10 de marzo de 18

Venid Luego

Isa’as 1:18

 

Con la Semana Santa llegando, en que muchos van a recordar la crucifixi—n de Cristo y su gran resurrecci—n de los muertos, es bueno tomar un momento para recordar el prop—sito de ese gran evento en la historia del mundo.

 

Aun en el testamento antiguo, siglos antes, se puede ver algo de lo que Dios quiso lograr.

 

Isa’as 1:18    Venid luego, dice Jehov‡, y estemos a

cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve ser‡n emblanquecidos; si fueren rojos como el carmes’, vendr‡n a ser como blanca lana.

 

Dios tiene una gran misericordia para los pecadores que con sus muchas transgresiones han convertido sus vidas en una porquer’a.

 

Esto era evidente en el mismo capitulo en que Dios empez— con una descripci—n de su estado.

 

Isa’as 1:4-6   !!Oh gente pecadora, pueblo cargado de

maldad, generaci—n de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehov‡, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atr‡s.

 

Por quŽ querrŽis ser castigados aśn? ŔTodav’a os rebelarŽis? Toda cabeza est‡ enferma, y todo coraz—n doliente.

 

Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en Žl cosa sana, sino herida, hinchaz—n y podrida llaga; no est‡n curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.

 

Los muy afortunados escuchando esto, sab’an que era la verdad.  Cuando se reconocieron su grave estado de pecado, su suciedad espiritual, estaban mucho mas dispuestos a responder a la llamada evangŽlica de un Dios misericordioso.

 

Los que eran menos afortunados, simplemente ignoraron el profeta cuando dijoÉ

 

Isa’as 1:18    Venid luego, dice Jehov‡, y estemos a

cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve ser‡n emblanquecidos; si fueren rojos como el carmes’, vendr‡n a ser como blanca lana.

 

Aun los pecadores mas corrompidos, pudieron venir, y estar redimidos, si solamente se pudiera reconocer su condici—n, y venir, confiando en esa gran invitaci—n que vino del trono de la gracia.

 

Porque ese pueblo, en el tiempo de Isa’as, era mas bruto que los animales.

 

Isa’as 1:3 El buey conoce a su due–o, y el asno el

pesebre de su se–or; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento.

 

Existan borrachos que son mas tercos ya que un asno o un buey, pero no importa la magnitud del pecado, ni la grandeza de la corrupci—n, la sangre de Cristo Jesśs, es suficiente para rescatar el mas perdido entre los hombres, si solamente puede escuchar la invitaci—n, y responder.

 

Hay otros que son profundamente perdidos en las diferentes formas de perversi—n sexual, con sus adulterios, sus abusos o su pornograf’a, ya con a–os de transgresiones acumuladas.

 

Pero cuando esa invitaci—n estaba extendida los lideres del pueblo estaban comparados con Sodoma y Gomorra.

 

Isa’as 1:10    Pr’ncipes de Sodoma, o’d la palabra de

Jehov‡; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra.

 

Aqu’ Dios estaba hablando con su propio pueblo, pero empleando nombres como Sodoma y como Gomorra.

 

Los afortunados iban estar impactados en sus corazones e iban a decir, Ňs’, es verdad ya estamos muy deca’dos, y necesitamos un cambio, o estamos eternamente perdidosÓ.  Los menos afortunados iban a simplemente ignorar la llamada, que dijo...

 

Isa’as 1:18    Venid luego, dice Jehov‡, y estemos a

cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve ser‡n emblanquecidos; si fueren rojos como el carmes’, vendr‡n a ser como blanca lana.

Otros eran muy religiosos ya, pero aun con su religi—n estaban viviendo en la pura rebeli—n.

 

Isa’as 1:11-15 ŔPara quŽ me sirve, dice Jehov‡, la multitud

de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabr’os.

 

ŔQuiŽn demanda esto de vuestras manos, cuando ven’s a presentaros delante de m’ para hollar mis atrios?

 

No me traig‡is m‡s vana ofrenda; el incienso me es abominaci—n; luna nueva y d’a de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes.

 

Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas.

