y todo Israel con Žl, tomaron a Ac‡n hijo de Zera, el dinero, el manto, el lingote de oro, sus hijos, sus hijas, sus bueyes, sus asnos, sus ovejas, su tienda y todo cuanto ten’a, y lo llevaron todo al valle de Acor.

 

Y le dijo JosuŽ: ÀPor quŽ nos has turbado? Tœrbete Jehov‡ en este d’a. Y todos los israelitas los apedrearon, y los quemaron despuŽs de apedrearlos.

 

Y levantaron sobre Žl un gran mont—n de piedras, que permanece hasta hoy. Y Jehov‡ se volvi— del ardor de su ira. Y por esto aquel lugar se llama el Valle de Acor, hasta hoy.

 

Esto es una historia terrible, pero puede ense–ar nos algo importante.  Te puedes preguntar ÀPor quŽ eran tan duros con ese hombre?

 

El pecado de Ac‡n cost— la vida de muchos hombres en la batalla, por esto Dios no estaba con ellos.

 

Es mas, no solamente Ac‡n perdi— su vida, sino su esposa y sus hijos.  As’ son los juicios de Dios bajo el pacto.

 

Y hermano, si tu empieces a caer en un pecado secreto, un pecado querido o favorito, no piensas que es solamente tu pecado.  No, esto va a afectar a ti, y a los tuyos.  As’ funciona el pacto de Dios.

 

Otra prueba de esto es el hecho de que todos nosotros estamos envejeciendo y llegando a la muerte, por el pecado de nuestro padre Ad‡n.

 

Nunca pienses hermano, que tu pecado solamente afectar‡ a ti, esto es un enga–o.  Tus pecados pueden afectar a muchos.

 

21) Oye, pues, ahora esto, afligida, ebria, y no de vino:

 

Ahora te puedes ver que Dios habla de su pueblo, su esposa metaf—ricamente hablando, habla de ella como una persona ebria, borracha, pero no de vino.

 

Y es una situaci—n terrible, espantosa pero seguramente merecida.

 

Y ahora, finalmente, llegando casi a fin del capitulo, llegamos al consuelo.

 

22) As’ dijo Jehov‡ tu Se–or, y tu Dios, el cual aboga por su pueblo: He aqu’ he quitado de tu mano el c‡liz de aturdimiento, los sedimentos del c‡liz de mi ira; nunca m‡s lo beber‡s.

Tenemos un dicho en espa–ol que dice Òno hay mal que dure cien a–osÓ.  Y es cierto, para los que regresan a Dios.

 

No es cierto para los que terminan en el infierno.

 

Apocalipsis 20:10    Y el diablo que los enga–aba fue

lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y ser‡n atormentados d’a y noche por los siglos de los siglos.

Pero hay consuelo para los que llegan al arrepentimiento, y a veces el arrepentimiento solamente viene por medio de los tiempos duros que sigan una temporada de rebeli—n.

 

22) As’ dijo Jehov‡ tu Se–or, y tu Dios, el cual aboga por su pueblo: He aqu’ he quitado de tu mano el c‡liz de aturdimiento, los sedimentos del c‡liz de mi ira; nunca m‡s lo beber‡s.

 

El pueblo tenia que ir al cautiverio de Babilonia pero esto iba a durar menos de cien a–os.  Y despuŽs iban a regresar, como hemos visto en la primera parte del capitulo.

 

Isa’as 51:11   Ciertamente volver‡n los redimidos de

Jehov‡; volver‡n a Sion cantando, y gozo perpetuo habr‡ sobre sus cabezas; tendr‡n gozo y alegr’a, y el dolor y el gemido huir‡n.

 

El pueblo tenia que regresar a JerusalŽn, y edificar otra vez su templo, y finalmente Cristo iba a levantar se de ellos, pero tristemente, Cristo seria matado, como otros profetas justos.

 

23) Y lo pondrŽ en mano de tus angustiadores, que dijeron a tu alma: Incl’nate, y pasaremos por encima de ti. Y tœ pusiste tu cuerpo como tierra, y como camino, para que pasaran.

 

Dios promet’a que iba a transferir esa copa espantosa de su ira de la mano de su pueblo, a Babilonia que era su angustiador.

