28 de abril de 18

ŇEscapando De La Maldici—nÓ

Deuteronomio 27:26

 

Todos los que conocen algo del gran Dios de la Biblia saben que es un Dios de amor, un Dios de misericordia y un Dios de compasi—n.

 

Pero hay otros aspectos del car‡cter de Dios que no son tan populares.

 

Muy temprano en la Biblia se ve la manera en que Dios respondi— a la serpiente por su participaci—n en la ca’da del hombre.

 

GŽnesis 3:14   Y Jehov‡ Dios dijo a la serpiente: Por

cuanto esto hiciste, maldita ser‡s entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andar‡s, y polvo comer‡s todos los d’as de tu vida.

 

El gran Dios de amor, cuando est‡ adecuadamente provocado, tiene la capacidad de maldecir.   Un poco mas tarde toda la tierra recibi— una condena semejante.

 

GŽnesis 3:17-19 Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste

a la voz de tu mujer, y comiste del ‡rbol de que te mandŽ diciendo: No comer‡s de Žl; maldita ser‡ la tierra por tu causa; con dolor comer‡s de ella todos los d’as de tu vida.

 

18 Espinos y cardos te producir‡, y comer‡s plantas del campo.

 

19 Con el sudor de tu rostro comer‡s el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volver‡s.

 

La tierra misma recibi— una maldici—n, y por la gran rebeli—n de Ad‡n y Eva, la raza human, la raza maldecida, recibi— la medici—n de la muerte.

 

Pero esto no fue todo, en el capitulo siguiente, otro ser humano recibi— el mismo.

 

 

GŽnesis 4:9-11 Y Jehov‡ dijo a Ca’n: ŔD—nde est‡ Abel tu

hermano? Y Žl respondi—: No sŽ. ŔSoy yo acaso guarda de mi hermano?

 

Y Žl le dijo: ŔQuŽ has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a m’ desde la tierra.

 

Ahora, pues, maldito seas tś de la tierra, que abri— su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano.

 

ÁImag’nate! No es posible jam‡s escuchar algo tan terrible, que palabras pronunciadas del Dios omnipotente, diciendo a Ca’n que era maldecido por el asesino de su hermano. No es para menos, Ca’n respondi— diciendoÉ

 

GŽnesis 4:13   Grande es mi castigo para ser soportado.

 

pausa

 

Pero aun esto no es todo.  Mas tarde antes de entrar en la tierra prometida, el pueblo de Dios tenia que confirmar su pacto de manera muy definitiva.

 

Deuteronomio 27:11-26

 

     11 Y mand— MoisŽs al pueblo en aquel d’a, diciendo:

 

12 Cuando hayas pasado el Jord‡n, Žstos estar‡n sobre el monte Gerizim para bendecir al pueblo: Sime—n, Lev’, Jud‡, Isacar, JosŽ y Benjam’n.

 

13 Y Žstos estar‡n sobre el monte Ebal para pronunciar la maldici—n: RubŽn, Gad, Aser, Zabul—n, Dan y Neftal’.

 

14 Y hablar‡n los levitas, y dir‡n a todo var—n de Israel en alta voz:

 

15 Maldito el hombre que hiciere escultura o imagen de fundici—n, abominaci—n a Jehov‡, obra de mano de art’fice, y la pusiere en oculto. Y todo el pueblo responder‡ y dir‡: AmŽn.

 

16 Maldito el que deshonrare a su padre o a su madre. Y dir‡ todo el pueblo: AmŽn.

 

 

17 Maldito el que redujere el l’mite de su pr—jimo. Y dir‡ todo el pueblo: AmŽn.

 

18 Maldito el que hiciere errar al ciego en el camino. Y dir‡ todo el pueblo: AmŽn.

 

19 Maldito el que pervirtiere el derecho del extranjero, del huŽrfano y de la viuda. Y dir‡ todo el pueblo: AmŽn.

 

20 Maldito el que se acostare con la mujer de su padre, por cuanto descubri— el regazo de su padre. Y dir‡ todo el pueblo: AmŽn.

