8 de abril de 18

Sus Manos Clavadas

Lucas 24:50-53

 

Introducci—n

 

Cada a–o, alrededor del mundo se celebran el nacimiento de Cristo, como algo glorioso.  Y mas tarde, como acabamos de ver, se recuerdan su muerte en la cruz, y su resurrecci—n.

 

Estos est‡n considerados como los tres eventos important’simos en la historia de nuestro mundo.  Pero en las iglesias antiguas, no lo vieron as’, como tres eventos, sino que celebraron cuatro.

 

Y hoy d’a, vamos a considerar este otro evento magnifico, de que no se hablan tanto, hoy en d’a.

 

Se llama la ascensi—n de Cristo, y es algo que pas— cuarenta d’as despuŽs de su resurrecci—n.

 

Cuando Cristo resucit— de los muertos, no se fue inmediatamente a la diestra de su Padre, sino que tenia otras cosas que tenia que cumplir aqu’.  Por esto San Pablo ense–aba que se apareci— a muchos.

 

1 Corintios 15:3-6   Porque primeramente os he ense–ado lo

que asimismo recib’: Que Cristo muri—

por nuestros pecados, conforme a las

Escrituras; y que fue sepultado, y que

resucit— al tercer d’a, conforme a las

Escrituras; y que apareci— a Cefas, y

despuŽs a los doce.

 

DespuŽs apareci— a m‡s de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aœn, y otros ya duermen.

 

No hab’a duda de su resurrecci—n, porque hab’an tantos testigos.  Pero finalmente, despuŽs de cuarenta d’as, se fue.  Y su partida est‡ llamada la ascensi—n de Cristo, y tiene muchas implicaciones importantes para nosotros.

 

Para muchos, cuando piensan de Cristo, se piensan de un bebŽ en el pesebre, otros piensan de un hombre muriendo en una cruz, y claro, todo esto pas—, pero la historia de su vida, en el pasado, termina con su ascensi—n arriba, a la diestra de su Padre.  Ahora nuestro texto.

Lucas 24:50-53 Y los sac— fuera hasta Betania, y alzando

sus manos, los bendijo.  Y aconteci— que

bendiciŽndolos, se separ— de ellos, y fue

llevado arriba al cielo.

 

Ellos, despuŽs de haberle adorado, volvieron a JerusalŽn con gran gozo; y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. AmŽn.

 

Claro esto es otra prueba de que Cristo es Dios, de otra manera seria una blasfemia adorar lo.  Pero tambiŽn es hombre. 

 

Cuando Cristo resucit—, tenia un cuerpo, no era solamente un esp’ritu.  Y Cristo Jesœs, nuestro Se–or, tendr‡ un cuerpo, por toda la eternidad.

 

Unos versos antes, se mostraba a sus disc’pulos que tenia un cuerpo actual.

Lucas 24:36-43 Mientras ellos aœn hablaban de estas cosas,

Jesœs se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros.

 

Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que ve’an esp’ritu.

 

Pero Žl les dijo: ÀPor quŽ est‡is turbados, y vienen a vuestro coraz—n estos pensamientos?

 

Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un esp’ritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.

 

Y diciendo esto, les mostr— las manos y los pies.

 

Y como todav’a ellos, de gozo, no lo cre’an, y estaban maravillados, les dijo: ÀTenŽis aqu’ algo de comer?

 

Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel.  Y Žl lo tom—, y comi— delante de ellos.

 

A prop—sito, Cristo deseaba mostrar les que su cuerpo era real.  Y fue en ese cuerpo, que se ascendi— al cielo.

Bueno, la ascensi—n de Cristo es un tema amplio, y muchos pastores entran en serias que pueden durar meses sobre todo lo que hay en las escrituras sobre esto.

 

Hay mucho, no solamente en testamento nuevo, sino tambiŽn en el antiguo.