 

CitŽ antes la ley que dijo que los que andan con Dios fiel al pacto ser‡n los primerosÉ.

 

Deuteronomio 28:13   Te pondr‡ Jehov‡ por cabeza, y no por

cola; y estar‡s encima solamente, y no estar‡s debajo, si obedecieres los mandamientos de Jehov‡ tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas.

 

Pero por tirar todos los preceptos a la basura, como hacen muchos Cristianos hoy d’a, el opuesto estaba prometido.

 

 

 

 

 

Deuteronomio 28:43-44     El extranjero que estar‡ en medio

de ti se elevar‡ sobre ti muy alto, y tœ descender‡s muy abajo.

 

El te prestar‡ a ti, y tœ no le prestar‡s a Žl; Žl ser‡ por cabeza, y tœ ser‡s por cola.

 

Esto es lo que podemos ver en terminando este capitulo.

 

23) Y lo pondrŽ en mano de tus angustiadores, que dijeron a tu alma: Incl’nate, y pasaremos por encima de ti. Y tœ pusiste tu cuerpo como tierra, y como camino, para que pasaran.

 

Actualmente hay historias de pueblos conquistados que ten’an que inclinarse al suelo, y los triunfantes pasar’an sobre ellos, con caballos a veces, dejando algunos heridos, y otros a veces muertos.  pausa

 

Lo que pasaba con el estado isl‡mico o con las barbaridades de los carteles narcotr‡ficos era normal en el mundo antiguo. 

 

Nosotros ahora llamamos tales practicas ÒbarbaridadesÓ, solamente porque estamos acostumbrados de siglos de la sociedad Cristiana.

 

Pero si las iglesias sigan en su coma, en su estupor, todo esto puede regresar.

 

========================== Conclusi—n =====================

 

La Santa Cena viene ya en ocho d’as.  Y aunque ese mensaje ha sido un poco pesado, puede ser apto para preparar nos por los momentos preciosos que vienen.

 

Seria una blasfemia decir que Cristo estaba borracho una vez.  Nuestro salvador jam‡s peco.

 

Pero s’ es correcto decir que era ebrio, pero no de vino.

 

Cuando estaba golpeado, cuando se llevaba la corona de espinas, cuando se pegaban los clavos en sus manos y sus pies, estaba lleno de la ira de Dios, que recib’a por amor de ti, y de mi.

 

 

Y aunque muchas cosas pasaban por su mente, era capaz de pensar en su madre, y de cuidar de su madre.

 

Juan 19:25-27  Estaban junto a la cruz de Jesœs su madre, y

la hermana de su madre, Mar’a mujer de Cleofas, y Mar’a Magdalena.

 

Cuando vio Jesœs a su madre, y al disc’pulo a quien Žl amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ah’ tu hijo.

 

DespuŽs dijo al disc’pulo: He ah’ tu madre. Y desde aquella hora el disc’pulo la recibi— en su casa.

 

Y Cristo tambiŽn usaba esa figura de una copa, o sea un c‡liz de aturdimiento.

 

17) Despierta, despierta, lev‡ntate, oh JerusalŽn, que bebiste de la mano de Jehov‡ el c‡liz de su ira; porque el c‡liz de aturdimiento bebiste hasta los sedimentos.

 

Cristo sab’a, que hab’a un c‡liz o sea una copa espantosa de la ira de Dios para Žl.

 

Mateo 26:36-39 Entonces lleg— Jesœs con ellos a un lugar

que se llama Getseman’, y dijo a sus disc’pulos: Sentaos aqu’, entre tanto que voy all’ y oro.

 

Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenz— a entristecerse y a angustiarse en gran manera.

 

Entonces Jesœs les dijo: Mi alma est‡ muy triste, hasta la muerte; quedaos aqu’, y velad conmigo.

 

Yendo un poco adelante, se postr— sobre su rostro, orando y diciendo: Padre m’o, si es posible, pase de m’ esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tœ.

 

Pero Cristo tenia que tomar la copa, y tena que tragar todo, hasta los sedimentos.

 

Y por esto hermano, hermana, joven, tu puedes beber la copa de bendici—n, porque otro ha bebido para ti, la copa espantosa de la ira de Dios.   Vamos a orar!