 

21 Maldito el que se ayuntare con cualquier bestia. Y dir‡ todo el pueblo: AmŽn.

 

22 Maldito el que se acostare con su hermana, hija de su padre, o hija de su madre. Y dir‡ todo el pueblo: AmŽn.

 

23 Maldito el que se acostare con su suegra. Y dir‡ todo el pueblo: AmŽn.

 

24 Maldito el que hiriere a su pr—jimo ocultamente. Y dir‡ todo el pueblo: AmŽn.

 

25 Maldito el que recibiere soborno para quitar la vida al inocente. Y dir‡ todo el pueblo: AmŽn.

 

26 Maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para hacerlas. Y dir‡ todo el pueblo: AmŽn.

 

Es muy claro, que el Dios amoroso, el Dios misericordioso, el Dios de todo amor, tambiŽn tiene la capacidad de maldecir.

 

Y esto se encuentra en muchas partes de las escrituras.

 

Escucha por ejemplo al ultimo verso del testamento antiguo.

Malaqu’as 4:6  El har‡ volver el coraz—n de los padres

hacia los hijos, y el coraz—n de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldici—n.

 

Tal vez alguien est‡ pensando, est‡ bien, pero todo estos son textos del testamento antiguo, y nosotros ya estamos viviendo en otra Žpoca ahora.

 

Pero mira como Cristo mismo habla del gran d’a de separaci—n en el libro de Mateo.

 

Mateo 25:41    Entonces dir‡ tambiŽn a los de la izquierda:

Apartaos de m’, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ‡ngeles.

 

ŔComo es posible que el gran salvador del amor pudiera tambiŽn hablar as’?

 

Es que Cristo sabia que la raza humana, y la tierra completa estaba bajo una maldici—n por el pecado.  Unos te—logos han dicho a travŽs de los siglos que la raza humana, toda la raza humana es una raza maldecida.

 

Pero Cristo vino para mostrar nos c—mo escapar de esta maldici—n terrible.

 

No es algo que podemos hacer guardando la Santa Ley, porque ya hemos quebrantando la Santa Ley de Dios muchas veces.

 

Con nuestras mentiras, con nuestros robos, con nuestra falta de respeto a nuestros padres, con la envidia y con la codicia.  Con toda forma de inmoralidad y perversi—n sexual, hemos simplemente intensificado la maldici—n.

 

Pero hay un remedio, y es algo que se acaban de celebrar con la Semana Santa.  Podemos resucitar nos de esta existencia maldecida.

 

Y la śnica manera es, tener a otro sufriendo la maldici—n para ti.  Y solamente hay una persona en toda la historia del mundo capacitada para hacer esto.

 

En la muerte de Cristo, con todos sus detalles, se ve mucho de la maldici—n.

 

Antes que nada la manera en que se muri—, colgado en una cruz.  En la cultura de los jud’os, la cruz no era la manera normal de matar a un criminal, sino que se usaban las piedras.  Pero s’, la ley dice algo de otras maneras de implementar la pena de la muerte.

 

 

 

 

 

 

 

Deuteronomio 21:22-23     Si alguno hubiere cometido algśn

crimen digno de muerte, y lo hiciereis morir, y lo colgareis en un madero, no dejarŽis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrar‡s el mismo d’a, porque maldito por Dios es el colgado; y no contaminar‡s tu tierra que Jehov‡ tu Dios te da por heredad.

 

Cristo tenia que estar colgado, porque esta manara de morir, est‡ bajo maldici—n.  En todo esto, Cristo nos dio una manera de escapar de nuestra propia maldici—n.

 

Cuando Ad‡n pec—, lanzando la maldici—n sobre la tierra, espinos y cardos eran la molestia de todos que trabajaban en jardines y las granjas.

 

GŽnesis 3:18   Espinos y cardos te producir‡,

y comer‡s plantas del campo.

 

Espinos y cardos eran parte de la maldici—n, y por esto Cristo llev— una corona de espinas.

 

Juan 19:1-3    As’ que, entonces tom— Pilato a Jesśs, y le

azot—.  Y los soldados entretejieron una corona de espinas, y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron con un manto de pśrpura; y le dec’an: !!Salve, Rey de los jud’os! y le daban de bofetadas.

 

Cristo llev— la corona de espinas, dando a ti, y a mi una manera de escapar de la maldici—n.