 

Pero nosotros, solamente vamos a dedicar el mensaje de hoy, por ahora, y despuŽs regresar a los estudios de Isa’as.

 

Y lo tomaremos el tema en tres partes.

 

1) La Victoria

2) El Dominio

3) El Gozo

 

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1) La Victoria

 

Cristo vino a este mundo para luchar.  Se tenia enemigos formidables.  Y los que desean criticar a nuestra fe, dicen que Cristo era un gran l’der, que trataba de empezar una religi—n, pero no sali— bien, porque los mataban.  Y punto.

 

Pero por supuesto esto es absurdo.  Cristo tuvo que morir como el cordero de Dios que quita los pecados del mundo.

 

Hemos visto muchas veces que todo esto era el plan de Dios.

 

La resurrecci—n es el principio de la victoria, pero la resurrecci—n no es toda la historia.

 

1 Corintios 15:55-57 ÀD—nde est‡, oh muerte, tu

aguij—n? ÀD—nde, oh sepulcro, tu victoria?  ya que el aguij—n de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley.

 

Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Se–or Jesucristo.

 

Pero la resurrecci—n no era el fin de la historia, sino el principio.  El libro de hechos no solamente empieza con la resurrecci—n de Cristo, sino que se empieza con su ascensi—n.

 

 

Hechos 1:6-9   Entonces los que se hab’an reunido le

preguntaron, diciendo: Se–or, Àrestaurar‡s el reino a Israel en este tiempo?

 

Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad;

 

pero recibirŽis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Esp’ritu Santo, y me serŽis testigos en JerusalŽn, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo œltimo de la tierra.

 

Y habiendo dicho estas cosas, viŽndolo ellos, fue alzado, y le recibi— una nube que le ocult— de sus ojos.

 

Cristo fue, para celebrar su victoria con su Padre.  Y siglos antes, Daniel vio todo esto en una visi—n, porque esto es uno de los eventos mas grandes de las escrituras.

 

Daniel 7:13-14 Miraba yo en la visi—n de la noche, y he

aqu’ con las nubes del cielo ven’a uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de d’as, y le hicieron acercarse delante de Žl.

 

Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasar‡, y su reino uno que no ser‡ destruido.

 

Estas son palabras de la victoria celebrada entre Cristo y su padre.  Y tomando su lugar a la diestra de Dios, se empez— a mandar sus dones a nosotros, como se ense–a en el libro de efesios.

 

Efesios 4:7-14 Pero a cada uno de nosotros fue dada la

gracia conforme a la medida del don de

Cristo.

 

Por lo cual dice:

    Subiendo a lo alto, llev— cautiva la

    cautividad, Y dio dones a los hombres.

 

Tomando su posici—n de poder, empez— a mandar dones espirituales dando el poder a su iglesia.

 

 

9 Y eso de que subi—, ÀquŽ es, sino que tambiŽn hab’a descendido primero a las partes m‡s bajas de la tierra?

 

10 El que descendi—, es el mismo que tambiŽn subi— por encima de todos los cielos para llenarlo todo.

 

Y Žl mismo constituy— a unos, ap—stoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros,  a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificaci—n del cuerpo de Cristo,

 

hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un var—n perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;

 

para que ya no seamos ni–os fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para enga–ar emplean con astucia las artima–as del error.

 

Una vez ascendido, Cristo mando, como prometi—, el Esp’ritu Santo para empezar a avanzar su iglesia a todas partes del mundo.

 

As’ que, es necearlo, tomar tiempo, de estudiar la ascensi—n, porque se ve que por su ascensi—n, Cristo experiment— su gran victoria.

 

2) El Dominio

 

Desde su lugar a la diestra de Dios, Cristo est‡ reinando, ya tiene toda autoridad en el cielo, y tambiŽn en la tierra.  Como dijo en Mateo.

 

Mateo 28:16-20 Pero los once disc’pulos se fueron a

Galilea, al monte donde Jesœs les hab’a ordenado.  Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban.