 

Cuando extend‡is vuestras manos, yo esconderŽ de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquŽis la oraci—n, yo no oirŽ; llenas est‡n de sangre vuestras manos.

 

Aun las oraciones de uno pueden ser algo repugnante al Dios tres veces santo, si el coraz—n aun est‡ ligado al amor del pecado.

 

El hecho de que uno dice Se–or, Se–or a Cristo Jesśs, no quiere decir que realmente est‡ renovado, y rescatado de su corrupci—n.  Cristo mismo dijo..

 

Mateo 7:21-23  No todo el que me dice: Se–or, Se–or,

entrar‡ en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que est‡ en los cielos.

 

Muchos me dir‡n en aquel d’a: Se–or, Se–or, Ŕno profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?

 

Y entonces les declararŽ: Nunca os conoc’; apartaos de m’, hacedores de maldad.

 

Nadie puede ganar la salvaci—n de sus alma por sus buenas obras, ni por sus propios meritos o logros.  La salvaci—n de Dios es un don no merecido.

 

Efesios 2:8-9  Porque por gracia sois salvos por medio de

la fe; y esto no de vosotros, pues es don de

Dios; no por obras, para que nadie se

glor’e.

 

Pero cuando esa gracia ha entrado en tu vida, va a producir grandes cambios.  Aunque tu no tienes el poder ya de cambiar tu vida antes de venir, una vez unida con Cristo, tu vida va a empezar a cambiar.

 

La sangre de Cristo no va a destruir solamente la culpabilidad de tus pecados, el castigo merecido por tus muchos pecados, sino que la Sangre de Cristo tiene el poder de eliminar el poder del pecado, la corrupci—n del pecado en tu vida.

 

Por esto nuestro texto viene en un contexto de pureza y santidad.

Isa’as 1:16-18 Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de

vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huŽrfano, amparad a la viuda.

 

Venid luego, dice Jehov‡, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve ser‡n emblanquecidos; si fueren rojos como el carmes’, vendr‡n a ser como blanca lana.

 

En la temporada de la Semana Santa, esto es lo que los fieles realmente celebran.  Una redenci—n que puede transformar personas, mejorando las para esta vida y tambiŽn para la eternidad.

 

2 Corintios 5:17     De modo que si alguno est‡ en Cristo,

nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aqu’ todas son hechas nuevas.

 

La sangre de Cristo Jesśs, derramada en la cruz de calvario, tiene el poder de hacer esto en tu vida, sea lo que se tu pasado, y por esto continuamos con la invitaci—n.

 

Isa’as 1:18    Venid luego, dice Jehov‡, y estemos a

cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve ser‡n emblanquecidos; si fueren rojos como el carmes’, vendr‡n a ser como blanca lana.

 

Dios est‡ dispuesto a dialogar contigo, ofreciendo te una vida nueva, cuando reconoces tu necesidad y tu corrupci—n.

Muchos hermanos, y hermanas han experimentado esa gran transformaci—n, y han confirmado que la promesa es confiable.  Como cuando Cristo mismo dijoÉ

 

Mateo 11:28-30 Venid a m’ todos los que est‡is trabajados y

cargados, y yo os harŽ descansar.  Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de m’, que soy manso y humilde de coraz—n; y hallarŽis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es f‡cil, y ligera mi carga.

 

Amigo, se–ora, si tu quieres conocer algo de esa transformaci—n a una vida limpiada, una vida transformada de sus corrupciones naturales, una vida que vale la pena, y tambiŽn te tendr‡ listo para el d’a de tu muerte, sea cuando sea su llegada, hay hermanos aqu’, dispuestos a orar contigo, y orientar te en un nuevo principio de una vida rescatada.

 

Romanos 5:6-10 Porque Cristo, cuando aśn Žramos dŽbiles, a

su tiempo muri— por los imp’os.

 

Ciertamente, apenas morir‡ alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.

 

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aśn pecadores, Cristo muri— por nosotros.

 

Pues mucho m‡s, estando ya justificados en su sangre, por Žl seremos salvos de la ira.

 

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho m‡s, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

 

Amigo, ven a Cristo hoy, sabiendo, confiando en que sus promesas, sus invitaciones est‡n cien por ciento confiables.             Amen