 

Cuando Ad‡n pec—, estaba lleno de vergźenza porque estaba desnudo.

 

GŽnesis 3:9-11 Mas Jehov‡ Dios llam— al hombre, y le dijo:

ŔD—nde est‡s tś? Y Žl respondi—: O’ tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escond’.

 

Y Dios le dijo: ŔQuiŽn te ense–— que estabas desnudo? ŔHas comido del ‡rbol de que yo te mandŽ no comieses?

 

Ad‡n se sent’a la vergźenza porque ya estaba empezando a conocer la maldici—n.

De la misma manera, Cristo Jesśs estaba desnudo en la cruz.

Algunos crean que era parcialmente desnudo, otros crean que era totalmente desnudo.  En cualquier caso estaba sufriendo la vergźenza, abriendo para ti, y para mi, una manera de escapar de la maldici—n.

 

Cuando la econom’a est‡ mal, sabemos que es dif’cil trabajar y tener recursos adecuados para pagar todas nuestras mensuales.

 

Y a veces el trabajo mismo es muy duro, tan duro que nos hace sudar debajo del sol.  Y esto es parte de la maldici—n.

 

GŽnesis 3:19   Con el sudor de tu rostro comer‡s el pan

hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volver‡s.

 

Y por supuesto Cristo sufri— esto tambiŽn, sudando gotas grandes de sangre, agonizando en oraci—n la noche anterior.

 

Todo esto Cristo hizo para quitar la maldici—n de los que iban a poner su fe en Žl.

 

Isa’as 53:6    Todos nosotros nos descarriamos como ovejas,

cada cual se apart— por su camino; mas Jehov‡ carg— en Žl el pecado de todos nosotros.

 

El pecado, por causa de la ley, nos ha puesto bajo la maldici—n, pero la muerte de Cristo tiene la capacidad de quitar la maldici—n de cualquiera persona redimida en

su sangre.

 

Por esto, se hablan tanto de la muerte de Cristo en todo el nuevo testamento.

1 Corintios 2:2 Pues me propuse no saber entre vosotros

cosa alguna sino a Jesucristo, y a Žste crucificado.

 

Apocalipsis 5:12     El Cordero que fue inmolado es digno de

tomar el poder, las riquezas, la sabidur’a, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.

 

Si tu quieres escapar de la maldici—n, la maldici—n que el hombre ha ganado, merecido, justamente por su rebeli—n, solamente hay una manera.

Hay que venir a Cristo en fe y en arrepentimiento.

 

Hab’a una maldici—n aun mas espantoso que vino con la ca’da, y esto era la maldici—n de la muerte.

 

GŽnesis 3:19   Con el sudor de tu rostro comer‡s el pan

hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volver‡s.

 

La muerte no era parte del para’so, sino que se entr— por la maldici—n.  Y la muerte es espantoso en el extremo, porque la Biblia tambiŽn habla de la muerte segunda.

 

Apocalipsis 21:8     Pero los cobardes e incrŽdulos, los

abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los id—latras y todos los mentirosos tendr‡n su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.

 

Apocalipsis 20:14    Y la muerte y el Hades fueron lanzados

al lago de fuego. Esta es la muerte

segunda.

 

La muerte segunda es la medici—n en todo su vigor y todo su horror, esto amigo, se–ora, joven, es algo que tienes que evitar, a todo costo.

 

El padre Dios deseaba ver a su hijo aplastado para darte a ti, tu escape, es tiempo que te aprovechas de ese gran sacrificio, sin demora alguna.

 

Isa’as 53:10   Con todo eso, Jehov‡ quiso quebrantarlo,

sujet‡ndole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiaci—n por el pecado, ver‡ linaje, vivir‡ por largos d’as, y la voluntad de Jehov‡ ser‡ en su mano prosperada.

 

Cristo muri— en la cruz.  El gran Dios en carne, la segunda persona de la trinidad, el cordero de Dios que quita los pecados del mundo, muri— en la cruz, para darte una manera de escapar, de la maldici—n.

 

No esperes mas, hay que escapar ahora, la alternativa es demasiada espantosa, la alternativa es la maldici—n.