 

Y Jesœs se acerc— y les habl— diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.

 

Por tanto, id, y haced disc’pulos a todas las naciones, bautiz‡ndolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Esp’ritu Santo;  ense–‡ndoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aqu’ yo estoy con vosotros todos los d’as, hasta el fin del mundo. AmŽn.

 

Cristo ya tiene toda potestad, toda autoridad, para llevar acabo su plan para el mundo.

 

Es un gran rey, y tambiŽn es profeta y sacerdote.  Hablando de Žl en el libro de Hebreos diceÉ

 

Hebreos 10:11-13     Y ciertamente todo sacerdote est‡ d’a

tras d’a ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados;  pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ah’ en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies.

 

Esperando para la derrota de tus enemigos es un ejemplo de dominio, supremo.   Y de esto se hablan en muchas partes.

Regresando a 1 Corintios.

 

1 Corintios 15:25    Porque preciso es que Žl reine hasta

que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies.

 

Esto est‡ repetido mucho en el nuevo testamento, para ayudar a los hermanos a no olvidar del dominio asegurado de Cristo Jesœs.  Lastimosamente, las iglesias olvidan mucho de esto.

 

Pero la primera vez que hemos encontrado esto era en el Salmo 110.

 

Salmos 110:1 

 

Jehov‡ dijo a mi Se–or:

    SiŽntate a mi diestra,

    Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.

 

 

Cristo ha derrotado la muerte, el diablo el poder del pecado, y mas.  Y ahora, poco a poco est‡ llevando esa victoria a todas partes del mundo.

 

A veces hay hermanos que se frustran porque todo es tan gradual, y que no se hace todo mas r‡pidamente.  Pero era el mismo en el testamento antiguo.  Cuando se tomaron la tierra prometida, todo iba a tomar tiempo.

 

ƒxodo 23:28-30 EnviarŽ delante de ti la avispa, que eche

fuera al heveo, al cananeo y al heteo, de delante de ti.

 

No los echarŽ de delante de ti en un a–o, para que no quede la tierra desierta, y se aumenten contra ti las fieras del campo.

 

Poco a poco los echarŽ de delante de ti, hasta que te multipliques y tomes posesi—n de la tierra.

 

Deuteronomio 7:22    Y Jehov‡ tu Dios echar‡ a estas

naciones de delante de ti poco a poco; no podr‡s acabar con ellas en seguida, para que las fieras del campo no se aumenten contra ti.

 

As’ que Cristo ya est‡ reinando, a la diestra de Dios, a esto se ascend’a, y esto debe de producir en nosotros un gran gozo, que es nuestro punto final.

 

3) El Gozo

 

Otra vez nuestro texto.

 

Lucas 24:50-53 Y los sac— fuera hasta Betania, y alzando

sus manos, los bendijo.  Y aconteci— que

bendiciŽndolos, se separ— de ellos, y fue

llevado arriba al cielo.

 

Ellos, despuŽs de haberle adorado, volvieron a JerusalŽn con gran gozo; y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. AmŽn.

 

Cuando Cristo los bendijo, se levant— sus manos, sus manos clavadas, los heridos aun estaban visibles.  Las bendiciones eran cre’bles porque el precio pagado estaba en evidencia en estas manos.

Y los hermanos estaban llenos de gozo, por varias razones.

 

Cuando Cristo se levant— a su gloria, no era para olvidar de ti.  Sino para preparar un lugar para ti.

 

Juan 14:1-3    No se turbe vuestro coraz—n; creŽis en Dios,

creed tambiŽn en m’.

 

En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si as’ no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.

 

Y si me fuere y os preparare lugar, vendrŽ otra vez, y os tomarŽ a m’ mismo, para que donde yo estoy, vosotros tambiŽn estŽis.

 

Cristo no fue a su gloria para olvidar de nosotros.  Hemos visto ya en efesios, que subiendo mando el esp’ritu santo en la forma de dones para los hombres, dones espirituales para avanzar su iglesia.

 

Aparte de esto est‡ preparando un lugar para nosotros en la gloria, estas son bendiciones grandes, conferidas por aquellas manos clavadas.

 

Pero Cristo tiene otra actividad importante all‡ a la diestra de Dios.  Y esto se llama la intercesi—n.

 

Cristo no es solamente Rey de reyes, y Se–or de se–ores, sino que es tambiŽn un gran sacerdote.

 

Hebreos 7:23-25      Y los otros sacerdotes llegaron a ser

muchos, debido a que por la muerte no pod’an continuar;

 

mas Žste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable;

 

por lo cual puede tambiŽn salvar perpetuamente a los que por Žl se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.

 

Cristo est‡ al lado del Padre, orando para ti.  Bueno, si el pastor ora por ti, puede ayudar, si la petici—n est‡ conforme al plan soberano de Dios, pero si Cristo est‡ orando por ti, esto quiere decir que tu salvaci—n no puede fracasar.

 

Y esto debe de inspirar gran gozo en nosotros, sabiendo que nadie puede levantar una carga en tu contra delante de Dios.

 

Romanos 8:31-34 ÀQuŽ, pues, diremos a esto? Si Dios es

por nosotros, ÀquiŽn contra nosotros?

 

El que no escatim— ni a su propio Hijo, sino que lo entreg— por todos nosotros, Àc—mo no nos dar‡ tambiŽn con Žl todas las cosas?

 

ÀQuiŽn acusar‡ a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.

 

ÀQuiŽn es el que condenar‡? Cristo es el que muri—; m‡s aun, el que tambiŽn resucit—, el que adem‡s est‡ a la diestra de Dios, el que tambiŽn intercede por nosotros.

 

En fin, la doctrina de la ascensi—n de Cristo, es la base de gran parte de nuestro gozo.

 

*------------------------- Conclusi—n --------------------*

 

ÀHermanos, en que a–o estamos?  À2018 verdad?

 

ÀPero 2018 de que?

 

2 Cr—nicas 35:19     Esta pascua fue celebrada en el a–o

dieciocho del rey Jos’as.

 

Se habla de una pascua en el a–o 18 del rey de Jos’as.  Se median los a–os, conforme al reinado del que tenia el dominio.

 

Esdras 6:15    Esta casa fue terminada el tercer d’a del

mes de Adar, que era el sexto a–o del reinado del rey Dar’o.

 

Estaban aqu’ en el a–o seis, medido por el reinado del que tenia el domino.  Y nosotros estamos en el a–o 2018 del que tiene el domino a la diestra de Dios. Y el mundo entero tiene que emplear nuestro sistema de fechas y a–os porque est‡ en todas las computadoras.

 

 

 

En Europa se puso siempre las letras A.D. al lado del a–o, que quiere decir en Lat’n, anno domini, o sea el a–o de nuestro Se–or, que tiene el domino y la victoria a la diestra de Dios.

 

En fin, la doctrina de la ascensi—n de Cristo nos ayude a terminar bien los tiempos festivos del a–o, con la victoria y con el gozo.

 

Y mas que nada, nos deja empleando nuestras mentes en lo que es arriba, y no solamente en lo que es abajo en este mundo.

 

Colosenses 3:1-3     Si, pues, habŽis resucitado con Cristo,

buscad las cosas de arriba, donde est‡ Cristo sentado a la diestra de Dios.

 

Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.

 

Porque habŽis muerto, y vuestra vida est‡ escondida con Cristo en Dios.

 

Si tu quieres vivir en la victoria, en el gozo en la esperanza de saber que Cristo est‡ al lado del Padre, representando tu causa, orando para ti, y preparando un lugar para ti, puedes pasar en unos momentos y oraremos contigo.

 

Vamos a orar